jueves, 20 de octubre de 2011

ARTURO USLAR PIETRI. ORGULLO PARA VENEZUELA Y TODA LATINOAMÉRICA.

Arturo Uslar Pietri.


link: para bajar la novela: LAS LANZAS COLORADAS
LAS LANZAS COLORADAS.
Si existe un gran escritor latinoamericano es Uslar Pietri y  por supuesto, no tiene nada que envidiarle a los otros grandes del boom. Cuando leí LAS LANZAS COLARADAS, hace varias décadas atrás, no pude de maravillarme del símil que inicia la narración: 

"¡Noche oscura! Venía chorreando el agua, chorreando, chorreando, como si ordeñaran el cielo". 

La narración de Ulsar Pietri es compacta, dinámica, llena de imágenes hermosas:

 "La luz era de lechuza y la gente del mentado Matías venía enchumbada hasta el cogollo y temblando arriba de las bestias. Los caballos planeaban, ¡zuaj! y se iban de boca por el pantanero. El frío puyaba la carne, y a cada rato se prendía un relámpago amarillo, como el pecho de un Cristofué. ¡Y tambor y tambor y el agua que chorreaba! El mentado Matías era un indio grande, mal encarado, gordo, que andaba alzado por los lados del Pao y tenía pacto con el Diablo, y por ese pacto nadie se la podía ganar. Mandinga le sujetaba la lanza. ¡Pacto con Mandinga!" 


El elemento que más me gustó de la novela de Uslar Pietri es la presencia del Libertador Simón Bolívar, que está allí, se respira en la narración y a la vez nunca está presente. Es una atmósfera que persigue a todos los personajes de la novela. Quizá el momento más dramático de la novela es su final: recuerdo estar sentado en la sala de mi casa  leyendo y esperando que el personaje "Presentación Campos" que está en la cárcel pueda mirar al libertador aunque sea una sola vez, sin embargo, esto no sucederá. El efecto de la narración es único, angustiante, estremecedor, son pasajes inolvidables de obras literarias que me han marcado de por vida. Transcribo para los amigos blogueros el último capítulo de las LANZAS COLORADAS: 


"XIII
Lo envolvía un ruido sordo y poderoso, como si estuviera a la orilla del mar. Como si viniera emergiendo desde el fondo del mar hacia la superficie.


El movimiento con que había sido transportado hasta entonces cambió de pronto. Empezaba a poder distinguir las voces, pero mezcladas en una niebla de ruido. Alguien, cerca había dicho algo que no entendía. Otro más próximo lo volvió a repetir; otro, aún más cerca. No podía entender.


Por último, como si se lo estuvieran diciendo bajo en el oído, se le reveló claro el sentido de las palabras.


—Bolívar viene.


Oía entre la marejada de ruido muchas voces.


—Vamos a acampar en la hacienda.




A fuerza de oírlas repetir, las palabras cobraban lentamente significación.


—No seguimos viaje.


—El general Bolívar viene.


—Bolívar viene.


—El Libertador viene.


Una palabra que sonaba más clara entre las otras: Bolívar. Con esfuerzo enorme, como para alzar un toro, abrió los ojos. La luz lo deslumbró.


Él era todavía Presentación Campos. Pero ya no estaba a caballo. ¿Y la lanza? Buscó la lanza, pero al moverse un dolor espantoso lo venció.


Estaba herido.


Iba en una hamaca como los heridos.


Más allá de la hamaca veía el hombro poderoso del soldado que cargaba el extremo delantero del palo, y más allá otros soldados, a caballo y a pie, con armas, y en medio de ellos, rodeados por ellos, hombres de cara feroz, desarmados. No veía a los que estaban hacia atrás, porque no podía volver la cabeza. Más allá de los soldados, el campo verde, y, en el fondo, unos cerros azules.


 No acertaba a saber dónde estaba, ni entre quiénes. Se recordaba a caballo en la batalla, cargando con la lanza; después aquella calle por la que se había precipitado sobre un grupo de hombres. Recordaba haberse caído. Más nada.


Aquellos hombres hablaban de Bolívar. No oía gritos, ni tiros, y estaba herido. Debía estar preso. La sola idea de estar herido y preso lo exasperó. Quiso gritar, levantarse, huir. Intentó moverse, pero el dolor de garras finas le hizo perder de nuevo el sentido.


Ahora era un olor desagradable.


Olor de trapo viejo, de cueva, de mal aire. Debajo de la mano sentía la tierra húmeda y fría. Abrió los ojos.


Estaba en la sombra. Por la ventana pequeña y enrejada entraba luz y se veía una rama. Estaba solo. Creía encontrarse todavía entre los hombres extraños, y estaba solo. Comenzaban a tornarle las rachas de recuerdo.


Él era Presentación Campos. Estaba echado en tierra sobre una cobija. En la tierra húmeda. "Carvajala", ¿estás ahí? Todo silencioso.


Aun cuando las heridas le dolían profundamente, lograba articular palabras. ¡"Carvajala"! Los rincones estaban cubiertos de sombra y olía muy mal. ¡"Carvajala"! Ella estaba siempre al pie de la cama. Era una mujer buena. La habría llamado el coronel Zambrano. ¡"Carvajala"!


¡Bolívar viene! ¿Quién lo ha dicho? Recordaba haberlo oído. Recordaba la hamaca, el camino. Viene:


Iba a verlo. El hombre por quien se hacía la guerra, contra quien hacía la guerra, a quien iba a derrotar. Tal vez lo habrían derrotado ya. Quizá venía preso. ¡Preso!


Él era el que estaba preso. Preso y herido, en aquella cueva. Lo habían hecho preso los insurgentes. Ahora lo matarían y más nunca podría volver a la guerra. El mal olor continuaba molestándolo. Era un hedor particularmente repugnante.


El olor del dormidero de los esclavos. Olor de carne floja y hedionda.


Recordaba "El Altar".


Cuando pasaba por la puerta del repartimiento en "El Altar". Olía lo mismo. Y era bajo, y grande, y oscuro, lo mismo. Y con un tragaluz pequeño. Tuvo la evidencia de estar en la hacienda. Aguzaba los ojos y reconocía la habitación. Eran las mismas paredes. El mismo techo. Estaba en el repartimiento de los esclavos de "El Altar". Estaba tirado en el suelo, como un esclavo. Se sintió lleno de desesperación


La misma luz que afuera iluminaba el trapiche y el campo, y las distancias verdes y solas, y la ruina negra de la casa incendiada.


— ¡Esclavo cobarde!


¿Quién hablaba? Estaba sobre la tierra como un esclavo. Se veía el brazo desnudo. La carne oscura como la sombra, como la tierra, la carne florecida de heridas. La cabeza llena de ruido. Todas las avispas, todas las abejas, todos los zancudos están en la sombra; todos los zancudos, todas las avispas, todas las moscas son la sombra; todas las mariposas que empalagan; las mariposas no son la sombra, ni el agua, ni los caballos, ni los relinchos de los caballos.


