Introducción
Tolkien dijo una vez que su
actitud típica ante la lectura de una obra medieval no era embarcarse en un
estudio crítico o filológico, sino escribir una obra moderna dentro de la misma
tradición.[1] Y de manera similar Tolkien dijo a un entrevistador en
1965 que él «difícilmente leía un cuento de hadas sin el deseo de escribir
uno».[2]
Estas afirmaciones, en un sentido
amplio, son un buen punto de partida para estudiar a Tolkien y su obra. Porque
con una buena comprensión del trasfondo de Tolkien y de sus intereses
literarios se puede conseguir una mejor apreciación de lo que consiguió en sus
dos obras más conocidas, El Hobbit y El Señor de los Anillos.
John Ronald Reuel Tolkien nació
el 3 de enero de 1892 en Bloemfontein, Sudáfrica, hijo de Arthur Reuel Tolkien,
un empleado de banca, y Mabel Suffield. Ambos procedían de la zona de
Birmingham en los Midlands de Inglaterra.
Arthur había propuesto matrimonio
a Mabel mientras aún vivían en Inglaterra, pero poco después él obtuvo un
puesto en el Bank of Africa y la boda tuvo lugar en Ciudad del Cabo. J. R. R.
Tolkien, llamado Ronald, fue su primer hijo; el segundo, Hilary Arthur Reuel,
nació dos años después.
En 1895, Mabel Tolkien volvió a
Inglaterra con sus dos hijos, aparentemente para una corta visita, pero también
por la preocupación por la salud del joven Ronald. Arthur Tolkien, que se quedó
en Sudáfrica, enfermó a finales de 1895 y murió poco después.
Mabel permaneció en Inglaterra,
criando a sus hijos cerca de su propia familia en la zona de Birmingham. En
1900, Mabel se convirtió al catolicismo para sorpresa de sus familiares
protestantes, que le retiraron su apoyo. Mabel siguió luchando sola,
instruyendo a sus hijos en la religión católica. Su salud se resintió y tras su
muerte en 1904, el padre Francis Morgan del Oratorio de Birmingham se convirtió
en el tutor de los dos muchachos Tolkien.
Los chicos se educaron en la King
Edward’s School en Birmingham, donde Ronald obtuvo una beca en 1903. Alrededor
de 1910, Ronald conoció a otro huérfano, una joven llamada Edith Bratt, que
tenía una habitación en la misma casa de huéspedes en la que vivían los
Tolkien. Se inició una relación secreta entre Ronald y Edith, pero una vez
descubierta por su tutor, se prohibió a Ronald que viera o hablara con Edith
hasta que cumpliera veintiún años.
Tolkien siguió sus estudios en el
Exeter College de Oxford, en otoño de 1911. Inició clásicas pero muy pronto sus
intereses le llevaron a estudiar filología comparada así como otras lenguas,
como el finés, y empezó a crear un idioma personal que después llamaría Quenya
o élfico.
La casa en Northmoor Road, 20,
Oxford, donde la familia Tolkien vivió desde enero de 1930 hasta principios de
1947, El estudio de Tolkien estaba en la planta baja y ocupaba la habitación
inferior derecha, con ventanas (como se ven arriba) que miraban al oeste y
otras al sur (a la derecha), que no se ven en esta fotografía. El escritorio de
Tolkien se encontraba ante las ventanas que miran al sur.[3]
En 1913, el día de su vigésimo
cumpleaños, Tolkien retomó su relación con Edith Bratt. Obtuvo honores de
segunda clase en clásicas y haciendo honor a su inclinación por la filología,
alcanzó honores de primera clase en lengua y literatura en junio de 1915.
Inmediatamente después se unió a
los Lancashire Fusiliers donde recibió instrucción militar. Ronald y Edith se
casaron el 22 de marzo de 1916, antes de que Tolkien fuera enviado al frente en
Francia ese verano. Tolkien pasó algunos meses en las trincheras del Somme,
experimentando de primera mano los horrores de la primera guerra mundial.
Contrajo la fiebre de las trincheras y fue enviado de vuelta a Inglaterra, en
donde pasó lo que quedaba de la guerra. El primer hijo de Ronald y Edith, John
Francis Reuel, nació en 1917.
Hacia el final de la guerra
Tolkien aceptó un puesto en el equipo del Oxford English Dictionary, que se
estaba compilando en Oxford. En 1920 fue nombrado profesor de lengua inglesa en
la Universidad de Leeds, y su familia se trasladó al norte. Su segundo hijo,
Michael Hilary Reuel, nació en 1920.
La primera publicación académica
importante de Tolkien, A Middle English
Vocabulary [Un vocabulario de inglés
medio], apareció en 1922. Estaba pensado para utilizarse juntamente con la
antología de Kenneth Sisam, Fourteenth
Century Verse and Prose [Verso y
prosa del siglo XIV] (1921). Con ésta y otra obra similar, y con su
experiencia en el Oxford English
Dictionary, Tolkien se había convertido en uno de los filólogos más
importantes de su tiempo. En julio de 1924 fue promovido a Professor [catedrático] de lengua inglesa en Leeds, y su tercer
hijo, Christopher Reuel, nació ese mismo año.
En 1972 Tolkien donó este
escritorio a Help The Aged [Socorro
para los Ancianos] para que su venta sirviera a este centro de beneficencia. En
una carta del 27 de julio de 1972, que lo acompañaba, Tolkien escribió: «Este
escritorio fue un regalo de mi esposa en 1927. Fue mi primer escritorio,[4]
y siempre ha sido el que he utilizado para el trabajo literario hasta su muerte
en 1971. En él fue creado todo El Hobbit:
escrito, mecanografiado e ilustrado». El escritorio está ahora en el Marión F.
Wade Center, en Wheaton College, Wheaton, Illinois.
Informe de la lectura por parte
de J. R. R. Tolkien de un ensayo sobre «Sagas nórdicas» en la Literary Society
de la King Edward’s School, Birmingham, el 17 de febrero de 1911, tomado del King Edward’s School Chronicle, marzo de
1911 26, n.º 2), pp. 18-19.
Una edición definitiva del poema
en inglés medio Sir Gawain y el Caballero
Verde, coeditada por Tolkien y E. V. Gordon, apareció en 1925. Poco
después, Tolkien fue nombrado Rawlinson
and Bosworth Professor [equivale a la cátedra Rawlinson y Bosworth] de
anglosajón en Oxford. Su cuarto hijo (la única niña), Priscilla Mary Reuel,
nació en 1929. El Hobbit, escrito
para sus hijos, aparece en 1937.
Tolkien mantuvo la cátedra hasta
1945, cuando fue nombrado Merton
Professor de la lengua y literatura inglesa en Oxford. La muy esperada
secuela de El Hobbit, El Señor de los
Anillos, fue publicada en tres volúmenes en 1954-1955. Fue profesor del
Merton College hasta su retiro en 1959. Su mujer Edith murió en 1971 y Tolkien
murió el 2 de septiembre de 1973 tras una corta enfermedad.
La atracción de Tolkien por la
lengua y la literatura medievales empezó muy temprano. Durante sus estudios en
la King Edward’s School, Tolkien leyó Beowulf,
primero en una traducción y después en el original anglosajón. De ahí pasó a
las sagas islandesas, algunas traducidas por William Morris, y al Edda en prosa de Snorri Sturluson y al Elder Edda, una colección de poemas
mitológicos y heroicos en noruego antiguo. Leyó el Kalevala finés en 1911. En el Exeter College aumentó su interés por
la obra de William Morris. El interés de Tolkien se vio reforzado por el hecho
que Morris también había estudiado en Exeter y le gustaron especialmente la
poesía narrativa de Morris y sus posteriores novelas en prosa (algunas de las
cuales están plagadas de poemas). Tolkien leyó y estudió todo el corpus de las
primeras lenguas y literaturas germánicas, especializándose en inglés antiguo,
noruego antiguo e inglés medio. Del período del inglés medio los intereses de
Tolkien incluían las obras del poeta Geoffrey Chaucer (1340?-1400) y al anónimo
autor del siglo XIV de Sir Gawain y el Caballero
Verde, Pearl, Cleanness y Patience.
Una de las especialidades académicas de Tolkien era el dialecto del inglés
medio de los Midlands occidentales, tal como se encuentra en el Ancrene Wisse, un libro de instrucción
religiosa para mujeres que escogían vivir en pequeñas celdas construidas al
lado de las iglesias.
El interés de Tolkien por
compartir ese entusiasmo le llevó a crear un Viking Club en Leeds, que se
reunía para beber y leer sagas; y de vuelta en Oxford fundó un club islandés,
el Kolbítar, que consistía en un grupo de profesores universitarios que se
reunieron desde 1926 hasta aproximadamente 1930-1931 para leer en voz alta
sagas islandesas traducidas sobre la marcha. El amigo de Tolkien C. S. Lewis
fue miembro del Kolbítar (en inglés Coal-biters:
los hombres que se sientan tan cerca del fuego que pueden morder las brasas),
así como Nevill Coghill; ambos se convertirían en miembros de los Inklings, el
grupo de escritores de Oxford que se reunían periódicamente para leerse
mutuamente las obras. De hecho, los Inklings (cuyo nombre procede de otro grupo
de estudiantes que se reunieron de 1931 a 1933) parece que nació como grupo a
partir de las reuniones del Kolbítar.
