Jack London
La
gente del abismo
Título original:
The People of the Abyss
Jack
London, 1903
Traducción: Jorge Juan León
Ilustraciones: Jack London
PREFACIO
Lo que relato en este volumen me
sucedió en el verano de 1902. Descendí al submundo londinense con una actitud
mental semejante a la de un explorador. Estaba predispuesto a dejarme convencer
por mis propios ojos más que por las enseñanzas de aquellos que nada habían
visto, o por las palabras de los que fueron y vieron antes que yo. Es más,
adopté un criterio sencillo para medir la vida de aquel submundo. Aquello que
estuviera por la vida, por la salud física y espiritual, era bueno; lo que
estuviese en contra, hiriera, disminuyera o pervirtiera la vida, era malo.
El lector comprenderá enseguida
que mucho de lo que vi era malo. Sin embargo, no debe olvidarse que la época
sobre la que escribo era considerada en Inglaterra como de «buenos tiempos». El
hambre y la falta de techo que encontré constituían una situación de miseria
crónica que no se superaba ni siquiera en los períodos de mayor prosperidad.
Un duro invierno siguió a aquel
verano. Los parados, en gran número, organizaban manifestaciones, a veces hasta
doce al mismo tiempo, y marchaban por las calles de Londres pidiendo pan. Mr.
Justin McCarthy, en su artículo en The
Independent de Nueva York, en enero de 1903, resume la situación así:
«Los albergues ya no disponen de
espacio donde amontonar a las multitudes hambrientas que durante el día y la
noche llaman a sus puertas pidiendo alimento y cobijo. Todas las instituciones
caritativas han agotado su capacidad de conseguir alimentos para los
hambrientos que llegan desde los sótanos y buhardillas, de las callejuelas y
callejones de Londres. Los locales del Ejército de Salvación en varios lugares
de Londres se ven asediados todas las noches por hordas de parados hambrientos
a los que no se puede proporcionar sustento ni albergue.»
Bancos abarrotados de gente durmiendo.
Se ha insistido en que mi crítica
de cómo son las cosas en Inglaterra es demasiado pesimista. Debo decir, de
nuevo, que soy el más optimista de los optimistas. Pero contemplo a los hombres
más como individuos que como agregados políticos. La sociedad crece, mientras
que las maquinarias políticas se caen a trozos y se convierten en cascotes. Por
lo que se refiere a los hombres y a las mujeres, a su salud y felicidad, veo
para los ingleses un futuro ancho y sonriente. Pero para gran parte de la
maquinaria política, que tan mal funciona, no veo más que un montón de cascotes.
JACK LONDON
Piedmont, California
No hay comentarios:
Publicar un comentario