
CH. PERELMAN y L. OLBRECHTS-TYTECA
TRATADO DE LA
ARGUMENTACION
TRAI>II<:CI~N ESPA~~OLA UF.
IIJI.IA
SEVILLA hlllúi>/
Titulo uiipiiial: TRAITE DE L'ARGUMEWATION. LA NOUVELLE
KIITTOKIQUE, 5.' d.
D~pOsilo Legal: M. 27363-1989.
ISRN 84-249-1396-5.
1mpre.o cii trpahu. Yrintrd iii Spain.
f;rPfici. <:hiillur, L(. A,. Siiiilicr Paclieca, 81. Madrid. 1989. - 6247
Mientras que la Edad Media y el Renacimiento entciidieron y
cultivaron la dialéctica y la retórica aristotelicas, la Edad Moderna
de racionalismo hegeiiiónico. las margiiio.
Ello significa. por tanto, que la suerte histórica de la retbrica
ha estado ligada a la valoración gnoseológica que. eii las disrintas
épocas, se ha hecho de la opinioii en su relacibn con la verdad.
Para quienes la verdad puede surgir de la discusion y el coiitrasre
de pareceres, la relórica ser.4 algo m6s que un siniple medio de ex-
presión, un elenco de técnicas estilisticas. conlo la consideran aque-
llos para quienes la verdad es friito de una evidencia racional o
sensible. Esto explica que Con el predominio del racionalisino y el
ernpirismo en la filosofía de los siglos xvir al xix la retórica fuese
reducida en los planes de estudio a tina especie de estilistica. Es
con los sistemas caracteristicos de finales del xix y de este siglo
(pragniaiismo, historicisrno. vitalismo. axiologia. existencialismo ... )
cuando se empiezan a sentar las bases para la rehabilitacibn de la
retórica y la teoria de la argumcritacibn.
Este resurgimiento de la retórica está también estrecliarrieiite ie-
lacionado con circunstancias politicas y sociales. El desariollo cn
Tornado del Trufodo hrslciriro roliirida del desinterés y olvido en que yacid la relorica
eii épwas pasdd~a radicaria en la eslructiira dogiiiálica, autoritaria,
coercitiva, en una palabra, aniidemocratica, de aquellas sociedades.
En la primera mitad de este siglo, la retúrica habia degenerado
en la enseñanza media europea: una asignatura llamada «Elrmetiros
de retórica», recuerda Perelinan, venia a reducirse a un aprendizaje
de memoria de una lista de figuras retóricas en consonancia con
la nocioii vulgar que identifica retórica con estilo florido, elocuen-
te, un arte del lenguaje. En esta noción se Iia perdido ya casi por
completo la definici6n aristotblica (arte de la persuasion), la de Ci-
cerón (docere, niovere, placere) e incluso la de Quintiliano: ars be-
ne dicetrdi. donde el bene tiene una triple connotación de eficacia,
moralidad y belleza. Más concrelamente, la retórica que perduró
en los planes de estudio durante los siglos xvii. xviri y xut iuc la
equivalente al Libro 111 de la Kelórica de Aristdteles, es decir. una
retórica nada relacionada con la formacidn de la opinión, sino re-
ducida a manual de estilo o tecnica expositiva. Iniciadores de esto
fueron los franceses Pierre de la Ramk y Talon (siglo xvli).
Por otra parte, si en nuestro siglo ha tardado tanto la retórica
en resurgir en Occidente. a pesar de una larga tradiciún democrati-
ca, ello se ha debido al prestigio prepotente de la ciencia positiva.
a causa del cual nada se consideraba persuasivo si no se amoldaba
a criterios estrictamente cieiitificos, cosa que no cumple la retóri-
ca 2. La lógica de nuestro siglo se ha decantado en exclusiva hacia
la lógica foiniai, demostrativa, arrojando así al terreno de lo ilógi-
Cf. Joidi Berrio. Teorio socio1 de lo persuarrón. Barcelona. Ed. Miire. 1983.
p&r. 34-50,
' Cf. Ch. Prrelman y L. Olbrechls-Tytcca. liairi de /'úrgutnenldion (Lu
rtriuaelle rlzéronyur). 3.' ed.. Éditioiir de I'Uiiivcniri de tlruxrlles. 1976. ~á~a .
