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martes, 17 de junio de 2025

Silvia Adela Kohan Aprende de los maestros Método para experimentar con Chejov y otros 49 genios de la literatura prólogo

  



Método para experimentar con Chejov y otros 49 genios de la literatura alba Razones de este método de eficacia comprobada para narradores y poetas Quiero sacar de ti tu mejor tú. Pedro Salinas «Imitar a tu manera» un texto de un escritor que te atrape es un valioso modo de sacar a la luz el libro que ya existe en ti, como decía Proust. Por lo tanto, doy cuenta aquí de esa manera. 

Unos la llaman «influencia»; otros, «inspiración»; otros, «identificación»; otros, «parodia»; para otros es el tan temerario «plagio». Como verás, puedes realizar la práctica con distintos propósitos y en distintas direcciones. Se aprende a escribir y a reescribir leyendo, consulta tus dudas leyendo entre líneas, a tus escritores admirados, no para detenerte en el tema, sino en como escriben ese tema; no para imitarlos, sino para constatar aciertos. Y verás en los capítulos de este libro que también ellos aprendieron así. 

 A mis nueve o diez años, leía escondida debajo de la mesa del salón o detrás de los enormes cortinados de cretona que enmarcaban las cortinas de voile. Cuando era yo la que ocupaba la carroza de la protagonista, me iba al patio trasero de la casa y en un cuaderno de contabilidad de los que utilizaba mi padre continuaba la historia protagonizada por mi. Habrás reparado en que los consagrados dicen que leer es el mejor taller de escritura para un escritor. Lo que no dicen es como y para que «lee» cada uno de ellos. Hay una gran diferencia entre leer como lector y leer como escritor. De eso se trata. A fin de cuentas, los pintores se inician copiando (de hecho, es conocido aquello que afirmö Picasso: «Los grandes artistas copian, los genios roban»), y puesto que escribir es resignificar las palabras de todos, ser copista literario es algo natural. Sé muy bien de que hablo. Ya en la universidad, con mi grupo de compañeros de Grafein, fundamos el método de Taller de Escritura y de Taller de Lectura. Cada uno tenía que aportar un texto por semana «a la busca de la voz propia». Las críticas mutuas eran feroces. A mí, durante varias sesiones, me «acusaron» de un exceso de lirismo, motivo por el que mis historias no avanzaban. Entonces, recurrí a La mala hora, de García Márquez, copie la gramática y la sintaxis de las primeras 35 páginas con mis propias palabras sin detenerme. Nadie se percató de la copia y me aprobaron con elogios. Entonces, pensé: «He practicado una reescritura creativa», lo instaure desde entonces como método enriquecedor a lo largo de los años y sugiero su práctica en las diversas vertientes que te propongo en los capítulos siguientes. Es un incomparable estímulo para la creación literaria. De este método han salido en mis talleres varias novelas publicadas.

 De hecho, leer es la primera llamada del deseo de escribir. Atrapo al vuelo las chispas que saltan mientras leo, así sea una novela, un ensayo, un poema, un reportaje y hasta las contraportadas de los libros. Escribo a mano y capto así de modo más sensitivo lo «mío propio» que extraigo de cada lectura. Y si bien los temas son unos pocos que se repiten en la vida, y por consiguiente también en la literatura, el secreto consiste en buscar un tratamiento distinto, desde una mirada única, la tuya. 

 Indagando en miles de textos y preguntando directamente a escritoras y escritores durante las numerosas entrevistas directas que tuve oportunidad de hacer a los famosos para la revista que dirigía, Escribir y Publicar, he podido comprobar que todos han sabido ser copistas de aquellos a quienes admiraban. Por lo tanto, en este libro revelo (con ejemplos claros) las claves para apropiarse de los mejores mecanismos, recursos, estrategias de cada escritor o escritora a partir de los diversos aspectos literarios que domina cada uno y propongo ejercicios específicos en un apartado para cuentistas y novelistas y otro para poetas.

miércoles, 26 de febrero de 2025

GRACIELA REYES POLIFONÍA TEXTUAL LA CITACIÓN EN EL RELATO LITERARIO

 



GRACIELA REYES POLIFONÍA TEXTUAL LA CITACIÓN EN EL RELATO LITERARIO £ B IBLIOTECA ROMÁNICA HISPANICA EDITORIAL GREDOS MADRID o GRACIELA REYES, 1984.

 EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España. Depósito Legal: M. 43742-1984. ISBN 84-249-0971-2. Rústica. ISBN 84-249-0972-0. Guaflex. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1984. — 5780.

 A la memoria de Frida Weber de Kurlat 

PRÓLOGO Nous ne faisons que nous entregloser. Montaigne 

 En este libro se estudian los mecanismos lingüísticos de la traslación discursiva: cómo se hacen simulacros de palabras con palabras, cómo se reproduce una enunciación por medio de otra. El fenómeno es analizado en el lenguaje de la conversación y en algunos textos escritos, pero sobre todo en la literatura. El texto literario es, en sí mismo, un simulacro. En cuanto estructura verbal representativa de discurso (y conjuntamente de la realidad que el discurso articula) la literatura es simula cro lingüístico por excelencia, imagen de discurso desarraigada de un yo-tú, de un aquí y de un ahora determinables e históri cos, es enunciación imaginaria sujeta a infinitas actualizacio nes. Propongo en la Introducción que la literatura es cita de discurso: es lengua mostrada en uso, es análisis, tergiversación, explotación de virtualidades y juego con las convenciones, limi taciones y glorias de nuestros actos de habla corrientes. Estudio los simulacros en el simulacro. En el Capítulo 1 me detengo en el problema del simulacro, en el proceso de citar: su función representativa, su perversión. Ningún acontecimien to es reductible a otro: tampoco el acontecimiento lingüístico. En cuanto a las formas gramaticales de citar, retomo el sistema de los estilos directos e indirectos, inseparable de las primeras reflexiones sobre la literatura, y que podemos aprovechar, mati zándolo. En éste, como en todos los asuntos gramaticales, me he inspirado en los postulados de la lingüística pragmática y empleo métodos de análisis contextual. En el Capítulo 2 hago un análisis del relato literario, estruc tura de voces, mundo de fantasmas que hablan y fantasmas que escuchan. Reviso, a la luz de trabajos recientes, conceptos bási cos de teoría literaria, y muestro la estructura y funciones de algunos tipos de polifonía. El Capítulo 3 propone una variedad de oratio obliqua a la que encuentro un considerable valor explicativo, que trato de poner a prueba en el análisis de la técnica narrativa de García Márquez. El último capítulo discute un tema muy discutido, el estilo indirecto líbre. No reconstruyo polémicas: intento acotar el fe nómeno, analizar cuidadosamente textos, explicar funciones, y mostrar una evolución contemporánea. Sabiendo que toda escritura es una reescritura, y por oponer resistencia de algún modo a esa fatalidad, he elegido el camino más difícil: ni un análisis descriptivo, de manual (ejemplos y glosas, sobre un discurso teórico de función más bien ornamen tal, al uso), ni la erudición desencantadora de un fichero desovi llado (prosa empedrada de autores y años, también al uso). He reescrito, a conciencia. Muchas veces, como es inevitable, en ora tio quasi obliqua. Otras, creyendo organizar ciertos fenómenos lingüísticos o literarios a mi modo y a mi riesgo. El lector —pálido e intrépido lector, para citar a un autor tantas veces citado en este trabajo— se encontrará con exposiciones lingüís ticas, con disquisiciones de teoría literaria, y con análisis de textos. Si algún delito veo en esta mezcla, es delito de estilo: por convención genérica, tendemos a tratar literariamente lo li terario y secamente (o con ese humor pueril de gramáticos y lógicos, afectos a gatos y a reyes calvos) lo lingüístico. He inten tado armonizar asuntos y estilos; sé, por quienes tuvieron la buena voluntad de leer mis borradores, que no lo he conseguido siempre. Es muy difícil remediarlo, sin traicionar lo que quiero decir, y que, una vez dicho, coincide perversamente con la for ma en que está dicho. Al lector —paciente y desprevenido— que se meterá conmigo en un mundo de citas, lo remito a una, que sabrá descontextualizar y aplicar a este problema de mis esti los: en Madrid, al lado de las fuentes, hay un cartel que advierte «Esta fuente utiliza siempre la misma agua». También este li bro, aunque el agua no fluya con el sosiego y la geometría inva riable con que fluye la de las fuentes. Detalles de estilo y organización expositiva que será útil anun ciar al esforzado lector: sólo he utilizado tres abreviaturas: ED (estilo directo), El (estilo indirecto) y EIL (estilo indirecto libre); todos los textos que analizo, sean o no literarios, llevan un nú mero para facilitar las referencias; por más que el lector —atento— encuentre más repeticiones de las necesarias, el me jor entendimiento del texto exige, según la ilusión de la autora y su método de exposición, que se lo lea en el orden en que va presentado. Analizo autores contemporáneos hispanoamericanos: Borges, Cortázar y García Márquez sobre todo; también Vargas Llosa, Puig, y algunos más. Son los autores que yo conozco mejor; es probable que figuren entre los más conocidos por el lector, y que así podamos sobreentender un contexto, el de la obra de cada uno de estos autores, y los análisis no queden en el aire; una gran ventaja, ya que los textos han tenido que sufrir la ine vitable mutilación. Los que he elegido son, además, grandes na rradores, dignos de estudio, excelentes ejemplos de técnicas dis cursivas y literarias del español actual. Un prólogo es un resumen, una representación, una cita, del libro al que antecede. Para no tentar a los reseñadores, que en cuentran cómodo y seguro citar esa cita, no digo más. Me queda el deber, grato y difícil, de dar gracias. Frida Weber de Kurlat me alentaba a estudiar el lenguaje de la literatura. Después de diez años de mucho errar, quizás ahora he hecho algo semejante a lo que ella me proponía: lo ofrezco como pequeño homenaje a su recuerdo. Sin Manuel Alvar, hombre sabio y bueno, yo hubiera sucum bido al exilio y a mis incapacidades. Le agradezco su amistad, que me trajo, para mayor fortuna, la de Elena; le agradezco su ejemplo y su constante, espléndida generosidad. Félix Martínez Bonati y Ruth El Saffar leyeron borradores de este libro, y me hicieron valiosos comentarios; Beatriz En- tenza de Solare eliminó del manuscrito final torpezas y comas desconcertantes. Reciban mi gratitud por su interés y paciencia. Le doy gracias a Celina Sabor de Cortázar, que me acompa ña, estimula y enseña a la distancia. Y gracias a Leda Schiavo por sus despiadadas notas al margen y por una amistad que me ayuda, entre otras cosas, a escribir libros. Mis alumnos de Chicago, de Madrid y de Málaga, a quienes expuse algunos puntos de este libro, mostraron un entusiasmo que les agradezco mucho. Y quede constancia de mi gratitud a mis admirados amigos Julio Calonge y Valentín García Yebra, de Editorial Gredos. G. R. Madrid, 17 de febrero de 1984.

viernes, 13 de diciembre de 2024

POR QUÉ DEBEMOS DE LEER LA MUERTE DE VIRGILIO DE HERMANN BROCH?

