viernes, 27 de enero de 2012

LUIS ROSALES: PREMIO CERVANTES 1982. POETA DE LO ÍNTIMO.

MISCELANEA:
Premio Cervantes 1982
LUIS ROSALES

Comentario personal: para el año de 1982 mi amigo pintor y poeta José Miguel Rojas me obsequió LA CASA ENCENDIDA (foto
 adjunta del poemario) de este poeta español ejemplar que aún conservo en mi pequeña biblioteca: "exquisito poemario" digno de una y varias lecturas. El carácter intimista de la poética que hace Rosales en este libro es perfecta, digna de un maestro de la palabra. La cadencia y ritmo de las frases que van armoniosamente concatenadas con las imágenes hacen de Rosales toda una escuela de la escritura. Espero que este ejemplar de LA CASA ENCENDIDA lo pueden obtener y leer los que no lo han hecho. PD: reconozco que el resto de su poesía no la he leído.

Poeta y ensayista español
(Granada, 1910– Madrid, 1992)
Descendiente de una familia conservadora de
Granada, se matricula en Filosofía y Letras y en
Derecho en la Universidad de Granada. Más tarde, en
1930, se traslada a Madrid para continuar con los estudios de Filosofía y Letras, que
había abandonado en Granada y obtiene el doctorado.
Surge su vocación poética en torno a Joaquín Amigo y otros componentes de la
revista El Gallo, como García Lorca y Álvarez Cienfuegos. Inicia su actividad literaria en
la revista Los cuatro vientos en 1932 y, más tarde en Madrid, en la revista Cruz y Raya,
dirigida por Pablo Neruda y José Bergamín.
En 1935 aparece su primer libro de poemas, Abril, lo que permite incluirlo en la llamada
generación del 36, en la que coinciden poetas como Miguel Hernández, Leopoldo y
Juan Panero, Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Juan Gil Albert, Dionisio Ridruejo,
entre otros. Por estas fechas, conoce también a César Vallejo, el poeta peruano cuya
obra había de causar honda mella en varios poetas del momento.
Abril es un libro que enlaza con el estilo de la poesía de la generación anterior por su
búsqueda estética y por la importancia de las imágenes, aunque sin pretensiones
vanguardistas. Al igual que en algunos poetas del 27, hay en esta obra de juventud un
gusto por las estrofas clásicas y, en general, por la poesía del Siglo de Oro español, en
concreto Garcilaso y Herrera. No obstante, su principal innovación es la combinación
de la temática amoroso-religiosa.
En el mes de agoto de 1936, a poco de estallar la insurrección militar, es detenido en
su casa, donde se refugiaba el poeta Federico García Lorca. Sus gestiones y la de sus
hermanos no consiguieron impedir el fusilamiento del amigo (pese a que Rosales había
obtenido garantías de respetarlo por parte de las autoridades rebeldes) y le
ocasionaron amenazas, una breve expulsión del partido falangista y una fuerte multa.
En una época de transitorio agotamiento de las vanguardias, Luis Rosales emprende
con Vivanco, José García Nieto y Ridruejo un movimiento de retorno a las formas
clásicas cuya figura emblemática es Garcilaso de la Vega, por lo que también se les
conoce como garcilasistas. Colabora junto con Dionisio Ridruejo, Gonzalo Torrente
Ballester, Pedro Laín Entralgo y Luis Felipe Vivanco en la revista Jerarquía (revista de la
Falange).
Publica, en 1940, en colaboración con Luis Felipe Vivanco, el primer volumen de la
célebre antología Poesía heroica del Imperio, acorde con la ideología oficial de la
época. Aparece, en ese mismo año, su Retablo sacro del nacimiento del Señor e inicia
su actuación como secretario de la revista Escorial, dirigida por Dionisio Ridruejo.
Comienza su labor investigadora en los manuscritos de la Biblioteca Nacional, de la
que surgirán importantes trabajos sobre el Siglo de Oro español, como la Antología
poética de Juan de Tassis, Conde de Villamediana, publicada en 1944, autor al que
dedicará su discurso de ingreso en la Real Academia Española en 1964.
En 1949 se publica La casa encendida, edición ilustrada por José Caballero por la que
recibe el Premio Nacional de Poesía. La casa encendida ha sido considerada por la
crítica su mejor obra. El libro lo fue rehaciendo y ampliando hasta producir una nueva
versión, publicada en 1967. Es un poema-libro sin estrofas donde Rosales entremezcla
lirismo y narración, existencialismo e imaginación, racionalidad e irracionalidad, dando
inicio a una nueva poética personal que incorpora recursos de César Vallejo y de
Antonio Machado. En 1951, se le otorga el Premio Nacional de Literatura por Rimas,
conjunto de poemas cortos donde demuestra su gran versatilidad y dominio técnico.
En 1960 publica, en dos volúmenes y prologado por Ramón Menéndez Pidal, su ensayo
Cervantes y la libertad. Entre 1969 y 1974 aparecen sus libros El contenido del corazón;
una antología sobre la Poesía española del Siglo de Oro; Piensa mal y acertarás;
Segundo Abril, Lírica española; Teoría de la libertad; Canciones y Como el corte hace
sangre. En esos años recibe el Premio Nacional Miguel de Unamuno, el Premio
Nacional de Ensayo y, ya en 1975, el Premio José Lacalle.
Su estudio acerca de La poesía de Pablo Neruda, a cuya concepción del verso tanto
debe él como poeta, aparece en 1978 y, al año siguiente, Diario de una resurrección.
Dirige hasta su desaparición la revista Nueva Estafeta. Anteriormente había dirigido
también la prestigiosa revista Cuadernos Hispanoamericanos.
Recibe el Premio Cervantes en 1982, año en el que publica Un rostro en cada ola,
segunda parte de La carta entera (el primer episodio, La almadraba, data de 1979 y el
tercero, Oigo el silencio universal del miedo de 1984). La editorial Trotta ha publicado
sus obras completas.

