VIGILIA
I
Asle y Alida caminaban por las calles de Bjørgvin, Asle llevaba al
hombro dos hatillos con todo lo que tenían y en la mano la caja con
el violín que había heredado de su padre Sigvald, Alida llevaba dos
bolsas con comida, y hacía horas que daban vueltas por las calles
de Bjørgvin buscando alojamiento, pero parecía imposible alquilar
nada en ningún sitio, no, decían, lo lamentamos, decían, no
tenemos nada para alquilar, lo que tenemos ya está alquilado, así
decían, y Asle y Alida tenían que seguir dando vueltas por las calles,
llamando a las puertas para preguntar si tenían habitaciones libres,
pero en ninguna casa tenían habitaciones, así que dónde iban a
meterse, dónde iban a cobijarse del frío y la oscuridad ya tan
entrado el otoño, en algún sitio tendrían que poder alquilar una
habitación, y menos mal que no llovía, aunque seguro que
empezaba a llover pronto, así que no podían seguir dando vueltas, y
por qué nadie querría alojarlos, sería porque todo el mundo veía que
Alida estaba a punto de parir, que tenía aspecto de poder parir en
cualquier momento, o sería porque no estaban casados y no eran
por tanto un matrimonio decente ni se los podía considerar personas
decentes, pero eso no podían verlo, no, eso era imposible que lo
vieran, o quizá sí lo vieran, alguna razón tenía que haber para que
nadie quisiera alojarlos, y no era que Asle y Alida no quisieran
recibir la bendición de la Iglesia, no era que no quisieran casarse,
pero cuándo habían tenido tiempo y ocasión para hacerlo, contaban
apenas diecisiete años y obviamente carecían de lo necesario para
celebrar una boda, pero en cuanto lo tuvieran, se casarían como es
debido, con párroco y maestro de ceremonia y fiesta y músico y todo
lo que corresponde, pero por ahora no podían, tenían que seguir
como estaban y en el fondo estaban bien, pero por qué nadie
querría alojarlos, qué problema les veían, quizá les ayudaría pensar
en sí mismos como marido y mujer, si lo hicieran, seguramente sería
más difícil para los demás notar que andaban por la vida como
pecadores y que habían llamado ya a muchas puertas y que nadie a
quien hubieran preguntado quería alojarlos, pero no pueden seguir
dando vueltas, la noche está a punto de caer, el otoño está muy
avanzado, hay poca luz, hace frío y no tardará en llover
Estoy tan cansada, dice Alida
y se paran y Asle mira a Alida sin saber qué decir para
consolarla, porque ya se habían consolado muchas veces hablando
del niño que venía, hablaban de si sería niño o niña, y Alida
pensaba que las niñas eran más fáciles de trato, y él opinaba lo
contrario, que era más sencillo tratar con niños, pero fuera niño o
niña, en cualquier caso estarían felices y agradecidos por el niño del
que pronto serían padres, así hablaban y así se consolaban con el
niño que no tardaría en nacer. Asle y Alida caminaban por las calles
de Bjørgvin. Y tampoco es que hasta entonces les hubiera pesado
demasiado eso de que nadie quisiera alojarlos, antes o después la
cosa se arreglaría, pronto encontrarían a alguien que tuviera un
cuartito para alquilar, un sitio donde vivir por un tiempo, ya les
saldría algo, porque en Bjørgvin había muchas casas, casas
grandes y pequeñas, no como en Dylgja, donde apenas había unas
pocas granjas y alguna casita de pescadores en la playa, ella, Alida,
era hija de Herdis la de la Cuesta, decían, y venía de una pequeña
granja de Dylgja, allí se crio con su madre Herdis y su hermana
Oline después de que su padre Aslak desapareciera para no volver
cuando Alida tenía tres años y la hermana cinco, y Alida ni siquiera
recordaba a su padre, solo le quedaba su voz, todavía era capaz de
oírla y recordaba la emoción que contenía, y un tono claro, afilado y
amplio, pero eso era todo lo que le quedaba de su padre Aslak, no
recordaba su aspecto ni ninguna otra cosa, solo su voz cuando
cantaba, eso era todo lo que le quedaba de él. Y él, Asle, se crio en
una caseta para barcas en Dylgja, allí habían montado una especie
de vivienda en el altillo y allí se crio Asle con su madre Silja y su
padre Sigvald hasta que el padre se perdió en el mar un día que la
tormenta de otoño llegó sin avisar, padre Sigvald solía pescar por
las islas al oeste y la barca se fue a pique allí, cerca de la Piedra
Grande. Y desde entonces madre Silja y Asle estuvieron solos en la
Caseta. Pero al poco de desaparecer padre Sigvald, madre Silja