— ¡Esclavo cobarde!


¡Ah!, doña Inés. ¡Inés! Él tiene la carne oscura, pero Inés desnuda era toda blanca. Ellos creían que eran los amos, pero el amo era él.


Doña Inés que cantaba canciones de amor, don Fernando que hablaba de la República, el inglés que creía que la guerra era como sacar una cuenta. El amo era él. Podía violar las mujeres, incendiar las casas, matar los hombres. Era un macho. Yo haré real en la guerra, "Carvajala".


Los godos tienen una bandera colorada y gritan: "¡Viva el Rey!". Los insurgentes tienen bandera amarilla y gritan: "¡Viva la Libertad!". ¡Ah, Natividad! La patria es un puro suspiro. No hay que enamorarse, sino barajustarle a la mujer. Doña Inés lloraba. Después de tanto gritar, lloraba. "La Carvajala" lloraba.


Las mujeres no saben sino llorar.


Pero estaba herido y preso. Debía estar fuera, libre, con su lanza. Lo habían cogido los insurgentes. Debía estar cargando delante de La Victoria.


—Espíritu Santo, ensíllame el caballo. El caballo calabozo, zaino, grande.


Caballo de coraje, bien bañado, bien peinado; caballo lindo, como mujer bien peinada, como una mujer bien peinada, que llega linda en un caballo lindo.


Bolívar venía. Él también hubiera podido llegar a ser un gran jefe. Lo habían herido, lo tenían preso. Si estuviera sano, si tuviera tropa, si estuviera sobre su caballo, acabaría con Bolívar. Aquel hombre a quien no había visto nunca. Bolívar venía. Lo habían vencido, lo habían derrotado.


Se mordía las manos.


—Ustedes serán mis oficiales; yo soy el jefe.


Tan linda que subía la candela desde los ranchos de paja, en los pueblos enteros incendiados, sobre la casa de la hacienda. Banderas amarillas y rojas entre las llamaradas. Toda la tierra de Venezuela ardía en la guerra. En todas las sabanas los hombres cargaban a caballo con las lanzas cerradas, en todos los confines ardían los pueblos. Estaba en el suelo, herido. Desde el Orinoco, desde el mar, desde el Llano. Toda la tierra, todo el agua, todo el aire. Los hombres batallaban. La candela crece como cuando se quema una casa, y la casa crece con la candela como cuando se quema una montaña, y la montaña...


—Ahora van a ver cómo pelea un héroe.


La lanza fría en el brazo desnudo.


El caballo loco bajo las piernas cerradas. Ahora estaba tendido sobre la tierra húmeda. “! Carvajala"!


!"Carvajala"!


Los diez hombres desde el fondo de la calle se le metían por los ojos.


Todavía oía el cañón. En el ambiente lleno de voces, de ruidos, de recuerdos, se siente suavemente un son de tambor como una menuda lluvia, un son de tambor que entra por el ventanillo con el sol.


Sonido de tambor que se aproxima y estremece las cosas. Voces de mando, movimiento y trote de caballos. Todo refunde en el ruido del tambor.


Se siente desfallecer de debilidad.


Las heridas le producen un dolor exagerado. Si hubiera de morir. No; no quiere morir. No podría ir a la guerra, ni usar su fuerza, ni hacerse un jefe. Si quedara muerto como cualquier pobre soldadito cobarde en aquel sótano de esclavos. Estaba hecho para andar guerreando con sol. ¡"Carvajala"! En tres peleas yo me hago jefe.


— ¡Esclavo cobarde!


"La Carvajala" no le había contado la verdad. Había sido mujer de muchos hombres y se había ido con él por miedo. Ahora lo estaba esperando. Él se iba a morir. Ella lo esperaba.


¡Bolívar viene! Aquel hombre a quien odia tanto, por cuya causa está casi reducido a la muerte. Quería verlo. Si tuviera fuerzas, si pudiera fugarse y matarlo...


Afuera el tambor arrecia y domina todos los otros ruidos. Se oyen a lo lejos voces desaforadas. El movimiento de la tropa se hace más sensible.




Se siente como si desfilara caballería.


La guerra. Ya no puede ir a la guerra. Ahora está inutilizado. La guerra para ganar tierras y dominar ciudades. La guerra contra los insurgentes que hablan de cosas de locos y que serán destruidos. La guerra contra Bolívar. ¡Bolívar viene!


Allá, a lo lejos, se ve a caballo a Boves. Un hombre atrevido. Se ve a caballo a Bolívar. Él no lo ha visto nunca. Una caballería firme al frente. ¡Natividad! ¡Cirilo! ¡Nos fuimos! Éntrele al plomo, éntrele ligero. Los que tienen miedo se quedan, los muertos se quedan, y las manos de los muertos, y las caras de los muertos, y no le entran al plomo.


Unos pelean por el rey y otros por la Independencia. La patria es como las mujeres.


El tambor atruena en el espacio.


Son cuatro, son diez, son veinte tambores golpeados furiosamente. Aquel son estremece la carne y la sangre, enloquecida en el fondo de la carne.


La carne morena como la sombra, como la tierra. Hieden los esclavos, ¡puaj!, hieden a carne hedionda, a tierra hedionda, a animal hediondo, a agua hedionda, a tierra hedionda, de mata hedionda, de día hediondo, de guerra hedionda, de cosa hedionda, hedionda, hedionda, hedionda como los esclavos.


Se oyen voces claras que se despeñan por el hueco estrecho de la ventana y hacen resonar todo el interior.


— ¡Viva el Libertador!


Viene. Presentación Campos siente que está llegando. Que en algunos instantes va a pasar cerca de él, del otro lado de la pared. Un escalofrío le hace vibrar los nervios. Todas las voces, todos los tambores, todos los cascos de los caballos:


— ¡Viva el Libertador!


Viene. Aquel hombre que lo ha obsesionado. Que ha obsesionado toda la tierra de Venezuela. Está llegando. Va a pasar junto a él. Podrá verlo pasar a caballo. Haciendo un esfuerzo le verá la cara por entre las rejas del ventanillo.


El griterío inunda las paredes, el techo, la sombra, y fatiga el delirio del herido. Siente el hervor de la sangre, de la sombra, de la tierra.


Pasan como legiones de alas por el aire. Todo se estremece. Comprende que está llegando algo que no va a ver sino una sola vez en su vida. Afuera las voces llegan al paroxismo. Rueda, rueda y crece, crece como una rueda, y llega. Se aproxima inminentemente.


Resuenan junto a la pared. Llegan a la ventana. Estallan sobre ella.


— ¡Viva el Libertador!


Aquél es el momento. Lo siente llegar. Ha llegado. Está pasando junto a él en aquel instante. Con una fuerza como para llevarse diez hombres con la lanza, empieza a levantarse.