 


¿POR QUÉ DEBEMOS DE LEER LA MUERTE DE VIRGILIO DE HERMANN BROCH?

"La muerte de Virgilio" de Hermann Broch es una obra maestra de la literatura moderna que ofrece una experiencia de lectura profunda y enriquecedora. Aquí tienes algunas razones por las que deberías leer esta novela:

Razones para Leer "La Muerte de Virgilio"

  1. Exploración Filosófica y Existencial: La novela aborda temas profundos como la muerte, la inmortalidad, el arte y la búsqueda de sentido en la vida. A través de la figura del poeta Virgilio, Broch explora cuestiones filosóficas y existenciales que resuenan con la condición humana.

  2. Estilo Literario Único: Broch utiliza un estilo literario complejo y poético, con una prosa rica en imágenes y simbolismo. La estructura de la novela, dividida en cuatro partes que representan los elementos (agua, fuego, tierra y aire), añade una dimensión adicional a la narrativa.

  3. Contexto Histórico y Cultural: Ambientada en la Antigua Roma, la novela ofrece una visión detallada y evocadora de la época, proporcionando un contexto histórico y cultural fascinante. La figura de Virgilio, uno de los poetas más importantes de la literatura clásica, añade un valor histórico significativo.

  4. Reflexión sobre el Arte y la Creación: La novela profundiza en el proceso creativo y el papel del arte en la sociedad. A través de las reflexiones de Virgilio, Broch examina la relación entre el artista y su obra, y la responsabilidad del creador hacia su audiencia.

  5. Impacto Literario: "La muerte de Virgilio" es considerada una de las grandes novelas del siglo XX y ha influido en numerosos escritores y pensadores. Leer esta obra te permitirá apreciar su impacto en la literatura y entender por qué sigue siendo relevante hoy en día.

  6. Desafío Intelectual: La complejidad y profundidad de la novela ofrecen un desafío intelectual que puede ser muy gratificante. Es una obra que invita a la reflexión y al análisis, proporcionando una experiencia de lectura que va más allá del entretenimiento.

En resumen, "La muerte de Virgilio" es una obra que ofrece una rica experiencia literaria, filosófica y cultural. Leerla te permitirá sumergirte en una narrativa profunda y reflexiva, y apreciar la maestría de Hermann Broch como escritor.

Fuente: en colaboración. Méndez-Limbrick y Dr. E. Pugliatti.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Autopublicación por derecho propio

 


La autopublicación
y algunas editoriales privadas pueden ser una espada de doble filo. Por un lado, abren la puerta a autores que, de otro modo, podrían no tener la oportunidad de ver su obra publicada. Pero también presentan ciertos riesgos y desafíos en términos de calidad literaria:

Falta de control de calidad: La autopublicación y algunas editoriales privadas pueden carecer de un proceso riguroso de edición y revisión, lo que puede llevar a la publicación de obras con errores gramaticales, fallos de coherencia y otros problemas que afectan la calidad del texto.

Difusión de material de baja calidad: La facilidad para autopublicar puede resultar en una gran cantidad de libros de baja calidad en el mercado, lo que puede dificultar a los lectores encontrar contenido valioso y a los buenos autores destacar.

Costos para el autor: La autopublicación puede ser costosa para el autor, quien debe invertir en servicios de edición, diseño, marketing y distribución, sin garantía de recuperar esa inversión a través de las ventas.

Falta de reconocimiento: Aunque está cambiando, las obras autopublicadas o publicadas a través de editoriales menos reconocidas pueden tener más dificultades para ser aceptadas en círculos literarios prestigiosos y para ganar premios o recibir reseñas críticas.

Si bien la autopublicación tiene sus ventajas, como la mayor autonomía y control creativo para el autor, es crucial que los escritores y lectores sean conscientes de estos desafíos.

domingo, 28 de julio de 2024

Prólogo a Borges poeta Lucas Adur

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Prólogo a Borges poeta

Lucas Adur

La poesía, como lo saben todos los que

tienen que saberlo, es secretamente el

corazón mismo del campo cultural

Alejandro Crotto

Este volumen reúne reelaboraciones de los trabajos presentados

en las Jornadas “Borges poeta”, realizadas en agosto

de 2021 en el Centro Cultural Kirchner, organizadas por

el Centro, la Fundación Internacional Jorge Luis Borges

y el FILOCyT “Escrituras de dios. Borges y las religiones”

(Facultad de Filosofía y Letras, UBA).

Los escritos aquí reunidos buscan continuar la relectura

de la obra del autor, iniciada en 2019 con las Jornadas

“Borges 120”, donde, con el lema “Todo hombre culto es

un teólogo y para serlo no es indispensable la fe” (Borges,

1974: 688), nos propusimos discutir las operaciones de

Borges sobre el discurso religioso. Los trabajos de aquellas

jornadas fueron reunidos en un volumen recientemente

publicado: Borges 120 (2021). La indagación de la obra borgeana

continuó en 2020 con las Jornadas “Relecturas del

último Borges”, donde discutimos dos de los libros más

notables de la última etapa de la producción del escritor:

El hacedor (1960) y El informe de Brodie (1970).

En esta ocasión, el eje que organiza los estudios aquí reunidos

es la poesía. Se trata de una de las facetas quizás menos

10 Lucas Adur

exploradas de la obra del gran escritor, cuya reputación

se cimienta sobre todo en los relatos de Ficciones (1944) y

El Aleph (1949). Decir que algo está “poco explorado” hablando

de Borges es, claro, siempre muy relativo. Pero, aun

así, la poesía tiende a ser menos conocida y, me atrevería a

decir, menos valorada que su prosa. Sin embargo, es como

poeta que Borges irrumpe en el panorama de la literatura

argentina y es como poeta que cierra su obra con Los conjurados

en 1985. La poesía fue, a la vez, una constante a lo largo

de su obra, y uno de los lugares donde es posible constatar

mayores desplazamientos y transformaciones.

Entre sus primeros poemas, escritos en Europa –marcadamente

influidos por el expresionismo primero y por el

ultraísmo después–; su obra “criollista” y fervorosa de los

años veinte, con una inflexión particular del vanguardismo;

y los poemas de madurez, donde vuelve a las formas

clásicas y muchas veces a temas metafísicos, es más fácil

encontrar rupturas que continuidades. El propio Borges

pareció consciente de esto y se ocupó de rearmar y reescribir

sus primeros poemarios, introduciendo modificaciones

radicales o excluyendo poemas enteros, donde ya no podía

reconocerse. Su concepción de la rima, de la metáfora, de

la inspiración, de la técnica, del lenguaje, de la idea misma

de la poesía se fue transformando a lo largo de los años.

En este libro indagamos distintos momentos de este itinerario

creador, alternando los abordajes panorámicos de algunas

etapas u obras, con el análisis minucioso de poemas

que consideramos especialmente significativos (y bellos).

El propio escritor situó más de una vez la poesía como

el corazón de su obra. Se definía a sí mismo y a los escritores

que admiraba con ese título: poeta. Como dijimos, su

ingreso a la literatura fue por el camino de la poesía y

su testamento literario, Los conjurados, también tiene esa forma.

Es cierto que hubo casi dos décadas en las que publicó

Prólogo a Borges poeta 11

muy pocos poemas –lo que no quiere decir que no los siguiera

escribiendo–. Pero, luego de su retorno a la poesía

–que podemos vincular con su ceguera–, esta se convierte

en el centro de su producción: la mayoría de los libros que

publica a partir de los años sesenta son poemarios. En los

versos, además, como han señalado varios críticos, se construye

una imagen de autor que no coincide exactamente

con la que emerge de sus relatos clásicos, ni con la imagen

pública: la ironía constante y el escepticismo parecen dejar

lugar, al menos en muchas ocasiones, a formas más directas

de la emoción, lo sentimental, incluso de la pregunta por lo

trascendente –como se explora en algunos de los trabajos

de este libro–.

Como repite Borges más de una vez en esos prólogos de

sus últimos libros, que son breves y bellísimos fragmentos

de una poética, la poesía está en el origen de toda literatura.

Dice en el de La rosa profunda:

La literatura parte del verso y puede tardar siglos en

discernir la posibilidad de la prosa. La palabra habría

sido en el principio un símbolo mágico, que la usura

del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería

restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su

primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría

todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos

físicamente, como la cercanía del mar.