La creatividad literaria de
Tolkien fue muy temprana. Su interés en las lenguas puede comprobarse en el
«Animalico», una lengua inventada por Tolkien y dos de sus primos durante la
adolescencia. Fue la primera de las lenguas que inventó Tolkien, que a menudo
tenían una gran complejidad.
Quizá por la influencia de su
madre, Tolkien también estaba muy interesado en la pintura, el dibujo y la
caligrafía. Un estudio completo de su labor artística se puede encontrar en J. R. R. Tolkien: Artista e Ilustrador
de Wayne G. Hammond y Christina Scull.
En 1910 Tolkien empezó a escribir
poesía y alrededor del inicio de la primera guerra mundial, Tolkien encontró
los siguientes versos en Crist, un
poema anglosajón de Cynewulf:
Eala Earendel,engla
beorhtast,
ofer middangeardmonnum
sended
(Crist, versos 104-5)
Salve Earendelel ángel más
luminoso
Sobre la tierra mediaenviado a
los hombres
La palabra Earendel normalmente se traduce por «luz brillante o rayo» y
algunos académicos piensa que hace referencia a una estrella. Tolkien creía que
Earendel podría haber sido el nombre de Venus, el lucero vespertino. Años
después, en una carta del 18 de diciembre de 1965 a Clyde S. Kilby,
Tolkien se refería a este pareado de Cynewulf como «palabras que me embelesaron
y de las que surgió en última instancia toda mi mitología».[5]
La mitología de Tolkien también
era una consecuencia de sus lenguas inventadas, porque para que éstas crecieran
y evolucionaran como lenguas reales era necesario que fueran habladas por un
pueblo, y a todo pueblo lo acompaña una historia. Tolkien llamó Tierra Media a
su mundo inventado, lo que no es más que una alteración moderna del inglés
antiguo midangeard, una palabra que
designa el mundo en que vivimos. Tolkien pobló este mundo con elfos, hombres y
otras criaturas, mientras que sus dos lenguas élficas principales, el gnómico
(que después se convirtió en el sindarin) y el qenya (después escrito quenya),
se enraizaron en una historia imaginaria.
Tolkien escribió «The Voyage de
Earendel the Evening Star» [«El viaje de Earendel la Estrella de la Tarde»], el
primer poema de lo que se convirtió en su mitología inventada, en septiembre de
1914. Y durante los años siguientes esta mitología encontró expresión en
léxicos, gramáticas y poemas. A principios de 1916, envió una antología de su
poesía, titulada The Trumpets of Faerie
[Las trompetas del mundo de las hadas], a la editorial londinense Sidgwick
& Jackson, pero fue rechazada. Poco después empezó a escribir versiones en
prosa de esta mitología, llamando al conjunto de relatos El Libro de los Cuentos Perdidos. Las versiones en prosa son los
originales de lo que se convirtió en El
Silmarillion, el legendario que trabajó y reescribió a lo largo de toda su
vida. La compleja evolución de estos cuentos y leyendas se pone en evidencia en
los doce volúmenes de Christopher Tolkien que componen The History of Middle-earth (1983-1996) [en castellano se
publicaron trece volúmenes en dos series: La
historia de El Señor de los Anillos y Historia de la Tierra Media].
Tolkien comenzó a escribir para
niños en 1920; lo hizo con unas ilustradas, firmadas por Papa Noel, dirigidas a
sus hijos que, con los años, se convirtieron en una serie donde se relatan los
acontecimientos en el Polo Norte. Las primeras cartas son muy sencillas, pero
alrededor de 1925 empezaron a crecer en extensión y complejidad, a medida que
Tolkien, inevitablemente, desarrolló una mitología alrededor de Papá Noel y los
elfos, gnomos y osos polares de la región. Una selección de esas cartas
apareció en 1976 como The Father
Christmas Letters [Las cartas de Papá
Noel], editadas por Baillie Tolkien. En 1999 apareció una selección mucho
más amplia bajo el título de Letters from
Father Christmas [Cartas de Papá Noel].
Alrededor de 1924, Tolkien empezó
a contarle cuentos a sus hijos, a veces trasladándolos al papel. Uno de esos
primeros intentos es «El Orgog», un cuento inacabado de una extraña criatura
que viaja a través de un paisaje fantástico. Otro, una novela corta llamada Roverandom, publicada póstumamente en
1998, le fue explicada a sus hijos en septiembre de 1925, pero aparentemente no
fue escrita hasta poco antes de la Navidad de 1927. El señor Bliss, un librito ilustrado publicado en edición
facsimilar en 1982, fue escrito en 1928, según un diario veraniego de Michael
Tolkien, pero el único manuscrito data aparentemente de principios de la década
de 1930.[6]
Alrededor de 1928 Tolkien inició
una serie de poemas que tituló «Tales and Songs of Bimble Bay» [«Cuentos y
canciones de Bimble Bay»], ambientados en una pueblo costero imaginario llamado
Bimble Bay. Tolkien escribió seis poemas, tres de los cuales aparecen en este
libro.[7] Y la primera versión de Egidio, el granjero de Ham es muy probable que también date de
finales de la década de 1920, de la época inmediatamente anterior a la
redacción de El Hobbit.[8]
En el ensayo «Whose Lord of the Rings Is It Anyway?» [«¿De quién es El
Señor de los Anillos?»], Wayne G. Hammond ofrece una extensa valoración de
los cuentos infantiles de Tolkien:
Aún no se ha apreciado en toda su
dimensión el significado de los cuentos infantiles de Tolkien. Le dieron la
oportunidad (o la excusa) para experimentar con otras formas de contar
historias más allá de la prosa o la poesía formales que utilizaba para escribir
su mitología. En un cuento infantil podía ser descaradamente juguetón, incluso
infantil, en palabras y situaciones. No cabía en el legendario un chico
pelirrojo llamado Carrots [literalmente, zanahorias] que vivía extrañas
aventuras dentro de un reloj de cuco, o un villano Bill Stickers [Bill
Pegatinas] y su némesis Major Road Ahead [Comandante Calle Adelante]. Tampoco
lo eran para la posteridad, pues Tolkien nunca escribió todas estas historias,
o no muchas de ellas… El señor Bliss
tiene elementos de sátira social y (hasta donde sabemos) es el único
experimento de Tolkien con el libro ilustrado, en el que palabra e imágenes
tienen el mismo peso. En las Cartas de
Papá Noel podía expresar su talento para la pintura y el dibujo, la
caligrafía y las lenguas. Roverandom
empezó como una invención para consolar a Michael Tolkien que había perdido un
juguete y para quitarles el miedo a las tormentas a Michael y John… Egidio, el granjero de Ham, también
empezó como una diversión familiar cuando jugaban en el campo alrededor de
Oxford, pero captó el interés de Tolkien por los juegos de palabras y los
nombres de lugares, de manera que los amplió para su publicación. (Canadian C. S. Lewis Journal, primavera
de 2000, p. 62)
El Hobbit
representa la primera fusión de las diversas facetas de los escritos de
Tolkien; la poesía (hay dieciséis poemas en El
Hobbit, además de ocho acertijos); la obra gráfica; los pueblos y lugares
de su mitología inventada (Elrond, el Bosque Negro y el Nigromante, Sauron); y
el estilo y la sencillez de sus escritos para niños, junto con una cierta
diversión con sus conocimientos profesionales de lenguas y literatura
medievales. Todo eso se une y florece en El
Hobbit, lo mismo que ocurre en El
Señor de los Anillos.[9]
La sobrecubierta (con impresión
granate sobre un fondo rosa pálido) de la primera edición británica de The Marvellous Land of Snergs de E. A.
Wyke-Smith, publicado por Ernest Benn en septiembre de 1927. El texto de la
primera solapa (probablemente obra del editor del libro, Victor Gollancz, que
trabajó en Benn antes de fundar su propia editorial) describe el libro de la
siguiente forma:
El libro se abre con la
descripción de un Poblado para Niños Superfluos. Un poco al norte del Poblado,
han desembarcado Vanderdecken y su tripulación; el Holandés Errante está anclado muy cerca. Al sur se encuentra los
amistosos y poco inteligentes snergs, muy cerca de los duendes. Como una
travesura, Joe y Sylvia huyen en compañía de Gorbo —el menos inteligente de los
snergs—, se ven envueltos en magia y acaban en el lado equivocado del río. Escapan de Golithos, un ogro no del
todo reformado; de Mamá Meldrum, la siniestra bruja; del malvado Rey Kul; y el
rescate por parte de Vanderdecken y los snergs, culminan un brillante volumen.
El Times Literary Supplement del 24 de noviembre de 1927 lo llamó «un
libro divertido y satisfactorio». El libro fue reeditado en 1996 por Old Earth
Books de Baltimore, con una introducción de Douglas A. Anderson sobre
Wyke-Smlth y sus escritos. (Fotografía cortesía de Peter Glassman de Books of
Wonder, Nueva York.)
Edward Augustine Wyke-Smith
(1871-1935). Wyke-Smith era un Ingeniero de minas e intrépido viajero
británico. En la década de 1920 publicó ocho novelas, cuatro de las cuales eran
para niños. También publicó numeroso cuentos infantiles en los anuarios
editados por «Herbert Strang» y publicados por Oxford University Press. The Maravellous Land of Snergs fue su
último libro. La fotografía fue tomada alrededor de 1925, poco después de
acabar el libro.