El dolor lo atraviesa. Se alza lentamente. Se va incorporando. Le parece flotar entre los gritos. Está llegando. Va a verlo. Va a verlo a él. Está llegando. Está llegando a él. Ya. Ahora. ¡Ya!


— ¡Viva el Libertador!


Ya los gritos resuenan como dentro de él mismo. Sus ojos lo verán.


¡Ahora van a ver cómo pelea un héroe!


Está en cuclillas en el suelo. Penosamente, lentamente, inacabablemente su mano ha ido remontando, como una cabeza de serpiente, hasta que los dedos verdosos de palidez se cerraron sobre el barrote. Aún falta. La tempestad de voces lo zarandea. El chorro de luz le baña la garra contraída sobre el hierro. Ya sus dedos lo están viendo. Continúa el esfuerzo con una infinita calma dolorosa.


Sube. Ya va a llegar. Falta apenas un tirón más. Todos los tambores giran en el espacio pintarrajeado. Los gritos socavan la tierra. Llega. Va a verlo. Todos los tambores y todos los gritos vuelan. Está allí. Ya sus ojos rozan el borde de la ventana.


¡Aún más! Un infinito frío le golpeó de pronto. El sótano se llena de colores vertiginosos. ¡Don Fernando!


¡Doña Inés! Los tambores han saltado dentro. ¡"Carvajala"! Va a llegar. Un gran frío le cala el dolor de las heridas. ¡A la carga todos! Todavía era Presentación Campos. ¡A la carga todos!


Suavemente dejó resbalar la mano de la reja, y fue a desplomarse sobre la tierra húmeda, la carne pesada de muerte".



Arturo Uslar Pietri
(Venezuela, 1906-2001) 
 Novelista venezolano cuyo interés por su país queda claramente reflejado en su obra narrativa y en su actividad política. Es Doctor en Ciencias Políticas y Económicas y ha sido ministro de Educación (1939-1941) y de Hacienda (1939-1941) y redactor de la Ley de Educación de su país conocida como `Ley Uslar Pietri` (1940). Con el derrocamiento del presidente Medina fue encarcelado y desterrado a Estados Unidos. A su regreso a Venezuela, en 1958, de nuevo es detenido por el dictador Pérez Jiménez. En 1963 fue candidato a presidente de la República. Es miembro numerario de diversas Academias, entre ellas la de Lengua, ha conseguido grandes premios entre ellos el Premio Nacional de su país en 1954 y el Príncipe de Asturias de las letras en 1990. La novela histórica Las lanzas coloradas (1931) representa a la perfección sus primeras obras. En ella, con el fondo de la guerra de independencia de Venezuela, describe los acontecimientos de ese periodo a través de las experiencias de un propietario agrícola simpatizante de Simón Bolívar y de un capataz que apoya la causa de los españoles. El rechazo del autor venezolano a transmitir mensajes sencillos y a estructurar su obra con fines didácticos, la hace especialmente poco convencional. Una novela posterior, Un retrato en la geografía (1962), es un original retrato a la sociedad venezolana que consigue transmitir al lector la alienación humana a través de las impresiones que un prisionero político recién liberado va haciendo del nuevo paisaje social que encuentra a su salida de la cárcel. Publicó también una colección de relatos breves, Treinta hombres y sus sombras, en 1949. Uslar Pietri ha cultivado también el ensayo literario como Breve historia de la novela hispanoamericana (1955). 


 (aporte de lajime)


RESEÑA:
La novela histórica Las lanzas coloradas (1931) representa a la perfección sus primeras obras. En ella, con el fondo de la guerra de independencia de Venezuela, describe los acontecimientos de ese periodo a través de las experiencias de un propietario agrícola simpatizante de Simón Bolívar y de un capataz que apoya la causa de los españoles. El rechazo del autor venezolano a transmitir mensajes sencillos y a estructurar su obra con fines didácticos, la hace especialmente poco convencional. Las Lanzas Coloradas son parte de la nueva forma de novelar que va a imponerse en nuestras Letras. Es la novela del Llano, de los llaneros, de la pampa venezolana. Pero es el Llano que se torna bandera, la caballada guerrera se vuelve cuartel... Un estremecimiento. La guerra a muerte. La guerra sin cuartel. El doloroso nacimiento de la República. El choque sangriento de esclavos y señores. Y todos los problemas en raíz, sociales y políticos... No hay personaje central, hay personajes.
Reseñado por PamiLibros 11/04/2007

viernes, 14 de octubre de 2011

EL OTRO SUECO PREMIO NOBEL DE LITERATURA: PÄR LAGERKVIST





Foto de Pär Lagerkvist.
Link para bajar: "EL ENANO"
Hace más de dos décadas, un amigo director y actor de teatro me recomendó: a Pär Lagerkvist y su obra más famosa "EL ENANO" o al menos la que la crítica literaria considera superior - incluso- a su ya tan afamada "BARRABAS" que, fue incluso llevada a la pantalla grande.
Recuerdo como si fuera hoy cuando la empecé a leer (EL ENANO) una noche en la cama y fue química al instante. Quizá - y no me dá pena decirlo- ya lo he comentado con anterioridad-, los personajes turbios, los personajes que se debaten entre el Bien y el Mal siempre, me han cautivado.
Y EL ENANO posee esa característica en especial: la personificación de la maldad en el alma humana. Todas las obras que bordean los límites entre el BIEN Y EL MAL como: el DOKTOR FAUSTUS de Thomas Mann, BOMARZO de Manuel Mujica Laínez, EL CONDE  DE MONTECRISTO de Dumas, CRIMEN Y CASTIGO de DOSTOIEVSKY, por citar algunos ejemplos, me llaman poderosamente la atención. Todo lo que tenga que ver con la discusión entre el BIEN Y EL MAL, la discusión de lo "moralmente correcto", me suman en un profundo cuestionamiento en mi interior. Esas zonas oscuras del ser humano, la "bestia" que llevamos TODOS dentro y que en muchas ocasiones, nosotros los hombres no podemos doblegar, me inquieta. Quizá por lo anterior, mis dos novelas (Mariposas Negras para un asesino y El laberinto del verdugo) participan con cierto grado de estas zonas oscuras del alma humana.
Todo este preámbulo es para recomendar EL ENANO de Lagerkvist. A todos los lectores que deseen conocer la encarnación de la MALDAD, les recomiendo la obra. Una obra que no los va a defraudar en lo absoluto.