La crítica literaria, tal como la concebimos, debe estar al

servicio de los lectores y lectoras. Tender puentes hacia la

obra, trazar recorridos, inventar modos de entrada. Ojalá

este libro contribuya a que la poesía de Borges siga resonando

en nuestro presente, ojalá ayude a que quien lee sea tocado

por un verso y se sienta convocado a redescubrir esta

obra vasta y profunda, como quien se adentra en el mar.

jueves, 18 de julio de 2024

Monique Allain-Castrillo} PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO PRÓLOGO DE CARLOS BOUSOÑO EPÍLOGO DE JOSÉ HIERRO

 



PAUL VALÉRY Y EL MUNDO HISPÁNICO

PRÓLOGO DE

CARLOS BOUSOÑO

EPÍLOGO DE

JOSÉ HIERRO

40133

BIBLIOTECAS Y ACERVOS

DOCUMENTALES tJEL

C.U.C.S.H.

< $ > G R E D O S

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

Para A. A., el pasado.

A. A. C., el presente.

G. D. M., el futuro.

PRÓLOGO

Conocí esta obra de Monique Allain-Castrillo, Paul Valéry y el

mundo hispánico, cuando me la presentó en la Universidad de Nueva

York en su primera versión. La leo ahora con renovada admiración

pues el texto original ha sido acrecido con una erudición más completa.

Podemos decir que la autora ha investigado todos los entresijos,

hasta sus más pequeños detalles, de la relación entre Paul Valéry y el

mundo hispánico. Asombra la enorme cantidad de datos de primera

mano que aporta, así como el inmenso esfuerzo que ha sido preciso

desplegar para adquirirla: visitas a las personas que han conocido al

gran poeta, familiares o amigos, conversaciones, rebusca de libros,

cartas, manuscritos y documentos, lecturas detenidas de verdaderas

bibliotecas de información, viajes, y, sobre todo ello, una meditación

constantemente lúcida acerca de los materiales manejados. No ha

dejado de tratar ninguno de los aspectos del objeto de estudio, viéndolo

desde perspectivas siempre renovadas («la mer, la mer, toujours

recommencée»): pasma su número. La autora resucita ante nosotros

las diversas opiniones acerca de la persona y de la obra de Valéry que

los intelectuales españoles manifestaron a lo largo del tiempo, los

cambios que tales juicios sufrieron (cuando así fue) con el correr de

los años y el porqué de tales mutaciones.

Y el lector va siguiendo con pasión creciente tales avatares, y,

guiado por la mano de la autora, descubre, a veces por su cuenta, las

ocultas razones o sinrazones que han podido mover las reacciones de

unos y otros. Admiramos la objetividad con que Monique Allain-

Castrillo nos ofrece sus datos y reflexiones. Nunca observamos nacionalismos

de especie alguna que deformen su pensamiento: sólo

aparecen el documento y la evidencia de su significado. El lector es

el que, con alguna frecuencia, saca conclusiones sobre la generosidad

manifiesta de unos, y la falta de generosidad de otros, o sus oscuros

móviles. La figura moral o la psicología de cada cual queda reflejada

en bastantes ocasiones sin necesidad de formulaciones expresas. La

autora ha tenido el supremo don de hacemos ver a sus personajes sin

necesidad de explicarlos; pero cuando los explica, la explicación se

nos aparece sumamente atinada. De este modo, el libro resulta amenísimo.

De mí, sé decir que no lo pude soltar ni un momento en el

tiempo de su lectura.

Numerosas cartas inéditas nos informan en ocasiones más y mejor

sobre Valéry y sus corresponsales que lo hubieran hecho capítulos

extensos. La relación del poeta francés con Unamuno, con Ortega,

con Madariaga, con Eugenio d’Ors, con Azorín, con Machado, con

Juan Ramón Jiménez, con la Generación del 27 (especialmente, claro

está, con Jorge Guillén) aparece nítida. Leyendo este libro, aprende

uno mucho, no sólo sobre Valéry, sino sobre la triste y baja naturaleza

de los hombres, aunque también, afortunadamente, sobre su posible

nobleza. La actitud de Valéry es, en todo momento, generosísima,

cosa que yo siempre había sospechado. Las reticencias de algunos escritores

españoles o su entusiasmo por el poeta francés despiertan la

curiosidad del lector y ponen en juego su penetración psicológica. La

recepción del gran poema Le Cimetiére Marin (para mí su obra suprema

y una de las composiciones cimeras de la poesía europea de

todos los tiempos) nos hace meditar. Existen cuarenta traducciones al

español de esta pieza admirable, como nos enseña Monique Allain-

Castrillo. Su éxito mundial fue, pues, inmenso. Y, sin embargo, yo

recuerdo (esto no lo cuenta la autora) la carta de Valéry a Gide, en la

que le viene a decir que el estilo de tales versos es el de un poeta espontáneo,

lo que nunca quiso ser. Y añade: «por supuesto, no me parece

publicable». ¡Hasta qué punto se puede equivocar sobre sí mismo

un hombre máximamente inteligente y crítico, y refinadamente

sensible! Y uno recuerda a Virgilio queriendo destruir la Eneida, y a

Kafka despreciando sus narraciones, y a tantos otros artistas igualmente

errados al juzgarse con pesimismo. ¿Qué conclusiones habría

que sacar?

Pero volvamos a la obra que nos ocupa. La curiosidad de Monique

Allain-Castrillo no se atiene exclusivamente a los españoles. La

autora investiga con la misma minucia y sabiduría la recepción de la

obra de Valéry en la América de habla hispana, y va recorriendo las

diferentes personalidades de la literatura de aquellas tierras en su relación

con Valéry: Alfonso Reyes, Miguel Ángel Asturias, Mariano

Brull, Eugenio Florit, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Borges, etc. En

general, podemos decir que la lejanía del espacio equivale a la lejanía

del tiempo. La justicia de la recepción aumenta con la distancia. ¿No

nos dice esto bastantes cosas sobre nuestros prójimos?

La autora se pregunta acerca del posible influjo de Valéry en la

poesía pura de Juan Ramón Jiménez, y no da una respuesta precisa,

pues el Diario de un poeta recién casado del segundo es de 1917, o

sea, de la misma fecha en que el primero publica La Jeune Parque.

Ahora bien: esta duda de la autora proviene del hecho de atenerse a la

opinión académica, según la cual la poesía pura de Juan Ramón comienza

en el libro citado, cuando en realidad se remonta a Estío, del

año 1915, y por tanto no me parece que ofrezca duda la primacía cronológica

del español respecto al francés (bien que el origen remoto de

la poesía de esa especie se halle en Mallarmé).

No es sólo esto lo investigado en el presente libro. Sirviéndose de

los métodos más avanzados de la crítica de los últimos años, nos hace

ver la autora la formación hispánica de Valéry: sus tempranas lecturas

de los místicos españoles (San Juan de la Cruz y Santa Teresa), y

luego Gracián, San Ignacio de Loyola, Góngora, Calderón, y las huellas

que existen en su pensamiento y en su obra de tales experiencias

emocionales e intelectuales, llegando a la conclusión, expresada en

términos divertidamente valeryanos, de que el Valéry maduro es, en

alguna parte, «hispanidad digerida»: sobre lo dicho, añade el volumen

que nos ocupa los contactos del poeta francés con la pintura y la

música españolas (Falla, Mompou) y los cuarenta años de amistad

con José María Sert.

Quiero añadir aquí que los juicios de algunos españoles sobre

Valéry (y también sobre Jorge Guillén) adolecen de una tremenda incomprensión

de lo que significa la poesía pura. Tanto a Valéry como

a Guillén se les ha colocado, por algunos, el sambenito de frialdad e

intelectualismo: «el intelecto no ha cantado jamás: no es su misión»,

decía Machado en clara referencia a los poetas puros. Pero esta frase

confunde el intelecto con lo que puede hacer el alma humana frente a

los productos del intelecto. Del mismo modo que los hallazgos de la

ciencia (una teoría física o matemática) pueden suscitar entusiasmo y

hacemos cantar, así ocurre con las operaciones mentales de los poetas

puros al elaborar sus arquetipos de belleza. Lo que pasa es que dentro

del proceso de interiorización en que consiste el desarrollo de la

poesía desde el Romanticismo hasta el Superrealismo, la Poesía Pura

representa el punto en que la «verdadera realidad» ya no es la impresión

como en el Simbolismo impresionista, sino la impresión modificada.

Se declara «realidad verdadera» no a la objetividad, ni a la impresión,

sino a la estilización del objeto mirado, convertido así en

perfección arquetípica. Y como ésta no se halla en el mundo objetivo

y en consecuencia tampoco en el mundo de la impresión, el resultado

será una abstracción y como tal algo que se halla fuera del tiempo y

del espacio, despojado de anécdota espacio-temporal. Mas, estos productos

de la imaginación, al ser sentidos como «verdaderamente reales

», pueden hacer prorrumpir en sentimientos de gozo o de gloria a

quienes así experimentan la vida. No se trata de conformistas, pues si

se modifica la impresión es porque hay conciencia de la imperfección

de lo que llamamos «el mundo objetivo» . Ese producto «puro»,

fuera del tiempo y del espacio, ¿por qué no va a poder suscitar grandes

emociones en cuanto que es, sin duda, un anhelo humano y universal?

Como se ve, el libro de Monique Allain-Castrillo obliga al lector

a reflexionar por su cuenta, y ése es, precisamente, entre muchos

otros, uno de los visibles méritos de la obra. Pero aún debo expresar

que la prosa de la autora es en todo caso excelente, y ello contribuye

a la gran amenidad que, como ya dije, es otra de las brillantes virtudes

que se nos ofrecen. Frente a tantos libros que nada esencial añaden

a lo ya dicho, éste rebosa de pensamientos inteligentes, de noticias

que ignorábamos, de investigaciones personales que era preciso

realizar. Dentro de la bibliografía valeryana, tan extensa, estamos

ante una aportación decisiva.

