literatura costarricense.
CARTILLA ELECTRÓNICA DEL ESCRITOR J MÉNDEZ-LIMBRICK. Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas 2020. Premio Nacional Aquileo j. Echeverría novela 2010. Premio Editorial Costa Rica 2009. Premio UNA-Palabra 2004.
martes, 6 de mayo de 2025
viernes, 25 de abril de 2025
LAURA GÓMEZ PRESENTA A JORGE MÉNDEZ-LIMBRICK. PROGRAMA RENACERES. NOVELA. MARIPOSAS NEGRAS PARA UN ASESINO
martes, 8 de abril de 2025
FRAGMENTO. NOVELA. EN PROCESO. EL VUELO DE LA URRACA.
Tú eres un adicto al poder como todo político, vives y no vives. ¿Entonces, la Codicia no está en ti, bribón? ¿No sientes el dolor, tampoco el hambre, ni la sed? Mientes. Ven, recuéstate de nuevo en mi palma, remedo de hombre, acurrúcate, abrígate de los murmullos que te rodean, duerme por un momento, ¡mentiroso!
Fragmento. Novela. En proceso. EL VUELO DE LA URRACA.
domingo, 9 de febrero de 2025
Estoy de frente a Casasola Brown FRAGMENTO NOVELA EL RETORNANTE NOCTURNO
"Estoy de frente a Casasola Brown, nos limita el estanque… pero, no, no creo que sea una contienda, un enfrentamiento de intelectos o del policía o del caza-recompensa – el hombre duro, fuerte, profesional y astuto que ha atrapado a los criminales más importantes y peligrosos de los últimos años- no, por el contrario me hermana una contemplación casi “divina” del hombre. ¿Temor? Por momentos siento el peligro, el salto del tigre, la mordedura de una cobra que llega hasta mí con el aliento frío de los nenúfares pero, también es una adoración y en un complacerme en todo lo que comenta el hombre".
Fragmento Inédito Novela EL RETORNANTE NOCTURNO
martes, 4 de febrero de 2025
NOVELA EL HACEDOR DE SOMBRAS
El hacedor de sombras (Bola negra) es una novela de la noche, donde la realidad se fragmenta para dar paso a un mundo onírico. Juegos de espejos, laberintos y asesinatos se encuentran en esta tercera entrega de la tetralogía iniciada con Mariposas negras para un asesino y El laberinto del verdugo.
Las redes de políticos corruptos, de cofradías secretas, de un mundo gótico y de hackers, así como de narcos mexicanos y costarricenses –y sus alianzas–, están presentes en una sociedad enferma en la que el sexo, el poder y el dinero son la triada y el fin último. La trama nos presenta un mundo marginal, fantasmagórico, alucinante; es la epifanía de las voces secretas de la oscuridad.
viernes, 24 de enero de 2025
EL RETORNANTE NOCTURNO. NOVELA. INÉDITA.
¨ Estamos ante un asesino desprovisto de todo sentimiento y emoción a la hora de la ejecución de las muertes. Creo que para él se está ante un juego. La caza es un juego. No mata por sexo, lujuria o cólera. Asesina y disfruta dejar o colocar los cuerpos como pinturas, esculturas... las maquilla... y las semi desviste a su antojo... es un tributo al cuerpo humano y al asesinato como una manifestación de obra de arte erótico. Si se observan todas las mujeres asesinadas en el siglo xx y xxi y las mujeres asesinadas en el siglo XXIV las similitudes son las mismas: la estética se antepone a cualquier razonamiento de un vulgar y sangriento asesinato. ¡Diferente es Jack the ripper! Ese monstruo que hizo temblar a Londres en la Época Victoriana. Jack es un artista porque nunca fue descubierto, quedó todo en el misterio, lo meramente estético no juega un papel importante, o quizá sí, si usamos el vocablo de “la estética del horror y lo macabro” como algo artístico. ¿No lo cree? Raffo hizo una pausa¨.
viernes, 10 de enero de 2025
Disminuido en mi cuerpo... Fragmento. Novela. Inédita. LA CONFESIÓN.
