martes, 17 de noviembre de 2015

Miguel de Cervantes. Comedia llamada TRATO DE ARGEL.


En el teatro de Cervantes, se distinguen dos épocas: la primera de imitación clásica, junto con elementos novelescos. A esta época pertenecen el “trato de Argel”, que es una impresionante y poderosa escena del cautiverio en el que el autor, el soldado cautivo Saavedra, aparece al igual que en el Renacimiento en un plano segundo, no en el centro de la obra.

(Fragmento).

Comedia llamada TRATO DE ARGEL
Hecha por Miguel de Cervantes, 
Qu’estuvo cautivo en él siete años

Jornada primera

Interlucutores:
AURELIO. 
FÁTIMA, criada de Zahara. 
ZAHARA, ama de Aurelio. 
YZUF, amo de Aurelio.
AURELIO ¡Triste y miserable estado! 
¡Triste esclavitud amarga, 
donde es la pena tan larga 
cuan corto el bien y abreviado! 
¡Oh purgatorio en la vida,
infierno puesto en el mundo, 
mal que no tiene segundo, 
estrecho do no hay salida! 
¡Cifra de cuanto dolor 
se reparte en los dolores, 10 
daño que entre los mayores 
se ha de tener por mayor! 
¡Necesidad increíble, 
muerte creíble y palpable, 
trato mísero intratable, 15 
mal visible e invisible! 
¡Toque que nuestra paciencia 
descubre si es valerosa; 
pobre vida trabajosa, 
retrato de penitencia! 20 
Cállese aquí este tormento, 
que, según me es enemigo, 
no llegará cuanto digo 
a un punto de lo que siento. 
Pondérase mi dolor 25 
con decir, bañado en lloros, 
que mi cuerpo está entre moros 
y el alma en poder de Amor. 
Del cuerpo y alma es mi pena: 
el cuerpo ya veis cual va, 30 
mi alma rendida está 
a la amorosa cadena. 
Pensé yo que no tenía 
Amor poder entre esclavos, 
pero en mí sus recios clavos 35 
muestran más su gallardía. 
¿Qué buscas en la miseria, 
Amor, de gente cautiva? 
Déjala que muera o viva 
con su pobreza y laceria. 40 
¿No ves que el hilo se corta 
desa tu amorosa estambre, 
aquí con sed o con hambre, 
a la larga o a la corta? 
Mas creo que no has querido 45 
olvidarme en este estrecho, 
que has visto sano mi pecho, 
aunque tan roto el vestido. 
Desde agora claro entiendo 
que el poder que en ti se encierra 50 
abraza el cielo y la tierra, 
y más que no comprehendo. 
Una cosa te pidiera, 
si en esa tu condición 
una sombra de razón 55 
por entre mil sombras viera; 
y es que, pues fuiste la causa 
de acabarme y destruirme, 
que en el contino herirme 
hagas un momento pausa. 60 
Yo no te pido que salgas 
de mi pecho, pues no puedes; 
antes, te pido que quedes, 
y en este trance me valgas. 
Mira que se me apareja 65 
una muy fiera batalla, 
y que no he de atropellalla 
si tu consejo me deja. 
Del lugar do me pusiste, 
me procuran derribar; 70 
pero, ¿quién podrá bajar 
lo que tú una vez subiste? 
Ya viene Zahara y su arenga; 
¡ay, enfadosa porfía; 
cómo que me falta el día 75 
antes que la noche venga! 
¡Valedme, Silvia, bien mío, 
que, si vos me dais ayuda, 
de guerra más ardua y cruda 
llevar la palma confío! 


Editorial: Sopena, 1911.

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