C a r l o s B o u s o ñ o

viernes, 5 de julio de 2024

LA LITERATURA RELIGIOSA por MIGUEL HERRERO GARCÍA Catedrático de Literatura FRAGMENTO




 LA LITERATURA RELIGIOSA

por

MIGUEL HERRERO GARCÍA

Catedrático de Literatura

Concepto general

Entendemos por lite ra tu ra religiosa toda expresión n a tu ra l o artísticamen te

bella acerca de las relaciones del hombre con Dios. Tal expresión se ha producido

en to d as las lenguas, objeto de u n a cu ltu ra av anzada; pero las lite ra tu

ra s religiosas 110 cristianas han versado siempre sobre los orígenes de la divinidad,

la creación del mundo o los contactos históricos de ciertos humanos con

los dioses; los rito s y ceremonias h an sido siempre secretos de u n a casta sacerdo

tal, que los ha monopolizado. P o r el contrario, la lite ra tu ra c ristiana amplió

el campo religioso con una vastísima construcción dogmática, una sencilla

e imponente litu rg ia, u n a ascética fina y m atizad a como es sutil y diverso el

espíritu humano, y u n a mística o conocimiento experimental y ex tra n a tu ra l

de Dios.

E n los países católicos, todas estas facetas del Cristianismo dieron por origen

obras literarias de p o sitiva belleza. E n tre ellos sobresale Esp añ a por un

cultivo sin p a r de la lite ra tu ra religiosa debido a que la época histórica de

mayor auge de España coincidió con un estado más refinado del a rte literario.

Sin embargo, se ha restringido mucho el ángulo de visión de n uestra lite ra tu ra

religiosa, reduciéndola a los libros místicos, si bien incluyendo en el concepto

muchas obras, erróneamente colocadas en esa categoría. Lo más urgente, pues,

es rectificar el cuadro general de la lite ra tu ra religiosa española, ampliándolo

en la medida que lo exigen el enorme caudal de nuestros libros, in ten tan d o

a q u ila ta r y clasificar los méritos de todos ellos, establecer una escala de v a lo res

en tre los de un mismo género, v descubrir las condiciones de originalidad

o de imitación que cada uno presenta. Todo ello debe hacerse llegando, aunque

sea sobriamente, al fondo de los problemas, teniendo u n a idea exacta de sus

cuestiones, que es la m ateria o asunto de su h isto ria , y no deteniéndose en los

problemas de mera forma literaria.

División de la materia

Correspondiendo a los tres estados de la v id a so b ren atu ral del cristiano

— vida de gracia h ab itu a l, vida de lucha ascética y vida de gracias e x tra o rd inarias

—, la lite ra tu ra religiosa se despliega en tres grandes ramas, que son:

Catequística, Ascética y Mística. Al primer estado — cuya esencia consiste en

conservar la gracia santificante en el alma libre del pecado, m ediante el elementa

l ejercicio de las virtu d es y el cumplimiento de los deberes inexcusables del

cargo y oficio de cada uno —, dedicaremos la p rimera p a rte de este resumen.

Introducción a la catequística

Todavía h ay en n u e stra lite ra tu ra u n pórtico de e n trad a a este tem a, que

quiere ser filosófico, p u ram en te racional y an te rio r a la Fe. Su objeto es d e m

o strar la racionabilidad de la Fe, la verosimilitud de la Revelación, la congruencia

y n a tu ra lid ad del Misterio. Citemos como más representativos dos

libros que forman este pórtico: la Teología natural, de Raimundo Sabunde

y la Introducción al símbolo de la Fe, de Luis de Granada. La primera, escrita

en latín en pleno siglo xv y trad u c id a posteriormente al castellano por fray Antonio

Ares, y notablemente reformada por él. La obra del p ad re Granada a p a reció

en 1583. Antes de ella corrían por Esp añ a algunas obrecillas de este

género que no llegaban al nivel de la de Sabunde. Un ejemplo es el libro del

cartu jan o fray Andrés Capilla, Consuelo de nuestra peregrinación, apologética

falta de vuelos y no inuv larga de emoción, en estilo de una llaneza tan correcta

como insulsa. E sta escasez impulsó a fra y Luis de Granada a escribir su In tro ducción

al símbolo de la Fe, obra de plena madurez y agilidad de pluma, fru to

de la experiencia y el ejercicio infatigable de escritor del autor.

No por h aber publicado fra y Luis de Granada esta magna obra se a rre d ra ron

otros escritores de tra ta r el mismo tema con distin to plan, método y estilo.

El doctor Rodrigo Dosrna Delgado, maestro extremeño de Teología, publicó

en 1600 unos Diálogos morales, que son ni más ni menos u n a filosófica in tro ducción

a la Fe revelada, manteniendo el discurso dentro de las estrictas leyes

de la razón n a tu ra l. Es obra de lo más en ju ta, bien tra b a ja d a y luminosa que

existe en nuestra lengua. Toda la Teología N a tu ra l se encierra en sesenta y siete

hojas con un brillo y u n atra c tiv o que descubren en el a u to r extremeño un

escritor excelente.

martes, 20 de febrero de 2024

MÉTODOS DE CRÍTICA LITERARIA PREFACIO ANDERSON IMBERT



MÉTODOS

DE

CRÍTICA

LITERARIA

 PREFACIO

Admitamos, ante todo, que el tema es ingrato. Se trata de hacer la crítica a la crítica. Es decir, que tenemos que alejarnos de la literatura, que es lo que de veras vale, y acomodar nuestro ojo a un nuevo objeto Nuestro objeto no es ya la literatura: es la crítica. La diferencia está en que la literatura es la expresión de un modo de intuir las cosas; y la crítica, en cambio, es el examen intelectual precisamente de aquella expresión.

La literatura, expresión; la crítica, examen...

Sin duda estos dos movimientos del alma —expresar, examinar— se dan en una misma persona. En todo poeta hay un crítico agazapado, que le está ayudando a cuidar la estructura de su poema; y, a su vez, en todo crítico hay un poeta que, desde dentro, le está enseñando a simpatizar con lo que lee. Por eso, en la historia de la poesía, es frecuente el caso de poetas que nos han dejado lúcidas autocríticas; y, en la historia de la crítica, también es frecuente el caso de críticos que más que analizar objetivamente una obra ajena se ponen a revelar su propio lirismo. Pero, por supuesto, estas mezclas no dan por resultado la crítica literaria. Darán autocríticas, darán lirismos críticos, pero a eso. Para ser crítica de veras, le falta objetividad. Hay otras veces en que las dos funciones, la creadora y la crítica, operan separadamente en la misma persona. Es el caso de ciertos escritores que cultivan con igual fortuna la expresión de su propia obra por un lado y el examen

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de la obra ajena por otro. Quienes buscan «críticos puros», críticos que no sean más que críticos, suelen exasperarse ante esos bicéfalos poetas-críticos (o críticos-poetas). Hay, sin embargo, críticos de una sola cabeza. No son necesariamente mejores. La profesión de crítico no es garantía de agudeza. En la convocatoria a los críticos que aquí se haga no habrá prejuicios gremiales. Nadie saca patente de crítico. Que comparezca la crítica tal como se da y desde donde se dé. No pediremos credenciales. Eso sí, dejaremos de lado la crítica farragosa, esa que, pensada por mentes desordenadas —sean profesionales o no— solo ofrecen observaciones superfluas y a medio hacer. Es la más copiosa, pero no vale la pena ocuparse de ella. Nos ocuparemos, pues, de la crítica sistemática.

¿Qué entendemos por crítica sistemática? No nos referimos, desde luego, a la forma externa de que se reviste esa crítica, sino al rigor intelectual con que está razonada. Un breve y ocasional comentario a un libro puede estar concebido sistemáticamente y, al revés, todo un tratado de apariencias académicas puede carecer de sistema. Llamamos crítica sistemática a la ejercida por críticos que se desvelan por comprender todo lo que entra en el proceso de la creación de una obra literaria.

Durante siglos la meditación sobre la literatura ha sido seria. No habían nacido las ciencias que hoy todo el mundo respeta, y ya la crítica se proponía ser científica. Es injusto, pues, que mucha gente crea que cualquier profano más o menos familiarizado con la literatura está en condiciones de hacer crítica. La crítica requiere iniciación. Ante una literatura que acentúa lo ideológico, el crítico puede discutir ideas generales; ante una literatura pura y hermética, el crítico se hace especialista del análisis; pero en todos los casos la crítica requiere un serio esfuerzo de amaestramiento.

Enrique Anderson Imbert

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Toda persona culta tiene una noción más o menos clara de qué es la crítica. Partiendo de esa idea general vamos a explorar el territorio de la crítica literaria contemporánea y a trazar su mapa. Como en toda cartografía, señalaremos con líneas gruesas las relaciones mayores, prescindiendo de los detalles. Por supuesto, nuestras clasificaciones serán meramente didácticas. Lo que importa, ya se sabe, es la unidad del espíritu. £1 marcar regiones es solo una ayuda para la ojeada total. Si nos atrevemos a recargar el reticulado de clases y subclases es, precisamente, porque no le concedemos ninguna rigidez. Ese reticulado está en nuestro modo de conocer, no en el modo de ser de la realidad. Podríamos deshacerlo y rehacerlo en otro sistema de clasificaciones igualmente coherente. Los conceptos que usemos matizarán, sin dividirlo, un fluido panorama. Solo daremos esquemas; y aun nuestro estilo será aquí esquemático. El apretar nuestros materiales en el breve espacio disponible ha obligado también a sacrificar datos, ejemplos y desarrollos de ideas. Damos dos clases de bibliografía: una, directamente referida a pasajes de nuestro opúsculo, va al pie de la página; la otra, más general, útil para quienes quieran profundizar en la materia, va al final; hemos elegido irnos pocos títulos (eso sí: autorizados y accesibles) que, a su vez, traen una bibliografía más especializada. Quisiéramos ser útiles. Y como estas páginas fueron escritas especialmente para los estudiantes, en un curso universitario, ahora que se organizan en libro las dedicamos a los jóvenes que hincan el codo en la crítica literaria.

