viernes, 24 de enero de 2020

17 DE LA SUPERSTICION (1612). Sir Francis Bacon.

 

17

DE LA SUPERSTICION
(1612)
Sería mejor no tener idea alguna de Dios que tenerla indigna de El; porque lo uno es descreimiento y lo otro contumelia y, en verdad, que la superstición es el reproche a la Divinidad. Plutarco dice acertadamente a este propósito: Con toda certeza preferiría que mucha gente dijera que no había existido un hombre llamado Plutarco en vez de que dijeran que había un tal Plutarco que devoraría a sus hijos según fueran naciendo, tal como los poetas dicen de Saturno; y cuanto mayor es la contumelia contra Dios, mayor es el peligro contra los hombres. El ateísmo permite al hombre la sensibilidad, la filosofía, la piedad natural, el derecho, la reputación, todo lo que puede conducir a una virtud moral extema aunque no a la religión; pero la superstición destmye todo eso e instaura una monarquía absoluta en el espíritu de los hombres. Por tanto, el ateísmo nunca perturbará los Estados, pues hace que los hombres sean cautos, puesto que no piensan en el más allá, y vemos que los tiempos inclinados hacia el ateísmo (como en los de César Augusto) fueron tiempos de civilidad; pero la superstición ha sido la confusión de muchos Estados y dieron en un nuevo primum mobile que arrasó todas las esferas de gobierno. El dueño de la superstición es el pueblo, y en todas las supersticiones, las personas inteligentes siguen a las tontas; y los razonamientos sirven para aceptarlos al revés. Eso se dijo con mucha seriedad por algunos de los prelados del Concilio de Trento, donde la doctrina escolástica tuvo gran influencia, donde los escolásticos fueron como astrónomos trazando excéntricas y epiciclos y esferas armilares para explicar los fenómenos, aunque sabían que no había tales cosas; y, análogamente, los escolásticos forjaron un conjunto de axiomas y teoremas sutiles e intrincados para explicar la acción de la Iglesia. Las causas de la superstición son: ritos y ceremonias agradables y sensuales; exceso de santidad externa y farisaica; excesiva reverencia a las tradiciones que no puede soportar la Iglesia; las estratagemas de los prelados en pro de su ambición y su lucro; favorecer demasiado las buenas intenciones que abren las puertas a la vanidad y las novedades; tomar las materias divinas como finalidad humana, lo cual sólo puede alimentar la confusión del pensamiento; y, finalmente, las épocas de barbarie unidas a calamidades y desastres. La superstición, sin un velo, es algo deformado; pues si a un mono le añade deformidad ser parecido al hombre, del mismo modo la similitud de la superstición con la religión la hace más deforme; y así como toda carne putrefacta es buena para corromperse en gusanillos, así las buenas formas y órdenes se corrompen en observancias sin importancia. Hay una superstición al evitar la superstición, cuando los hombres creen que hacen mejor sobrepasando la superstición anteriormente aceptada; por tanto, se debe tener cuidado (como sucede con las purgas) que lo bueno no se vaya con lo malo, lo que generalmente ocurre cuando el reformador es el pueblo.

jueves, 23 de enero de 2020

J. R. R. Tolkien & Douglas A. Anderson El Hobbit anotado


 

Introducción

 Tolkien dijo una vez que su actitud típica ante la lectura de una obra medieval no era embarcarse en un estudio crítico o filológico, sino escribir una obra moderna dentro de la misma tradición.[1] Y de manera similar Tolkien dijo a un entrevistador en 1965 que él «difícilmente leía un cuento de hadas sin el deseo de escribir uno».[2]

Estas afirmaciones, en un sentido amplio, son un buen punto de partida para estudiar a Tolkien y su obra. Porque con una buena comprensión del trasfondo de Tolkien y de sus intereses literarios se puede conseguir una mejor apreciación de lo que consiguió en sus dos obras más conocidas, El Hobbit y El Señor de los Anillos.
John Ronald Reuel Tolkien nació el 3 de enero de 1892 en Bloemfontein, Sudáfrica, hijo de Arthur Reuel Tolkien, un empleado de banca, y Mabel Suffield. Ambos procedían de la zona de Birmingham en los Midlands de Inglaterra.
Arthur había propuesto matrimonio a Mabel mientras aún vivían en Inglaterra, pero poco después él obtuvo un puesto en el Bank of Africa y la boda tuvo lugar en Ciudad del Cabo. J. R. R. Tolkien, llamado Ronald, fue su primer hijo; el segundo, Hilary Arthur Reuel, nació dos años después.
En 1895, Mabel Tolkien volvió a Inglaterra con sus dos hijos, aparentemente para una corta visita, pero también por la preocupación por la salud del joven Ronald. Arthur Tolkien, que se quedó en Sudáfrica, enfermó a finales de 1895 y murió poco después.
Mabel permaneció en Inglaterra, criando a sus hijos cerca de su propia familia en la zona de Birmingham. En 1900, Mabel se convirtió al catolicismo para sorpresa de sus familiares protestantes, que le retiraron su apoyo. Mabel siguió luchando sola, instruyendo a sus hijos en la religión católica. Su salud se resintió y tras su muerte en 1904, el padre Francis Morgan del Oratorio de Birmingham se convirtió en el tutor de los dos muchachos Tolkien.
Los chicos se educaron en la King Edward’s School en Birmingham, donde Ronald obtuvo una beca en 1903. Alrededor de 1910, Ronald conoció a otro huérfano, una joven llamada Edith Bratt, que tenía una habitación en la misma casa de huéspedes en la que vivían los Tolkien. Se inició una relación secreta entre Ronald y Edith, pero una vez descubierta por su tutor, se prohibió a Ronald que viera o hablara con Edith hasta que cumpliera veintiún años.
Tolkien siguió sus estudios en el Exeter College de Oxford, en otoño de 1911. Inició clásicas pero muy pronto sus intereses le llevaron a estudiar filología comparada así como otras lenguas, como el finés, y empezó a crear un idioma personal que después llamaría Quenya o élfico.
 
La casa en Northmoor Road, 20, Oxford, donde la familia Tolkien vivió desde enero de 1930 hasta principios de 1947, El estudio de Tolkien estaba en la planta baja y ocupaba la habitación inferior derecha, con ventanas (como se ven arriba) que miraban al oeste y otras al sur (a la derecha), que no se ven en esta fotografía. El escritorio de Tolkien se encontraba ante las ventanas que miran al sur.[3]

En 1913, el día de su vigésimo cumpleaños, Tolkien retomó su relación con Edith Bratt. Obtuvo honores de segunda clase en clásicas y haciendo honor a su inclinación por la filología, alcanzó honores de primera clase en lengua y literatura en junio de 1915.
Inmediatamente después se unió a los Lancashire Fusiliers donde recibió instrucción militar. Ronald y Edith se casaron el 22 de marzo de 1916, antes de que Tolkien fuera enviado al frente en Francia ese verano. Tolkien pasó algunos meses en las trincheras del Somme, experimentando de primera mano los horrores de la primera guerra mundial. Contrajo la fiebre de las trincheras y fue enviado de vuelta a Inglaterra, en donde pasó lo que quedaba de la guerra. El primer hijo de Ronald y Edith, John Francis Reuel, nació en 1917.
Hacia el final de la guerra Tolkien aceptó un puesto en el equipo del Oxford English Dictionary, que se estaba compilando en Oxford. En 1920 fue nombrado profesor de lengua inglesa en la Universidad de Leeds, y su familia se trasladó al norte. Su segundo hijo, Michael Hilary Reuel, nació en 1920.
La primera publicación académica importante de Tolkien, A Middle English Vocabulary [Un vocabulario de inglés medio], apareció en 1922. Estaba pensado para utilizarse juntamente con la antología de Kenneth Sisam, Fourteenth Century Verse and Prose [Verso y prosa del siglo XIV] (1921). Con ésta y otra obra similar, y con su experiencia en el Oxford English Dictionary, Tolkien se había convertido en uno de los filólogos más importantes de su tiempo. En julio de 1924 fue promovido a Professor [catedrático] de lengua inglesa en Leeds, y su tercer hijo, Christopher Reuel, nació ese mismo año.
 
En 1972 Tolkien donó este escritorio a Help The Aged [Socorro para los Ancianos] para que su venta sirviera a este centro de beneficencia. En una carta del 27 de julio de 1972, que lo acompañaba, Tolkien escribió: «Este escritorio fue un regalo de mi esposa en 1927. Fue mi primer escritorio,[4] y siempre ha sido el que he utilizado para el trabajo literario hasta su muerte en 1971. En él fue creado todo El Hobbit: escrito, mecanografiado e ilustrado». El escritorio está ahora en el Marión F. Wade Center, en Wheaton College, Wheaton, Illinois.