jueves, 26 de enero de 2012

¿MICRO QUÉ?


‎!Estoy pensando en el MICROCUENTO vs "En busca del tiempo perdido" - de Marcel Proust- 


uno de mis escritores preferidos- novela 


dividida en 7 tomos (versión castellana de EDITORIAL ALIANZA TRES).










Microrrelato: ¿literatura o divertimento?

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Narrativa o entretenimiento; democratización o vulgarización de la literatura. Denostado por pocos y defendido por la mayoría, el microrrelato está de moda y las redes sociales tienen mucha culpa

POR CRISTINA MARTÍNEZ 
Hace días que llueve a cántaros. Y la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos. "Estas 18 palabras proporcionaron a María Soledad Uranga los 7.000 euros del Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra en 2010. Es decir, 389 euros por cada uno de los términos que la autora utilizó para contar esta pequeña historia. Puede parecer exagerado o una exquisitez narrativa. El caso es que el microrrelato, término que por cierto no está reconocido por la Real Academia de la Lengua, se ha convertido en una opción literaria tanto para escritores como para lectores en una sociedad en la que prima la inmediatez, la escasez de tiempo y, sobre todo, el acceso a las nuevas tecnologías móviles. Y es que leer en un dispositivo electrónico mientras se va en autobús o en un momento de descanso en el trabajo ha propiciado que la brevedad se valore como un preciado bien: una historia que empieza y acaba en, como mucho, dos párrafos de texto. Llega el fin y se pasa a otra cosa, no hay continuidad ni hilo argumental que retomar.
Si el término es nuevo, no se puede decir lo mismo del género. Es cierto. Ya en la Edad Media hay muestras de esta práctica y autores del XIX y XX incluso hacían competiciones para medir su ingenio. Lo que ocurre es que ahora, en este momento, la situación es la más propicia para que haya subido como la espuma. Han salido autores por todas partes y medios; blogs que dan las coordenadas necesarias para que alguien se convierta en un "microrrelatero" de pro y que ofrecen la posibilidad de publicar tus textos; concursos literarios de este género, el de mayor dotación y mencionado antes, con 7.000 euros para el ganador, y también, muchos lectores ávidos de consumir menos pero más a menudo.
"Es una forma de animar a la gente a escribir y de manera muy accesible, algo que es de agradecer en estos tiempos". Lo dice el catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá que ve en la falta de tiempo uno de los secretos de su auge. "Es difícil conseguir que un lector pase mucho tiempo consumiendo una obra literaria, así que si disfruta cinco minutos pues es bueno, lo ideal es que tenga curiosidad por esa literatura, que por otro lado no es nueva. Todo el siglo XX está lleno de ejemplos de autores que lo utilizaban, incluso Jardiel Poncela hablaba de la necesidad de ser breve como obligación".
Los alicantinos Rosa Pastor y Bruno Francés son escritores y, entre otras cosas, escriben microrrelatos. Pastor ganó el II Concurso Internacional de Microrrelatos del Museo de la Palabra de Quero, dotado con 7.000 euros, con La sopa. "Yo creo que tienen el mismo valor literario aunque no tiene el mismo trabajo ni la misma estructura, pero hay que transmitir en dos frases una historia con un par de personajes, una trama y un desenlace que debe ser sorpresivo, que es lo que a mí me gusta y lo que me estimula como escritora". Considera que esta "moda" se debe por un lado a la dificultad del autor para publicar y por otro a la "facilidad que te proporciona para hacerlo Internet porque la sensación de que te lea alguien es fundamental" y además te ofrece "el espejismo de que eres escritor y, bueno, a mí me parece bien".
Bruno Francés, ganador del Concurso de Microrrelatos de INFORMACIÓN con Qué mujer, achaca a las nuevas tecnologías su auge. "Lo veo como literatura porque es contar una historia, aunque más cercano a la poética que a la narrativa". En su opinión, "su difusión es más por la red, no lo veo en soporte de papel". En cuanto a su escritura, cree que "hay que saber sintetizar, que suene bien y que sea una historia, y la dificultad es mayor". El problema es que "yo he leído muchos y la gente suele caer en la anécdota en vez de contar una historia, porque se piensa que vale todo. Todo el mundo es bueno para dar sus ideas, pero no todo el mundo es escritor".
Como literatura sin dudar lo define el también catedrático de la UA Miguel Ángel Lozano, "aunque no es nada nuevo". En su opinión, "es un género estimable porque no importa la extensión, importa la solidez del texto, que puede ser de cinco líneas o de quinientas páginas". Además, importa que aquello "irradie sentido, que sorprenda o por el ingenio o por la capacidad lírica. Una frase ingeniosa es buena literatura".
Premio Nacional de Literatura en 2000, entre otros galardones, y poeta, Guillermo Carnero lo tiene claro. "Es el resultado de la falta de tiempo; hoy es muy difícil leerse En busca del tiempo perdido de Proust o La comedia humana de Balzac". Ahora la gente lee "a salto de mata" y el microrrelato "para un lector es algo inmediato y para un escritor puede ser el germen de un relato largo o de una novela".
"Es el cuento más pequeño que se puede escribir, cuanto más pequeño mejor, y lo que tiene que hacer es impactar al lector". Rafael González, escritor y jurado en el concurso de microrrelatos que organizaba la UA, cree que "tienen que ser una imagen, una impresión y por eso me gustan". "Es un género que tiene que ver con esta sociedad fugaz que apenas nos deja tiempo para detenernos y un microrrelato te sacia, mientras que leer un capítulo de una novela te deja con ganas de más".
Al escritor Mariano Sánchez Soler, que también ha sido jurado del concurso de la Universidad de Alicante, le gusta este género. "Existe en toda la historia de la literatura, pero lo estupendo ahora es que Internet y los medios de comunicación han dado salida a esta vertiente literaria; Hemingway tienen algunos increíbles, incluso había apuestas entre escritores en los años 30 y 40". Afirma que "hay gente que piensa que la novela del futuro se parecerá más a un guión cinematográfico", por eso el microrrelato tiene este auge "porque la literatura se ha hecho imagen y en el microrrelato está la necesidad de transmitir cosas y emociones de forma inmediata".
Para el también escritor José Luis Ferris, "es una manera de hacer lectores; hay mucha gente que ha entrado en la literatura por los microrrelatos que son pequeñas cucharadas de lo que es la literatura, pero cucharadas intensas". En su opinión, responden a la sociedad actual "que tiene como factor esencial la prisa, y estos textos los puedes leer en el autobús".