Tolkien reconoció que El Hobbit derivaba de la épica, la
mitología y los cuentos de hadas «previamente digeridos». Conocemos algunas de
esas fuentes: Beowulf, las antologías
de cuentos de hadas de Andrew Lang y de los hermanos Grimm, obras de E. H.
Knatchbull-Hugessen, Rudyard Kipling, William Morris y George Macdonald,
especialmente La princesa y el trasgo
y su secuela La princesa y Curdie. La
única influencia que Tolkien reconocía como consciente era su propio
«Silmarillion». Otra influencia más oscura era The Marvellous Land of Snergs [El
maravilloso país de los snergs] (1927), un libro infantil de E. A.
Wyke-Smith. Esta historia relata las aventuras de un snerg llamado Gorbo. Los
snergs son «una raza de gente sólo ligeramente más altos que una mesa
corriente, pero anchos de espaldas y de gran fuerza».
La tierra de los snergs se
describe como «un sitio aparte», donde se ha fundado una pequeña colonia con
niños a los que sus padres no cuidan. La historia se centra en dos niños, Joe y
Sylvia, que, junto con Gorbo, se empeñan en una aventura errante por tierras
desconocidas. Se topan con varios personajes curiosos e inquietantes, como
Golithos, un ogro reformado que se ha vuelto vegetariano y ya no come niños, y
Mamá Meldrum, una bruja siniestra que además es una cocinera maravillosa.
Esta ilustración de George Morrow
para The Marvellous Land of Snergs
muestra a Gorbo el Snerg, que conduce a Sylvia y a Joe (y su perro Tigre) a
través de los Bosques Oscuros. Morrow (1869-1955) era un conocido ilustrador de
Punch, una revista en la que también
colaboraba Wyke-Smith. El estilo de Morrow, centrado en personas y expresiones
faciales, complementa muy bien la prosa de Wyke-Smith. Morrow también ilustró
otros tres libros infantiles del autor, Bill
of the Bustingforths [Bill de los
Bustingforths] (sólo el frontispicio), The
Last of the Barón [El último de los
Barón] y Some Pirates and Marmaduke
[Algunos piratas y Marmaduke], todos publicados en 1921.
Tolkien admitió en una carta de
1955 dirigida a W. H. Auden que The
Marvellous Land of Snergs era «probablemente un libro que sirvió de fuente
inconsciente sólo para los hobbits y para nada más» (Cartas, n.º 163). Pero esta declaración no expresa la estima que
Tolkien había tenido por este libro. En los borradores para su famosa
conferencia «Sobre los cuentos de hadas» escribió: «Tengo que reconocer mi
aprecio y el de mis hijos por The Marvellous
Land of Snergs de E. A. Wyke-Smith, en primer lugar por el elemento snerg
del relato, y por Gorbo una piedra preciosa entre los tontos, una joya de
compañero en una escapada».
La animación y el humor de la
historia sugieren intensamente el clima de El
Hobbit, como lo demuestra el fragmento siguiente:
[Los snergs] sobresalen en los
festines que celebran al aire libre sobre largas mesas unidas por los extremos
y que siguen el recorrido de la calle. Esto es necesario porque casi todo el
mundo es invitado, es decir, se le ordena asistir porque es el rey el que
ofrece los festines, aunque cada cual debe contribuir con su parte de comida y
bebida para sumarla al acopio general. Hace unos años el procedimiento tuvo que
cambiarse por causa del enorme número de invitaciones que era preciso enviar;
ahora las órdenes se sobreentienden y sólo se envían invitaciones a abstenerse
de participar a la gente cuya presencia no se desea en alguna ocasión
particular. A veces les es difícil encontrar un motivo para celebrar un festín,
y entonces el Amo de la Casa, a quien le corresponde esa tarea, tiene que
buscarlo, como, por ejemplo, el hecho de que sea el cumpleaños de alguien. En
una ocasión celebraron un festín porque ese día no era el cumpleaños de nadie.
(The Marvellous Land of Snergs, p.
10.)
Existen otras similitudes entre
los dos libros, en el tema y en varios episodios concretos. Sigue siendo un
libro delicioso y los lectores de El
Hobbit pueden disfrutarlo mucho más allá de su conexión con Tolkien.
La historia de la redacción de El Hobbit debe seguirse a través del
estudio de los manuscritos, mecanografiados y pruebas que se conservan en el
Memorial Library Archives de la Marquette University en Milwaukee, Wisconsin.
Quizá lo más fácil es describir estos documentos en términos de fases de
composición, que nombraré de A a F.
Fase A: una manuscrito de seis
páginas del capítulo 1 (se han perdido las primeras páginas). Éste es el
manuscrito más antiguo que se conserva. En él el dragón se llama Pryftan, el
líder de los enanos Gandalf y el mago Bladorthin.
Fase B: una mezcla de
mecanografiado y manuscrito. Las primeras doce páginas están mecanografiadas
(en la máquina de escribir Hammond de Tolkien) y el resto están manuscritas y
numeradas de la 13 a
la 167. Esta etapa ofrece los capítulos 1 al 12 y el 14. El nombre del dragón
está mecanografiado (en el capítulo 1) Pryftan, pero corregido a mano como
Smaug. El líder de los enanos sigue llamándose Gandalf y el mago Bladorthin.
Beorn es llamado Medwed y el mago no tiene la llave que abre la puerta trasera
de la Montaña Solitaria, sino que una llave que encuentran en la guarida de los
trolls abre la Puerta de Durin. Se pueden establecer ciertas pausas a causa del
cambio del papel o de la tinta, o cambios en la caligrafía a causa de la
utilización de otra pluma. Las interrupciones ocurren en las páginas 50 (cerca
del inicio del capítulo 5), 77 (al final del capítulo 6), 107 (a la mitad del
capítulo 8) y 119 (al inicio del capítulo 9). En las últimas treinta y cinco
páginas el líder de los enanos ya es Thorin y el mago Gandalf.
Un borrador de seis páginas
resume la historia desde las Estancias del Rey de los Elfos hasta el final del
relato.[10]
Fase C: un mecanografiado
realizado en la máquina Hammond (con las canciones en cursiva), con las páginas
numeradas de la 1 a
la 132, repitiendo el mismo material de la fase B. (Las páginas finales fueron
renumeradas en la fase E, en el momento de insertar lo que se convirtió en el
capítulo 13, véase más abajo.) En este documento aparecen Thorin y Gandalf y
debió iniciarse hacia el final de la fase B. También el personaje llamado
Medwed se ha rebautizado como Beorn.
Fase D: un manuscrito con páginas
numeradas de la 1 a
la 45, correspondientes a los capítulos 13 y 15-19.
Fase E: el mecanografiado de la
Fase C fue revisado, con la inserción del capítulo 13, paginado de la 127 a la 134, y el
mecanografiado del anterior capítulo 13, ahora el 14, renumerado a mano de la 135 a la 140. Los nuevos
capítulos de la fase D están ahora mecanografiados y numerados a mano de la 141 a la 168.
Fase F: en este momento se
realizó un segundo mecanografiado completo con la intención de convertirse en
el original para el editor, pero parece ser que fue descartado porque tenía
demasiados errores tipográficos.
Después siguieron las primeras
pruebas de imprenta, seguidas de la revisión de las mismas.
Combinar la evidencia física del
manuscrito con lo que sabemos de la cronología de la composición del libro es
un proceso delicado y no siempre es posible precisar las fechas.
Tolkien contó a menudo cómo
empezó la historia. Una calurosa tarde de verano en su casa, sentado ante su
escritorio, corrigiendo exámenes sobre literatura inglesa. En una entrevista
dijo: «Uno de los candidatos dejó piadosamente una hoja en blanco (lo mejor que
puede esperar el que corrige), y en ella escribí: “En un agüero en el suelo
vivía un hobbit”. Los nombres siempre generan relatos en mi mente. Pensé más
tarde que haría bien en descubrir cómo eran los hobbits» (Biografía, p. 191). En otro sitio añadió: «Después, algunos meses
después, pensé que era demasiado bueno para dejarlo en el reverso de un examen…
Primero escribí el primer capítulo, después me olvidé de él v escribí otra
parte. Aún puedo ver los huecos. Hay un gran hueco después de que llegan al
refugio de las Águilas. No sabía hacia donde ir». Y prosigue: «Sencillamente
empecé a inventar historias con todos los elementos que tenía en la cabeza: no
recuerdo haberlos organizado en absoluto».[11]
Cuando escribió la primera frase
de El Hobbit —«En un agüero en el
suelo vivía un hobbit»— Tolkien creía que estaba inventando la palabra hobbit. Se han dado numerosos orígenes
de la palabra, incluyendo combinaciones basadas en hob un término común para rústico) y rabbit [conejo]. La semejanza de hobbit con el nombre de algunas de las criaturas del folklore
británico ha sido observado a menudo: algunos espíritus y duendecillos
benévolos se llaman Hobs y Hobthrusts, y la antología de Joseph Jacobs More English Fairy Tales [Más cuentos de hadas ingleses] (1894)
incluye un cuento de unas criaturas más siniestras llamadas Hobyahs. En una
entrevista, Tolkien sugirió que el palabra hobbit
pudo haber nacido quizá de una asociación con Babbit, de Sinclair Lewis, la novela satírica de 1922 sobre un
desesperanzado hombre de negocios de clase media. En El Señor de los Anillos, sin embargo, Tolkien sitúa el origen en la
hipotética palabra en inglés antiguo hol-bytla
o «habitantes de agujeros».[12]
Tras la muerte de Tolkien, se
descubrió que la palabra aparece en una larga lista de más de doscientas
criaturas sobrenaturales publicada en 1895. La lista se encuentra en un libro
rollado The Denham Tracts, una
antología de escritos sobre folklore de Michael Aislabie Denham (18017-1859),
editado por el Dr. James Hardy y publicado en dos volúmenes (1892 y 1895) por
la Folklore Society en Londres. Hobbit
aparece en el volumen dos (p. 79, véase la tercera línea de la Ilustración
superior), y en el índice, donde se define la palabra como «un tipo de
espíritu».[13]
J. R. R. Tolkien y sus cuatro
hijos en el jardín del n.º 20 de Northmoor Road. La fotografía data de 1936. De
Izquierda a derecha: Priscllla, Michael, John, J. R. R. y Christopher.
