Anacreonte
(ca. 570-tca. 485 a. C.)
Este poeta lírico, natural de Teos de
Jonia,
marchó de su patria, amenazada por los
persas, a la edad de 25 años.
Presencio la
fundación de la colonia Abdera, luego
paso
el resto de su larga vida en diversas
cortes
reales: en Samos con Policrates, en
Atenas
con Hiparco y también en la corte del
rey
de Tesalia.
Los antiguos eruditos vieron en las poesías
de Anacreonte tres grupos: por una
parte, la
lírica, en la que se incluían himnos y
canciones
de amor, por otra los yambos, que contenían
Poesías satírico-burlescas, en parte
agresivas, y finalmente elegías con
cantos fúnebres
y dedicatorias. Aunque del conjunto
solo se han conservado tres poesías; sin embargo,
de los fragmentos se infieren indicios
suficientes para definir el estilo y
la tendencia
de esta poesía. Las canciones, de
sencilla
estructura lingüística, expresan con
frecuencia
el gozo de vivir, celebran el placer
del
vino y del amor y también dan cuenta
del
miedo a la vejez y a la muerte.
Anacreonte figura también en el canon
de
los nueve líricos ejemplares (Alceo). Más
que
su propia poesía han sido las
anacreonticas,
poesías creadas imitando su estilo a
lo largo
de los siglos, las que han determinado
su perfil
para la posteridad. Han ejercido gran
influencia
en la lírica europea, sobre todo del
siglo
xvi en Francia y del siglo XVI en
Alemania
en los llamados poetas anacreonticos,
como
también en Goethe y Morike. La mejor
introducción
nos la ofrece esta anacreontica
que, en fiel versión de Goethe, dice
así en
castellano:
A la cigarra,
al estilo de
Anacreonte
!Qué feliz eres, mi querida pequeña,
tú que en las ramas de los árboles,
entusiasmada con tu parca bebida, .
¡Cantando, vives como un rey!
15 ANACREONTE - ANITE
A ti te pertenece todo
lo que ves en los campos,
todo lo que traen las horas;
amiga de los campesinos,
vives entre ellos sin ser dañada,
! Tú, venerada por los mortales,
¡dulce mensajera de la dulce primavera!
Sí, te aman todas las musas,
Febo incluso tiene que amarte,
pues te dieron voz de plata,
nunca te alcanza la vejez,
tú, sabia, sensible, amiga de los
poetas,
nacida sin carne ni sangre,
impasible hija de la tierra,
casi comparable a los dioses.
Bibliografía
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