37.38.
Prólogo u lu edicrón e~poñulu
Y
co, de lo irracional, todo el cuiiteiiidu de las ciericias Iiiiiiialiaa Y
sociales. que. EOIIIO la ~tica, sc resisten i(
una l'ui~i~ali~acii>~i
sólo
posible con verdades uriiversalnieiiie cnriviiiceiite~. deniostrables con
pruebas constrictivas '.
Asi, el prestigio que desde finales del siglo pasado hahia adqui-
rido para el pensador occidsiiial la lógica formal, indu~.ia a ver
la retórica como tina antigualla iriecu~~erablr.
Reducida. pues, la rctórica a arte de 13 expresión, perdió lodo
interes filosófico. no siendo extrano por ello que no aparerca el
támino retórica ni en el Vorobu1ar;o téc.n;.nico y crítico de lo/ilos»-
Jiá, de Andrk Lalande, ni en la norteamericana Enc~clopedia o/
Philosophy (1967). Laguna subsanada, sin embargo. por e1 Diccio-
norio de f~losofia de Ferrater Mora.
No mejor suerte ha corrido la retórica en los paises socialistas,
en donde ha sido considerada como un simbolo de tina educación
formalista, inútil. burguesa. anti-igualitsria,
Por esto no es nada extraño que hasta hace apenas unos dece-
nios la opinión predominante sobre la retórica hü sido peyorativa:
sinónimo de artificio, de insinceridad, de decadencia. Iricluso ac-
tualmente la retórica todavía tiene connotaciones peyorativas: «es
un retórico>,, «no iiie vengas con retóricasi>, etc.! son expresiones
que indican que el terniiiio retórica se asocia más o menos con la
falsificación, lo insincero, la hinchazón verbal, la vaciedad concep-
tual ...
Las causas de esa mala fama aparecieron ya en la epoca
postciceroniana cuando la retórica, por las razones politicas que
tan acertadamente analizara Tácito en SU Diúlugo de oradores, cm-
pero a perder su dimensión filosófica y dialictica. reduciéndose pau-
latinamente a un redundante ornamento; en otros términos. la retó-
rica aristotklica se vio reducida al L.ibro 111, iiueiitras que los dos
primeros iban siendo relegados '.
' Ihidetn, 34-35.
' i f K. Spaiig. iii~damenros de ietórra. Pdmpldiia. 1:tINSA. 1919, pap 13
10 --.
Trotado de lo argurnwraci~jn -
Históricaniente. la retórica fue adquiriendo connotaciones nega-
iivas a medida que se iba desvinculando de la filosofia con la que
1'1aión y Aristóteles la Iiabian fecundado. Reliabilitarla significaba.
üiite todo, devolverla al sitio que ocupaba dentro del Corpus filosó-
fico en el pensamiento de Platón y Aristóleles.
Muchas disciplinas,
qiic han aspirado vanamente a verdades apodicticas sólo contienen
opiniones verosímiles. plausibles; por tanto, sus argumentaciones
dehcn permanecer «abiertas» a una continua discusión y revisión.
El aiige de los medios de comunicación de masas y de la vida
democrática en un creciente número de países explican los esfuerzos
qiie se están realizando en la segunda mitad de este siglo desde
inúltiples direcciones para reliabilitar la retdrica clásica como arte
de persuasión, porqiic «en las sociedades contemporárieas. los mé-
todos para obtener la adhesión vuelven a tener una gran actualidad;
diríamos más, la tienen en un grado superior a ninguna etapa anle-
rior de la historia)) '.
