sábado, 3 de agosto de 2024

EL NUEVO FESTÍN DE ESOPO OCTAVIO PAZ




 EL NUEVO FESTÍN DE ESOPO —alusión al célebre apólogo de las

lenguas del fabulista clásico— es una alegoría de la convivencia

humana: toda reflexión sobre el hombre comienza o culmina en una

interrogación sobre el lenguaje y los significados. Si la sociedad es

un sistema de comunicaciones, ¿podemos descifrar el mensaje que

los hombres se comunican desde el origen de la especie? No es

extraño que Octavio Paz nos entregue ahora este libro sobre el

pensamiento de Claude Levi-Strauss, el gran antropólogo francés.

Ambos desde puntos de vista distintos y a veces opuestos,

coinciden en ver al hombre como el emisor de signos y,

simultáneamente, como a un signo entre los signos. Así, estas

páginas que constituyen una lúcida introducción al estructuralismo,

también y sobre todo continúan y confrontan las ideas de Octavio

Paz sobre el lenguaje: ¿cuál es el sentido del sentido, qué quiere

decir —decir?

Una metáfora geológica. Comercio

verbal y comercio sexual: valores,

signos, mujeres.

Hace unos quince años un comentario de Georges Bataille sobre

Les structures élémentaires de la parenté me reveló la existencia de

Claude Lévi-Strauss. Compré el libro y, tras varias e infructuosas

tentativas, abandoné su lectura. Mi buena voluntad de aficionado a

la antropología y mi interés en el tema (el tabú del incesto) se

estrellaron contra el carácter técnico del volumen. El año pasado un

artículo de The Times Literary Supplement (Londres) volvió a

despertar mi curiosidad. Leí con pasión Tristes tropiques y en

seguida, con un deslumbramiento creciente, Anthropologie

structurale, La pensée sauvage, Le totémisme aujourd’hui y Le cru

et le cuit. Este último es un libro particularmente difícil y el lector

sufre una suerte de vértigo intelectual al seguir al autor en su

sinuosa peregrinación a través de la maleza de los mitos de los

indios bororo y ge. Recorrer ese laberinto es penoso pero

fascinante: muchos trozos de ese «concierto» del entendimiento me

exaltaron, otros me iluminaron y otros más me irritaron. Aunque leo

por placer y sin tomar notas, la lectura de Lévi-Strauss me descubrió

tantas cosas y despertó en mí tales interrogaciones que, casi sin

darme cuenta, hice algunos apuntes. Este texto es el resultado de

mi lectura. Resumen de mis impresiones y cavilaciones, no tiene

pretensión crítica alguna.

Los escritos de Lévi-Strauss poseen una importancia triple:

antropológica, filosófica y estética. Sobre lo primero apenas si es

necesario decir que los especialistas consideran fundamentales sus

trabajos sobre el parentesco, los mitos y el pensamiento salvaje. La

etnografía y la etnología americanas le deben estudios notables;

además, en casi todas sus obras hay muchas observaciones

dispersas sobre problemas de la pre-historia y la historia de nuestro

continente: la antigüedad del hombre en el Nuevo Mundo, las

relaciones entre Asia y América, el arte, la cocina, los mitos

indoamericanos… Lévi-Strauss desconfía de la filosofía pero sus

libros son un diálogo permanente, casi siempre crítico, con el

pensamiento filosófico y especialmente con la fenomenología. Por

otra parte, su concepción de la antropología como una parte de una

futura semiasiología o teoría general de los signos y sus reflexiones

sobre el pensamiento (salvaje y domesticado) son en cierto modo

una filosofía: su tema central es el lugar del hombre en el sistema de

la naturaleza. En un sentido más reducido, aunque no menos

estimulante, su obra de «moralista» tiene también un interés

filosófico: Lévi-Strauss continúa la tradición de Rousseau y Diderot,

Montaigne y Montesquieu. Su meditación sobre las sociedades no

europeas se resuelve en una crítica de las instituciones occidentales

y esta reflexión culmina en la última parte de Tristes tropiques en

una curiosa profesión de fe, ahora sí francamente filosófica, en la

que ofrece al lector una suerte de síntesis entre los deberes del

antropólogo, el pensar marxista y la tradición budista. Entre las

contribuciones de Lévi-Strauss a la estética mencionaré dos

estudios sobre el arte indoamericano —uno acerca del dualismo

representativo en Asia y América, otro en torno al tema de la

serpiente con el cuerpo repleto de pescados— y sus brillantes

aunque no siempre convincentes ideas sobre la música, la pintura y

la poesía. Poco diré del valor estético de su obra. Su prosa me hace

pensar en la de tres autores que tal vez no son de su predilección:

Bergson, Proust y Breton. En ellos, como en Lévi-Strauss, el lector

se enfrenta a un lenguaje que oscila continuamente entre lo

concreto y lo abstracto, la intuición directa del objeto y el análisis: un

pensamiento que ve a las ideas como formas sensibles y a las

formas como signos intelectuales… Lo primero que sorprende es la

variedad de una obra que no pretende ser sino antropológica; lo

segundo, la unidad del pensamiento. Esta unidad no es la de la

ciencia sino la de la filosofía, así se trate de una filosofía

antifilosófica.

Lévi-Strauss ha aludido en varias ocasiones a las influencias que

determinaron la dirección de su pensamiento: la geología, el

marxismo y Freud. Un paisaje se presenta como un rompecabezas:

colinas, rocas, valles, árboles, barrancos. Ese desorden posee un

sentido oculto; no es una yuxtaposición de formas diferentes sino la

reunión en un lugar de distintos tiempos-espacios: las capas

geológicas. Como el lenguaje, el paisaje es diacrónico y sincrónico

al mismo tiempo: es la historia condensada de las edades terrestres

y es también un nudo de relaciones. Un corte vertical muestra que lo

oculto, las capas invisibles, es una «estructura» que determina y da

sentido a las más superficiales. Al descubrimiento intuitivo de la

geología se unieron, más tarde, las lecciones del marxismo (una

geología de la sociedad) y el psicoanálisis (una geología psíquica).

Esta triple lección puede resumirse en una frase: Marx, Freud y la

geología le enseñaron a explicar lo visible por lo oculto; o sea: a

buscar la relación entre lo sensible y lo racional. No una disolución

de la razón en el inconsciente sino una búsqueda de la racionalidad

del inconsciente: un super-racionalismo. Estas influencias

constituyen, para seguir usando la misma metáfora, la geología de

su pensamiento: son determinantes en un sentido general. No

menos decisivas para su formación fueron la obra sociológica de

Marcel Mauss y la lingüística estructural.

Ya he dicho que mis comentarios no son de orden estrictamente

científico; examino las ideas de Lévi-Strauss con la curiosidad, la

pasión y la inquietud de un lector que desea comprenderlas porque

sabe que, como todas las grandes hipótesis de la ciencia, están

destinadas a modificar nuestra imagen del mundo y del hombre. Así,

no me propongo situar su pensamiento dentro de las modernas

tendencias de la antropología, aunque es evidente que, por más

original que nos parezca y que lo sea efectivamente, ese

pensamiento es parte de una tradición científica. El mismo Lévi-

Strauss, por lo demás, en su Leçon inaugurale en el Colegio de

Francia (enero de 1960), ha señalado sus deudas con la

antropología angloamericana y con la sociología francesa. Más

explícito aún, en varios capítulos de Anthropologie structurale y en

muchos pasajes de Le totémisme aujourd’hui revela y aclara sus

coincidencias y discrepancias con Boas, Malinowski y Radcliffe-

Brown. Sobre esto vale la pena subrayar que una y otra vez ha

recordado que sus primeros trabajos fueron concebidos y

elaborados en unión estrecha con la antropología angloamericana.

