miércoles, 27 de agosto de 2025

Autor de Cautio Criminalis (1631)Spee Von Langenfeld Friedrich

 



Spee Von Langenfeld Friedrich

Friedrich Spee von Langenfeld fue un jesuita, poeta y teólogo alemán nacido en 1591, célebre por su valiente oposición a los juicios por brujería en pleno siglo XVII. En una época donde el silencio era cómplice y la tortura era ley, Spee se convirtió en un crítico feroz del sistema inquisitorial, especialmente de los tribunales laicos del Sacro Imperio Romano Germánico2.


🕯️ ¿Quién fue Spee?

Sacerdote jesuita ordenado en 1622.


Profesor de teología en Paderborn y predicador en varias ciudades alemanas.


Autor de Cautio Criminalis (1631), una obra que desmonta la lógica judicial que permitía torturar y ejecutar a presuntas brujas.


⚖️ ¿Por qué es relevante?

Spee denunció que la tortura no revela la verdad, sino que fabrica culpables. Su frase más célebre:


Fue precursor de la criminología crítica, enfrentándose no solo a la Inquisición, sino al sistema penal entero que legitimaba el horror.


Murió en 1635, víctima de la peste, tras cuidar heridos durante el asalto a Tréveris.



Cautio Criminalis (1631), cuyo título puede traducirse como “Precaución criminal” o “Advertencia sobre los procesos penales”, es una obra monumental escrita por Friedrich Spee von Langenfeld, el jesuita que se atrevió a enfrentar el delirio judicial de su tiempo con una pluma afilada y una conciencia encendida.


📜 ¿Qué es Cautio Criminalis?

Es un tratado jurídico, teológico y ético que denuncia los juicios por brujería y, sobre todo, la tortura como método judicial. Spee lo escribió anónimamente, sin permiso de sus superiores, en un acto de valentía que hoy podríamos llamar resistencia editorial.


🔥 ¿Por qué es revolucionario?

Spee no discute si las brujas existen. Lo que denuncia es que nunca conoció una, a pesar de haber confesado a muchas antes de ser quemadas.


Critica el uso de la tortura como generadora de “verdades” falsas, donde las confesiones eran obtenidas bajo tormento y luego presentadas como voluntarias.


Se opone al procedimiento penal del Sacro Imperio, especialmente al artículo 109 de la Constitutio Criminalis Carolina, que legitimaba la quema de mujeres con pruebas inexistentes.


⚖️ Estructura del libro

Está compuesto por 50 preguntas que Spee responde con precisión, ironía y erudición.


Cada pregunta aborda un aspecto del proceso judicial: desde la legitimidad de la tortura hasta la responsabilidad de los jueces.


Utiliza un tono sarcástico y mordaz, que recuerda a los mejores textos de crítica política, pero con el peso de la teología y la ética detrás.


🕊️ Legado simbólico

Spee puede considerarse el primer criminólogo crítico de la historia. Su obra no solo desmonta el sistema judicial de su época, sino que abre la puerta a una ética del derecho penal que aún hoy resuena. Como escribió el jurista Zaffaroni:


“Spee no cayó en la trampa de discutir la existencia del mal, sino que mostró que el poder punitivo no lo combate, sino que lo fabrica.”

***

1 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone CAUTIO CRIMINALIS (Cautela criminal) O LIBRO SOBRE LOS PROCESOS CONTRA LAS BRUJAS, NECESARIO EN ESTA ÉPOCA PARA LOS MAGISTRAD0S DE ALEMANIA Y TAMBIÉN PARA CONSEJEROS Y CONFESORES DE LOS PRÍNCIPES, INQUISIDORES, JUECES, ABOGADOS, CONFESORES DE LOS REOS, ORADORES Y DE LECTURA MUY PROVECHOSA PARA LOS DEMÁS AUTOR: TEÓLOGO ROMANO ANÓNIMO IMPRESO EN FRANKFURT POR IOANNIS GRONAEI AUSTRII. AÑO 1632 2 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone 3 EPITOME O SUMA DE LA OBRA „Y aún me ha aparecido bajo el sol Como un lugar de crímenes el tribunal Y la sede de la justicia Como el lugar de la impostura“ Eclesiastes, 3 16 Dejáos corregir, oh jueces de la tierra Salmos, 2 10 "Te mostraré qué carencia padecen las gentes de alta posición social, es decir, qué les falta a los que tienen todo: sin duda, alguien que diga la verdad." Séneca, De Beneficiis (Sobre los beneficios), Libro 6, cap.30. PROEMIO DEL AUTOR Este libro está dedicado a las autoridades alemanas. No a quienes habrán de leerlo, sino más bien a quienes no lo leerán nunca. En efecto: quienes consideran un deber leer lo que he escrito aquí sobre la brujería, ya están en posesión de cuanto el libro les podría proporcionar, es decir, de la capacidad de ser cuidadosos y dilgentes al examinar a fondo estas causas. Por eso, no tienen necesidad de leer y aprender de este libro. Los más negligentes en cambio, aquellos que no leerán nunca este libro, son precisamente quienes debieran Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone leerlo cuidadosamente, para aprender a ser solícitos y escrupulosos. Justamente quienes no lo leerán son invitados a leerlo. Quien lo leerá, puede muy bien omitir leerlo. De todas forma, lo lean o no, al menos quisiera que todos leyesen la última cuestión del libro y reflexionasen. Y no será inútil ni perturbará el orden de la obra, leerla antes que las otras.

 PREFACIO DEL EDITOR A LA SEGUNDA EDICIÓN (1632). La primera edición de este libro, que Peter Lucius, tipógrafo académico de Rinteln había impreso con la previa aprobación de la Facultad de Derecho de Rinteln, ha motivado no sólo a las personas más conscientes, sino también a los doctos, a examninar la cuestión del gran número de brujas existentes en Alemania con mayor atención y sin prejuicios. Por tanto, es necesario que en el futuro las máximas autoridades indaguen seriamente acerca de los procesos que se desarrollan hasta este momento, siguiendo el ejemplo de Daniel. En muchos Estados, también la conciencia de los príncipes ha sido tocada, tanto que han suspendido rápidamente los procesos iniciados, después de haber leído atentamente este libro, sobre todo esos pasajes en que demuestra como algunos de sus funcionarios y jueces no observan la Constitutio Criminalis Carolina en algunos puntos de la máxima importancia, cosa de la que hasta presente casi nadie se había percatado. Por eso pareció oportuno a muchas personalidades, como también a algunos miembros de la Cámara y de la Corte Imperial, volver a publicar rápidamente este libro, para abrir la vía a ulteriores reflexiones y para hacer surgir finalmente la verdad, cuestión de la máxima importancia, puesto que se trata de vidas humanas y de la reputación, no sólo de Alemania, sino de la misma fé católica. En pocos meses se han vendido todos los ejemplares de la primera edición, tanto que no he podido encontrar ninguno a ellos, a ningún precio. Por 4 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone esta razón, para atender a los deseos de varios, lo he hecho imprimir a mi costa, utilizando un manuscrito que me facilitó un amigo de Marburgo. 