Hasta aquí, el prólogo a La crítica literaria contemporánea, Buenos Aires, Ediciones Gure, 1957. Fue un librito cuya edición, muy limitada, no salió de la ciudad y allí se agotó inmediatamente. Ahora lo hemos aumentado y, como ha resultado un libro nuevo, le damos un nuevo título: Métodos de crítica literaria.

Métodos de critica literaria

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El panorama no es hoy más claro que hace diez años. Al contrario. Crece la Torre de Babel y arrecia el estruendo de la babilónica confusión de lenguas. El diálogo es cada vez más difícil. Si hace diez años el enfoque sociológico se ponía a la defensiva ante el triunfante avance del formalismo, hoy es el formalismo el que tiene que defenderse. A la concepción dinámica del historicismo siguió la concepción estática del estruc- turalismo; pero he aquí que, de pronto, las sincronías se hacen diacronías y las redes estructurales vuelven a abrirse a la historia. El crítico de la crítica, trapecista de circo, suele marearse mientras el trapecio oscila de extremo a extremo, recorriendo todas las posiciones posibles. Lo que creyó ver bien ya no está a la vista; nada está donde estaba, y en cambio aparecen caras en espacios antes vacíos. Entonces el crítico se arrepiente de haber escrito un libro sobre los métodos de la crítica. ¿Para qué, si mañana no se ha de ver lo que se ve hoy? ¿No hubiera sido más inteligente lucirse en la hazaña de criticar la literatura, en lugar de criticar la crítica, riesgo inútil, con algo de lunático y de mono, en un trapecio de circo? Quizá. Pero el libro ya está escrito, y algo se ha ganado. Supongamos que en el futuro haya que cambiar todos los ejemplos que ilustran nuestra clasificación de métodos críticos; supongamos que aun hoy esos ejemplos estén mal elegidos y los críticos mencionados, uno por uno o todos juntos, protesten porque se los ha clasificado mal o porque, al clasificarlos, se les ha mutilado el cuerpo; supongamos...; bueno, supongamos lo que supongamos siempre quedará, como ejercicio teórico, la clasificación misma; clasificación basada en la realidad que se muestra en la conciencia del estudioso de literatura: esto es, el circuito de la actividad creadora del escritor, de la obra que ese escritor ha creado y de la re-creación de esa obra en el ánimo del lector. Los estudiantes —a quienes dedicamos nuestro libro— podrían aprovechar

Enrique Anderson Imbert

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tal criterio para emprender, con mayor comprensión del oficio, investigaciones sobre cualquier aspecto de la literatura. Después de todo nuestro propósito es dar, no una historia de la crítica —aunque de paso la damos—, ni un panorama de los críticos de hoy —aunque también de paso lo damos—, sino las llaves para entrar, por tres puertas, en la literatura.

E. A. I.

Métodos de critica literaria

Harvard University. Cambridge, Massachusetts. Marzo de 1968.

martes, 28 de noviembre de 2023

EL NEOPOLICIAL COSTARRICENSE: MARIPOSAS NEGRAS PARA UN ASESINO Y EL LABERINTO DEL VERDUGO

 




Revista N.° 71

Enero-Junio 2022
ISSN 1409-424X; EISSN 2215-4094
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rl.1-71.1
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras

Acercamientos para una
definición de novela neopolicial costarricense
1

(Approaching a Definition of the
Costa Rican Neo-Detective Novel)

Sigrid Solano Moraga2

Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica

Ariadne Camacho Arias3

Instituto Tecnológico de Costa Rica, Cartago, Costa Rica

Resumen

Por sus características, las obras Mariposas negras para un asesino (2005) y El laberinto del verdugo (2010), de Jorge Méndez Limbrick, se acercan a la condición de novela neopolicial costarricense, inscrita en lo neopolicial centroamericano. Se analiza la relación de esas obras con el género. Se propone una serie de cualidadestales como la construcción de personajes completos, la exposición del realismo crudo y la presencia de la noche como elemento trascendental para el surgimiento del crimen, como base de un género que se empieza a definir y a difundir en la narrativa costarricense.

Abstract

Mariposas negras para un asesino (2005) and El laberinto del verdugo (2010), by Jorge Méndez Limbrick, come close to the condition of a Costa Rican neo-detective novel, within the Central American neo-detective framework. The relationship of these novels with that genre will be analyzed. A series of qualities will be proposed, such as the construction of complete characters, the exposure of crude realism and the presence of the night as a transcendental element for the emergence of crime, as the basis of a genre that is beginning to be defined and spread in the Costa Rican narrative.


Palabras clave: novela policiaca, novela negra, detectivesco, novela costarricense, neopolicial

Keywords: neo-detective novel, black novel, hardboiled, Costa Rican novel, neo-crime fiction


En Costa Rica el desarrollo de la literatura policiaca es relativamente incipiente. Según la crítica, el primer texto con características del género se remonta a 1926, seguido por dos crónicas policiales —escritas en 1966 y 1993— y un libro con relatos de sus autores, que se desempeñaron como policías, publicado en 1985. No es hasta 1993 cuando se publica Huellas de ceniza (1993), considerada la primera novela policiaca costarricense, cuya trama se avoca a descifrar un asesinato conyugal. A partir de ella, otros autores han incursionado en el género; entre ellos Jorge Méndez Limbrick, quien diversifica la construcción de la literatura neopoliciaca costarricense, ya sea mediante los recursos narrativos que utiliza, las temáticas que trata, la inserción del discurso erótico, la introducción de lo paranormal, la preeminencia de acontecimientos sucedidos en la ciudad de San José, la cual se transforma en un espacio viciado por los vejámenes de la prostitución, la injusticia social, las bajas pasiones, la perversión y el sadismo, que desarrollan Mariposas negras para un asesino (2005) y El laberinto del verdugo (2010).

En este estudio se evalúan las características de la nueva novela policiaca, mediante un acercamiento a las dos creaciones textuales de Méndez Limbrick respecto de sus similitudes con la novela neopoliciaca centroamericana y latinoamericana en general, y con las novedades que presentan. Con el fin de proponer una definición de novela neopolicial para el contexto costarricense, se considerarán aproximaciones teóricas de Paula García Talaván, Mempo Giardinelli y Leonardo Padura, quienes ahondan en el neopolicial latinoamericano, así como las tesis de Margarita Rojas y Daniel Quirós, quienes estudian los casos centroamericano y costarricense.

Acercamientos al neopolicial

Por sus cualidades, las obras Mariposas negras para un asesino (2005) y El laberinto del verdugo (2010), del escritor Jorge Méndez Limbrick, permiten un acercamiento a lo que empieza a consolidarse como novela neopolicial en el país. En general, las novelas de corte neopolicial son «escritas desde la década de 1980 en diversos países de habla hispana y portuguesa»4, que se distinguen de la policiaca tradicional por configurarse de acuerdo con el contexto sociocultural que las genera y por la necesidad de poner en entredicho ideologías implantadas. En el caso de Centroamérica, el nacimiento de una original y nueva novela policiaca empieza en la década de 1990, con Baile con serpientes (1996) de Horacio Castellanos, «que fue seguida por La diabla en el espejo (2000), El arma en el hombre (2001), y Ahora donde no estén ustedes»5.

Giardinelli subraya que el género policiaco tradicional incluye un contexto real como escenario narrativo y como elemento de denuncia que, a su vez, aporte verosimilitud, pues como menciona el mismo autor «la realidad estaba fuera de la ficción, y eso fue lo que incorporó el género negro: la realidad saliendo de la calle, metiéndose en el suburbio, en la miseria de la violencia cotidiana»6. En Latinoamérica, la producción de una narrativa policiaca, pero con matices imitativos respecto del género clásico, aparece en la década de 1940, con autores como Silvina Ocampo, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, quienes

accedieron a la novela policial a través de una práctica mimética que tiene como paradigma la ya, para ese entonces, agotada novela deductiva, antirrealista y esencialmente burguesa, para la cual la función lúdica se había convertido en la única posible7.

A partir de entonces se sientan las bases para que algunos años después se dilucide una novedosa narrativa de enigma, derivada del género negro; mas no fue sino hasta las décadas de 1970 y 1980 cuando se bautizó como «neopolicial iberoamericano», el cual comparte la exposición de violencia y corrupción, con autores como Pablo Ignacio Taibo II (México), a quien se le adjudica la creación de una nueva novela policial, de nueva producción latinoamericana que aborda la novela policiaca desde la estética de la novela negra8, así como Rodolfo Walsh (Argentina) y Ramón Díaz Eterovic (Chile)9.

Aun cuando sus rasgos y diégesis eran disímiles, las narrativas de dichos autores comparten la afición por los modelos de la cultura de masas, su visión paródica de ciertas estructuras novelescas, su propia creación de estereotipos, el empleo de los discursos populares y marginales y el eclecticismo, el pastiche, la contaminación genérica y esa mirada superior, francamente burlona y desacralizadora, que lanzan sobre lo que, durante muchos años, fue la semilla del género: el enigma10.