   
Informe de la lectura por parte de J. R. R. Tolkien de un ensayo sobre «Sagas nórdicas» en la Literary Society de la King Edward’s School, Birmingham, el 17 de febrero de 1911, tomado del King Edward’s School Chronicle, marzo de 1911 26, n.º 2), pp. 18-19.
Una edición definitiva del poema en inglés medio Sir Gawain y el Caballero Verde, coeditada por Tolkien y E. V. Gordon, apareció en 1925. Poco después, Tolkien fue nombrado Rawlinson and Bosworth Professor [equivale a la cátedra Rawlinson y Bosworth] de anglosajón en Oxford. Su cuarto hijo (la única niña), Priscilla Mary Reuel, nació en 1929. El Hobbit, escrito para sus hijos, aparece en 1937.
Tolkien mantuvo la cátedra hasta 1945, cuando fue nombrado Merton Professor de la lengua y literatura inglesa en Oxford. La muy esperada secuela de El Hobbit, El Señor de los Anillos, fue publicada en tres volúmenes en 1954-1955. Fue profesor del Merton College hasta su retiro en 1959. Su mujer Edith murió en 1971 y Tolkien murió el 2 de septiembre de 1973 tras una corta enfermedad.
La atracción de Tolkien por la lengua y la literatura medievales empezó muy temprano. Durante sus estudios en la King Edward’s School, Tolkien leyó Beowulf, primero en una traducción y después en el original anglosajón. De ahí pasó a las sagas islandesas, algunas traducidas por William Morris, y al Edda en prosa de Snorri Sturluson y al Elder Edda, una colección de poemas mitológicos y heroicos en noruego antiguo. Leyó el Kalevala finés en 1911. En el Exeter College aumentó su interés por la obra de William Morris. El interés de Tolkien se vio reforzado por el hecho que Morris también había estudiado en Exeter y le gustaron especialmente la poesía narrativa de Morris y sus posteriores novelas en prosa (algunas de las cuales están plagadas de poemas). Tolkien leyó y estudió todo el corpus de las primeras lenguas y literaturas germánicas, especializándose en inglés antiguo, noruego antiguo e inglés medio. Del período del inglés medio los intereses de Tolkien incluían las obras del poeta Geoffrey Chaucer (1340?-1400) y al anónimo autor del siglo XIV de Sir Gawain y el Caballero Verde, Pearl, Cleanness y Patience. Una de las especialidades académicas de Tolkien era el dialecto del inglés medio de los Midlands occidentales, tal como se encuentra en el Ancrene Wisse, un libro de instrucción religiosa para mujeres que escogían vivir en pequeñas celdas construidas al lado de las iglesias.
El interés de Tolkien por compartir ese entusiasmo le llevó a crear un Viking Club en Leeds, que se reunía para beber y leer sagas; y de vuelta en Oxford fundó un club islandés, el Kolbítar, que consistía en un grupo de profesores universitarios que se reunieron desde 1926 hasta aproximadamente 1930-1931 para leer en voz alta sagas islandesas traducidas sobre la marcha. El amigo de Tolkien C. S. Lewis fue miembro del Kolbítar (en inglés Coal-biters: los hombres que se sientan tan cerca del fuego que pueden morder las brasas), así como Nevill Coghill; ambos se convertirían en miembros de los Inklings, el grupo de escritores de Oxford que se reunían periódicamente para leerse mutuamente las obras. De hecho, los Inklings (cuyo nombre procede de otro grupo de estudiantes que se reunieron de 1931 a 1933) parece que nació como grupo a partir de las reuniones del Kolbítar.
La creatividad literaria de Tolkien fue muy temprana. Su interés en las lenguas puede comprobarse en el «Animalico», una lengua inventada por Tolkien y dos de sus primos durante la adolescencia. Fue la primera de las lenguas que inventó Tolkien, que a menudo tenían una gran complejidad.
Quizá por la influencia de su madre, Tolkien también estaba muy interesado en la pintura, el dibujo y la caligrafía. Un estudio completo de su labor artística se puede encontrar en J. R. R. Tolkien: Artista e Ilustrador de Wayne G. Hammond y Christina Scull.
En 1910 Tolkien empezó a escribir poesía y alrededor del inicio de la primera guerra mundial, Tolkien encontró los siguientes versos en Crist, un poema anglosajón de Cynewulf:
Eala Earendel,engla beorhtast,
ofer middangeardmonnum sended
(Crist, versos 104-5)
Salve Earendelel ángel más luminoso
Sobre la tierra mediaenviado a los hombres
La palabra Earendel normalmente se traduce por «luz brillante o rayo» y algunos académicos piensa que hace referencia a una estrella. Tolkien creía que Earendel podría haber sido el nombre de Venus, el lucero vespertino. Años después, en una carta del 18 de diciembre de 1965 a Clyde S. Kilby, Tolkien se refería a este pareado de Cynewulf como «palabras que me embelesaron y de las que surgió en última instancia toda mi mitología».[5]
La mitología de Tolkien también era una consecuencia de sus lenguas inventadas, porque para que éstas crecieran y evolucionaran como lenguas reales era necesario que fueran habladas por un pueblo, y a todo pueblo lo acompaña una historia. Tolkien llamó Tierra Media a su mundo inventado, lo que no es más que una alteración moderna del inglés antiguo midangeard, una palabra que designa el mundo en que vivimos. Tolkien pobló este mundo con elfos, hombres y otras criaturas, mientras que sus dos lenguas élficas principales, el gnómico (que después se convirtió en el sindarin) y el qenya (después escrito quenya), se enraizaron en una historia imaginaria.
Tolkien escribió «The Voyage de Earendel the Evening Star» [«El viaje de Earendel la Estrella de la Tarde»], el primer poema de lo que se convirtió en su mitología inventada, en septiembre de 1914. Y durante los años siguientes esta mitología encontró expresión en léxicos, gramáticas y poemas. A principios de 1916, envió una antología de su poesía, titulada The Trumpets of Faerie [Las trompetas del mundo de las hadas], a la editorial londinense Sidgwick & Jackson, pero fue rechazada. Poco después empezó a escribir versiones en prosa de esta mitología, llamando al conjunto de relatos El Libro de los Cuentos Perdidos. Las versiones en prosa son los originales de lo que se convirtió en El Silmarillion, el legendario que trabajó y reescribió a lo largo de toda su vida. La compleja evolución de estos cuentos y leyendas se pone en evidencia en los doce volúmenes de Christopher Tolkien que componen The History of Middle-earth (1983-1996) [en castellano se publicaron trece volúmenes en dos series: La historia de El Señor de los Anillos y Historia de la Tierra Media].
Tolkien comenzó a escribir para niños en 1920; lo hizo con unas ilustradas, firmadas por Papa Noel, dirigidas a sus hijos que, con los años, se convirtieron en una serie donde se relatan los acontecimientos en el Polo Norte. Las primeras cartas son muy sencillas, pero alrededor de 1925 empezaron a crecer en extensión y complejidad, a medida que Tolkien, inevitablemente, desarrolló una mitología alrededor de Papá Noel y los elfos, gnomos y osos polares de la región. Una selección de esas cartas apareció en 1976 como The Father Christmas Letters [Las cartas de Papá Noel], editadas por Baillie Tolkien. En 1999 apareció una selección mucho más amplia bajo el título de Letters from Father Christmas [Cartas de Papá Noel].
Alrededor de 1924, Tolkien empezó a contarle cuentos a sus hijos, a veces trasladándolos al papel. Uno de esos primeros intentos es «El Orgog», un cuento inacabado de una extraña criatura que viaja a través de un paisaje fantástico. Otro, una novela corta llamada Roverandom, publicada póstumamente en 1998, le fue explicada a sus hijos en septiembre de 1925, pero aparentemente no fue escrita hasta poco antes de la Navidad de 1927. El señor Bliss, un librito ilustrado publicado en edición facsimilar en 1982, fue escrito en 1928, según un diario veraniego de Michael Tolkien, pero el único manuscrito data aparentemente de principios de la década de 1930.[6]
Alrededor de 1928 Tolkien inició una serie de poemas que tituló «Tales and Songs of Bimble Bay» [«Cuentos y canciones de Bimble Bay»], ambientados en una pueblo costero imaginario llamado Bimble Bay. Tolkien escribió seis poemas, tres de los cuales aparecen en este libro.[7] Y la primera versión de Egidio, el granjero de Ham es muy probable que también date de finales de la década de 1920, de la época inmediatamente anterior a la redacción de El Hobbit.[8]
En el ensayo «Whose Lord of the Rings Is It Anyway?» [«¿De quién es El Señor de los Anillos?»], Wayne G. Hammond ofrece una extensa valoración de los cuentos infantiles de Tolkien:
Aún no se ha apreciado en toda su dimensión el significado de los cuentos infantiles de Tolkien. Le dieron la oportunidad (o la excusa) para experimentar con otras formas de contar historias más allá de la prosa o la poesía formales que utilizaba para escribir su mitología. En un cuento infantil podía ser descaradamente juguetón, incluso infantil, en palabras y situaciones. No cabía en el legendario un chico pelirrojo llamado Carrots [literalmente, zanahorias] que vivía extrañas aventuras dentro de un reloj de cuco, o un villano Bill Stickers [Bill Pegatinas] y su némesis Major Road Ahead [Comandante Calle Adelante]. Tampoco lo eran para la posteridad, pues Tolkien nunca escribió todas estas historias, o no muchas de ellas… El señor Bliss tiene elementos de sátira social y (hasta donde sabemos) es el único experimento de Tolkien con el libro ilustrado, en el que palabra e imágenes tienen el mismo peso. En las Cartas de Papá Noel podía expresar su talento para la pintura y el dibujo, la caligrafía y las lenguas. Roverandom empezó como una invención para consolar a Michael Tolkien que había perdido un juguete y para quitarles el miedo a las tormentas a Michael y John… Egidio, el granjero de Ham, también empezó como una diversión familiar cuando jugaban en el campo alrededor de Oxford, pero captó el interés de Tolkien por los juegos de palabras y los nombres de lugares, de manera que los amplió para su publicación. (Canadian C. S. Lewis Journal, primavera de 2000, p. 62)
El Hobbit representa la primera fusión de las diversas facetas de los escritos de Tolkien; la poesía (hay dieciséis poemas en El Hobbit, además de ocho acertijos); la obra gráfica; los pueblos y lugares de su mitología inventada (Elrond, el Bosque Negro y el Nigromante, Sauron); y el estilo y la sencillez de sus escritos para niños, junto con una cierta diversión con sus conocimientos profesionales de lenguas y literatura medievales. Todo eso se une y florece en El Hobbit, lo mismo que ocurre en El Señor de los Anillos.[9]