enfermó y empezó a adelgazar y se quedó tan flaca que daba la
impresión de que se le veían los huesos de la cara, sus grandes
ojos azules fueron creciendo y al final le ocupaban casi la cara
entera, así lo veía Asle, y la larga melena oscura se fue poniendo
más fina, más rala, y al final una mañana no se levantó y Asle la
encontró muerta en la cama. Allí yacía madre Silja, con sus grandes
ojos azules abiertos, mirando hacia el costado, donde debería haber
estado padre Sigvald. La melena larga y fina le cubría gran parte de
la cara. Allí yacía madre Silja muerta. De eso hacía poco más de un
año y Asle tenía entonces alrededor de dieciséis. Lo único que le
quedaba en la vida eran él mismo y las cuatro cosas que había en la
Caseta, además del violín de padre Sigvald. Asle se había quedado
solo, más solo que la una, salvo por Alida. Al ver a su madre Silja
tan infinitamente muerta y perdida, lo único en lo que pensó fue en
Alida. En su larga melena oscura y en sus ojos negros. En todo lo
suyo. Asle tenía a Alida y ella era lo único que le quedaba, lo único
en lo que pensaba. Asle acercó la mano a la cara fría y blanca de
madre Silja y le acarició la mejilla. Ya solo le quedaba Alida. Eso
pensó. Y el violín. Eso también lo pensó. Porque padre Sigvald no
había sido solo pescador, también un buen músico, y era él quien
tocaba en todas las bodas de la comarca de Sygna, así fue durante
muchos años y, cuando alguna noche de verano se organizaba un
baile, era padre Sigvald quien tocaba. Así fue como llegó en su día a
Dylgja procedente del este, para tocar en la boda del granjero de
Leite, y así fue como se conocieron él y madre Silja, ella servía en la
granja y sirvió también en la boda y padre Sigvald tocó. Así se
conocieron padre Sigvald y madre Silja. Y madre Silja se quedó
preñada y parió a Asle. Y para ganarse el pan para él y los suyos,
padre Sigvald se buscó trabajo con un pescador de las islas, un
hombre que vivía en la Piedra Grande y, como parte de la paga, el
pescador permitió que Silja y Sigvald se instalaran en una caseta
para barcas que tenía allí, en Dylgja. De esa manera, el músico
Sigvald pasó a ser también pescador y se afincó en la Caseta de
Dylgja. Así fue. Así ocurrió. Y ya no estaban ninguno, ni padre
Sigvald ni madre Silja. Se habían ido para siempre. Y ahora Asle y
Alida caminaban por las calles de Bjørgvin, Asle con dos hatillos al
hombro con todo lo que tenían, además de la caja y el violín de su
padre Sigvald. Era de noche y hacía frío. Alida y Asle habían
llamado ya a muchas puertas para pedir alojamiento y todo el
mundo contestaba lo mismo, no podía ser, no tenían nada, la
habitación que tenían ya estaba ocupada, no, no alquilaban
habitaciones, no tenían necesidad, esas eran las respuestas que
recibían, y Asle y Alida caminan, se detienen y miran hacia una
casa, tal vez allí tuvieran algo en alquiler, pero no sabían si se
atrevían a llamar a otra puerta, seguro que volverían a responderles
lo mismo, por otro lado, tampoco podían seguir dando vueltas por la
calle, debían arriesgarse a llamar y preguntar si tenían alguna
habitación en alquiler, pero ni a Asle ni a Alida les quedaba ya ánimo
para explicar una vez más su ruego y recibir otro no por respuesta,
quizá se hubieran equivocado al coger todas sus cosas y navegar
hasta Bjørgvin, pero qué otra cosa podrían haber hecho, no podían
seguir viviendo con madre Herdis de la Cuesta, ella no los quería en
su casa, no había futuro en eso, y si les hubieran dejado seguir en la
Caseta, se habrían quedado allí, pero un día Asle vio llegar en barca
a un muchacho de su misma edad, el muchacho arrió las velas,
atracó en la playa y empezó a subir hacia la Caseta, al poco
llamaron a la trampilla y, cuando Asle abrió, cuando el muchacho
subió y acabó de carraspear, anunció que ahora él era el propietario
de la Caseta, su padre se había perdido en el mar junto al padre de
Asle, y ahora necesitaba la Caseta para él, de modo que Asle y
Alida no podían seguir viviendo allí, tenían que recoger sus cosas y
buscarse otro sitio, así era la cosa, dijo y se sentó en la cama junto
a Alida, que estaba allí con su vientre abultado, y ella se levantó y
se fue junto a Asle, y el muchacho se tumbó en la cama y se
acomodó y dijo que estaba fatigado y quería descansar un poco, y
Asle miró a Alida y se acercaron a la trampilla y la levantaron.