Microescritores
Una de las puertas que abre el microrrelato es la de la socialización de la tarea del escritor. Todo el mundo se siente como tal porque parece un género fácil de elaborar. Ríos Carratalá afirma que "tengo la sospecha de que hay más escritores que lectores ahora mismo; todo el mundo puede escribir, que tenga más o menos difusión es lo de menos, lo importante al final es que la gente tenga contacto con la literatura y que cree algo, en un microrrelato, en un tuit o en una novela". Sin embargo, "lo que observo es que bajo el epígrafe de microrrelatos hay frases, greguerías, anécdotas y para que sea un microrrelato tienen que tener una historia, con planteamiento, nudo y desenlace".
Para Lozano, "eso ha pasado siempre porque yo me he encontrado gente que se pone a escribir poesía y es un fracaso, aunque él no lo crea, pero no es eso lo que constituye su sentido". El hecho es que "al ser breve puede parecer que la escritura es más fácil y eso puede incitar a que la gente lo haga".
"Esto también pasa con la poesía o el teatro express o los monólogos cortos", afirma González. "Para escribir una novela de 300 páginas no todo el mundo se siente capacitado, pero un microrrelato todo el mundo cree que puede hacerlo, aunque es más una moda".
Sánchez Soler se muestra a favor de que la gente "lea y escriba". Otra cosa es "ir más allá en la literatura, algo que conlleva mucho esfuerzo". "Cuando se democratizan determinadas ocupaciones, se masifica y luego hay que distinguir entre lo bueno y lo malo". "Lo que es cierto es que nunca se ha escrito tanto como ahora, gracias a Internet, los mail, Facebook y Twitter, lo que ocurre es que una cosa es escribir como pasatiempo y otra que te lo plantees como algo complejo porque a escribir se aprende escribiendo y leyendo".
"Gente que sabe que en su vida no va a publicar una novela tiene la oportunidad de ser escritor por un día", afirma Ferris, "aunque no todo el mundo que escribe tiene que ser escritor", pero ahora "hay una democratización absoluta de la expresión literaria, luego serán los lectores los que mostrarán si eres bueno o no".

