miércoles, 22 de febrero de 2012

ACADEMIA: CONCEPTO HOY TOTALMENTE DEVALUADO Y VULGARIZADO



Nombre completo
François-Marie Arouet
Nacimiento
Defunción
30 de mayo de 1778, 83 años
París, Francia
Voltaire
Ocupación
Nacionalidad
Período
Lengua de producción literaria
Francés
Movimientos





ACADEMIA. Las academias son a las universidades lo que la edad madura es a la infancia, lo que el arte de hablar es a la Gramática, y lo que la cultura es a las primeras lecciones de la civilización. Las academias, no siendo mercenarias, deben ser absolutamente libres. Así son las academias de Italia, la Academia Francesa y la Sociedad Real de Londres.

La Academia Francesa, formada por su propio impulso, aunque constituida por cédula real de Luis XIII, no estaba subvencionada y, por lo mismo, no tenía que acomodarse a ninguna sujeción; esto fue precisamente lo que indujo a los primeros hombres del reino y hasta a los príncipes a solicitar que les admitieran en corporación tan ilustre. La Sociedad Real de Londres gozó de igual ventaja.

El célebre Colbert, siendo miembro de la Academia Francesa, comisionó a algunos colegas suyos para que compusieran las inscripciones y las divisas de los edificios públicos.

Esa comisión, a la que se incorporaron inmediatamente Racine y Boileau, se convirtió en seguida en una Academia aparte, denominada en el año 1663 Academia de las Inscripciones, hoy de Bellas Letras. La Academia de Ciencias se fundó en 1666. La instalación de estos dos establecimientos se debe al ministro Colbert, que contribuyó de varios modos a dar esplendor al siglo de Luis XIV.

Tras la muerte de Colbert y del marqués de Louvois, el conde de Pontchartrain, secretario de Estado, encargó a su sobrino el abate Bignour la dirección de las nuevas academias. Se crearon plazas de socios honorarios para las que no se exigía ciencia alguna y no eran retribuidas, plazas de pensionados que exigían ciertos trabajos, plazas de socios sin pensión, y plazas de discípulo, título desagradable que se suprimió después.

La Academia de Bellas Letras se organizó sobre la misma base y las dos quedaron sometidas a la dependencia inmediata del secretario de Estado.

El abate Bignon se atrevió a proponer el mismo reglamento para la Academia Francesa, de la que era miembro, pero lo recibieron con indignación unánime. Los menos favorecidos en la Academia fueron los primeros que rechazaron las ofertas y prefirieron la libertad y el honor a las pensiones.

El vocablo Academia llegó a ser tan célebre que cuando el compositor Lulli obtuvo licencia para establecer su Academia de Opera en 1672, hizo insertar en las sucursales en que se le concedía el permiso las siguientes palabras: «Academia Real de Música, en la que los caballeros y las damas nobles pueden ir a cantar sin desdoro de su clase».

La palabra academia, de origen griego, significaba antiguamente sociedad, escuela de filosofía en Atenas, que se reunía en un jardín legado para este objeto por el mecenas Academo. Los italianos fueron los primeros que instituyeron semejantes sociedades en la época del renacimiento de las letras. La Academia de la Crusca se fundó en el siglo XVI. En poco tiempo se fundaron otras en todas las ciudades de Italia dedicadas al cultivo de las ciencias.

El título de academia se prodigó tanto en Francia que durante algunos años se aplicó hasta a las reuniones de jugadores que antiguamente se llamaban garitos y se conocían por academias de juego. Los jóvenes que practicaban la equitación y la esgrima en los círculos destinados a ello se llamaron academistas, no académicos. El título de académico quedó reservado para los socios de las tres academias, la Francesa, la de Ciencias y la de Inscripciones.

La Academia Francesa ha prestado grandes servicios a la lengua. La de Ciencias ha sido muy útil, porque sin decantarse por ningún sistema publica los adelantos y los descubrimientos modernos. La de Inscripciones se ocupa de estudiar los monumentos de la Antigüedad y desde hace algunos años viene publicando Memorias sumamente instructivas.

La Sociedad Real de Londres no adoptó nunca, en cambio, el nombre de Academia.

Las academias de provincias han reportado grandes ventajas. Han excitado la emulación, han acostumbrado al trabajo, han hecho que los jóvenes se dediquen a lecturas útiles, han disminuido la ignorancia y las preocupaciones en algunas ciudades y han dado un golpe mortal a la pedantería.

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