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jueves, 24 de julio de 2025

PERDONE MAESTRO BORGES, PERO EN ESTO NO ESTAMOS DE ACUERDO

 


PERDONE MAESTRO BORGES, PERO EN ESTO NO ESTAMOS DE ACUERDO: 

DIJO BORGES EN UNA ENTREVISTA: "El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz".

Él que tanto habló de los sofismas, la retórica y los silogismos, pero… es retórica lo comentado y afirmado por Borges.

La cita de Borges es poética, cálida, casi sacrosanta, en apariencia. Sin embargo, encierra para mí, dudas.

La lectura como deber, no como placer

La lectura no siempre debe ser una forma de felicidad. Hay textos que no complacen, que incomodan, que hieren, y sin embargo deben ser leídos. Un ejemplo es el Ulises de Joyce, que me lo leí a desgano para conocer, para opinar, para que mi saber y cultura se ensancharan, igual la Montaña Mágica o el doktor  Faustus de Mann. No se estudia La crítica de la razón pura para sentirse feliz, ni se enfrenta uno a El origen de las especies buscando consuelo. Hay libros que son fundamentales —por su valor histórico, filosófico o social— y merecen ser leídos precisamente por lo que demandan de nosotros, no por lo que nos ofrecen en comodidad.

Obligar a leer no es lo mismo que obligar a ser feliz. Hay momentos en la formación intelectual donde leer por deber es indispensable. La literatura no es solo evasión o deleite: es también disciplina, confrontación, resistencia. ¿Acaso no se lee a Primo Levi para entender el horror? ¿No se lee a Marx, aunque uno no simpatice, para entender el conflicto? ¿Y acaso no es necesario leer a Borges, aunque a algunos les aburra su estilo? Por lo que, la afirmación de Borges, es falsa.

 Lectura como ejercicio moral y colectivo

Además, leer lo que uno “no disfruta” puede tener un valor ético. Nos expone a otras voces, otras realidades, otros mundos como ya lo comenté supra con las novelas de Thomas Mann o la novela de Joyce, el Ulises. Cuando se deja un libro solo porque “no gusta”, se perpetúa una burbuja estética. En comunidades donde el acceso a la lectura ha sido históricamente limitado, fomentar el hábito no es un lujo, sino un deber cultural.

Borges habla como un esteta o como un filósofo epicúreo. Yo contradigo desde la responsabilidad estoica. Leer no siempre es amar, ni soñar, pero a veces es lo que nos hace más humanos.´

MÉNDEZ-LIMBRICK

 

miércoles, 23 de julio de 2025

ES ACASO BOLAÑO UN IMPOSTOR DEL PENSAMIENTO, PREGUNTÉ. POR ENRICO PUGLIATTI EN COLABORACIÓN CON MÉNDEZ-LIMBRICK.




¿ES ACASO BOLAÑO UN IMPOSTOR DEL PENSAMIENTO?  Pregunté a Enrico Pugliatti.

Bolaño “un impostor del pensamiento” implica que sus citas, lejos de ser revelaciones filosóficas, funcionan como simulacros de profundidad. Y al revisar algunas de sus frases más célebres, se puede entender por qué esa percepción puede surgir:

🧩 Citas que refuerzan tu crítica:

  • “La literatura es una batalla perdida contra la estupidez.” — ¿Es esto una reflexión o una consigna? Suena provocador, pero no desarrolla una tesis.

  • “Todo lo que se narra en los libros es ficticio y todo es verdadero.” — Paradoja atractiva, pero sin marco epistemológico. ¿Verdadero en qué sentido?

  • “El arte no consuela. El arte es un martillo, no un bálsamo.” — Imagen potente, pero ¿dónde está el pensamiento detrás del golpe?

  • “La realidad es una consecuencia de la falta de imaginación.” — ¿Es esto ontología o simplemente una frase ingeniosa?

  • “Un escritor se define por las preguntas que plantea, no por las respuestas que da.” — Afirmación que parece profunda, pero ¿qué tipo de preguntas? ¿Qué marco filosófico las sostiene?

📚 En contraste con pensadores como Octavio Paz, María Zambrano o incluso Borges, cuyas frases están ancladas en sistemas conceptuales, Bolaño parece operar más como un poeta del eslogan, un narrador que lanza ideas como bengalas, sin construir constelaciones.

🌌 Constelaciones conceptuales vs. bengalas narrativas

🧠 Paz, Zambrano y Borges: arquitectos del pensamiento

  • Octavio Paz no lanza frases: las encastra en sistemas poéticos que dialogan con la filosofía, la historia y la política. El arco y la lira no es sólo un ensayo sobre poesía, sino una teoría del símbolo como forma de conocimiento.

  • María Zambrano propone la razón poética, una forma de pensar que une sensibilidad, filosofía y exilio. Sus frases no son ocurrencias: son vértices de una ontología abierta, como en Filosofía y poesía o El sueño creador.

  • Jorge Luis Borges construye laberintos conceptuales. Cada cuento es una miniatura filosófica: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius o La Biblioteca de Babel son sistemas cerrados que simulan universos epistemológicos.

Estos tres pensadores no lanzan frases aisladas: construyen constelaciones donde cada idea se conecta con otras, formando un sistema de pensamiento que puede ser recorrido, interpretado y expandido.

sábado, 19 de julio de 2025

“Entre la suite europea y el banco de plaza: dos maneras de no escribir sobre dictadores”

 



Entre la suite europea y el banco de plaza: dos maneras de no escribir sobre dictadores

📚 Los escritores que no fueron censurados… sino promocionados

Hay autores tan afortunados que ni siquiera necesitan agente literario: basta con que un dictador los “persiga” para que su obra se multiplique en visibilidad internacional. Lo que para otros sería ruina, para estos escritores fue marketing estatal gratuito. ¡Casi podría decirse que el régimen los catapultó más que cualquier editorial!