Aunque quizá demasiado lentamente, el pensamiento occidental
de esta segunda mitad del siglo xx ha venido rehabilitando esta
parie de la lógica arislot8lica ', que es necesaria, segun Aristóte-
Ics ', no sólo para la vida prkctica (decisión, eIecci6n). sino para
la fundamentación de los primeros principios del saber. En efecto.
la rehabilitacinn actual de la retórica es debida sobre todo a filóso-
fos, aunque paradójicamente fuesen éstos qtuenes la denostaron dii-
rante dos mil anos. Para muchm fil6sofos, hoy la retórica es un
' J. Berno, op. cit.. pág. 12.
No EC mmprcnde por que no se incluyó la rctorica dentro del drganon. iQuizl
i,oi no habcrla considerado parie sino antiiirnfa (cumplemento) de la dtal&ctica?
('reo quc aqui radica el principal motivo de su merainaci6n y malenlcndimiento
Iii>ii>rieo.
'
~óp;ior, 1 2. IOlb, 1-4; ~licuni~ornúqueu.
iu:n. i910, p&. 7.
13. 1094h 12-28. Citado por Perelb
Prólogo u lu erlición espailolu -~
I I
~
iiiedio para sacar a la filosofia de su «inip.iw y dailu diiiiciisii,ii
iiiterdisciplinar '.
Por cso, la nueva relórica está sieiido considerada un iiiipoiian-
te halla-rgo para campos filos6ficos cuino la filosofia dcl derecliu.
la 16gica. la éiica y, en general, para todo aquel sabei qiir depeiida
de la razón práciica.
Por otra parte, resulta lógico que en la rehabilitación de la retó-
rica clásica baya influido mucho la rehabilitación nias tarde bajo el lilulo dc Lug;qiir ri rhnu-
r;que y reimpresa dos anos mas iardc cn su ririmera obra aicnhii rnbrc IJ cucsiiuii,
Rhe'lrique el phiiosophie, PIIF. IYSZ, a la que sigui*. rii 1958. 7iuiir , cn Mind, 1936; «L'Zquivalence.
I'iib.
1 a d+finiiiuii d la soluiion des parsiloxcs de Ri~rrrll», en L'enseignemcnr tilillhénto-
liyre. 1937.
'* Vid. M. Dobrosielski. Xclc5rico y Idgiro. Mixico, Universidad Nacionai de
MCxico, 1959 (irld. del polaco piir J. Kaiiiinskr).
No he podido ciiudiri csir libro, que, regiin parece. se tialla agotado. No
referibkL~,-aCCw.
desde
pruchas wlameiirr probables. razonahlcs,
..
1CspmragMemenre;
. .. - - -.
.
1-0 paradójico de su teoría de la argumentaci_es,q~~Perelman
noJJega
a ella desde la retiirica,a
la que en un principio i g a a .
El redescubrimiento de la relórica es frko de SU m~d i ~~n~ob r e
el c o i i o c i m ~ ,
la lógica. Así ve que, desde Descartes,
la
coiiipetencia de
la razón ha estado limitada al campo lógico-
matemático. Pero eso modelo racional único, more geometrico, no
.
d..---.-.
es apli&leaJ
5-0
de las oginiones -.-_ plaus%les,
..,________
resulta asi yn..canipo.~~~~aa.lo..ir~acio&~~~las
. _. . v~~o sTZ~~?~
instintos
y a kt-v$tng&or otra parte. las verdades eternas, inamovibles,
1'ói;adas por el razonamiento formal, resulta que también están his-
rorica, psicológica y sociológicamente determinadas, con lo que el
pensamiento apodictico-demostrativo y el dialéctico-rethico están
,ubre iiii auditoriu, son vislas a ganar o aunierilar su adhesi6n a lar tuir prebeniada$
L> >u ~~erm~irnieot~~~.
-
Prólogo a la edición cspaFiolu
17
~-
~- ~
mas iiitcru>nectados de lo qiic una episleniologi;~ dc ci~iii' 111;1181ii-
co, cartesiaiio o positivista qiiisiera a~ltnitir 'l.