Bajaron la escalera, salieron y se quedaron parados delante de la
Caseta. Alida, con su vientre grande y pesado, y Asle
Ya no tenemos donde vivir, dijo Alida
y Asle no contestó
Pero la Caseta es suya, así que supongo que no hay nada que
hacer, dijo Asle
No tenemos donde vivir, dijo Alida
El otoño está muy avanzado, hay poca luz y hace frío, y tenemos
que vivir en algún sitio, dijo
y se quedaron un rato sin decir nada
Y pariré dentro de poco, podría ser ya cualquier día, dice
Sí, dice Asle
Y no tenemos adónde ir, dice ella
y se sienta en el banco junto a la pared de la Caseta, el banco
que había hecho padre Sigvald
Debería haberlo matado, dice Asle
No digas esas cosas, dice Alida
y Asle se sienta junto a Alida en el banco
Lo mato, dice Asle
No, no, dice Alida
Así son las cosas, los hay que son propietarios de algo y los hay
que no lo son, dice
Y los propietarios mandan sobre los que no tenemos nada, dice
Supongo que sí, dice Asle
Y así tiene que ser, dice Alida
Así tendrá que ser, dice Asle
y Alida y Asle se quedan sentados en el banco sin decir palabra
y, al cabo de un rato, sale el propietario de la Caseta diciendo que
tienen que recoger ya sus cosas, ahora es él quien vive en la
Caseta, dice, y no los quiere allí, al menos a Asle, dice, aunque
Alida, dado su estado, podría quedarse, dice, volverá en un par de
horas y para entonces tienen que haberse marchado, al menos Asle
tiene que haberse marchado, dice y entonces baja hasta la barca y,
mientras afloja el amarre, dice que va a acercarse a la tienda y que,
cuando vuelva, la Caseta tiene que estar vacía y preparada, esa
noche dormirá él allí, bueno, y quizá también Alida, si quiere, dice, y
por fin em-puja la barca, iza las velas y se aleja despacio hacia el
norte a lo largo de la orilla
Yo puedo recoger las cosas, dice Asle
Yo puedo ayudarte, dice Alida
No, tú sube a la Cuesta, ve a casa de madre Herdis, dice Asle
Tal vez nos acoja por esta noche, dice
Tal vez, dice Alida
y Alida se levanta y Asle la ve alejarse por la orilla con sus
piernas cortas, sus caderas redondas y la melena negra ondeando a
la espalda, y Asle se queda mirando cómo se aleja Alida y ella se
vuelve y levanta el brazo y lo saluda y luego empieza a remontar la
Cuesta, y Asle entra en la Caseta, prepara dos hatillos con todo lo
que tienen y luego sale y se aleja por la orilla con dos hatillos al
hombro y la caja del violín en la mano y ve al propietario de la
Caseta acercándose ya con la barca y empieza a remontar la
Cuesta y todo lo que tienen lo lleva en dos hatillos al hombro, salvo
el violín y la caja, eso lo lleva en una mano, y después de subir un
rato, ve a Alida venir a su encuentro y Alida dice que en casa de
madre Herdis no pueden quedarse, por lo visto a madre Herdis
nunca le ha gustado Alida, nunca le ha gustado su propia hija,
siempre le ha gustado mucho más su hermana Oline, aunque Alida
nunca haya entendido por qué, así que no quiere ir allí, no ahora
que tiene el vientre tan grande, dice y Asle dice que ya es muy
tarde, la noche no tardará en caer y hará frío ahora tan entrado el
otoño, incluso puede llover, así que no les queda otra que agachar
la cabeza y preguntar si pueden quedarse un tiempo en casa de
madre Herdis de la Cuesta, dice Asle y Alida dice que entonces lo
pida él, que ella no piensa hacerlo, antes dormiría en cualquier otro
sitio, dice, y Asle dice que si tiene que pedirlo, lo hará y, al llegar al
zaguán, Asle cuenta las cosas como son, dice que ahora el
propietario de la Caseta quiere vivir en ella, así que no tienen
