miércoles, 28 de febrero de 2024

ARETINO PIETRO LA CORTESANA ORIGINAL COMEDIA EN CINCO ACTOS PRÓLOGO

 

            Ambientada en Roma, llamada la nueva Babilonia, el protagonista es un joven llamado Maco de Siena, terriblemente enfermo y postrado en la cama con fiebre. El padre desesperado, jura que su hijo se convertiría en monje si el Señor logra que se recupere. Milagrosamente, Maco se recupera y es enviado a la capital, donde se encuentra con el Maestro Andrés, quien se ofrecerá para actuar como pedagogo, pero donde también se encontrará con los ojos de la hermosa Camilla Pisana.

 


              

 

 

            Pietro De Aretino

 

 La cortesana

 

 

            ePub r1.0

 

 

            Titivillus 19.12.2017

 

 

 


            Título original: La cortigiana

 

            Pietro De Aretino, 1534

 

            Traducción: J. M. Llanas Aguilaniedo

 

            Editor digital: Titivillus

 

            ePub base r1.2

 

              

 

 


 PEDRO ARETINO

 

 


           

LA CORTESANA

            ORIGINAL COMEDIA EN CINCO ACTOS

              

            Escrita en Venecia el año 1534, traducida por primera
vez al castellano en 1900, por J. M. Llanas Aguilaniedo.

 

 


 AL LECTOR

 

 

             C OMO curiosidad bibliográfica, digna de ser conocida por nuestro público, el editor del presente libro puso en mis manos La Cortigiana, de Pedro Aretino, encargándome su traducción. En una época en que la corte de Roma ofrecía al mundo, en vez de la ejemplaridad que fuera de desear, el espectáculo del vicio, la bajeza y licencia; ingenio tan vivo, tan despierto y agudo come el del Aretino, tenía que fijarse necesariamente en ello, tomándolo como asunto para su sátira dura, que nada perdonaba, y en la cual pocos le aventajaron.

            Formando parte de aquella caterva de cincuecentistas que tantas y tan especiales cosas nos legaren, Pedro Aretino, un bastardo, dejó en sus escritos la huella de su personalidad complicada, mezcla discordante en que alternan el escepticismo, la gramática parda la impiedad y poca aprensión del pícaro, con la devoción del creyente, las supersticiones propias de la época, el espíritu de rectitud y justicia del hombre honrado; las crudezas y sensualismo del individuo que dedica cincuenta años de su vida a la práctica independiente y desenfadada del amor libre.

            Era un perdis, un perdis con ingenio maravilloso; mimado de los grandes, a cuyas expensas vivió, cosa corriente en unos tiempos en que las letras se sostenían, en términos generales, gracias al parasitismo de los autores.

            Las facultades creadoras se asociaban a la adulación para realizar la vida en mejores condiciones; el burgués limitado ha sido siempre liberal con el que halaga su vanidad; el ingenio se apoyaba en la adulación encubierta; ésta obtenía de aquél, galas con que vestirse, y así unidos mejoraban su vida. Un hongo y un alga, separados sobre una piedra lisa, languidecen o mueren; puestos en contacto y aprovechando cada cual los productos que al otro le sobran, viven bien y forman una entidad fisiológica tan resistente como el liquen; la literatura, o al menos la existencia de los que a ella se dedican, ha sido casi siempre un caso de simbiosis más o menos manifiesta.

            Por un lado, Pedro Aretino escribía obras meritísimas; por otro, adulaba con finura a los grandes o ejercía un verdadero chantaje con otros a quienes su pluma ponía en cuidado.

            Sacaba de todas partes; todo era poco para aquel bohemio caritativo, que daba a los pobres el caudal salvado del burdel y de la taberna, donde lograba, además del naufragio de la bolsa, el de su cuerpo, ambulante muestrario de cuchilladas.

            Como se ha escrito bastante a propósito de sus obras, sobre todo en italiano y en francés, aunque esta no sea una razón para dejar de hablar de ellas a nuestro público, ensayando siquiera los estudios de literatura comparada a que se prestan, acabo este proemio para dejar paso a la comedia, cuya versión hice, inspirado en la buena intención de dar a conocer con la mayor fidelidad posible obras que tanta resonancia tuvieron en otro tiempo, respetando las crudezas del lenguaje y abusando tal vez de la traducción literal, para no separarme un punto del espíritu que las dictó.

 

            J. M. LLANAS AGUILANIEDO.

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