No obstante, fueron las ideas de Mauss las que lo prepararon a

recibir la lección de la lingüística estructural y a saltar de una

manera más total que otros antropólogos del funcionalismo al

estructuralismo. Durkheim había afirmado que los fenómenos

jurídicos, económicos, artísticos o religiosos eran «proyecciones de

la sociedad»: el todo explicaba a las partes. Mauss recogió esta idea

pero advirtió que cada fenómeno posee características propias y

que el «hecho social total» de Durkheim estaba compuesto por una

serie de planos superpuestos: cada fenómeno, sin perder su

especificidad, alude a los otros fenómenos. Por tal razón, lo que

cuenta no es la explicación global sino la relación entre los

fenómenos: la sociedad es una totalidad porque es un sistema de

relaciones. La totalidad social no es una substancia ni un concepto

sino que «consiste finalmente en el circuito de relaciones entre

todos los planos».

En su famoso ensayo sobre el don, Mauss advierte que el regalo

es recíproco y circular: las cosas que se intercambian son asimismo

hechos totales; o dicho de otro modo: las cosas (utensilios,

productos, riquezas) son vehículos de relación. Son valores y son

signos. La institución del potlach —o cualquiera otra análoga— es

un sistema de relaciones: la donación recíproca asegura o, mejor,

realiza la relación. Así pues, la cultura de una sociedad no es la

suma de sus utensilios y objetos; la sociedad es un sistema total de

relaciones que engloba tanto al aspecto material como al jurídico,

religioso y artístico. Lévi-Strauss recoge la lección de Mauss y,

sirviéndose del ejemplo de la lingüística, concibe a la sociedad como

un conjunto de signos: una estructura. Pasa así de la idea de la

sociedad como una totalidad de funciones a la de un sistema de

comunicaciones. Es revelador que Georges Bataille (La part

maudite) haya extraído conclusiones diferentes del ensayo de

Mauss. Para Bataille se trata no tanto de reciprocidad, circulación y

comunicación como de choque y violencia, poder sobre los otros y

autodestrucción: el potlach es una actividad análoga al erotismo y al

juego, su esencia no es distinta a la del sacrificio. Bataille pretende

desentrañar el contenido histórico y psicológico del potlach; Lévi-

Strauss lo considera como una estructura atemporal,

independientemente de su contenido. Su posición lo enfrenta al

funcionalismo de la antropología sajona, al historicismo y a la

fenomenología.

Más adelante trataré con mayor detenimiento el tema de la

relación polémica entre el pensamiento de Lévi-Strauss y el

historicismo y la fenomenología. En cambio, aquí es oportuno

esbozar, de paso, sus afinidades y diferencias con los puntos de

vista de Malinowski y de Radcliffe-Brown. Para el primero, «los

hechos sociales no se reducen a fragmentos dispersos; el hombre

los vive, los realiza, y esta conciencia subjetiva, tanto como sus

condiciones objetivas, es una forma de su realidad». Malinowski

tuvo el gran mérito de mostrar experimentalmente que las ideas que

tiene una sociedad de sí misma son parte inseparable de la misma

sociedad y de esta manera revalorizó la noción de significado en el

hecho social; pero redujo la significación de los fenómenos sociales

a la categoría de función. La idea de relación, capital en Mauss, se

resuelve en la de función: las cosas y las instituciones son signos

por ser funciones. Por su parte, Radcliffe-Brown introdujo la noción

de estructura en el campo de la antropología, sólo que el gran sabio

inglés pensaba que «la estructura es del orden de los hechos: algo

dado en la observación de cada sociedad particular…». La

originalidad de Lévi-Strauss reside en ver a la estructura no

únicamente como un fenómeno resultante de la asociación de los

hombres sino como «un sistema regido por una cohesión interna —y

esta cohesión, inaccesible para el observador de un sistema aislado,

se revela en el estudio de las transformaciones, gracias a las cuales

se redescubren propiedades similares en sistemas en apariencia

diferentes». (Leçon inaugurale). Cada sistema —formas de

parentesco, mitologías, clasificaciones, etc.— es como un lenguaje

que puede traducirse al lenguaje de otro sistema. Para RadcliffeBrown

la estructura «es la manera durable que tienen los grupos y

los individuos de constituirse y asociarse en el interior de una

sociedad»; por tanto, cada estructura es particular e intraducible a

las otras. Lévi-Strauss piensa que la estructura es un sistema y que

cada sistema está regido por un código que permite, si el

antropólogo logra descifrarlo, su traducción a otro sistema. Por

último, a diferencia de Malinowski y Radcliffe-Brown, para Lévi-

Strauss las categorías inconscientes, lejos de ser irracionales o

simplemente funcionales, poseen una racionalidad imanente, por

decirlo así. El código es inconsciente —y racional. Nada más

natural, en consecuencia, que viese en el sistema fonológico de la

lingüística estructural el modelo más acabado, transparente y

universal de esa razón inconsciente subyacente en todos los

fenómenos sociales, trátese de relaciones de parentesco o de

fabulaciones míticas. Cierto, no fue el primero en pensar que la

lingüística era el modelo de la investigación antropológica. Sólo que,

en tanto que los antropólogos angloamericanos la consideraron

como una rama de la antropología, Lévi-Strauss afirma que la

antropología es (o será) una rama de la lingüística. O sea: una parte

de una futura ciencia general de los signos.

A riesgo de repetir lo que otros han dicho muchas veces (y mejor

que yo), debo detenerme y esclarecer un poco la relación particular

que une al pensamiento de Lévi-Strauss con la lingüística.[1] Como

es sabido, el tránsito del funcionalismo al estructuralismo se opera,

en lingüística, entre 1920 y 1930. A la idea de que «cada ítem del

lenguaje —oración, palabra, morfema, fonema, etc.— existe

solamente para llenar una función, generalmente de comunicación»,

se superpone otra: «Ningún elemento del lenguaje puede ser

valorado si no se le considera en relación con los otros elementos».

[*] La noción de relación se convierte en el fundamento de la teoría:

el lenguaje es un sistema de relaciones. Por su parte Ferdinand de

Saussure había hecho una distinción capital: el carácter dual del

signo, compuesto de un significante y un significado, sonido y

sentido. Esta relación —aún no enteramente explicada— define el

campo propio de la lingüística: cada uno de los elementos del

lenguaje, inclusive los más pequeños, «posee dos aspectos, uno el

significante y otro el significado». El análisis debe tener en cuenta

esta dualidad y proceder del texto a la frase y de ésta a la palabra y

al morfema, la unidad mínima dueña de significado. La investigación

no se detiene en este último porque la fundación de la fonología

permitió dar un paso decisivo: el análisis de los fonemas, unidades

que, «a pesar de no poseer significado propio, participan en la

significación». La función significativa del fonema consiste en que

designa una relación de alteridad u oposición frente a los otros

fonemas; aunque el fonema (atece de significado, su posición en el

interior del vocablo y su relación con los otros fonemas hacen

posible la significación. Todo el edificio del lenguaje reposa sobre

esta oposición binaria. Los fonemas pueden descomponerse en

elementos más pequeños, que Jakobson llama «haz o conjunto de

partículas diferenciales».[*] Como los átomos y sus partículas, el

fonema es un «campo de relaciones»: una estructura. No es esto

todo: la fonología muestra que los fenómenos lingüísticos obedecen

a una estructura inconsciente: hablamos sin saber que, cada vez

que lo hacemos, ponemos en movimiento una estructura fonológica.