"

El enano de Pär Lagerkvist:

"Mi estatura es de 65 centímetros. Estoy bien conformado, con las proporciones correspondientes, aunque tengo la cabeza un poco grande. El pelo no es negro, como el de los demás, sino colorado y echado hacia atrás de las sienes, y de una frente que más impresiona por lo ancha que por alta. Soy lampiño, pero, fuera de eso, mi rostro es como el de cualquiera..." Así se presenta elprotagonista de esta historia, que tiene como escenario un palacio italiano en tiempo del renacimiento. Esos son los dominios de El enano, quien no es un simple bufón de corte, como él mismo se encarga reiteradamente de aclarar, sino el que en definitiva maneja todos los hilos de la vida palaciega; es el hombre de confianza del Príncipe, el custodio de los secretos de la Princesa... Del enano depende en una buena medida la felicidad de los habitantes del palacio, y resulta ser también el responsable -como se verá a través de la historia- de la tragedia que se desencadena sobre todos ellos".

De este autor dice la wikipedia lo siguiente:

Pär Fabien Lagerkvist (VäxjöSmåland23 de mayo de 1891 – Estocolmo11 de julio de 1974). Escritor sueco, ganador delPremio Nobel de Literatura en 1951. Cultivó poemas, obras de teatro, novelas, cuentos y ensayos. Su obra se caracteriza por el pesimismo, la angustia, la indagación de la naturaleza humana y las constantes alusiones a la muerte.

Contenido

  [ocultar

[editar]Biografía

Pär Lagerkvist nació en 1891 en el seno de una familia campesina de la provincia de Småland. Sus padres eran de educación tradicionalista, con profundas bases religiosas en la fe cristiana. De 1910 a 1912 estudia arte y literatura en la Universidad deUppsala.
Su interés hacia el arte lo llevan a viajar a París, donde estudia arte y conoce el movimiento cubista y expresionista.
Durante la Primera Guerra Mundial, vivió en Dinamarca; allí escribió su primera obra teatral en 1917, llamada El último ser humano, así como Angustia, libro de poesía fuertemente inspirado en la guerra.
A su regreso a Suecia, en 1919 se convierte en crítico de teatro en Estocolmo, donde escribe numerosos ensayos en prensa. Al mismo tiempo, continúa su obra literaria, que le acarrearía una gran aceptación entre el público y una no menor influencia en la literatura de su país.
En 1940 sería llamado como miembro de la Academia Sueca. Ese mismo año recibe el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Gotemburgo, y en 1951 gana el Premio Nobel de Literatura.

[editar]Su obra

La obra de Lagerkvist se caracteriza por una fuerte calidad expresiva, influencia que adquirió quizás en París, donde conoció el movimiento expresionista. Aborda temas principalmente relacionados con la problemática del bien y el mal, que se reflejan en una obra cargada de pesimismo, ansiedad, crueldad, y en ocasiones de moralidad religiosa.
Entre los temas centrales de su obra se encuentra la cuestión fundamental del bien y del mal, que el autor examinó a través de figuras como el verdugo medieval,Barrabás, y el Judío Errante. En su moral, usó motivos y figuras de la tradición cristiana sin seguir las doctrinas de la Iglesia.
Algunas de sus obras publicadas en castellano son:
  • Angustia (Ångest, 1916), libro de poesía donde Lagerkvist, lleno de pesimismo, denuncia la violencia de la humanidad en las guerras, y la inutilidad de las mismas.
  • La Eterna sonrisa (Det eviga leendet, 1920), cuento fantástico que hace un balance de la vida cotidiana, aborda la inutilidad del materialismo, la necesidad del afecto y de un ser rector, así como la arrogancia del hombre pese a su fragilidad, y la superioridad de la muerte sobre los hombres. En esta obra, la muerte, con su sonrisa eterna es la verdadera gobernante de la humanidad. Los muertos, que son los protagonistas de esta historia, se sientan a conversar acerca de sus vidas, muchas veces mediocres, de sus virtudes y de sus defectos.
  • Estas cuestiones vuelven a ser tocadas en Historias Malignas (Onda sagor, 1924), colección de cuentos cortos llenos de ironía en donde Lagerkvist muestra su miedo ante la probable existencia de Dios, la banalidad de las personas ante la moral, el miedo a la muerte, y la falta de sentido de la vida. En una de estas historias, un niño se atemoriza de que exista un ser eterno, omnipresente e inquisidor ante el que no existe defensa alguna. En otra historia, la gente se divierte cuando presencia un suicidio que incluso es trasmitido por televisión.
  • El Enano (Dvärgen, 1944), es una obra donde el protagonista, un enano bufón de la Italia renacentista, es la encarnación del mal, extremadamente cruel, ama la guerra y desdeña las debilidades humanas. Un ejemplo de la gran maldad que se puede albergar en el alma y la ruptura de la línea entre lo humano y lo bestial.
  • El Verdugo (Bödeln, 1933), expone el simbolismo del verdugo que ejecutaba la pena capital en la edad media. Es una crítica al totalitarismo, al racismo, a los actos de lesa humanidad, y en concreto al nazismo. El verdugo simboliza al poder de la muerte y el odio, una especie de cristo salvador inmortal que encumbra a unos a costa de la muerte de otros, mientras que Dios es un ser lejano de piedra totalmente inactivo.
  • Barrabás (Barabbas1950) es quizás la novela más famosa de Lagerkvist. La novela se basa en la historia bíblica de la liberación del ladrón Barrabás en lugar deJesucristo. El escritor imagina la vida de Barrabás después de su liberación. El criminal cree que fue salvado para difundir el mensaje de Jesús, pero en su lucha religiosa no entiende el porqué de las persecuciones ni la inacción de Dios para evitarlas. La obra fue llevada al cine por primera vez en 1953 con la dirección del director sueco Alf Sjöberg y en 1961, con Anthony Quinn de protagonista y dirección de Richard Fleischer.


sábado, 8 de octubre de 2011

JOSÉ TRIGO: la estructura novelística y el lenguaje subordinado al relato.







¿Fernando del Paso? La primera vez que oí hablar de él (de Fernando del Paso) fue por medio de un amigo mío que a su vez es amigo de su sobrino Joaquín Rodríguez del Paso. Al final - y como sucede en nuestra pequeña patria- su sobrino Joaquín se hizo amigo mío. La curiosidad aumentó cada vez que Joaquín nos hablaba de su tío escritor. Y sí... desde el principio me gustó su prosa. El primer libro que leí fue JOSÉ TRIGO. Su sobrino me contó algunas anécdotas del cómo su tío escribía en un sótano en su casa en Inglaterra cuando fue locutor de la BBC y Joaquín estuvo con él un año viviendo. Y de ahí en adelante me he hecho un FANÁTICO de su prosa, su erudición y su formación poética. JOSÉ TRIGO, es claro ejemplo de lo anterior. Es cierto, también que JOSÉ TRIGO es un texto o una novela difícil pero,  que hechiza. La forma de narrar en JOSÉ TRIGO rompe con las estructuras clásicas de la narrativa tradicional y también es un HITO en las LETRAS MEXICANAS. Pienso, que no existe otro escritor mexicano con la fuerza narrativa y poética de don Fernando. 
Del Paso es personalísimo, inimitable, de ahí que no tenga discípulos - al menos con José Trigo- o escritores jóvenes que hayan querido emular su prosa.
La edición que tengo en mi pequeña biblioteca es de SIGLO XXI EDITORES en su sétima edición de 1982.






