[L2]Santa Zita es la patrona de Lucca, de donde este condenado era magistrado («anziano»).
[L3]Bonturo Dati, jefe de la facción popular de Lucca a comienzos del siglo XIV, fue considerado como el mayor de los estafadores, especialmente amañando elecciones políticas. Como veremos, los demonios nunca hablan en serio.
[L4]«Ita» es «sí» en latín.
[L5]48‑49 Una antigua talla de Cristo, supuestamente obra de Nicodemo, se veneraba en la iglesia de San Martín de Lucca, cerca de la cual cruza el río Serquio.
[L6]94‑96 En efecto, Dante estuvo presente en la rendición de los pisanos de la plaza de Caprona en 1289, asediada durante ocho días por los güelfos de Florencia y de Lucca.
[L7]En el original «Scarmiglione».
[L8]Se refiere a la bajada de Cristo a los infiemos, como ya hemos visto en otros pasajes.
[L9]Los nombres originales de estos demonios que envía Malacola (Malacoda) son: Alichino, Calcabrina, Cagnazzo, Barbariccia, Libicocco, Draghignazzo, Ciriatto, Graffiacana, Farfarello y Rubicante.
CANTO XXI
Así
de puente en puente, conversando
de
lo que mi Comedia no se ocupa,
subimos,
y al llegar hasta la cima 3
nos
paramos a ver la otra hondonada
de
Malasbolsas y otros llantos vanos;
y
la vi tenebrosamente oscura. 6
Como
en los arsenales de Venecia
bulle
pez pegajosa en el invierno
al
reparar sus leños averiados, 9
que
navegar no pueden; y a la vez
quién
hace un nuevo leño, y quién embrea
los
costados a aquel que hizo más rutas; 12
quién
remacha la popa y quién la proa;
hacen
otros los remos y otros cuerdas;
quién
repara mesanas y trinquetas; 15
asi,
sin fuego, por divinas artes,
bullía
abajo una espesa resina,
que
la orilla impregnaba en todos lados. 18
La
veía, mas no veía en ella
más
que burbujas que el hervor alzaba,
todas
hincharse y explotarse luego. 21
Mientras
allá miraba fijamente,
el
poeta, diciendo: «¡Atento, atento!»
a
él me atrajo del sitio en que yo estaba. 24
Me
volvi entonces como aquel que tarda
en
ver aquello de que huir conviene,
y
a quien de pronto le acobarda el miedo, 27
y,
por mirar, no demora la marcha;
y
un diablo negro vi tras de nosotros,
que
por la roca corriendo venía. 30
¡Ah,
qué fiera tenía su apariencia,
y
parecían cuán amenazantes
sus
pies ligeros, sus abiertas alas! 33
En
su hombro, que era anguloso y soberbio,
cargaba
un pecador por ambas ancas,
agarrando
los pies por los tendones. 36[L1]
«¡Oh
Malasgarras ‑‑dijo desde el puente‑,
os
mando a un regidor de Santa Zita! 38[L2]
Ponedlo
abajo, que voy a por otro 39
a esa tierra que
tiene un buen surtido:
salvo Bonturo
todos son venales; 41[L3]
del “ita” allí
hacen “no” por el dinero.» 42[L4]
Abajo lo tiró, y
por el escollo
se volvió, y
nunca fue un mastín soltado
persiguiendo a un
ladrón con tanta prisa. 45
Aquél se hundió,
y se salía de nuevo;
mas los demonios
que albergaba el puente
gritaron: «¡No
está aquí la Santa Faz, 48[L5]
y no se nada aquí
como en el Serquio!
así que, si no
quieres nuestros garfios,
no te aparezcas
sobre la resina.» 51
Con más de cien
arpones le pinchaban,
dicen: «Cubierto
bailar aquí debes,
tal que, si puedes, a escondidas hurtes.» 54
No de otro modo
al pinche el cocinero
hace meter la
carne en la caldera,
con los
tridentes, para que no flote. 57
Y el buen Maestro:
«Para que no sepan
que estás agua ‑me
dijo‑ ve a esconderte
tras una roca que
sirva de abrigo; 60
y por ninguna
ofensa que me hagan,
debes temer, que
bien conozco esto,
y otras veces me
he visto en tales líos.» 63
Después pasó del
puente a la otra parte;
y cuando ya
alcanzó la sexta fosa;
le fue preciso un
ánimo templado. 66
Con la ferocidad
y con la saña
que los perros
atacan al mendigo,
que de pronto se
para y limosnea, 69
del puentecillo
aquéllos se arrojaron,
y en contra de él
volvieron los arpones;
mas él gritó:
«¡Que ninguno se atreva! 72
Antes de que me
pinchen los tridentes,
que se adelante
alguno para oírme,
pensad bien si
debéis arponearme.» 75
«¡Que vaya
Malacola!» ‑se gritaron;
y uno salió de
entre los otros quietos,
y vino hasta él
diciendo: «¿De qué sirve?» 78
«Es que crees,
Malacola, que me habrías
visto venir ‑le
dijo mi maestro-
seguro ya de
todas vuestras armas, 81
sin el querer
divino y diestro hado?