 CUESTIÓN I: ¿EXISTEN HOMBRES Y MUJERES QUE PRACTICAN LA BRUJERÍA? RESPONDO que sí. En efecto, pese a saber que algunos lo pusieron en duda, inclusive católicos y doctos, a los que no corresponde nombrar, como que también hay quienes n o sin razón parecen sospechar que alguna vez hubo en la Iglesia períodos en los que no se dio crédito a los reuniones físicas de brujas. Pese a que, mientras trataba personalmente en las cárceles con varias acusadas de ese delito con bastante frecuencia y cuidado, por no decir curiosidad, mi espíritu se encontró más de una vez tan confundido que casi no sabía qué creer de ese asunto. De todas maneras, cuando reúno por fin la totalidad de mis perplejas meditaciones, considero que sin duda se debe tener en cuenta lo siguiente: que en realidad en el mundo hay seres maléficos, y que esto no puede ser negado sin temeridad y sin una nota de locura. Léanse los autores que reconocen este argumento: Rémy, Del Río, Bodin y otros. No es mi propósito detenerme en esto. Por otra parte, tampco creo –y conmigo muchos hombres píos- que hubo tantas brujas, ni que lo fueran todas aquellas que hasta ahora se disiparon transformadas en cenizas, y tampoco cualquiera que desee disputar conmigo con ataques, gritos o autoridad, sin examinar el asunto con juicio y raciocinio, me persuadirá fácilmente de que lo crea. Ruego que mi lector quiera esto último, por aquella caridad que nuestro legislador Jesucristo deseó que se encendiese con vigor entre sus seguidores. Si alguien tiene espíritu de rivalidad y ataca la magia, que se reprima por ahora, añadiendo a la rivalidad un conocimiento y una consideración que quizá no tenga. No todo ímpetu proviene de la virtud, pues algunos sólo provienen de la naturaleza. La virtud es moderada y medida y, además, ama al conocimiento, sin temor a sentirse subestimada 5 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone cuando se instruye. Pero si nos precipitamos con ímpetu y rehusamos aprender, porque nos hemos dedicado a saber todo, no sería para nada asombraso que la verdad se nos escape en muchos aspectos. Vamos, lector y, dejando de lado el prejuicio, sígueme con medida hasta donde yo, pooco a poco te conduzca, que no te habrá de disgustar haber considerado muchas cosas lenta y cuidadosamente. 

 CUESTIÓN II: ¿HAY MÁS BRUJAS O SERES MALÉFICOS EN ALEMANIA QUE EN OTRO LUGAR? RESPONDO: Esta pregunta se refiere a algo que desconozco. Sin embargo, diré lo que ocurre para dejar de lado el ocio. Así pues, parece -o al menos se cree- que en Alemania se encuentran más brujas que en cualquier otro lugar. LA RAZÓN es la siguiente: en efecto, en primer lugar consta que en Alemania hay por todas partes hogueras encendidas para consumir esta peste. Es indudable que con este claro argumento habría que reconocer que se ha extendido ampliamente. Por cierto, el nombre de Alemania se desacreditó no poco entre nuestros enemigos y, como dicen las Escrituras, “hemos logrado que nuestro mal olor llegue al Faraón y a sus esclavos”1. Además, esta opinión acerca de la gran cantidad de brujas que hay entre nosotros, la sostenemos por dos razones, que merecen ser tenidas en cuenta. 

 La PRIMERA es la ignorancia o superstición del vulgo, que demuestro así. Todos los que se ocupan de la naturaleza enseñan que, inclusive aquellos fenómenos que se apartan en algo del orden habitual de la naturaleza y suelen ser llamados extraordinarios, como alguna lluvia muy profusa, el granizo y la escarcha muy fuertes, un trueno muy luminoso o cosas semejantes, son causados por motivos completamente naturales. Dicen los médicos que las enfermedades penetran también en los animales como en los hombres, que en hombres y en animales existen muchas 1Éxodo, 5.v. 21. 6 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone afecciones nuevas que no han sido suficientemente exploradas por ellos, que en la naturaleza se ocultan muchas cosas maravillosas que después salen a la luz con gran admiración de los que ignoran las riquezas de aquella y que ninguna persona muy docta de todos los siglos anteriores pudo abarcar investigando toda la potencia de la naturaleza. Imaginemos que se manifieste algo así en Alemania, especialmente entre los paisanos: que invada a los animales alguna peste, que el cielo se perturbe y se indigne con mayor vehemencia, que un médico ignore la modalidad de alguna enfermedad nueva, o que una enfermedad bien conocida no responda en seguida al tratamiento, o que por fin ocurra algo siniestro que sea considerado extraordinario. De inmediato, nosotros, llevados por cierta ligereza o superstición o ignorancia, dirigimos nuestra mente a los maleficios y echamos la culpa a las brujas. En ese momento exclamamos que tenemos en nuestras manos la entera causa del problema. Pero entonces, en el caso de que hayamos visto en medio de estas cosas a alguna mujer que accidentalmente atravesó el lugar, se detuvo, se acercó, hizo o dijo esto o aquello, si por mera casualidad se anticipara al hecho o llegara corriendo en el preciso momento o un poco después, la inculpamos a partir de una interpretación siniestra y deslizamos por toda la vecindad una sospecha que en realidad proviene de la malignidad de nuestra naturaleza. Por eso es que no hay que extrañarse de que en pocos años nuestra fama crezca desmesuradamente, especialmente porque los predicadores y los hombres dedicados al espíritu no se conmueven, sino que ellos mismos son precisamente quienes tienen más bien la culpa, sin que se haya encontrado en toda Alemania ningún magistrado -por lo que sabemos- que haya dedicado sus esfuerzos a enfrentar estas murmuraciones muy pestilentes. Acerca de esto escribiré más adelante, en la cuestión 35. Otras naciones son más cautas y nos han superado en este aspecto, dado que, si entre ellos algún niño o animal se consume por una enfermedad, si un árbol es herido, o si los sembrados sufren una calamidad, si el viento trae pobreza, si una langosta o un ratón devoran el trigo, atribuyen el origen entero del mal a Dios o a la naturaleza; y únicamente si esos fenómenos traspasan las leyes de la naturaleza - según ellos lo captan claramente y lo juzgan 7 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone los doctos-, entonces recién lo atribuyen a maleficios. 

