sábado, 31 de mayo de 2025

FILÓSTRATO CARTAS DE AMOR FRAGMENTOS

 



FILÓSTRATO CARTAS DE AMOR 

1 [A un jovencito]

1 Las rosas, dejándose llevar por sus hojas como si fueran alas, se han dado prisa por llegar hasta ti. Acógelas con cariño, ya por ser el recuerdo de Adonis, ya la tintura de Afrodita2, ya los ojos de la tierra3. Cierto es que al atleta le corresponde el acebuche, al Gran Rey la recta tiara4 y al soldado el yelmo, pero 1 Ep. 29 en la edición de Olearius. 2 El episodio de la muerte de Adonis herido por un jabalí y el sufrimiento de la diosa Afrodita están Intimamente ligados al nacimiento y al color de la rosa, pero las versiones literarias de este detalle etiológico son múltiples. En el Canto fúnebre por Adonis de Bión (frg. 1.64-66) las rosas brotan de la sangre de Adonis y, a su vez, Nicandro (frg. 65 Schn. = Escolio a Teócrito V 92) re lata que la diosa, mientras corría para encontrarse con su amado malherido, se pinchó con las espinas de la rosa y la flor, que hasta entonces había sido blan ca, quedó teñida con su sangre (cf. Ep. 4). 3 Los ojos empleados como metáfora por la parte más hermosa. En la no vela de Aquiles Tacio (II 1) se reproduce la letrilla de una canción dedicada a la rosa en la que se la llama entre otras cosas «ornato de la tierra» y «ojos de las flores». 4 La «recta tiara» es conjetura de Boissonade a partir de una intuición de Wesseling basada, a su vez, en Jenofonte, Anábasis II5, 23, pasaje en el que se recoge que éste era atributo exclusivo del Gran Rey de los persas. 120 FILÓSTRATO a un jovencito hermoso las rosas, por la afinidad en el aroma y por la familiaridad en el color; sin embargo, no serás tú quien se ciña con las rosas, sino ellas contigo5.

 2 [A una mujer]6 Te he enviado una corona de rosas, no tanto para honrarte —aunque en verdad también para esto—, como para hacer un favor a las propias rosas, para que no se marchiten7. 5 Nótese cómo con este ocurrente final Filóstrato no sólo invierte el géne ro del anathematikón (genus dedicatorium) al privar al regalo de su condición excepcional, sino que al mismo tiempo se está invirtiendo o anulando la estruc tura priamélica, pues el aserto de que la rosa compete a los jovencitos (resalta do sobre el de que el olivo, la tiara o el yelmo corresponden al atleta, el rey o el soldado respectivamente) es invalidado en el momento en que se afirma que es realmente el joven el ornato de la flor. Este tipo de construcción antitética se puede leer en Ep. 2 y 9 y es corriente en los epigramas de la Antología Palati na (cf. V 90, 91 y 142 anónimos y V 143 de M eleagro). 6 Ep. 30 en la edición de Olearius. Algunos manuscritos de la familia 1 in titulan «Al mismo» o «A un jovencito». 7 Sobre este tipo de anathematikón invertido en el que el regalo no benefi cia al destinatario, sino que aquél se ve favorecido por éste, véase la nota 5. Re mitimos también a las páginas de nuestra «Introducción» donde se reproduce el poema de Ben Jonson «A Celia», en el que el poeta inglés se expresa en térmi nos idénticos a los del sofista. Bibliografía sobre la influencia del epistolario de Filóstrato sobre la obra de Ben Jonson puede consultarse en A. R. Benner, F. H. Fobes, The Letters of Alciphron, Aelian and Philostratus, Cambridge (Mass.)-Londres, 1949, pag. 417. CARTAS DE AMOR 