La tarea rehabilitadora de Perelman siirgc, pues, de la ieoiia
clásica del conociniieiito, de la deiiiostración y ile la deliriicii>ii dc
la evidencia (un tipo particular de adlicsibn).
Sii nueva retórica se va a centrar, pues, en el sst~idio de las
estructuras argumentativas, aspirando a ser una discipliiiii lilosúfica
moderna con dominio propio: el análisis dc los medios uiilizadus
por las ciencias humanas. el derecho y la filosofia, para probar
sus tesis 23.
La nueva retórica consiste, por tanto, en una teoria de la argu-
mentación, complemeniaria de la teoria de la demostracióri objeto
de la lbgica formal. Mientras la
.
ciencia
se basa cn!a .c&p.teorer~:-'
caLcon SIIS c~ztegorias de verdaQ~i@$i&.y~-get.~d?~~~@pst[?~
~
..
tiy~r:!~,B~~$~.c~~.la..d~a~e~c?,y
la filosofia se
.
. basan
, .
,.
en la
.
,
_.___
razón
,
m~cEo~~~~~~ias.!~.~~j~io~6miiii~ia
becisk%~m.~az~.~~&k
y su m&todo..arg~m-e~!~~~~~~&~~&npIi.
La razón reorftica se su-
pedita a la razón práctica, porque la nocióii de justicia. alumbrada
por esta, es la base del principio de contradiccióii, supuesto funda-
mental de aquélla.
Gracias a este nuevo método argumentativo, Perelman cree que
ya es posible a licar la razón al mundo de los valores. de las ~91;-
mas, de
. ... .. .- -. ..
acci6n.
Tal va a ser el mayor logro de sil teoria de
la argumentación, que es un golpe tanto al irracionalismo corno
al dogmatismo racionalista.
Con tal objetivo, Perelman va a investigar la razón concreta
y situada. Establece relaciones interdiscipliriares. sobre bascr nue-
vas, entre diversas ciencias humanas y la filosofia; margina lo qiie
la retórica tuvo de estética y teoria de la ornaineritación: la orna-
mentación (drleclurel retórica no entra en las preocupaciones de
,2
Piensese en la teoria de las paradipiiins cieniificar Iievolacione~ en Ir rii.iiii.iJ
de Kuhn.
'' Vid. Flore~u. op. rir., psg. 166.
18 --
Tratado de la argurnentucióri -
la nueva rctórica. corno no eiitraba sino taiigeiicialiiiente eii la
aristi>tL:lica.
Es cic-rio que cl éxito de la obra de Perclman se de& a la favo-
rablc coyunhird de sus tesis: se hacia seniir la necesidad de extender
la razóii a un campo del que habia sido desterrada desde Descartes.
I'ero,
aparte de su oportunismo, su competencia es indiscutible y
su mérito indudable.
Por otra parte, Perelman tuvo ocasión de poner en prdctica sus
ideas con su actividad en la UNESCO, en la que destaca la simpatia
demostrada por los países socialistas, en uno de los cuales, Polonia.
nació y vivió hasta los doce anos 24.
Perelman podría ser considerado el Cicerón del siglo xx, en coan-
to que gracias a el se opera una transición «inversa* en la ret6rica:
de la ornamental a la instrumental, correspondiendo al diagnóstico
de Tácito de que democracia y retórica son inseparables. Si bien
la democracia politica, «formal», ya era un hecho secular en la
mayoria de los paises europeos, y ello podria contradecir a Tácito
por haber existido democracia sin retórica inslruiiienlal, sin embar-
go, la verdadera democracia cultural s61o ha llegado a Europa con
el pleno desarrollo de los medios de comunicación de masas.
Su Tratado de lo argumentación (1958) podría ser valorado. sin
incurrir en exageración, como uno de los tres grandes de la historia
de la retórica, al lado del de Aristótdes y el de Quintiliano.