  
La sobrecubierta (con impresión granate sobre un fondo rosa pálido) de la primera edición británica de The Marvellous Land of Snergs de E. A. Wyke-Smith, publicado por Ernest Benn en septiembre de 1927. El texto de la primera solapa (probablemente obra del editor del libro, Victor Gollancz, que trabajó en Benn antes de fundar su propia editorial) describe el libro de la siguiente forma:
El libro se abre con la descripción de un Poblado para Niños Superfluos. Un poco al norte del Poblado, han desembarcado Vanderdecken y su tripulación; el Holandés Errante está anclado muy cerca. Al sur se encuentra los amistosos y poco inteligentes snergs, muy cerca de los duendes. Como una travesura, Joe y Sylvia huyen en compañía de Gorbo —el menos inteligente de los snergs—, se ven envueltos en magia y acaban en el lado equivocado del río. Escapan de Golithos, un ogro no del todo reformado; de Mamá Meldrum, la siniestra bruja; del malvado Rey Kul; y el rescate por parte de Vanderdecken y los snergs, culminan un brillante volumen.
El Times Literary Supplement del 24 de noviembre de 1927 lo llamó «un libro divertido y satisfactorio». El libro fue reeditado en 1996 por Old Earth Books de Baltimore, con una introducción de Douglas A. Anderson sobre Wyke-Smlth y sus escritos. (Fotografía cortesía de Peter Glassman de Books of Wonder, Nueva York.)


  
Edward Augustine Wyke-Smith (1871-1935). Wyke-Smith era un Ingeniero de minas e intrépido viajero británico. En la década de 1920 publicó ocho novelas, cuatro de las cuales eran para niños. También publicó numeroso cuentos infantiles en los anuarios editados por «Herbert Strang» y publicados por Oxford University Press. The Maravellous Land of Snergs fue su último libro. La fotografía fue tomada alrededor de 1925, poco después de acabar el libro.
Tolkien reconoció que El Hobbit derivaba de la épica, la mitología y los cuentos de hadas «previamente digeridos». Conocemos algunas de esas fuentes: Beowulf, las antologías de cuentos de hadas de Andrew Lang y de los hermanos Grimm, obras de E. H. Knatchbull-Hugessen, Rudyard Kipling, William Morris y George Macdonald, especialmente La princesa y el trasgo y su secuela La princesa y Curdie. La única influencia que Tolkien reconocía como consciente era su propio «Silmarillion». Otra influencia más oscura era The Marvellous Land of Snergs [El maravilloso país de los snergs] (1927), un libro infantil de E. A. Wyke-Smith. Esta historia relata las aventuras de un snerg llamado Gorbo. Los snergs son «una raza de gente sólo ligeramente más altos que una mesa corriente, pero anchos de espaldas y de gran fuerza».
La tierra de los snergs se describe como «un sitio aparte», donde se ha fundado una pequeña colonia con niños a los que sus padres no cuidan. La historia se centra en dos niños, Joe y Sylvia, que, junto con Gorbo, se empeñan en una aventura errante por tierras desconocidas. Se topan con varios personajes curiosos e inquietantes, como Golithos, un ogro reformado que se ha vuelto vegetariano y ya no come niños, y Mamá Meldrum, una bruja siniestra que además es una cocinera maravillosa.
  
Esta ilustración de George Morrow para The Marvellous Land of Snergs muestra a Gorbo el Snerg, que conduce a Sylvia y a Joe (y su perro Tigre) a través de los Bosques Oscuros. Morrow (1869-1955) era un conocido ilustrador de Punch, una revista en la que también colaboraba Wyke-Smith. El estilo de Morrow, centrado en personas y expresiones faciales, complementa muy bien la prosa de Wyke-Smith. Morrow también ilustró otros tres libros infantiles del autor, Bill of the Bustingforths [Bill de los Bustingforths] (sólo el frontispicio), The Last of the Barón [El último de los Barón] y Some Pirates and Marmaduke [Algunos piratas y Marmaduke], todos publicados en 1921.

Tolkien admitió en una carta de 1955 dirigida a W. H. Auden que The Marvellous Land of Snergs era «probablemente un libro que sirvió de fuente inconsciente sólo para los hobbits y para nada más» (Cartas, n.º 163). Pero esta declaración no expresa la estima que Tolkien había tenido por este libro. En los borradores para su famosa conferencia «Sobre los cuentos de hadas» escribió: «Tengo que reconocer mi aprecio y el de mis hijos por The Marvellous Land of Snergs de E. A. Wyke-Smith, en primer lugar por el elemento snerg del relato, y por Gorbo una piedra preciosa entre los tontos, una joya de compañero en una escapada».
La animación y el humor de la historia sugieren intensamente el clima de El Hobbit, como lo demuestra el fragmento siguiente:
[Los snergs] sobresalen en los festines que celebran al aire libre sobre largas mesas unidas por los extremos y que siguen el recorrido de la calle. Esto es necesario porque casi todo el mundo es invitado, es decir, se le ordena asistir porque es el rey el que ofrece los festines, aunque cada cual debe contribuir con su parte de comida y bebida para sumarla al acopio general. Hace unos años el procedimiento tuvo que cambiarse por causa del enorme número de invitaciones que era preciso enviar; ahora las órdenes se sobreentienden y sólo se envían invitaciones a abstenerse de participar a la gente cuya presencia no se desea en alguna ocasión particular. A veces les es difícil encontrar un motivo para celebrar un festín, y entonces el Amo de la Casa, a quien le corresponde esa tarea, tiene que buscarlo, como, por ejemplo, el hecho de que sea el cumpleaños de alguien. En una ocasión celebraron un festín porque ese día no era el cumpleaños de nadie. (The Marvellous Land of Snergs, p. 10.)
Existen otras similitudes entre los dos libros, en el tema y en varios episodios concretos. Sigue siendo un libro delicioso y los lectores de El Hobbit pueden disfrutarlo mucho más allá de su conexión con Tolkien.
La historia de la redacción de El Hobbit debe seguirse a través del estudio de los manuscritos, mecanografiados y pruebas que se conservan en el Memorial Library Archives de la Marquette University en Milwaukee, Wisconsin. Quizá lo más fácil es describir estos documentos en términos de fases de composición, que nombraré de A a F.
Fase A: una manuscrito de seis páginas del capítulo 1 (se han perdido las primeras páginas). Éste es el manuscrito más antiguo que se conserva. En él el dragón se llama Pryftan, el líder de los enanos Gandalf y el mago Bladorthin.
Fase B: una mezcla de mecanografiado y manuscrito. Las primeras doce páginas están mecanografiadas (en la máquina de escribir Hammond de Tolkien) y el resto están manuscritas y numeradas de la 13 a la 167. Esta etapa ofrece los capítulos 1 al 12 y el 14. El nombre del dragón está mecanografiado (en el capítulo 1) Pryftan, pero corregido a mano como Smaug. El líder de los enanos sigue llamándose Gandalf y el mago Bladorthin. Beorn es llamado Medwed y el mago no tiene la llave que abre la puerta trasera de la Montaña Solitaria, sino que una llave que encuentran en la guarida de los trolls abre la Puerta de Durin. Se pueden establecer ciertas pausas a causa del cambio del papel o de la tinta, o cambios en la caligrafía a causa de la utilización de otra pluma. Las interrupciones ocurren en las páginas 50 (cerca del inicio del capítulo 5), 77 (al final del capítulo 6), 107 (a la mitad del capítulo 8) y 119 (al inicio del capítulo 9). En las últimas treinta y cinco páginas el líder de los enanos ya es Thorin y el mago Gandalf.
Un borrador de seis páginas resume la historia desde las Estancias del Rey de los Elfos hasta el final del relato.[10]
Fase C: un mecanografiado realizado en la máquina Hammond (con las canciones en cursiva), con las páginas numeradas de la 1 a la 132, repitiendo el mismo material de la fase B. (Las páginas finales fueron renumeradas en la fase E, en el momento de insertar lo que se convirtió en el capítulo 13, véase más abajo.) En este documento aparecen Thorin y Gandalf y debió iniciarse hacia el final de la fase B. También el personaje llamado Medwed se ha rebautizado como Beorn.
Fase D: un manuscrito con páginas numeradas de la 1 a la 45, correspondientes a los capítulos 13 y 15-19.
Fase E: el mecanografiado de la Fase C fue revisado, con la inserción del capítulo 13, paginado de la 127 a la 134, y el mecanografiado del anterior capítulo 13, ahora el 14, renumerado a mano de la 135 a la 140. Los nuevos capítulos de la fase D están ahora mecanografiados y numerados a mano de la 141 a la 168.
Fase F: en este momento se realizó un segundo mecanografiado completo con la intención de convertirse en el original para el editor, pero parece ser que fue descartado porque tenía demasiados errores tipográficos.
Después siguieron las primeras pruebas de imprenta, seguidas de la revisión de las mismas.
Combinar la evidencia física del manuscrito con lo que sabemos de la cronología de la composición del libro es un proceso delicado y no siempre es posible precisar las fechas.
Tolkien contó a menudo cómo empezó la historia. Una calurosa tarde de verano en su casa, sentado ante su escritorio, corrigiendo exámenes sobre literatura inglesa. En una entrevista dijo: «Uno de los candidatos dejó piadosamente una hoja en blanco (lo mejor que puede esperar el que corrige), y en ella escribí: “En un agüero en el suelo vivía un hobbit”. Los nombres siempre generan relatos en mi mente. Pensé más tarde que haría bien en descubrir cómo eran los hobbits» (Biografía, p. 191). En otro sitio añadió: «Después, algunos meses después, pensé que era demasiado bueno para dejarlo en el reverso de un examen… Primero escribí el primer capítulo, después me olvidé de él v escribí otra parte. Aún puedo ver los huecos. Hay un gran hueco después de que llegan al refugio de las Águilas. No sabía hacia donde ir». Y prosigue: «Sencillamente empecé a inventar historias con todos los elementos que tenía en la cabeza: no recuerdo haberlos organizado en absoluto».[11]