 La SEGUNDA es la envidia y la mala voluntad del mismo vulgo, que demuestro así. Toda nación que no sea la nuestra admitirá que siempre hay algunos a los que Dios otorga alguna bendición más opulenta en bienes materiales, de modo que venden todas sus cosas con mayor rapidez que los demás, que compran con una suerte más favorable que los otros y, para decirlo en una sola palabra, que incrementan su patrimonio y se enriquecen más que los otros. No obstante, suponiendo que esto suceda también en Alemania, entre el vulgo prontoi habrá algunos vecinos a quienes la fortuna les es tardía, les vuelve la espalda, que se reunirán y, una vez surgido un murmullo sobre la magia, suscitarán pequeñas sospechas que acabarán fortaleciéndose en el caso de haber visto a alguno de aquellos con los que rivalizan, ser muy devoto en los templos, o usando su rosario como suplicante fuera del templo, o quizá postrado de rodillas para rezar en el campo o en una habitación, o algo semejante. No me faltan otros ejemplos, a partir de los cuales siento vergüenza por los alemanes. Por cierto que se trata de algo indigno y completamente inaudito en otros países que, como se cuidan de obturar estas dos fuentes de confusión, tienen entre ellos menos personas maléficas que nosotros. Yo no diré que entre nosotros no haya brujas. Admito que las hay, pero para que el lector prudente comprenda, a partir de lo que se dirá después, añado que si se sigue actuando en general tal como se lo hace ahora, es absolutamente inevitable que en tan gran cantidad de mujeres quemadas haya habido muchísimas no culpables, y que en Alemania nada es más incierto que saber cuántas culpalbes verdaderamente hubo. CUESTIÓN III: ¿CÓMO ES EL DELITO DE LAS BRUJAS O DE LOS MALÉFICOS? RESPONDO: es muy grande, muy grave, muy atroz. LA RAZÓN es que en él concurren circunstancias de delitos enormes, de apostasía, de herejía, de sacrilegio, de blasfemia, de homicidio, más bien de parricidio, y a menudo de acoplamiento contra la naturaleza con una criatura espiritual, y de odio a Dios, crimen más atroz que cualquiera. Estas son palabras 8 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone de Del Río2 y a este argumento me referiré más ampliamente en otro libro. Este asunto requiere un examen nuevo y cuidadoso; se podría decir lo que decía aquel: “Regresemos al tribunal”3. CUESTIÓN IV: ESTE CRIMEN ¿ES DEL GÉNERO DE LOS EXCEPCIONALES? RESPONDO que sí. Observa que los jurisconsultos suelen diferenciar dos tipos de delitos: unos, comunes, vulgares, como el hurto, el homicidio y semejantes, y otros más atroces y graves, que se dirigen más directamente contra el bien común y golpean al Estado de manera notable, como el delito de lesa majestad, el de herejía, el de brujería, el de traición, el de conjuración, el de falsificación de moneda, el de robo a mano armada, que suelen ser llamados “excepcionales”. Este nombre proviene del hecho de que son excluidos de las disposiciones comunes u ordinarias de la ley, de modo tal que para enfrentarlos no es necesario emplear el procedimiento que prescribe el derecho para los otros casos. Dado que, como son muy perniciosos para el Estado y lo perjudican en forma extraordinaria, parece justo que sean reprimidos también mediante medios extraordinarios. 

 CUESTIÓN V: ¿ES LÍCITO INSTRUIR UN PROCESO ARBITRARIO CONTRA LOS DELITOS EXCEPCIONALES? RESPONDO que no es lícito. LA RAZÓN es que, aunque, como dije antes, esos delitos son excepcionales en cuanto a lo que ordena el derecho positivo, sin embargo no lo son frente a lo 2M del Rio, Disquisitionum magicarum libri sex, Maguntiae, 1600, 1, 5, secc. 1. 3Daniel, 13, v. 49. 9 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone prescripto por la razón humana o la ley natural. Por consiguiente, cualquier proceso que se realice contra esos delitos, tanto dentro como fuera del ordenamiento jurídico común, debe realizarse en forma tal que no haya nada en él que se enfrente a la razón. Esto es algo evidente por sí mismo y no necesita ser probado, pues nadie dirá que es lícito algo contrario a la razón. Por otra parte, formulo esta advertencia porque observo que algunos jueces, mientras investigan a las brujas, proceden con mayor libertad que la que corresponde, justificando todas sus acciones por el hecho de que se trata de un delito excepcional. Así pues, cuando se han basado en indicios fútiles, excedieron la medida en la tortura, fueron demasiado crédulos, le negaron el derecho de defensa, o rezlizaron otras acciones igualmente alejadas de la razón, se escudan argumentando que el delito es excepcional y que en estos casos la libertad del proceso es muy amplia, sobre lo cual volveré con alguna frecuencia. Pero, a menos que quiera ser completamente injusto, todo juez debiera considerar como principio general y como axioma fijo e inquebrantable que en todo delito, excepcional o no, no es lícito instruir un proceso de modo diferente de lo que permita la recta razón. Además es también completamente falso que sea lícito en los delitos excepcionales alejarse sin más de todos los elementos prescriptos por las leyes positivas. Sólo en algunos es lícito, pero no en todos. En efecto, nada diferente podrá colegirse de ningún tratado de derecho, con lo que se demuestra la impericia de muchos. Enseña bien Farinacci4 que la doctrina según la cual es lícito dejar de lado las disposiciones del derecho, estrictamente hablando es falsa, o bien conviene que se interprete sólo acerca de la pena, o sea, una vez que haya terminado la investigación, cuando el delito ya esté probado, como si la pena pudiera ser más severa de lo que prescriben las leyes habitualmente. Esta la opinión de la mayoría de los juristas a los que cita Farinacci y que nosotros omitimos por causa de brevedad (léase también acerca de esto a Mascardi5). Sea lo que fuere, no es adecuado detenerse más en esto, 4Prospero Farinacci, Praxis et Theoricae crimianlis libri duo, Venecia, 1603, cuestión 37, número 90. 5G. Mascardi, Conclusiones omnium probationum quae in utruque foro quotidie versantur, Venecia, 1593, volumen 3, conclusión 1311. 10 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone pues está fuera de controversia que no es lícito en los delitos excepcionales algo que es contrario a la recta razón. 

 CUESTIÓN VI: ¿HACEN BIEN LOS PRÍNCIPES DE ALEMANIA CUANDO PROCEDEN CON RIGOR CONTRA EL DELITO DE LAS BRUJAS? RESPONDO. Está muy lejos de mí acusar a los magistrados cuando reaccionan con vehemencia contra este delito, pues Dios quiso que ellos gobernaran y que nosotros obedeciéramos. Tienen sus razones, que les dictan sus consejeros y son éstas: RAZÓN I: Como dicen, purgan al Estado de una insigne peste, que repta como un cangrejo y perjudica mediante el contagio. 

 RAZÓN II: Preceden a daños y desgracias, que esos esclavos de Satanás no dejan nunca de maquinar. RAZÓN III: Cumplen con su deber y con su vocación. En efecto, como dice el Apóstol Pablo en su Epístola a los romanos acerca del magistrado: “No sin motivo lleva una espada; es el ministro de Dios, responsable de la cólera contra el que actúa mal”6. De modo que, si en contra del bien común, los magistrados omitieran sin un motivo legítimo castigar a los acusados, pecarían muy gravemente y se volverían partícipes del crimen, según el capítulo 1 de De officiis et potestate Iudicis y según Inocencio, Baldo, Decio, Barbazza de Palermo y los demás doctores. A los magistrados incumbe restituir todos los daños inferidos tanto al Estado como a los ciudadanos particulares, como surge del capítulo citado y es opinión común de los teólogos Tomás, Silvestre, Cayetano, Domingo de Soto, Medina y otros, que sería largo recordar7.