adónde ir, pero se preguntan si podrían vivir un tiempo en casa de
madre Herdis, dice Asle y madre Herdis dice que bueno, que siendo
así, no puede sino acogerlos, aunque solo por un tiempo, dice, y
luego dice que adelante, que pasen, y empieza a subir la escalera, y
Asle y Alida la siguen hasta el sobrado y entonces madre Herdis
dice que pueden quedarse allí un tiempo, aunque no mucho, y luego
se da media vuelta y baja y Asle deja en el suelo los dos hatillos con
todo lo que tienen y en un rincón la caja del violín y Alida dice que a
madre Herdis nunca le ha gustado Alida, nunca, aunque ella jamás
haya entendido bien por qué, y seguramente tampoco le gusta
demasiado Asle, la verdad es que no le gusta nada, así es la cosa, y
ahora que Alida está preñada y ellos no están casados,
seguramente madre Herdis no quiera tener la vergüenza instalada
en su propia casa, así debía de pensar madre Herdis, aunque no lo
dijera, dijo Alida, de modo que solo podían quedarse una noche, una
única noche dijo, y Asle dijo que en ese caso no veía otra opción
que emprender viaje a Bjørgvin a la mañana siguiente, porque allí
debería haber sitio para ellos, él había estado una vez allí, en
Bjørgvin, dijo, había ido con su padre Sigvald y recordaba bien cómo
era, recordaba las calles, las casas, la gente, los sonidos, los olores,
las tiendas y las cosas de las tiendas, lo recordaba todo, dijo y,
cuando Alida le preguntó cómo llegarían a Bjørgvin, Asle dijo que
tendrían que buscarse una barca y navegar hasta allí
Buscarnos una barca, dijo Alida
Sí, dijo Asle
Qué barca, dijo Alida
Hay una barca amarrada delante de la Caseta, dijo Asle
Pero esa barca, dijo Alida
y entonces vio a Asle levantarse y salir y ella se echó en la cama
del sobrado y se estiró y cerró los ojos, y está muy, muy cansada y
entonces ve a padre Sigvald sentado con su violín, lo ve sacar una
botella y echar un buen trago y luego ve a Asle, ve sus ojos negros y
su pelo negro, y se estremece porque ahí está, ahí está su
muchacho, y luego ve a padre Sigvald llamarlo con la mano y Asle
se acerca al padre y ella lo ve sentarse y colocarse el violín bajo la
barbilla y empezar a tocar y, al instante, algo se le movió por dentro
y Alida empezó a elevarse en el aire y en la música de Asle oyó el
canto de su padre Aslak, y oye su propia vida y su propio futuro y
sabe lo que sabe y entonces está presente en su propio futuro y
todo está abierto y todo es difícil, pero ahí está la canción, una
canción que debe de ser lo que llaman amor, de modo que se
conforma con estar presente en la música y no quiere existir en
ningún otro sitio y entonces llega madre Herdis y pregunta qué hace,
no tendría que haber llevado ya agua a las vacas, no tendría que
haber quitado la nieve, qué se había creído, acaso se había creído
que la madre iba a hacerlo todo, que iba a cocinar, cuidar de la casa
y atender a los animales, ya les costaba bastante hacer todo lo que
había que hacer como para que Alida, como siempre, como
siempre, intentara eludir el trabajo, no, eso no podía ser, tendría que
esforzarse más, tendría que mirar a su hermana Oline, ver cómo ella
procuraba ayudar todo lo posible, cómo podían dos hermanas ser
tan distintas, tanto en el aspecto como en todo lo demás, cómo
podía ser, aunque, claro, una se parecía al padre y la otra a la
madre, una era rubia como la madre y la otra morena como el
padre, así era la cosa, no se podía negar, y así sería siempre, dijo
madre Herdis, y desde luego Alida no pensaba ayudar en nada, no