  

Cuando escribió la primera frase de El Hobbit —«En un agüero en el suelo vivía un hobbit»— Tolkien creía que estaba inventando la palabra hobbit. Se han dado numerosos orígenes de la palabra, incluyendo combinaciones basadas en hob un término común para rústico) y rabbit [conejo]. La semejanza de hobbit con el nombre de algunas de las criaturas del folklore británico ha sido observado a menudo: algunos espíritus y duendecillos benévolos se llaman Hobs y Hobthrusts, y la antología de Joseph Jacobs More English Fairy Tales [Más cuentos de hadas ingleses] (1894) incluye un cuento de unas criaturas más siniestras llamadas Hobyahs. En una entrevista, Tolkien sugirió que el palabra hobbit pudo haber nacido quizá de una asociación con Babbit, de Sinclair Lewis, la novela satírica de 1922 sobre un desesperanzado hombre de negocios de clase media. En El Señor de los Anillos, sin embargo, Tolkien sitúa el origen en la hipotética palabra en inglés antiguo hol-bytla o «habitantes de agujeros».[12]
Tras la muerte de Tolkien, se descubrió que la palabra aparece en una larga lista de más de doscientas criaturas sobrenaturales publicada en 1895. La lista se encuentra en un libro rollado The Denham Tracts, una antología de escritos sobre folklore de Michael Aislabie Denham (18017-1859), editado por el Dr. James Hardy y publicado en dos volúmenes (1892 y 1895) por la Folklore Society en Londres. Hobbit aparece en el volumen dos (p. 79, véase la tercera línea de la Ilustración superior), y en el índice, donde se define la palabra como «un tipo de espíritu».[13]


  
J. R. R. Tolkien y sus cuatro hijos en el jardín del n.º 20 de Northmoor Road. La fotografía data de 1936. De Izquierda a derecha: Priscllla, Michael, John, J. R. R. y Christopher.

No está nada claro cuándo escribió esa primera frase. Buena parte del libro existía en enero de 1933, cuando se lo mostró a C. S. Lewis, que lo menciona en una carta de Arthur Greeves del 4 de febrero de 1933: «Desde el inicio del trimestre [el 15 de enero] he pasado un tiempo delicioso leyendo una historia para niños que Tolkien acaba de escribir… Si es realmente buena (creó que lo es hasta el final) es, por supuesto, otra cuestión: es más, si gustará a los niños actuales» (They Stand Together, editado por Walter Hooper, n.º 183). Los dos hijos mayores de Tolkien, John y Michael, recordaban haber escuchado elementos del relato contados por su padre en el estudio del n.º 22 de Northmoor Road, donde la familia Tolkien vivió desde principios de 1926 hasta enero de 1930, cuando se trasladaron a la casa de al lado, que era más grande. Pero cuales eran esos «elementos» sigue siendo incierto: podrían proceder de otros cuentos que Tolkien explicó a sus hijos y después fueron reutilizados en El Hobbit. Michael Tolkien conservó algunas de sus propias composiciones infantiles, que ya adulto fechaba en 1929, y que eran imitaciones de El Hobbit. Aun así, ciertos elementos en esas historias, como las describe Michael Tolkien, dejan claro que no se refieren a las primeras fases de la composición sino a estadios tardíos.[14]
  

A la izquierda: una página del manuscrito original de El Hobbit que no iba más allá del primer capítulo.[15] La puerta trasera de la montaña está marcada con la runa F, y el pasaje rúnico al lado de la mano dice (las letras subrayadas están representadas por una sola runa): FANG THE | SECRET PASSAGE | OF THE DWARVES [COLMILLO EL | PASAJE SECRETO | DE LOS ENANOS]. (La runa que representa la O después fue utilizada por Tolkien para representar EE.) El texto bajo las runas dice: «cinco pies de alto y tres pasan con holgura». Una frase entre corchetes está tachada: «Espera junto a la piedra gris cuando [o donde] el cuervo [escrito encima: zorzal] llama y el sol naciente en el amanecer del Día de Durin iluminará la llave [el original dice keyhole con hole tachado]». La frase está escrita de nuevo debajo: «Espera junto a la piedra gris donde el zorzal llama. Durante el atardecer con la última luz del Día de Durin se iluminará la cerradura».
En esta primera versión del mapa de Thror la geografía alrededor de la Montaña Solitaria empieza a tomar forma. Están marcados el Brezal Marchito y las ruinas de Valle, y el Río Rápido, Ciudad del Lago, los pantanos cercanos, y el Bosque Negro. Un esbozo de la Montaña Solitaria aparece en la esquina inferior derecha. El compás en el centro muestra las siete estrellas de la Osa Mayor al norte, con el sol aparentemente al sur. Los símbolos a este y oeste pueden ser elementos de escritos incluidos en el «Silmarillion» en la década de 1930: las Puertas de Morn al este y las Montañas de Valinor al oeste. (Véase La formación de la Tierra Media.)
No hay muchos más documentos a valorar. El primero es una carta de Christopher Tolkien a Papá Noel de diciembre de 1937, en la que propone El Hobbit como regalo de navidad. Esa carta relata a historia del libro como sigue: «Papá lo escribió hace muchísimo tiempo y nos lo leyó a John, Michael y a mí, en invierno, después del té. Los capítulos finales no estaban bien acabados, ni mecanografiados; lo terminó hace más o menos un año» (Biografia, p. 197). Y en un memorando que escribió Stanley Unwin, tras una reunión con Tolkien a finales de octubre de 1937, señala que Tolkien «mencionó que la redacción de El Hobbit le llevó dos o tres años porque trabajaba muy despacio» (George Allen & Unwin: A Remembrancer [George Allen & Unwin: una remembranza], p. 81).
Si tomamos la publicación de The Marvellous Land of Snergs como antecedente necesario para la idea de los hobbits, Tolkien pudo escribir la primera frase como muy pronto durante el verano de 1928. Tolkien tuvo claramente la inspiración para esa frase mientras corregía exámenes un verano, y eso pudo ocurrir en los tres años que van de 1928 a 1930. En un momento posterior, Tolkien volvió a la idea de los hobbits y escribió la primera versión del capítulo 1 (fase A). Pasó el tiempo y volvió a la historia, mecanografiando el primer capítulo y continuando a mano (con un hueco adicional en la redacción tras el episodio de las águilas), formando la fase B. Debió alcanzar la fase C, un mecanografiado, en enero de 1933, con tiempo para que C. S. Lewis pudiera leer el libro y sentir ciertas dudas sobre el final que, aparentemente, sólo existía como esquema. Las fases D, E y F probablemente tienen lugar durante el verano de 1936, cuando Tolkien volvió al libro para terminarlo y enviarlo a Allen & Unwin.
Tolkien fechó el inicio de la redacción de El Hobbit en 1930. En una ocasión dijo que había escrito el primer capítulo «con toda certeza después de 1930, fecha en que me instalé en el 20 de Northmoor Road» (Biografía, p. 197). En 1968, en el programa de televisión de la BBC «Tolkien in Oxford» [«Tolkien en Oxford»], Tolkien contaba de la siguiente forma la redacción de la primera frase y la volvía a asociar con la casa en el número 20 de Northmoor Road:
La imagen es —la recuerdo perfectamente— aún puedo ver la esquina de mi casa en el 20 de Northmoor Road donde ocurrió. Tenía un enorme montón de exámenes [señala a su derecha] y corregir exámenes durante el verano es una [tarea] enorme, muy laboriosa y desgraciadamente también muy aburrida. Recuerdo que tomé un examen y me encontré —casi le subo la nota— con una página en blanco. Glorioso. Nada que leer, así que escribí en ella, no sé porqué, «En un agujero en el suelo vivía un hobbit». (Tolkien in Oxford, 1968.)
Tolkien también afirmó en una carta a Allen & Unwin del 31 de agosto de 1937 que «mi hijo mayor tenía trece años cuanto escuchó el serial» y como John nació en noviembre de 1917, cumplió trece en noviembre de 1930, lo que sugiere que Tolkien les leyó el primer capítulo durante las «lecturas invernales» en el invierno de 1930-1931.
La secuencia de acontecimientos que llevó el manuscrito de El Hobbit a George Allen & Unwin tampoco está clara. Los «manuscritos caseros» de Tolkien fueron prestados a algunas personas fuera de la familia, como C. S. Lewis, Elaine Griffiths, la reverenda madre Santa Teresa Gale (madre superiora del convento de la Orden del Niño Jesús en Cherwell Edge) y a una niña de doce o trece años, posiblemente Aileen Jennings, la hermana mayor de la poetisa Elizabeth Jennings, cuya familia era amiga de los Tolkien.
Elaine Griffiths (1909-1996) fue alumna de Tolkien y durante muchos años profesora en el Saint Anne College de Oxford. A principios de la década de 1930 era tutora en Cherwell Edge, que tenía un hostal (donde se alojaba Griffiths) para mujeres católicas que pertenecían a la Society of Home-Students [Sociedad de estudiantes externos], como se llamaba entonces Saint Anne. Desde 1934 Griffiths trabajaba con Tolkien en una tesina sobre el lenguaje del Ancrene Wisse. Una vez recordaba:
Cuando era una joven licenciada, el profesor Tolkien me dejó su copia de El Hobbit, no manuscrita, pero hermosamente mecanografiada. Tenía una máquina de escribir fascinante que podía escribir en cursiva, creía que era maravilloso y lo leí con enorme placer. Y un poco después, alguien que conocía cuando estudiaba y que estaba trabajando en Allen & Unwin, me vino a ver para pedirme algo, no recuerdo qué, y me dijo: «Oh, Susan, no sé si debo o puedo hacerlo, pero te voy a decir algo, ve a casa del profesor Tolkien e intenta conseguir la obra titulada El Hobbit pues creo que es terriblemente buena».[16]
La persona de Allen & Unwin fue Susan Dagnall (1910-1952), que estuvo en Oxford al mismo tiempo que Griffiths y que empezó a trabajar en Allen & Unwin en 1933. A finales de la primavera o principios del verano de 1936, Dagnall visitó Oxford para hablar con Griffiths sobre la revisión de una traducción de Beowulf muy popular entre los estudiantes. De hecho, Tolkien había recomendado a Griffiths para la tarea, aunque al final no pudo realizarla. El trabajo fue completado por el colega de Tolkien C. L. Wrenn, y Allen &c Unwin la publicó en 1940 como Beowulf and the Finnesburgh Fragment [Beowulf y el fragmento Finnesburgh], con prefacio de Tolkien.
Dagnall pidió prestado del manuscrito de El Hobbit y después de leerlo animó a Tolkien para que lo acabase y se pudiera publicar en Allen & Unwin. Tolkien se puso a trabajar. En agosto escribió que El Hobbit estaba casi acabado pero no envió el mecanografiado a Allen & Unwin hasta el 3 de octubre de 1936.
Stanley Unwin, presidente de la editorial, lo leyó y aprobó. Se pidió una segunda opinión a la autora de libros infantiles Rose Fyleman (1877-1957)5 que trabajada como lectora y traductora para Allen & Unwin. Pero Stanley Unwin pensaba que los niños eran los mejores jueces de la literatura infantil e, intermitentemente, pedía a sus hijos, incluyendo a su hijo pequeño Rayner, que comentaran obras destinadas a los niños a cambio de una paga de un chelín por informe. El Hobbit le fue entregado a Rayner Unwin, que entonces tenía diez años, que consideró, con la superioridad que dan los diez años, que el libro era bueno e interesaría a los niños de cinco a nueve años. El Hobbit fue aceptado. Los contratos se firmaron a principios de diciembre.
  
