domingo, 5 de abril de 2015

FEDERICO GARCIA LORCA.Y EL CICLO DE NEW YORK.


FEDERICO GARCIA LORCA.Y EL CICLO DE NEW YORK.

Es interesante que, por  lo general siempre se hable del poeta granadino como representante del neopopularismo sin tomar en consideración otras corrientes literarias que el poeta exploró. ¿La razón de mi reflexión? Es evidente: Lorca fue más que neopopularista. Lo anterior queda demostrado con su ciclo que abarca de 1929 a 1935, con obras como: "Poeta en New York" (1929) en poesia. «Así que pasen cinco años» 1930-1931, "El público" (1930), Comedia sin titulo (1935), en teatro. Es evidente que para este período de su vida el poeta ha evolucionado y experimentará nuevas formas poéticas tanto en teatro como en poesía alejándose del "neopopularismo" de forma radical. He aquí un ejemplo de lo anterior: J. Méndez-Limbrick.


(Obra de teatro: "Así que pasen cinco años. Acto Segundo. Fragmento).
MANIQUÍ.
Yo canto
muerte que no tuve nunca,
dolor de velo sin uso,
con llanto de seda y pluma.
Ropa interior que se queda
helada de nieve oscura,
sin que los encajes puedan
competir con las espumas.
Telas que cubren la carne
serán para el agua turbia.
Y en vez de rumor caliente,
quebrado torso de lluvia.
¿Quién usará la ropa buena
de la novia chiquita y morena?
JOVEN.
Se la pondrá el aire oscuro
jugando al alba en su gruta,
ligas de raso los juncos,
medias de seda la luna.
Dale el velo a las arañas
para que coman y cubran
las palomas, enredadas
en sus hilos de hermosura.
Nadie se pondrá tu traje,
forma blanca y luz confusa,
que seda y escarcha fueron
livianas arquitecturas.
MANIQUÍ.
Mi cola se pierde por el mar.
JOVEN.
Y la luna lleva en vilo tu corona de azahar.
MANIQUÍ. (Irritado.)
No quiero. Mis sedas tienen,
hilo a hilo y una a una,
ansia de calor de boda.
Y mi camisa pregunta
dónde están las manos tibias
que oprimen en la cintura.
JOVEN.
Yo también pregunto. ¡Calla!
MANIQUÍ.
Mientes. Tú tienes la culpa.
Pudiste ser para mí
potro de plomo y espuma,
el aire roto en el freno
y el mar atado en la grupa.
Pudiste ser un relincho
y eres dormida laguna,
con hojas secas y musgo
donde este traje se pudra.
Mi anillo, señor, mi anillo de oro viejo.
JOVEN.
¡Se hundió por las arenas del espejo!
MANIQUÍ.
¿Por qué no viniste antes?
Ella esperaba desnuda
como una sierpe de viento
desmayada por las puntas.
JOVEN. (Levantándose.)
Silencio. Déjame. ¡Vete!,
o te romperé con furia
las iniciales de nardo,
que la blanca seda oculta.
Vete a la calle a buscar
hombros de virgen nocturna
o guitarras que te lloren
seis largos gritos de música.
Nadie se pondrá tu traje.
MANIQUÍ.
Te seguiré siempre.
JOVEN.
¡Nunca!
MANIQUÍ.
¡Déjame hablarte!
JOVEN.
¡Es inútil!
¡No quiero saber!
MANIQUÍ.
Escucha.
Mira.
JOVEN.
¿Que?
MANIQUÍ.
Un trajecito
que robé de la costura.
(Enseña un traje rosa de niño.)
Dos fuentes de leche blanca
mojan mis sedas de angustia
y un dolor blanco de abejas
cubre de rayos mi nuca.
Mi hijo. ¡Quiero a mi hijo!
Por mi falda lo dibujan
estas cintas que me estallan
de alegría en la cintura.
¡Y es tu hijo!
JOVEN. (Coge el trajecito.)
Sí, mi hijo:
donde llegan y se juntan
pájaros de sueño loco
y jazmines de cordura.
(Angustiado.)
¿Y si mi niño no llega...?
Pájaro que el aire cruza
¿no puede cantar?
MANIQUÍ.
No puede.
JOVEN.
¿Y si mi niño no llega...?
Velero que el agua surca
¿no puede nadar?
MANIQUÍ.
No puede.
JOVEN.
Quieta el arpa de la lluvia,
un mar hecho piedra ríe
últimas olas oscuras.
MANIQUÍ.
¿Quién se pondrá mi traje? ¿Quién se lo pondrá?
JOVEN. (Entusiasmado y rotundo.)
Se lo pondrá mujer que espera por las orillas de la mar.
MANIQUÍ.
Te espera siempre, ¿recuerdas?
Estaba en tu casa oculta.
Ella te amaba y se fue.
Tu niño canta en su cuna
y como es niño de nieve
espera la sangre tuya.
Corre, a buscarla, ¡deprisa!,
y entrégamela desnuda
para que mis sedas puedan,
hilo a hilo y una a una,
abrir la rosa que cubre
su vientre de carne rubia.
JOVEN.
He de vivir.
MANIQUÍ.
¡Sin espera!
JOVEN.
Mi niño canta en su cuna,
y como es niño de nieve
aguarda calor y ayuda.
MANIQUÍ. (Por el traje del niño.)
¡Dame el traje!
JOVEN. (Dulce.)
No.
MANIQUÍ. (Arrebatándoselo.)
¡Lo quiero!
Mientras tú vences y buscas,
yo cantaré una canción
sobre sus tiernas arrugas. (Lo besa.)
JOVEN.
¡Pronto! ¿Dónde está?
MANIQUÍ.
En la calle.
JOVEN.
Antes que la roja luna
limpie con sangre de eclipse
la perfección de su curva,
traeré temblando de amor
mi propia mujer desnuda.

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