mientras la madre siguiera regañándola y hablando mal de ella, ella
era la mala y la hermana Oline la buena, ella era la negra y la
hermana Oline la blanca, así que Alida se estira en la cama y se
pregunta cómo acabará aquello, adónde van a ir con ella a punto de
parir, en verdad la Caseta no era gran cosa, pero al menos era un
lugar donde alojarse y ahora ni siquiera podían quedarse allí y no
tenían adónde ir, por no mencionar los medios, no tenían
prácticamente nada, ella tenía algún billete y alguno tendría Asle
también, aunque pocos, casi ninguno, pero aun así saldrían
adelante, de eso estaba segura, saldrían adelante, y ojalá Asle
volviera pronto porque lo de la barca, no, no quería pensar en eso,
eso tendrá que ser como Dios quiera y Alida oye a madre Herdis
decir que es tan fea y tan negra como su padre, e igual de
holgazana, siempre eludiendo el trabajo, dice madre Herdis, quién
sabe cómo acabará, menos mal que es hermana Oline quien va a
heredar la granja, Alida no habría servido para eso, habría sido un
desastre, oye Alida decir a su madre y luego oye a la hermana decir
que menos mal que es ella quien va a heredar la granja, esa granja
tan buena que tienen aquí, en la Cuesta, dice hermana Oline y Alida
oye a madre Herdis preguntarse qué será de Alida, quién sabe
cómo acabará, y Alida dice que no se preocupe porque de todos
modos no se preocupa y entonces Alida sale y enfila hacia el
Peñasco donde ella y Asle han cogido por costumbre encontrarse y,
al acercarse, ve a Asle ahí sentado y lo ve pálido y agotado y ve que
tiene los ojos negros mojados y entiende que ha pasado algo y
entonces Asle la mira y dice que madre Silja ha muerto y que ahora
solo le queda Alida y Asle se tumba boca arriba y Alida se acerca y
se tumba a su lado y él la abraza y luego dice que por la mañana se
ha encontrado a madre Silja muerta en la cama y sus grandes ojos
azules le llenaban el rostro entero, dice y abraza a Alida contra su
cuerpo y desaparecen el uno dentro del otro y solo se oye un viento
suave en los árboles y han desaparecido y se avergüenzan y matan
y hablan y ya no piensan y después se quedan tumbados en el
Peñasco y se avergüenzan y se incorporan y se quedan sentados
en el Peñasco mirando el mar
Mira que hacer algo así el día que ha muerto madre Silja, dice
Asle
Sí, dice Alida
y Asle y Alida se levantan y se adecentan la ropa y miran hacia
las islas del oeste, hacia la Piedra Grande
Estás pensando en padre Sigvald, dice Alida
Sí, dice Asle
y alza la mano en el aire y la mantiene así, levantada con-tra el
viento
Pero me tienes a mí, dice Alida
Y tú me tienes a mí, dice Asle
y Asle empieza a agitar la mano como si estuviera saludando
Saludas a tus padres, dice Alida
Sí, dice Asle
Tú también debes de notarlo, dice
Que están aquí, quiero decir, dice
Ahora están aquí los dos, dice
y Asle baja la mano y la posa sobre Alida y le acaricia la barbilla
y luego enlaza su mano con la de ella y así se quedan
Pero imagínate, dice Alida
Sí, dice Asle
Pero imagínate si, dice Alida
y se coloca la otra mano sobre la tripa
Sí, imagínate, dice Asle
y se sonríen el uno al otro y empiezan a bajar por la Cuesta
cogidos de la mano y entonces Alida ve que Asle está en el sobrado
y que tiene el pelo mojado y hay un dolor en su rostro y parece
cansado y perdido
Dónde has estado, dice Alida
No, nada, dice Asle
Pero estás mojado y frío, dice Alida
y dice que Asle tiene que meterse en la cama con ella y él sigue
parado
Pero no te quedes ahí, dice Alida
y él sigue parado como un palo
