miércoles, 19 de agosto de 2020

UNAMUNO.VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO



PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN
Ésta edición —la tercera— de ms VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO, que forma parte de la de mis Obras Completas, no difiere en nada de la segunda, en que se corrigieran, no sólo las muchas erratas tipográficas, sino los errores del original, hijos de mis precipitaciones de improvisador, que infestaban la primera, publicada en 1905 -hace'veintitrés años— /coincidiendo, por acaso, no de propósito, con la celebración del tercer centenario de la primera publicación del Quijote, ya gtte no me propuse hacer obra de centenario. Al corregir ahora aquí, en el destierro fronterizo, las pruebas de esta nueva edición, he sentido más- de una vez tentaciones de añadir algo a su texto o modificarlo, irlas me he abstenido pensando que cualquier añadido o modificación hallará, mejor lugar en otra obra. Añadidos y •modificaciones que me inspira mi experiencia quijotesca, de cuatro años de expatriación de mi pobre España esclavizada. Al repasar, sobre todo, mi comentario a la aventura de la liberación de los galeotes pensé añadir unos párrafos explicando cómo los galeotes apedrearon a Dtm Quijote porque lo que querían no era que les quitase sus cadenas, sino qué les echase otras haciéndoles cuadrilleros de la Santa Hermandad, lo queme enseñaron en el Ateneo de Madrid ciertos mocitos que se dicen intelectuales de minoría selecta. En este tiempo se han publicado ya cuatro traducciones de esta mi obra: dos en italiano, una en alemán y otra en inglés. Y por cierto el autor de esta última y excelente traducción, el profesor Homer P. Earle, de la Universidad de California, tuvo la delicada atención de llamármela sobre que en cierto pasaje pongo en boca de Sancho palabras que en el texto cervantino figuran en la, de Sansón Carrasco y de preguntarme si modificaba o suprimía el pasaje o le añadía alguna nota en defensa preventiva de reparos de la 'crítica eruditesca. Pude haberle remitido a mi ensayo Sobre la teefciMst e interpretación del Quijote, puMicado por primara
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vem «¡n el número de abril de 1906 de .la revista La España Moderna, donde. estóbtecí bien claramente mi propósito 1/ espíritu eomeníoriaZés —¿os místicos ten comeníado en pareja forma las Sagradas Escrituras cristianas-- y decirle que' dejo a eruditos, críticos literarios e investigadores históricos la meritoria y utílhima tarea d« escudrinar lo que el Quijote pudo significar en su tiempo y en, el ámbito en que se produjo y lo que Cervantes quiso., en él expresar, y expresó. Pero preferí darle otra explicación, y es ésta: En el prólogo del Quijote — que, como casi todos los prólogos (incluso éste), no son apenas sino mera literatura—, Cervantes nos revela que encontró el relato de la hazañosa vida del Caballero de la Triste Figura en unos papeles arábigos de un Cide fíamete Benengeli, profunda revelación coii la que el bueno —¡y tan bueno!— de Cervantes nos revela lo que podríamos llamar la objetividad, la existencia —existere quiere decir estar fuera— de Don Quijote y Sancho y su coro entero fuera de la ficción del novelista y sobre ella. Por mi parte, creo que el tal Cide Hamete Benengeli no era árabe, sino judio y judío marroquí, y que tampoco fingió la historia. En todo caso ese texto arábigo del Cide Hamete Benengeli le tengo yo, y aunque he olvidado todo el poquísimo árabe que me enseñó el señor Codera en la Universidad de Madrid — ¡y me dio el premio en la asignatura!—, lo leo de corrido y en él he visto que en el pasaje a que aludía el profesor Earle fué Cervantes el que leyó mal y que mi interpretación, y no la suya, es la fiel. Con lo que me creo defendido de todo posible reparó de una crítica profesional o profesoral. . Ni creo deber alargarme más aquí, en este sencillo prólogo, a exponer una doctrina que tantas veces he expuesto respecto a la realidad histórica, tanto más cuanto que preparo una obra sobre el quijotismo, en.que me esforzará por esclarecer la diferencia entre estar, ser y existir. F cómo Don Quijote y Sancho son —no es sólo que lo fueron— tan independientes de la ficción poética de Cervantes como lo es de la mía aquel Augusto Pérez de mi novela Niebla, al que creí haber dado vida para darle después xrmerte, contra lo que él, y con, razón, protestaba, •. Y ahora, atento lector, hasta que volvamos a encontramos.
. MIGUEL DE IJNAMÜNO.

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