jueves, 15 de septiembre de 2011

TRES VECES SÁBATO.

TRES VECES SÁBATO.

Nunca he oído hablar que El Túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el Exterminador  (1974) son una trilogía. Quizá desde un riguroso punto de vista académico filológico no lo sean pero, a mí sí se me parecen que cada una de ellas están interconectadas en un laborioso engranaje de personajes y de  temáticas que poco a poco el maestro Sábato irá desarrollando en sus tres perfectas novelas. Veamos:

TEMÁTICA: El túnel  al igual que  “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón el exterminador” tendrán un corte psicológico con rasgos existencialistas. Asimismo cabe señalar que en la última de las tres novelas, Ernesto Sábato es un personaje  al igual que Jorge Luis Borges.
Observamos que María Iribarme y Juan Pablo Castel son al “Túnel” lo que son Alejandra y Martín para “Sobre héroes y tumbas”. Como dato curioso se debe de recordar que el personaje de Martín (ese ser abúlico y melancólico de “Sobre héroes y tumbas) es hijo de un pintor como el personaje principal de El Túnel, Juan Pablo Castel.
Bruno en “Sobre héroes y tumbas” es una especie de alter-ego del mismo Martín. O podríamos afirmar que es el mismo Martín pero más viejo, más filosófico si se me permite la expresión. Recordemos también que Bruno aparecerá en “Abbadón el exterminador”.
En “Abbadón el exterminador” la narración discurrirá entre lo biográfico y lo político, sin embargo, la une a las dos primeras novelas porque personajes de “Sobre héroes y tumbas” aparecerán en su tercera novela.
Siempre se ha hablado que aparte de ser “El túnel” una novela psicológica, posee elementos de la narrativa policíaca y de misterio. Pienso y como ya lo he manifestado en otras oportunidades hoy los géneros literarios se entrecruzan, se mezclan y no son conceptos rígidos y estereotipados como pretendían los viejos críticos literarios y la vieja Teoría Literaria. De todas maneras, lo importante no es el género novelístico sino si está bien o mal contada la historia y en esto último Sábato es un verdadero maestro.
Otro rasgo que caracteriza con iguales semejanzas entre Juan Pablo Castel y Martín son los celos desbocados y enfermizos, el primero por María Iribarme, el segundo por Alejandra. No cabe la menor duda que el tratamiento en ambas novelas será excepcional pero en “Sobre héroes y tumbas” se hará con una mayor profundidad el análisis psicológico de los celos.
Otro rasgo que une a las tres novelas es: la angustia existencial, la angustia de la falta de comunicación entre los personajes, entre la humanidad. No importa que estén en Buenos Aires, una enorme metrópolis, no importa que “estemos rodeados de nuestros congéneres, es igual, la comunicación no se dá por más que nosotros lo deseemos: esa es una de las consignas de la literatura sabatiana.

En mis años universitarios  la primera de las tres novelas que me leí fue “Sobre héroes y tumbas” luego me leí “El túnel” y por último – creo que fue en 1978-  que me leí “Abbadón el exterminador”. De todas maneras, no importa el orden en que cualquier joven en la actualidad se las pueda leer, siempre es un gusto, un asombro y una aventura leer su narrativa.

El siguiente fragmento ha sido extractado de “Abbadón el exterminador”.

“Escribir al menos para eternizar algo: un amor, un acto de heroísmo como el de Marcelo, un éxtasis. Acceder a lo absoluto. O quizá (pensó con su característica duda, con aquel exceso de honradez que lo hacía vacilante y en definitiva ineficaz), quizá necesario para gente como él, incapaz de esos actos absolutos de la pasión y el heroísmo. Porque ni aquel chico que un día se prendió fuego en una plaza de Praga, ni Ernesto Guevara, ni Marcelo Carranza había necesitado escribir. Por un momento pensó que acaso era el recurso de los impotentes. ¿No tendrían razón los jóvenes que ahora repudiaban la Literatura? No lo sabía, todo era muy complejo, porque si no habría que repudiar, como decía Sábato, la música y casi toda la poesía, ya que tampoco ayudaban a la revolución que esos jóvenes ansiaban. Además, ningún personaje verdadero era un simulacro levantado con palabras: estaban construidos con sangre, con ilusiones y esperanzas y ansiedades verdaderas, y de una oscura manera parecían servir para que todos, en medio de esta vida confusa, pudiésemos encontrar un sentido a la existencia, o por lo menos su remota vislumbre […].”


Ernesto Sábato

Como corolario:
En 1975 – como ya lo comenté en otra ocasión- Sábato vino a Costa Rica y yo pude intercambiar unas pocas palabras con el maestro y, por supuesto aún tengo en mi pequeña biblioteca autografiado “El túnel” con su letra apenas legible y temblorosa. Fue una experiencia imborrable que siempre la cuento con enorme orgullo el haber conocido a un gigante de  nuestras letras latinoamericanas.

J.Méndez Limbrick.
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