"Disminuido en mi cuerpo y ayudado por el chófer y mi segundo doctor me introduzco de nuevo – y como lo hice 5 días atrás – en el Rolls Royce Phantom.Cuando escucho el golpe seco de la puerta al cerrarse, siento una liberación absurda, como si la muerte y la enfermedad la hubieran dejado en la clínica.
Con un pertrecho de analgésicos abandono a toda prisa Los Pinos; es absurdo
pero,
las ampolletas de morfina me dan cierta tranquilidad, son el tótem del engaño
porque con solo saber que tengo las ampolletas a la mano, todo se hace más
fácil, imagino
que soy el hombre de siempre. Hasta el apetito regresa y pienso ir a cenar
fuera de
la Torre Odonata.
Fragmento. Novela. Inédita. LA CONFESIÓN.
jueves, 9 de enero de 2025
Arte y misterio y no engaño
(Detalle. Jardín de los Monstruos. Viterbo, Italia. Duque de Orsini).
Arte y misterio y no engaño – por supuesto- fue lo que plasmó el artista a pedido de Orsini. Imagino, Rubén que desde el primer momento y ya con solo la inscripción situada sobre una de las esfinges: ¨Vosotros que entráis aquí, considerad lo que veis y luego decidme si tantas maravillas están hechas por el engaño o por el arte.¨ Siempre me hizo una voladura de la tapa de los sesos, creo que a cualquiera con un mínimo de sensibilidad artística le conmovería aquel paisaje.
Fragmento. Novela. Inédita. LA CONFESIÓN.
viernes, 27 de diciembre de 2024
Descansa, Roberto. Quedáte así inmóvil... FRAGMENTO. NOVELA. LA CONFESIÓN. INÉDITA.
Descansa, Roberto. Quedáte así inmóvil como si ya estuvieras muerto, no te agités, no abrás los ojos. ¿Tenés frío? Por supuesto, cómo no has de tener frío si te has desnudado, te has quitado el pijama y no te has dado cuenta. ¿Por qué te quitaste el pijama? ¿Tenías calor y ahora de repente sentís el sereno de la noche? Roberto, nunca he entendido del por qué en las clínicas no hay cobijas, solo sábanas cuando las sábanas no calientan, mucho menos en la agonía, mucho menos cuando las voces secretas de la noche también duermen. No, no abrás los ojos que te tengo una sorpresa. ¿Me prometés que no vas a abrir los ojos, que no te vas a mover? Júramelo, Roberto, ¿qué sentís? Unos labios que se posan en tus labios. Te recorre un calorcillo por todo el cuerpo. Abajo, más abajo sentís una liviandad que se derrama más allá del poro, más abajo del hueso, en el tuétano. ¿Abrir los ojos? Por el contrario, apretás los párpados como si con aquello hiciera más fuerte la presencia de la mujer, a un palmo de poderla tocar o que ella te vuelva a tocar en el mutismo. Sentís por un momento cómo el cuerpo se difumina en el infinito del universo. Escuchás, pero más que escuchar, estás atento. Ahora escuchás el deslizarse de las sábanas que cubrían tu cuerpo más allá de los pies. Se rasga el silencio en una diminuta elipsis del deseo. En un segundo lance ella roza tus labios con sus labios y su lengua como un animalito curioso busca tu lengua que abres con lentitud como en un ritual pagano. Un sabor dulzón paladeás en la saliva como el néctar oscuro y misterioso ahora que ella se inclina más hacia tu cuerpo. Ahora, tus manos le sirven de apoyo en la cama y sentís el peso de su cuerpo que se funde poco a poco con el tuyo. ¿Abrir los ojos? En verdad aunque lo desearas no podrías hacerlo.
Te invade una catalepsia y aunque deseás abrir los ojos, no podés. No podés moverte, no podés pronunciar palabra: es una loca ausencia de fuerza, de voluntad que te aqueja, pero contrariamente, no tenés temor, pensás por un instante que existe una argucia de la mujer, que ella ha provocado el estado cataléptico. Que no ha habido ausencia de vacilación al momento de tocarte, de besarte, de pronunciar tu nombre.
Como el fetiche que no deseas abandonar tratás de abrazar a la mujer, no deseás dejarla, que se aparte de vos, que se escape; aunque sabés que es un intento fallido porque no podés moverte; seguís petrificado en las palabras, en el aire, en tu cuerpo.