De lo anterior se deducen rasgos posmodernos en las producciones del momento, además de un lenguaje adecuado a los contextos y matices psicológicos. Para Quesada, en el neopolicial se presenta un misterio o problema social necesario de esclarecer a partir de los crímenes, es decir, el crimen oculta problemáticas sociales, condiciones de subalternidad y caos. Es la razón por la que el proceso para dar respuesta al enigma no es sofisticado, dado que el interés es presentar «contradicciones entre ley y justicia, así como el clima de violencia y de corrupción de las sociedades latinoamericanas, la exploración de los bajos fondos y de sus relaciones con los estamentos políticos»11. Con el panorama descrito, el autor propone el poder como elemento definitorio en la construcción de estas narrativas en Latinoamérica.

Como indica García Talaván12, en relación con el detective la novela neopolicial propone la construcción de uno imposible de ligar con los valores tradicionales de «bueno» o «malo», y atado a un realismo crudo vinculado con la exposición de sociedades abatidas por la corrupción. Estas construcciones narrativas se desvinculan de la novela policiaca tradicional, dato que manifiesta una sociedad deforme y que a su vez niega la posibilidad de resolver un crimen en una sociedad posmoderna13.

Neopolicial centroamericano y costarricense

Aunque autores como Padura no desligan el policiaco iberoamericano del centroamericano. Otros han estudiado su surgimiento de manera separada. Según Rojas, para el contexto centroamericano, hay una relación entre esta narrativa unida a la violencia y la ciudad, los conflictos civiles y sus repercusiones. En el caso de Costa Rica, país sin ejército desde 1948, su aparición tendría que ver con la ruptura de discursos establecidos como verdaderos en la modernidad, para dar paso a la posmodernidad, en tanto que las obras literarias se considerarían descentradas (no normativas, es decir, desligadas de las ideologías de poder) y reflejan el desarrollo convulso de las ciudades, la corrupción política y la de sus individuos a partir de su retrato inestable en los niveles psicológico y social, todo otorgado por un supuesto progreso, situación por la que el individuo propuesto en las novelas contemporáneas «abandona definitivamente la búsqueda de las utopías y deambula, solitario, por la ciudad de noche»14.

Asociado a ideas previas, para Quirós15 los cambios económicos surgidos en Costa Rica en las décadas de 1980 y 1990, debido —entre otras razones— a reformas neoliberales, llevaron al desarrollo de obras que exponen los males del país, que desvinculan la idea que se ha establecido en el exterior sobre ser una región idílica. Con estos cambios, Costa Rica se tornó como «un país de contrastes»16 que experimentó una división de clases; a su vez, se manifestó la corrupción, desigualdad y violencia, lo cual se relaciona con la aparición de obras como Huellas de ceniza (1993), de Enrique Villalobos. Asimismo, propone a Cruz de olvido (1999), de Carlos Cortés, y El año del laberinto (2000), de Tatiana Lobo, como obras que revelan la ruptura al modelo de paz, puesto que se emplea el crimen como instrumento ideológico y se realizan críticas a las instituciones

Chaves17, por su lado, propone que Costa Rica no cuenta con una producción abundante de géneros como romance, fantasía o terror, dado que hay una preferencia por obras de corte realista, y ubica el año 2000 como un periodo en el que se han publicado aproximadamente doce novelas (hasta ese momento) que se pueden inscribir en lo policiaco, entre las que menciona dos novelas negras, ganadoras del premio Aquileo Echeverría: Verano rojo, de Daniel Quirós, y El laberinto del verdugo, de Jorge Méndez Limbrick. Finalmente, propone a San José como espacio repetitivo en cuanto a la vivencia de crímenes, aunque rescata Guanacaste (tomando en cuenta la visión de Daniel Quirós, con Verano rojo) como microcosmos de problemáticas criminales.

En cuanto a Mariposas negras para un asesino (en adelante Mariposas) y El laberinto del verdugo (El laberinto), además de las características en la personalidad de un detective, la relación de crímenes con la ciudad y la ruptura con construcciones sociales normativas, se propone desenmarañar los crímenes cometidos a prostitutas del Valle Central costarricense en tanto se exponen los vicios de la sociedad.

Antecedentes

Las novelas seleccionadas carecen de estudios similares previos: al respecto, Montero18 elabora un estudio sociocrítico sobre los paratextos de Mariposas negras para un asesino, de Méndez Limbrick, en el que analiza algunos signos sobre el espacio citadino, la noche y los personajes. En otro estudio, se ha evaluado el trinomio sociedad-asesino-detective en La novela latinoamericana y colombiana: lecturas de las novelas Mariposas negras para un asesino de Jorge Méndez Limbrick y Scorpio city de Mario Mendoza19, en el que se establece un contraste realidad-ficción desde el que los autores definen San José como un submundo que quebranta la idea de una Costa Rica pacífica. A pesar del tratamiento a la novela, el estudio, por ser descriptivo y atado a la comparación con la realidad, no atañe a esta investigación.

En relación con dicha novela, en «La otra dimensión»20, Rojas reseña la obra en la cual confirma la relación entre esta Mariposas y otras obras literarias contemporáneas en las que se explora el espacio nocturno y citadino; evalúa el misterio de los personajes principales, aparte de que adelanta a los lectores un dato novedoso: la inexistencia de un final feliz que, además, por ser inesperado, resulta lúdico.

Por su lado, en Propuestas narrativas de la nueva literatura centroamericana: la novela policial21, se adjudica a Mariposas y El laberinto la construcción de un detective antimodélico por su cercanía con la ebriedad. A su vez, resalta la necesidad de su protagonista de dar respuesta al crimen.

Ante la información expuesta, el objetivo del estudio es exponer los rasgos de ambas obras de Limbrick, como parte del corpus de la neopolicial costarricense, cualidades que apenas se empiezan a definir en el espacio de la crítica literaria, dado que la eclosión del género en el país es relativamente reciente.

Construcción de un detective (y personajes) inclasificable en binarismos

En lo concerniente a la construcción del protagonista, la de Henry de Quincey, concuerda con la elaborada en la novela negra; según Colmeiro22, es imposible clasificar en oposiciones binarias o valores tajantes, debido a que se puede recaer en ambas clasificaciones dependiendo de la situación a la que se debe de enfrentar: en este caso, De Quincey, un investigador del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) se enfrenta a un juego (como la novela policial clásica lo propone), que a la vez lo llevará a tomar una posición ética (novela policial negra)23. Ese juego intelectual se establece en relación con la matanza de prostitutas y las trabas a las que debe afrontar el detective para resolverlo, producto de la situación del asesino, sujeto con gran poder económico, y con capacidades asociadas a la magia negra; cualidades con que infunden temor en otros personajes.

El juego ético en el que se inscribe el detective se acrecienta con el desarrollo de la trama. En un principio debe faltar a la ley, aun cuando se desempeña como policía, debido a un método investigativo poco convencional. Así, en Mariposas se acerca a las prostitutas, no como investigador sino como amigo y cliente: «No cabía la menor duda: su joven amiga tenía simpatía y predilección por la compañía de Henry en el bar, no había querido que eso pasara pero fue inevitable. Había sido imposible separar el profesionalismo a la predilección»24. Una prostituta, Jackie, además de ofrecerle sus servicios con continuidad, le informa de cuanto sucede en los alrededores.

Esta inmersión del detective también se repite en El laberinto, relato en el que De Quincey, después de un tiempo recluido en el manicomio, huye para esclarecer los crímenes y desenmascarar a Julián Casasola Brown, asesino cuya huella persigue. A lo anterior debe agregarse que para ocultarse De Quincey se metamorfosea en mendigo, para esconderse de sus pasados colaboradores, se ve obligado a estar junto a un filósofo destripador (compañero del manicomio), lo cual refuerza la idea de García de que «al contrario del detective clásico, el nuevo es vulnerable, se mete de lleno en la acción y sufre físicamente sus consecuencias»25.

Esa deconstrucción del personaje se observa en los demás personajes, dado que en el caso del villano parece accionar de manera corrupta su propio nihilismo y su deseo de seguir existiendo, por una necesidad humana: por ejemplo, en la narración, es evidentemente un asesino, pero ese lado humano corrompido —pero al fin y al cabo humano se justifica por la propia voz del personaje, mecanismo ante el que lector toma una posición en contra o a favor de los actos que «presencia», a través de la lectura.

Otro caso de esta construcción que intenta dar una perspectiva de «completitud», respecto de la caracterización la provocan las prostitutas dado que, aun cuando algunas refuerzan el estereotipo de belleza (típico del género negro), no se limitan al cliché y tejen personalidades bien logradas: «existen las muy interesadas, las aburridas, las simpáticas, las insoportables…»26. Ninguno de los personajes principales está regido por valores absolutos, lo que coloca a ambas obras como seguidoras del subgénero neopolicial, cualidad que podría relacionarse con obras literarias contemporáneas atadas a su cualidad posmoderna.

Diversidad de voces

La diégesis se manifiesta a partir de numerosas voces que, a la vez, recrean diferentes registros y estilos lingüísticos: la voz del mendigo, la prostituta, los médicos forenses, el filósofo, el bibliotecario, son algunos de los personajes que configuran un mundo narrativo verosímil, por sus personajes inclasificables en opuestos binarios, es decir, humanos.

Entre los recursos empleados para dar cabida a los discursos, se puede mencionar los mensajes por correo electrónico que simulan la voz de Jackie, prostituta y finalmente asesinada: «Querida Guillermina, estoy de nuevo frente al computador para terminar de contar el asunto de mi relación amorosa con Kiara»27. Se emplean, además, otros géneros literarios como la poesía: «Pobre vampiro jorobado/ cada noche/ busca rizos de seda/ porque algo de ti/ captura al vuelo/ sin que tú lo sepas»28.