Una fotografía de Stanley Unwin publicada en el número del 1 de enero de 1938 en la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller. El biógrafo de Tolkien Humphrey Carpenter describe al editor como «bajo, barbado y de ojos brillantes», señala que Tolkien dijo que Unwin se parecía «exactamente a uno de mis enanos» (Biografía, p. 200).
Stanley Unwin (1884-1968) había trabajado en el mundo editorial antes de adquirir en 1914 los bienes de la firma en bancarrota George Allen & Sons, convirtiéndola en George Allen & Unwin. Su editorial tuvo mucho éxito y él se convirtió en una de las figuras principales del mundo editorial. Su libro La verdad sobre el negocio editorial (1926) es un clásico sobre la realidad del mundo editorial. En su autobiografía La verdad acerca de un editor (1960), Unwin decía que El hobbit era «una de mis publicaciones preferidas». Unwin fue nombrado caballero en 1946.
El 4 de diciembre de 1936, Susan Dagnall pidió Tolkien una corta descripción del libro para el catálogo de Allen & Unwin. Tolkien se lo envió antes del 10 de diciembre. El texto no sólo apareció en los Summer Announcements [catálogo de verano] de 1937 de Allen & Unwin, sino que también fue utilizado en la primera solapa de la sobrecubierta, con otros textos añadidos por el editor. El escrito de Tolkien es el siguiente:
Si está interesado en viajes de ida y vuelta más allá del cómodo mundo occidental, más allá de las fronteras con la vida salvaje, y de vuelta a casa, y puede interesarse en un héroe humilde (bendecido con un poco de sabiduría y bastante buena suerte), aquí tiene el relato de semejante viaje y héroe. El período es la época antigua entre la edad de las hadas y el dominio del hombre, cuando todavía existía el famoso Bosque Negro, y las montañas estaban plagadas de peligros. Siguiendo la senda de este humilde aventurero, aprenderá a lo largo del camino (como él) —si es que ya no lo sabe todo sobre estas cosas— mucho sobre trolls, trasgos, enanos y elfos, y podrá vislumbrar algo de la historia y la política de una época tan importante y olvidada.
El señor Bilbo Bolsón visitó a varias personas notables; habló con el dragón, Smaug el Magnífico; y estuvo presente, aunque involuntariamente, en la Batalla de los Cinco Ejércitos. Todo esto es de lo más extraordinario pues era un hobbit. Los hobbits han pasado inadvertidos para la historia y la leyenda, quizá porque preferían la comodidad a la aventura. Pero este relato, basado en sus memorias, del año más excitante en la habitualmente tranquila vida del señor Bolsón le dará una idea exacta de tan estimable pueblo, que ahora (según se dice) es difícil de ver. No les gusta el ruido.
El «manuscrito casero» de El Hobbit contenía evidentemente ilustraciones del propio Tolkien aunque su número resulta incierto. También tenía mapas, cinco de los cuales acompañaban al libro cuando fue enviado a Allen & Unwin en octubre de 1936.[17]
A lo largo de los años desde la publicación de El Hobbit, cierto número de las ilustraciones de Tolkien, ocho en blanco y negro y cinco en color (además de dos mapas), se han convertido en lo que se puede llamar las ilustraciones «estándar» que habitualmente aparecen en el libro.[18] Pero este estándar tardó algún tiempo en desarrollarse y las ilustraciones supervivientes asociadas con El Hobbit suman unas setenta piezas.
  
Informe de lectura de Rayner Unwin sobre El Hobbit, escrito cuando tenía diez años.
Rayner Unwin (1925-2000) fue, más que ningún otro, el editor de Tolkien. Tras empezar a trabajar en la empresa de su padre en 1951, fue el responsable de las obras de Tolkien durante el resto de la vida del autor y durante mucho tiempo después de su muerte. Rayner Unwin sucedió a su padre como presidente de la editorial tras la muerte de éste en 1968. Sus memorias sobre la empresa familiar George Allen & Unwin: A Remembrancer, aparecieron en 1999, con dos largos capítulos que explican sus experiencias como editor de Tolkien.