 3 [A un jovencito]8 121 Los lacedemonios se vestían con corazas teñidas de púrpu ra, bien para impactar a sus enemigos por el sobrecogimiento que produce su color, bien para no distinguir la sangre por la si militud del tinte9. Vosotros, en cambio, hermosuras, tenéis que pertrecharos sólo con rosas y aceptar de los amantes esta arma dura10. Así, el jacinto11 le corresponde al mozalbete blanqueci no, el narciso al moreno, pero la rosa a todos, porque también fue mozalbete hace tiempo12, y flor, y medicamento y ungüen to13. Ellas persuadieron a Anquises, ellas desalmaron.a Ares, 8 Ep. 27 en la edición de Olearius. Los manuscritos de la familia 1 intitulan «Al mismo». 9 Noticia tomada de las Antiguas costumbres de espartanos 24 de Plutar co (Mor. 238F), de donde se suprime la primera de las razones por la que se vestían de púrpura, a saber: porque lo consideraban un color muy varonil. So bre esta misma anécdota escriben también Jenof. (Anábasis 12, 16, La repú blica de los lacedemonios 11.3), Eliano (Historias curiosas V I6) y V alerio Máximo, I I 6,2 y en los tres casos se refieren a una túnica (no una coraza) coin cidiendo con la lectura —quizá la facilior— de los manuscritos de la familia 1. 10 Nótese el paso al ámbito metafórico de la militia amoris. 11 Todavía hoy sigue siendo discutida la identificación del jacinto griego. En lo que no parece haber dudas es en el tono oscuro de sus pétalos (cf. Ep. 36 —no en vano la flor brotó de la sangre del joven Narciso—) y que en ellos po día leerse un signo parecido a la ípsilon mayúscula (Y), inicial del nombre del muchacho, o las letras alfa e iota (AI), que serían el lamento de Apolo por ha ber provocado su muerte. 12 En cierto modo la rosa fue el joven Adonis (cf. Ep. 1). 13 Para la rosa como fármaco, cf. Anacreónticas LV 24 (Brioso) «remedio de dolientes es la rosa» (así también Dioscórides, 199 y Plinio en su Historia natural XXI73 ss„ y en el Papiro de Oxirrinco II135 se cita como ingredien te específico para el dolor de oído). En cuanto a la rosa como ungüento, el so fista quizá tenga en mente el aceite de rosas (rodelio) con el que la diosa unge el cadáver de Héctor para preservarlo de las alimañas y la corrupción (Ilíada XXIII186). 122 FILÓSTRATO ellas recordaron a Adonis que viniera14, ellas son el cabello de la primavera, ellas los resplandores de la tierra, ellas las antor chas del amor. 

 4 [A un jovencito]15 Me acusas de que no te haya enviado rosas, pero yo no hice esto por indiferencia ni porque sea una persona incapaz de amar, sino porque veía que, como eras pelirrojo y estabas coro nado con tus propias rosas, no te hacían falta flores ajenas. Ho mero no ciñó con corona al pelirrojo Meleagro16, ya que esto hubiera supuesto un segundo fuego sobre el fuego, y un doble tizón sobre aquél17, pero tampoco a Aquiles, ni a Menelao, ni a 14 Anquises, Ares y Adonis son conquistas de la diosa Afrodita, aquí repre sentada por su flor. Anquises es el padre de Eneas, seducido por la diosa mien tras apacentaba sus reses en el Ida; la versión más célebre de los amores de Ares y Afrodita es la que relata el aedo Demódoco en la Odisea (VIH 266 ss.); y en cuanto a Adonis, Filóstrato alude a la disputa que Afrodita y Perséfone mantenían por hacerse con los favores del joven, disputa que Zeus dirimió dis poniendo que aquél pasara una tercera parte del año con cada diosa y el otro tercio con quien quisiera. Finalmente Afrodita consiguió que el joven perma neciera siempre con ella esa tercera parte en la que aquél podía elegir. 15 Ep. 37 en la edición de Olearius. La mayoría de los manuscritos de la fa milia 1 intitulan «Al mismo». 16 En verdad, cuando Homero menciona al héroe etolio (Iliada II642 y IX 543 ss.) nunca lo presenta coronado. 17 Alusión al mito según el cual, cuando Meleagro nació, las Moiras advir tieron a su madre Altea de que mientras el tizón del hogar ardiera el niño segui ría vivo. Por ello la madre guardaba el tizón en un cofre. Pero cuando Melea gro mató a su tío, el hermano de Altea, durante la cacería del jabalí de Calidón, aquélla enfurecida volvió a echar al fuego el tizón y el joven perdió la vida. En Ep. 21 se menciona en un contexto similar una «corona de fuego» para referir se a una guirnalda de rosas. CARTAS DE AMOR 123 los demás que en su obra lucen un largo cabello. Esta flor es te rriblemente envidiosa, efímera y muy rápido llega a su fin18, y se dice que además tuvo su origen en una penosísima causa; esto es: la espina de las rosas pinchó a Afrodita cuando pasaba, según cuentan ciprios y fenicios19. No nos coronemos con san gre. Escapemos de una flor que ni siquiera respeta a Afrodita20. 