Sobre la cantidad y la calidad de la aportación de la colabora-
dora dc Perelman, L. Olbrechts-Tyteca, a su obra en general y so-
bre todo al Tratado de /u argumentucidn, no podemos hacer sino
conjeturas. Parece que en el Tratado ésta se limitó a buscar y selec-
cionar los textos antológicos que ilustran la teoría. Por cierto, creo
que tiene razón Oleron al lamentarse de que estos texios ilustrativos
del Tratado no estuviesen tomados de la prensa contemporinea,
en lugar de ir a buscarlos en los autores clásicos. La coniodidad
Prólogo a la edición espaítola - -- -
de esta opción es evidente, pero cI ariacronisnio de qiie a~loleccii
dichos textos les resta interés y claridad.
Una de las pruebas más clara5 del éxito drl peiisaiiiieiiio pcrcl-
maniano es, sin dude, el haber creado esfuc'la. Desde los anos 60,
eii toiiio a Perelmaii se fue consolidaiido CI llan~ado Grupo dc Brii-
selas. de modo similar a corno en toriio al maestro de Pcrcliiiaii,
el suizo Gonseth, habia surgido el Grupo de Zurich, del qur Percl-
man fue también uno de sus más destdcados iniembros. Las aporta-
ciones del Grupo dc Bruselas sori de lo más importante para la
actual filosofía del derecho y prueba de la fecundidad interdiscipli-
nar de la teoria de la argumentacióii.
Entre Rhélorique el philosophie (1952) y el Trairé de I'argurnen-
tation (1957), la polaca Marian Dobrosielski publica un trabajo "
critico que pone de manifiesto las carencias iniciales de Perelman,
así como la evolución y los avances que representó el Traité. que
vino a resolver varias de las objeciones de Dobrosieslki.
Empieza echando en falta Dobrosielski iin desarrollo sistemati-
co de una teoria retórica. aunque reconoce que Perelnian ya lo tie-
ne prometido: sera, precisamente. el Traité 26. Hhélorique el philo-
sophie es, en efecto, una recopilación de articulas publicados en
revistas; por eso parece injusto ese reproche de asistrmdtismo. Para
Dobrosielski, las principales objeciones que se le pueden plantear
a esta obra de Perelman. que trailuce claramente el intento de reha-
bilitar la retórica arislotélica enriqueciéndola y adaptándola al rnundo
actual, serian las siguientes: - Fallan los principios filosóficos que sirven de base al concepto
de retbriw. - No consigue hacer de la retbrica una disciplina científica inde-
pendiente.
" Es un anlculo riiulado «Logika a rrtorykrn y publicado en la revirls de la
Universidad de Varsovia. niim. 4. 1957. Mariaii Dobrusislsli Iiace cri 61 uiia cri1ii.r
de «Rheiarique el Pl!iloraphic*. -" Vid. I>obrasielski. op. cit. pis. 422.
- I'oiiia de la didectica de Coiiseth principios rubjeiivistas y relati-
vistas 11uc nic~;iii al cuiiociniiaito objetivo dcl niundo. - No Logra 'definir la esencia de la relbrica. - Su concepto interdisciplinar de la retórica amalgama sociología.
psicalogia, srniántica. No parece tener un objrlo especial (Gor-
!$as). - Se aparta de la pr&ciiea, porque no conten~pla otros modos de
persuadir ".
No podemos detenernos a discutir ahora la pertinencia o no de
estas objeciones. Limitémonos a subrayar la última. lamentando
rliic Pereliii;in, a lo Iürgri de toda su obra. haya restringido su ertu-
dio a los iiicdius racionales de argumeiitación. distintos de los de
la lógica forn~al, y no contemple apenas otros medios persiiasivos
a menudo mas eficaces para alcanzar ese objetivo de.conseguir o
aumentar la adhesión de alguien a las propias tesis. En este sentido,
Perelman sigiic la tradición occidental que, como en Pascal y en
Kant, tiende a valorar negativamente toda persuasión no estricta-
mente racioiial.