No está nada claro cuándo
escribió esa primera frase. Buena parte del libro existía en enero de 1933,
cuando se lo mostró a C. S. Lewis, que lo menciona en una carta de Arthur
Greeves del 4 de febrero de 1933: «Desde el inicio del trimestre [el 15 de
enero] he pasado un tiempo delicioso leyendo una historia para niños que Tolkien
acaba de escribir… Si es realmente buena (creó que lo es hasta el final) es,
por supuesto, otra cuestión: es más, si gustará a los niños actuales» (They Stand Together, editado por Walter
Hooper, n.º 183). Los dos hijos mayores de Tolkien, John y Michael, recordaban
haber escuchado elementos del relato contados por su padre en el estudio del
n.º 22 de Northmoor Road, donde la familia Tolkien vivió desde principios de
1926 hasta enero de 1930, cuando se trasladaron a la casa de al lado, que era
más grande. Pero cuales eran esos «elementos» sigue siendo incierto: podrían
proceder de otros cuentos que Tolkien explicó a sus hijos y después fueron
reutilizados en El Hobbit. Michael
Tolkien conservó algunas de sus propias composiciones infantiles, que ya adulto
fechaba en 1929, y que eran imitaciones de El
Hobbit. Aun así, ciertos elementos en esas historias, como las describe
Michael Tolkien, dejan claro que no se refieren a las primeras fases de la
composición sino a estadios tardíos.[14]
A la izquierda: una página del
manuscrito original de El Hobbit que
no iba más allá del primer capítulo.[15] La puerta trasera de la
montaña está marcada con la runa F, y el pasaje rúnico al lado de la mano dice
(las letras subrayadas están representadas por una sola runa): FANG THE
| SECRET PASSAGE | OF THE DWARVES [COLMILLO EL | PASAJE SECRETO | DE LOS
ENANOS]. (La runa que representa la O después fue utilizada por Tolkien para
representar EE.) El texto bajo las runas dice: «cinco pies de alto y tres pasan
con holgura». Una frase entre corchetes está tachada: «Espera junto a la piedra
gris cuando [o donde] el cuervo [escrito
encima: zorzal] llama y el sol naciente en el amanecer del Día de Durin
iluminará la llave [el original dice keyhole
con hole tachado]». La frase está
escrita de nuevo debajo: «Espera junto a la piedra gris donde el zorzal llama.
Durante el atardecer con la última luz del Día de Durin se iluminará la
cerradura».
En esta primera versión del mapa
de Thror la geografía alrededor de la Montaña Solitaria empieza a tomar forma.
Están marcados el Brezal Marchito y las ruinas de Valle, y el Río Rápido,
Ciudad del Lago, los pantanos cercanos, y el Bosque Negro. Un esbozo de la
Montaña Solitaria aparece en la esquina inferior derecha. El compás en el
centro muestra las siete estrellas de la Osa Mayor al norte, con el sol
aparentemente al sur. Los símbolos a este y oeste pueden ser elementos de
escritos incluidos en el «Silmarillion» en la década de 1930: las Puertas de
Morn al este y las Montañas de Valinor al oeste. (Véase La formación de la Tierra Media.)
No hay muchos más documentos a
valorar. El primero es una carta de Christopher Tolkien a Papá Noel de
diciembre de 1937, en la que propone El
Hobbit como regalo de navidad. Esa carta relata a historia del libro como
sigue: «Papá lo escribió hace muchísimo tiempo y nos lo leyó a John, Michael y
a mí, en invierno, después del té. Los capítulos finales no estaban bien
acabados, ni mecanografiados; lo terminó hace más o menos un año» (Biografia, p. 197). Y en un memorando
que escribió Stanley Unwin, tras una reunión con Tolkien a finales de octubre
de 1937, señala que Tolkien «mencionó que la redacción de El Hobbit le llevó dos o tres años porque trabajaba muy despacio» (George Allen & Unwin: A Remembrancer
[George Allen & Unwin: una
remembranza], p. 81).
Si tomamos la publicación de The Marvellous Land of Snergs como
antecedente necesario para la idea de los hobbits, Tolkien pudo escribir la
primera frase como muy pronto durante el verano de 1928. Tolkien tuvo claramente
la inspiración para esa frase mientras corregía exámenes un verano, y eso pudo
ocurrir en los tres años que van de 1928 a 1930. En un momento posterior, Tolkien
volvió a la idea de los hobbits y escribió la primera versión del capítulo 1
(fase A). Pasó el tiempo y volvió a la historia, mecanografiando el primer
capítulo y continuando a mano (con un hueco adicional en la redacción tras el
episodio de las águilas), formando la fase B. Debió alcanzar la fase C, un
mecanografiado, en enero de 1933, con tiempo para que C. S. Lewis pudiera leer
el libro y sentir ciertas dudas sobre el final que, aparentemente, sólo existía
como esquema. Las fases D, E y F probablemente tienen lugar durante el verano
de 1936, cuando Tolkien volvió al libro para terminarlo y enviarlo a Allen
& Unwin.
Tolkien fechó el inicio de la
redacción de El Hobbit en 1930. En
una ocasión dijo que había escrito el primer capítulo «con toda certeza después
de 1930, fecha en que me instalé en el 20 de Northmoor Road» (Biografía, p. 197). En 1968, en el
programa de televisión de la BBC «Tolkien in Oxford» [«Tolkien en Oxford»],
Tolkien contaba de la siguiente forma la redacción de la primera frase y la
volvía a asociar con la casa en el número 20 de Northmoor Road:
La imagen es —la recuerdo perfectamente—
aún puedo ver la esquina de mi casa en el 20 de Northmoor Road donde ocurrió.
Tenía un enorme montón de exámenes [señala a su derecha] y corregir exámenes
durante el verano es una [tarea] enorme, muy laboriosa y desgraciadamente
también muy aburrida. Recuerdo que tomé un examen y me encontré —casi le subo
la nota— con una página en blanco. Glorioso. Nada que leer, así que escribí en
ella, no sé porqué, «En un agujero en el suelo vivía un hobbit». (Tolkien in Oxford, 1968.)
Tolkien también afirmó en una
carta a Allen & Unwin del 31 de agosto de 1937 que «mi hijo mayor tenía
trece años cuanto escuchó el serial» y como John nació en noviembre de 1917,
cumplió trece en noviembre de 1930, lo que sugiere que Tolkien les leyó el
primer capítulo durante las «lecturas invernales» en el invierno de 1930-1931.
La secuencia de acontecimientos
que llevó el manuscrito de El Hobbit
a George Allen & Unwin tampoco está clara. Los «manuscritos caseros» de
Tolkien fueron prestados a algunas personas fuera de la familia, como C. S.
Lewis, Elaine Griffiths, la reverenda madre Santa Teresa Gale (madre superiora
del convento de la Orden del Niño Jesús en Cherwell Edge) y a una niña de doce
o trece años, posiblemente Aileen Jennings, la hermana mayor de la poetisa
Elizabeth Jennings, cuya familia era amiga de los Tolkien.
Elaine Griffiths (1909-1996) fue
alumna de Tolkien y durante muchos años profesora en el Saint Anne College de
Oxford. A principios de la década de 1930 era tutora en Cherwell Edge, que
tenía un hostal (donde se alojaba Griffiths) para mujeres católicas que
pertenecían a la Society of Home-Students [Sociedad de estudiantes externos],
como se llamaba entonces Saint Anne. Desde 1934 Griffiths trabajaba con Tolkien
en una tesina sobre el lenguaje del Ancrene
Wisse. Una vez recordaba:
Cuando era una joven licenciada,
el profesor Tolkien me dejó su copia de El
Hobbit, no manuscrita, pero hermosamente mecanografiada. Tenía una máquina
de escribir fascinante que podía escribir en cursiva, creía que era maravilloso
y lo leí con enorme placer. Y un poco después, alguien que conocía cuando
estudiaba y que estaba trabajando en Allen & Unwin, me vino a ver para
pedirme algo, no recuerdo qué, y me dijo: «Oh, Susan, no sé si debo o puedo
hacerlo, pero te voy a decir algo, ve a casa del profesor Tolkien e intenta
conseguir la obra titulada El Hobbit
pues creo que es terriblemente buena».[16]
La persona de Allen & Unwin
fue Susan Dagnall (1910-1952), que estuvo en Oxford al mismo tiempo que
Griffiths y que empezó a trabajar en Allen & Unwin en 1933. A finales de la
primavera o principios del verano de 1936, Dagnall visitó Oxford para hablar
con Griffiths sobre la revisión de una traducción de Beowulf muy popular entre los estudiantes. De hecho, Tolkien había
recomendado a Griffiths para la tarea, aunque al final no pudo realizarla. El
trabajo fue completado por el colega de Tolkien C. L. Wrenn, y Allen &c Unwin la publicó en 1940 como Beowulf and the Finnesburgh Fragment [Beowulf y el fragmento Finnesburgh], con
prefacio de Tolkien.
