sábado, 25 de febrero de 2012

NOTICIA:Celebrarán 30 años del Nobel de Literatura para García Márquez


Celebrarán 30 años del Nobel de Literatura para García Márquez

El escritor radica en México desde 1975.
El escritor radica en México desde 1975.Cuartoscuro
Realizarán una mesa redonda en Bellas Artes con la participación de Elisa Corona, José Mariano Leyva y Armando González Torres
Notimex

México.- Para conmemorar los 30 años de que el escritor colombiano recibió el Premio Nobel de Literatura, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ofrecerá la mesa redonda “La memoria del corazón: Gabriel García Márquez”, en la que participarán Elisa Corona, José Mariano Leyva y Armando González Torres.

Dicha plática, en la que participará como moderadora la escritora Rosina Conde, se llevará a cabo el próximo martes en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, y servirá para releer, revalorar y disfrutar la obra del escritor colombiano acreedor del Nobel de Literatura en 1982, informó el INBA en un comunicado.

El poeta y ensayista Armando González, ganador del Premio Bellas Artes de Ensayo Literario “José Revueltas”, hablará del entorno y del “boom” latinoamericano en relación a la obra “Cien años de soledad” (1967).

Por su parte, la ensayista Elisa Corona, galardonada con el Premio Nacional de Ensayo Joven “José Vasconcelos” 2008, por su obra "Amigo o enemigo: el debate literario en Foe de J. M. Coetzee”, leerá una ponencia titulada "Las malas mujeres de Macondo".

Asimismo, el novelista José Mariano Leyva, ganador del Premio Bellas Artes de Novela “José Rubén Romero” 2009, hablará del ejercicio de libertad narrativa y creativa en la obra de Gabriel García Márquez, con énfasis en “Cien años de soledad” y “El amor en los tiempos del cólera” (1985).

La mesa redonda, en la que los ponentes también leerán algunos de sus pasajes favoritos en la obra de García Márquez, tiene como objetivo que escritores de diversas generaciones aborden distintos aspectos de la narrativa del escritor colombiano.

Gabriel García Márquez nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927, pero radica en México desde 1975; ha publicado gran cantidad de obras, entre las que se incluyen cuentos, novelas y una breve incursión en teatro.

Durante su discurso para aceptar el Nobel de Literatura, “La soledad de América Latina”, en alusión a una de sus más grandes obras, habló sobre la realidad social y política en dichos países, la cual parece no cambiar a pesar de los años transcurridos.
Cultura y Entretenimiento
Viernes, 24 de Febrero de 2012 22:25
Redactor: Andrés Nolasco

viernes, 24 de febrero de 2012

MARCUS AURELIUS: MEDITACIONES. LIBRO II.



Meditaciones: o del buen vivir.  Como lo prometí, trataremos en lo posible de insertar todas las semanas uno o varios fragmentos de este maravilloso libro de las MEDITACIONES.


Marco Aurelio Antonino Augusto[2] (apodado "El Sabio") (26 de abril de 121[3]17 de marzo de 180) nacido en Roma, fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores Hispanos y es considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.
Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia frente a un revitalizado Imperio parto y en Germania Superior frente a las tribus bárbaras asentadas a lo largo del Limes Germanicus, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante el período de su imperio tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del Este liderada por Avidio Casio a la cual aplastó.
La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas de la década de 170, todavía es considerada como un monumento al gobierno perfecto. Es descrita como "una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura".[4]
Fuente: Wikipedia.


LIBRO II
1. Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones
previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un
insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo
eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males.
Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien
es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la
naturaleza del pecador mismo es pariente de la mía, porque
participa, no de la misma sangre o de la misma semilla,
sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad,
no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues
ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con
mi pariente ni odiarle. Pues hemos nacido para colaborar,
al igual que los pies, las manos, los páφados, las hileras
de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios
los unos de los otros es contrario a la naturaleza.
Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación
y repulsa.
2. Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve
hálito vital, y el guía interior. ¡Deja los libros! No te dejes
distraer más; no te está permitido. Sino que, en la idea de
que eres ya un moribundo, desprecia la carne: sangre y
polvo, huesecillos, fino tejido de nervios, de diminutas
venas y arterias. Mira también en qué consiste el hálito
vital: viento, y no siempre el mismo, pues en todo momento
se vomita y de nuevo se succiona. En tercer lugar,
pues, te queda el guía interior. Reflexiona así: eres viejo;
no consientas por más tiempo que éste sea esclavo, ni que
siga aún zarandeado como marioneta por instintos egoístas,
ni que se enoje todavía con el destino presente o recele
del futuro.
3. Las obras de los dioses están llenas de providencia,
las de la Fortuna no están separadas de la naturaleza o de la
trama y entrelazamiento de las cosas gobernadas por la Providencia.
De allí fluye todo. Se añade lo necesario y lo conveniente
para el conjunto del universo, del que formas parte.
Para cualquier parte de naturaleza es bueno aquello que colabora
con la naturaleza del conjunto y lo que es capaz de
preservarla. Y conservan el mundo tanto las transformaciones
de los elementos simples como las de los compuestos.
Sean suficientes para ti estas reflexiones, si son principios
básicos. Aparta tu sed de libros, para no morir gruñendo, sino
verdaderamente resignado y agradecido de corazón a los
dioses.
4. Recuerda cuánto tiempo hace que difieres eso y
cuántas veces has recibido avisos previos de los dioses
sin aprovecharlos. Preciso es que a partir de este momento
te des cuenta de qué mundo eres parte y de qué
gobernante del mundo procedes como emanación, y comprenderás
que tu vida está circunscrita a un período de
tiempo limitado. Caso de que no aproveches esta oportunidad
para serenarte, pasará, y tú también pasarás, y ya
no habrá otra.