Sentís la desnudez de su piel en tu desnudez, su calorcillo, sentís su pubis que roza tu sexo para luego posarse en él como una oscura noche.
¿Te abandonás al misterio, a la incógnita, a esa carne palpitante?
jueves, 26 de diciembre de 2024
LA CONFESIÓN NOVELA INÉDITA. FRAGMENTO
Año: 2054
Sábado 26 de diciembre.
La noche como una catarata de oscuridad asalta tu ojo. Luces mayores y menores inician el camino con vos y con el Rolls-Royce Phantom de color negro. Cerrás las ventanas del vehículo, y ya no escuchás el ruido exterior. Ya no percibís el olor de las hierbas, ni el inicio del canto de los grillos que desean destronar a la oscuridad.
Los ojos del Phantom: rectangulares alumbran la carretera. El Phantom es un caparazón negro y gigante.
El dolor ha sido insoportable. ¡Sos el viejo guerrero abatido en una noche que principia! ¡Ya nada te importa! ¿Qué es la vigilia para vos? Ya no podés pedirle mucho a… Quizá el tiempo. El tiempo que escapa burdo y constante por en medio de tus propios pensamientos ahora que te ves reflejado en el cristal del vehículo. Farsa o aventura, no, no sabés que ha sido la vida. La vida ha sido como tirar una moneda al aire como en un juego —escudo o corona— y que en ocasiones has ganado y en otras ocasiones has perdido.
¿Quién sos? ¿Caíste de nuevo en la trampa burda del recuerdo? Hay personas que viven solo de recuerdos, de glorias pasadas, de amantes y de amores idos, espejos que ya no poseen formas.
Sos un profesional, te graduaste de abogado, y luego seguiste escalando posiciones en la sociedad: presidente de varias corporaciones de automóviles de lujo, accionista mayoritario de canales de televisión por cable; ¿el zar de las telecomunicaciones centroamericanas por satélite?
Pero, ahora, ¿qué sos? ¿Una sombra? ¿Un ovillo de nada, encapsulado en un vehículo que se dirige a una clínica porque te estás muriendo muy despacio?
***
AÑO 2054
Sábado 26 de diciembre.
Más allá del arco tensado de la noche, soñás. Es un sueño placentero por momentos. En otros momentos recordás la clínica la Santé donde sucedieron los asesinatos que en verdad nunca fueron solucionados porque, para las autoridades judiciales, fue caso cerrado y que, sin embargo, hoy, final de año, te corroe las entrañas, aquellos hechos. ¿Remordimiento? En verdad, no lo sabés con certeza y quizá en el fondo de tu conciencia no te importa demasiado: lo hecho, hecho está, lo que se dijo, se dijo y lo que se ocultó, mejor así… ¿Callarlo…?
¿Y ahora qué podés hacer? Es una culpa compartida que te ha mantenido en vilo por 30 años. ¡30 años! Ahora que estás al límite de tu existencia, pensás que a nadie le has confesado esos crímenes que nunca abandonaron tu mente. ¿Valdría la pena decirle al mundo, a los medios de comunicación colectiva, a los periodistas torpes lo que en verdad sucedió en la Santé?…
miércoles, 25 de diciembre de 2024
¿Qué sucedió? ... Fragmento. El Retornante Nocturno. Novela.
¿Qué sucedió? No lo pudieron atrapar, eso es lo más admirable. Se supone que fue el único crimen que cometió, su única obra de arte. Pero, su firma estaba ahí, porque estos asesinos dejan una firma en sus crímenes, al igual que un pintor o un artista firma sus cuadros o su obra literaria. ¿La firma? Como ya he comentado: la posición del cuerpo, la de los brazos en ángulo recto reproduciendo la fotografía del minotauro de Man Ray, este es el corolario, el punto final a su obra de arte.
— ¡Escalofriante! Dije sin pensarlo.
— Al mediocre, al imitador de artista siempre lo atrapan, pero, al verdadero artista jamás es descubierto… Se habló y se tuvo sospechas de muchas personas del medio artístico de Hollywood de aquella época. Pero, se descartaron. Creo que la mejor hipótesis es que quien realizó el asesinato fue un hombre culto, cultísimo, un cirujano de nombre George Hodel... ¿Razones?
