Mostrando entradas con la etiqueta LITERATURA FANTÁSTICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LITERATURA FANTÁSTICA. Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de enero de 2024

CÁTEDRA EN EL CAFÉ-WILLIAM HOPE HODGSON LA CASA EN EL CONFÍN DE LA TIERRA FRAGMENTOS





»Hay un pensamiento, para concluir, que se me impone con creciente insistencia. Y es que vivo en una casa muy extraña, en una casa espantosa. Y he empezado a preguntarme si hago bien permaneciendo aquí. Pero si me marcho, ¿adonde iré, dónde puedo encontrar la soledad y la sensación de su presencia , que es lo único que hace soportable mi vejez?

***

EL MAR DEL SUEÑO


»Durante un período considerable, después del último incidente que he relatado en mi diario, he pensado seriamente varias veces en abandonar la casa; y podía haberlo hecho, de no ser por el grande y maravilloso acontecimiento que voy a contar.

»¡Cuán certeramente me advirtió mi corazón, cuando me vine a vivir aquí, a pesar de las visiones y apariciones de seres desconocidos e inexplicables!; pues de no haber venido, no habría visto otra vez el rostro de mi amada. Porque, aunque son pocos los que lo saben, aparte de mi hermana Mary, yo he amado y, ¡ay!, he perdido lo que amaba.

»Me gustaría escribir la historia de aquellos tiempos remotos y felices; pero sería como hurgar en las viejas heridas; sin embargo, después de lo que ha sucedido, ¿qué necesidad tengo de preocuparme? Ella ha vuelto a mí desde lo desconocido. Pero es extraño que haya venido a advertirme; me ha prevenido vehementemente contra esta casa; me ha suplicado que la abandone; pero al preguntarle yo, ha admitido que no habría venido a mí de no estar yo aquí en ella. No obstante, ha seguido advirtiéndome muy gravemente, diciendo que hace mucho tiempo esta casa estuvo dedicada al mal y al poder de sus leyes horrendas, cosa que nadie sabe aquí. Y al preguntarle si volvería a mí en otro lugar, se ha limitado a guardar silencio.
***
«Gradualmente, la bruma aumentó, por así decir, de la nada. Luego, lentamente, una luz blanca, difusa, empezó a inundar de claridad la habitación. Las llamas de las velas brillaban pálidas en medio de este resplandor extraño. Miré de un extremo a otro, y descubrí que todavía podían distinguirse los muebles, pero de una manera singularmente irreal, más bien como si el fantasma de cada mesa y cada silla ocupase el lugar del objeto material.

«Mientras los miraba, los vi desvanecerse más y más, hasta que se disolvieron en la nada. Ahora miré de nuevo hacia las velas. Ante mis ojos, sus llamas desmayadas se fueron volviendo irreales, y se desvanecieron también. La habitación se había llenado ahora de un difuso resplandor blanco, como una tenue bruma de luz. Detrás de ella, me era imposible distinguir nada. Incluso las paredes habían desaparecido.

***
"¡Oh, mi vida...!", pero sin poder decir más, ahogado por la misma intensidad. Y entonces, se acercó velozmente, y me rozó, y fue como si se hubiesen abierto los cielos. Pero cuando yo tendí las manos, ella me apartó con las suyas, tiernamente firmes, y me sentí avergonzado...»

NOTA. Aquí el texto se vuelve indescifrable, debido al estado de deterioro en que se encuentra esta parte del Manuscrito. A continuación imprimo los fragmentos legibles. (El Edit.)

***

»El mundo giraba cada vez más de prisa. Ahora, cada día y cada noche duraba tan sólo unos segundos; y seguía aumentando la velocidad.

***
Me acerqué a la ventana y me 
asomé. Arriba, el río de llamas ascendía y descendía, al norte y al sur, en un danzante semicírculo de fuego. Parecía —según se me figuró de pronto— una inmensa lanzadera pasando el hilo de los años. Tan enormemente se había acelerado el tiempo, que ya no tenía sensación de desplazamiento del sol de oriente a poniente. El único movimiento perceptible era la oscilación de norte a sur del río-sol, tan rápida ahora que podía describirla como una vibración.

***

»No recordaba haber paseado por en medio de todo este polvo, desde que había despertado. Ciertamente, había transcurrido una cantidad increíble de años desde que me había acercado a la ventana; pero eso evidentemente no era nada, comparado con los incontables espacios de tiempo que, según calculaba yo, habían transcurrido mientras dormía. Ahora recordaba que me había quedado dormido en mi silla. ¿Habría desaparecido...? Miré hacia el lugar donde había estado. Naturalmente, no se veía butaca alguna. No podía saber a ciencia cierta si había desaparecido después de despertarme o antes. Si se hubiese desmoronado debajo de mí, seguramente me habría despertado al caer. Luego recordé que el espeso polvo que cubría el suelo habría bastado para amortiguar la caída, de modo que era perfectamente posible que hubiese dormido sobre el polvo durante un millón de años o más.

Archivo del blog

SILVINA OCAMPO CUENTO LA LIEBRE DORADA

 La liebre dorada En el seno de la tarde, el sol la iluminaba como un holocausto en las láminas de la historia sagrada. Todas las liebres no...

Páginas