Qué pasa, dice Alida
y él dice que tienen que irse ya, que la barca está lista
Pero no quieres dormir un poco, dice Alida
Deberíamos irnos, dice él
Solo un ratito, necesitas descansar un poco, dice ella
No mucho, solo un poco, dice
Estás cansada, dice Asle
Sí, dice Alida
Estabas dormida, dice él
Creo que sí, dice ella
y Asle se queda parado, bajo el techo inclinado
Anda, ven aquí, dice Alida
y extiende los brazos hacia él
Tenemos que irnos pronto, dice Asle
Pero adónde, dice ella
A Bjørgvin, dice él
Pero cómo, dice ella
Por mar, dice él
Para eso necesitamos una barca, dice Alida
Ya he arreglado lo de la barca, dice Asle
Descansemos antes un poquito, dice Alida
De acuerdo, un poquito, dice él
Así se me seca un poco la ropa, dice
y Asle se desviste y extiende su ropa por el suelo y Alida aparta
la manta y Asle se mete en la cama con ella y se acurruca a su lado
y ella nota lo frío y mojado que está y pregunta si ha ido todo bien y
él dice que sí, que no ha ido mal y pregunta a Alida si ha dormido y
ella dice que cree que sí y él dice que ahora pueden descansar un
poco y que luego tendrán que coger comida, toda la que puedan, y
quizá algún billete, si es que lo encuentran, y bajar a la barca y
zarpar antes del amanecer y ella dice que sí, que harán lo que él
crea mejor, dice, y ahí yacen y entonces Alida ve a Asle coger el
violín y ella lo escucha y oye la canción de su propio pasado, y oye
la canción de su propio futuro, y oye a padre Aslak cantar, y sabe
que todo está decidido y que así ha de ser, y se coloca la mano en
el vientre y el niño da patadas y coge la mano de Asle y se la lleva al
vientre y el niño vuelve a dar patadas y luego oye a Asle decir que
tienen que marcharse ya, mientras aún es de noche, es lo mejor y
además está tan cansado, dice, que si se duerme, cogerá el sueño y
no despertará en muchas horas, pero no debe hacer eso, tienen que
bajar a la barca, dice Asle y se incorpora en la cama
No podríamos quedarnos aquí un poquito más, dice Alida
Pues descansa tú un poquito más, dice Asle
y se levanta y Alida pregunta si quiere que le encienda la vela y
él dice que no hace falta y empieza a vestirse y Alida pregunta si se
le ha secado la ropa y él dice que no, que no del todo, pero tampoco
está mojada, dice y Asle se viste y Alida se incorpora en la cama
Ahora nos vamos a Bjørgvin, dice Asle
Viviremos en Bjørgvin, dice Alida
Eso es, dice Asle
y Alida se levanta y enciende la vela y por fin ve lo atormentado
que parece Asle, fuera de sí, parece, y entonces empieza a vestirse
ella también
Pero dónde vamos a vivir, dice Alida
Habrá que encontrar una casa en algún sitio, dice él
Seguro que encontramos algo, dice
En Bjørgvin hay muchas casas, allí hay mucho de todo, así que
algo encontraremos, dice
Con todas las casas que hay en Bjørgvin, creo que
encontraremos algo, dice
y coge los dos hatillos y se los echa al hombro y agarra la caja
del violín y Alida toma la vela y abre la puerta y sale delante de él y
baja la escalera despacio, en silencio, y él la sigue en silencio
también
Me llevo algo de comida, dice Alida
Muy bien, dice Asle
Espérame fuera, dice ella
y Asle sale al zaguán y Alida entra en la despensa y encuentra
dos bolsas y mete en ellas chacina, pan ácimo y mantequilla y luego
sale al zaguán y abre la puerta y, al ver a Asle delante de la casa, le
tiende las bolsas y él va hacia ella y las coge
Pero qué va a decir tu madre, dice
Que diga lo que quiera, dice Alida
Sí, pero, dice Asle
y Alida vuelve a entrar en la casa y se dirige a la cocina y