La primera edición británica no tenía ilustraciones en color, pero incluía diez en blanco y negro, junto con dos mapas. Todo los dibujos en blanco y negro de Tolkien para El Hobbit parecen proceder el período posterior a las vacaciones de diciembre de 1936 y antes de mediados de enero de 1937. El 4 de enero, Tolkien envió a Allen & Unwin cuatro dibujos acabados, entre ellos Puerta de las estancias del Rey de los Elfos, Ciudad del Lago, Puerta principal y El Bosque Negro (que Tolkien veía como guarda delantera). Al mismo tiempo envió la versión dibujada de nuevo del Mapa de Thror y el mapa de las Tierras Ásperas, habiendo decidido que los otros tres no eran necesarios (sin embargo, Tolkien tuvo que dibujar una vez más el Mapa de Thror en formato apaisado para utilizarlo como guarda). Dos semanas después envió seis dibujos más, realizados para que se distribuyeran mejor a lo largo del libro. Estas ilustraciones eran La Colina: Hobbiton al otro lado de El Agua (versión en blanco y negro), Los Trolls, El Sendero de la Montaña, Las Montañas Nubladas hacia el oeste, Estancia de Beorn y La Estancia de Bolsón Cerrado.
A finales de marzo, Allen & Unwin esperaba que Tolkien tuviera tiempo para realizar una ilustración para la sobrecubierta del libro. Él envió un diseño preliminar a principios de abril y el 25 de abril entregó el arte final (con instrucciones detalladas escritas en los márgenes para los impresores).
Cuatro de los cinco dibujos a color de Tolkien para El Hobbit se realizaron durante un par de semanas de vacaciones universitarias a mediados de julio de 1937. Fueron Rivendel, Bilbo se despertó con el sol temprano en sus ojos, Bilbo llega a las cabañas de los Elfos de la almadía y Conversación con Smaug. La quinta, una versión coloreada de La Colina: Hobbiton al otro lado de El Agua fue completada el 13 de agosto.
La complejidad de los mapas, las ilustraciones y a sobrecubierta ocuparon a Tolkien y a Allen & Unwin la mayor parte del primer semestre de 1937. En sus memorias, Rayner Unwin describe la situación de la siguiente manera:
Sólo en 1937 Tolkien envió 26 cartas a George Allen & Unwin y recibió 31 cartas en respuesta. Por parte de Tolkien todas estaban escritas a mano, a veces con una extensión de hasta cinco páginas detalladas, fluidas, a menudo incisivas, pero infinitamente educadas y exasperantemente precisas. El tiempo y la paciencia que su editor dedicó a lo que debería haber sido una sencilla tarea de composición es sorprendente. Dudo que ningún autor en la actualidad, por muy famoso que fuera, recibiría una atención tan escrupulosa. (George Allen & UnwinA Remembrancer. p. 75)
El primer anuncio de la publicación de El Hobbit apareció en la edición del 6 de febrero de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller. Allen & Unwin insertó un anuncio con sus novedades para marzo y abril, y El Hobbit era el primero del mes de abril, donde se le describe (en una comparación extraña) como «la historia en su género más deliciosa desde La olla de oro», un librode James Stephens publicado en 1912. El Hobbit se anunciaba como «ilustrado» con el mismo precio (7 chelines y 6 peniques) que tuvo el libro publicado.
Probablemente a finales de abril de 1937 enviaron una copia de El Hobbit a la editorial de Boston Houighton Mifflin Company, para que hicieran una oferta por los derechos para Estados Unidos. En esa época, varias editoriales británicas tenían acuerdos con editoriales similares en Estados Unidos, y en este contexto los lazos de Allen & Unwin eran con Houghton Mifflin. En aquel entonces Paul Brooks era un joven editor en Houghton Mifflin y mucho después explicó en sus memorias Two Park Street (1986) la reacción inicial en Houghton Mifflin ante El Hobbit: «Nuestro director editorial (que en aquel entonces estaba a cargo de los libros infantiles) no estaba impresionado. Tampoco lo estaba la bibliotecaria de la Biblioteca Pública de Boston, a la que pedimos su opinión profesional. Pero por alguna razón —aunque no tengo ni idea sobre literatura juvenil— leí El Hobbit y fui atrapado por el señor Bilbo Bolsón y su gente. No importaba a qué edad estuviera destináda la historia, había que darle una oportunidad» (p. 107).[19]
Sorprendentemente, Houghton Mifflin sugirió que se encargasen algunas ilustraciones adicionales en color a «buenos artistas americanos» para acompañar los dibujos en blanco y negro de Tolkien. Tolkien aceptó en una carta del 13 de mayo de 1937, siempre que fuera posible «vetar todo lo proveniente de los estudios Disney o influido por ellos (por cuya obra siento el más profundo aborrecimiento)»[20] (Cartas, n.º 13); pero Allen & Unwin le convenció de que era mejor que todas las ilustraciones fueran de su mano. Mayor confusión resultó del envío por parte de Tolkien a Houghton Mifflin de algunas ilustraciones en color que no eran para El Hobbit antes de enviar cinco para la historia. Houghton Mifflin seleccionó cuatro de las cinco y, a sugerencia de Allen & Unwin, pagó al artista cien dólares.
Tolkien recibió las primeras pruebas del texto en dos paquetes el 20 y 24 de febrero de 1937. Tolkien los devolvió a Allen & Unwin el 11 de marzo. Sus correcciones eran muchas y aunque había calculado la extensión de los pasajes reemplazados, fue necesario recomponer bastantes secciones. Tolkien recibió las pruebas revisadas a principios de abril y las devolvió el 13 de abril.
El libro fue impreso en junio, pero la publicación fue pospuesta para permitir el envío de ejemplares de lectura y llegar a la campaña de Navidad. En un anuncio aparecido en el número del 3 de julio de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller, Allen & Unwin recolocaba el libro en el catálogo de otoño. La descripción en este anuncio dice: «Un libro de aventuras en un mundo mágico de enanos y dragones, por un profesor de Oxford. Quizá un nuevo Alicia en el País de las Maravillas».
Tolkien recibió el primer ejemplar del libro el 13 de agosto. Unas pocas semanas antes la publicación del libro el 21 de septiembre, Stanley Unwin tomó la inusual decisión de pagar un anuncio a toda página en la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller, llamando a El Hobbit «el libro infantil del año». Allen & Unwin dedicaba rara vez un anuncio a toda página para promocionar un solo libro, pero en el caso de El Hobbit lo hizo tres veces.
  
Anuncio a toda página de El Hobbit en el número del 4 de septiembre de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller.

Finalmente, El Hobbit fue publicado en Inglaterra el 21 de septiembre de 1937, con una primera tirada de 1.500 ejemplares. Tolkien acordó con Allen & Unwin que enviarían ejemplares a C. S. Lewis, la Oxford Magazine, la Book Society, y a dos de sus colegas más próximos, los catedráticos George Gordon de Oxford y R. W. Chambers de la University of London. De sus ejemplares personales, Tolkien repartió bastantes entre los miembros de su familia. Otros fueron a antiguos alumnos que se habían convertido en colegas y amigos de la familia, entre ellos E. V. Gordon, Elaine Griffiths, Helen Buckhurst, Simonne d’Ardenne, Stella Mills y Katherine Kilbride. Un ejemplar se envió a la familia Jennings.
  
La tapa de la edición de El Hobbit de Allen & Unwin fue diseñada por Tolkien. (Algunos de sus dibujos pueden verse en Artista, n.º 140 y n.º 141.) Las runas en el lomo, dos TH y una D abajo, se refieren a Thorin y Thror, y a la puerta secreta en la Montaña Solitaria (marcada también con una runa D en el Mapa de Thror).

Allen & Unwin también envió ejemplares a algunos críticos, entre ellos Richard Hughes y Arthur Ransome, solicitando su opinión. Una selección de los comentarios de los críticos se convirtió en la base del siguiente anuncio a toda página de Allen & Unwin en el número del 6 de noviembre de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller. Allen & Unwin preparó otros materiales publicitarios como una postal de la sobrecubierta y un facsímile de una carta del novelista Richard Hughes.[21]
La National Book Fair [Feria Nacional del Libro] se celebró en Londres el sábado 20 de noviembre y el reportaje sobre la feria publicado en la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller señala que Su Alteza Real el Duque de Kent había comprado un ejemplar de El Hobbit. Tolkien visitó la feria.
En la sede de Allen & Unwin en Museum Street se dispuso un escaparate con cerca de cincuenta ejemplares de El Hobbit dispuestos frontalmente en unos estantes. (Una pequeña fotografía del montaje apareció en el número del 2 de noviembre de 1937 en la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller.)
   
La sobrecubierta de la edición de Allen & Unwin también fue diseñada por Tolkien, utilizando el azul y el verde además del blanco y negro. (Un primer diseño y el arte final se pueden ver en Artista, n.º 143 y n.º 144.) Tolkien quería que el sol y el dragón fueran impresos en rojo, pero la idea fue rechazada por Allen & Unwin por razones de coste.
Wayne G. Hammond y Christina Scull han dicho del diseño de Tolkien lo siguiente:
La sobrecubierta de El Hobbit es tan atractiva hoy como en 1937. Pero si atrae no es por el color sino por su fuerza gráfica. Las monjías se extienden rítmicamente sobre toda la superficie, mientras que sus penachos de nieve contrastan intensamente con las laderas de tonos oscuros. Líneas dentadas como rayos relampagueantes pasan a través de las montañas y vibran a sus pies. En la parte baja del dibujo los troncos de árbol aparecen, ora negros, ora blancos. Como tantos dibujos de Tolkien, éste está diseñado en torno a un eje central: aquí la larga carretera que a través del bosque llega hasta la Montaña Solitaria. Su contenido es asimétrico: en la distancia imperan la noche, la oscuridad, el mal en forma de dragón; en la parte delantera aparecen el día, la luz, el bien en forma de águilas que acuden por dos veces en misión de rescate a lo largo del relato (Artista, p. 149).
La primera tirada de El Hobbit se vendió bien, y fue necesaria una reimpresión antes de Navidades, los cinco dibujos en color fueron reclamados antes de aparecer la edición norteamericana y Allen & Unwin decidió incluir cuatro de ellos en la segunda impresión sin subir el precio. Cuatro ilustraciones en color aparecieron más tarde en la edición norteamericana, pero mientras Allen & Unwin escogieron Bilbo llega a las cabañas de los Elfos de la almadía, Houghton Mifflin eligió Bilbo se despertó con el sol temprano en sus ojos.[22]
La segunda impresión de Allen & Unwin consistió en 2.300 ejemplares. Fueron impresos a principios de diciembre de 1937, pero no todos fueron encuadernados (423 ejemplares sin encuadernar fueron destruidos en noviembre de 1940 cuando fue bombardeado el almacén del editor).
  
Segundo anuncio a toda página de Allen & Unwin con la acogida crítica del libro, en el número del 6 de noviembre de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Book-seller.