A pesar de estas limitaciones, Perelman amplia considerablemente
el campo de la nueva retórica en comparación con el de la antigua:
prescinde de que los argumentos persuasivos sean orales o escritos;
se dirige a todo tipo de auditorios aristotclicos correspondientes a
los géneros retóricos deliberativn, judicial y epidictico; la retórica
aristotélica se había olvidado tambin del metodo socrático-plat6nico
del diálogo, qiie es el arte de «preguntar y responder. de criticar
y refutar», en suma, de argumentar, y que, obviamente, es más
dialáiico que los otros tres géneros ret6ricos
Para esta ingente tarea, Perelman sabe aprovechar diversas apor-
taciones interdisciplinares. coino los estudios de psicología experi-
menial de las audiencias (Hollingworth, The Psychology of the
Audiences. 19351, con fines de propaganda política, religiosa y co-
l'
Vid. Ibiilrnt. pig. 433.
3" 'id. h
I'cp cii.. pag. 164.
M. Dobrosirl~ki, o". ril., pág. 423.
38 «LSidéc dr dialsiique aux tnireiiecis rl* Zurich». piy. 32, chudo por J. L
Kinneavy, «Caiiemporary Rheioriot. en W. Bryaii Horner (rd.). Ihrpri~ier8r irurr 0,
and cunioirporory rhrroti<, pag. 179.
siholurship in h~~urirril
22
Tratado de /a argumentación --
La csctiv'
~~dialéctica
ha preteiidido siiitetiwr, siiper;indolos.
el racioiialibii~o c irracioiialismo tradicionales. Esla siritesis dialecti-.
ca superadora ha de ser siempre una tarea «abierta>), una cexpe-
risncia pcrfeccioiiablen. Una ciencia que se someta a una «expe-
riencia siempre dispuesta a re~lificarse a sí misma, no necesita
partir de «primeros principios)) evidentes, ya sean fruto de una iti-
tuición (inetafisica Iradicioiial) o de una hipótesis (axiomática coii-
leinporanea). «La ciericia dialéctica no es una ciencia acabada sitio
uiia ciencia viva (...).
Por eso puede ser, segun Gonsetli. al mismo
tiempo abierta y sistemática ... » ".
Perelman coincide con los neodial6cticos en rechazar la noción
de una filosofía primera (protofilosofia); la filosofía debe ser regre-
siva, abierta, revisable. A pesar de lo cual. Perelman recha . ser
adscrito a una escuela concreta. Se considera pragmatista en el sen-
tido m65 amplio del término. La filosofia m debe tener un fin en
si misma, debe perseguir la elaboración de principios dirigentes del
l
pensamiento y de la acción.
Eii este sentido. el articulo más programhtico de Perelman quizá
sea el titulado ~Filosofias primeras y lilosofias regresivas)). En las
primeras incluye todos los sistemas occidentales, de Platón a Hei-
degger, sistemas a los que considera Perelman dogmhticos y cerra-
I ' l i i~~i i~ise
r
t l ~
sobre principios absolutos. va-
lores y verdades primeras, irrecusablemente demostrados o eviden-
tes por si mismos.
Como alicrnariva a las filosofias primeras, Perelman propone
una filosofía regresiva, abierta, no conclusa. siempre volviendo ar-
gumentativamente sobre sus propios supuestos, que, por tanto. son
relativos y revisables. Eii su base están los cuatro principios de la
dialbciica de Gonseth: - Principio de integridad: todo nuestro saber es intndependimte. - Principio de dualismo: es ficticia toda dicotomia entre método
" J. Ferrater hlora. Uitcinnorio defiImo/i~, 4 vols.. Madrid. Alianza Editorial,
driiculo «.
