"Disminuido en mi cuerpo y ayudado por el chófer y mi segundo doctor me introduzco de nuevo – y como lo hice 5 días atrás – en el Rolls Royce Phantom.Cuando escucho el golpe seco de la puerta al cerrarse, siento una liberación absurda, como si la muerte y la enfermedad la hubieran dejado en la clínica.
Con un pertrecho de analgésicos abandono a toda prisa Los Pinos; es absurdo
pero,
las ampolletas de morfina me dan cierta tranquilidad, son el tótem del engaño
porque con solo saber que tengo las ampolletas a la mano, todo se hace más
fácil, imagino
que soy el hombre de siempre. Hasta el apetito regresa y pienso ir a cenar
fuera de
la Torre Odonata.
Fragmento. Novela. Inédita. LA CONFESIÓN.
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