Con respecto a recursos lingüísticos, fluctúan entre lo formal y lo informal, debido a la amplia gama de personajes, con distintas ocupaciones, que tienen contacto el detective (como el caso del filósofo, el profesor universitario y el archivero): por ejemplo, Felipe Ossorio, filósofo que conoce al detective en el hospital psiquiátrico, y tiene el papel de aliado y cambia del registro informal, como en este caso, al formal: «La muerte del Conde de Orgaz» es un cuadro hermoso para cualquiera de una cultura hispanoamericana, pero para un italiano y un florentino es un cuadro de gran tristeza»29.

Del mismo modo, acudir al monólogo interior y al devenir de la consciencia contribuyen a ligar un estilo con su respectivo personaje. Felipe Ossorio demuestra su complejidad, el discurso académico y su locura por medio de sus soliloquios: «Prudencia, paciencia, resistencia, resignación, constancia, fortaleza», las virtudes del sabio, según Séneca, y que el maestro nunca conoció. Ahora que me puedo subir como un enano de feria, como un bufón a la fiesta estúpida que es la vida»30. El personaje transita de la lucidez hacia la locura, de modo que se construye una imagen distorsionada a través de sus propias palabras.

Otro factor destacable es la dotación de voz a la otredad, representada por personajes alejados de lo normativo o de la autoridad. Un caso es el de las prostitutas, quienes a lo largo de Mariposas ayudan a esclarecer los hechos, al punto de que a veces desempeñan, junto con el protagonista, el papel de detectives. Un segundo ejemplo es el de los sicarios mexicanos quienes, por petición de Julián Casasola Brown, deben asesinar al Gran Archivero de la noche: «Pos sí, pero tenía que hacer otros trabajos, el centroamericano ese, a poco no nos paga… el güey temía soltar la lana hasta no ver la chamba terminada»31.

La obra muestra su heteroglosia; la posibilidad de la novela de incluir varias voces sociales: «El medio auténtico del enunciado, en el que vive y se está formando es el plurilingüismo dialogizante, anónimo y social como lenguaje...»32. Por otro lado, esta multiplicidad de voces establece lo que se ha descrito como «realismo crudo».

Realismo crudo: sociedad corrupta

Tanto Mariposas como El laberinto ofrecen descripciones que exponen la realidad más baja de la sociedad costarricense. Los vicios sociales se explican en detalle para dar la impresión de una ciudad en ruinas por la prostitución, la corrupción estatal, la ambición de poder, la estratificación económica, el individualismo y la soledad, el empleo de drogas, la violencia, el desenfreno sexual y la indiferencia más exacerbada, como se relata en el siguiente pasaje, en el que un hombre es agredido brutalmente: «Dobló una esquina y miró a unos jóvenes que golpeaban a un anciano… Era un pordiosero que tirado en el suelo sufría la ira de tres párvulos»33. Esta escena tendría por objetivo exteriorizar lo nefasto, un espacio social bajo y en decadencia para proponer una crítica, ante una realidad maquillada u oculta por el discurso oficial.

Lo mismo sucede con el accionar del detective, producto de la sociedad a la que debe enfrentar. El acto más injusto que vive De Quincey es su encierro en el manicomio. Las razones de este hecho no quedan esclarecidas del todo en Mariposas (se esclarecen hasta El laberinto), mas confabulan en su contra diferentes elementos de una sociedad corrupta (quienes saben la verdad acerca de Henry De Quincey, la callan por miedo a represalias, o por desinterés, sin dejar de lado que no se encuentran pruebas o evidencias para inculpar al asesino, dado que desaparecieron papeles, pruebas), que deja claro cuán intrascendente es la muerte de las prostitutas en San José, máxime en una sociedad patriarcal que las traduce como objetos de deseo, cuyos victimarios son hombres adinerados ubicados en las bases del poder.

Tiempo: la noche

A este panorama de una ciudad enemiga se suma la noche; no es un solo un personaje más sino el tiempo predilecto de Henry de Quincey tanto para investigar como para entretenerse, así lo afirma Rojas:

En esta novela, personajes y espacios revelan la existencia de un mundo nocturno paralelo a la de la vida diurna rutinaria: los hechos de sangre transcurren durante la noche; la marca que distingue al grupo de jóvenes prostitutas es el tatuaje en una parte del cuerpo no visible de una mariposa negra; junto con los transformistas y los investigadores de los crímenes, constituyen los habitantes propios de la noche josefina que dominan los acontecimientos criminales, cuyo autor se esconde bajo el manto de la Sombra34.

Al igual que en Mariposas, El laberinto transmite una integración de sus personajes con el espacio; proyectan un contexto contaminado o están imbuidos en este; incluso, uno de los aliados del detective, Juan Fernández, tiene como seudónimo de «El Gran Archivero de la Noche». Sus acciones contribuyen a desenmarañar los crímenes dado que funciona como una gran memoria conocedora por sus lecturas nocturnas y de él se explica «que el mote de Gran Archivero de la Noche se le quedó… porque las labores de archivero las trasladó a horarios nocturnos»35.

Los crímenes acontecen durante la noche, aunque algunos se descubren con la luz del día y el villano, la Sombra o Julián Casasola, transmuta en la oscuridad, dejando a sus espectadores dudosos entre las dos personalidades que controla: el joven apuesto y el viejo decrépito, como cuando Jackie lo ve en una discoteca:

¿Era él realmente? Traté de acercarme sin decir nada a nadie… insistí en contra de la burbuja que me retenía… que me retenía a la noche…que lo retenía a él […] Y en plena pista de baile, en el momento del encuentro, en ese juego de sombras y de espejos… el hombre desapareció36.

La noche, que la crítica analiza con amplitud, es el espacio predilecto de las novelas policiacas y neopoliciacas.

Transgresiones a la normatividad oficial

Lo dicho se liga con la ruptura de los discursos oficiales. Las novelas abren lecturas que representan la trasgresión de una sociedad normativa y, a la vez, sirven como crítica a los problemas que se viven en este siglo xxi, tal como propone Fraser: «La literatura siempre ha sido una de las vías de acceso a la expresión de problemas arraigados en nuestra realidad «extraliteraria»—y no so1o como reflejo de esta realidad, sino como una (re)creación activa de la misma»37.

Así, los modelos todavía presentes en la literatura del siglo xx muestran novedades, ya que en estos, según Ovares, «ha predominado la corriente realista y costumbrista en las letras costarricenses»38, aun cuando la novela no se desliga de lo que se está escribiendo desde la década de 1980:

En el ámbito costarricense, en las dos últimas décadas del siglo xx, los fenómenos ligados a la globalización o la «posmodernidad» replantearon desde nuevas perspectivas los viejos problemas, ya crónicos, asociados a los diversos proyectos «modernizadores» –el liberal y el socialdemócrata– a lo largo del siglo: la enajenación, el aumento excesivo del aparato estatal y la burocracia, el endeudamiento, el crecimiento macrocéfalo y canceroso del área metropolitana, las migraciones internas y externas, la contaminación o destrucción del ambiente, la penetración inasimilable de una cultura de masa cada vez más omnipresente, el decaimiento de la solidaridad y el diálogo y el incremento, junto con la cultura de competencia y del mercado, de un individualismo autárquico, la agresividad y la violencia39.

Problemas mencionados como la agresividad, el sentimiento de aislamiento provocado por el individualismo de los personajes o la violencia, son tratados en la novela para revelar similitudes con la realidad, a partir de lo ficcional, a partir de la que San José corresponde, como uno de los títulos lo indica, a un laberinto del que es casi imposible salir, viciada por la imposibilidad de organizar un espacio que creció desorganizadamente en el sentido social y arquitectónico.

Intertextualidad posmoderna

La obra de Limbrick es un espacio extendido de intertextualidad; se vale de múltiples textos para desarrollar su obra: mensajes por correo electrónico, música, literatura, personajes y culturas clásicas, lo cual, según Jameson, es un rasgo estético contemporáneo que se integra con modelos conocidos previamente y se emplean sin ánimos de sátira o parodia:

ahora nos encontramos con la «intertextualidad» como una característica deliberada e integral del efecto estético, y como operador de una nueva connotación de «lo pasado» y de una profundidad seudohistórica en que la historia de los estilos estéticos desplaza a la «verdadera» historia40.

Otro caso de intertextualidad consiste, según Frank Evrard, «en hacer eco de múltiples voces sin reducir su diferencia propia»41, tal como se muestra con el uso del correo electrónico en Mariposas negras para un asesino, elemento que, además de funcionar como medio de comunicación entre Jackie y Guillermina, su amiga en España, genera información para el lector sobre le focalización de la mujer: sus sentimientos, relaciones con el detective, percepción sobre el asesino, pistas sobre las muertes de sus colegas y su amante; por ende, es un elemento fundamental en la creación de expectativa y enigma.

Rasgos particulares

Se observa la inscripción de un discurso histórico dentro del texto. A través de la narración, se propone una evaluación del desarrollo de la sociedad costarricense de un siglo, la cual abarca desde la evolución arquitectónica de su ciudad capital (o involución, dependiendo desde dónde se mire), hasta la mentalidad y modos de accionar de sus habitantes.

La novela expone su carácter dialógico al establecer un juego filosófico con el lector, de modo que no solo el personaje principal se vea inmerso en un debate ético en relación con la posibilidad de encontrar la inmortalidad a partir de las ventajas económicas con las que se cuente; el lector también lo experimenta: estas elaboraciones filosóficas, generadas en ambas novelas por Casasola, el filósofo y el archivero, rompen con la linealidad del relato, mediante constantes digresiones tanto a la Costa Rica de principios del siglo xx, como a la época medieval. El proceso dialógico también ocurre debido a que, aun cuando ambos textos literarios constituyen relatos que pueden leerse de modo independiente, unidos logran desentrañar los enigmas que en Mariposas no son respondidos; es decir, se propone un final cerrado (con solución).

