jueves, 19 de enero de 2012

DE LA NUEVA NARRATIVA PERUANA: IVÁN THAYS (ENTREVISTA).

DE LA NUEVA NARRATIVA PERUANA: IVÁN THAYS (ENTREVISTA).

Iván Thays: "No soy un escritor vitalista que escribe sobre microbuseros"
Compartir: Escritor y activo blogger de la página Moleskine literario, Iván Thays no es de aquellos que se andan con falsas modestias. Cree que la crítica peruana fue injusta con su novela Un lugar llamado Oreja de Perro y que de no haber sido escrita por él la considerarían como una gran novela, sino una de las mejores. Habla el autor de La disciplina de la vanidad.

Alguna vez tuvo el aspecto de un rock star. Al menos esa impresión tuve cuando en el año 1999 lo vi en la presentación de su novela El viaje interior. Luego, aquel joven de la cabellera larga y con muchas pretensiones 'desapareció' literariamente tras la publicación de La disciplina de la vanidad (2000), pero a través de su programa de televisión Vano oficio cobró notoriedad mediática. Iván Thays (1968) acaba de publicar una novela juvenil El orden de las cosas (Alfaguara) y ese fue el pretexto para conversar con él.

 En La disciplina de la vanidad uno de los personajes dice "La literatura en este país vale un cuerno". ¿Crees que eso ocurre realmente aquí?

No, no. Yo creo que vale más de lo que uno valora. Lo que ocurre es que la comprensión de la lectura en los colegios está mal enfocada y la industria del libro se ha vuelto conservadora, pues no quieren dar el salto a la tecnología.

¿Alguna vez pasó por tu cabeza la idea romántica de solo dedicarte a escribir?
No, porque uno es realista con el país. Sabes perfectamente que ni siquiera un escritor como (Mario) Vargas Llosa puede dedicarse exclusivamente a escribir. Realmente hay que tener muy poca pretensión para pensar que escribiendo vas a tener una vida como quieres.

 Entre La disciplina de la vanidad, una de tus mejores novelas según reconocen incluso aquellos a los que no les simpatizas -que no son pocos- hasta Un lugar llamado Oreja de Perro pasaron ocho años. Decías que en ese lapso pasaron muchas cosas, entre ellas la separación de tu esposa y de tu hijo. ¿Esto último fue determinante para esa suerte de parálisis literaria?
Sí, así es. Cuando escribí La disciplina de la vanidad tenía 30 años y me encantaba la metaliteratura, estaba obsesionado con los temas sobre escritores, pero luego la vida me mostró que lo metaliterario no era lo que yo había venido a escribir a este mundo. Estuvo bien cuando era joven, pero luego tuve ganas de escribir algo que portara un mensaje o que dijera algo sobre las cosas que pasan, pero no con un compromiso ideológico.

 Y por cierto, ¿por qué le caes tan mal a algunos, sobre todo escritores? Te atribuyen una suerte de figuretismo literario. ¿No será simplemente que eres vanidoso a secas, lo cual no es delito? 
(Ríe). Yo no sé si es vanidad, porque la mayoría de personas que habla mal de mí no me conoce y no podrían saber si soy vanidoso. Yo no lo siento algo contra mí sino contra un grupo de escritores. Hay gente que le tiene cólera a un grupo de escritores a los que llaman los criollos o los limeños, y en ese grupo de escritores de esa generación soy el único que encaja porque (Mario) Bellatin vive en México. Además, la mayoría de escritores no ha tenido la suerte que he tenido yo editorialmente, porque tuve en un momento un foco mediático. Como ahora no tengo el programa de televisión, las rabias han pasado a ser más personales.

 Al buscar información sobre ti me he topado varias veces que tu nombre aparece junto al de Alonso Cueto y eventualmente junto al de Fernando Ampuero. ¿Es una coincidencia o es que ustedes tienen mucha influencia en nuestro pequeño mundillo literario?
Consideran que somos una mafia, cosa que es totalmente falso. Si entras en un archivo de periódico y te fijas cuánto papel han gastado en hablar de Oswaldo Reynoso o Miguel Gutiérrez y cuánto en mí o Alonso, te vas a dar cuenta de la diferencia. Yo soy totalmente honesto, si Un lugar llamado Oreja de Perro no hubiera sido escrito por mí sino por Miguel Gutiérrez, ahorita la gente estaría diciendo que esa es la gran novela del siglo XX.

 ¿Y la crítica acaso fue muy severa con esa novela?
En el Perú sí. Sentí que acá la crítica iba por el lado de "tú no tienes derecho a escribir sobre estos temas". No tengo ninguna duda de que si yo no hubiera escrito Un lugar llamado Oreja de Perro, la novela hubiera tenido mucho éxito en el Perú. Ha tenido mucho éxito afuera, ha sido traducida y tuvo buenas críticas.