Fragmento. Novela. Inédita. EL RETORNANTE NOCTURNO. IV parte de MARIPOSAS NEGRAS PARA UN ASESINO.
martes, 24 de diciembre de 2024
EL RETORNANTE NOCTURNO. IV PARTE DE MARIPOSAS NEGRAS PARA UN ASESINO.
""Se entrevistaron las personas que vieron el cuerpo y declararon bajo la fe del juramento - que, en efecto—, el cuerpo que llevaron a la Morgue Judicial, no era el mismo. E igual, el personal que realizó la autopsia de don Julián Casasola Brown fue un equipo “ad hoc” para aquel momento. Se cuestionó del porqué no estaba su amigo y patólogo, el Dr. Rodrigo Castilleja de la Cuesta. Sin embargo, se pudo corroborar que el galeno en ese momento estaba fuera de San José, que una semana antes solicitaba unas vacaciones adelantadas. Presiones internas del Poder Judicial hizo que el juez autorizado para tales efectos girara una orden de exhumación del cadáver pero, fue risible dicho “mandamiento” a las autoridades del Cementerio General. Todos sabían que el cuerpo había sido cremado. En realidad el mandamiento se envió como un mero formalismo administrativo. ¿Por qué se incineró el cadáver? Su amigo, el licenciado Yglesias Guardia manifestó que por orden del mismo Casasola ordenó que su cuerpo fuera incinerado. Yglesias ante una investigación presentó un poder especial en el cual se le otorgaba la facultad para decidir sobre el cuerpo de don Julián Casasola Brown.
Novela. Inédita. EL RETORNANTE NOCTURNO. IV PARTE DE MARIPOSAS NEGRAS PARA UN ASESINO.
viernes, 20 de septiembre de 2024
GRACIAS ( IA ) COPILOT DE MICROSOFT, QUE NO ME TRATASTE TAN MAL EN TUS APRECIACIONES COMO ESCRITOR-,
GRACIAS ( IA ) COPILOT DE MICROSOFT, QUE NO ME TRATASTE TAN MAL EN TUS APRECIACIONES COMO ESCRITOR-,
miércoles, 21 de agosto de 2024
EL VIGILANTE ANTE EL ESPEJO NOVELA GUILLERMO FERNÁNDEZ COMENTARIO FELIPE FERNÁNDEZ
Recomendación literaria:
lunes, 19 de agosto de 2024
PRINCIPIOS NOCTURNOS NOVELA FRAGMENTO
jueves, 1 de agosto de 2024
A las últimas frases siento que estoy atrapado en un laberinto con un monstruo. FRAGMENTO. NOVELA. J.MÉNDEZ-LIMBRICK
"A las últimas frases siento que estoy atrapado en un laberinto con un monstruo. Todo es un juego al que no puedo rendirme, dejar las fichas tiradas, volcar el rey. ¡No, no dejaré la partida a medio terminar! Tampoco voy a correr como un conejo asustado porque el lobo lo persigue… ¡Y, sin embargo, tengo un ataque de pánico!
— ¡Ahhh… qué torpeza de mi parte… señor Charly Hardin!… ¿Qué desea tomar?"
BORRADOR. REVISIÓN. NOVELA. EL RETORNANTE NOCTURNO.
viernes, 10 de mayo de 2024
Un cuervo llamado Bertolino Fragmento Novela EL HACEDOR DE SOMBRAS
Un cuervo llamado Bertolino
A la semana exacta de heredar el anillo con la
piedra púrpura, me dirigí a la Torre de los Cuervos.
No lo hacía antes por tener negocios pendientes con
Francesco Rocco, Arthur Blackwood y el Lic. Iglesias:
una serie de endosos y transacciones comerciales, traspasos
de acciones, nuevos testaferros de confianza, con
los que debíamos conversar y redactar documentos
privados para protegernos de los mismos testaferros
de nuestros negocios en la Bolsa Nacional de Valores
y en la Bolsa de Londres.
Repito, a la semana exacta, me dirigí a la Torre, sin
nadie para dar fe de donde me iba. Ese sería el mejor
o mi mejor secreto guardado: la Torre de los Cuervos.