5. A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano
y varón, de hacer lo que tienes entre manos con puntual
y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y
procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones.
Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción
como si se tratara de la última de tu vida, desprovista
de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejara
del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y
despecho en lo relacionado con el destino. Estás viendo cómo
son pocos los principios que hay que dominar para vivir
una vida de curso favorable y de respeto a los dioses. Porque
los dioses nada más reclamarán a quien observa estos
preceptos.

6. ¡Te afrentas, te a f r e n t a s a l m a mía! Y ya no tendrás
ocasión de h o n r a r t e ¡ B r e v e es la vida para cada uno! Tú,
prácticamente, la has consumido sin respetar el alma que te
pertenece, y, sin embargo, haces depender tu buena fortuna
del alma de otros.
7. No te arrastren los accidentes exteriores; procúrate
tiempo libre para aprender algo bueno y cesa ya de girar
como un trompo. En adelante, debes precaverte también de
otra desviación. Porque deliran también, en medio de tantas
ocupaciones, los que están cansados de vivir y no tienen
blanco hacia el que dirijan todo impulso y, en suma, su imaginación.

8. No es fácil ver a un hombre desdichado por no haberse
detenido a pensar qué ocurre en el alma de otro. Pero
quienes no siguen con atención los movimientos de su propia
alma, fuerza es que sean desdichados.
9. Es preciso tener siempre presente esto: cuál es la naturaleza
del conjunto y cuál es la mía, y cómo se comporta
ésta respecto a aquélla y qué parte, de qué conjunto es; tener
presente también que nadie te impide obrar siempre y decir
lo que es consecuente con la naturaleza, de la cual eres
parte.
10. Desde una perspectiva filosófica afirma Teofrasto^^
en su comparación de las faltas, como podría compararlas
un hombre según el sentido común, que las faltas cometidas
por concupiscencia son más graves que las cometidas por
ira. Porque el hombre que monta en cólera parece desviarse
de la razón con cierta pena y congoja interior; mientras que
la persona que yerra por concupiscencia, derrotado por el
placer, se muestra más flojo y afeminado en sus faltas. Con
razón, pues, y de manera digna de un filósofo, dijo que el
que peca con placer merece mayor reprobación que el que
peca con dolor. En suma, el primero se parece más a un
hombre que ha sido víctima de una injusticia previa y que se
ha visto forzado a montar en cólera por dolor; el segundo
se ha lanzado a la injusticia por sí mismo, movido a actuar
por concupiscencia.





jueves, 23 de febrero de 2012

NOTICIA: García Lorca: "Haré el teatro como me dé la gana"


García Lorca: "Haré el teatro como me dé la gana"

El Centro de Documentación Teatral recupera una entrevista con el poeta publicada en 1931 en el primer y único número de la revista 'Miradero'.
CARMEN SIGÜENZA (EFE) / MADRID | ACTUALIZADO 23.02.2012 - 17:29
Primera página de la entrevista publicada por la revista 'Miradero'.
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El Centro de Documentación Teatral (CDT) ha recuperado una entrevista con Federico García Lorca que se publicó en 1931 en el primer y único número de la exclusiva revista Miradero y que no está incluida en las Obras Completas del poeta de Granada. Se trata de una entrevista de cinco páginas realizada por Juan de Alfarache a un García Lorca que habla de sus pensamientos sobre el teatro, los toros, el fútbol, Granada, Cuba, las actrices o su viaje a América, y que se completa con las fotografías de La zapatera prodigiosainterpretada por Margarita Xirgu, realizadas por Calvache.