Así pues, el habla es una operación mental y fisiológica que reposa

sobre leyes estrictas y que, no obstante, escapan al dominio de la

conciencia clara.

Saltan a la vista las analogías de la lingüística, por una parte,

con la física, la genética y la teoría de la información; por la otra, con

la «psicología de la forma». Lévi-Strauss se propuso aplicar el

método estructural de la lingüística a la antropología. Nada más

legítimo: el lenguaje no sólo es un fenómeno social sino que

constituye, simultáneamente, el fundamento de toda sociedad y la

expresión social más perfecta del hombre. La posición privilegiada

del lenguaje lo convierte en un modelo de la investigación

antropológica: «Como los fonemas, los términos de parentesco son

elementos de significación; como ellos, no adquieren esta

significación sino a condición de participar en un sistema; como los

sistemas fonológicos, los sistemas de parentesco son elaboraciones

del espíritu en el nivel del pensamiento inconsciente; por último, la

repetición de formas de parentesco y reglas de matrimonio, en

regiones alejadas y entre pueblos profundamente diferentes, hace

pensar que, como en el caso de la fonología, los fenómenos visibles

son el producto del juego de leyes generales aunque ocultas… En

un orden distinto de realidades, los fenómenos de parentesco son

fenómenos del mismo tipo que los lingüísticos».[*] No se trata, por

supuesto, de trasladar el análisis lingüístico a la antropología sino de

traducirlo en términos antropológicos. Entre las formas de la

traducción hay una que Jakobson llama «trasmutación»:

interpretación de signos lingüísticos por medio de un sistema de

signos no lingüísticos. En este caso la operación consiste, al

contrario, en la interpretación de un sistema de signos no

lingüísticos (por ejemplo: las reglas de parentesco) por medio de

signos lingüísticos.[2]

No me extenderé en la descripción de las formas, siempre

rigurosas y a veces extremadamente ingeniosas, que asume la

interpretación de Lévi-Strauss. Señalo solamente que su método se

funda más en una analogía que en una identidad. Además, adelanto

una observación: si el lenguaje —y con él la sociedad entera: ritos,

arte, economía, religión— es un sistema de signos, ¿qué significan

los signos? Un autor muy citado por Jakobson, el filósofo Charles

Peirce, dice: «El sentido de un símbolo es su traducción en otro

símbolo». A la inversa de Husserl, el filósofo angloamericano reduce

el sentido a una operación: un signo nos remite a otro signo.

Respuesta circular y que se destruye a sí misma: si el lenguaje es

un Sistema de signos, un signo de signos, ¿qué significa este signo

de signos? Los lingüistas coinciden con la lógica matemática,

aunque por razones opuestas, en el horror a la semántica. Jakobson

tiene conciencia de esta carencia: «Después de haber anexado los

sonidos de la palabra a la lingüística y constituido la fonología,

debemos ahora incorporar las significaciones lingüísticas a la

ciencia del lenguaje». Así sea. Mientras tanto, reparo que esta

concepción del lenguaje termina en una disyuntiva: si sólo tiene

sentido el lenguaje, el universo no lingüístico carece de sentido e

inclusive de realidad; o bien, todo es lenguaje, desde los átomos y

sus partículas hasta los astros. Ni Peirce ni la lingüística nos dan

elementos para afirmar lo primero o lo segundo. Triple omisión: en

un primer momento se soslaya el problema del nexo entre sonido y

sentido, que no es simplemente el efecto de una convención

arbitraria como pensaba F. de Saussure; en seguida, se excluye el

tema de la relación entre la realidad no lingüística y el sentido, entre

ser y significado; por último, se omite la pregunta central: el sentido

de la significación. Advierto que esta crítica no es enteramente

aplicable a Lévi-Strauss. Más arriesgado que los lingüistas y los

partidarios de la lógica simbólica, el tema constante de sus

meditaciones es precisamente el de las relaciones entre el universo

del discurso y la realidad no verbal, el pensamiento y las cosas, la

significación y la no significación.

En sus estudios sobre el parentesco, Lévi-Strauss procede de

manera contraria a la mayoría de sus predecesores: no pretende

explicar la prohibición del incesto a partir de las reglas de

matrimonio sino que se sirve de aquélla para volver inteligibles a las

segundas. La universalidad de la prohibición, cualesquiera que sean

las modalidades que adopte en este o aquel grupo humano, es

análoga a la universalidad del lenguaje, cualesquiera que sean

también las características y la diversidad de los idiomas y dialectos.

Otra analogía: es una prohibición que no aparece entre los animales

—por lo cual puede inferirse que no tiene un origen biológico o

instintivo— y que, no obstante, es una compleja estructura

inconsciente como el lenguaje. En fin, todas las sociedades la

conocen y la practican pero hasta ahora —a pesar de que abundan

las interpretaciones míticas, religiosas y filosóficas— no tenemos

una teoría racional que explique su origen y su vigencia. Lévi-

Strauss rechaza, con razón, todas las hipótesis con que se ha

pretendido explicar el enigma del tabú del incesto, desde las teorías

finalistas y eugenésicas hasta la de Freud. A propósito de este

último señala que atribuir el origen de la prohibición al deseo por la

madre y al asesinato del padre por los hijos, es una hipótesis que

revela las obsesiones del hombre moderno pero que no

corresponde a ninguna realidad histórica o antropológica. Es un

«sueño simbólico»: no es el origen sino la consecuencia de la

prohibición.

La regla no es puramente negativa; no tiende a suprimir las

uniones sino a diferenciarlas: esta unión no es lícita y aquélla sí lo

es. La regla está compuesta de un sí y un no, oposición binaria

semejante a la de las estructuras lingüísticas elementales. Es un

cedazo que orienta y distribuye el fluir de las generaciones. Cumple

así una función de alteridad y mediación —diferenciar, seleccionar y

combinar— que convierte a las uniones sexuales en un sistema de

significaciones. Es un artificio «por el cual y en el cual se cumple el

tránsito de la naturaleza a la cultura». La metamorfosis del sonido

bruto en fonema se reproduce en la de la sexualidad animal en

sistema de matrimonio; en ambos casos la mutación se debe a una

operación dual (esto no, aquello sí) que selecciona y combina —

signos verbales o mujeres. Del mismo modo que los sonidos

naturales reaparecen en el lenguaje articulado pero ya dueños de

significación, la familia biológica reaparece en la sociedad humana,

sólo que cambiada. El «átomo» o elemento mínimo de parentesco

no es el biológico o natural —padre, madre e hijo— sino que está

compuesto por cuatro términos: hermano y hermana, padre e hija.

Es imposible seguir a Lévi-Strauss en toda su exploración y de ahí

que me limite a citar una de sus conclusiones: «El carácter primitivo

e irreductible del elemento de parentesco es una consecuencia de la

prohibición del incesto… en la sociedad humana un hombre no

puede obtener una mujer sino de otro hombre, que le entrega a su

hija o a su hermana». La interdicción no tiene otro objeto que

permitir la circulación de mujeres y en este sentido es una

contrapartida de la obligación de donar, estudiada por Mauss.