Dagnall pidió prestado del
manuscrito de El Hobbit y después de
leerlo animó a Tolkien para que lo acabase y se pudiera publicar en Allen &
Unwin. Tolkien se puso a trabajar. En agosto escribió que El Hobbit estaba casi acabado pero no envió el mecanografiado a
Allen & Unwin hasta el 3 de octubre de 1936.
Stanley Unwin, presidente de la
editorial, lo leyó y aprobó. Se pidió una segunda opinión a la autora de libros
infantiles Rose Fyleman (1877-1957)5 que trabajada como lectora y traductora
para Allen & Unwin. Pero Stanley Unwin pensaba que los niños eran los
mejores jueces de la literatura infantil e, intermitentemente, pedía a sus
hijos, incluyendo a su hijo pequeño Rayner, que comentaran obras destinadas a
los niños a cambio de una paga de un chelín por informe. El Hobbit le fue entregado a Rayner Unwin, que entonces tenía diez
años, que consideró, con la superioridad que dan los diez años, que el libro
era bueno e interesaría a los niños de cinco a nueve años. El Hobbit fue aceptado. Los contratos se firmaron a principios de
diciembre.
Una fotografía de Stanley Unwin
publicada en el número del 1 de enero de 1938 en la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller. El
biógrafo de Tolkien Humphrey Carpenter describe al editor como «bajo, barbado y
de ojos brillantes», señala que Tolkien dijo que Unwin se parecía «exactamente
a uno de mis enanos» (Biografía, p.
200).
Stanley Unwin (1884-1968) había
trabajado en el mundo editorial antes de adquirir en 1914 los bienes de la
firma en bancarrota George Allen & Sons, convirtiéndola en George Allen
& Unwin. Su editorial tuvo mucho éxito y él se convirtió en una de las
figuras principales del mundo editorial. Su libro La verdad sobre el negocio editorial (1926) es un clásico sobre la
realidad del mundo editorial. En su autobiografía La verdad acerca de un editor (1960), Unwin decía que El hobbit era «una de mis publicaciones
preferidas». Unwin fue nombrado caballero en 1946.
El 4 de diciembre de 1936, Susan
Dagnall pidió Tolkien una corta descripción del libro para el catálogo de Allen
& Unwin. Tolkien se lo envió antes del 10 de diciembre. El texto no sólo
apareció en los Summer Announcements
[catálogo de verano] de 1937 de Allen & Unwin, sino que también fue
utilizado en la primera solapa de la sobrecubierta, con otros textos añadidos
por el editor. El escrito de Tolkien es el siguiente:
Si está interesado en viajes de
ida y vuelta más allá del cómodo mundo occidental, más allá de las fronteras
con la vida salvaje, y de vuelta a casa, y puede interesarse en un héroe
humilde (bendecido con un poco de sabiduría y bastante buena suerte), aquí
tiene el relato de semejante viaje y héroe. El período es la época antigua
entre la edad de las hadas y el dominio del hombre, cuando todavía existía el
famoso Bosque Negro, y las montañas estaban plagadas de peligros. Siguiendo la
senda de este humilde aventurero, aprenderá a lo largo del camino (como él) —si
es que ya no lo sabe todo sobre estas cosas— mucho sobre trolls, trasgos,
enanos y elfos, y podrá vislumbrar algo de la historia y la política de una
época tan importante y olvidada.
El señor Bilbo Bolsón visitó a
varias personas notables; habló con el dragón, Smaug el Magnífico; y estuvo
presente, aunque involuntariamente, en la Batalla de los Cinco Ejércitos. Todo
esto es de lo más extraordinario pues era un hobbit. Los hobbits han pasado
inadvertidos para la historia y la leyenda, quizá porque preferían la comodidad
a la aventura. Pero este relato, basado en sus memorias, del año más excitante
en la habitualmente tranquila vida del señor Bolsón le dará una idea exacta de
tan estimable pueblo, que ahora (según se dice) es difícil de ver. No les gusta
el ruido.
El «manuscrito casero» de El Hobbit contenía evidentemente
ilustraciones del propio Tolkien aunque su número resulta incierto. También
tenía mapas, cinco de los cuales acompañaban al libro cuando fue enviado a
Allen & Unwin en octubre de 1936.[17]
A lo largo de los años desde la
publicación de El Hobbit, cierto
número de las ilustraciones de Tolkien, ocho en blanco y negro y cinco en color
(además de dos mapas), se han convertido en lo que se puede llamar las
ilustraciones «estándar» que habitualmente aparecen en el libro.[18]
Pero este estándar tardó algún tiempo en desarrollarse y las ilustraciones
supervivientes asociadas con El Hobbit
suman unas setenta piezas.
Informe de lectura de Rayner
Unwin sobre El Hobbit, escrito cuando
tenía diez años.
Rayner Unwin (1925-2000) fue, más
que ningún otro, el editor de Tolkien. Tras empezar a trabajar en la empresa de
su padre en 1951, fue el responsable de las obras de Tolkien durante el resto
de la vida del autor y durante mucho tiempo después de su muerte. Rayner Unwin
sucedió a su padre como presidente de la editorial tras la muerte de éste en
1968. Sus memorias sobre la empresa familiar George Allen & Unwin: A Remembrancer, aparecieron en 1999, con
dos largos capítulos que explican sus experiencias como editor de Tolkien.
La primera edición británica no
tenía ilustraciones en color, pero incluía diez en blanco y negro, junto con
dos mapas. Todo los dibujos en blanco y negro de Tolkien para El Hobbit parecen proceder el período
posterior a las vacaciones de diciembre de 1936 y antes de mediados de enero de
1937. El 4 de enero, Tolkien envió a Allen & Unwin cuatro dibujos acabados,
entre ellos Puerta de las estancias del
Rey de los Elfos, Ciudad del Lago, Puerta principal y El Bosque Negro (que Tolkien veía como guarda delantera). Al mismo
tiempo envió la versión dibujada de nuevo del Mapa de Thror y el mapa de las Tierras
Ásperas, habiendo decidido que los otros tres no eran necesarios (sin embargo,
Tolkien tuvo que dibujar una vez más el Mapa de Thror en formato apaisado para
utilizarlo como guarda). Dos semanas después envió seis dibujos más, realizados
para que se distribuyeran mejor a lo largo del libro. Estas ilustraciones eran La Colina: Hobbiton al otro lado de El Agua
(versión en blanco y negro), Los Trolls,
El Sendero de la Montaña, Las Montañas Nubladas hacia el oeste, Estancia de
Beorn y La Estancia de Bolsón Cerrado.
A finales de marzo, Allen &
Unwin esperaba que Tolkien tuviera tiempo para realizar una ilustración para la
sobrecubierta del libro. Él envió un diseño preliminar a principios de abril y
el 25 de abril entregó el arte final (con instrucciones detalladas escritas en
los márgenes para los impresores).
Cuatro de los cinco dibujos a
color de Tolkien para El Hobbit se
realizaron durante un par de semanas de vacaciones universitarias a mediados de
julio de 1937. Fueron Rivendel, Bilbo se
despertó con el sol temprano en sus ojos, Bilbo llega a las cabañas de los
Elfos de la almadía y Conversación
con Smaug. La quinta, una versión coloreada de La Colina: Hobbiton al otro lado de El Agua fue completada el 13 de
agosto.
La complejidad de los mapas, las
ilustraciones y a sobrecubierta ocuparon a Tolkien y a Allen & Unwin la
mayor parte del primer semestre de 1937. En sus memorias, Rayner Unwin describe
la situación de la siguiente manera:
Sólo en 1937 Tolkien envió 26
cartas a George Allen & Unwin y recibió 31 cartas en respuesta. Por parte
de Tolkien todas estaban escritas a mano, a veces con una extensión de hasta
cinco páginas detalladas, fluidas, a menudo incisivas, pero infinitamente
educadas y exasperantemente precisas. El tiempo y la paciencia que su editor
dedicó a lo que debería haber sido una sencilla tarea de composición es
sorprendente. Dudo que ningún autor en la actualidad, por muy famoso que fuera,
recibiría una atención tan escrupulosa. (George
Allen & Unwin — A Remembrancer.
p. 75)
El primer anuncio de la
publicación de El Hobbit apareció en
la edición del 6 de febrero de 1937 de la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller. Allen & Unwin insertó un
anuncio con sus novedades para marzo y abril, y El Hobbit era el primero del mes de abril, donde se le describe (en
una comparación extraña) como «la historia en su género más deliciosa desde La olla de oro», un librode James
Stephens publicado en 1912. El Hobbit
se anunciaba como «ilustrado» con el mismo precio (7 chelines y 6 peniques) que
tuvo el libro publicado.