Tan valioso documento ha sido donado recientemente al Centro de Documentación Teatral por María Jesús Gómez Llano, sobrina del editor de la revista Miradero, José Gallo de Renovales. Miradero fue un proyecto cultural de alta calidad que puso en marcha Renovales, que no consiguió sacar el número dos a la calle. Esta bella e importante entrevista se completa con un artículo del profesor Huélamo Kosma, estudioso de la obra de García Lorca y director del CDT. 

Juan Alfarache abre la entrevista escribiendo: "García Lorca me tiende la mano generosamente... y su mano, extendida hacia mí generosamente, me ha significado tanto o más que sus palabras...". García Lorca empieza diciendo, entre otras cosas: "Yo siempre haré el teatro que me guste, el que siento; y lo haré como me dé la gana"

Después de comentar que en julio de 1931 había vuelto de seguir un curso en Estados Unidos en la Colombia University y de haber dado un curso de conferencias en Cuba, el poeta comenta, a la pregunta del entrevistador sobre el público de Granada, que "nadie es profeta en su tierra". "Tengo un grupo de amigos -dice-, sí, es cierto, que toman con el cariño de las cosas propias mis triunfos en escena. Pero Granada, que es una ciudad inteligente, es una ciudad muy fría... Lo que vale allí es el pueblo, son las afueras, el Albaicín, todo lo que hay de secular en la entraña de las gentes del pueblo. Es el pueblo de las calles". "La ciudad -continúa- es una ciudad acolchada, muerta... Ahora bien: todo carácter del pueblo vierte a raudales simpatía". Y precisa: "El único sitio donde no ha gustado Mariana Pineda ha sido en Granada"

El autor de Poeta en Nueva York también habla de su primer estreno, La zapatera prodigiosa, que califica de "un hermoso pateo", y comenta dos de sus aficiones, el fútbol y los toros. Dice que es más aficionado a los toros, pero que no tiene un torero predilecto, y del fútbol añade: "Sin que mi pasión llegue a vincularse a un equipo". "Cuando presencio un partido, unos me son más simpáticos que otros. Conquistan espontáneamente la simpatía por cualquier accidente del juego. Y deseo que gane el que más rápidamente captó mis simpatías. Voy al espectáculo deportivo sin prejuicio alguno", concluye. 

Con respecto al teatro de vanguardia, el autor de El público, ese drama que considera su "mejor poema" y el más experimental junto con Así que pasen cinco años, como recuerda Julio Huélamo en el artículo que acompaña la entrevista, contesta un año después, "en términos bastantes restrictivos": "Considero que el teatro puede ser muy atrevido; pero con una norma: que sea para todo el mundo"

"Está bien algo de laboratorio, de teatro experimental; pero toda obra de teatro no debe buscar limitaciones, sino ser ampliamente para todos", decía el poeta.

CAMILO JOSÉ CELA.


Si existe una novela que ha dejado una huella indeleble en mi memoria de joven fue: LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE. Una obra descarnada, sincera, sórdida y con ecos existencialistas. Es por tal motivo que, los lectores curiosos la pueden bajar en digital. 
De esta novela se dice que:

La novedad de esta obra consistía en un argumento truculento, sórdido, abundante en escenas de violencia gratuita, narrado con un lenguaje que evoca el habla rural, pero al mismo tiempo muy cuidado. Es una novela que, aunque situada en una época imprecisa, fue capaz de reflejar el ambiente de pesimismo existencial que vivía la España de posguerra. En realidad, la visión del mundo subyacente en esta obra no estaba muy lejos del existencialismo francés o del neorrealismo italiano. Pero a diferencia de los autores existencialistas, Cela optó por rehuir la ambientación contemporánea y recuperar la tradición realista española: la picaresca, el naturalismo, Pío Baroja y la novela social de los años treinta.
Reseñado por Pilar 26/10/2007J.Méndez-Limbrick. Escritor.