ciertamente ella sabe dónde esconde la madre el dinero, lo guarda
en la parte alta del armario, en un cofrecillo, y Alida saca un taburete
y lo coloca delante del armario y se sube y abre y ahí, ahí al fondo,
está el cofrecillo, y consigue abrirlo y saca el dinero que hay y
devuelve el cofrecillo al fondo y cierra de nuevo la puerta y ahí está
ella subida al taburete con el dinero en la mano cuando se abre la
puerta que da a la sala y ve el rostro de madre Herdis a la luz de la
vela que lleva la madre en la mano
Qué haces, dice madre Herdis
y ahí está Alida y se baja del taburete
Qué tienes en la mano, dice madre Herdis
Hay que ver, dice
Eres increíble, dice
A esto has llegado, a robar, dice
Te voy a dar, dice
Robas a tu propia madre, dice
Hay que ver, dice
Eres igual que tu padre, dice
Chusma como él, dice
Y una ramera, dice
Mírate, dice
Dame el dinero, dice
Dame el dinero ahora mismo, dice
Serás zorra, dice madre Herdis
y agarra la mano de Alida
Suéltame, dice Alida
Suelta, dice madre Herdis
Suéltame, zorra, dice
Ni loca te suelto, dice Alida
Robar a tu propia madre, dice madre Herdis
y Alida pega a madre Herdis con la mano que tiene libre
Pegas a tu propia madre, dice madre Herdis
Eres peor que tu padre, dice
A mí no me pega nadie, dice
y madre Herdis agarra a Alida de los pelos y tira y Alida grita y a
su vez agarra a madre Herdis de los pelos y tira y entonces aparece
Asle y agarra la mano de madre Herdis y consigue que suelte a
Alida y la mantiene sujeta
Sal, dice Asle
Salgo, dice Alida
Sí, sal, dice él
Coge el dinero, sal y espérame fuera, dice Asle
y Alida estruja los billetes y sale y se para junto a los hatillos y
las bolsas y hace frío y se ven estrellas, y la luna brilla y no oye
nada y entonces ve a Asle salir de la casa y venir a su encuentro y
Alida le tiende los billetes y él los coge y los dobla y luego se los
mete en el bolsillo y entonces Alida coge una bolsa con cada mano
y Asle se echa al hombro los hatillos con todo lo que tienen y coge
la caja del violín y luego dice que ya es hora de marcharse y
empiezan a bajar por la Cuesta y ninguno dice nada y la noche es
clara y las estrellas brillan y la luna resplandece y descienden la
Cuesta y abajo está la Caseta y ahí está amarrada la barca
Pero podremos coger la barca sin más, dice Alida
Sí, podemos, dice Asle
Pero, dice Alida
Podemos coger la barca sin problema, dice Asle
Podemos coger la barca y podemos navegar hasta Bjørgvin, dice
No tengas miedo, dice
y Asle y Alida bajan hasta la barca y él la trae a la orilla y echa
dentro los hatillos y las bolsas y la caja del violín, y Alida embarca, y
entonces Asle suelta el amarre y luego rema un rato y dice que hace
buen tiempo, la luna resplandece y las estrellas brillan, hace frío y el
cielo está despejado, y sopla un buen viento para navegar
tranquilamente hacia el sur, dice, así que no tendrán problemas para
llegar a Bjørgvin, dice y Alida no quiere preguntar si conoce la ruta y
Asle dice que recuerda bien aquella vez que él y su padre
navegaron a Bjørgvin, sabe más o menos por dónde ir, dice, y Alida
va sentada en el banco y ve a Asle recoger los remos e izar la vela y
luego lo ve sentarse al timón y la barca se aleja de Dylgja y Alida se
vuelve y ve, tan clara es la noche de finales de otoño, ve la casa en
la Cuesta, y la casa parece malvada, y ve el Peñasco donde Asle y
ella cogieron por costumbre encontrarse, donde ella se quedó
preñada, donde engendraron al niño al que parirá pronto, aquel es
su sitio, aquel es su hogar y Alida ve la Caseta donde Asle y ella