 RAZÓN IV: Muestran su celo por proteger el honor de Dios, mientras persiguen con horca y fuego a sus enemigos implacables. Por lo tanto, hacen bien, y no pueden ser culpados, puesto que además las Escrituras advierten: “No toleréis 6Rom, 13 4. 7X 1 29 I, De officio et potestate iudicis, cap. I. Tomás de Aquino, Summa tgeologiae, II 2, qu. 62; D. Soto, De iustitia et iure, Amberesw, 1567, IV, qu. 7 art. 3.; B. Medina, Cod. de rebus restituendis. 11 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone que los malvados vivan.”

8 CUESTIÓN VII: ¿SE PUEDE EXTIRPAR EL MAL DE ESTE MODO VIOLENTO O SE PUEDE BUSCAR ALGUNA OTRA MANERA? RESPONDO: Por más que los príncipes inicien incendios, nunca terminarán de incendiar si no queman absolutamente todo. De este modo devastan sus propias tierras, más que con una guerra, y no avanzan nada, lo que merece lágrimas de sangre. Así pues hay quienes sugieren medios más suaves, entre los cuales, por su discreción y prudencia, siempre me pareció el mejor el insigne teólogo jesuita Tanner, en el tomo 3 de su Teología, en la disputa cuarta Sobre la Justicia9. Si los príncipes quisieran escuchar los medios que él aconseja, no hay duda de que el Estado experimentaría su fruto. Para hablar de mí claramente, medité mucho sobre este asunto e intenté solucionarlo; sé también que muchos otros elevaron a Dios múltiples llantos y ruegos para que les enviara algún rayo de su luz y para que les enseñara de qué manera tan gran oscuridad podía apartarse. Pero veo que la condición de esta época es tal que, aun si se descubriera algo así, me parece que los magistrados de Alemania no lo tendrían en cuenta. Por eso hasta ahora no he podido tomar la decisión de exponerla en público, porque no sé si la recibirían con calma y buena disposición. Pero si alguno de los sumos magistrados tiene tal espíritu y preocupación que desea y se anima a conocer y a emplear por primera vez un experimento, en el término de un año podría expurgar su provincia de toda esta peste, de modo 8Éxodo, 22. 9A. Tanner, Universa teología scholastica, Ingolst nº 123 y siguientes. adt, 1627, cuestión 5, duda 4, 12 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone que no hubiera ninguna acusación criminal más rara que la de una bruja. Digo que si hubiera algún magistrado que quiera conocer y experimentar con seriedad y que considerase que la experiencia podría ser beneficiosa tanto a su conciencia como al Estado, tengo un amigo, hombre religioso, que quiere dar a conocer su trabajo y además se atreve a poner en juego su vida si fallara. Vi y examiné su trabajo y no observo en él ningún error -en lo que puedo razonar-, así que con toda seguridad podría lograr lo que se busca. Y me asombré mucho de que hasta el presente no se le hubiera ocurrido a nadie. Por lo demás, ya se ha dicho demasiado, y debe ser envuelto en silencio y ocultado lo que el inventor no quiere comunicar sino sólo a oídos ávidos. Nuestro Maestro enseñó que el día tiene doce horas y que una tierra es buena y otra inútil; si esparces semillas en esta última sería como si las hubieras esparcido sobre las olas del mar. Así pues, cuando sea la época y la tierra esté apta, no se ahorrarán semillas; pero quizá pueda decir en este mismo comentario lo que puedan entender los hombres previsores. El asunto es fácil y sencillo, muy pequeño y grande, conocido por todos, pero desconocido para todos. 

 CUESTIÓN VIII: ¿CON QUÉ CAUTELA DEBEN PROCEDER LOS PRÍNCIPES Y SUS FUNCIONARIOS ANTE ESTA ACUSACIÓN? RESPONDO que así como los príncipes no actúan mal cuando proceden con rigor ante esta acusación, actúan mal y pésimamente cuando no lo hacen con la mayor cautela, prudencia y circunspección. A punto tal que, no sólo no es lícito actuar ante esta acusación con gran libertad y negligencia en razón de ser excepcional, sino que se debe vigilar mucho más que en algún otro tipo de delitos capitales y con mayor cuidado y atención, para que de ningún modo se forje un proceso ilegítimo y confuso. Así pues admitiré que sea lícito en este delito excepcional de brujería proceder en algunos casos de modo diferente respecto de los que no son excepcionales. Pero sin embargo, niego que sea lícito actuar con menos cautela 13 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone y circunspección de lo acostumbrado. En efecto, se requiere aquí en el proceso cierta mayor diligencia, atención, cuidado, observación, en comparación con lo que es menester en otros. Las razones son las siguientes: 

 RAZÓN I: Como todos reconocen, este delito es absolutamente oculto: se desarrolla generalmente de noche, entre tinieblas y fantasmas. Por lo tanto, es necesaria una gran prudencia y meditación para llevarle luz de manera adecuada. 

 RAZÓN II: Vemos que un proceso iniciado contra las brujas se extiende hacia otras personas y el número de culpables aumenta tanto que pueblos enteros son completamente destruidos, con lo que sólo se logrará que los libros se llenen con nombres de más culpables. Si se continuara en esta línea, el único final posible sería la cesación del fuego una vez que toda la región hubiese sido abrasada. Nunca ha faltado un príncipe que debiera interrumpir los incendios, y hasta hoy todos hicieron eso. Como este problema es grave y está muy extendido, hay que emplear una gran diligencia para que no se deslice ningún error que comprometa a inocentes; especialmente porque, si fuera involucrada una sola persona inocente, de inmediato muchas otras quedarían implicadas, como demostraré más abajo. 

 RAZÓN III: Si a causa de un proceso descuidado, fuesen heridas personas inocentes son heridas por la misma tormenta, grandes desgracias caerán sobre el Estado. Sin duda, en el caso de que los que parezcan más religiosos que otros sean arrebatados por esta especie de torrente, serían injustas las penas de muerte de tantas personas y se lograría la infamia y el oprobio, no sólo de familias nobilísimas, sino también de la religión católica, cuyo descrédito -como observó correctamente Tanner-, no es escaso entre nuestros enemigos. Hace poco escuché decir a hombres importantes que en ningún lugar se percibe un descenso de la maldad por lo siguiente: si alguien, a la manera de los católicos más fervientes, hace girar las cuentas del rosario con pasión, si se atreve a llevarlo consigo, si se rocía con agua bendita con bastante frecuencia, si ora en el templo con gran fervor, si muestra devoción genuina, incurrirá de inmediato en sospecha de practicar magia, como si aquellos que poseen esas 14 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone características quisieran ser más religiosos que los demás o, como dicen algunos, como si el demonio no permitiera que ellos descansaran en algún lugar. Así ocurrió en cierta región cercana a nosotros, gobernada por un príncipe excelente y muy elogiado: todos se cuidaban con mucho esmero de mostrar su devoción y algunos sacerdotes, que antes solían celebrar misa todos los días, ahora o la posponen o, si la celebran, se atreven a hacerlo sólo en privado, luego de cerrar el templo, para que el vulgo no empiece a expandir rumores sobre su magia. De este modo, mientras procedemos bajo la apariencia de justicia, pero sin cautela, abrimos el camino a la impiedad y al ateísmo, a quienes más bien queremos cerrárselo. No es gratuita nuestra recomendación a los magistrados acerca de una atención especial. 