La prohibición es recíproca y gracias a ella se establece la

comunicación entre los hombres: «Las reglas de matrimonio y los

sistemas de parentesco son una suerte de lenguaje» —un conjunto

de operaciones que trasmiten mensajes. A la objeción de que las

mujeres son valores y no signos y las palabras signos y no valores,

Lévi-Strauss responde que, sin duda, originalmente las segundas

eran también valores (hipótesis que no me parece descabellada si

pensamos en la energía que irradian todavía ciertas palabras); por

lo que toca a las mujeres: fueron (y son) signos, elementos de ese

sistema de significaciones que es el sistema del parentesco… No

soy antropólogo y debería callarme. Aventuro, de todos modos, un

tímido comentario: la hipótesis explica con gran elegancia y

precisión las reglas de parentesco y de matrimonio por la prohibición

universal del incesto pero ¿cómo se explica la prohibición misma, su

origen y su universalidad? Confieso que me cuesta trabajo aceptar

que una norma inflexible y en la cual no es infundado ver la fuente

de toda moral —fue el primer No que opuso el hombre a la

naturaleza— sea simplemente una regla de tránsito, un artificio

destinado a facilitar el intercambio de mujeres. Además, echo de

menos la descripción del fenómeno; Lévi-Strauss nos describe la

operación de las reglas, no aquello que regulan: la atracción y la

repulsión por el sexo opuesto, la visión del cuerpo como un nudo de

fuerzas benéficas o nocivas, las rivalidades y las amistades, las

consideraciones económicas y las religiosas, el terror y el apetito

que despierta una mujer o un hombre de otro grupo social o de otra

raza, la familia y el amor, el juego violento y complicado entre

veneración y profanación, miedo y deseo, agresión y trasgresión —

todo ese territorio magnético, magia y erotismo, que cubre la palabra

incesto. ¿Qué significa este tabú que nada ni nadie explica y que,

aunque parece no tener justificación biológica ni razón de ser, es la

raíz de toda prohibición? ¿Cuál es el fundamento de este No

universal?[3] Es verdad que este No con tiene un Sí: la prohibición

no sólo separa a la sexualidad animal de la sexualidad social sino

que, como el lenguaje, ese Sí funda al hombre, constituye a la

sociedad. La prohibición del incesto nos enfrenta, en otro plano, al

mismo enigma del lenguaje: si el lenguaje nos funda, nos da

sentido, ¿cuál es el sentido de ese sentido? El lenguaje nos da la

posibilidad de decir, pero ¿qué quiere decir —decir? La pregunta

sobre el incesto es semejante a la del sentido de la significación. La

respuesta de Lévi-Strauss es singular: estamos ante una operación

inconsciente del espíritu humano y que, en sí misma, carece de

sentido o fundamento aunque no de utilidad: gracias a ella —y al

lenguaje, el trabajo y el mito— los hombres somos hombres. La

pregunta sobre el fundamento del tabú del incesto se resuelve en la

pregunta sobre la significación del hombre y ésta en la del espíritu.

Así pues, hay que penetrar en una esfera en la que el espíritu opera

con mayor libertad ya que no se enfrenta ni a los procesos

económicos ni a las realidades sexuales sino a sí mismo.

jueves, 1 de agosto de 2024

A las últimas frases siento que estoy atrapado en un laberinto con un monstruo. FRAGMENTO. NOVELA. J.MÉNDEZ-LIMBRICK




 "A las últimas frases siento que estoy atrapado en un laberinto con un monstruo. Todo es un juego al que no puedo rendirme, dejar las fichas tiradas, volcar el rey. ¡No, no dejaré la partida a medio terminar! Tampoco voy a correr como un conejo asustado porque el lobo lo persigue… ¡Y, sin embargo, tengo un ataque de pánico!  

¡Ahhh… qué torpeza de mi parte… señor Charly Hardin!… ¿Qué desea tomar?"

BORRADOR. REVISIÓN. NOVELA. EL RETORNANTE NOCTURNO.

lunes, 29 de julio de 2024

DOSTOIEVSKI- CARTAS A SU HERMANO




 S. Petersburgo. Año 1839, día 16 de agosto.

Sí, querido hermano mío, siempre nos ocurre lo mismo: nos

prometemos, sin saber nosotros mismos si tendremos la fuerza

de cumplir lo prometido; menos mal que yo jamás prometo a la

ligera. Por ejemplo: ¿qué opinarías tú de mi silencio? Que soy

un perezoso..., que me olvido de ti, etcétera. ¡Pues no! Todo se

reduce a que no tenía un centavo; ahora lo tengo y estoy contento

de recibir a ese huésped que hacía tanto tiempo que no visitaba,

estoy indeciblemente contento.

¡Y he aquí por fin una carta para ti!

¡Vamos a hablar, a conversar!

¡Hermano querido! Derramé muchas lágrimas por la muerte

de papá,' pero ahora nuestra situación es todavía peor. No hablo

de mí, sino de nuestra familia. Te envío mi carta a Revel sin

saber yo mismo si te llegará... Supongo que no te encontrará

allá... Quiera Dios que estés en Moscú; entonces me sentiría más

tranquilo respecto a nuestra familia; pero dime, por favor, ¿hay

en el mundo alguien más desdichado que nuestros pobres hermanos

y hermanas? Me mata la idea de que sean educados por

gente extraña. Y por eso tu proyecto de ir a vivir a la aldea, una

vez obtenido el grado de oficial, me parece excelente. Allí te podrías

hacer cargo de su educación, querido hermano, y esa educación

sería una felicidad para ellos. Un orden armonioso del

alma al lado de los familiares más cercanos, el desarrollo de todas

las aspiraciones a partir de un principio cristiano, el orgullo

de las virtudes familiares, el terror al vicio y al deshonor, esos

son los resultados de una educación así. Los huesos de nuestros

padres dormirán entonces serenos en la tierra húmeda; pero,

querido amigo, tendrás que soportar muchas cosas. Deberás o

bien pelearte, o bien reconciliarte sólidamente con nuestros parientes.

Pelearte sería mortal; nuestras hermanas se perderían.

Pero si te reconcilias, deberás atenderlos. Ellos llamarán indolencia

a tu repulsa por el servicio. ¡Sin embargo, hermano querido,

sopórtalo! Que no te importen esas almas insignificantes

y mezquinas y sé el benefactor de nuestros hermanos. Sólo tú

los salvarás... Yo sé que tú has aprendido a soportar; cumple,

pues, tu propósito, es admirable. ¡Que Dios te dé fuerza para

hacerlo! Te anuncio de antemano que estaré de acuerdo contigo

en todo.2

¿Qué hacer ahora? Eres más sincero con Iván Nikoláievich

que conmigo; le has dicho que estás abrumado de trabajo y que

no tienes tiempo; sí, tu trabajo es endemoniado, pero ¿qué hacer?

Deshazte de él cuanto antes.

Qué te puedo contar de mí... Hace ya mucho tiempo que no

he hablado contigo con toda franqueza. No sé si ahora me encuentro

en disposición de hacerlo. No sé, pero cada vez con mayor

frecuencia miro lo que me rodea con absoluta indiferencia.

Pero por el contrario, es muy fuerte mi despertar. Mi único

objetivo es estar en libertad. Por ella lo sacrifico todo. Y sin embargo,

con frecuencia, con mucha frecuencia, pienso en qué me

deparará la libertad... ¿Qué voy a hacer yo en medio de una m ultitud

desconocida? Sabré romper con todo esto, pero he de reconocer

que se necesita una fe muy grande en el futuro, un profundo

conocimiento de uno mismo para vivir con mis esperanzas

actuales. ¿Y bien, qué? Es igual si se realizan o no. Yo haré

lo mío. Bendigo los momentos en los que me reconcilio con el

presente (y estos momentos han comenzado a visitarme con mayor

frecuencia ahora). En esos momentos reconozco con más claridad

mi situación, y tengo la seguridad de que estas esperanzas

sagradas se realizarán.