El tamaño no importa
Uno de los temas de debate en torno al microrrelato se centra en su calidad literaria y la dificultad de su escritura. "La brevedad a veces es más exigente que la extensión", dice el profesor Ríos Carratalá. "En este género, un escritor necesita autoexigirse mucho, es como cuando un director de cine tiene que hacer un anuncio, hay que ser muy preciso".
Miguel Ángel Lozano destaca la utilidad de este género para mejorar el uso del lenguaje. "Tienes que expresar un pensamiento y para ello tienes que buscar las palabras exactas y eso es un trabajo de habilidad, de conjugar unas palabras con unas ideas". Al escritor, "le obliga a pensarlo, a releerlo, a retocarlo... es un ejercicio literario muy meritorio para su desarrollo".
Carnero asegura que "si hay poemas en prosa ¿por qué no va a haber microrrelatos? En la medida en que la brevedad signifique intensidad me parece que está bien porque eso aproxima este género al poema en prosa". Considera que "puede ser una convergencia de la poesía hacia la prosa, es una cuestión de extensión y el concepto de literatura no está relacionado con la extensión porque puede haber literatura en una línea y no haberla en 20 volúmenes".
Para Rafael González este género no es fácil, "porque quintaesenciar algo y causar una emoción es lo más difícil que se puede hacer, por eso no hay tan buenos poetas como poetas dicen que son, ni tampoco tan buenos autores de microrrelatos como ellos creen". Y es que "para el autor es un ejercicio de estilos y de síntesis literaria, cuando está bien hecho claro, porque incluso Monterroso tiene algunos buenos y otros no. Casi me parece más complicada y laboriosa la síntesis que la extensión".
Sánchez Soler cree que "es muy difícil porque tienes que coger la esencia literaria" y destaca que "una cosa es escribir y otra hacer literatura, que es la propia opción del autor de leer y escribir mucho, de complicarse la vida, de investigar y de querer transmitir algo", porque un microrrelato "no es una cosa cortita con pocas palabras, tiene que contar una historia y tener ese aspecto de incluir lo que se dice pero sin decirlo".
"Es un macroesfuerzo para hacer una microhistoria porque es muy difícil condensarla en tan poco espacio, incluso hay grandes escritores que no saben hacerlo", afirma José Luis Ferris. En su opinión, "la lengua se ha degradado mucho, pero es verdad que en el momento en que cuelgas algo en la red te van a bombardear si tienes fallos y eso hace que la gente esté aprendiendo mucho a nivel lingüístico".

La red como editorial
La proliferación de blogs y la ventana "editorial" de Internet ha facilitado sin duda la difusión y proliferación de autores y de lectores. En este sentido, Ríos Carratalá considera que es un género ligado a las redes sociales. "Es muy fácil difundir los textos y publicarlos, pero no hay que ser apocalíptico en este sentido sino admitirlo como algo del presente porque se puede hacer una novela de 500 páginas y al mismo tiempo escribir microrrelatos; también el lector tiene ahora esa opción de elegir qué quiere o qué puede leer, el problema sería si la gente dejará de leer normales en el estilo clásico por leer microrrelatos, pero creo que eso no sucederá".
Lozano coincide en la facilidad de publicar en la red. "Ahora es muy fácil tener la difusión de un microrrelato y la eficacia está en que lo lees en un golpe de vista, lo abarcas enseguida y como acto de espontaneidad psicológica pues hace que se lea".
Las redes sociales, para Rafael González, "democratizan mucho pero el talento por desgracia lo tienen unos pocos y nada más, y con el tiempo quedarán los microrrelatos, novelas o poemas que sean buenos, las que no lo son, pasarán al olvido".
Sobre este tema, el escritor Mariano Sánchez Soler afirma que es la revolución tecnológica "la que ha propiciado esto" porque influye en su proliferación la facilidad con que se puede "publicar" en la red. "Ahora la literatura se ha hecho movimiento, rapidez y eso tiene mucho que ver con la juventud y su forma de entenderla".

miércoles, 25 de enero de 2012

CARLOS FUENTES: NOTICIAS.



Verdadero “boom” de la literatura latinoamericana es el que se vive ahora: Fuentes

CULTURA • 
El escritor dijo al diario argentino Clarín que “los nuevos autores no tienen encima ese reclamo histórico, sino que hablan muy directamente de sus mujeres, de sus amantes, de sus ciudades, de sus profesiones, de la vida contemporánea y sobre todo urbana”.
Buenos Aires • El escritor mexicano Carlos Fuentes aseguró al diario argentino Clarín que el verdadero “boom” de la literatura latinoamericana es el que se vive ahora, con una mayor libertad de difusión que a mediados del siglo pasado.
“En 1950 sólo había tres escritores mexicanos traducidos en Francia. Hoy son más de 40 y también se traducen escritores argentinos, peruanos y colombianos”, indicó Fuentes en una entrevista que publicó este lunes el periódico argentino.
“Oigame: éste es el verdadero ‘boom’, el de ahora, con una libertad de difusión mucho mayor que la que tuvimos nosotros”, añadió al referirse a la generación de escritores que en los 60 dio unfuerte impulso a la literatura latinoamericana.
Fuentes explicó que los escritores actuales son muy distintos a los del “boom” de esos años, que integraron él mismo, el peruano Mario Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Julio Cortázar, entre otros.
“Nosotros, si algo teníamos en común, era que queríamos contar de nuevo la historia de América Latina. Sentíamos que no se había contado bien o entera. Cien años de soledad tiene ese propósito”, dijo.
En cambio, agregó, “los nuevos autores no tienen encima ese reclamo histórico, sino que hablan muy directamente de sus mujeres, de sus amantes, de sus ciudades, de sus profesiones, de la vida contemporánea y sobre todo urbana”.
Fuentes, cuya más reciente obra, “La gran novela latinoamericana”, se publicará este jueves en Argentina, subrayó el debate que mantiene con escritores como el estadunidense Tom Wolfe, que consideran que la novela “está muerta”.
El autor de clásicos como “La región más transparente” y “Aura” consideró que el género es vital porque “en las novelas se escribe lo que no se puede decir de otra manera, dicen lo que no dice el periodismo o el arte pictórico”.
Acotó que “hay un poder de creación y de perdurabilidad en la novela que no tienen otros modos de conocimiento. Las nuevas tecnologías no van a poder cumplir esa función. He visto a la novela amenazada por el cine, la televisión y la radio: pero siempre permanece”.

martes, 24 de enero de 2012

OCTAVIO PAZ: Premio Cervantes 1981.