 En la contratapa se lee lo siguiente: "JOSÉ TRIGO (novela) por Fernando del Paso. Partiendo de una reestructura radical del lenguaje y de sus posibilidades expresivas, usando con riqueza y libertad absolutas las dimensiones temporales y espaciales, del Paso nos cuenta la vida de José Trigo y con ella la de los trenes que  salían y llegaban a la estación de Nonoalco-Tlateolco. Pero sobre la anécdota misma su personaje, simultánea con la recreación del ambiente ferrocarrilero en un momento determinado de la vida de México, el autor ha construido una evocación total de la historia de su país, desde sus orígenes hasta el tiempo presente. "José Trigo", como muy  pocas obras en la literatura universal, está concebida dentro de una ambición de expresar en forma absoluta, con todas sus ramificaciones, con toda la fecundidad expresiva del mito milenario, un instante del tiempo sobre la tierra. Cada hecho, cada accidente en la vida de los personajes de esta novela está referido a una inconmensurable dimensión histórica, tiene un amplio econ en las entrañas mismas del mito que nutre y define la presencia de México en el mundo. Fernando del Paso nace en 1935; publica en 1958 "Sonetos de lo diario" en Cuadernos del Unicornio. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores. Durante más de siete años toda su tarea se concentra en esta novela que inicia la serie "La creación literaria" del siglo XXI"

 Acá en Costa Rica, es de difícil acceso la novela, supongo que no así en otros territorios latinoamericanos. En verdad que la recomiendo. Espero que mis amigos blogueros la puedan obtener.
J. Méndez Limbrick.

jueves, 29 de septiembre de 2011

DEL DICCIONARIO FILOSÓFICO DE VOLTAIRE



GRABADO DE VOLTAIRE.

Grabado que representa a Voltaire en el frontispicio de una edición de 1843 del Diccionario filosófico.
OBRAS.
Si existen libros que he leído y releído es el Diccionario Filosófico de Voltaire. Admiro en Voltaire su fina pluma para la crítica y la reflexión. Aparte de la reflexión que posee el DICCIONARIO FILOSÓFICO en cada uno de los conceptos allí escritos, Voltaire lo hace con un fino humor que en ocasiones raya en el humor negro. Quizá esa fuera la razón que mi amigo Paolo Cappelli Gualandi -ya fallecido hace varios años, y que poseía un fino humor cáustico- cuando iba a su casa en los Yoses, tenía como uno de sus libros favoritos el Diccionario Filosófico. El por supuesto políglota tenía el libro en francés. Yo, tiempo después lo obtuve en digital, versión castellana.
Recuerdo que en nuestras charlas de todas las semanas - los sábados por la noche y madrugada- leíamos o mejor decir mi amigo Paolo Cappelli Gualandi me traducía del francés algunos conceptos del diccionario que luego discutíamos. Entre los conceptos que en una noche discutimos y comentamos estaba el siguiente:


ADULACIÓN. En la más remota Antigüedad no se encuentran rastros de adulación. No la usaban Hesíodo ni Homero; tampoco dirigían sus cantos a ningún griego que ostentara altas dignidades, ni a su esposa, así como Thomson dedica cada canto de su poema las Estaciones a alguna persona adinerada, ni como muchos autores de epístolas en verso, que hoy yacen en el olvido, dedicaron sus obras a personas influyentes, colmándolas de elogios. Tampoco se encuentran adulaciones en Demóstenes. La forma de mendigar dádivas en armoniosos versos empieza con Píndaro, si no me equivoco. No cabe una forma más aduladora de tender la mano.


Entre los romanos, el sistema de adular data de la época de Augusto. Julio César apenas tuvo tiempo para que le adularan. No conocemos ningún poema dedicado a Sila, a Mario, ni a sus esposas y amantes. Pero sí debieron dedicar versos malos a Lúculo y a Pompeyo, pero, a Dios gracias, no han llegado hasta nosotros.


Resulta un espectáculo poco edificante ver que Cicerón, que era igual en dignidad a César, hable delante de él defendiendo como abogado a un rey de la Bitinia y Armenia, llamado Geyotar, acusado de conspirar y hasta de pretender el asesinato de César. Dice Cicerón que se siente cohibido en presencia de tan ilustre personaje y le llama vencedor del mundo, victorem orbis terrarum, pero la adulación no llega hasta la bajeza sino que conserva cierto pudor. En la época de Augusto, lo pierde por completo y llega el famoso orador a los últimos extremos.


El Senado acuerda otorgar a dicho emperador la apoteosis en vida. Esta adulación se transformó en una especie de tributo que los romanos tuvieron que pagar a los emperadores siguientes y que llegó a convertirse en una especie de costumbre. Pero a nadie puede halagar una adulación que se generaliza.
En Europa no tenemos grandes ejemplos de adulación hasta Luis XIV. Su padre, Luis XIII, fue muy agasajado, pero sólo se le tributan alabanzas en algunas de las odas de Malherbe, quien siguiendo la costumbre le llama el rey más grande de los reyes, como los poetas españoles llaman al rey de Inglaterra. Pero casi todos sus elogios los dedica al cardenal Richelieu. Sobre Luis XIV cayó todo un diluvio de adulaciones, pero no le perjudicaron como al héroe de la anécdota que quedó sofocado bajo los montones de pétalos de rosa que arrojaron sobre él; las adulaciones le incitaron a portarse mejor. Cuando la adulación se funda en motivo plausible no es perniciosa, estimula a acometer grandes empresas; pero sus excesos son nocivos al igual que los excesos de la sátira.


Es necedad bastante frecuente que los oradores se empeñen en elogiar al príncipe incapaz de hacer nada bueno. Resulta vergonzoso que Ovidio tribute elogios a Augusto desde el lugar de su destierro.

NOTA: Mi pregunta es... y como yo se lo comentara a mi amigo...¿ quién no ha sido adulador, aunque sea una vez en la vida?
J. MÉNDEZ LIMBRICK.

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA ORGÍA PERPETUA: VARGAS LLOSA: SÍ, FLAUBERT: NO.