Probablemente a finales de abril
de 1937 enviaron una copia de El Hobbit
a la editorial de Boston Houighton Mifflin Company, para que hicieran una
oferta por los derechos para Estados Unidos. En esa época, varias editoriales
británicas tenían acuerdos con editoriales similares en Estados Unidos, y en
este contexto los lazos de Allen & Unwin eran con Houghton Mifflin. En
aquel entonces Paul Brooks era un joven editor en Houghton Mifflin y mucho
después explicó en sus memorias Two Park
Street (1986) la reacción inicial en Houghton Mifflin ante El Hobbit: «Nuestro director editorial
(que en aquel entonces estaba a cargo de los libros infantiles) no estaba
impresionado. Tampoco lo estaba la bibliotecaria de la Biblioteca Pública de Boston,
a la que pedimos su opinión profesional. Pero por alguna razón —aunque no tengo
ni idea sobre literatura juvenil— leí El
Hobbit y fui atrapado por el señor Bilbo Bolsón y su gente. No importaba a
qué edad estuviera destináda la historia, había que darle una oportunidad» (p.
107).[19]
Sorprendentemente, Houghton
Mifflin sugirió que se encargasen algunas ilustraciones adicionales en color a
«buenos artistas americanos» para acompañar los dibujos en blanco y negro de
Tolkien. Tolkien aceptó en una carta del 13 de mayo de 1937, siempre que fuera
posible «vetar todo lo proveniente de los estudios Disney o influido por ellos
(por cuya obra siento el más profundo aborrecimiento)»[20] (Cartas, n.º 13); pero Allen & Unwin
le convenció de que era mejor que todas las ilustraciones fueran de su mano.
Mayor confusión resultó del envío por parte de Tolkien a Houghton Mifflin de
algunas ilustraciones en color que no eran para El Hobbit antes de enviar cinco para la historia. Houghton Mifflin
seleccionó cuatro de las cinco y, a sugerencia de Allen & Unwin, pagó al
artista cien dólares.
Tolkien recibió las primeras
pruebas del texto en dos paquetes el 20 y 24 de febrero de 1937. Tolkien los
devolvió a Allen & Unwin el 11 de marzo. Sus correcciones eran muchas y
aunque había calculado la extensión de los pasajes reemplazados, fue necesario
recomponer bastantes secciones. Tolkien recibió las pruebas revisadas a
principios de abril y las devolvió el 13 de abril.
El libro fue impreso en junio,
pero la publicación fue pospuesta para permitir el envío de ejemplares de
lectura y llegar a la campaña de Navidad. En un anuncio aparecido en el número
del 3 de julio de 1937 de la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller, Allen & Unwin recolocaba
el libro en el catálogo de otoño. La descripción en este anuncio dice: «Un
libro de aventuras en un mundo mágico de enanos y dragones, por un profesor de
Oxford. Quizá un nuevo Alicia en el País
de las Maravillas».
Tolkien recibió el primer
ejemplar del libro el 13 de agosto. Unas pocas semanas antes la publicación del
libro el 21 de septiembre, Stanley Unwin tomó la inusual decisión de pagar un
anuncio a toda página en la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller, llamando a El Hobbit «el libro infantil del año».
Allen & Unwin dedicaba rara vez un anuncio a toda página para promocionar
un solo libro, pero en el caso de El
Hobbit lo hizo tres veces.
Anuncio a toda página de El Hobbit en el número del 4 de
septiembre de 1937 de la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller.
Finalmente, El Hobbit fue publicado en Inglaterra el 21 de septiembre de 1937,
con una primera tirada de 1.500 ejemplares. Tolkien acordó con Allen &
Unwin que enviarían ejemplares a C. S. Lewis, la Oxford Magazine, la Book Society, y a dos de sus colegas más
próximos, los catedráticos George Gordon de Oxford y R. W. Chambers de la
University of London. De sus ejemplares personales, Tolkien repartió bastantes
entre los miembros de su familia. Otros fueron a antiguos alumnos que se habían
convertido en colegas y amigos de la familia, entre ellos E. V. Gordon, Elaine
Griffiths, Helen Buckhurst, Simonne d’Ardenne, Stella Mills y Katherine
Kilbride. Un ejemplar se envió a la familia Jennings.
La tapa de la edición de El Hobbit de Allen & Unwin fue
diseñada por Tolkien. (Algunos de sus dibujos pueden verse en Artista, n.º 140 y n.º 141.) Las runas
en el lomo, dos TH y una D abajo, se refieren a Thorin y Thror, y a la puerta
secreta en la Montaña Solitaria (marcada también con una runa D en el Mapa de
Thror).
Allen & Unwin también envió
ejemplares a algunos críticos, entre ellos Richard Hughes y Arthur Ransome,
solicitando su opinión. Una selección de los comentarios de los críticos se
convirtió en la base del siguiente anuncio a toda página de Allen & Unwin
en el número del 6 de noviembre de 1937 de la Publisher’s Circular and The Publisher & Bookseller. Allen
& Unwin preparó otros materiales publicitarios como una postal de la
sobrecubierta y un facsímile de una carta del novelista Richard Hughes.[21]
La National Book Fair [Feria
Nacional del Libro] se celebró en Londres el sábado 20 de noviembre y el
reportaje sobre la feria publicado en la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller señala que Su Alteza Real el
Duque de Kent había comprado un ejemplar de El
Hobbit. Tolkien visitó la feria.
En la sede de Allen & Unwin
en Museum Street se dispuso un escaparate con cerca de cincuenta ejemplares de El Hobbit dispuestos frontalmente en
unos estantes. (Una pequeña fotografía del montaje apareció en el número del 2
de noviembre de 1937 en la Publisher’s
Circular and The Publisher & Bookseller.)
La sobrecubierta de la edición de
Allen & Unwin también fue diseñada por Tolkien, utilizando el azul y el
verde además del blanco y negro. (Un primer diseño y el arte final se pueden
ver en Artista, n.º 143 y n.º 144.)
Tolkien quería que el sol y el dragón fueran impresos en rojo, pero la idea fue
rechazada por Allen & Unwin por razones de coste.
Wayne G. Hammond y Christina
Scull han dicho del diseño de Tolkien lo siguiente:
La sobrecubierta de El Hobbit es tan atractiva hoy como en
1937. Pero si atrae no es por el color sino por su fuerza gráfica. Las monjías
se extienden rítmicamente sobre toda la superficie, mientras que sus penachos
de nieve contrastan intensamente con las laderas de tonos oscuros. Líneas
dentadas como rayos relampagueantes pasan a través de las montañas y vibran a
sus pies. En la parte baja del dibujo los troncos de árbol aparecen, ora
negros, ora blancos. Como tantos dibujos de Tolkien, éste está diseñado en
torno a un eje central: aquí la larga carretera que a través del bosque llega
hasta la Montaña Solitaria. Su contenido es asimétrico: en la distancia imperan
la noche, la oscuridad, el mal en forma de dragón; en la parte delantera
aparecen el día, la luz, el bien en forma de águilas que acuden por dos veces
en misión de rescate a lo largo del relato (Artista,
p. 149).
La primera tirada de El Hobbit se vendió bien, y fue
necesaria una reimpresión antes de Navidades, los cinco dibujos en color fueron
reclamados antes de aparecer la edición norteamericana y Allen & Unwin
decidió incluir cuatro de ellos en la segunda impresión sin subir el precio.
Cuatro ilustraciones en color aparecieron más tarde en la edición
norteamericana, pero mientras Allen & Unwin escogieron Bilbo llega a las cabañas de los Elfos de la almadía, Houghton
Mifflin eligió Bilbo se despertó con el
sol temprano en sus ojos.[22]
La segunda impresión de Allen
& Unwin consistió en 2.300 ejemplares. Fueron impresos a principios de
diciembre de 1937, pero no todos fueron encuadernados (423 ejemplares sin
encuadernar fueron destruidos en noviembre de 1940 cuando fue bombardeado el
almacén del editor).
Segundo anuncio a toda página de
Allen & Unwin con la acogida crítica del libro, en el número del 6 de
noviembre de 1937 de la Publisher’s
Circular and The Publisher & Book-seller.
Las dos primeras reseñas
publicadas de El Hobbit son las más
positivas y perceptivas. Aparecieron anónimamente en el Times Literary Supplement y en el Times. Ambas fueron obras del íntimo amigo de Tolkien C. S. Lewis.
La primera responde directamente
a la comparación[23] que hace el editor con el libro de Lewis
Carroll:
El editor comenta que El Hobbit, aunque muy diferente a Alicia, se parece a ésta en que es obra
de un profesor dedicado al juego. Una verdad mucho más importante es que ambos
pertenecen a ese pequeño grupo de libros que no tienen nada en común excepto
que son nuestra puerta de entrada a su propio mundo. Un mundo que parece que ha
existido antes de que tropezáramos con él pero que, una vez encontrado por el
lector correcto, se vuelve indispensable para él. Su lugar está con Alicia. Planilandia, Phantastes, El viento
en los sauces.