La Torre estaba en idénticas condiciones que la
última vez: en el primer piso, unos bombillos de poca
fuerza iluminaban la Torre de Esmeril, así llamada por
mí. Cientos de escombros, cientos de máquinas de escribir
y utilería de oficina: archivadores de metal, sillas
ejecutivas, mesas para salas de reuniones, pisapapeles,
papel carbón nunca utilizado, tinteros a medio usar,
folders, clips, engrapadoras, estaban por todos lados…
Pasé bordeando un enorme escritorio hasta topar de
frente con el ascensor.
En el último piso, estaba el gran salón con la cúpula
de cristal. En un flash me pareció ver al Maestro Oficiante,
pero no; se trataba de la luz de unos bombillos
EL HACEDOR DE SOMBRAS. BOLA NEGRA
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en la vía pública que proyectaban con los objetos del
salón una sombra simulando a una persona recostada
en los sillones.
El lugar me fascinó desde la primera reunión con
el Maestro Oficiante. Existían dos lugares con el mismo
efecto narcótico, un efecto que, combinado con los
opiáceos, me llenaban de una paz y una tranquilidad
sin parangón: la Torre de Francesco Rocco, poseedora
en los meses de invierno de una vista incomparable
con las puestas de sol, y la otra era mi Torre Ave Fénix.
La Torre de los Cuervos me producía un sentimiento
diferente, me producía un sentimiento de prohibición
y de egoísmo a la vez. Nadie, a excepción de
mí, gozaba de su paisaje, de los colores ámbares a la
distancia, con un sol estático a perpetuidad, un sol
inmutable. Pero en su inmutabilidad –lo sabía– se fraguaba
una especie de rotación constante y nos acompañaba
con la vulgaridad de nuestra cotidianidad y
mezquina naturaleza humana.
Me recosté en el sillón acariciando el anillo con la
piedra púrpura mirando el ocaso de un sol moribundo,
de una puesta de sol condenada a la eternidad. En
medio de esas imágenes, me dormí. Son esos segundos
que se pasa de la vigilia a un sueño profundo en una
especie de encantamiento.
Recuperé la conciencia. Observé la cúpula de cristal
donde en su exterior un enorme cuervo picoteaba
una y otra vez el vidrio, en una insistencia que me
llamó la atención.
Recordé las palabras del Maestro Oficiante respecto
de los cuervos y su comportamiento inteligente.
“¿Será que el enorme cuervo quiere entrar?”,
me dije. Me incliné del sofá y miré el gran ventanal.
Se construía en una porción de la enorme vidriera
JORGE MÉNDEZ-LIMBRICK
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una ventana lo suficiente grande por donde podría
pasar el ave. No estaba muy convencido de lo que haría.
Yo, don Julián Casasola Brown, abriéndole una ventana
a un pajarraco; me pareció una locura, pero lo hacía.
Caminé hasta la ventana y la abrí. Un aliento frío y
de madrugada perforó mi nariz y, sin poder tener una
reacción, el cuervo ingresó al salón posándose en un
columpio cerca del cielorraso.
—Pensé que no me iba dejar entrar, mi señor.
Escuché una voz. El pajarraco se columpiaba. Volví
a mirar en derredor. Aun con la poca luz del salón, se
percibían los objetos y la mayoría de los muebles. No, el
salón estaba vacío, al menos el único ser humano era yo.
Supuse que el cansancio y la tensión acumulada
en los últimos días me hacían ver o percibir “cosas”
y el pajarraco no estaba columpiándose cerca de una
columnata de mármol.
Y de nuevo escuché la misma voz… ¿Sucedía?
—Espero, J. C., que tengamos una buena relación
de sirviente a sire, igual a la tenida con mi anterior amo
–dijo tan claro la voz que era innegable lo escuchado.
Volví a mirar en derredor, nada salido de lo normal:
allí estaba el pajarraco en su columpio, allí estaban los
claroscuros, ¿Qué sucedía? Pensé: “La mente me hace
pasar por una pésima broma”. Escuché la voz:
—Soy yo.
—¿Soy yo? –me dije.
—Sí, soy yo… Bertolino.
—¿Y quién es Bertolino? –repuse.