 RAZÓN IV: Casi todas las personas contra las cuales se llevan a cabo procesos son mujeres, pero ¿qué mujeres? Por lo general, las que deliran, las insanas, las ligeras, las charlatanas, las inconstantes, las engañosas, las mentirosas, las perjuras y, si son verdaderamente culpables, instruidas en todas las maldades por su maestro. Sin duda, es necesario que se les otorgue una atención especial para examinarlas, escucharlas, juzgarlas, salvo que se desee generar mil problemas y equívocos. Hace poco me decía un famosísimo jurista, que por estos casos estaba a duario asediado por muchísimas dificultades de este tipo, que si pudiera salir de esas complicaciones, nunca más se volvería a meter en ellas, como también que no aconsejaría a ningún príncipe iniciar con ligereza procedimientos tan intrincados. 

 RAZÓN V: Oigo que en algunos lugares se establece que a los juristas y a los inquisidores puestos por los príncipes al frente de estos procesos, se les pague como salario cierta cantidad de dinero según el número de acusados (cuatro o cinco taleros por cada persona). Es evidente que, aunque sólo fuera por esta razón, se hace muy necesaria la supervisión para que el deseo de lucro no vicie el proceso, puesto que cualquiera sería considerado culpable con mayor facilidad cuando la ganancia del juez resulte mayor cuanto mayor fuese el número de acusados. Se trata de un asunto muy difícil y peligroso. En efecto, no todos somos santos ni de mente tan firme que no nos debilite el anhelo de tener 15 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone más y, aunque no nos arrebate, por lo menos, nos tienta. 

 RAZÓN VI: Nada debe ocupar la atención de los príncipes que se ocupen adecuadamente a estos procesos, fuera de la convicción de que si se comenzara por errar al inicio, la corrección futura sería dificilísima, puesto que casi siempre hay alguna forma de corregir los demás errores, pero en este asunto no la hay. Lo fundamente de ls siguiente forma: por lo general, en los demás asuntos se encuentran personas que pueden o quieren advertir a los que se equivocan con circunspección y provecho, sin que por eso manchen su reputación. Por el contrario, únicamente en esta causa se impide la vía de admonición, dado que cualquiera que en el futuro formulase advertencias, aun haciéndolo con cautela y discreción, ya sea con la voz o con la pluma, de inmediato sentirá que se le adhiere una mancha, como si empezara a temer por sí mismo, por su esposa, por sus hijos o por otros familiares, o como si quisiera reivindicar las cenizas de alguno de los suyos; oirá también estas palabras demasiado envidiosas: “Esto es premiar con la libertad delitos muy atroces”, “Esto es acusar a príncipes numerosos y muy importantes”, “Esto es acusar de injusticia”, “Esto es cubrir de infamia a muchos juicios públicos”. Pero también será objeto de la indignación de algunos magnates, a cuyos oídos, por obra de los aduladores, llegarán desvirtuados todos los rumores. ¿Quién pues es tan virtuoso, o tiene un renombre tan prominente o deja de lado su honor y el peligro de los suyos que, a pesar de todo, quiera intentar contribuir a la verdad? De este modo, la advertencia y la corrección se eliminarán cuando ya se haya iniciado el proceso con falta de equidad, por lo que tanto más es necesario prever que no se proceda inicuamente desde el principio. 

 RAZÓN VII: A diario surgen nuevbas dificultades en esta materia y divergen las opiniones tanto de los estudiosos como incluso de los religiosos. Se pensaba que Del Río y Binsfeld habían dicho todo, pero ahora hay quienes buscan examinar a fondo cada aspoecto particular, considerando que se dio excesivo crédito a pequeñas narraciones y a confesiones falaces obtenidas mediante tortura. Estos últimos postulan sentencias menos severas, consideran que es demasiado amplia la libertad de los jueces al sentenciar, ponen en duda los 16 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone mentados encuentros de las brujas -o al menos consideran, junto con Tanner, que eran menos frecuentes, puesto que es más creíble que la mayor parte de las brujas se refiera a seres imaginarios-, quitan peso a las denuncias y a indicios semejantes, a los que los jueces, basándose en razones no suficientemente sólidas, les atribuyeron demasiada importancia. Finamente, a diario aparecen nuevos libelos que ofrecen dudas acerca de este problema. ¿Quién podría negar que en el futuro es necesario que al instruir estas causas se opere con mayor circunspección y preocupación que en las otras, más transparentes? TÚ DIRÁS: Que por el contrario, no merecería tanta ansiedad ni preocupación quien haya seguido a un autor aprobado, puesto que los teólogos enseñan al respecto que, cuando hay dos opiniones enfrentadas pero probables, se puede elegir cualquiera de las dos con la conciencia tranquila, dejando de lado incluso la más probable. Por otra parte, llaman opinión probable y segura a la que está respaldada por una autoridad seria o a la que está basada en un razonamiento de peso. Debe ser considerada seria la que por lo menos pertenece a un hombre estudioso y probo, como enseñan la Casística (y véase Laymann10). RESPUESTA I. La autoridad de una sola persona no transforma una opinión en muy probable y segura, salvo que diversos autores, luego de sopesar las razones que pueden contraponerse a ella, la elijan como tal. Aunque todos podemos presumir -especialmente los menos doctos- que esto tuvo lugar, tal como lo añadió Laymann en el pasaje citado. Sin embargo, si después otros se opusieran a aquella opinión, ofreciendo razonamientos nuevos que no habían sido desarrollados hasta ese momento, considero que al menos los más sabios deben examinarlos y sopesarlos con cuidado, por si algunos pudieran superar al otro o -al menos- indicar la probabilidad de la opinión opuesta. Por eso los jueces no pueden proceder con ligereza, a menos que escuchen también a quienes escribieron más recientemente y después retomen las causas que deban ser examinadas. Toma nota de esto. RESPUESTA II. Si bien es verdad que en general, cuando hay dos opiniones 10 P. Laymann, Theologia moralis, 1630, Libro 1, Tratado 1, cap. 5, preg. 2, número 6 . 17 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone probables para un caso, es lícito en conciencia tomar cualquiera de las dos, incluso la menos segura, sin embargo los teólogos (y por eso los valoro, porque quieren saber, no observar) hacen una excepción y dicen expresamente que de alguna manera es conveniente seguir la opinión más segura y además investigarla cuando hay peligro de que tenga lugar próximamente un daño o una injusticia. Dado que en nuestra materia se trata de este peligo, habrá que seguir en conciencia la sentencia más segura y convendrá poner al menos cuidado y atención para adoptar temerariamente cualquier criterio, a efectos de que esas causas se desarrollen con muchísima cautela. De lo expuesto cabe concluir lo que quería probar, es decir, que en procesos tan riesgosos como los que se llevan contra las brujas, lo adecuado es hacerlo con especial y extraordinaria preocupación para evitar caer en las redes de nuestra temeridad. Esto lo reafirmo, en especial en razón de que algunos inquisidores están persuadidos de que apenas pueden equivocarse, como también porque creen que sus cautivas pueden convencer fácilmente a todos los sacerdotes y burlarse de ellos con satánica hipocresía, pero que no pueden hacerlo ni con los inquisidores ni con los jueces laicos ¿Qué gran cautela podrá hacer frente a esta seguridad tan riesgosa? En efecto: nunca se preocupará lo suficiente quien directamente no se preocupa. 