Debo confesarlo que no soy muy afecto a leer ensayos. Los que he leído lo he hecho en la mayoría de los casos cuando estaba en la Universidad pero, - pienso- que he tenido suerte: la mayoría fueron o son excelentes textos. Los que he leído por cuenta propia: una que otra decepción, sin embargo, existe uno que desde la primera página me atrapó. Aún recuerdo, que me lo leí cuando llegaba de la Universidad de Costa Rica a mi casa y mi madre me preparaba el almuerzo. Es en efecto: "La orgía perpetua" de Mario Vargas Llosa, acerca de su muy querido Flaubert. No recuerdo quién me prestó el libro, tampoco recuerdo haberlo devuelto, tampoco lo he vuelto a mirar en mi pequeña biblioteca. Lo que sí recuerdo con gran agrado fue la extraordinaria crítica o visión que nos dá Vargas Llosa de Flaubert y su novela Madame Bovary. Admiro del ensayo, su fino sentido crítico de Vargas Llosa. Admiro, también su "admiración" - y valga la redundancia- del suramericano por el francés. Recuerdo haber leído en el ensayo del cómo prácticamente de un tirón se leyó en una noche y madrugada la novela en mención. También recuerdo, de la fina investigación de los nombres de los personajes novelísticos e incluso la investigación personal que hizo Vargas Llosa acerca de la vida íntima y sexual del creador de Madame Bovary. En fin, un gran estudio, un gran ensayo de un gran escritor. Sin embargo, - y aquí es donde mis amigos blogueros me podrán disculpar- es que desde el colegio nunca entendí la gran fama de Madame Bovary. Nunca he entendido la buena crítica desmedida que ha tenido desde siempre la novela. Cuando la leí me pareció una simple novela que no posee nada en especial. Por más que diga la crítica que es perfecta en cuanto a su estructura y son perfectas las frases y oraciones como su ritmo y su sonoridad (al menos en francés), nunca he compartido tanta admiración por Madame Bovary aunque se diga que Flaubert escribía una página por semana de la novela y tal era su obsesión de perfección. Yo, particularmente me quedo con Proust o con Stendhall y su novela Rojo y negro. De todas maneras, el ensayo de Vargas Llosa es una joya que todo joven amante de la literatura debe de leer. En verdad que recomiendo el ensayo.

Transcribo literalmente el capítulo II de la "ORGÍA PERPETUA" de VARGAS LLOSA.