—Yo. ¡Acá! –respondió la voz con cierto reproche
por no poderla ubicar en el salón.
Por un segundo dirigí la vista en donde se ubicaba
el cuervo y escuché la voz.
EL HACEDOR DE SOMBRAS. BOLA NEGRA
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—Sí, soy yo Bertolino, el cuervo –y, en los instantes
de escuchar la frase, el ave extendió las alas en un
intento de alzar vuelo, pero no lo hizo, las cerró y se
me quedó mirando.
»Bertolino no mueve el pico cuando habla y mi
señor escucha. Mi señor escucha en su mente, pero
soy yo, Bertolino, el nuevo sirviente. Así me llamó el
primer amo y señor.
—¿Y cuándo fue? –dije creyendo que me estaba
volviendo loco.
—Hace demasiado tiempo atrás. Cuando nació
el Horizonte de Sucesos y la Zona Fantasma. Siempre
he sido el emisario: Bertolino, el emisario. Y sí, sí, nací
cuervo, no soy el alma condenada de un hombre en un
cuervo… no, no… Bertolino ha sido cuervo desde su
nacimiento. Cuervo de plumas negras y pico gigante.
Bertolino, el cuervo.
En ese momento entendí las palabras del Maestro
Oficiante al señalarme lo inteligente que son los
cuervos.
—Bertolino de pico grande; Bertolino, sirviente del
nuevo amo, del nuevo sire –dijo el ave y con su enorme
pico golpeteaba la cadena del columpio–. Bertolino será
su emisario y los ojos de Bertolino serán sus ojos. Las
ocasiones que mi sire cierre los ojos, Bertolino mirará
por mi señor. En ocasiones, no sucede –aclaró el ave.
—Y ¿de qué me sirve mirar lo mirado por un cuervo?
–pregunté.
—Es incorrecta la pregunta hecha a Bertolino. No
es lo visto por un cuervo: es lo que desea ver mi sire.
¡Eso es diferente! –agregó.
—¡Ahhh, también sos astuto con las palabras! –repuse
mirando al ave y sus plumas de un negro azabache,
JORGE MÉNDEZ-LIMBRICK
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de un negro metálico, y cuando alzaba las alas los tonos
del plumaje variaban tornasolados.
—Y también juego al ajedrez. Mi antiguo amo y
señor me enseñó, mi primer sire.
[Faltan varias páginas. Otras páginas están manchadas
con tinta e ilegibles algunos pasajes].
(5)
[…]
Bertolino se hizo mi confidente, mi sombra.
Bertolino tenía razón. En ocasiones, cerraba los ojos
y me veía en el columpio, meciéndome… Ignoro cómo y
quién educó el enorme pajarraco. También ignoro para
qué fines se educó. Supuse que los maestros oficiantes
lo tenían para espiar a los cofrades, en los que no se
confiaba. Ignoro si Bertolino no mentía en lo contado.
A Bertolino sí lo utilicé para espiar, no a los cofrades;
lo utilicé para espiar un relato cruel y doloroso para mí.
En la historia por contar, Bertolino fue mi “yo” presente,
los ojos de Bertolino fueron mis ojos y también mi
relator de las últimas semanas de lo sucedido a Beatriz
Muriel Nigroponte… aunque nunca lo supiera la abogada.
Bertolino conocía todas mis flaquezas humanas,
porque hablar de virtudes sería egolatría de mi parte.
(6)
¿Que si me sirvió la ayuda de Bertolino? ¡Sí! Jamás
hubiera podido penetrar en los lugares más
EL HACEDOR DE SOMBRAS. BOLA NEGRA
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insospechados sin su ayuda. Y la prueba se dio con la
abogada Beatriz Muriel Nigroponte y su lenta agonía
que por medio de los ojos de Bertolino observé. En ocasiones,
sí; en ocasiones no… La observación se dio por
razones que ni yo ni Bertolino controlábamos. Quizá
nuestro poder mental no era lo suficiente poderoso y
las imágenes telepáticas se daban fragmentadas, borrosas.
Entonces, Bertolino me propuso que vigilaría y
haría una descripción de lo visto y escuchado.
He aquí fragmentos de los episodios y diálogos
entre Bertolino y yo en el desenlace fatal y muerte de
Beatriz Muriel Nigroponte […].
