sábado, 13 de diciembre de 2025

¿Clásicos? Por: Dr. Enrico Pugliatti en colaboración con Méndez-Limbrick.

 


La frase cuestiona un mito muy extendido: la idea de que los clásicos son obras “intocables” y “perfectas”. En realidad, lo que los convierte en clásicos no es su perfección formal, sino su capacidad de seguir generando preguntas, lecturas y debates a lo largo del tiempo.

Comentario

La Ilíada de Homero:

Contiene contradicciones narrativas (por ejemplo, variaciones en la genealogía de héroes o en la cronología de los combates).

La Ilíada presenta varias contradicciones narrativas, como genealogías distintas de héroes, cronologías imprecisas de los combates y variaciones en la intervención de los dioses. Estas inconsistencias reflejan que el poema es resultado de una tradición oral acumulada y no de un único autor con control absoluto.

 Ejemplos de contradicciones en La Ilíada

1. Genealogías de héroes

Diomedes: en algunos pasajes se le presenta como descendiente directo de Tideo, pero en otros se confunden las generaciones y se le atribuyen ancestros distintos.

Eneas: aparece como hijo de Anquises y Afrodita, pero en otros relatos épicos posteriores se le vincula con otras genealogías, lo que genera tensiones dentro del mismo ciclo troyano.

2. Cronología de los combates

El poema se centra en unas pocas semanas del décimo año de la guerra, pero introduce referencias a batallas anteriores y posteriores que no encajan en la secuencia temporal.

Por ejemplo, se narran muertes de héroes que en otros cantos o tradiciones sobreviven más tiempo (como Sarpedón, cuya muerte se anticipa en la Ilíada, aunque otras fuentes lo ubican en combates posteriores).

3. Intervención de los dioses

Los dioses cambian de bando de manera contradictoria: Apolo apoya a los troyanos en ciertos momentos, pero en otros parece favorecer a los aqueos.

Zeus promete proteger a los troyanos, pero permite que Héctor muera, lo que contradice su aparente compromiso inicial.

4. Inconsistencias narrativas internas

La cólera de Aquiles es el eje del poema, pero en algunos pasajes se diluye con episodios secundarios que no guardan relación directa con su furia.

El catálogo de las naves (Libro II) presenta un listado exhaustivo de ejércitos y líderes, pero varios de ellos apenas vuelven a aparecer en la acción, lo que rompe la coherencia narrativa.

 Interpretación

Estas contradicciones no son “errores” en el sentido moderno, sino el resultado de una tradición oral acumulativa: distintos aedos transmitieron y adaptaron la historia durante siglos antes de fijarse por escrito. Por eso, La Ilíada es más un mosaico de voces que una narración lineal y perfecta.

En conclusión: Las contradicciones en genealogías, cronologías y acciones divinas muestran que La Ilíada es una obra viva, producto de una tradición múltiple, y precisamente esa riqueza es lo que la convierte en un clásico discutible y fascinante.

Fuentes: análisis de La Ilíada en un Profesor y Mitología Universal.

Su visión de la guerra oscila entre la glorificación heroica y la denuncia del sufrimiento humano. Esa ambigüedad es lo que la hace rica, no perfecta.

Don Quijote de Cervantes:

Es una obra que juega con la ironía y la parodia, pero también con la contradicción entre locura y lucidez.

El propio narrador se contradice, y la obra está llena de digresiones que rompen la linealidad.

Estas “imperfecciones” son parte de su fuerza: muestran la complejidad de la realidad y del lenguaje.

El valor de lo discutible:

Los clásicos no son dogmas, sino laboratorios de sentido.

Su vigencia proviene de que admiten múltiples interpretaciones y que sus ambigüedades permiten que cada época los relea desde nuevas perspectivas.

 Conclusión

Decir que los clásicos son intocables y perfectos es un mito. Lo que los hace clásicos es precisamente lo contrario: su apertura a la discusión, sus contradicciones y su capacidad de dialogar con el presente.

Manifiesto contra la sacralización de los clásicos 

Basta ya de repetir como papagayos que La Ilíada de Homero o el Don Quijote de Cervantes son obras “intocables” y “perfectas”. Esa frase es un dogma vacío. Los clásicos no son estatuas de mármol que debemos venerar en silencio: son textos vivos, llenos de grietas, contradicciones y ambigüedades que los hacen precisamente inmortales.

Homero se contradice en genealogías y cronologías, y su épica oscila entre glorificar la guerra y mostrar su horror. ¿Eso es perfección? No: es humanidad.

Cervantes juega con narradores poco fiables, digresiones interminables y un protagonista que es a la vez loco y lúcido. ¿Eso es un defecto? No: es la riqueza de lo inacabado.

Los clásicos no son perfectos porque la perfección mata el diálogo. Lo que los convierte en clásicos es que nunca se cierran, nunca se agotan, nunca se dejan domesticar. Cada época los relee, los discute, los contradice.

 Decir que son “intocables” es convertirlos en reliquias muertas. 👉 Reconocer sus fisuras es devolverles la vida.

Los clásicos no son dogmas, son campos de batalla. Y en esas batallas se juega nuestra capacidad de pensar, de cuestionar y de reinventar el mundo.

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