Premio Cervantes 1995
CAMILO JOSÉ CELA


Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y
articulista español
(Iria Flavio, La Coruña, 1916 – Madrid, 2002)
Estudia Derecho y asiste a clases en la
Facultad de Filosofía y Letras en Madrid. En 1935 se anuncia como poeta en El
Argentino, revista de La Plata, prometiendo la publicación del poemario Pisando la
dudosa luz del día, que se imprime en 1945.
A partir de 1931, una enfermedad pulmonar le obligó a numerosos periodos de reposo
en los que se dedicó a las lecturas que habían de conformar su personalidad literaria:
Cervantes, Quevedo y Ortega y Gasset, a los que habría que sumar su desgarrada
visión de España, emparentada directamente con la de Goya y Valle-Inclán. A este
esperpentismo corresponde, en buena medida, el carácter brutal de algunas páginas
de sus libros como El bonito crimen del carabinero y otras invenciones (1947), El gallego
y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos (1951) o La Familia de Pascual Duarte
(1942); con tal brutalidad el autor busca acudir a la raíz primaria del ser humano, más
allá de todo lo que implique educación del carácter. La búsqueda de esa misma
esencia primitiva fue la impulsora de sus libros de viajes, iniciados en 1948 con el
conocidísimo Viaje a La Alcarria, y a los que pertenecen también, entre otros, El
gallego y su cuadrilla (1949), Judíos, moros y cristianos (1956), Viaje al Pirineo de Lérida
(1965) y Primer viaje andaluz: notas de un vagabundo por Jaén, Córdoba, Sevilla,
Huelva, y sus tierras (1989).
En 1942, la publicación de La familia de Pascual Duarte supuso un revulsivo dentro del
desolador panorama de la narrativa española de posguerra. Su excelente estilo se
ponía al servicio del realismo más crudo y sin concesiones que dio lugar a la creación
de una corriente denominada tremendismo. En 1957 ingresó en la Real Academia
Española, pronunciando un discurso sobre La obra literaria del pintor Solana.
El tono lírico se diluye mediante la utilización de la perspectiva múltiple en Pabellón de
reposo (1943). En 1944 se volverá hacia el molde picaresco para escribir Nuevas
andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes, reconstrucción literaria que destaca
especialmente por la riqueza léxica.
En La Colmena, publicada en 1952 y en Buenos Aires por los problemas que le causó la
censura en España, el autor se comporta como el fotógrafo que sale a la calle con su
cámara a cuestas para retratar lo que ve. En la obra, más de trescientos personajes,
muchos de ellos sólo nominales, se entrecruzan en tres días de diciembre y por dos o
tres barrios del centro de Madrid. En Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953), tiene lugar
un alucinado monólogo de una mujer con su hijo muerto, plasmado -nuevo
experimento narrativo- a través de cartas que la mujer escribe. En La Catira (1955),
asistimos a la recreación de la naturaleza y el lenguaje venezolano. En 1969 publica
Vísperas, festividad y octavas de San Camilo de 1936 en Madrid, ambientada en los
primeros días de la guerra civil en Madrid y que le sirve para bucear una vez más en el
primitivismo hispano, ahora analizando el cainismo de la sociedad española.
Las últimas novelas del autor son: Oficio de Tinieblas (1973), su obra más personal, a la
que se ha referido, como ya lo hiciera Espronceda con el Canto a Teresa, como a
"una purga de mi corazón”. Se encuentran también Mazorca para dos muertos (1983);
Cristo versus Arizona (1988) y La cruz de San Andrés (1994).
Entre 1956 y 1979 fue director de la revista mallorquina Papeles de Son Armadans,
auténtico foro cultural de aquellos años. Son también de interés sus colaboraciones en
libros de pintura como Gavilla de fábulas sin amor (1962, sobre Picasso) y El Solitario
(1963, sobre Rafael Zabaleta); de fotografía, como Toreo de salón (1963).
Asimismo, es autor de una breve obra dramática compuesta por dos títulos estrenados
en 1970: María Sabina y El carro de heno o el inventor de la guillotina, y de diversos
ensayos sobre temas varios tales como Vuelta de hoja (1981); Rol de cornudos (1985).
En el otoño de 1997, Camilo José Cela acabó la redacción de una obra de teatro
titulada Homenaje a El Bosco, segunda parte, extracción de la locura o El inventor del
garrote. En septiembre de 1989 presentó Madera de boj, la novela que aplazó al
recibir el Premio Nobel.
Ya consagrado, como uno de los grandes escritores del siglo, durante las dos últimas
décadas de su vida se sucedieron los homenajes, los premios y los más diversos
reconocimientos, entreverados ocasionalmente con algunas polémicas. Entre aquéllos
es obligado citar, en orden cronológico, los tres más importantes: el Príncipe de
Asturias de las Letras (1987); el Nobel de Literatura (1989) y el Miguel de Cervantes
(1995). El 10 de marzo de 1991 se casó con Marina Castaño. En 1996, el día de su
octogésimo cumpleaños, el Rey don Juan Carlos I le concedió el título de Marqués de
Iria Flavia; el lema que Cela adoptó para el escudo de marquesado fue El que resiste,
gana. Falleció en Madrid, el 17 de enero de 2002.