(7)
Hoy al filo de la medianoche he mandado a hacer
un recorrido por la Zona Fantasma a Bertolino. Más
que recorrido por la Zona Fantasma le pedí un favor:
visitar el apartamento de Beatriz Muriel Nigroponte.
Me confesó lo siguiente: “Cerca del apartamento,
permanecía un grupo de zanates graznando una y otra
vez. El ruido alertó a la abogada. Apenas los zanates
vieron mi llegada, decidieron marcharse del lugar. La
luz del apartamento se encendió y pude observar una
tenue luz en las habitaciones contiguas a la principal.
Más tarde, abrió una de las ventanas del balcón. Miró
hacia los árboles, donde habían estado los zanates, pero
fue una mirada más de reproche que de curiosidad…”.
[…]
—Mi amo y señor está empeñado en apagar la vida
de Beatriz en una forma cruel –me advirtió Bertolino.
No le contesté.
JORGE MÉNDEZ-LIMBRICK
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[Falta una página].
Ayer conversé con Bertolino en la Torre de los
Cuervos. Le ordené espiar de madrugada a Beatriz,
que la vigilara. Me relató lo siguiente:
—Beatriz se recostó en un enorme sillón a leer.
—¿Qué leía Beatriz? –pregunté.
—No lo pude precisar, mi sire –contestó Bertolino–.
Me parece que es un libro antiguo, por la tapa y
contratapa.
—Ahhh, está leyendo mi libro, el libro obsequiado
–dije con un placer erótico, un placer que no deseaba
confesarme.
—¿El libro que usted le obsequió, sire? –preguntó
Bertolino con curiosidad.
—Lo sé, Bertolino, lo sé. Sí, es un libro de tapas duras
color negro. Es el libro. Es parte del juego “oscuro”
que según ella “yo le hago”.
—Ahhh, entiendo, mi sire. ¿Cómo decirlo sin sonar
a grosería? Ella sabe que usted desea… “ella deje
de ser…”.
—En términos generales, esa es la idea…
—¿Sigo contando…, sire?
—¿Bertolino, el cuervo, tiene otras cosas para contar?
–reproché a Bertolino.
—Sire, usted me ordenó: “vigilar” y yo vigilo. Pues
la joven leía un libro de tapas color negro. Era un libro
de tapas tan negras como mis plumas. Allí estaba ella,
cuan larga es la bella Beatriz, acostada en el sillón y,
de repente, abrió los ojos sobresaltada. Murmuró unas
palabras, no tenían sentido para mí, sire. Se refería a la
lectura, se refería a un poema. Se asomó por la ventana
durante largo tiempo, su rostro me pareció pálido y me
dije: “De seguro Beatriz debe estar bastante enferma”.
EL HACEDOR DE SOMBRAS. BOLA NEGRA
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»Yo me quedé en uno de los árboles del parque a
muchos metros debajo de su ventana… ¿Quién puede
ver en la noche a un cuervo con su plumaje más negro
que la misma noche? ¿Quién puede ver los ojos y el pico
de Bertolino más negros que los pozos de donde nació
la oscuridad? Y de vez en cuando alcé vuelo para ver
qué hacía Beatriz. ¿Qué hacía? Al promediar las 2:30
a. m., después de recorrer la habitación descalza y semidesnuda,
se recostó en el sillón y se puso a leer… Y
entonces, yo Bertolino, el cuervo, me posé en la cornisa
de su ventana por segunda vez.
[…]
Hoy he mandado a Bertolino para vigilar a mi contendora,
a la bella Beatriz Muriel Nigroponte. De regreso
a la Torre de los Cuervos, esto me relató Bertolino:
—Mi sire, no hay mucho por contar. Después de
bañarse, leer los periódicos y ver televisión por cable,
llamó por teléfono.
»A las pocas horas llegó un joven, le entregó un
paquete. Lo abrieron y era hierba; enrolaron la hierba
y empezaron a fumar. Escuché al joven que se trataba
de opio traficado en la Zona Fantasma.
»El joven marchó y Beatriz se tumbó con poca
ropa en el sofá. Permaneció por minutos sin moverse
y con los ojos cerrados.