Premio Cervantes 1981
OCTAVIO PAZ

Poeta y ensayista mexicano
(México, D.F., 1909– 1998)
Publica a los 17 años sus primeros poemas en el diario El
Nacional y en la revista Barandal. En 1937 viaja a
Valencia con su primera mujer, Elena Garro, para
participar en el II Congreso de Escritores Antifascistas. En
1945, ingresa en el Servicio Exterior mexicano y cumple misiones diplomáticas en los
Estados Unidos y en Francia.
Gracias a la intermediación de Alfonso Reyes publica, en 1949, Libertad bajo palabra,
considerado por el propio Paz su “verdadero primer libro”. En esa época publica su
conocido ensayo sobre lo mexicano El laberinto de la soledad (1950) y el libro de
poemas en prosa con “contagio” surrealista ¿Águila o sol? (1951).
Para entonces ha establecido sólidas relaciones con el surrealismo francés y su cabeza
visible, André Breton, a los que se sumarán más tarde perdurables amistades con
muchas de las grandes figuras de la época, tales como Camus, Papaioannou, más
adelante Castoriadis y Lévi-Strauss. Y, por supuesto, con casi todos los escritores
latinoamericanos de importancia.
Tras un periodo itinerante entre Nueva Delhi, Tokio y Ginebra (1952-1953), Paz regresa a
México para escribir un ensayo, sobre la experiencia y la revelación poéticas, titulado
más tarde El arco y la lira (1956). En ese periodo mexicano, que dura hasta 1959,
publica los libros de poemas Semillas para un himno (1954), La estación violenta (1958),
que incluye su gran poema “Piedra de sol”, así como el libro de ensayos Las peras del
olmo (l957).
En 1959 vuelve a trabajar en la embajada mexicana de París; publica más libros de
ensayos y el libro de poemas Salamandra (1962).
Embajador en la India, de 1962 a 1968, publica sus libros de poesía con influencia
oriental: Viento entero (1956), Blanco (1967), Ladera este (1969), y varios libros de
ensayos, entre ellos, Los signos en rotación (1965), Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín
de Esopo y Corriente alterna (1967). En 1964 se casa con Marie-José Tramini, a la que
conoció en Nueva Delhi. En 1968, dimite de su cargo en protesta por la represión de
gobierno mexicano a los estudiantes en Tlatelolco.
De vuelta en México publica su ensayo Posdata (1970), con temas políticos, y los libros
de poesía Topoemas (1971) y Renga (1972), de marcado tono experimental. Funda
Plural (1971-1976), a la que sucederá más tarde Vuelta (1976-1998), revistas
primordialmente literarias y artísticas.
A la década de los setenta pertenecen los libros de ensayo El signo y el garabato
(1973), Los hijos del limo: del romanticismo a la vanguardia (1974) y el volumen con sus
traducciones de poemas del inglés, francés, portugués, sueco, chino y japonés
Versiones y diversiones (1974). De ese mismo año es El mono gramático, suerte de
ensayo, poesía y antinovela donde los senderos de la creación se reconcilian en una
lúcida reflexión sobre el lenguaje, los cuerpos y el resplandor amoroso. En 1975
aparece el libro de poesía Pasado en claro, suerte de itinerario biográfico y poético y,
en 1976, Vuelta.
En los ochenta publica su estudio sobre Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe
(1982) y otros libros de ensayos, así como el volumen que recoge sus principales
entrevistas y conversaciones, Pasión crítica (1985). En 1987 aparece Árbol adentro,
último libro de poemas publicado en vida del autor.
Los premios y reconocimientos se acumulan; entre ellos sobresale el Premio Cervantes
otorgado en 1982 y el Premio Nobel de Literatura en 1990.
En la década de los noventa continúa la publicación de ensayos sobre poesía, política
e historia (La otra voz: poesía y fin de siglo; Convergencias, 1991; Itinerario, 1993, etc.).
Pero también sobre temas diferentes: La llama doble: amor y erotismo, Un más allá
erótico: Sade (1994) y Vislumbres de la India (1995).
Tras su muerte, las editoriales Fondo de Cultura Económica de México y Círculo de
Lectores de España han estado recogiendo su obra completa.

SEGUNDA NOTA BIOGRÁFICA.

Octavio Paz (México 1914-1998), Premio Cervantes en 1981 y Premio Nobel en 1990, es una de las figuras capitales de la literatura contemporánea. Su poesía -reunida
precedentemente en Libertad bajo palabra (1958), a la que siguieron Salamandra (Joaquín Mortiz, 1962), Ladera Este (Joaquín Mortiz, 1969), Vuelta (Seix Barral, 1976) y Árbol adentro (Seix Barral, 1987)- se recoge en el volumen Obra poética 1935-1988 (Seix Barral, 1990).