SEGUNDA NOTA BIOGRÁFICA:

Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y articulista español (Íria Flavia, La Coruña, 1916). Nacido en el seno de una familia de ascendencia inglesa e italiana por parte de madre, vivió en Madrid desde su niñez, ciudad en la que estudió Derecho y asistió también a clases en la Facultad de Filosofía y Letras. En 1935 se anunció como poeta en El Argentino, revista de La Plata, prometiendo la publicación del poemario Pisando la dudosa luz del día, que sería impreso en 1945.

En 1931, una enfermedad pulmonar le obligó a numerosos períodos de reposo en los que se dedicó a las lecturas que habían de conformar su personalidad literaria: Cervantes, Quevedo y Órtega y Gasset, a los que habría que sumar su desgarrada visión de España, emparentada directamente con la de Goya y Valle-Ínclán. A este esperpentismo corresponde en buena medida el carácter brutal de algunas páginas de sus libros como El bonito crimen del carabinero y otras invenciones (1947), El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos (1951) o La Familia de Pascual Duarte (1942), con tal brutalidad el autor busca acudir a la raíz primaria del ser humano, más allá de todo lo que implique educación del carácter. La búsqueda de esa misma esencia primitiva fue la impulsora de sus libros de viajes, iniciados en 1948 con el conocidísimo Viaje a La Alcarria, y a los que pertenecen también, entre otros, El gallego y su cuadrilla (1949), Judíos, moros y cristianos (1956), Viaje al Pirineo de Lérida (1965) y Primer viaje andaluz: notas de un vagabundo por Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva, y sus tierras (1989).

En 1942, la publicación de La familia de Pascual Duarte supuso un revulsivo dentro del desolador panorama de la narrativa española de postguerra. Su excelente estilo se ponía al servicio del realismo más crudo y sin concesiones que dio lugar a la creación de una corriente denominada tremendismo. En 1957 ingresó en la Real Academia Española, pronunciando un discurso sobre La obra literaria del pintor Solana. El tono lírico se diluye mediante la utilización de la perspectiva múltiple en Pabellón de reposo (1943).

En 1944 se volverá hacia el molde picaresco para escribir Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes, reconstrucción literaria que destaca especialmente por la riqueza léxica. En La Colmena, publicada en 1952 en Buenos Aires por los problemas que le causó la censura en España, el autor se comporta como el fotógrafo que sale a la calle con su cámara a cuestas para retratar lo que ve. En la obra, más de trescientos personajes, muchos de ellos sólo nominales, se entrecruzan en tres días de diciembre y por dos o tres barrios del centro de Madrid. En Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953), tiene lugar un alucinado monólogo de una mujer con su hijo muerto, plasmado -nuevo experimento narrativo- a través de cartas que la mujer escribe. En La Catira (1955), la recreación de la naturaleza y el lenguaje venezolano.

En 1969 publica Vísperas, festividad y octavas de San Camilo de 1936 en Madrid (1969), ambientada en los primeros días de la guerra civil en Madrid y que le sirve para bucear una vez más en el primitivismo hispano, ahora analizando el cainismo de la sociedad española. Las últimas novelas del autor son: Óficio de Tinieblas 5 (1973), su obra más personal a la que se ha referido, como ya lo hiciera Espronceda con el Canto a Teresa como `una purga de mi corazón`, Mazorca para dos muertos (1983), Cristo versus Arizona (1988) y La cruz de San Andrés (1994). Entre 1956 y 1979, fue director de la revista mallorquina Papeles de Son Armadans, auténtico foro cultural de aquellos años. Son también de interés sus colaboraciones en libros de pintura como Gavilla de fábulas sin amor (1962, sobre Picasso) y El Solitario (1963, sobre Rafael Zabaleta), de fotografía, como Toreo de salón (1963).

Es autor de varios volúmenes de memorias y numerosos relatos, artículos periodísticos y trabajos de erudición, entre los que destaca su Diccionario secreto (1968 y 1971). Asimismo, es autor de una breve obra dramática compuesta por dos títulos estrenados en 1970: María Sabina y El carro de heno o el inventor de la guillotina, y de diversos ensayos sobre temas varios tales como Vuelta de hoja (1981), Rol de cornudos (1985) o Rol de comidas (1989). En el otoño de 1997, Camilo José Cela acabó la redacción de una obra de teatro titulada Homenaje a El Bosco, segunda parte, extracción de la locura o El inventor del garrote. En septiembre de 1999 presentó Madera de boj, la novela que aplazó hace diez años, al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1989.