[...]* El espíritu no está sereno ahora; pero en esta lucha del

» El comienzo drl párrafo lia sido arrancado. Los fragmentos que faltan de

aquí en adelante, serán señalados como f . .). (Nula t/tlulilor m u. I

espíritu generalmente maduran los caracteres fuertes; la mirada

nebulosa se aclara y la fe en la vida encuentra una fuente más

pura y más elevada. Mi alma es inaccesible a los arranques tormentosos

de antaño. Todo en ella está tranquilo, como en el corazón

del hombre que guarda un profundo secreto; estudiar

«qué significan el hombre y la vida» es algo en lo que hago

grandes progresos; estudiar los caracteres es algo que puedo hacer

a través de los escritores junto a los cuales paso la mejor parte

de mi vida, con libertad y alegría; no diré nada más sobre mí

mismo. Tengo confianza en mí. El ser humano es un misterio

que hay que descrifrar, y si pasas la vida entera descifrándolo, no

digas al final que has perdido el tiempo; yo me dedico a este

misterio, ya que quiero ser un ser humano. Adiós. Tu amigo y

hermano.

F. Dostoievski.

[...] con las ideas más queridas cada minuto {...] en medio de

los sueños y de los pensamientos la vida pasa imperceptiblemente.

Una sola cosa más [...]: puedo amar y ser un amigo. Hace

poco [...]. Lo más sagrado y grande, limpio [...] este mundo.

Moisés y Shakespeare todo [...] sólo a medias.

¡El amor! ¡El amor! Dices que arrancas sus flores. Pienso que

no hay una renuncia de sí mismo más santa que la del poeta.

¿Cómo se puede compartir el éxtasis propio con el papel? El

alma siempre ocultará más de lo que puede expresar con palabras,

colores y sonidos. De allí la dificultad de ejecutar la idea de

la creación.

{...] Cuando el amor une dos corazones. De [...] hace tiempo

que no muestra sus lágrimas [...] sólo en el pecho. Puede llorar

él solo (...) es necesario tener orgullo y fe cristiana [...] algo sobre

M [...]

Si hasta dentro de una semana, a partir del día de hoy, no he

recibido respuesta, llegaré a la conclusión de que estás en Moscú

y te escribiré a nombre de los Kumanin. Escríbeme, hermano,

ampliamente, cómo has hecho tú y cómo han hecho los

demás con todo esto. Espero con ansia tu respuesta. Ahora, querido

mío, no habrá interrupción en nuestra correspondencia.

Pronto te enviaré la lista de los libros. Escribe. No tengo más

tiempo.

I M A Dostoievski murió el H de junio de 18 V>. Su» iontemporíneos

pensaban que lo habían asesinado sus propios siervos

2. Después de la muerte del padre de Dostoievski fueron los Kumunin

quienes se encargaron de los cinco hijos pequeftt» de lu familia Dostoievski.

aunque rehusaron tener la tutela oficial

domingo, 28 de julio de 2024

Prólogo a Borges poeta Lucas Adur

 9


Prólogo a Borges poeta

Lucas Adur

La poesía, como lo saben todos los que

tienen que saberlo, es secretamente el

corazón mismo del campo cultural

Alejandro Crotto

Este volumen reúne reelaboraciones de los trabajos presentados

en las Jornadas “Borges poeta”, realizadas en agosto

de 2021 en el Centro Cultural Kirchner, organizadas por

el Centro, la Fundación Internacional Jorge Luis Borges

y el FILOCyT “Escrituras de dios. Borges y las religiones”

(Facultad de Filosofía y Letras, UBA).

Los escritos aquí reunidos buscan continuar la relectura

de la obra del autor, iniciada en 2019 con las Jornadas

“Borges 120”, donde, con el lema “Todo hombre culto es

un teólogo y para serlo no es indispensable la fe” (Borges,

1974: 688), nos propusimos discutir las operaciones de

Borges sobre el discurso religioso. Los trabajos de aquellas

jornadas fueron reunidos en un volumen recientemente

publicado: Borges 120 (2021). La indagación de la obra borgeana

continuó en 2020 con las Jornadas “Relecturas del

último Borges”, donde discutimos dos de los libros más

notables de la última etapa de la producción del escritor:

El hacedor (1960) y El informe de Brodie (1970).

En esta ocasión, el eje que organiza los estudios aquí reunidos

es la poesía. Se trata de una de las facetas quizás menos

10 Lucas Adur

exploradas de la obra del gran escritor, cuya reputación

se cimienta sobre todo en los relatos de Ficciones (1944) y

El Aleph (1949). Decir que algo está “poco explorado” hablando

de Borges es, claro, siempre muy relativo. Pero, aun

así, la poesía tiende a ser menos conocida y, me atrevería a

decir, menos valorada que su prosa. Sin embargo, es como

poeta que Borges irrumpe en el panorama de la literatura

argentina y es como poeta que cierra su obra con Los conjurados

en 1985. La poesía fue, a la vez, una constante a lo largo

de su obra, y uno de los lugares donde es posible constatar

mayores desplazamientos y transformaciones.

Entre sus primeros poemas, escritos en Europa –marcadamente

influidos por el expresionismo primero y por el

ultraísmo después–; su obra “criollista” y fervorosa de los

años veinte, con una inflexión particular del vanguardismo;

y los poemas de madurez, donde vuelve a las formas

clásicas y muchas veces a temas metafísicos, es más fácil

encontrar rupturas que continuidades. El propio Borges

pareció consciente de esto y se ocupó de rearmar y reescribir

sus primeros poemarios, introduciendo modificaciones

radicales o excluyendo poemas enteros, donde ya no podía

reconocerse. Su concepción de la rima, de la metáfora, de

la inspiración, de la técnica, del lenguaje, de la idea misma

de la poesía se fue transformando a lo largo de los años.

En este libro indagamos distintos momentos de este itinerario

creador, alternando los abordajes panorámicos de algunas

etapas u obras, con el análisis minucioso de poemas

que consideramos especialmente significativos (y bellos).

El propio escritor situó más de una vez la poesía como

el corazón de su obra. Se definía a sí mismo y a los escritores

que admiraba con ese título: poeta. Como dijimos, su

ingreso a la literatura fue por el camino de la poesía y

su testamento literario, Los conjurados, también tiene esa forma.

Es cierto que hubo casi dos décadas en las que publicó

Prólogo a Borges poeta 11

muy pocos poemas –lo que no quiere decir que no los siguiera

escribiendo–. Pero, luego de su retorno a la poesía

–que podemos vincular con su ceguera–, esta se convierte

en el centro de su producción: la mayoría de los libros que

publica a partir de los años sesenta son poemarios. En los

versos, además, como han señalado varios críticos, se construye

una imagen de autor que no coincide exactamente

con la que emerge de sus relatos clásicos, ni con la imagen

pública: la ironía constante y el escepticismo parecen dejar

lugar, al menos en muchas ocasiones, a formas más directas

de la emoción, lo sentimental, incluso de la pregunta por lo

trascendente –como se explora en algunos de los trabajos

de este libro–.

Como repite Borges más de una vez en esos prólogos de

sus últimos libros, que son breves y bellísimos fragmentos

de una poética, la poesía está en el origen de toda literatura.