"II. LA NOVELA ES FORMA

 Para volver bello lo que hasta entonces parecía por antonomasia un tema antiartístico, Flaubert se valió de la forma, claro está. Esto significó llegar a la certeza de que no hay temas buenos y malos, que todos pueden ser lo uno o lo otro porque ello depende exclusivamente de su tratamiento. Lo cual nos parece obvio hoy; en su momento, era subversiva esta profesión de fe formalista que hizo a Louise: "C'est pour cela qu'il n'y a ni beaux ni vilains sujets et qu'on pourrait presque établir comme axiome, en se posant au point de vue de l'Art pur, qu'il n'y en a aucun, le style étant à lui tout seul une manière absolue de voir les choses" (Carta del 16 de enero de 1852). Los novelistas románticos, como sus predecesores, habían puesto siempre en práctica esta teoría, pero no se la habían planteado intelectualmente; al contrario, siempre habían dicho que la belleza de una obra dependía de factores como la sinceridad, la originalidad, los sentimientos implícitos en el asunto. Por lo demás, si tanto en el siglo XIX como en los anteriores algunos poetas habían reflexionado sobre la importancia absoluta de la forma, esto no había sucedido entre los novelistas, aun los más grandes. No hay que olvidar que hasta entonces la novela seguía siendo considerada el género más plebeyo y el menos artístico de la literatura, el alimento de los espíritus comunes, en tanto que la poesía y el teatro eran las formas elevadas y nobles de la creación. Había habido ya novelistas geniales, desde luego, pero se trataba de genios intuitivos, que admitían de buena gana su papel de creadores de segunda clase (a veces después de fracasar como creadores de primera, es decir componiendo poemas y tragedias), cuya misión, de acuerdo al nivel popular de su audiencia, era "entretener". Con Flaubert ocurre una curiosa paradoja: el mismo escritor que convierte en tema de novela el mundo de los hombres mediocres y los espíritus rastreros, advierte que, al igual que en poesía, también en la ficción todo depende esencialmente de la forma, que ésta decide la fealdad y la belleza de los temas, su verdad y su mentira, y proclama que el novelista debe ser, ante todo, un artista, un trabajador incansable e incorruptible del estilo. Se trata, en suma, de lograr esta simbiosis: dar vida, mediante un arte depurado y exquisito (aristocrático, dice él), a la vulgaridad, a las experiencias más compartidas de los hombres. Es lo que alaba entusiasmado en el cuento "La paysanne" de Louise Colet: "Tu as condensé et réalisé, sous une forme aristocratique, une histoire commune et dont le fond est à tout le monde. Et c'est la, pour moi, la vrai marque de la force en littérature. Le lieu commun n'est manié que par les imbéciles ou par les tres grands. Les natures mediocres l'évitent; elles recherchent l'ingenieux, l'accidenté".  Ignoro si la Musa consiguió efectivamente esa alianza en su cuento, pero no hay duda que Flaubert la logró en Madame Bovary y que es una de las hazañas del libro, como lo vio Baudelaire, según el cual la novela demuestra que "tous les sujets sont indifféremment bons ou mauvais, selon la manière dont ils sont traités et que les plus vulgaires peuvent devenir les meilleurs". 
 Reivindicar el tema común para la novela fue simultáneo en Flaubert con la máxima exigencia en el dominio del lenguaje, con un propósito, repetido una y mil veces en sus cartas de esos años, que sintetiza en esta fórmula: dar a la prosa narrativa la categoría artística que hasta entonces sólo ha alcanzado la poesía. Sabe que, si lo consigue, habrá logrado que las "vidas ordinarias" que relata en su novela se eleven al nivel de la epopeya: "Vouloir donner à la prose le rythme du vers (en la laissant prose et tres prose) et écrire la vie ordinaire comme on écrit l'histoire ou l'épopée (sans dénaturer le sujet) est peut-être une absurdité. Voilà ce que je me demande parfois. Mais c'est peut-être aussi une grande tentative et très originale!" (Carta a Louise, del 27 de marzo de 1853). Así como quiere disputar a la poesía las virtudes de sonoridad, precisión, armonía y ritmo, en otras ocasiones dice que su prosa deberá tener, como el drama, rapidez, claridad y apasionamiento: "Quelle chienne de chose que la prose! Ca n'est jamais fini; il y a toujours à refaire. Je crois pourtant qu'on peut lui donner la consistence du vers. Une bonne phrase de prose doit être comme un bon vers, inchangeable, aussi rythmée, aussi sonore. Voilà du moins mon ambition (il y a une chose dont je suis sur, c'est que personne n'a jamais eu en tete un type de prose plus parfait que moi; mais quant à l'exécution, que de faiblesses, que de faiblesses mon Dieu!). II ne me parait pas non plus impossible de donner a l'analyse psychologique la rapidité, la netteté, l’emportement d'une narration purement dramatique". 
 Estas dos preocupaciones —aprovechamiento del tema común, cuidado obsesivo de la forma— eran indisociables en el autor de Madame Bovary. Extrañamente, los discípulos cercanos y remotos harán una división de ambas actitudes y tomarán partido por una en contra de la otra. Incluso en nuestros días puede rastrearse esa doble estirpe de novelistas, enemistados irreconciliablemente entre sí y que sin embargo reconocen a Flaubert como su maestro. La guerra entre "realistas" y "formalistas", que ven por igual a Madame Bovary como un libro precursor, es algo que empezó en vida de Flaubert. La influencia más inmediata que ejerció la novela fue sobre la generación de Zola, Daudet, Maupassant, Huysmans, escritores que la tuvieron siempre como modelo del tipo de realismo que ellos entronizaron oficialmente en la literatura francesa. Maupassant, en el prólogo de Fierre et Jean, afirma haber aprendido de boca de Flaubert ese axioma naturalista: que todo puede ser buen tema literario, aun lo más anodino y trivial, porque "la moindre chose contient un peu d'inconnu", y Émile Zola dedica a Flaubert el más entusiasta estudio en Les Romanciers naturalistes. Para este movimiento que hizo de los temas cotidianos el asunto primordial de la narrativa y que quiso sustituir los personajes excepcionales por hombres corrientes que son fiel reflejo de un medio social, el gran fresco literario donde habían quedado retratados Charles Bovary, Homais, Bournisien, Rodolphe, Léon y, sobre todo, Emma, fue objeto de culto y de imitación; y esto vale para otras literaturas en las que prendieron las tesis naturalistas, como España, donde la mejor novela del siglo XIX, La Regenta, de Leopoldo Alas, debe mucho a Madame Bovary. Sin embargo, los naturalistas no practicaron de manera ortodoxa la noción de realismo que plasma la novela de Flaubert. Ésta ganó para la ficción ciertas zonas inéditas de la experiencia humana, pero sin excluir las que eran desde hacía siglos el cuerpo de la narrativa. Este proceso totalizador se detuvo y empobreció porque los naturalistas se concentraron de modo excluyente en la descripción de lo cotidiano y lo social y porque adoptaron hábitos formales que se repetían mecánicamente de novela en novela. Algunos libros de Zola son todavía legibles y no hay duda que los cuentos de Maupassant tienen una notable calidad artística, pero, considerado como conjunto, el naturalismo dejó un saldo menor, porque los novelistas a menudo descuidaron la forma. "Pour qu'une chose soit intéressante, il suffit de la regarder longtemps", había dicho Flaubert.  Sí, pero en su caso aquello que resultaba interesante como asunto literario, era sometido a un tratamiento formal escrupuloso, capaz de dotarlo de categoría artística. Lo mediocre —lo normal— sólo llega a tener vida literaria si el creador consigue imbuirle cierta excepcionalidad (del mismo modo que lo excepcional sólo vive en literatura si se presenta con las facciones de una cierta normalidad), es decir como una experiencia privilegiada y única. Lo notable de Madame Bovary es que sus seres vulgares, de ambiciones y problemas pedestres, impresionan, por obra de la estructura y la escritura que los crea, como seres fuera de lo común dentro de su manera de ser común. Muchos movimientos que se proclamaban realistas fracasaron porque para ellos el realismo consistía en tomar pedazos de la realidad común y genérica y describirla con la mayor fidelidad y una mínima elaboración artística. Una cosa no excluye la otra: la elección de un tema "realista" no exonera a un narrador de una responsabilidad formal, porque, sea cual sea la materia sobre la que escribe, todo en su libro será tributario en última instancia de la forma. Flaubert advirtió en los escritores que se decían sus discípulos desdén por el factor puramente estético y esto lo horrorizaba. Por eso se negó a asumir el papel de fundador que le conferían y muchas veces execró el realismo ("On me croit épris du réel, tandis que je l’exècre; car c'est en haine du réalisme que j'ai entrepris ce roman", le dijo a Madame Roger des Genettes a propósito de Madame Bovary,  no porque este vocablo le sugiriese una temática que le repugnara, sino desinterés por "el estilo" y "la belleza" que eran para Flaubert la razón de ser de la literatura. Se lo explicó a George Sand, quien le había mencionado la enorme influencia que tenía entre los jóvenes escritores: "A propos de mes amis, vous ajoutez 'mon école'. Mais je m'abîme le tempérament à tâcher de n'avoir pas d'école! A priori, je les repousse toutes. Ceux que je vois souvent et que vous désignez recherchent tout ce que je méprise et s'inquiétent médiocrement de ce qui me tourmente. Je regarde comme tres secondaire le détail technique, le renseignement local, enfin le côté historique et exact des dioses. Je recherche par-dessus tout la beauté, dont mes compagnons sont médiocrement en quête. Je les vois insensibles, quand je suis ravagé d'admiration ou d'horreur". 
 Esta absorbente pasión estética es tan esencial a Madame Bovary como que incorporase a la novela el tema de la vida mediocre. Toda una serie de escritores, entre ellos algunos de los más grandes prosistas modernos, admiran este aspecto formal con negación u olvido del otro y de este modo se declaran flaubertianos por razones opuestas a las de un Zola o un Maupassant. El primero entre los grandes es el novelista-artista por excelencia, el más inteligente y refinado de los narradores de su época, el maestro de los malabares con el punto de vista, el mago de la ambigüedad: Henry James. Alcanzó a conocer personalmente a Flaubert en los últimos años de su vida, y ha dejado una emotiva imagen de lo que eran los domingos en la tarde, en el pequeño apartamento del Faubourg Saint-Honoré, cuando acudían allí a charlar con Flaubert sus amigos escritores. En un estudio publicado en 1902, James coronó a Flaubert "el novelista de los novelistas", destacando casi exclusivamente el esplendor artístico que, gracias al autor de Madame Bovary, adquirió el género novelesco.  Ensayo sutil y penetrante, a la vez que tan parcial y arbitrario como el de Zola (aunque por razones opuestas), resume con mucha exactitud lo que significó la forma para Flaubert y su método de trabajo, el que, dice, consistía en encontrar un estilo para poder "sentir" un tema, a la inversa de los novelistas románticos, quienes creían que había que "sentir" un tema para poderlo expresar adecuadamente. Es menos persuasiva —pero sintomática— la tesis de James de que en Madame Bovary la forma es rica y la materia pobre, y francamente absurdo el reproche de que Flaubert no fue capaz de crear en esa novela personajes "ricos e interesantes" (en realidad, quería hacer lo contrario). Pese a que Henry James objetaba algunos libros de Flaubert (en 1883, en French poets and novelists había estampado una barbaridad: que L'Éducation sentimentale no tenía ningún interés), fue el primero en reconocer, en The art of the fiction, que gracias a Flaubert la novela había llegado a ser una de las grandes formas artísticas en Europa. La lectura esteticista de Flaubert tiene una filiación que llega a nuestros días, en donde, como he recordado antes, los autores franceses del "nouveau roman", formalistas a ultranza, lo llamaron su precursor por haberse planteado la literatura, un siglo antes que ellos, como un problema de lenguaje. Una escala importante en esa línea de descendientes "artísticos" (para oponerlos, con una fórmula esquemática, a los "realistas") es Proust, para quien aquél es sobre todo el maestro del estilo, un narrador capaz de consubstanciarse con lo que describe, de desaparecer en el objeto de su descripción, lo que, dice, es la única manera de dar vida y verdad a lo descrito. El autor de la Recherche alababa en él, principalmente, los silencios o blancos de su estilo, es decir su talento para narrar por omisión, su uso del dato escondido.  Proust no admiró tanto a Flaubert como a Balzac, pero es probable que su deuda con aquél sea mayor que con éste. El método descriptivo de Flaubert, el estilo indirecto libre, ya lo vimos, abrió una puerta hacia la subjetividad del personaje y permitió por primera vez representar directamente la vida de la mente. En Madame Bovary este sistema es empleado casi siempre para mostrar cómo, a partir de un estímulo cualquiera de la realidad, la mente humana rescata a través de la memoria experiencias extintas, cómo toda sensación, sentimiento o hecho profundamente vivido no es algo aislado, sino la apertura de un proceso al que el recuerdo, a lo largo del tiempo, irá añadiendo sentidos y significaciones según sobrevengan nuevas experiencias. La memoria erigida como indeleble, empecinado ariete contra el tiempo, recobrando a partir de cada nuevo incidente lo ya vivido es algo constante en Madame Bovary, y, en este aspecto, el libro resulta un antecedente de la prodigiosa aventura de Proust: recrear una realidad en función de este nivel preponderante de la experiencia, la memoria, que organiza y reorganiza lo real, que rehace perpetuamente lo que su gran enemigo y proveedor, el tiempo, va destruyendo".