En su importante faceta como articulista, colaboró con los periódicos El Independiente, El País, El Mundo, ABC, entre otros. En 1985 se constituyó la Fundación Camilo José Cela, con sede en el conjunto arquitectónico del siglo XVIII conocido como la Casa de los Canónigos, en Iria Flavia (Galicia), que alberga el legado del autor y tiene como principal objetivo la difusión y el estudio de su obra. En 1977 fue nombrado senador por designación real en las primeras Cortes Generales Constituyentes de la transición española, cargo que ejerció hasta 1979. En 1996 fue nombrado marqués de Iria Flavia. Murió el 17 de enero de 2002, en Madrid, y sus restos mortales fueron enterrados en su ciudad natal.
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CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1995
Discurso de CAMILO JOSÉ CELA



Señor. Señora.
Dignísimas autoridades. Señores académicos. Señoras y señores.
Merece la pena esperar los años que Dios disponga para recibir este premio de la mano
de Vuestra Majestad. Nunca se llega tarde a ningún sitio, jamás se nace ni se muere
cinco minutos antes, y todos los puertos son seguros tan pronto como se rinde en ellos la
más azarosa y difícil singladura. El tiempo lima las asperezas de la conciencia y amansa
la voz del hombre si se acierta a ponerla a remojo en el benevolente rocío de la
paciencia; aliado con el tiempo, al decir de Shakespeare, al miserable no le queda más
medicina que la esperanza: ni siquiera la caridad ni el azar aunque quizá sí el amor y la
fe, esas dos palancas que sólo los más clementes dioses enseñan a manejar a los
elegidos. Hay que dar tiempo al tiempo para que pueda granar con opimo provecho y no
se debe ensayar a acelerarlo puesto que jamás abdica de su ritmo previsto y cadencioso
o vertiginoso, según se mire. El mundo es tal cual se nos presenta y para San Agustín, el
mundo de nuestros afanes y nuestras impaciencias, el mundo en que vivimos, se hizo no
en el tiempo sino al mismo tiempo que el tiempo, ya que el tiempo no existía antes del
mundo.
En mi espera, eso tan parecido al vicioso naipe solitario, jamás perdí la esperanza,
aunque a veces la vi tan huidiza como una liebre en campo abierto y, en los instantes de
mayor desconcierto e impaciencia, en las pausas que alimentaban de aire la
desesperanza e incluso el estupor, siempre busqué cobijo a la sombra de Tirso de
Molina y de Antonio Machado, aquellos dos hábiles prestidigitadores de la palabra
cuando, prestando oídos al saber popular, decían que el que espera, desespera: ¡qué
verdad tan verdadera! La verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al
revés.
Dentro de pocos días, Deo volente, voy a cumplir ochenta años; el novelista Gutiérrez
Gamero, de las Reales Academias Española y de Jurisprudencia y Legislación, hubiera
dicho "mis primeros ochenta años". Pues bien: a los ochenta años y caminando ya, en
consecuencia, por el último recodo del sendero de la vida, se hacen sinceras las
humildades, honestos los propósitos y circunstanciadas y serenas hasta las vanidades.
Este oficio que ejerzo y en el que todavía no me corté la coleta, me dio todo lo que le
pedí y más, sin duda alguna, de lo que hubiera merecido. Cuando me concedieron el
premio Nobel pensé que cuatro o cinco escritores españoles de mi generación lo
hubieran podido recibir al mismo tiempo y aun antes y con mayor mérito y dignidad que
yo, y ahora que recibo el Cervantes no puedo desechar de mi mente la idea de que lo
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1995
Discurso de CAMILO JOSÉ CELA
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consigo amparado por la fortuna y ayudado por la siempre generosa casualidad. Dos
alemanes acuden a sacarme de dudas: Schiller, que supone que sólo cuando está maduro
cae el fruto de la suerte, y Schopenhauer, que piensa que la suerte echa las cartas pero
nosotros las jugamos. Al primero le expreso mi gratitud por advertirme que mi obra no
maduró hasta hoy, supuesto que ni pongo en cuarentena, y al segundo le digo que sé de
sobras que en la timba de la vida me tocaron muy buenas cartas: la verdad es que casi
no tuve ni que jugarlas.
Es mi voluntad de hoy, también mi deber, el hablar, por tanto, con palabra mesurada
para decir lo que quisiera decir, porque aprendí de Aristóteles que el habla es la
representación de la mente y la escritura lo es del habla, y mi mente es hoy sosegada, mi
palabra aspira a ser clara y mi discurso, lo que antes fue mi escritura, pretende enseñarse
diáfano y sincero; sé de sobras que, tal como pensaba Gracián que decía Fernando el
Católico, es la espera fruta de grandes corazones y muy fecunda de aciertos, ya que en
los hombres de pequeño corazón ni caben el tiempo ni el secreto. Quizá nuestra mejor
