jueves, 4 de agosto de 2016

CORRER EL TUPIDO VELO. Páginas: 124-125. Pilar Donoso.


CORRER EL TUPIDO VELO. Páginas: 124-125. Pilar Donoso.
Alfaguara Editores. 2010. España.
Con una visión analítica y retrospectiva que brinda el transcurso del tiempo, mi padre escribe en esa época un ensayo y analiza los primeros orígenes de “El obsceno pájaro de la noche”. Una novela, decía, nunca surge de una sola idea.
Es un entretejido de innumerables ideas, recuerdos, visiones, obsesiones, sugerencias, observaciones que poco a poco van apoyándose las unas en las otras hasta encontrar la forma, el lenguaje preciso de una novela, sin que, al fin, uno sepa muy claramente qué quiso decir.
La primera de estas visiones la tuvo paseando por el centro de Santiago junto a su amigo Fernando Rivas. Al detenerse en una esquina frente a una luz roja, su atención se fijó en un gran auto negro, muy lujoso. El coche era conducido por un chofer aparentemente nórdico, apuesto y rubio,  pero en el asiento trasero, vio a un muchacho de edad indefinida, aunque pasada la adolescencia, magníficamente vestido – camisa de seda, traje de franela listado – pero totalmente deforme.
Era un enano, un nomo, una criatura como de feria: la cara cosida, los ojos asimétricos, la nariz estropeada, el labio leporino, todos los accidentes e irregularidades que puede tener un rostro, incluso la saliva en los labios y en la lengua que asomaba un poco. El cuerpo era igualmente deforme, estropeado, las piernas cortas y nudosas, torcidas, la mano que se tomaba de la manilla colgante a su lado, igualmente nudosa y de dedos cortos...
En fin, una visión de total intensidad, pura visión, era una visión de fiebre, de alucinación”.

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