Prdlogo o la edición española - .- -. --
23
racional y mCiodo empirico; aiiiboa deben ~o!li~ileniciildr~e
". - Principio de rcvisihn: toda alirinaci6ii. Iiiclo principio d~.lic pcr-
rnaneccr ahierlo a riiievos argumctilui, qiic podihi ariiilarlo. ilc
biliiailo u rclurzarlo - Principio de rcspotisabilidad: el invaligador, tanto cientilico
como filosólico. conipromete su personalidad en siis afiriii~ciuncs
y teorias, ya qiie debe clegirlai al ~io ser únicas iii iiiipuiierse
su justificaciún de fornia auiomátiw, sino racional (bien cr
verdad que en la ciencia esto aiccta sblo a lus principio, y leo-
rias, y no a hechos sometiblrs, corno diria Plat6n, a medidas
de peso. extensi6n o número) ".
Temas secundarios de su obra fueron las paradojac lbgicas y
el concepto de justicia, con los que inició su andadura filosófica.
A lo largo de toda su obra subyace otro tenia importante: el de
los presupuestos fundamentales de la filosofia. «Pero la contribu-
ción nias fundamental e influyente de Perelman ha sido el estudio
de la argumentación filosófica y la revalorizacibn de la retórica co-
mo teoría de la argumentacióii)>. «Los estudios de Perelinan sobre
la argumentación filosófica estan fundados en una idea aantiabso-
lutistan de la filosofia; Perelman ha nianifestado que se opone a
«los absolutismos de toda clareih y que no cree en «revelaciones
definitivas e inmutables». En otros ttrminos. se trata aquí tambikn
" Ch. Pcrclrnan, TrailPde l'orgurnenlalion, cii.. pAg. 676: «Recharamor opmi-
ciones lilosdficas ... que iio, presenian abroluiismos de lada tipo: diidiliiiu de la
raz6n y de la imaginaci6n. de la ciericia y de la apiniiin, de la evidencia irrclirlible
y de la voluntad engafiora, de Ir objetividad universalmente admitida y dc la rub)eii-
vidad incamunicable, de la realidad que se imponen todos y dc los valores puramcn-
re
individualesu.
Y Ch. Perrlmui, TmirC de l'nrgumenlorion. cit., p&r. 676.611:
"No creemos
en revrl.*ciones definitivas e inmutables. cualquiera que sea su naruralera u origen;
los diilus inmediaior y absoluias. llámcsekr rensacianrs. evidencias racioiiales o in-
luiciones misiicar. s s b daechador de nuestro arrenal fdudf~o
... No haremos nucstra
la prerensi6n exorbilanle de exigir en dato, deliniiivaiiienie claros. irrebat~blcr. cicr-
los elemenlos de conocimiento conriiruida,. indcpendicnies de las con>ccurnciii~ &o-
eiales r hisl6rieas. fundamento de verdades necesarias y cicrimsi>.
" Vid. M. Uobrosicbki. "p. cN.. pigs. 424 sigr.
24 --
Tratado de la argumentacidn --
de propiigiiar uiiü cfilosolia abirria>i o una «€ilosofia regresiva))
conlra imla Iilosol'ia priii~pra prctgj!didainerite absoliila,> 2.
h pesar de su afinidad con la neodialéctica, a la hora de bauti-
zar su troria de la argumentación prefiere el término «neorretórica»
porque, segúii el, la dialéctica aristótelica, definida en los Tbpico~
como e1 «alte de razonar a partir de opiniones generalmente acep-
tadas» (Topicos, lib. 1, cap. 1, 100<1), es el estudio de las propusi-
ciones verosiiniles. probables, opinables. frente a la analítica, que
se ocupa de proposicioiics iiecesarias. Pue? bien, a la fwria de la ---:
argunieiitación ---. -
le irnportan,.~n~.que.l~.os~c~ones, -..
la adhesion,
coi1 iniensidaa variable, del auditorio a* -.-. -------- -. -Y tal es el objeto
de la retórica o arte de persuadir, tal como la concibió Aristóteles
Y, tras 61, la *niig"edad.~!&~~~~ ..-.. --...