No menor en importancia y extensión es su obra ensayística, que comprende los siguientes títulos:

El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957, Seix Barral, 1971), Cuadrivio (Joaquín Mortiz, 1965), Puertas al campo (1966, Seix Barral, 1972), Corriente alterna (1967), Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (Joaquín Mortiz, 1967), Marcel Duchamp o el castillo de la pureza (1968) y su reedición ampliada Apariencia desnuda (1973), Conjunciones y disyunciones (Joaquín Mortiz, 1969), Postdata (1969), El signo y el garabato
(Joaquín Mortiz, 1973), Los hijos del limo (Seix Barral, 1974 y 1987), El ogro filantrópico (Seix Barral, 1979), In/mediaciones (Seix Barral, 1979), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (Seix Barral, 1982), Tiempo nublado (Seix Barral, 1983 y 1986), Sombras de obras (Seix Barral, 1983), Hombres en su siglo (Seix Barral, 1984), Pequeña crónica de grandes días (1990), La otra voz (Seix Barral, 1990), Convergencias (Seix Barral, 1991), Al paso (Seix Barral, 1992), La llama doble (Seix Barral, 1993), Itinerario (Seix Barral, 1994) y Vislumbres de la India (Seix Barral, 1995).

En Versiones y diversiones (Joaquín Mortiz, 1973) Paz reunió sus traducciones poéticas. Tradujo también Sendas de Oku, de Matsuo Basho (1957, Seix Barral, 1981). En su fundamental obra El Mono Gramático (Seix Barral, 1974) confluyen el ensayo, la narración y el poema en prosa.

Se reunieron sus conversaciones con diversos interlocutores en el volumen Pasión crítica (Seix Barral, 1985) y sus prosas de juventud en Primeras letras (Seix Barral, 1988). Bajo el título El fuego de cada día (Seix Barral, 1989) el propio autor recogió una extensa y significativa selección de su obra poética. En Memorias y palabras (Seix Barral, 1999), se editaron póstumamente sus cartas (1966-1997) al poeta español Pere Gimferrer.