pasaron unos meses y en ese momento la barca dobla el cabo y
entonces ve montañas, islotes y escollos y la barca avanza
lentamente
Échate a dormir, si quieres, dice Asle
Puedo, de verdad, dice Alida
Claro que sí, dice Asle
Cúbrete bien con las mantas y échate ahí delante, dice
y Alida deslía uno de los hatillos y saca las cuatro mantas que
tienen y prepara una cama en la proa y se envuelve bien y luego se
tiende a escuchar cómo el mar le hace cosquillas a la barca y Alida
se funde con el suave cabeceo y todo es cálido y bueno en la noche
fría, y levanta la vista hacia las estrellas claras y la luna
resplandeciente
Ahora empieza la vida, dice
Ahora nos adentramos en la vida, dice Asle
No creo que logre dormirme, dice ella
Aun así puedes descansar un poco, dice él
Se está muy bien aquí acostada, dice ella
Qué bien que estés bien, dice él
Sí que estamos bien, dice Alida
y entonces oye una ola romper y oye una ola alejarse, y la luna
brilla y la noche es como un extraño día y la barca avanza y avanza,
hacia el sur, a lo largo de la orilla
No estás cansado, dice Alida
No, estoy muy despabilado, dice Asle
y entonces Alida ve a madre Herdis llamándola zorra y luego la
ve una Nochebuena, trayendo las costillas de cordero curadas, tan
feliz, tan hermosa y tan buena, y no con ese pesado sufrimiento en
el que se hundía tan a menudo, y Alida sencillamente se marchó, ni
siquiera se despidió de madre Herdis, ni tampoco de hermana Oline,
cogió la comida que encontró y la metió en las dos bolsas y después
cogió el dinero que había en la casa y sencillamente se marchó, y
nunca, nunca más volverá a ver a madre Herdis, eso lo sabe, y ha
visto por última vez la casa en la Cuesta, de eso está segura, y
nunca volverá a ver Dylgja, pero si no se hubiera marchado así,
habría ido a madre Herdis y le habría dicho que no volvería a
molestarla nunca, ni entonces ni más adelante en la vida, ya se iba,
todo había acabado entre ellas, habría dicho, nunca volverían a
molestarse la una a la otra y nunca volvería a verla a ella igual que
nunca había vuelto a ver a padre Aslak después de que
desapareciera, ahora era ella quien se marchaba para no volver y
cuando madre Herdis seguramente preguntara adónde iban, Alida
habría dicho que no se preocupara y madre Herdis habría dicho que
le daría algo de comida y le habría preparado alguna cosa y luego
habría sacado el cofrecillo con el dinero y le habría dado un poco y
habría dicho que no quería enviar a su hija al mundo con las manos
vacías, y nunca volverá a ver a madre Herdis y Alida abre los ojos y
ve que han desaparecido las estrellas y que ya no es de noche y se
incorpora y ve a Asle sentado al timón
Estás despierta, dice él
Qué bien, dice
Buenos días, dice
Buenos días a ti también, dice Alida
fuente:
Originalmente publicado en Noruega como Andvake (2007), Olavs
draumar (2012) y Kveldsvaevd (2014) en Det Norske Samlaget. Los
tres libros fueron publicados juntos comoTrilogien en Det Norske
Samlaget en 2014.
© Copyright 2014 by Jon Fosse
Publicado con el permiso de Winje Agency A/S, Sklensgate, 12,
3912 Porsgrunn, Norway.
© De la traducción: Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun
La publicación de esta traducción ha recibido ayuda financiera de
NORLA, Norwegian Literature Abroad.
De esta edición:
© De Conatus Publicaciones S.L.
Casado del Alisal, 10. 28014 Madrid
www.deconatus.com
Primera edición: octubre de 2018
Diseño: Álvaro Reyero Pita
ISBN: 978-84-17375-15-7
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