Dice en el de La rosa profunda:

La literatura parte del verso y puede tardar siglos en

discernir la posibilidad de la prosa. La palabra habría

sido en el principio un símbolo mágico, que la usura

del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería

restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su

primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría

todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos

físicamente, como la cercanía del mar.

La crítica literaria, tal como la concebimos, debe estar al

servicio de los lectores y lectoras. Tender puentes hacia la

obra, trazar recorridos, inventar modos de entrada. Ojalá

este libro contribuya a que la poesía de Borges siga resonando

en nuestro presente, ojalá ayude a que quien lee sea tocado

por un verso y se sienta convocado a redescubrir esta

obra vasta y profunda, como quien se adentra en el mar.

martes, 23 de julio de 2024

FIODOR DOSTOIEVSKI Cartas a Misha (1838- 1864)




2

 S. Petersburgo, a 31 de octubre de 1838.

Oh, hace mucho, mucho tiempo que no te he escrito, mi

querido hermano... ¡Examen despreciable! Me hizo demorarme

en escribiros, a ti, a papá y en ver a Iván Nikoláievich,1 ¿y cuál

fue el resultado? ¡Me suspendieron! ¡Qué horror! ¡Un año más,

un año suplementario! No me desesperaría de esta manera si no

supiera que fue una infamia, sólo una infamia aquello de lo que

he sido víctima; no lo lamentaría si las lágrimas de nuestro pobre

padre no me abrasaran el alma. Hasta este momento yo

no sabía qué significa el amor propio agraviado. Me hubiera

sonrojado si ese sentimiento se hubiera apoderado de mí... pero

¿sabes? Me gustaría destrozar el mundo entero de una sola

vez.. Perdí, maté tantos días antes del examen, enfermé, enflaquecí,

aprobé el examen espléndidamente, en toda la fuerza y la

extensión de esa palabra, y ¡me suspendieron!... Así lo quería un

profesor (de álgebra) con el cual me porté groseramente a lo largo

del año y que ahora tuvo la bajeza de recordármelo, explicándome

la razón por la cual no pasaba de año... De 10 puntos posibles,

tuve 9,5 y no pasé... Pero al diablo con todo esto... Si hay

que aguantar, aguanto... No voy a desperdiciar papel, pocas veces

converso contigo...

¡Amigo mío! Filosofas como un poeta. Y de la misma manera

irregular que el alma soporta la fuerza de la inspiración, de esa

misma manera es irregular e inexacta tu filosofía. Para conocer

más hay que sentir menos y a la inversa, es una regla irreflexiva,

un desvarío del corazón. ,Qué quieres decir con la palabra conocer?

Conocer ia naturaleza, el alma, a Dios, el amor... Todo esto

se conoce con el corazón y no con la inteligencia. Si fuéramos espíritus

viviríamos, flotaríamos en la esfera de ese pensamiento,

en la cual flota nuestra alma cuando quiere adivinarlo. Pero no

somos sino polvo, y aunque los hombres deben adivinar, no pueden

abarcar de pronto el pensamiento. La inteligencia es la guía

del pensamiento a través de la frágil envoltura hacia los componentes

del alma. La inteligencia es una facultad material... Por

el contrario el alma, o el espíritu, vive del pensamiento que le

susurra el corazón... El pensamiento nace en el alma. La inteligencia

es un instrumento, una máquina que funciona gracias al

fuego del alma... Además (segunda cláusula) la inteligencia del

hombre que se siente atraído por la ciencia actúa independientemente

del sentimiento, por lo tanto, del corazón. Pero si el objetivo

del conocimiento es el amor y la naturaleza, entonces se

abre un campo puro para el corazón. No voy a discutir contigo,

pero te diré que no estoy de acuerdo con tu opinión sobre la

poesía y la filosofía... No hay que suponer a la filosofía como un

simple problema matemático en donde la incógnita es la naturaleza...

Date cuenta de que el poeta, en un arranque de inspiración,

adivina a Dios, por lo tanto cumple con el designio de la

filosofía. Por lo tanto el éxtasis poético es un éxtasis filosófico...

¡Por lo tanto la filosofía es la poesía misma, sólo que en su grado

superlativo!... Es curioso que reflexiones en el espíritu de la

filosofía contemporánea. Cuántos de sus sistemas confusos han

nacido de cabezas inteligentes y fogosas; para obtener un resultado

concreto partiendo de este montón confuso habría que resumirlo

a una fórmula matemática. Esa es la regla de la filosofía

actual. Pero me he puesto a soñar demasiado contigo... Sin aceptar

tu inconsistente filosofía, acepto, no obstante, la existencia

de su inconsistente expresión, con la que no quiero fatigarte...

Hermano, es triste vivir sin esperanza... Miro hacia adelante

y el futuro me horroriza... Me muevo en una atmósfera fría, polar,

hasta la que no ha llegado ni un rayo de sol... Hace mucho

tiempo que no he experimentado los estallidos de la inspiración,

en cambio con frecuencia me encuentro en una situación tal

como, ¿recuerdas', el prisionero de Chillón tras la muerte de sus

hermanos en el calabozo... No me visitará el ave del paraíso de la

poesía, no calentará mi alma ahora fría... Dices que soy reservado;

pero también mis sueños de antaño me han abandonado, y

mis maravillosos arabescos, que alguna vez creé, han perdido su

baño de oro. Aquellos pensamientos que con sus rayos me encendían

el alma y el corazón, ahora han perdido su llama y su calor;

o mi corazón se ha vuelto insensible, o... me horroriza ir más

allá. Me resulta aterrador decir que todo el pasado no fue más que

un sueño dorado, ilusiones floridas...

Hermano, he leído tu poesía... Me arrancó algunas lágrimas

del alma y arrulló por algún tiempo mi alma con el murmullo

caluroso de los recuerdos. Dices que tienes una idea para un drama...

Me alegro... escríbelo... Oh, si te han privado hasta de las

últimas migajas del banquete del paraíso, ¿qué más podías hacer?...

Es una lástima que la semana pasada no haya podido ir a

ver a Iván Nikoláievich, ¡estaba enfermo! ¡Escucha! Me parece

que la gloria también contribuye a inspirar al poeta. Byron fue

un egoísta: su idea sobre la gloria era vana, fútil... Pero la sola

idea de que un alma pura, sublimemente bella, se desprenderá

de las cenizas para ir en pos de tu entusiasmo pasado, la idea de

que la inspiración iluminará -misteriosa, celeste- las páginas

sobre las cuales lloraste tú y llorará la posteridad, esta idea, creo,

penetra con precaución en el alma del poeta aun en los momentos

mismos de la creación. El grito vacío de la multitud es insignificante.

¡Ah! Ahora me han venido a la m ente dos versos de

Pushkin en los que habla de la multitud y del poeta:

Y (la multitud) esa/pe sobre el altar en donde arde tu fuego,

Y en 111 vivacidad infantil hace que se balancee tu trípode... *

,No es verdad que es maravilloso? Adiós. Tu amigo y hermano,

F. Dostoievski.

¡Ah! Escríbeme cuál es la idea principal de la obra de Chateubriand

Le Génit du Christiamsmt. Hace poco en El hijo de la

patria leí un artículo del crítico Nisard sobre Victor Hugo. Oh,

en cuán baja estima lo tienen los franceses. Cuán insignificantes

presenta Nisard sus dramas y sus novelas. Son injustos con él, y

Nisard (a pesar de ser un hombre inteligente), miente.' Y otra

cosa: escríbeme cuál es la idea principal de tu drama: estoy convencido

de que es excelente; aunque para madurar los personajes

de una obra de teatro no son suficientes diez años. Por lo menos

eso es lo que pienso. ¡Ah, hermano, cuánto me apena que no

tengas dinero! Las lágrimas acuden a mis ojos. ¿Habíamos estado

alguna vez así? Ah, a propósito, te felicito, querido mío, por

el día de tu santo y por tu reciente cumpleaños.