DISCURSO DEL MAESTRO OCTAVIO PAZ EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ EN OCASIÓN DE LA ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1981.
- 1 -
Si yo dejase hablar a mis sentimientos únicamente, estas palabras serían una larga,
interminable, frase de gratitud. Pero mi emoción es ciega. Bien sé que la realidad
simbólica de este acto es más real que la fugaz realidad de mi persona. Soy apenas un
episodio en la historia de nuestra literatura, la transitoria y fortuita encarnación de un
momento de la lengua española. El Premio Cervantes, al escoger a éste o aquel escritor
de nuestro idioma, sin distinción de nacionalidad, afirma cada año la realidad de nuestra
literatura. ¿Y qué es una literatura? No es una colección de autores y de libros, sino una
sociedad de obras. Las novelas, los poemas, los relatos, las comedias y los ensayos se
convierten en obras por la complicidad creadora de los lectores. La obra es obra gracias
al lector. Monumento instantáneo, perpetuamente levantado y perpetuamente demolido,
pues está sujeto a la crítica del tiempo: las generaciones sucesivas de lectores. La obra
nace de la conjunción del autor y el lector; por esto la literatura es una sociedad dentro
de la sociedad: una comunidad de obras que, simultáneamente, crean un público de
lectores y son recreadas por esos lectores. Se dice que las ideologías, las clases, las
estructuras económicas, las técnicas y las ciencias, por naturaleza internacionales, son
las realidades básicas y determinantes de la historia. El tema es tan antiguo como la
reflexión histórica misma, y no puedo detenerme en él; observo, sin embargo, que
igualmente determinantes, si no más, son las lenguas, las creencias, los mitos y las
costumbres y tradiciones de cada grupo social. El Premio Cervantes, justamente, nos
recuerda que la lengua que hablamos es una realidad no menos decisiva que las ideas
que profesamos o que el oficio que ejercemos. Decir lengua es decir civilización:
comunidad de valores, símbolos, usos, creencias, visiones, preguntas sobre el pasado, el
presente, el porvenir. Al hablar no hablamos únicamente con los que tenemos cerca:
hablamos también con los muertos y con los que aún no nacen, con los árboles y las
ciudades, los ríos y las ruinas, los animales y las cosas. Hablamos con el mundo
animado y con el inanimado, con lo visible y con lo invisible. Hablamos con nosotros
mismos. Hablar es convivir, vivir en un mundo que es este mundo y sus trasmundos,
este tiempo y los otros: una civilización.
Desde muy joven fue muy vivo en mí el sentimiento de pertenecer a una civilización. Se
lo debo a mi abuelo Ireneo Paz, amante de los libros, que logró reunir una pequeña
biblioteca en la que abundaban los buenos escritores de nuestra lengua. Tendría unos
dieciséis años cuando leí las dos primeras series de los Episodios Nacionales, en donde
quizá se encuentran algunas de las mejores páginas de Pérez Galdós. Era una edición en
octavo, de tapas doradas e ilustrada por varios artistas de la época; los diez volúmenes
habían sido impresos, entre 1881 y 1885, en Madrid, por La Guirnalda.. Aquella historia
novelada y novelesca de la España moderna me pareció que era también la mía y la de
mi país. Al llegar a la segunda serie me cautivó inmediatamente la figura de Salvador
Monsalud. Fue mi héroe, mi prototipo. Mi identificación con el joven liberal me llevó a
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1981
Discurso de OCTAVIO PAZ
- 2 -
enfrentarme con su medio-hermano y adversario, el terrible Carlos Garrote, guerrillero
carlista. Dualismo a un tiempo real y simbólico: el hijo legítimo y el bastardo, el perro
guardián del orden y el vagabundo, el hombre del terruño y el cosmopolita, el
conservador y el revolucionario. Pero Carlos Garrote, como poco a poco advierte el
lector, no sólo es el adversario que encarna la otra España, la de ¡religión y fueros!, sino
que es el doble de Salvador Monsalud. En el Episodio final -Un faccioso más y algunos
frailes menos, pintura tétrica de las dos Españas y sus opuestos y simétricos fanatismosasistimos
a la muerte de Carlos Garrote y a su transfiguración. Comenzó por ser el
enemigo y el perseguidor de Salvador Monsalud y termina como su hermano y su
protegido: están condenados a convivir. Cada uno es el otro y es el mismo. Descubrí
entonces que a todos nos habita un adversario, y que combatirlo es combatir con
nosotros mismos. Esa lucha, ya no íntima sino social, ha sido la substancia de la historia
de nuestros pueblos durante los dos últimos siglos. Así aprendí que una civilización no
es una esencia inmóvil, idéntica a sí misma siempre: es una sociedad habitada por la
discordia y poseída por el deseo de restaurar la unidad, un espejo en el que, al
contemplarnos, nos perdemos y, al perdernos, nos recobramos.
Muchas veces he pensado en los paralelos hispanoamericanos de Salvador Monsalud.
Aunque unos pertenecen a la historia y otros a la novela, todos ellos, reales o
imaginarios, pelearon y aún pelean contra obstáculos que nunca soñó un héroe de
Galdós. Por ejemplo, aparte de enfrentarse con Carlos Garrote, guerrillero díscolo y
montaraz, encarnación de un pasado a veces obtuso y otras sublime, los Salvador
Monsalud mexicanos han tenido que combatir a otras realidades y exorcisar a otros
fantasmas: España y México tienen pasados distintos. En nuestra historia aparece un
elemento desconocido en la de España: el mundo indio. Es la dimensión a un tiempo
íntima e insondable, familiar e incógnita, de mi país. Sin ella no seríamos lo que somos.
La presencia del Islam y del judaísmo en la España medieval podría dar una idea de lo
que significa el interlocutor indio en la conciencia de los mexicanos. Un interlocutor
que no está frente a nosotros, sino dentro. Pero hay una diferencia capital: el Islam y el
judaísmo son, como el cristianismo, variantes del monoteísmo; en cambio, la
civilización mesoamericana nació y creció aislada, sin relación con el Viejo Mundo. Lo
mismo puede decirse del Perú incaico. El mundo indio fue desde el principio el mundo
otro, en la acepción más fuerte del término. Otredad que, para nosotros los mexicanos,
se resuelve en identidad, lejanía que es proximidad.
La aparición de América con sus grandes civilizaciones extrañas modificó radicalmente
el diálogo de la civilización hispánica consigo misma. Introdujo un elemento de
incertidumbre, por decirlo así, que desde entonces desafía a nuestra imaginación e
interroga a nuestra identidad. El interlocutor indio nos dice que el hombre es una
criatura imprevisible y que es un ser doble. En otras naciones hispanoamericanas los
agentes de la dislocación y transformación del diálogo fueron los nómadas, los negros,
la geografía. En lugar de otra historia, como en el Perú y en México, la ausencia de
historia. Desde su origen España fue tierra de fronteras en movimiento, y su última gran