 5 [A un jovencito]21 ¿De dónde eres, jovencito? Dime por qué tan inconmovible te muestras en amores ¿De Esparta dirás? ¿No viste, entonces, a Jacinto, no te coronaste con su herida22? ¿Acaso de Tesalia? 18 En su carácter efímero radica precisamente su belleza (cf Aq. Tac., Π 36, 2). Este mismo motivo será retomado en Ep. 51. 19 Cf. Ep. 1. En este caso parece que se pone la sangre de la diosa en el ori gen de la flor y no del color. Por otra parte, el nombre del padre de Adonis, Ci- niras, es de origen fenicio. 20 La última frase podría admitir importantes diferencias interpretativas se gún la lectura de los códices que se adopte. Entendemos que del texto transmi tido por los manuscritos de la familia 2 se extrae una interpretación más acor de con el contenido de la carta, ya que el destinatario insiste, por las razones expuestas y el argumento de que ni siquiera perdonaron a la diosa, en que no es necesario el uso de las rosas para una guirnalda. Sin embargo, el texto transmi tido por los códices de la familia 1 (allá ti; me stephanoúmetha ánthos, ho onde Aphrodites pheídetai;) podría contener un curioso aprosdóketon final para la carta, recurso del que ya hemos visto que gusta Filóstrato, que además estaría acorde con el tratamiento privilegiado que la rosa tiene para un amante, y que en cierto modo daría la razón al amado que quiere que se le manden rosas: «¿Entonces qué? ¿No nos vamos a coronar con una flor que ni siquiera evita a Afrodita?»; esto es: «¿vamos a despreciar nosotros una flor que se atreve con la propia diosa?». 21 Ep. 41 en la edición de Olearius. La mayoría de los manuscritos de la fa milia 1 intitulan «Al mismo». 22 Entiéndase «con las flores que brotaron de la sangre derramada de su he rida»; cf. Ep. 3. 124 FILÓSTRATO Entonces, ¿no te enseñó tampoco Aquiles de Ftía23? ¿Acaso de Atenas? ¿No pasaste, pues, junto a Harmodio y Aristogiton24? ¿Acaso de Jonia? ¿Y qué más delicado que esa tierra de donde son los Brancos25 y los Claros26, los querubines de Apolo? ¿Acaso de Creta, donde más grande es Eros, que vaga en tomo a sus cien ciudades27? Un escita me pareces y un bárbaro proce dente de aquel altar y sus inhospitalarios sacrificios28. Puedes, 23 Pasaje alusivo a la relación de Aquiles y Patroclo, cuya intrepretación erótica, según Ateneo (XIII, 601A y 602E), remonta al menos a los Mirmido nes de Esquilo. 24 Se refiere a las estatuas que en honor de estos dos amantes paradigmáti cos y tiranicidas se erigieron en el ágora de Atenas y todavía Pausanias pudo ver (18, 5). El episodio del magnicidio (Aristogiton mató a Hiparco, hijo de Pi sistrato y hermano de Hipias, al saber que su amado Harmodio iba a ser forza do por aquél) es recogido por Heród., V 55, V I123, Tucíd., 120 y V I54 o los Escolios áticos (PMG 893-896). 25 Pastor amado por Apolo al que dotó del don de la profecía. Fundó el san tuario de Dídima, en la Jonia asiática, que llegó a gozar de fama similar al de Delfos. Este episodio mítico es mencionado por Longo (IV 17), en un contex to muy similar al de la carta, por Luciano (Diálogos de los dioses 6.2), por los Himnos álficos (34.7) y sobre todo por Calimaco (frg. 194 = Yambos 4.28-31) y Clemente de Alejandría (Misceláneas V 8,48). Otras fuentes completas son Varrón, citado por los Escolios a la Tebaida de Estado VIII198 y Co- nón 33 (FGH 26 FI). Este personaje será citado nuevamente en Ep. 8 y 57. 26 Teopompo en el Escolio a Apolonio de Rodas 1308 transmite dos versio nes sobre la fundación de Claros, ciudad jonia junto a Colofón. Se atribuye bien al héroe epónimo o bien a Manto, la hija de Tiresias. 27 Creta «la de las cien ciudades» o hekatómpolis es epíteto homérico (¡lia da II649) en referencia quizá a la populosidad de la isla. Estrabón (X 4, 15) explica el origen de las diferencias entre éste y el otro epíteto similar con el que Homero designa la isla, «la de las noventa ciudades» (Odisea XIX 174). En cuanto a que fuera sede de Eros, cf. Anacreónticas XIV 22 ss. (Brioso): «Cre ta la opulenta, en que de villa en villa Amor su culto tiene abierto». Además esta idea puede tener, dado el contexto, como trasfondo la conciencia de que tradicionalmente se considerase Creta como la cuna de la pederastía. 28 El pueblo escita es paradigmático para designar la barbarie. Sobre sus CARTAS DE AMOR 125 por tanto, honrar tus costumbres patrias. Así que, si no quieres salvarme, coge tu espada. No voy a pedir indulgencia, no te mas; deseo incluso una herida29. 