»Dos temas más, mi sire: el joven de la visita se
llama Fernando y esto sucedió hoy.
[…]
Conversé con Bertolino en la Torre de los Cuervos.
Me preguntó si la muerte inminente de Beatriz
era por sospechas, rencor, reproche o por qué no por
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un erotismo no correspondido. Le respondí que existía
de todo un poco y me quedé mirando estático el panorama
de ese sol moribundo in perpetuum… distanciado,
atemporal.
—¿Cómo? –respondió Bertolino.
—Ella sabía de nosotros. Ella conoce mis secretos.
Peligra la Cofradía, peligra lo construido por mí. Ella
investiga, ella sabe que yo sé. Ella sabe de “el juego oscuro”,
como ella le llama a nuestra relación –respondí.
Antes de marcharme de la Torre de los Cuervos, le advertí
a Bertolino que lo quería de regreso por la noche.
[…]
Bertolino llegó entrada la noche. Me comentó lo
siguiente:
—En la tarde, en medio de un fuerte aguacero,
sobrevolé el apartamento de la abogada. Unos zanates
me vieron y se alejaron de los árboles en el parque. Allí
estuve hasta que la lluvia amainó y pude sobrevolar
con tranquilidad cerca de los ventanales. Llegó una
enfermera y estuve atento en la cornisa escuchando
los consejos de la mujer. Nada especial: unas dosis de
morfina inyectadas para el dolor.
—Me produce demasiada resequedad en la boca
y sed –escuché decir a Beatriz.
—Son los efectos colaterales de la morfina, no se
puede hacer nada. Tome suficiente agua, Beatriz –contestó
la enfermera mientras le inyectaba en el brazo
una primera dosis de la droga.
La enfermera se marchó y Beatriz se hundió en el
sofá a mirar por cable una película.
—¿Alguien más la visitó? –pregunté.
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—No, mi sire. Nadie más que la enfermera. Solo
hizo varias llamadas telefónicas y estuvo con su computadora
escribiendo e investigando en la Internet.
—¿Investigando en la Internet, Bertolino?
—Sí, eso me pareció. Eso fue después de ver televisión.
Ahhh, se me olvidaba contarle que escuché a
Beatriz (no supe con quién hablaba) que estaban investigando
el bufete Iglesias, a su amigo Arthur Blackwood
y a usted. Una investigación…, no escuché más, no sé
quién investiga.
—¿Pesquisas paralelas? –dije–. ¿Una investigación
paralela, la de alguna autoridad judicial?
—No sé, mi sire. No escuché toda la conversación,
la ventana la cerró… fraccionado… frases algunas con
sentido y otras sin sentido –respondió Bertolino.
[Texto sin concluir y con el bosquejo de un cuervo.
Se supone que el dibujo se refiere a Bertolino].
Horas más tarde
En la última conversación, Bertolino se marchó
para regresar muy de noche a la Torre de los Cuervos,
donde yo lo estaba esperando:
—Sire, recuerda la pregunta de quién estaba investigando
el bufete, de quién estaba investigando a
sus amigos. ¿Recuerda que mi sire lo preguntó? Hay
noticias: es una persona llamada el Mamulón Zúñiga,
una persona allegada a la abogada Beatriz.
—¿Seguro?
—Sí. El otro interesado es el señor Ernesto Miranda
Rojas, el agente del OIC, el jefe supremo en las
averiguaciones.
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—¿Otro tema? –repuse.
—Ningún otro, mi sire.
[Texto fragmentado].
—Hoy, mi sire, la abogada Beatriz estaba ligera de
ropas, con los pies descalzos, hablando por teléfono. Se
tumbó en el sofá y, de inmediato, ella misma se inyectó
la morfina. Percibí una especie de modorra, no se movía
o no se movió del sofá por más de cuarenta minutos.
Entreabría los ojos para ver la televisión, pero la modorra
y el sueño le superaban y se dormía por lapsos.
Al final, Beatriz se quedó dormida durante varias horas
hasta que la despertó la luz del sol. Apenas clareó, la
miré abriendo las ventanas del balcón. A los minutos,
me retiré a donde estaban mis otros hermanos, acá a
la Torre de los Cuervos.
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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie
NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...