Seix Barral. 1986.

jueves, 15 de septiembre de 2011

TRES VECES SÁBATO.

TRES VECES SÁBATO.

Nunca he oído hablar que El Túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el Exterminador  (1974) son una trilogía. Quizá desde un riguroso punto de vista académico filológico no lo sean pero, a mí sí se me parecen que cada una de ellas están interconectadas en un laborioso engranaje de personajes y de  temáticas que poco a poco el maestro Sábato irá desarrollando en sus tres perfectas novelas. Veamos:

TEMÁTICA: El túnel  al igual que  “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón el exterminador” tendrán un corte psicológico con rasgos existencialistas. Asimismo cabe señalar que en la última de las tres novelas, Ernesto Sábato es un personaje  al igual que Jorge Luis Borges.
Observamos que María Iribarme y Juan Pablo Castel son al “Túnel” lo que son Alejandra y Martín para “Sobre héroes y tumbas”. Como dato curioso se debe de recordar que el personaje de Martín (ese ser abúlico y melancólico de “Sobre héroes y tumbas) es hijo de un pintor como el personaje principal de El Túnel, Juan Pablo Castel.
Bruno en “Sobre héroes y tumbas” es una especie de alter-ego del mismo Martín. O podríamos afirmar que es el mismo Martín pero más viejo, más filosófico si se me permite la expresión. Recordemos también que Bruno aparecerá en “Abbadón el exterminador”.
En “Abbadón el exterminador” la narración discurrirá entre lo biográfico y lo político, sin embargo, la une a las dos primeras novelas porque personajes de “Sobre héroes y tumbas” aparecerán en su tercera novela.
Siempre se ha hablado que aparte de ser “El túnel” una novela psicológica, posee elementos de la narrativa policíaca y de misterio. Pienso y como ya lo he manifestado en otras oportunidades hoy los géneros literarios se entrecruzan, se mezclan y no son conceptos rígidos y estereotipados como pretendían los viejos críticos literarios y la vieja Teoría Literaria. De todas maneras, lo importante no es el género novelístico sino si está bien o mal contada la historia y en esto último Sábato es un verdadero maestro.
Otro rasgo que caracteriza con iguales semejanzas entre Juan Pablo Castel y Martín son los celos desbocados y enfermizos, el primero por María Iribarme, el segundo por Alejandra. No cabe la menor duda que el tratamiento en ambas novelas será excepcional pero en “Sobre héroes y tumbas” se hará con una mayor profundidad el análisis psicológico de los celos.
Otro rasgo que une a las tres novelas es: la angustia existencial, la angustia de la falta de comunicación entre los personajes, entre la humanidad. No importa que estén en Buenos Aires, una enorme metrópolis, no importa que “estemos rodeados de nuestros congéneres, es igual, la comunicación no se dá por más que nosotros lo deseemos: esa es una de las consignas de la literatura sabatiana.

En mis años universitarios  la primera de las tres novelas que me leí fue “Sobre héroes y tumbas” luego me leí “El túnel” y por último – creo que fue en 1978-  que me leí “Abbadón el exterminador”. De todas maneras, no importa el orden en que cualquier joven en la actualidad se las pueda leer, siempre es un gusto, un asombro y una aventura leer su narrativa.

El siguiente fragmento ha sido extractado de “Abbadón el exterminador”.

“Escribir al menos para eternizar algo: un amor, un acto de heroísmo como el de Marcelo, un éxtasis. Acceder a lo absoluto. O quizá (pensó con su característica duda, con aquel exceso de honradez que lo hacía vacilante y en definitiva ineficaz), quizá necesario para gente como él, incapaz de esos actos absolutos de la pasión y el heroísmo. Porque ni aquel chico que un día se prendió fuego en una plaza de Praga, ni Ernesto Guevara, ni Marcelo Carranza había necesitado escribir. Por un momento pensó que acaso era el recurso de los impotentes. ¿No tendrían razón los jóvenes que ahora repudiaban la Literatura? No lo sabía, todo era muy complejo, porque si no habría que repudiar, como decía Sábato, la música y casi toda la poesía, ya que tampoco ayudaban a la revolución que esos jóvenes ansiaban. Además, ningún personaje verdadero era un simulacro levantado con palabras: estaban construidos con sangre, con ilusiones y esperanzas y ansiedades verdaderas, y de una oscura manera parecían servir para que todos, en medio de esta vida confusa, pudiésemos encontrar un sentido a la existencia, o por lo menos su remota vislumbre […].”


Ernesto Sábato

Como corolario:
En 1975 – como ya lo comenté en otra ocasión- Sábato vino a Costa Rica y yo pude intercambiar unas pocas palabras con el maestro y, por supuesto aún tengo en mi pequeña biblioteca autografiado “El túnel” con su letra apenas legible y temblorosa. Fue una experiencia imborrable que siempre la cuento con enorme orgullo el haber conocido a un gigante de  nuestras letras latinoamericanas.

J.Méndez Limbrick.
.

Archivo del blog

POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

   NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN   El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...

Páginas