 CUESTIÓN IX: ¿PUEDEN LOS PRÍNCIPES LIBERAR SU CONCIENCIA SI, AL ESTAR MUY POCO INTERESADOS, DELEGAN TODA SU PREOCUPACIÓN EN SUS FUNCIONARIOS? 

 Planteo esta pregunta porque hace poco he oido que cierto príncipe, advertido de la necesidad de preocuparse de un problema de brujas que urgía bastante, respondió con ligereza que no estaba preocupado, porque de eso se ocupaban los funcionarios que había nombrado para esa tarea. RESPONDO: El príncipe que deja de lado todo cuidado y permite que sus oficiales actuen según su parecer, no puede ser exculpado, puers es su deber brindar personalmente su propia diligencia y capacidad de observación y 18 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone además rezar mucho a Dios para que lo ilumine mediante su Espíritu. Las razones son las siguientes:

 RAZÓN I: No siempre el príncipe está seguro de la pericia y probidad de sus hombres y a menudo muchos de éstos son inexpertos, impetuosos y malvados. Cuando sus hombres comprenden que el príncipe quiere combatir ese delito, no sé por qué deseo de complacerlo, tratan a los reos de manera muy poco humana y cristiana. El deber del príncipe será en ese caso, hacerse cargo personalmente de buena parte de las preocupaciones y no dejar todo en hombros ajenos. 

 

RAZÓN II: En los asuntos económicos, en las cacerías de pájaros y de animales y en otras actividades, los príncipes no delegan toda su responsabilidad y quieren intervenir personalmente en esos asuntos. Consideran que el hecho de transferir su pensamiento de otras preocupaciones gravísimas vinculadas con el poder a estas más humildes, no lesiona en nada su majestad. De esto se deduce que los príncipes no se purgarán suficientemente en el Juicio ante Dios cuando, habiendo sido diligentes y solícitos en asuntos menores, sin embargo hayan sido negligentes y despreocupados en otros de mayor peso, en que se trata de sangre humana. 

 RAZÓN III: Dios, que es quien otorga todo poder legítimo, por lo general dota a los príncipes de cierta prudencia y gracia singulares en comparación con el resto de los seres humanos, de modo que cuando ellos se ocupan personalmente del cuidado de alguna cuestión, todo se desenvuelve con mucha felicidad y claridad. Será cuestión a verse, si cuando sin una razón valedera omiten intervenir con su singular prudencia en cuestiones tan importantes, acaso no se transforman en personas indignas de ulteriores dones de Dios y si cumplen indebidamente la función de administrar justicia que tienen a su cargo. 

 RAZÓN IV: Pero los príncipes suelen ser de naturaleza bastante bondadosa y muy propensos a la clemencia y a la humanidad cristiana. Si conocieran de cerca, en forma personal, las miserias de los cautivos, si oyeran los gemidos y los suspiros de los desdichados, y si no quisieran enterarse de los procesos mediante ojos y orejas tan ajenos como los de sus funcionarios, no cabe duda de que muchas cosas se hubieran conducido de otra manera y no se hubiesen 19 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone ejecutado tantas penas capitales, con tanta facilidad y a precio tan vil. Los funcionarios pueden ser salvajes y truculentos, pero los príncipes no, pues es propio de ellos expandir la humanidad y la clemencia, nunca enfurecerse. Por lo tanto, si hubieran observado alguna vez con sus propios ojos la brutalidad de las torturas -que ahora florece por todas partes-, o si las hubieran conocido mediante una narración fiel, hoy Alemania contaría por cierto con muchas menos brujas, dado que hoy en día la crueldad de las interrogaciones en la tortura hace crecer su número. Si bien esto lo debemos especialmente a nuestros pecados, lo cierto es que los mismos príncipes también pecan cuando nos privan por completo de esa singular humanidad con la que los dotó la naturaleza para confortarnos a nosotros y para conocer un poco más cercanamente nuestras miserias. En medio de todas las penas y desdichas de los cautivos, suelo decir que el sumo problema es elk hecho de que carecerán de cualquier mirada de los Príncipes, pues los acusados son arrojados a un rincón, hacia el cual los príncipes jamás proyectan un rayo de luz, salvo a través de ojos ajenos, es decir, mediante vidrios no pulidos, que presentan la luz y el color según lo ve cada uno. El único que no despreció a los encadenados en estado de mendicidad y con grilletes fue el Príncipe de la tierra y Rey de Reyes, que iluminó a los que estábamos en las tinieblas y en la sombra de la muerte y luego, vueltas sus vísceras hacia la misericordia, se apiadó de nuestras debilidades, para que sin duda lo tuviéramos como abogado ante el Padre. 