Déjame andar, que
en el cielo se quiere
que el camino
salvaje enseñe a otros.» 84
Su orgullo
entonces fue tan abatido
que el tridente
dejó caer al suelo,
y a los otros les
dijo: «No tocarlo.» 87
Y el guía a mí:
«Oh tú que allí te encuentras
tras las rocas
del puente agazapado,
puedes venir
conmigo ya seguro.» 90
Por lo que yo avancé hasta él deprisa;
y los diablos se echaron adelante,
tal que temí que el pacto no guardaran; 93
así yo vi temer a los infantes 94[L6]
yéndose, tras rendirse, de Caprona,
al verse ya entre tantos enemigos. 96
Yo me arrimé con toda mi persona
a mi guía, y los ojos no apartaba
de sus caras que no eran nada buenas. 99
Inclinaban los garfios: «¿Que le pinche
‑decíanse‑ queréis, en el trasero?»
Y respondían: «Sí, pínchale fuerte.» 102
Pero el demonio aquel que había hablado
con mi guía, volvióse raudamente,
y dijo: «Para, para, Arrancapelos.» 105
Luego nos dijo: « Más andar por este 106[L7]
escollo no se puede, pues que yace
todo despedazado el arco sexto; 108
y si queréis seguir más adelante
podéis andar aquí, por esta escarpa:
hay otro escollo cerca, que es la ruta. 111
Ayer, cinco horas más que en esta hora,
112[L8]
mil y doscientos y sesenta y seis
años hizo, que aquí se hundió el
camino. 114
Hacia allá mando a alguno de los míos
para ver si se escapa alguno de esos;
id con ellos, que no han de molestaros. 117
¡Adelante Aligacho, Patasfrías, 118[L9]
‑él comenzó a decir‑ y tú, Malchucho;
y Barbatiesa guíe la decena. 120
Vayan detrás Salido y Ponzoñoso,
jabalí Colmilludo, Arañaperros,
el Tartaja y el loco del Berrugas. 123
Mirad en torno de la pez hirviente;
éstos a salvo lleguen al escollo
que todo entero va sobre la fosa.» 126
«¡Ay maestro, qué es esto que estoy
viendo!
‑dije‑ vayamos solos sin escolta,
si sabes ir, pues no la necesito. 129
Si eres tan avisado como sueles,
¿no ves cómo sus dientes les rechinan,
y su entrecejo males amenaza?» 132
Y él me dijo: «No quiero que te
asustes;
déjalos que rechinen a su gusto,
pues hacen eso por los condenados.» 135
Dieron la vuelta por la orilla
izquierda,
mas primero la lengua se mordieron
hacia su jefe, a manera de seña, 138
y él hizo una trompeta de su culo.
[L2]Santa Zita es la patrona de Lucca, de donde este condenado era magistrado
(«anziano»).
[L3]Bonturo Dati, jefe de la facción popular de Lucca a comienzos del siglo
XIV, fue considerado como el mayor de los estafadores, especialmente amañando
elecciones políticas. Como veremos, los demonios nunca hablan en serio.
[L4]«Ita» es «sí» en latín.
[L5]48‑49 Una antigua talla de Cristo, supuestamente obra de Nicodemo, se
veneraba en la iglesia de San Martín de Lucca, cerca de la cual cruza el río
Serquio.
[L6]94‑96 En efecto, Dante estuvo presente en la rendición de los pisanos
de la plaza de Caprona en 1289, asediada durante ocho días por los güelfos de
Florencia y de Lucca.
[L7]En el original «Scarmiglione».
[L8]Se refiere a la bajada de Cristo a los infiemos, como ya hemos visto en
otros pasajes.
[L9]Los nombres originales de estos demonios que envía Malacola (Malacoda)
son: Alichino, Calcabrina, Cagnazzo, Barbariccia, Libicocco, Draghignazzo,
Ciriatto, Graffiacana, Farfarello y Rubicante.
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