,--..--*
'-
Po7óTraapa~Ie;iiira CCIII
la CUIIL'C~~~~L.
cartesiaiia de la ra~on cl razoiiaiiiiento, Iiegeiiionicu cii la lilosot'i:~
.. -
. ..,...-e
occidentiofiasla hoy. k?staha~ilescuidailo la facultad del ser ramiia-
ble de deliberar y argunientar con ia¿viics plausiblcs. careiiies. por
cllo, de necesidad y evidencia pai-a coiisegiiir la adliesióii dcl oyeii-
ie. Descartes desechaba lo probable, plauail~le, veiusiiiiil, como lal-
so porque.no le sirve para sii progranla de dcmostraciuiies basadas
eii ideas claras y distiiiias, uit saber consiriiido a la iiiaiiera geuiii2-
tr~ca con proposiciones necesarias, capaz de engcridrar iiicxorablc-
mente el acuerdo, la conviccióri del oyente.
Debemos rechazar la idea de evidencia como campo exchisivo
de la razón fuera de la cual todo ea irracional. Pues bien. la ieoria
de la argument~ción es inviable si toda prueba es. cuino quería Leib-
niz, una reducción a la evidencia.
Esa adhesibn de los espíritus es de intensidad variable. no de-
pende de la verdad. probabilidad o evidencia de la tesis. Por
eso. distiiiguir en los razonamientos lo rclativo a la verdad y lo
relativo a la adhesión es esencial para la teoria de la argiimeiita-
ción.
A pesar de que éste es el siglo de la publicidad y la propaganda,
la filosofia se ha ocupado poco de la retórica. Por eso podemos
hablar de una nueva retórica, cuyo objeto es el estudio de las prue-
bas dialécticas que Aristóteles presenta en los Túpicos (examen) y
en su Rerórica (funcionamiento).
Redescubrir y rehabilitar no significan, pues, asumir en bloque;
en la retórica antigua hay cosas menos aprovechables: lo que iieiie
de arte del bien hablar, de la pura ori~anientacióii.
Mientras la retórica sofista merecia la descalificación de Plaion.
en el Gorgias, por dirigirse demagógicamenie a un piiblico igi:oran-
te con argumentos que iio serviaii, por canto, para públicos culiiva-
dos, la nueva retórica cree, con el Frdro platóiiico, que exirie iiiia
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Trarado de la argurnenraciún
retórica digna de filósofos y que, por tanto, cada rctúrka Ira de
valorarse segun el auditorio al que se dirige ".
Esta nueva retórica, mas que los resortes de la elocuencia o la
forma de coniuiiicarse oralmente con el auditorio, estudia la estruc-
tura de la arguinentación. el mecanismo del pensaniiento persuasi-
vo. analizando sobre todo textos escritos. Por tanto, el objeto de
la nueva retórica al incluir todo tipo de dirurso escrito e incluso
la deliberación en soliloquio, es mucho mis amplio que el de la
antigua retórica.
La filosofia retórica admite, por contraposici6n a la filosofia
clasica, la llamada a la razón, «pero no concibe a esta como una
facultad separada de las orras facultades humanas, sino como capa-
cidad verbal. que engloba a todos 10% hombres razonables y compe-
tentes en las cuestiones debatidas» '9.
Este punto de vista enriquecerir el campo de la lógica y, por
supuesto, el del razonar.
«Al igual que el Discurso del mdtodo,
sin ser una obra de matemiticas. asegura al método «geom&trico»
su más vasto campo de aplicación, así las perspectivas que propo-
nemos... asignan a la argumentaci6n un lugar y una importancia
que no poseen en una visión más dogmática del universo» '".
Jesús GONZ~LEZ BEDOYA
" lbident. pag. 9.
39 Ch. Perelman. La 168imjurldicB y la nuevo relórim, trad. de L. Diez Picaro,
Madrid, Ed. Civilar, 1979.
40 Ch. Perelman, Twii de l'oigumenrorion, cit.. p6g. 376.