… Debe tenerse en cuenta que éste
es un libro para niños en el sentido de que la primera de muchas lecturas puede
hacerse en la escuela. Los niños leen con gravedad Alicia, y los adultos lo leen entre risas; El Hobbit, en cambio, resultará muy gracioso a los lectores más
pequeños, y sólo años más tarde, a una décima o vigésima lectura, empezarán a
darse cuenta del diestro conocimiento y la profunda reflexión que fueron
necesarios para que todo en él pareciera tan maduro, tan amistoso y, a su modo,
tan veraz. Las predicciones son peligrosas, pero es muy posible que El Hobbit se convierta en un clásico. (Times Literary Supplement, 2 de octubre
de 1937.)
La segunda reseña fue aún más
penetrante:
La verdad es que en este libro se
unen un buen número de cosas nunca unidas antes: riqueza de humor, comprensión
de los niños, y una feliz fusión del erudito y el poeta en la captación de la
mitología. A la vera de un valle uno de los personajes del profesor Tolkien
puede detenerse y decir: «Huele como los elfos». Quizá pasen años antes de que
se dé entre nosotros otro escritor con semejante olfato para los elfos. Parece
que el profesor 110 inventa nada. Ha estudiado a trolls y dragones de primera
mano y los describe con la fidelidad que es mucho mejor que océanos de
insustancial «originalidad». (The Times,
8 de octubre de 1937.)
La sobrecubierta de la edición
norteamericana de 1938, publicada por Houghton Mifflin Company, reproducía dos
ilustraciones a color de Tolkien en cubierta y contracubierta.
Se han podido localizar alrededor
de treinta reseñas de la primera edición británica de El Hobbit. Muchas de ellas son muy breves, pero unas pocas tienen
algo más que decir que la simple descripción del libro.[24]
La reseña de Alice Forrester en
la Poetry Review (noviembre-diciembre
de 1937) comenta sobre los poemas de Tolkien: «Sólo quedan por comentar de este
libro sus canciones y poemas que están unidos y ayudan a crear una atmósfera
vivida y algo misteriosa».
En Junior Bookshelf, Eleanor Graham dio a El Hobbit una de sus pocas reseñas negativas:
El Hobbit es
un libro extraño. Contiene los elementos para una muy buena historia, o quizá
para un libro de cuentos cortos para niños, pero, en mi opinión, está malogrado
por algunos reflejos de la actitud del autor hacia el mundo. Un cierto espíritu
de «Tía Sally» reemplaza la benevolencia que es habitual en los libros
infantiles más queridos. En vez de obstáculos naturales en el camino de la
historia, el viaje del hobbit y sus compañeros se ve interrumpido por
obstrucciones que dan la impresión de ser retrocesos deliberadamente intencionados
y no un desarrollo natural… En cambio existe una desagradable sensación de
compulsión y el hobbit realmente no se resigna nunca ni a su exilio ni a su
largo viaje. Junto a estas críticas, también tengo que decir que hay un fuerte
sentido de realidad en la escritura y es realmente destacable, de manera que a
la gente que les guste, les va a gustar mucho. (Junior Bookshelf, diciembre de 1937.)
Al menos hubo dos impresiones de
la edición de Houghton Mifflin en 1938. La primera tiene un hobbit que se
inclina en la portada, mientras que la reimpresión lleva el sello editorial de
Houghton Mifflin, una figura sentada que toca la flauta.[25]
L. A. G. Strong escribió en el Spectator el 3 de diciembre de 1937: «Es
peligroso decir que un libro es realmente original, pero en este caso el riesgo
vale pena. El Hobbit se convertirá en
un clásico».
Una publicación australiana, All About Books, dio al libro una de sus
reseñas más largas en el número del 15 de enero de 1938, a cargo de G. H.
Cowling, que había sido colega de Tolkien en Leeds. Sugería un número de
posibles fuentes de elementos en El
Hobbit: «Si fuera un científico podría hablar largamente de los hobbits y
decir si derivan su nombre de los “hobs” o de los “rabbits” “conejos”]. Pero no
lo soy, de manera que sólo disfrutaré del cuento». Cowling concluía: «Ésta es
realmente una historia de hadas, con la ambientación indudable del país de las
hadas».
R. B. McCallum, uno de los
Inklings y colega de Tolkien, escribió en el Pembroke College Record de 1937-1938: «Todo el libro es destacable
por la solidez y exactitud de la narrativa, una vena de humor feliz y reflexiva
y por la sensatez de la filosofía de fondo. Nada puede disminuir el lustre que
el nombre de Lewis Carroll da a Christ Church pero puede ser que el hecho que
el autor de El Hobbit sea profesor en
Pembroke dé un interés adicional a aquellos que nos visiten en el futuro».
En Estados Unidos, se anunció la
publicación de El Hobbit para el 23
de febrero de 1938 en el número de febrero de 1938 de la Retail Bookseller, pero evidentemente algunos problemas con la
impresión o la encuadernación retrasaron un poco el libro. Fue anunciado de
nuevo en el número de marzo de Retail
Bookseller con fecha de publicación 2 de marzo, aunque los ejemplares estuvieron
disponibles unos días antes.
Anuncio a toda página de Houghton
Mifflin en el número del 26 de marzo de 1938 de Publishers Weekly.
Se han podido localizar más de
veinte reseñas de la primera edición norteamericana de El Hobbit y a continuación se seleccionan algunos extractos
representativos. La primera reseña, que precedió a la publicación de libro, fue
obra de Mary Lamberton Becker en el New
York Herald Tribune:
En el momento de escribir, aún
bajo el embrujo de la historia, no puedo dejar de preguntarme si le va a gustar
a los niños estadounidenses. Mi impulso es decir que si no es así peor para
ellos. Como el erudito Charles Dogdson, el autor es profesor en Oxford, siendo
su especialidad el anglosajón; como Alicia, la historia tiene la inconfundible
señal de haber sido explicada a niños inteligentes. Pero su estilo no es como
el de Lewis Carroll; es mucho más como el de Dunsany… Estas páginas contienen
un mundo, una odisea comprimida, a medida que evolucionan las aventuras en el
camino hacia el tesoro del dragón. No sé si a nuestros niños les gustará una
historia tan concentrada, cuando cada uno de sus capítulos sería un libro por
derecho propio; pueden llegar a pensar que han recibido demasiado por su
dinero. Pero los enanos se han puesto este año de moda en América; quizá éstos
se beneficien del éxito de Disney. (New
York Herald Tribune, 20 de febrero de 1938.)
Sophia L. Goldsmith escribía en
el New York Post en marzo de 1938:
«Este libro gustará por igual a niños y a niñas. Tiene un encanto inmenso,
humor genuino y enanos que dejan a los amigos de Blancanieves completamente en
la sombra».
Anne T. Eaton (1881-1971), una
figura muy conocida de la literatura infantil y bibliotecaria en la Lincoln
School del Teachers’ College de la Universidad de Columbia, escribió:
Éste es uno de los más
frescamente originales y deliciosamente imaginativos libros infantiles que han
aparecido en mucho tiempo… [Hay] bosques que recuerdan los de los relatos en
prosa de William Morris. Como los países de Morris, las Tierras Ásperas es el
País de las Hadas, aunque tiene una cualidad terrena, el aroma de los árboles,
lluvias torrenciales y el olor de las hogueras… Las canciones de enanos y elfos
son verdadera poesía, y como el autor tiene la suficiente fortuna de ser capaz
de hacer sus propios dibujos, las ilustraciones son compañeras perfectas del
texto. (New York Times Book Review,
13 de marzo de 1938.)
Anuncio de Hougton Mifflin para El Hobbit en el número de marzo-abril de
1938 en Horn Book.
Eaton también escribió sobre el
libro en Horn Book:
La época de la historia se
desarrolla entre la edad de las hadas y el dominio de ios hombres, y la escena
se sitúa en uno de esos países mágicos que, como las tierras de los relatos en
prosa de William Moris, son parte indiscutible a la vez de Inglaterra y el País
de las Hadas. En el escenario de la historia abundan auténticos fragmentos de
mitología y magia y el estilo del libro es de una singular cualidad. Está
escrito con un sereno humor y esos detalles lógicos que deleitan a los niños…
Todos aquellos, grandes y pequeños, a los que les guste una historia
imaginativa, bellamente narrada, convertirán El Hobbit es su libro de cabecera. (Horn Book, marzo-abril de 1938.)
Horn Book tuvo
un interés considerable en El Hobbit.
Anne Carroll Moore (1971-1961), la bibliotecaria de la sección infantil de la
Biblioteca Pública de Nueva York, también escribió sobre el libro en su columna
«The Three Owl’s Notebook» [«Cuaderno de apuntes de los tres búhos»] en el
número de marzo-abril, calificándolo como:
un refrescante y original cuento
de aventuras de enanos, trasgos, elfos, dragones, trolls, etc., en la tradición
de las antiguas sagas. Creo que es un error comparar El Hobbit con Alicia o
con El viento en los sauces. No se
parece en nada a ambos. Está firmemente arraigado en Beowulf, en tradición sajona y aunque dirigido a la infancia tiene
cosas en común con The Treasure of the
Isle of Mist [El tesoro de la Isla de
Niebla] de W. W. Tarn y con ciertos cuentos de William Morris. Hay un gran
conocimiento detrás de El Hobbit,
mientras que una rica vena de humor conecta este pequeño ser, descrito como más
pequeño que un enano, con los extraños seres del mundo antiguo y del mundo en
el que vivimos en la actualidad. (Horn
Book, marzo-abril de 1938.)