🏛️ El exilio como Airbnb literario

Desde que cruzan las fronteras, no hay festival en Europa o América que no los acoja como símbolos vivientes de resistencia… mientras disfrutan de cenas exquisitas, apartamentos en barrios nobles y vidas tan “perseguidas” que los persiguen únicamente los recepcionistas con facturas en hoteles cinco estrellas.

🎤 Los disidentes de vitrina

Critican desde lejos, ladran desde conferencias, pero nunca se les ha visto discutir en la plaza de su ciudad. En lugar de enfrentarse a la realidad nacional con palabras encarnadas, prefieren las metáforas tibias y el susurro elegante del salón de actos parisino. La barricada siempre queda al otro lado del Atlántico.

📖 Los novelistas que esquivan al dictador como si fuera spoiler

Curiosamente, en sus novelas —que deberían ser testigos del horror— el dictador nunca aparece. Hay policías genéricos, sombras burocráticas, pero el verdadero rostro del poder… se borra como si la tinta tuviera cláusula de evasión. Una novela sobre el caudillo que los convirtió en celebridad literaria sería demasiado sincera. Y claro, uno no muerde la mano que lo exilia en cómodos sillones europeos.

🕯️ El otro escritor: Borges

“El que no se fue, aunque lo empujaron”

Hay escritores que se marchan con pasaporte diplomático y lágrimas de prensa. Y hay otros que se quedan, no por comodidad, sino por convicción estoica. Borges, humillado por el régimen peronista —que lo degradó de bibliotecario a inspector de aves y lo mantuvo brevemente prisionero junto a su madre— jamás convirtió su dolor en espectáculo. No hubo conferencias en Bruselas ni entrevistas en Viena para denunciar a su opresor. Hubo literatura. Y hubo presencia.

Mientras otros ladran desde la acera de enfrente, Borges caminó por la plaza San Martín entre bombos pagados por la CGT, y cuando lo reconocieron, firmó autógrafos con ironía y dignidad. No huyó. No se disfrazó de mártir. Se quedó en su patria, ciego pero lúcido, escribiendo contra la idiotez institucional y la opresión que fomenta el servilismo.

📚 La literatura como resistencia sin pancarta

Borges no necesitó escribir una novela sobre el dictador. Le bastaron frases que hoy son aforismos de lucidez:

“Las dictaduras fomentan la crueldad... pero más abominable es que fomenten la idiotez.”

Y cuando le preguntaron por Perón, respondió:

“No me interesan los millonarios. Tampoco me interesan las prostitutas.”

No hubo exilio dorado. Hubo resistencia desde la biblioteca, desde el aula, desde la palabra. Borges fue el escritor que no se fue, porque entendía que el verdadero heroísmo no está en la fuga, sino en permanecer sin rendirse.


miércoles, 16 de julio de 2025

La fugitiva: cuando el homenaje se disfraza de novela y termina en entierro machista

 



⚰️ La fugitiva: cuando el homenaje se disfraza de novela y termina en entierro machista

✒️ Por Enrico Giovanni Pugliatti

Sergio Ramírez, ese caballero de Cervantes y de la república de las letras, ha logrado en La fugitiva algo asombroso: una novela que presume de homenaje y termina siendo una sofisticada humillación sin bisturí ético. Yolanda Oreamuno —bajo el alias Amanda Solano— no es exaltada como autora, sino exhibida como mito decorativo: bella, trágica, deseada, atormentada… y convenientemente silenciada.

🧨 Travestismo narrativo y borrado intelectual

Ramírez niega que Amanda sea Yolanda. Pero la biografía coincide con precisión quirúrgica. ¿Por qué esconderla detrás de un seudónimo si se va a desnudar su intimidad con tanto detalle? Porque nombrarla implicaría reconocerla, y reconocerla como escritora sería ceder protagonismo.

La fugitiva no lee a Yolanda, la interpreta desde testimonios ajenos, condescendientes, donde su obra se diluye entre sus supuestos escándalos sentimentales. Las voces narradoras (todas mujeres) no le devuelven agencia: la cosifican con perfume y lástima.

🧠 Machismo literario en clave de prestigio

  • La belleza de Yolanda se celebra más que su prosa. Su carácter, más que su estética. Su tormento, más que su estilo.

  • El autor brilla más que el personaje: el narrador sin nombre se convierte en el verdadero protagonista intelectual, y Yolanda queda reducida a anécdota trágica, no a pensadora literaria.

  • ¿La ruta de su evasión? Apenas mencionada. ¿Sus ensayos, su innovación formal? Ignorados. Todo gira en torno a su deseo, su cuerpo, su rareza.

📚 ¿Qué queda de Yolanda?

Un entierro sin lápida, una novela sin crítica, un homenaje sin lectura. Ramírez la entierra simbólicamente dos veces: como mujer incómoda, y como autora exigente. Y lo hace con estilo, elegancia y aparente respeto, el más peligroso de todos los camuflajes narrativos.

🕯️ Epílogo desde mi sillón florentino

Desde aquí, afirmo sin temblor en la voz que La fugitiva es una novela machista disfrazada de tributo, donde la escritora es convertida en cuerpo narrado, no en mente creadora. Ramírez no eleva a Yolanda: la sofoca bajo el peso de su prestigio. Y si hubiera tenido la decencia de leerla con rigor, esta novela tal vez habría contado con la única voz que importaba: la suya.


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