 A propósito, reconociste alguna vez que te preocupaban mucho las críticas. Beto Ortiz dice que cuando criticó desfavorablemente en Caretas Las fotografías de Frances Farmer te pusiste mal y que incluso a partir de allí lo odias. ¿Qué hay de cierto?
No, no (ríe). Lo que sí es cierto es que me pareció que fue una crítica muy dura porque era burlona. Uno puede aceptar la burla, pero no la ridiculización.

 Él escribió que más que una promesa eras una deuda...
Eso estaba bien, porque expresa una opinión. Pero decía cosas como que "su prosa a veces te lleva al cielo y luego se despapaya contra el suelo". Ese tipo de cosas me afectaron, pues este mi primer libro tuvo muy buenas críticas y la única persona que le hizo una mala crítica y burlona fue Beto Ortiz, quien era la única persona a la que conocía y le di el libro. Entonces, el que era mi amigo habló mal, y me costó entender la ridiculización, por eso me molesté con el amigo, no con el crítico. Me afectó que alguien a quien consideraba mi amigo hable mal de un libro. Bueno, después descubrí que no era mi amigo por otras cosas. Curiosamente por esa época yo tuve una enfermedad en el estómago y me puse mal y estuve en el hospital y creo que él ha creado la ficción de que por su crítica me había dado un ataque hepático o algo así.



 SU OBRA Y LITERATURA PERUANA

La conversación transcurre en su departamento situado en el distrito de Miraflores. Al ingresar a su sala llaman la atención dos cosas: su biblioteca y un cuadro pintado de una tonalidad roja intensa. Si los libros que poseemos nos definieran, pues diríamos que indudablemente Iván Thays es hincha de Nabokov. Tiene todas - o casi todas- sus obras, incluyendo sus cuentos. Aunque también figuran escritores como Tom Wolfe con La hoguera de las vanidades y resalta también por el voluminoso libro de las conversaciones entre Borges y Bioy Casares. Es un show de los libros.

 Hablemos de tu acercamiento a la literatura, partiendo de que ante todo un escritor es un lector. ¿Cuándo fue tu primer contacto con los libros?
A los siete u ocho años. Recuerdo que leía los libros que mi padre compraba en esa colección de best sellers de Oveja Negra y también una colección de Ariel Juvenil que eran libros ecuatorianos. Él era un coleccionista de libros más que un lector.

 ¿Cuál de los libros que leíste de niño es el que recuerdas con especial cariño?
Aunque es un pésimo libro, recuerdo con especial cariño el de un cura llamado Francisco Finn, quien hizo una especie saga como de 20 libros sobre historias de niños en un colegio. Este autor fue el primero que me llevó a escribir y me hizo sentir que podía hacerlo.

 ¿De dónde proviene la obsesión por el tema del hijo ausente?, más allá de lo anecdótico o biográfico, ¿qué simboliza para ti?
En Un lugar llamado Oreja de Perro era un tema que tenía muy presente porque me había divorciado y mi exesposa se quería ir del Perú, entonces tenía el miedo de que mi hijo se vaya. Tenía un fantasma que tenía que exorcizar en esa novela y primero lo hice a través del cuento Lindbergh. En Un sueño fugaz el tema no es el hijo ausente, sino es una especie de respuesta de lo que yo era antes, cuando me interesaba la fama y si iba a tener lectores.

 ¿Ha sido vanidosa tu prosa alguna vez?
No vanidosa, pero sí creo que parte del cambio que tuve fue que antes mi prosa intentaba ser muy exquisita. En El viaje interior el lenguaje intentaba ser poético, usaba fórmulas como una obligación. En cambio ahora he optado por usar frases cortas, muy contundentes y que el tema me lleve más bien a lo que quiero llegar.

 ¿Ha sido injusto José Carlos Yrigoyren al escribir, a propósito de Un sueño fugaz, que tu obra es "Un conglomerado de fantasmas al margen del tiempo y de la vida, una fría dimensión cadavérica producida por las represiones artísticas de su creador"?
Bueno, me gusta la primera frase "un conglomerado de fantasmas...". Yo no soy un escritor vitalista, que escribe sobre  microbuseros. Mis mujeres son seres imposibles, hay un lirismo en sus vidas que no puede haber en las novelas de un escritor como Miguel Gutiérrez.

 ¿Y tienes algunas represiones en cuanto a temas?
No diría una represión, pues el hecho que no interese escribir la novela de un microbusero no significa que esté reprimido.

