domingo, 25 de octubre de 2015

La poética de la ensoñación. Gastón Bachelard.


INTRODUCCIÓN
Méthode, Méthode, que me veux‐tu?
Tu sais bien que jʹai mangé du fruit de lʹincons‐cient.*
Jules Laforgue, ʺMoralités légendairesʺ,
Mercure de Trance, p. 24
1
En un libro reciente, que completa libros anteriores
consagrados a la imaginación poética, intentamos señalar
el interés que ofrece el método fenomenológico para tales
investigaciones. Según los principios de la
fenomenología, se intentaba sacar a plena luz la toma de
conciencia de un individuo maravillado por las imágenes
poéticas. Esta toma de conciencia, que la fenomenología
moderna quiere sumar a todos los fenómenos de la
psiquis, parece otorgar un precio subjetivo duradero a
imágenes que a menudo sólo tienen una objetividad
dudosa, una objetividad fugitiva. Al obligarnos a cumplir
un regreso sistemático sobre nosotros mismos y un esfuerzo
de claridad en la toma de conciencia, a propósito
de una imagen dada por un poeta, el método
fenomenológico nos lleva a intentar la comunicación con
la conciencia creante ** del poeta. La imagen
* ʺMétodo, Método, ¿qué pretendes de mí? Sabes bien que he comido
del fruto del inconsciente.ʺ [T.]
** En francés créante. [T.]
INTRODUCCIÓN
10
poética nueva —¡una simple imagen!— llega a ser de esta
manera, sencillamente, un origen absoluto, un origen de
conciencia.( En las horas de los grandes hallazgos, una
imagen poética puede ser el germen de un mundo, el
germen de un universo imaginado ante las ensoñaciones
de un poeta. La conciencia de maravillarse ante ese
mundo creado por el poeta se abre en toda su
ingenuidad. Sin duda la conciencia está destinada a
mayores empresas. Se organiza con tanta más fuerza en
la medida en que se entrega a obras cada vez más
coordinadas. En especial, ʺla conciencia de racionalidadʺ
tiene una virtud de permanencia que plantea un problema
difícil al fenomenólogo: debe decir de qué modo la
conciencia se enlaza en una cadena de verdades. Por el
contrario, al abrirse sobre una imagen aislada, la
conciencia imaginante tiene —por lo menos a primera
vista— menos responsabilidades. La conciencia
imaginante considerada en relación con imágenes
separadas podría entonces proporcionar temas para una
pedagogía elemental de las doctrinas fenomenológicas.
Pero henos aquí frente a una doble paradoja. ¿Por qué —
preguntará el lector no advertido— sobrecarga usted un
libro sobre la ensoñación con el pesado aparato filosófico
que implica el método fenomenológico?
¿Por qué —dirá por su parte el fenomenólogo de oficio—
elegir una materia tan elusiva como las imágenes para
exponer principios fenomenológicos?
¿Sería acaso más simple, si siguiéramos los bueINTRODUCCIÓN
11
nos métodos del psicólogo que describe lo que observa,
que mide niveles, que clasifica tipos, que ve nacer la
imaginación en los niños, sin examinar jamás, a decir
verdad, cómo muere en el común de los hombres?
¿Pero puede un filósofo convertirse en psicólogo? ¿Puede
doblegar su orgullo hasta conformarse con la
comprobación de hechos, una vez que ha ingresado, con
todas las pasiones requeridas, en el reino de los valores?
Un filósofo queda, como se dice hoy, ʺen situación
filosóficaʺ; a veces tiene la pretensión de empezarlo todo,
pero, ¡ay! continúa. .. ¡Ha leído tantos libros de filosofía!
Con el pretexto de estudiarlos, de enseñarlos, ¡ha
deformado tantos ʺsistemasʺ! Cuando llega la noche,
cuando ya no enseña, cree tener el derecho de
encerrarse en el sistema de su elección.
Así he elegido yo la fenomenología con la esperanza de
volver a examinar con una mirada nueva las imágenes
fielmente amadas, tan sólidamente fijadas en mi memoria
que ya no sé si las recuerdo o las imagino cuando las
vuelvo a encontrar en mis sueños.

Fuente:
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO.
Título original:
La poétique de la revene
D. R. © 1960, Presses Universitaires de France, Paris.

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