 RAZÓN V: Cuando los funcionarios advierten que el príncipe apartó sus ojos de ellos y que no se preocupa por lo que pueda pasar, es inevitable que se comporten con mayor libertad y menor atención. Esta es la naturaleza de los hombres, según la cual se realiza con más negligencia lo que está alejado del control de los superiores. El príncipe no puede ignorar esto, de modo que comete un pecado si aparta de sí toda preocupación y vigilancia, si no observa directa y personalmente los actos y los procesos de sus funcionarios en un asunto tan importante, si no aconseja, si no apremia ni da instrucciones con seriedad para que de ningún modo se cometa una injusticia contra alguien. Está obligado a agudizar la diligencia de sus oficiales y a evitar toda posibilidad de 20 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone que alguna calamidad recaiga sobre personas inocentes. Por lo tanto, que pregunte en especial lo siguiente: 1.¿Son visitadas las cárceles? ¿Cuántas veces? 2.¿Hay presos más escuálidos de lo que es conveniente en una cárcel? 3.¿Hay algunos presos que durante años enteros yacen en lugares fríos o muy cálidos y no son escuchados, de modo que ruegan el final o de sus cadenas o de su vida? 4.¿Cuál es el método y la medida de los tormentos?.¿Cuál es el sistema de interrogación? 6. ¿Cuál es la moderación y la experiencia de los sacerdotes que son convocados? 7. 8. ¿Está asegurada la defensa de todos? ¿Hay algunas protestas del pueblo sobre los comisarios, es decir, sobre los inquisidores? 9. 10. ¿Estos son ávidos de dinero, o inhumanos? Entre todos, ¿hay aunque sea uno que, antes de que un acusado sea convicto, esté más de su parte que de la contraria? 11. ¿Hay uno que alguna vez haya mostrado claramente que él prefería que el acusado fuera declarado inocente más bien que culpable? 12. Y también ¿hay alguno que, cuando un acusado hubiera sido declarado inocente, no se indignara sino que se alegrara? 13. Que pregunte también si alguno de los acusados murió en la cárcel y cómo ocurrió el hecho. 14. Y si en este último caso fue enterrado bajo el patíbulo, ¿cómo se explicó que había tenido una muerte infame? 15. Que también investigue en los diversos juicios qué opinan en uno y otro sentido acerca de las diversas cuestiones que suelen aparecer en los procesos contra las brujas. 16. Que no se pronuncie a favor de una sola parte sin haber ponderado también el argumento de la otra. 21 17. Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone Que exista para todos la posibilidad de decir libremente lo que se piense. 18. leídos. 19. 20. 21. Que inspeccione reiteradamente los protocolos o que ordene que le sean Que estimule dudas o que se ocupe de provocarlas. Que no crea inmediatamente en todo que lo que le es presentado. Que se preocupe de que examinen los juicios más bien los que son de la opinión contraria que los de la misma, para que así la verdad se muestre más claramente. 22. Que nada que no haya sido examinado parezca absurdo a primera vista.. ¿Qué puede ser hoy más paradojal que pensar que el número de brujas es pequeño? Y sin embargo esto podría demostrarse fácilmente si algún príncipe tuviera la paciencia de escuchar y el deseo de aprender, pues no todo lo que reluce es oro, ni todo lo que es contrario a la opinión común es falso. Son muchos los secretos ocultos que deben dejarse lejos de los oídos del vulgo y únicamente susurrados a los más poderosos, pues nada es tan enemigo de la verdad como un prejuicio. Pero dejemos esto, pues lo que el vulgo no puede comprender no se debe decir abiertamente. 

 RAZÓN VI: Quienes muestran mayor celo en los procesos contra las brujas razón por la que los inexpertos los tienen como oráculo- suelen sostener con seguridad que los príncipes buenos siempre se ocupan personalmente de estas causas y lo hacen en forma adecuada. Hace poco, alguien muy talentoso perteneciente a ese grupo, creía argumentar sólidamente contra Tanner u otro religioso, diciendo: “Numerosos príncipes de Alemania, probos y excelentes, luchan vigorosamente contra las brujas con armas y fuego. ¿Quién podría creer, con Tanner o algún teólogo similar, que Dios podría permitir alguna vez que el suplicio tocara también a los inocentes?” Este argumento tendría peso sólo si no se tuviera en cuenta que los príncipes no se toman muy a pecho estas causas ni trabajan lo suficiente como para conocer de cerca los excesos de sus funcionarios, por lo que diría que Tanner y los que lo siguen, que son hombres de 22 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone conciencia recta y cristiana, comprobaron muchas cosas con sus propios ojos y oídos en las cárceles, en los juicios y en los protocolos, y las analizaron con cuidadosa meditación, lo que ni los ojos ni los oídos de los príncipes indicados supieron y que fueron alteradas de forma muy diferente a como las mostraron a los príncipes, envueltas en la niebla o como a los funcionarios les pareció mejor. De aquí que, para que el argumento tenga peso, dan por cierto que la experiencia de los príncipes no es menor que la de los sacerdotes en los procesos contra las brujas, quienes la lograron mediante percepciones particularmente inusuales. ¿Pero acaso los príncipes, buenos por naturaleza, no ordenan muchas cosas diferentes y que sin embargo, al dejar que sean ejecutadas por otros, Dios permite que terminen muy mal? ¿Y por qué no lo permitiría también en estas causas? Por ende, esta argumentación resulta insignificante, o bien presupone lo que yo quería demostrar. 

 RAZÓN VII: Los mismos funcionarios se ocupan de dar por cierto que sus príncipes se se cargan su propia conciencia por estas causas. Eso queda claro cuando algunos eclesiásticos les reclaman que actúen con cautela, y ellos suelen responsabilizar de todo a los príncipes, como si fueran apremiados por éstos. Por eso alguien dijo hace poco: “Sé que en nuestros procesos hay también inocentes, pero no me inquieto, pues tenemos un príncipe muy consciente, que nos acosa continuamente. Sin duda él sabrá, y actuará de acuerdo con su conciencia; que él decida, lo mío es obedecer.” Y hace un tiempo me decía lo mismo otro al que yo objetaba. Ambos habían sido designados por aquel príncipe del que yo decía al comienzo que se apartaba de todos los asuntos, encomendándoselos a sus funcionarios. ¡Cosa verdaderamente ridícula! El príncipe se libera de la preocupación y de la atención esmerada y deja todo librado a la conciencia de los funcionarios. Estos también se liberan y confían en la conciencia del príncipe. A en B y B en A. El príncipe dice: “Que se ocupen los funcionarios”; los funcionarios dicen: “Que se ocupe el príncipe”¿Qué clase de círculo es este? ¿Cuál de ellos responderá ante Dios? Pues, aunque aquéllos vean y éste vea, nadie percibirá. Me cuesta decir qué dolor siento en mi corazón, cuando no es posible decir esto ni 23 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone aconsejar a aquel óptimo y muy pío príncipe, por quien yo no dudaría en perder la vida. 