 6 [A una mujer]30 Si te muestras casta, ¿por qué sólo conmigo? Si complacien te, ¿por qué no también conmigo?31 sangrientos sacrificios y su adopción y adaptación por los laconios, véase la también filostratea Vida de Apolonio de Tiana 6.20. Aristéneto también se servirá del motivo en Ep. II20. 29 Una vez más Filóstrato gusta de los juegos conceptuales basados en una construcción priamélica, en este ejemplo negativa. Tras dejar claro que este jo ven, detractor amoris, no es de ninguna de las regiones griegas citadas, sino de tierra bárbara, en lugar de recriminárselo o rechazarlo, lo da por válido si aca so con una pasión aún más intensa y autodestractiva. 30 Ep. 43 en la edición de Olearius. Los manuscritos de la familia 1 intitu lan «A un jovencito» o «Al mismo». 31 Sobre la estructura poética de esta epístola, véase el comentario en nues tra «Introducción». Además de los epigramas de Estratón (Antol. Palat. XII 235) y Nicarco (Antol. Palat. XI 252), o, como señalan A. R. Benner, F. H. Fobes, The Letters..., ad loe., los versos de Proper., Π 22, 43 (Aut si es dura, nega: sin es non dura, venito!), la carta puede confrontarse también con otras composiciones del de Sardes en las que se recoge en forma de paradoja el com portamiento inconstante de los jovencitos, también conocido como «tópico de los vilanos del abrojo»; cf. Antol. Palat. XII203: «Me besas cuando no quiero; te beso cuando no quieres. Eres fácil, si te rehuyo; difícil, si te abordo»; otra va riante latina y de tipo heterosexual puede leerse en el Eunuco de Terencio (812 s.): novi ingenium mulierum: / nolunt ubi velis; ubi nolis cupiunt ultro. Una variante del motivo puede leerse también en Aristén., Ep. II 16 (cf. n. 370). 126 FILÓSTRATO 