prudencia sea la de hablar, con muy discreta razón, con la palabra de Cervantes, el
hombre a quien zurró el destino y derrotó la envidia, el árbol frondoso a cuya sombra
nos acogemos respetuosa y devotamente.
Hablé poco antes del largo trecho que hube de recorrer hasta llegar a este gozoso
momento de hoy; Cervantes, en Persiles y Sigismunda, me trajo el consuelo al decirme
que no hay ningún camino que no se acabe, como no se le oponga la pereza y la
ociosidad. Aunque la sabiduría no es pegadiza -recuérdese que todo se contagia menos
la hermosura-, sí es, al menos, manantial de consuelo y esperanza y próvida fuente de
abiertos y bien dibujados horizontes; cuando yo era pequeño oí decir -y creí a pie
juntillo- que la mejor medicina contra la pereza era la diligencia, y ahora veo cuán cierto
era lo que tuve la bienaventuranza de aprender a su debido tiempo.
En este trance para mí tan vitalizador y solemne, quisiera alabar la palabra y confesar mi
amor por la palabra; para ello empiezo por declarar mi buen deseo de ahorrar palabras
para decir lo que pienso, recordando que Cervantes, también en el Persiles, nos advierte
que no hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca y en el Quijote
nos avisa de lo mismo cuando pide brevedad en los razonamientos, ya que ninguno es
gustoso si es largo; en la misma obra alerta contra el énfasis al pedir llaneza, puesto que
toda afectación es mala.
Amo la palabra ya que en ella habita la idea y reside el primer huevecillo de la
literatura, ese raro y punto menos que misterioso planeta cuya consideración hoy nos
convoca aquí, en esta mañana de primavera. Goethe temía a las palabras, en plural -en el
Fausto dice que cuando faltan ideas siempre hay palabras para substituirlas-, pero yo
hablo ahora de otra cosa, yo discurro ahora sobre la palabra en singular esencia.
Amo siempre la palabra como a veces se ama a una mujer, con frenesí, pasión e
inconveniencia, y este desmelenado amor me envara el sentimiento porque, otra vez el
Quijote, donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura. Y puesto que
amo la palabra también alabo, oso y me arriesgo a alabarla, aun corriendo el riesgo de
darme de hoz y coz con el envés de mi propósito puesto que, de nuevo el Persiles, la
alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso
y malo el que alaba. Confiemos una vez más en la suerte.
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En El laberinto de amor Cervantes canta en verso de romance:
Es el amor, cuando es bueno,
deseo de lo mejor;
si esto falta, no es amor,
sino apetito sin freno.
Y aquí se me presentan primero la duda y después el estupor porque, ¿amo yo así a la
palabra y a su bosque umbrío, la literatura? ¿Les deseo lo mejor y no lo más duradero y
bello y eficaz? ¿Estaré confundiendo el amor con el desenfreno? ¿Estaré tomando el
rábano, por las hojas y los celos por los temores? ¿No será Cervantes el equivocado al
querer ponerle puertas al campo del amor? Tampoco es ese el camino por el que haya de
seguir porque las apologías, como los ditirambos y los arrebatos nadan por diferentes
cauces que el sentimiento o el pensamiento en llamas.
Señor, Señora. Ya estoy llegando al fin, ya no me queda sino desollar el rabo de mi
discurso y os pido un poco de paciencia para escuchar mi última razón ya que, como el
solitario Amiel, no podría contentarme con tener razón yo solo. Hace ya algunos años y
con motivo de recibir el premio Príncipe de Asturias, tuve ocasión de decir en público y
ante un ilustre senado presidido por S.A. el Príncipe Don Felipe que en España, el que
resiste, gana. Lo dije en la noble ciudad de Oviedo y lo repito hoy, ante Vuestras
Majestades y también el instruido y selecto cónclave que nos arropa y en la noble
ciudad de Alcalá de Henares, a .medio camino entre la capital de España y el paraíso.
Sí me permitiría aclarar con mi voz más desnuda y sincera, sí quisiera pregonar con mi
acento más cierto y verdadero, que esta victoria de hoy no es mía sino de la palabra
dicha en español y a esta o a la otra orilla de la mar, que acierta a comparecer ante
Vuestras Majestades en cada aniversario de Miguel de Cervantes y resistiendo siempre
todas las tarascadas. Yo no soy más que el cambiable excipiente de la medicina de la
literatura (úsese y tírese). Cervantes dice, en las misteriosas y enriquecedoras páginas
del Persiles, que el arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades
del alma. No puedo arrepentirme de haber visto pasar la vida entera con la pluma en la
mano, yo ya no puedo dar marcha atrás por haberme pasado la vida escribiendo,
tampoco quiero ni debo hacerlo y proclamo mi lealtad a mi oficio. Me reconforta pensar
que la palabra tiene su mejor premio en sí misma, y doy gracias a Dios, también a los
hombres, por no haberme querido mudo ni muerto.

