PERDONE MAESTRO BORGES, PERO EN ESTO NO ESTAMOS DE ACUERDO:
DIJO BORGES EN UNA ENTREVISTA: "El
verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo
imperativo’. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los
aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque
es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de
las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz".
Él que tanto habló de los sofismas, la retórica y los silogismos, pero… es
retórica lo comentado y afirmado por Borges.
La cita de
Borges es poética, cálida, casi sacrosanta, en apariencia. Sin embargo, encierra
para mí, dudas.
La lectura
como deber, no como placer
La lectura
no siempre debe ser una forma de felicidad. Hay textos que no complacen, que
incomodan, que hieren, y sin embargo deben ser leídos. Un ejemplo es el Ulises
de Joyce, que me lo leí a desgano para conocer, para opinar, para que mi saber
y cultura se ensancharan, igual la Montaña Mágica o el doktor Faustus de Mann. No se estudia La crítica
de la razón pura para sentirse feliz, ni se enfrenta uno a El origen de
las especies buscando consuelo. Hay libros que son fundamentales —por su
valor histórico, filosófico o social— y merecen ser leídos precisamente por lo
que demandan de nosotros, no por lo que nos ofrecen en comodidad.
Obligar a
leer no es lo mismo que obligar a ser feliz. Hay momentos en la formación
intelectual donde leer por deber es indispensable. La literatura no es solo
evasión o deleite: es también disciplina, confrontación, resistencia. ¿Acaso no
se lee a Primo Levi para entender el horror? ¿No se lee a Marx, aunque uno no
simpatice, para entender el conflicto? ¿Y acaso no es necesario leer a Borges,
aunque a algunos les aburra su estilo? Por lo que, la afirmación de Borges, es
falsa.
Lectura como ejercicio moral y colectivo
Además, leer
lo que uno “no disfruta” puede tener un valor ético. Nos expone a otras voces,
otras realidades, otros mundos como ya lo comenté supra con las novelas de
Thomas Mann o la novela de Joyce, el Ulises. Cuando se deja un libro solo
porque “no gusta”, se perpetúa una burbuja estética. En comunidades donde el
acceso a la lectura ha sido históricamente limitado, fomentar el hábito no es
un lujo, sino un deber cultural.
Borges habla
como un esteta o como un filósofo epicúreo. Yo contradigo desde la
responsabilidad estoica. Leer no siempre es amar, ni soñar, pero a veces es lo
que nos hace más humanos.´
MÉNDEZ-LIMBRICK
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