En el número de mayo de 1938, una
de las fundadoras de la revista, Bertha E. Mahony, presentaba El Hobbit como uno de un grupo de
«ciertos libros que permanecen en la mente como la poesía, revelando siempre
alegrías frescas y nuevos significados». Y en ese número se reprodujo una buena
selección de páginas del capítulo 1 de El
Hobbit.
Después de ganar el Hobbit el premio del New York Herald Tribune, Tolkien fue
notificado mediante telegrama de Ferris Creenslet de Houghton Mifflin Company.
Stanley Unwin reconoció el valor de publicitar el premio al libro en Inglaterra
y reprodujo el telegrama en un anuncio a toda página en el número del 7 de mayo
de 1938 de la Publisher’s Circular and
The Publisher & Bookseller.
Mary A. Whitney escribió en el Christian Science Monitor del 31 de
marzo de 1938: «A todos los que le guste un cuento sólido lleno de originalidad
e imaginación se deleitarán con las aventuras del hobbit». Y William Rose
Benét, en la Saturday Review del 2 de
abril de 1938, llamó a El Hobbit «una
destacable obra de literatura imaginativa para niños que viene de un profesor
de anglosajón en Oxford, como Alicia en
el País de las Maravillas provino de una matemático como el reverendo
Dodgson. El Hobbit es a la vez prosa
y poesía, y, sobre todo, tremendamente divertido».
El 25 de abril de 1938, Tolkien
recibió un telegrama de Ferris Greenslet de Houghton Mifflin, comunicándole que
El Hobbit iba a recibir un premio de
250 dólares. En su segundo Festival Infantil anual, el New York Herald Tribune tenía planeado dar dos premios, cada uno de
250 dólares, uno para el mejor libro infantil publicado en primavera y el otro
para el mejor libro juvenil. El Hobbit
ganó el premio infantil y el ganador en la categoría juvenil fue Iron Duke [El duque de hierro] de John
R. Tunis, una historia universitaria ambientada en Harvard.
Los jueces de la categoría
infantil fueron May Lamberton Becker (presidenta), Elizabeth Morrow (esposa del
embajador de los Estados Unidos en México, Dwight W. Morrow, y madre de la
escritora Anne Morrow Lindbergh) y Stephen Vincent Benét. El premio fue
otorgado en un almuerzo especial el martes 17 de mayo de 1938. El almuerzo,
presidido por Irita Van Doren, editora de la sección de libros del New York Herald Tribune, tuvo lugar el
último día de la convención anual de la American Bookseller Association
[Asociación Americana de Libreros] en el Hotel Pennsylvania de Nueva York. Un
miembro de la red comercial de Houghton Mifflin, LeBaron R. Barker Jr., aceptó
el premio en nombre de J. R. R. Tolkien.[26]
Como en Inglaterra, hubo división
de opiniones a la vista de las reseñas de El
Hobbit. Mary L. Lucas escribió sobre el hobbit y los enanos: «Sus aventuras
y desgracias son numerosas, de hecho demasiado numerosas para disfrutar
realmente de la lectura. El libro se lee mejor en voz alta y a pequeñas dosis,
o se debe advertir al niño que lo lea así por sí mismo. Tendrá un éxito
limitado si no es correctamente introducido y aún así sólo gustará a aquellos
niños que tengan una imaginación viva» (Library
Journal, 1 de mayo de 1938).
En el Catholic World de julio de 1938, el anónimo comentarista escribía:
«Le aseguramos que le gustará este movido cuento tanto como a su hijo. Haga que
resuelva los acertijos de Gollum y Bilbo. Ellos solos valen el precio del libro».
Y Harry Lorin Bisse llamó al libro, en una muy corta reseña en Commonweal del 2 de diciembre de 1938,
«un brillante cuento de hadas moderno».
El Hobbit fue
un éxito en Estados Unidos. En junio, ya se habían vendido casi tres mil
ejemplares. Houghton Mifflin decidió anunciar de nuevo el libro a la cabeza de
su catálogo juvenil de otoño, con la esperanza de aumentar las ventas. El
anuncio del libro en el número de Navidad de 1938 en la revista Horn Book (véase nota 6 del capítulo 1),
incluía el dibujo de un hobbit para el que Tolkien había proporcionado más
detalles descriptivos. El Hobbit fue
expuesto con otros cincuenta libros infantiles en la exposición anual de
noviembre y diciembre en las salas dedicadas a la literatura infantil de la
Biblioteca Pública de Nueva York, y fue elogiado en el folleto, Children’s Books 1938 [Libros infantiles 1938], publicado para
la ocasión. El libro fue reimpreso y a finales de 1938 las ventas de la edición
norteamericana habían sobrepasado los cinco mil ejemplares.
El Hobbit
perdió algo de fuelle tras el estallido de la segunda guerra mundial. Debido al
racionamiento de papel, impuesto en Inglaterra en abril de 1940 (algunos meses
antes el almacén de Allen & Unwin al norte de Londres fue bombardeado y se
perdieron más de un millón de libros), El
Hobbit estuvo agotado en Inglaterra durante la mayor parte de la década de 1940, a pesar del deseo de
autor y editor de mantenerlo en catálogo. El racionamiento de papel estuvo en
vigor hasta 1949.
A principios de la década de 1950
(quizá espoleado por la publicación a finales de 1949 de Egidio, el granjero de Ham), El
Hobbit volvió a estar de actualidad. Casi trece años después de dar a El Hobbit una reseña desconcertante, la
revista Junior Bookshelf quiso
equilibrar la balanza con algunos astutos comentarios de Marcus S. Crouch:
El Hobbit ha
tenido un éxito desigual, como todos los libros marcadamente originales. Ha
sido, creo, sólo un éxito moderado en las librerías y los bibliotecarios que
tuvieron el valor de comprarlo en cantidades importantes no pueden decir que
rivalice en popularidad con los bienes que se producen en grandes cantidades en
la actualidad. Me parece, sin embargo, que tiene en un nivel muy alto algunas
de las cualidades que lo harán perdurar. No sé de ningún libro infantil
publicado en los últimos veinticinco años del que pueda predecir con mayor
seguridad que se seguirá leyendo en el siglo XXI. (Junior Bookshelf marzo de 1950.)
En la década de 1950 las ventas
de El Hobbit subieron
considerablemente y con mayor impulso tras la publicación de la largamente
esperada secuela, El Señor de los Anillos.
Ha habido diversas dramatizaciones del libro, aficionadas y profesionales,
desde marzo de 1953, cuando se estrenó la primera adaptación autorizada en la
St. Margaret’s School de Edimburgo. A ésta han seguido numerosas adaptaciones,
entre ellas el execrable programa de televisión de 1977 basado en el libro,
varias versiones en audio y una representación por parte de la Ópera Nacional
finesa en octubre de 2001. Las ventas de ejemplares del libro hace tiempo que
llegaron al nivel multimillonario. En Gran Bretaña se puso a la venta en 1998
un sello de correos en honor de El Hobbit.
Al aproximarse el sesenta y cinco aniversario de su publicación, El Hobbit ha aparecido en más de
cuarenta idiomas. No cabe la menor duda que El
Hobbit es un clásico en todo el mundo, para todas las edades y en todas las
épocas.
El 21 de julio de 1998, El Hobbit fue honrado con un sello de
correos en Gran Bretaña dentro de la serie «Mundos mágicos: libros de fantasía
clásicos para niños». La serie homenajeaba a otras cuatro obras además de El Hobbit. A través del espejo (1872) de
Lewis Carroll, The Phoenix and the Carpet
[El fénix y la alfombra] (1904) de E.
Nesbit, El León, la Bruja y el Armario
(1950) de C. S. Lewis y The Borrowers
(1952) de Mary Norton. Las ilustraciones de los sellos son de Peter Malone.
Esta es una historia de hace
mucho tiempo. En esa época los lenguajes eran bastante distintos de los de hoy…
Las runas eran letras que en un principio se escribían mediante cortes o
incisiones en madera, piedra, o metal. En los días de este relato los Enanos
las utilizaban con regularidad, especialmente en registros privados o secretos.
Si las runas del Mapa de Thror son comparadas con las transcripciones en letras
modernas, no será difícil reconstruir el alfabeto (adaptado al inglés actual),
y será posible leer el título rúnico de esta página. Desde un margen del mapa
una mano apunta a la puerta secreta, y debajo está escrito:
Las dos últimas runas son las
iniciales de Thror y Thrain. Las runas lunares leídas por Elrond eran:
En el Mapa los puntos cardinales
están señalados con runas, con el Este arriba, como es común en los mapas de
enanos y han de leerse en el sentido de las manecillas de reloj: Este, Sur,
Oeste, Norte. [1]
Fuente:
Título original: The Annotated Hobbit
J. R. R. Tolkien & Douglas A. Anderson, 1988
Autor de El Hobbit: J. R. R.
Tolkien
Autor comentarios, notas y pies de imagen: Douglas A. Anderson
Traducción: Manuel Figueroa & Rubén Masera
Traductor de El Hobbit: Manuel
Figueroa
Traductor comentarios, notas y pies de imagen: Rubén Masera
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
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