Las dos primeras reseñas publicadas de El Hobbit son las más positivas y perceptivas. Aparecieron anónimamente en el Times Literary Supplement y en el Times. Ambas fueron obras del íntimo amigo de Tolkien C. S. Lewis.
La primera responde directamente a la comparación[23] que hace el editor con el libro de Lewis Carroll:
El editor comenta que El Hobbit, aunque muy diferente a Alicia, se parece a ésta en que es obra de un profesor dedicado al juego. Una verdad mucho más importante es que ambos pertenecen a ese pequeño grupo de libros que no tienen nada en común excepto que son nuestra puerta de entrada a su propio mundo. Un mundo que parece que ha existido antes de que tropezáramos con él pero que, una vez encontrado por el lector correcto, se vuelve indispensable para él. Su lugar está con Alicia. Planilandia, Phantastes, El viento en los sauces.
… Debe tenerse en cuenta que éste es un libro para niños en el sentido de que la primera de muchas lecturas puede hacerse en la escuela. Los niños leen con gravedad Alicia, y los adultos lo leen entre risas; El Hobbit, en cambio, resultará muy gracioso a los lectores más pequeños, y sólo años más tarde, a una décima o vigésima lectura, empezarán a darse cuenta del diestro conocimiento y la profunda reflexión que fueron necesarios para que todo en él pareciera tan maduro, tan amistoso y, a su modo, tan veraz. Las predicciones son peligrosas, pero es muy posible que El Hobbit se convierta en un clásico. (Times Literary Supplement, 2 de octubre de 1937.)
La segunda reseña fue aún más penetrante:
La verdad es que en este libro se unen un buen número de cosas nunca unidas antes: riqueza de humor, comprensión de los niños, y una feliz fusión del erudito y el poeta en la captación de la mitología. A la vera de un valle uno de los personajes del profesor Tolkien puede detenerse y decir: «Huele como los elfos». Quizá pasen años antes de que se dé entre nosotros otro escritor con semejante olfato para los elfos. Parece que el profesor 110 inventa nada. Ha estudiado a trolls y dragones de primera mano y los describe con la fidelidad que es mucho mejor que océanos de insustancial «originalidad». (The Times, 8 de octubre de 1937.)
  
La sobrecubierta de la edición norteamericana de 1938, publicada por Houghton Mifflin Company, reproducía dos ilustraciones a color de Tolkien en cubierta y contracubierta.

Se han podido localizar alrededor de treinta reseñas de la primera edición británica de El Hobbit. Muchas de ellas son muy breves, pero unas pocas tienen algo más que decir que la simple descripción del libro.[24]
La reseña de Alice Forrester en la Poetry Review (noviembre-diciembre de 1937) comenta sobre los poemas de Tolkien: «Sólo quedan por comentar de este libro sus canciones y poemas que están unidos y ayudan a crear una atmósfera vivida y algo misteriosa».
En Junior Bookshelf, Eleanor Graham dio a El Hobbit una de sus pocas reseñas negativas:
El Hobbit es un libro extraño. Contiene los elementos para una muy buena historia, o quizá para un libro de cuentos cortos para niños, pero, en mi opinión, está malogrado por algunos reflejos de la actitud del autor hacia el mundo. Un cierto espíritu de «Tía Sally» reemplaza la benevolencia que es habitual en los libros infantiles más queridos. En vez de obstáculos naturales en el camino de la historia, el viaje del hobbit y sus compañeros se ve interrumpido por obstrucciones que dan la impresión de ser retrocesos deliberadamente intencionados y no un desarrollo natural… En cambio existe una desagradable sensación de compulsión y el hobbit realmente no se resigna nunca ni a su exilio ni a su largo viaje. Junto a estas críticas, también tengo que decir que hay un fuerte sentido de realidad en la escritura y es realmente destacable, de manera que a la gente que les guste, les va a gustar mucho. (Junior Bookshelf, diciembre de 1937.)
  
Al menos hubo dos impresiones de la edición de Houghton Mifflin en 1938. La primera tiene un hobbit que se inclina en la portada, mientras que la reimpresión lleva el sello editorial de Houghton Mifflin, una figura sentada que toca la flauta.[25]

L. A. G. Strong escribió en el Spectator el 3 de diciembre de 1937: «Es peligroso decir que un libro es realmente original, pero en este caso el riesgo vale pena. El Hobbit se convertirá en un clásico».
Una publicación australiana, All About Books, dio al libro una de sus reseñas más largas en el número del 15 de enero de 1938, a cargo de G. H. Cowling, que había sido colega de Tolkien en Leeds. Sugería un número de posibles fuentes de elementos en El Hobbit: «Si fuera un científico podría hablar largamente de los hobbits y decir si derivan su nombre de los “hobs” o de los “rabbits” “conejos”]. Pero no lo soy, de manera que sólo disfrutaré del cuento». Cowling concluía: «Ésta es realmente una historia de hadas, con la ambientación indudable del país de las hadas».
R. B. McCallum, uno de los Inklings y colega de Tolkien, escribió en el Pembroke College Record de 1937-1938: «Todo el libro es destacable por la solidez y exactitud de la narrativa, una vena de humor feliz y reflexiva y por la sensatez de la filosofía de fondo. Nada puede disminuir el lustre que el nombre de Lewis Carroll da a Christ Church pero puede ser que el hecho que el autor de El Hobbit sea profesor en Pembroke dé un interés adicional a aquellos que nos visiten en el futuro».
En Estados Unidos, se anunció la publicación de El Hobbit para el 23 de febrero de 1938 en el número de febrero de 1938 de la Retail Bookseller, pero evidentemente algunos problemas con la impresión o la encuadernación retrasaron un poco el libro. Fue anunciado de nuevo en el número de marzo de Retail Bookseller con fecha de publicación 2 de marzo, aunque los ejemplares estuvieron disponibles unos días antes.
  
Anuncio a toda página de Houghton Mifflin en el número del 26 de marzo de 1938 de Publishers Weekly.

Se han podido localizar más de veinte reseñas de la primera edición norteamericana de El Hobbit y a continuación se seleccionan algunos extractos representativos. La primera reseña, que precedió a la publicación de libro, fue obra de Mary Lamberton Becker en el New York Herald Tribune:
En el momento de escribir, aún bajo el embrujo de la historia, no puedo dejar de preguntarme si le va a gustar a los niños estadounidenses. Mi impulso es decir que si no es así peor para ellos. Como el erudito Charles Dogdson, el autor es profesor en Oxford, siendo su especialidad el anglosajón; como Alicia, la historia tiene la inconfundible señal de haber sido explicada a niños inteligentes. Pero su estilo no es como el de Lewis Carroll; es mucho más como el de Dunsany… Estas páginas contienen un mundo, una odisea comprimida, a medida que evolucionan las aventuras en el camino hacia el tesoro del dragón. No sé si a nuestros niños les gustará una historia tan concentrada, cuando cada uno de sus capítulos sería un libro por derecho propio; pueden llegar a pensar que han recibido demasiado por su dinero. Pero los enanos se han puesto este año de moda en América; quizá éstos se beneficien del éxito de Disney. (New York Herald Tribune, 20 de febrero de 1938.)
Sophia L. Goldsmith escribía en el New York Post en marzo de 1938: «Este libro gustará por igual a niños y a niñas. Tiene un encanto inmenso, humor genuino y enanos que dejan a los amigos de Blancanieves completamente en la sombra».
Anne T. Eaton (1881-1971), una figura muy conocida de la literatura infantil y bibliotecaria en la Lincoln School del Teachers’ College de la Universidad de Columbia, escribió:
Éste es uno de los más frescamente originales y deliciosamente imaginativos libros infantiles que han aparecido en mucho tiempo… [Hay] bosques que recuerdan los de los relatos en prosa de William Morris. Como los países de Morris, las Tierras Ásperas es el País de las Hadas, aunque tiene una cualidad terrena, el aroma de los árboles, lluvias torrenciales y el olor de las hogueras… Las canciones de enanos y elfos son verdadera poesía, y como el autor tiene la suficiente fortuna de ser capaz de hacer sus propios dibujos, las ilustraciones son compañeras perfectas del texto. (New York Times Book Review, 13 de marzo de 1938.)
  
Anuncio de Hougton Mifflin para El Hobbit en el número de marzo-abril de 1938 en Horn Book.

Eaton también escribió sobre el libro en Horn Book:
La época de la historia se desarrolla entre la edad de las hadas y el dominio de ios hombres, y la escena se sitúa en uno de esos países mágicos que, como las tierras de los relatos en prosa de William Moris, son parte indiscutible a la vez de Inglaterra y el País de las Hadas. En el escenario de la historia abundan auténticos fragmentos de mitología y magia y el estilo del libro es de una singular cualidad. Está escrito con un sereno humor y esos detalles lógicos que deleitan a los niños… Todos aquellos, grandes y pequeños, a los que les guste una historia imaginativa, bellamente narrada, convertirán El Hobbit es su libro de cabecera. (Horn Book, marzo-abril de 1938.)
Horn Book tuvo un interés considerable en El Hobbit. Anne Carroll Moore (1971-1961), la bibliotecaria de la sección infantil de la Biblioteca Pública de Nueva York, también escribió sobre el libro en su columna «The Three Owl’s Notebook» [«Cuaderno de apuntes de los tres búhos»] en el número de marzo-abril, calificándolo como:
un refrescante y original cuento de aventuras de enanos, trasgos, elfos, dragones, trolls, etc., en la tradición de las antiguas sagas. Creo que es un error comparar El Hobbit con Alicia o con El viento en los sauces. No se parece en nada a ambos. Está firmemente arraigado en Beowulf, en tradición sajona y aunque dirigido a la infancia tiene cosas en común con The Treasure of the Isle of Mist [El tesoro de la Isla de Niebla] de W. W. Tarn y con ciertos cuentos de William Morris. Hay un gran conocimiento detrás de El Hobbit, mientras que una rica vena de humor conecta este pequeño ser, descrito como más pequeño que un enano, con los extraños seres del mundo antiguo y del mundo en el que vivimos en la actualidad. (Horn Book, marzo-abril de 1938.)
En el número de mayo de 1938, una de las fundadoras de la revista, Bertha E. Mahony, presentaba El Hobbit como uno de un grupo de «ciertos libros que permanecen en la mente como la poesía, revelando siempre alegrías frescas y nuevos significados». Y en ese número se reprodujo una buena selección de páginas del capítulo 1 de El Hobbit.
  