 RAZÓN VIII: En la actual situación los príncipes no pueden conocer la verdad de los procesos y el descuido de sus funcionarios, salvo que lo intenten personalmente o mediante síndicos ocultos elegidos por ellos mismos; también podrían conocerlo a partir de los funcionarios en persona y de los que emplean los servicios de los laicos o de los sacerdotes o de otros. No pueden obtener información de los funcionarios mismos ni de los que los ayudan, pues éstos actuarán en beneficio propio y no se traicionarán a sí mismos ni se privarán con tranquilidad de un lucro fácil, en especial porque ya en algunos lugares no sólo a los laicos sino también a los confesores se les ha fijado una retribución en dinero por cada uno de los acusados, y porque hay con frecuencia banquetes en los que participan también los inquisidores, en los que se bebe la sangre de los desgraciados, a quienes se exprime intensamente en concierto para el engaño. Tampoco pueden los príncipes recibir informes de otras personas, puesto que éstas no quieren entrometerse en asuntos de este tipo o si, conmovidos por la caridad quieren hacerlo, no son escuchados, o si les escucha una sola palabra, ya por eso mismo se vuelven sospechosos de querer interrumpir el desarrollo de la justicia y de proteger actos delictivos; y con este no pequeño argumento podrían ser acusados de ese mismo delito, como indiqué antes. Para que el lector no piense que exagero y que insisto por mala voluntad, que escuche a un inquisidor, o mejor a dos, de cierto gran príncipe que, hace un tiempo, cuando leyeron el erudito y juicioso Comentario del muy elogiado jesuíta Tanner, se atrevieron a decir que si se hubieran apoderado de él, no hubieran dudado en arrojarlo al potro de tormento. Es sabido que Tanner aconseja prudencia y solidez al tratar la cuestión de las brujas, hacerlo con cautela, y advierte que los jueces se equivocarán si se atribuyen excesiva confianza a sus propios juicios, y otras cosas semejantes. Para hombres ignorantes, esto constituía un indicio suficiente, que podría hacer que un teólogo tan valioso fuese arrastrado a la tortura. Considero que la serenísima sangre de los príncipes alemanes ebulliría 24 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone si oyesen decir estas cosas a sus funcionarios, aunque fuera de lejos. Que ahora un príncipe -si es que alguno me lee- o los consejeros de un príncipe, juzguen con qué clase moderación y competencia esos funcionarios entablan los juicios contra almas viles, contra pobres mujeres; cuando se animaron contra un hombre tan importante, para no decir a la vez que intentaron reformar la Orden. No obstante, es así como Alemania sufre inquisidores o comisarios seculares y laicos, y los príncipes confían todo el problema a la conciencia de ellos. Estos presumen de doctísimos jurisconsultos, cuentan ambiciosamente a sus príncipes y exageran cuántas y qué importantes cosas han hecho en su expedición, con qué amplitud se divulgó la peste de la magia, qué abundante es el número de brujas. Sabemos que entre ellos no sólo se habla mal de Tanner, sino también de muchos otros hombres religiosos y piadosos, que por haber aconsejado con mesura y solidez a los inquisidores para que no realizaran su tarea su tarea con negligencia e impericia, y por haberles probado algunos errores que habían cometido, no sólo no tuvieron éxito sino que fueron infamados con la misma calumnia de magia por las habladurías de los malvados. Por cierto, quien se ocupe de este tema con su pluma o a su palabra, aunque sea breve, se expondrá mucho. Lamento la suerte de los príncipes, cuya conciencia corre serio peligro -pese a que la tienen tan tranquila-, en razón de que sus propios confesores carecen de la libertad o el cuidado de aconsejarlos. Hace poco tomé tres veces la pluma para no adoctrinar a alguno por carta, y otras tantas me contuve. ¿Qué podría esperarme a mí? Sin embargo, digo lo que callan tantos otros, a los que les corresponde hablar y son los únicos que podrían ser escuchados fructuosamente si hubieran podido hablar. En esta obra verdaderamente admonitoria, si la consideras en su totalidad, no hago otra cosa que aconsejar cautela, que reprender los errores de varios, que demostrar que ciertas pruebas o indicios que algunos emplean son de poca importancia. Mi objetivo es ayudar a muchos inocentes. Lo hago con la precaución de no ser más duro de lo que exige el asunto y de lo que conviene a un religioso; no ataco sino a los malos y en general no toco a los buenos ni hablo de ellos. Así, pues, aquí no hay nada de malo, nada que pueda disgustar a los hombre buenos y amantes de 25 Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone la equidad, de modo que, por el contrario, los que aman la equidad y se mueven según la razón y la prudencia se alegrarán de que día a día se abra una vía por la cual sea posible acceder a la ciudadela de la verdad. Estoy completamente seguro de que si esta obra cayera en manos del vulgo, habría muchísimos prefectos responsables de la pena capital que se indignarían y me rechazarían. Sin embargo, por esa reacción quedaría en claro quiénes son y hasta qué punto aman la verdad. Pero, de todas maneras, finalmente queda claro que no habrá quienes se atrevan a aconsejar a los príncipes, cuando éstos no tomen en cuenta estos asuntos, y que además, es importante para su conciencia que los tomen en cuenta. 

 RAZÓN IX: Si los príncipes en persona no acercaran más sus ojos a estas causas y no tomaran de ellas un conocimiento experimental, pecarían gravemente en el caso de que los funcionarios acudiesen a ellos en medio de algunas dificultades, y se atrevieran a resolver por sí mismos qué se debe hacer. Demuestro que cometerían un pecado grave porque inevitablemente resolverán mal, porque no comprenderían las cuestiones ni las informaciones, dado que los jueces emplean un lenguaje nuevo que los príncipes no conocen y que nosotros empleamos hasta ahora a partir de los repositorios de la lengua o de los Capepinos, cuando únicamente pueden ser comprendidos mediante el conocimiento experimental del que les hablase. Para que no se considere que miento, que los príncipes traten de saber si entre todos ellos hay aunque sea uno que, después de encendidas tantas hogueras, sepa hoy qué significan estas frases de los inquisidores, cuando dicen por ejemplo: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Fue escuchada la confesión de Gaya; no satisfizo. Tenemos indicios graves contra ella. Procesamos según documentación alegada y comprobada. Ticia se reconoció culpable sin tortura. Ratificó con absoluta libertad al juez la confesión hecha bajo tortura. Muchas mujeres que acusaron a Gaya fueron muertas. Ticia reconoció todos los puntos y las mismas circunstancias que depusieron acerca de ella las cómplices que la denunciaron. 26 8. Material de la Cátedra de Criminología del Prof. Matías Bailone Sempronia utilizó contra los tormentos el maleficio del silencio. 9. 10. No sintió nada durante los tormentos; rió, durmió. Fue declarada culpable estando presente; no obstante, permaneció sin arrepentirse. 11. Fue encontrada muerta en la cárcel, con su cuello completamente quebrado. El Demonio la estranguló.. Y otras cosas parecidas. Me animo a afrimar que esas palabras no significan aquello que suenan, así como “caballo” no corresponde a “buey”, ni “camello” a “asno”, ni "agua” a “fuego”, como el lector comprenderá a partir de lo que sigue, cuando expliquemos estas maneras de hablar de paso y en los lugares correspondientes. De ahí que, si el inquisidor pregunta al príncipe, por ejemplo, qué ordena que le ocurra al sacerdote Ticio, si acaso no debe ser quemado vivo, puesto que no sólo hay grandes indicios contra él, sino que también fue declarado culpable en presencia y de ninguna manera quiere convertirse ni arrepentirse. ¿Qué significa en este asunto “grandes indicios”, qué significa “ser declarado culpable en presencia”, “no querer convertirse”, “querer morir sin arrepentirse”? Supongamos, por otra parte, que el príncipe consulte a los teólogos y que resuelva la situación no según su opinión, sino según la de ellos. Se equivocará igualmente y del modo más pernicioso. ¿Dónde o en qué libros habrían podido los teólogos encontrar esas frases explicadas? ¿Acaso podrían soñar que el significado de esas palabras había cambiado sin convocar a un concilio de literatos? Por lo tanto es necesario que el príncipe aprenda estas formas de decir y otras similares, pero no las aprenderá si no logra un conocimiento experimental, y no lo logrará, salvo que renuncia a delegar toda la preocupación en sus funcionarios. 

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