viernes, 27 de diciembre de 2024

Descansa, Roberto. Quedáte así inmóvil... FRAGMENTO. NOVELA. LA CONFESIÓN. INÉDITA.

 



Descansa, Roberto. Quedáte  así inmóvil como si ya estuvieras muerto, no te agités, no abrás los ojos. ¿Tenés frío? Por supuesto, cómo no has de tener frío si te has desnudado, te has quitado el pijama y no te has dado cuenta. ¿Por qué te quitaste el pijama? ¿Tenías calor y ahora de repente sentís el sereno de la noche? Roberto, nunca he entendido del por qué en las clínicas no hay cobijas, solo sábanas cuando las sábanas no calientan, mucho menos en la agonía, mucho menos cuando las voces secretas de la noche también duermen. No, no abrás los ojos que te tengo una sorpresa. ¿Me prometés que no vas a abrir los ojos, que no te vas a mover? Júramelo, Roberto, ¿qué sentís? Unos labios que se posan en tus labios. Te recorre un calorcillo por todo el cuerpo. Abajo, más abajo sentís una liviandad que se derrama más allá del poro, más abajo del hueso, en el tuétano. ¿Abrir los ojos? Por el contrario, apretás los párpados como si con aquello hiciera más fuerte la presencia de la mujer, a un palmo de poderla tocar o que ella te vuelva a tocar en el mutismo. Sentís por un momento cómo el cuerpo se difumina en el infinito del universo. Escuchás, pero más que escuchar, estás atento. Ahora escuchás el deslizarse de las sábanas que cubrían tu cuerpo más allá de los pies. Se rasga el silencio en una diminuta elipsis del deseo. En un segundo lance ella roza tus labios con sus labios y su lengua como un animalito curioso busca tu lengua que abres con lentitud como en un ritual pagano. Un sabor dulzón paladeás en la saliva como el néctar oscuro y misterioso ahora que ella se inclina más hacia tu cuerpo. Ahora, tus manos le sirven de apoyo en la cama y sentís el peso de su cuerpo que se funde poco a poco con el tuyo. ¿Abrir los ojos? En verdad aunque lo desearas no podrías hacerlo. 

Te invade una catalepsia y aunque deseás abrir los ojos, no podés. No podés moverte, no podés pronunciar palabra: es una loca ausencia de fuerza, de voluntad que te aqueja, pero contrariamente, no tenés temor, pensás por un  instante que existe una argucia de la mujer, que ella ha provocado el estado cataléptico. Que no ha habido ausencia de vacilación al momento de tocarte, de besarte, de pronunciar tu nombre.

Como el fetiche que no deseas abandonar tratás de abrazar a la mujer, no deseás dejarla, que se aparte de vos, que se escape; aunque sabés que es un intento fallido porque no podés moverte; seguís petrificado en las palabras, en el aire, en tu cuerpo.

Sentís la desnudez de su piel en tu desnudez, su calorcillo, sentís su pubis que roza tu sexo para luego posarse en él como una oscura noche.

¿Te abandonás al misterio, a la incógnita, a esa carne palpitante?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Arte y misterio y no engaño

  (Detalle. Jardín de los Monstruos. Viterbo, Italia. Duque de Orsini). Arte y misterio y no engaño – por supuesto- fue lo que plasmó el art...

Páginas