Después de ganar el Hobbit el premio del New York Herald Tribune, Tolkien fue notificado mediante telegrama de Ferris Creenslet de Houghton Mifflin Company. Stanley Unwin reconoció el valor de publicitar el premio al libro en Inglaterra y reprodujo el telegrama en un anuncio a toda página en el número del 7 de mayo de 1938 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller.

Mary A. Whitney escribió en el Christian Science Monitor del 31 de marzo de 1938: «A todos los que le guste un cuento sólido lleno de originalidad e imaginación se deleitarán con las aventuras del hobbit». Y William Rose Benét, en la Saturday Review del 2 de abril de 1938, llamó a El Hobbit «una destacable obra de literatura imaginativa para niños que viene de un profesor de anglosajón en Oxford, como Alicia en el País de las Maravillas provino de una matemático como el reverendo Dodgson. El Hobbit es a la vez prosa y poesía, y, sobre todo, tremendamente divertido».
El 25 de abril de 1938, Tolkien recibió un telegrama de Ferris Greenslet de Houghton Mifflin, comunicándole que El Hobbit iba a recibir un premio de 250 dólares. En su segundo Festival Infantil anual, el New York Herald Tribune tenía planeado dar dos premios, cada uno de 250 dólares, uno para el mejor libro infantil publicado en primavera y el otro para el mejor libro juvenil. El Hobbit ganó el premio infantil y el ganador en la categoría juvenil fue Iron Duke [El duque de hierro] de John R. Tunis, una historia universitaria ambientada en Harvard.
Los jueces de la categoría infantil fueron May Lamberton Becker (presidenta), Elizabeth Morrow (esposa del embajador de los Estados Unidos en México, Dwight W. Morrow, y madre de la escritora Anne Morrow Lindbergh) y Stephen Vincent Benét. El premio fue otorgado en un almuerzo especial el martes 17 de mayo de 1938. El almuerzo, presidido por Irita Van Doren, editora de la sección de libros del New York Herald Tribune, tuvo lugar el último día de la convención anual de la American Bookseller Association [Asociación Americana de Libreros] en el Hotel Pennsylvania de Nueva York. Un miembro de la red comercial de Houghton Mifflin, LeBaron R. Barker Jr., aceptó el premio en nombre de J. R. R. Tolkien.[26]
Como en Inglaterra, hubo división de opiniones a la vista de las reseñas de El Hobbit. Mary L. Lucas escribió sobre el hobbit y los enanos: «Sus aventuras y desgracias son numerosas, de hecho demasiado numerosas para disfrutar realmente de la lectura. El libro se lee mejor en voz alta y a pequeñas dosis, o se debe advertir al niño que lo lea así por sí mismo. Tendrá un éxito limitado si no es correctamente introducido y aún así sólo gustará a aquellos niños que tengan una imaginación viva» (Library Journal, 1 de mayo de 1938).
En el Catholic World de julio de 1938, el anónimo comentarista escribía: «Le aseguramos que le gustará este movido cuento tanto como a su hijo. Haga que resuelva los acertijos de Gollum y Bilbo. Ellos solos valen el precio del libro». Y Harry Lorin Bisse llamó al libro, en una muy corta reseña en Commonweal del 2 de diciembre de 1938, «un brillante cuento de hadas moderno».
El Hobbit fue un éxito en Estados Unidos. En junio, ya se habían vendido casi tres mil ejemplares. Houghton Mifflin decidió anunciar de nuevo el libro a la cabeza de su catálogo juvenil de otoño, con la esperanza de aumentar las ventas. El anuncio del libro en el número de Navidad de 1938 en la revista Horn Book (véase nota 6 del capítulo 1), incluía el dibujo de un hobbit para el que Tolkien había proporcionado más detalles descriptivos. El Hobbit fue expuesto con otros cincuenta libros infantiles en la exposición anual de noviembre y diciembre en las salas dedicadas a la literatura infantil de la Biblioteca Pública de Nueva York, y fue elogiado en el folleto, Children’s Books 1938 [Libros infantiles 1938], publicado para la ocasión. El libro fue reimpreso y a finales de 1938 las ventas de la edición norteamericana habían sobrepasado los cinco mil ejemplares.
El Hobbit perdió algo de fuelle tras el estallido de la segunda guerra mundial. Debido al racionamiento de papel, impuesto en Inglaterra en abril de 1940 (algunos meses antes el almacén de Allen & Unwin al norte de Londres fue bombardeado y se perdieron más de un millón de libros), El Hobbit estuvo agotado en Inglaterra durante la mayor parte de la década de 1940, a pesar del deseo de autor y editor de mantenerlo en catálogo. El racionamiento de papel estuvo en vigor hasta 1949.
A principios de la década de 1950 (quizá espoleado por la publicación a finales de 1949 de Egidio, el granjero de Ham), El Hobbit volvió a estar de actualidad. Casi trece años después de dar a El Hobbit una reseña desconcertante, la revista Junior Bookshelf quiso equilibrar la balanza con algunos astutos comentarios de Marcus S. Crouch:
El Hobbit ha tenido un éxito desigual, como todos los libros marcadamente originales. Ha sido, creo, sólo un éxito moderado en las librerías y los bibliotecarios que tuvieron el valor de comprarlo en cantidades importantes no pueden decir que rivalice en popularidad con los bienes que se producen en grandes cantidades en la actualidad. Me parece, sin embargo, que tiene en un nivel muy alto algunas de las cualidades que lo harán perdurar. No sé de ningún libro infantil publicado en los últimos veinticinco años del que pueda predecir con mayor seguridad que se seguirá leyendo en el siglo XXI. (Junior Bookshelf marzo de 1950.)
En la década de 1950 las ventas de El Hobbit subieron considerablemente y con mayor impulso tras la publicación de la largamente esperada secuela, El Señor de los Anillos. Ha habido diversas dramatizaciones del libro, aficionadas y profesionales, desde marzo de 1953, cuando se estrenó la primera adaptación autorizada en la St. Margaret’s School de Edimburgo. A ésta han seguido numerosas adaptaciones, entre ellas el execrable programa de televisión de 1977 basado en el libro, varias versiones en audio y una representación por parte de la Ópera Nacional finesa en octubre de 2001. Las ventas de ejemplares del libro hace tiempo que llegaron al nivel multimillonario. En Gran Bretaña se puso a la venta en 1998 un sello de correos en honor de El Hobbit. Al aproximarse el sesenta y cinco aniversario de su publicación, El Hobbit ha aparecido en más de cuarenta idiomas. No cabe la menor duda que El Hobbit es un clásico en todo el mundo, para todas las edades y en todas las épocas.
  
El 21 de julio de 1998, El Hobbit fue honrado con un sello de correos en Gran Bretaña dentro de la serie «Mundos mágicos: libros de fantasía clásicos para niños». La serie homenajeaba a otras cuatro obras además de El Hobbit. A través del espejo (1872) de Lewis Carroll, The Phoenix and the Carpet [El fénix y la alfombra] (1904) de E. Nesbit, El León, la Bruja y el Armario (1950) de C. S. Lewis y The Borrowers (1952) de Mary Norton. Las ilustraciones de los sellos son de Peter Malone.



  

Esta es una historia de hace mucho tiempo. En esa época los lenguajes eran bastante distintos de los de hoy… Las runas eran letras que en un principio se escribían mediante cortes o incisiones en madera, piedra, o metal. En los días de este relato los Enanos las utilizaban con regularidad, especialmente en registros privados o secretos. Si las runas del Mapa de Thror son comparadas con las transcripciones en letras modernas, no será difícil reconstruir el alfabeto (adaptado al inglés actual), y será posible leer el título rúnico de esta página. Desde un margen del mapa una mano apunta a la puerta secreta, y debajo está escrito:
  

Las dos últimas runas son las iniciales de Thror y Thrain. Las runas lunares leídas por Elrond eran:
  

En el Mapa los puntos cardinales están señalados con runas, con el Este arriba, como es común en los mapas de enanos y han de leerse en el sentido de las manecillas de reloj: Este, Sur, Oeste, Norte. [1]
Fuente:

Título original: The Annotated Hobbit

J. R. R. Tolkien & Douglas A. Anderson, 1988

Autor de El Hobbit: J. R. R. Tolkien

Autor comentarios, notas y pies de imagen: Douglas A. Anderson

Traducción: Manuel Figueroa & Rubén Masera

Traductor de El Hobbit: Manuel Figueroa

Traductor comentarios, notas y pies de imagen: Rubén Masera

Editor digital: Titivillus

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