miércoles, 22 de febrero de 2012

ACADEMIA: CONCEPTO HOY TOTALMENTE DEVALUADO Y VULGARIZADO



Nombre completo
François-Marie Arouet
Nacimiento
Defunción
30 de mayo de 1778, 83 años
París, Francia
Voltaire
Ocupación
Nacionalidad
Período
Lengua de producción literaria
Francés
Movimientos





ACADEMIA. Las academias son a las universidades lo que la edad madura es a la infancia, lo que el arte de hablar es a la Gramática, y lo que la cultura es a las primeras lecciones de la civilización. Las academias, no siendo mercenarias, deben ser absolutamente libres. Así son las academias de Italia, la Academia Francesa y la Sociedad Real de Londres.

La Academia Francesa, formada por su propio impulso, aunque constituida por cédula real de Luis XIII, no estaba subvencionada y, por lo mismo, no tenía que acomodarse a ninguna sujeción; esto fue precisamente lo que indujo a los primeros hombres del reino y hasta a los príncipes a solicitar que les admitieran en corporación tan ilustre. La Sociedad Real de Londres gozó de igual ventaja.

El célebre Colbert, siendo miembro de la Academia Francesa, comisionó a algunos colegas suyos para que compusieran las inscripciones y las divisas de los edificios públicos.

Esa comisión, a la que se incorporaron inmediatamente Racine y Boileau, se convirtió en seguida en una Academia aparte, denominada en el año 1663 Academia de las Inscripciones, hoy de Bellas Letras. La Academia de Ciencias se fundó en 1666. La instalación de estos dos establecimientos se debe al ministro Colbert, que contribuyó de varios modos a dar esplendor al siglo de Luis XIV.

Tras la muerte de Colbert y del marqués de Louvois, el conde de Pontchartrain, secretario de Estado, encargó a su sobrino el abate Bignour la dirección de las nuevas academias. Se crearon plazas de socios honorarios para las que no se exigía ciencia alguna y no eran retribuidas, plazas de pensionados que exigían ciertos trabajos, plazas de socios sin pensión, y plazas de discípulo, título desagradable que se suprimió después.

La Academia de Bellas Letras se organizó sobre la misma base y las dos quedaron sometidas a la dependencia inmediata del secretario de Estado.

El abate Bignon se atrevió a proponer el mismo reglamento para la Academia Francesa, de la que era miembro, pero lo recibieron con indignación unánime. Los menos favorecidos en la Academia fueron los primeros que rechazaron las ofertas y prefirieron la libertad y el honor a las pensiones.

El vocablo Academia llegó a ser tan célebre que cuando el compositor Lulli obtuvo licencia para establecer su Academia de Opera en 1672, hizo insertar en las sucursales en que se le concedía el permiso las siguientes palabras: «Academia Real de Música, en la que los caballeros y las damas nobles pueden ir a cantar sin desdoro de su clase».

La palabra academia, de origen griego, significaba antiguamente sociedad, escuela de filosofía en Atenas, que se reunía en un jardín legado para este objeto por el mecenas Academo. Los italianos fueron los primeros que instituyeron semejantes sociedades en la época del renacimiento de las letras. La Academia de la Crusca se fundó en el siglo XVI. En poco tiempo se fundaron otras en todas las ciudades de Italia dedicadas al cultivo de las ciencias.

El título de academia se prodigó tanto en Francia que durante algunos años se aplicó hasta a las reuniones de jugadores que antiguamente se llamaban garitos y se conocían por academias de juego. Los jóvenes que practicaban la equitación y la esgrima en los círculos destinados a ello se llamaron academistas, no académicos. El título de académico quedó reservado para los socios de las tres academias, la Francesa, la de Ciencias y la de Inscripciones.

La Academia Francesa ha prestado grandes servicios a la lengua. La de Ciencias ha sido muy útil, porque sin decantarse por ningún sistema publica los adelantos y los descubrimientos modernos. La de Inscripciones se ocupa de estudiar los monumentos de la Antigüedad y desde hace algunos años viene publicando Memorias sumamente instructivas.

La Sociedad Real de Londres no adoptó nunca, en cambio, el nombre de Academia.

Las academias de provincias han reportado grandes ventajas. Han excitado la emulación, han acostumbrado al trabajo, han hecho que los jóvenes se dediquen a lecturas útiles, han disminuido la ignorancia y las preocupaciones en algunas ciudades y han dado un golpe mortal a la pedantería.

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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

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