Aunque es habitual percibir como solitario al detective, no siempre lo está solo ante al mundo, característica que Padura señala como una superación del detective solitario tradicional42. Pese a presentarse en muchas ocasiones como sujeto marginal, siempre obtiene ayuda de personajes integradores: en Mariposas, es la prostituta Jackie; en El laberinto son el archivero, la abogada y el filósofo; de hecho, es este último, quien desempeña un papel trascendental que solo se justificará al final del relato, ya que huye con De Quincey luego de haber asesinado a otros pacientes (su séquito de estudiantes), además de que es quien toma su cuchilla para asesinar a Julián, un artilugio que, a la vez, sirve para liberar al detective de toda culpa, pues actuó en defensa propia.

Otro rasgo importante por mencionar en la narrativa policiaca de Limbrick es el papel de la mujer como factor descriptivo erótico (en Mariposas) y, a la vez, como narradora detective (en los primeros capítulos de El laberinto). El erotismo, entendido como el amor físico en el arte, es explícito en la relación lésbica entre Jackie y Kiara: «Decía que el encuentro fue sensacional. Nos besamos y acariciamos lentamente. Recorrimos con los dedos nuestros cuerpos, después comenzamos a saborear y oler cada rincón de nuestra piel. Después fuimos conociendo las rutas de los placeres más inconfesados, interpretando…»43.

Se presentan otros vínculos transgresores en cuanto al género tradicional u otras relaciones heterosexuales pero tabú como, por ejemplo, en los intercambios sádicos entre las prostitutas y sus clientes los cuales, en algunas ocasiones, devinieron en crímenes. Entre otras rupturas, cabe señalar el papel que desempeña Beatriz Muriel en los primeros capítulos de El laberinto, en cuanto a la reconstrucción de los delitos. Beatriz responde a un elemento novedoso en la literatura policiaca centroamericana, ya que es frecuente que el detective sea varón, a lo que hay que sumar otras voces femeninas igualmente importantes como en el caso de Mariposas, en la que Jackie es la voz alternativa encargada de focalizar el espacio de los bares y de la prostitución por medio de los correos electrónicos a su amiga Guillermina. Por las cartas conocemos la personalidad de Henry de Quincey y los sucesos que envuelven los crímenes (relaciones de prostitutas, escenas de crímenes, descripciones de Juan Casasola transmutado en joven).

Finalmente, como característica disruptora, el desenlace de Mariposas constituye una particularidad que podría dejar insatisfecho a un lector acostumbrado al típico final del género policíaco, debido no solo a que el crimen no se resuelve, sino que el protagonista acaba en el manicomio: «No hay desenlace feliz y lo narrado se vuelve un juego con (o contra) el Lector. ¿Hay o no un atentado contra las leyes del género de la policiaca?»44, sino que deja abierta la trama que continuará en El laberinto. En esta obra, continuación de Mariposas, se resuelve el conflicto: el detective logra acabar con el germen del mal, a pesar de que queda con grandes dudas (al igual que el lector), lo que expone una vez más el carácter imperfecto del detective de la neopolicial y su acercamiento a un modelo cada vez más alineado al contexto en el que se va desarrollando.

Conclusiones

Mariposas y El laberinto comparten cualidades previamente establecidas para el neopolicial, por lo que se dilucida una definición para dicho género en el ámbito costarricense, aunada a un recuento de otros elementos propios, presentes en las obras estudiadas. En primer lugar, al igual que el género neopolicial centroamericano, ambos textos no se sustraen a la desacralización respecto de la sociedad que representan, mediante una mirada paródica de las instituciones y figuras de poder (policías, detectives, OIJ, por ejemplo). Como propone Quesada45 sobre el neopoliciaco, los crímenes que se deben desentrañar desnudan un sistema de poder opresivo, en este caso, producto de la corrupción y demás vicios sociales, como la prostitución, la injusticia social o las bajas pasiones.

Al mismo tiempo, tal como sucede en algunas instituciones del país, el detective no expone cualidades ejemplares; por el contrario, De Quincey es un sujeto inestable por sus problemas psicológicos y económicos, así como por sus divagaciones morales: consume alcohol en exceso, lo internan en un hospital psiquiátrico, se viste de indigente y termina sin recursos económicos para subsistir. La degradación del personaje es total, sin matices.

Como parte de la degradación manifiesta en ambas obras, la presencia del cronotopo ciudad/oscuridad, definido previamente por la crítica, es un personaje más, testigo del caos de la ciudad que se muestra tanto en su infraestructura laberíntica como por los sucesos violentos que acontecen en ella. Los barrios peligrosos, las «zonas rojas» las calles estrechas son los espacios ideales para el surgimiento de la violencia, la corrupción y cualquier otro mal, que repercuten en los diferentes estratos sociales como reflejo de la inexistencia del orden.

Las obras descritas no exponen un restablecimiento del orden público, respecto de lo que coincidimos con Rojas en cuanto a que las obras neopoliciacas no desembocan en finales felices. Antes bien, con recursos como la heteroglosia, construyen un microcosmos caótico e integrador de voces marginales (como mujeres que ejercen la prostitución o pacientes psiquiátricos). Tales cualidades componen el realismo crudo con sus seres humanos flagelados y corrompidos por el sistema, la injusticia y la soledad humana.

Debido a la eclosión de una producción literaria ligada a lo policiaco en las últimas décadas, es fundamental continuar una crítica que evalúe las tendencias y particularidades que se están definiendo en el contexto literario costarricense. Considerando lo anterior, en este estudio se establece una relación entre distintas características de las obras y un género en desarrollo, por tanto, aunque no novedosas —puesto que se repiten por pertenecer al mismo género—, son necesarias de evaluar para definirlo y organizarlo.


1 Recibido: 20 de julio de 2021; aceptado: 19 de octubre de 2021.

2 Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje;  https://orcid.org/0000-0003-2022-7491. Correo electrónico: sigrid.solano.moraga@una.ac.cr

3 Escuela de Idiomas y Ciencias Sociales;  https://orcid.org/0000-0002-1044-3513. Correo electrónico: arcamacho@itcr.ac.cr

4 Paula García Talaván, «La novela neopolicial latinoamericana: una revuelta ético-estética del género», Cuadernos Americanos 148 (2014): 63-85.

5 Margarita Rojas, «La narrativa policíaca», Repositorio UNA, (2012), ˂http://www.repositorio.una.ac.cr/˃.

6 Mempo Giardinelli citado por Vania Barraza. «Nueva novela policíaca: un nuevo modelo exegético», Mester 22 (2003): 155-178. DOI: https://doi.org/10.5070/m3321014593.

7 Leonardo Padura, «Modernidad y postmodernidad: La novela policial en Iberoamérica», Hispamérica 28 (1999): 37-50.

8 Margarita Rojas, La ciudad y la noche: la nueva narrativa latinoamericana (San José: Grupo Editorial Norma, 2006).

9 Padura, 44-45.

10 Padura, 41.

11 Uriel Quesada, La historia como misterio: novela policíaca de América Central y Cuba (tesis de doctorado). (Nueva Orleans: Tulane University, 2003) 5.

12 García Talaván, 68.

13 Barraza, 158.

14 Rojas (2006),16.

15 Daniel Quirós, «Más allá de la paz: literatura de crímenes en la Costa Rica contemporánea», Memoria de crímenes: Literatura, medios audiovisuales y testimonios (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2017) 119-142. DOI: https://doi.org/10.2307/j.ctt201mns5.11.

16 Quirós, 121.

17 Fernando Chaves, «¿De qué habla la novela negra en Costa Rica?», La Nación (25 de noviembre de 2015).

18 Shirley Montero, «Las cartografías cognoscitivas del espacio urbano en Mariposas negras para un asesino» de Jorge Méndez Limbrick». InterSedes: Revista de las Sedes Regionales 9 (2008), 203-223. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/666/66615066015.pdf.

19 Víctor Ciendua y Danny Moya, La novela negra latinoamericana y colombiana: lecturas de las novelas Mariposas negras para un asesino de Jorge Méndez Limbrick y Scorpio City de Mario Mendoza. Tesis para optar por el grado de Licenciatura. 2011.

20 Margarita Rojas, «Reseña de la novela Jorge Méndez Limbrick», Ancora, La Nación (22 de enero de 2006), 10.

21 Rónald Rivera Rivera, «Propuestas narrativas de la nueva literatura centroamericana: la novela policial», Pensamiento Actual 14, 22 (2014): 55-63.

22 José Colmeiro, citado por García Talaván, 65.

23 García Talaván, 69.

24 Jorge Méndez Limbrick, Mariposas negras para un asesino (Heredia: Editorial Universidad Nacional, 2005) 271.

25 García Talaván, 69.

26 Méndez Limbrick (2005), 269.

27 Méndez Limbrick (2005), 79.

28 Méndez Limbrick (2010), 199.

29 Méndez Limbrick (2010), 112.

30 Méndez Limbrick (2010), 130.

31 Méndez Limbrick (2010), 375.

32 Mijail Bajtín, Teoría y Estética de la Novela (Madrid: Taurus, 1989) 90.

33 Méndez Limbrick (2005), 360.

34 Rojas (2006), 10.

35 Méndez Limbrick (2010), 236.

36 Méndez Limbrick (2005), 190.

37 Benjamín Fraser, «Narradores contra la ficción: La narración detectivesca como estrategia política», Studies in Latin American Popular Culture 25 (2006) 199-219.

38 Flora Ovares y otros, La casa paterna (San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1993) 33

39 Álvaro Quesada Soto, Breve historia de la literatura costarricense (San José: Editorial Costa Rica, 2012) 125.

40 Frederic Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado (Barcelona: Paidós, 2011) 41.

41 Evrard, citado por Rojas (2006), 213.

42 Padura, 48.

43 Méndez Limbrick (2005), 73.

44 Rojas (2006), 10.

45 Quesada, 5.

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