 ¿Qué es el éxito literario para ti?
Bueno, en Un sueño fugaz digo precisamente que es un sueño fugaz al igual que el fracaso. Pero hablando más genéricamente, para mí es un éxito literario el poder escribir y el publicar. O sea, que es algo que cuando tenía 20 años no se podía dar, pues no había editoriales jóvenes como ahora. El hecho de publicar y hacerlo afuera, mejor aun, me da a mí la pauta de que logré ser escritor como quería. Me siento escritor a pesar de que no vivo de escribir. Creo que todas mis actividades paralelas están supeditadas al hecho de que soy escritor.

 ¿Has dado literariamente lo mejor de ti?
No, yo espero que lo mejor de mí salga un día antes de morir.

 ¿Qué mitos persisten la literatura peruana? Escritores u obras sobrevaloradas, por ejemplo. Tú decías que Arguedas, salvo por Los ríos profundos, no te interesaba.
Cada lector busca lo que le interesa. Los ríos profundos me interesa por la parte espiritual. Entonces lo que yo sí diría que está sobrevalorado -tanto como en el fútbol- es pensar que el Perú es un país de escritores. Pienso que el Perú no es un país de buen fútbol ni de buena literatura. Somos un país que tenemos buenos escritores, individualidades. Como Vallejo no hay ninguno, pero eso no quiere decir que nuestra poesía es buena.

 Tú diriges un taller de creación literaria, ¿se puede realmente aprender a escribir?
Sí, estoy totalmente convencido y tengo pruebas de que se puede aprender a escribir. He visto a alumnos entrar al taller escribir textos muy malos y luego publicar cosas extraordinarias. El taller sirve mucho para soltarse y para ver los errores. Pero creo que lo principal del taller es que no dan técnicas sino que te hace reflexionar sobre el acto de escribir.

 ¿Qué de bueno y qué de malo genera el márketing aplicado a la promoción de una obra literaria?
Bueno, creo que el marketing es un fenómeno que no solo tiene que ver con la literatura sino con el mundo en general. El marketing vende productos, le importa un bledo si son culturales. Lo que creo es que el escritor no puede hacer marketing de sí mismo, o sea, eso me parece desagradable, incómodo, que un escritor se marquetee a sí mismo y hable de sí mismo.



LIBROS, VANO OFICIO E INTERNET

 Dice que en el extranjero se le conoce incluso más como blogger que como escritor. En su Moleskine Literario difunde artículos sobre libros y escritores aparecidos sobre todo en medios del extranjero. También es asiduo usuario de Facebook y utiliza el Twitter para enlazar sus últimos post. Digamos que Thays, como muchos de sus colegas, es un escritor 2.0.

Sobre tu programa de televisión Vano Oficio, que tuviste a cargo durante siete años, te quejabas de que la gente no comentaba los contenidos, sino se fijaban más en qué escritores invitabas. ¿Cómo ves en retrospectiva esa experiencia televisiva?
La televisión sirve para ver que tal persona existe. Te da notoriedad. Hay que saber usar eso y eso quizás es algo que no supe hacer con el programa. Si hiciera ahora un programa de televisión lo haría completamente distinto, dirigiéndome a un público que va a estar atento más a los objetos que a las palabras. Lo haría más sencillo, menos intelectual, más visual. Me dio muchas cosas buenas el programa de televisión, pero nunca se llegó a entender que un programa de televisión no es un ministerio de la Literatura o que yo tenía que divulgar todo lo que se había publicado.

 ¿Y volverías a hacer un programa como Vano oficio?
Bueno, si aceptan lo que quiero proponer, pues definitivamente no haría un programa igual al que hice antes.

 ¿El futuro de la Literatura está en Internet?
Totalmente. En el e-book. Yo creo que las librerías deben cambiar totalmente su sistema de ventas para no morir. Creo en la librería moderna, que a través de Facebook, Twiter explique lo que tiene.

 ¿Y crees que el libro de papel se volverá objeto de culto?
Probablemente pasará en muchos años, así como ocurrió con el cassette.

 ¿Qué te gustaría que se diga de ti dentro de unos cincuenta años?
Cincuenta años, ¿qué edad tendré? ¿Noventaitantos? (ríe). Después de escribir Un sueño fugaz me quité la idea de la eternidad, no me interesa que dentro de 200 años la gente vea mi nombre en una enciclopedia. Lo que sí me gustaría en realidad es que mi hijo y nieto -si lo tengo- digan que yo fui el modelo de alguien que hizo lo que quiso hacer. No alguien que sacrificó sus sueños a cambio de otras cosas.

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