En tu poesía «Visión de la madre» no comprendo de qué extraño

contorno rodeaste el alma de la difunta. Ese carácter de

ultratumba no está resuelto. Pero en cambio los versos son buenos,

aunque en un lugar hay un yerro. No te enfades por las críticas. Escríbeme

con más frecuencia, yo también seré más ordenado.

Ah, pronto, muy pronto leeré los nuevos versos de Iván Nikoláievich.

¡Cuánta poesía! ¡Cuántas ideas geniales! Ah, también

me había olvidado de decirte: tú, creo, debes saber ya que

Smirdin está preparando el Panteón de nuestra Literatura en un

libro: los retratos de cien escritores y con cada retrato una obra

representativa de cada uno de ellos. E imagínate a Zótov (?!).

Y a Orlov (Alexandr Anfímovich) entre ellos.4 ¡Qué humor! Escucha,

envíame otra poesía. ¡Aquella era preciosa! Los Merkúlov

pronto se marcharán a Penza, si no es que se han marchado ya.

¡Me apena nuestro pobre padre! ¡Qué carácter más extraño!

¡Y cuánto ha sufrido! Es triste hasta las lágrimas, pero no hay

cómo consolarlo. -¿Y sabes? Papá desconoce absolutamente el

mundo: ha vivido en él cincuenta años y no ha modificado la

opinión que hace treinta años tenía de la gente. ¡Feliz ceguera!

Pero está muy decepcionado del mundo. Esto, me parece, es

nuestro sino común. -Adiós una vez más.

Tuyo.

1. Se traía de Iván Nikol.iievic li Sludlovski ( IH16-1872), amiKo de |uvenlud

de Dtrttoievtki (Sobre las rela< iones de Dostoievski con Shidlovski, ver la

ta n a del I d eeneri.de 1840.)

2. Cita del poema de A S. Pushkin A l poeta < I8M)).

i. En lil hiju Je l.i píllela de marzo-abril de 18 48, se publicaron lo* artículos

de lo» critico» iratueses I). Nisard sobre Lamartine y de G. Planche sobre

Huso. Los títulos de los artículos estaban uno junto al otro y eso hizo que

Dostoievski confundiera los nombres de los autores.

4. A. F. Smirdin editó tres tomos de Cien autores rusos (1839-1845). El primer

tomo fue publicado en 1839.

A. A. Orlov (m. 1840): autor de novelas pseudo-populares, que había sido

ridiculizado por la crítica de los años 30.

R. M. Zótov( 1795-1871): autor de novelas históricas y dramas, a quien el

crítico Belinski puso en ridículo.

jueves, 18 de julio de 2024

Monique Allain-Castrillo} PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO PRÓLOGO DE CARLOS BOUSOÑO EPÍLOGO DE JOSÉ HIERRO

 



PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO

PRÓLOGO DE

CARLOS BOUSOÑO

EPÍLOGO DE

JOSÉ HIERRO

40133

BIBLIOTECAS Y ACERVOS

DOCUMENTALES tJEL

C.U.C.S.H.

< $ > G R E D O S

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

Para A. A., el pasado.

A. A. C., el presente.

G. D. M., el futuro.

PRÓLOGO

Conocí esta obra de Monique Allain-Castrillo, Paul Valéry y el

mundo hispánico, cuando me la presentó en la Universidad de Nueva

York en su primera versión. La leo ahora con renovada admiración

pues el texto original ha sido acrecido con una erudición más completa.

Podemos decir que la autora ha investigado todos los entresijos,

hasta sus más pequeños detalles, de la relación entre Paul Valéry y el

mundo hispánico. Asombra la enorme cantidad de datos de primera

mano que aporta, así como el inmenso esfuerzo que ha sido preciso

desplegar para adquirirla: visitas a las personas que han conocido al

gran poeta, familiares o amigos, conversaciones, rebusca de libros,

cartas, manuscritos y documentos, lecturas detenidas de verdaderas

bibliotecas de información, viajes, y, sobre todo ello, una meditación

constantemente lúcida acerca de los materiales manejados. No ha

dejado de tratar ninguno de los aspectos del objeto de estudio, viéndolo

desde perspectivas siempre renovadas («la mer, la mer, toujours

recommencée»): pasma su número. La autora resucita ante nosotros

las diversas opiniones acerca de la persona y de la obra de Valéry que

los intelectuales españoles manifestaron a lo largo del tiempo, los

cambios que tales juicios sufrieron (cuando así fue) con el correr de

los años y el porqué de tales mutaciones.

Y el lector va siguiendo con pasión creciente tales avatares, y,

guiado por la mano de la autora, descubre, a veces por su cuenta, las

ocultas razones o sinrazones que han podido mover las reacciones de

unos y otros. Admiramos la objetividad con que Monique Allain-

Castrillo nos ofrece sus datos y reflexiones. Nunca observamos nacionalismos

de especie alguna que deformen su pensamiento: sólo

aparecen el documento y la evidencia de su significado. El lector es

el que, con alguna frecuencia, saca conclusiones sobre la generosidad

manifiesta de unos, y la falta de generosidad de otros, o sus oscuros

móviles. La figura moral o la psicología de cada cual queda reflejada

en bastantes ocasiones sin necesidad de formulaciones expresas. La

autora ha tenido el supremo don de hacemos ver a sus personajes sin

necesidad de explicarlos; pero cuando los explica, la explicación se

nos aparece sumamente atinada. De este modo, el libro resulta amenísimo.

De mí, sé decir que no lo pude soltar ni un momento en el

tiempo de su lectura.

Numerosas cartas inéditas nos informan en ocasiones más y mejor

sobre Valéry y sus corresponsales que lo hubieran hecho capítulos

extensos. La relación del poeta francés con Unamuno, con Ortega,

con Madariaga, con Eugenio d’Ors, con Azorín, con Machado, con

Juan Ramón Jiménez, con la Generación del 27 (especialmente, claro

está, con Jorge Guillén) aparece nítida. Leyendo este libro, aprende

uno mucho, no sólo sobre Valéry, sino sobre la triste y baja naturaleza

de los hombres, aunque también, afortunadamente, sobre su posible

nobleza. La actitud de Valéry es, en todo momento, generosísima,

cosa que yo siempre había sospechado. Las reticencias de algunos escritores

españoles o su entusiasmo por el poeta francés despiertan la

curiosidad del lector y ponen en juego su penetración psicológica. La

recepción del gran poema Le Cimetiére Marin (para mí su obra suprema

y una de las composiciones cimeras de la poesía europea de

todos los tiempos) nos hace meditar. Existen cuarenta traducciones al

español de esta pieza admirable, como nos enseña Monique Allain-

Castrillo. Su éxito mundial fue, pues, inmenso. Y, sin embargo, yo

recuerdo (esto no lo cuenta la autora) la carta de Valéry a Gide, en la

que le viene a decir que el estilo de tales versos es el de un poeta espontáneo,

lo que nunca quiso ser. Y añade: «por supuesto, no me parece

publicable». ¡Hasta qué punto se puede equivocar sobre sí mismo

un hombre máximamente inteligente y crítico, y refinadamente

sensible! Y uno recuerda a Virgilio queriendo destruir la Eneida, y a

Kafka despreciando sus narraciones, y a tantos otros artistas igualmente

errados al juzgarse con pesimismo. ¿Qué conclusiones habría

que sacar?