frontera ha sido América: por ella y en ella España colinda con lo desconocido. América
o la inmensidad: las tierras sin poblar, las lejanías sin nombrar, las costas que miran
hacia el Asia y la Oceanía, las civilizaciones que no conocían el cristianismo pero que
habían descubierto el cero. Formas diversas de lo ilimitado.
La diversidad de pasados y de interlocutores provoca siempre dos tentaciones
contrarias: la dispersión y la centralización. Nuestros pueblos han padecido, en un
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extremo, la atomización, como la de América Central y Las Antillas; en el otro, el rígido
centralismo, como los de Castilla y de México. La dispersión culmina en la disipación;
la centralización, en la petrificación. Doble amenaza: volvernos aire, convertirnos en
piedras. Durante dos siglos hemos buscado el difícil equilibrio entre la libertad y la
autoridad, el centralismo y la disgregación. La índole de nuestra tradición no ha sido
muy favorable a estos empeños de reforma. El siglo XVIII, el siglo de la crítica y el
primero que, desde la antigüedad pagana, volvió a exaltar las virtudes intelectuales de la
tolerancia, no tuvo en el mundo hispánico el brillo que tuvieron el XVI y el XVII. Un
ejemplo de la persistencia de las actitudes y tendencias autoritarias, recubiertas por
opiniones liberales, se encuentra precisamente en las páginas finales de la novela de
Galdós que he mencionado antes. Un personaje conocido por el fervor de sus
sentimientos liberales sostiene, sin pestañear, que "todos los españoles deben abrazar la
bandera de la libertad y admitir los progresos del siglo ... y si no todos desean entrar por
este camino, los rebeldes deben ser convencidos a palos, para lo cual convendría que los
libres se armen, formando una milicia". Este curioso liberal era un devoto de Rousseau,
el de la omnipotencia de "la voluntad general", máscara de la tiranía jacobina. Armado
de una teoría general de la libertad, Carlos Garrote entra en el siglo XX. Ha cambiado
de hábito, no de alma: ya no intimida al adversario con los herrumbrosos silogismos de
la escolástica, sino con las ondulaciones de la dialéctica. Nuevas quimeras le sorben el
seso, pero le sigue fascinando el olor de la sangre. Saltó de la Inquisición al Comité de
Salud Pública sin cambiar de sitio.
Apenas la libertad se convierte en un absoluto, deja de ser libertad: su verdadero
nombre es despotismo. La libertad no es un sistema de explicación general del universo
y del hombre. Tampoco es una filosofía: es un acto, a un tiempo irrevocable e
instantáneo, que consiste en elegir una posibilidad entre otras. No hay ni puede haber
una teoría general de la libertad porque es la afirmación de aquello que, en cada uno de
nosotros, es singular y particular, irreductible a toda generalización. Mejor dicho: cada
uno de nosotros es una criatura singular y particular. De ahí que la libertad se vuelva
tiranía en cuanto pretendemos imponerla a los otros. Cuando los bolcheviques
disolvieron la Asamblea Constituyente rusa en nombre de la libertad, Rosa Luxemburgo
les dijo: "La libertad de opinión es siempre la libertad de aquél que no piensa como
nosotros". La libertad, que comienza por ser la afirmación de mi singularidad, se
resuelve en el reconocimiento del otro y de los otros: su libertad es la condición de la
mía. En su isla Robinson no es realmente libre; aunque no sufre voluntad ajena y nadie
lo constriñe, su libertad se despliega en el vacío. La libertad del solitario es semejante a
la soledad del déspota, poblada de espectros. Para realizarse, la libertad debe encarnar y
enfrentarse a otra conciencia y a otra voluntad; el otro es, simultáneamente, el límite y
la fuente de mi libertad. En uno de sus extremos, la libertad es singularidad y excepción;
en el otro, es pluralidad y convivencia. Por todo esto, aunque libertad y democracia no
son términos equivalentes, son complementarios: sin libertad la democracia es
despotismo, sin democracia la libertad es quimera.
La unión de libertad y democracia ha sido el gran logro de las sociedades modernas.
Logro precario, frágil y desfigurado por muchas injusticias y horrores; asimismo, logro
extraordinario y que tiene algo de accidental o milagroso: las otras civilizaciones no
conocieron a la democracia y en la nuestra sólo algunos pueblos y durante periodos
limitados han gozado de instituciones libres. Ahora mismo, en los vastos espacios del
continente americano, muchas naciones de nuestra lengua padecen bajo poderes inicuos.
La libertad es preciosa como el agua, y, como ella, si no la guardamos, se derrama, se
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nos escapa y se disipa. He aludido a la relativa pobreza de nuestro siglo XVIII, origen
de la filosofía política de la Edad Moderna. Sin embargo, en nuestro pasado -lo mismo
el español que el hispanoamericano- existen usos, costumbres e instituciones que son
manantiales de libertad, a veces enterrados pero todavía vivos. Para que la libertad
arraigue de veras en nuestras tierras deberíamos reconciliar estas antiguas tradiciones
con el pensamiento político moderno. Salvo unos tímidos y aislados intentos, nada
hemos hecho. Lo lamento: no es una tarea de piedad histórica, sino de imaginación
política.
La palabra liberal aparece temprano en nuestra literatura. No como una idea o una
filosofía, sino como un temple y una disposición del ánimo; más que una ideología, era
una virtud. Al decir esto vuelvo los ojos hacia Cervantes, el escritor nuestro que encarna
más completamente los distintos sentidos de la palabra liberal. Con él nace la novela
moderna, el género literario de una sociedad que, desde su nacimiento, se ha
identificado a sí misma y a su historia con la crítica. La Comedia de Dante es el reflejo
de un mundo regido por la analogía; es decir, por la correspondencia entre este mundo y
trasmundo; el Quijote es una obra animada por el principio contrario, la ironía, que es
ruptura de la correspondencia y que subraya con una sonrisa la grieta entre lo real y lo
ideal. Con Cervantes comienza la crítica de los absolutos: comienza la libertad. Y
comienza con una sonrisa, no de placer, sino de sabiduría. El hombre es un ser precario,
complejo, doble o triple, habitado por fantasmas, espoleado por los apetitos, roído por el
deseo: espectáculo prodigioso y lamentable. Cada hombre es un ser singular y cada
hombre se parece a todos los otros. Cada hombre es único y cada hombre es muchos
hombres que él no conoce: el yo plural. Cervantes sonríe: aprender a ser libre es
aprender a sonreír.

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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

   NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN   El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...

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