Pero volvamos a la obra que nos ocupa. La curiosidad de Monique

Allain-Castrillo no se atiene exclusivamente a los españoles. La

autora investiga con la misma minucia y sabiduría la recepción de la

obra de Valéry en la América de habla hispana, y va recorriendo las

diferentes personalidades de la literatura de aquellas tierras en su relación

con Valéry: Alfonso Reyes, Miguel Ángel Asturias, Mariano

Brull, Eugenio Florit, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Borges, etc. En

general, podemos decir que la lejanía del espacio equivale a la lejanía

del tiempo. La justicia de la recepción aumenta con la distancia. ¿No

nos dice esto bastantes cosas sobre nuestros prójimos?

La autora se pregunta acerca del posible influjo de Valéry en la

poesía pura de Juan Ramón Jiménez, y no da una respuesta precisa,

pues el Diario de un poeta recién casado del segundo es de 1917, o

sea, de la misma fecha en que el primero publica La Jeune Parque.

Ahora bien: esta duda de la autora proviene del hecho de atenerse a la

opinión académica, según la cual la poesía pura de Juan Ramón comienza

en el libro citado, cuando en realidad se remonta a Estío, del

año 1915, y por tanto no me parece que ofrezca duda la primacía cronológica

del español respecto al francés (bien que el origen remoto de

la poesía de esa especie se halle en Mallarmé).

No es sólo esto lo investigado en el presente libro. Sirviéndose de

los métodos más avanzados de la crítica de los últimos años, nos hace

ver la autora la formación hispánica de Valéry: sus tempranas lecturas

de los místicos españoles (San Juan de la Cruz y Santa Teresa), y

luego Gracián, San Ignacio de Loyola, Góngora, Calderón, y las huellas

que existen en su pensamiento y en su obra de tales experiencias

emocionales e intelectuales, llegando a la conclusión, expresada en

términos divertidamente valeryanos, de que el Valéry maduro es, en

alguna parte, «hispanidad digerida»: sobre lo dicho, añade el volumen

que nos ocupa los contactos del poeta francés con la pintura y la

música españolas (Falla, Mompou) y los cuarenta años de amistad

con José María Sert.

Quiero añadir aquí que los juicios de algunos españoles sobre

Valéry (y también sobre Jorge Guillén) adolecen de una tremenda incomprensión

de lo que significa la poesía pura. Tanto a Valéry como

a Guillén se les ha colocado, por algunos, el sambenito de frialdad e

intelectualismo: «el intelecto no ha cantado jamás: no es su misión»,

decía Machado en clara referencia a los poetas puros. Pero esta frase

confunde el intelecto con lo que puede hacer el alma humana frente a

los productos del intelecto. Del mismo modo que los hallazgos de la

ciencia (una teoría física o matemática) pueden suscitar entusiasmo y

hacemos cantar, así ocurre con las operaciones mentales de los poetas

puros al elaborar sus arquetipos de belleza. Lo que pasa es que dentro

del proceso de interiorización en que consiste el desarrollo de la

poesía desde el Romanticismo hasta el Superrealismo, la Poesía Pura

representa el punto en que la «verdadera realidad» ya no es la impresión

como en el Simbolismo impresionista, sino la impresión modificada.

Se declara «realidad verdadera» no a la objetividad, ni a la impresión,

sino a la estilización del objeto mirado, convertido así en

perfección arquetípica. Y como ésta no se halla en el mundo objetivo

y en consecuencia tampoco en el mundo de la impresión, el resultado

será una abstracción y como tal algo que se halla fuera del tiempo y

del espacio, despojado de anécdota espacio-temporal. Mas, estos productos

de la imaginación, al ser sentidos como «verdaderamente reales

», pueden hacer prorrumpir en sentimientos de gozo o de gloria a

quienes así experimentan la vida. No se trata de conformistas, pues si

se modifica la impresión es porque hay conciencia de la imperfección

de lo que llamamos «el mundo objetivo» . Ese producto «puro»,

fuera del tiempo y del espacio, ¿por qué no va a poder suscitar grandes

emociones en cuanto que es, sin duda, un anhelo humano y universal?

Como se ve, el libro de Monique Allain-Castrillo obliga al lector

a reflexionar por su cuenta, y ése es, precisamente, entre muchos

otros, uno de los visibles méritos de la obra. Pero aún debo expresar

que la prosa de la autora es en todo caso excelente, y ello contribuye

a la gran amenidad que, como ya dije, es otra de las brillantes virtudes

que se nos ofrecen. Frente a tantos libros que nada esencial añaden

a lo ya dicho, éste rebosa de pensamientos inteligentes, de noticias

que ignorábamos, de investigaciones personales que era preciso

realizar. Dentro de la bibliografía valeryana, tan extensa, estamos

ante una aportación decisiva.

C a r l o s B o u s o ñ o

sábado, 13 de julio de 2024

CÁTEDRA EN EL CAFÉ BORRADORES REVISIÓN EL RETORNANTE NOCTURNO

 


6 de julio de 2024

¡Diferente es Jack the Ripper! Ese monstruo que hizo temblar a Londres en la Época Victoriana. Jack es un artista porque nunca fue descubierto, quedó todo en el misterio, lo meramente estético no juega un papel importante, o quizá sí, si usamos el vocablo de “la estética del horror y lo macabro” como algo artístico. ¿No lo cree? Raffo hizo una pausa.

—        Usted habla del hombre como si lo admirara! ¡Usted lo admira profesor! Dije con cierto sarcasmo y humor negro.

—        No le voy a mentir: de alguna manera sí lo admiro.

FRAGMENTO. BORRADOR. REVISIÓN. EL RETORNANTE NOCTURNO. NOVELA.

***

Lo primero que me llamó la atención es que el hombre realizaba el mensaje-vídeo en una penumbra. Por momentos se le veían los contornos de su cara y en ocasiones –dependiendo de sus movimientos – la cara se perfilaba con rasgos de un hombre mucho más joven. En aquel momento no podía interpretar la imagen. No, no le dí importancia pero, cuando miré el vídeo por tres o más veces, me dije que el perfil de V.D. o del hombre que estaba detrás de la sombra se modificaba en realidad. No, no era un problema o efecto de las luces y las sombras, era una mutación constante que se realizaba de la cara. Existía una fascinación por aquella silueta que no podía interpretar: ¿Por qué en vez de sentir un terror incontrolable o una repulsión ya fuese Julián Casasola Brown o Víctor Doryan lo que sentí fue solo curiosidad?

Confieso que cuando el hombre de V.D. o JC hizo los comentarios imaginé que me iba a decir: “mire Hardin, no demos más rodeos, usted ya conoce quién soy, ¿le parece absurdo e irreal, una leyenda o un mito? ¿Le parece que usted no es capaz de digerir racionalmente lo que mira?  Venga, lo espero, no se preocupe, no tenga miedo, deseo que conversemos como viejos amigos. Creo que le resultará interesante, el único requisito es que venga solo y que no falte a su palabra en este punto.  Y agrega el hombre con una  risa burlona, ni usted ni nadie tiene la posibilidad de llegar hasta mí sin que yo no lo desee. Entonces, lo espero señor Hardin, lo espero a las 18:00 horas en mi Torre Argos Panoptes.

FRAGMENTO. BORRADOR. REVISIÓN. EL RETORNANTE NOCTURNO. NOVELA.

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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

   NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN   El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...

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