 7 [A un jovencito]32 Como soy pobre te parezco más deshonroso33. Y lo cierto es que incluso el propio Eros va desnudo, y las Gracias y las estre llas34. Veo también a Heracles en los cuadros cubierto con una piel de fiera y las más veces durmiendo en el suelo35, y a Apolo 32 Ep. 44 en la edición de Olearius. La mayoría de los manuscritos de la fa milia 1 intitulan «Al mismo». 33 Esta epístola responde al esquema de los «encomios paradójicos» cita dos en la «Introducción», aunque en este caso puede entenderse bien como un encomio de la pobreza, bien como una variante del progimnasma del vituperio, unpsogos ploútou o «vituperio de la riqueza» (como en Owio.,Amoresl 10,53 ss.). También en Ep. 38 puede leerse que los pobres son protegidos de la divi nidad, idea que también aparece en M enandro, frg. 256 (Κ.-Th). Por otra par te, las concomitancias entre esta carta (y Ep. 23) y los pasajes de Tibul., 15,61 ss. (encomio de la pobreza) y II3,79-80 (castigo voluntario) hicieron postular un origen común de la epistolografía erótica y la elegía latina en la elegía eró tica helenística. 34 Utilización sesgada de la iconografía mitológica en los exempla adu cidos por el remitente. En el caso de Eros y las Gracias se los representa desnu dos como paradigma de belleza natural, sin aditamentos, no de la pobreza; cf. Proper., I 2, 8 Nudus Amor formae non amat artificem', y el frg. 87 (CA) de Euforión: charítessin apharésin. Que las Gracias están desnudas es, además, frase recogida en las colecciones de paremiógrafos antiguos (Apostolio, 182, Zenobio, 136, Gregorio de Chipre, 133). Aristéneto se sirve del mismo mo tivo en Ep. II21. 35 La imagen de Heracles cubierto con la piel del león de Nemea y durmien do en el suelo que el remitente asegura haber visto en cuadros podría estar re mitiendo veladamente a las también filostrateas Imágenes (cf. Π 22 «Heracles y los Pigmeos»). Pero la referencia en la carta a «dormir en el suelo» puede ser igualmente una alusión a la thyraulía, o imagen del amante durmiendo en la puerta de la amada, uno de los elementos que forman parte del paraklausíthy ron, uno de los topoi que, a su vez, configuran el género de composición litera ria del kdmos. Para las koimeseis epi thyrais de los amantes, véase el ilustrativo pasaje del Banquete platónico (183a). El motivo se repite en Ep. 14. Por su par te, el epistológrafo Aristéneto se servirá del motivo en varias composiciones. CARTAS DE AMOR 127 con un liviano calzón lanzando el disco, disparando el arco o corriendo36; en cambio, los reyes persas viven con voluptuosi dad y se entronizan altivos alegando como prueba de majestad su mucho oro. Por ello sufrieron de tan mala forma el ser ven cidos por los indigentes griegos. Era un mendigo Sócrates, pero corría a cobijarse bajo su capa raída el rico Alcibiades37. La po breza no es motivo de reproche, ni la fortuna exime de culpa a nadie en su relación con el prójimo. Mira el teatro: el pueblo lo componen los pobres. Mira los juicios: los pobres se sientan en el tribunal. Mira las batallas: mientras que los ricos con sus ar maduras de oro abandonan la formación, nosotros, en cambio, destacamos por nuestro valor. Y en la actitud que tenemos con vosotros, hermosuras, observa cuánta diferencia hay. El rico se ensoberbece con el que ha seducido, como si lo hubiera com prado. El pobre da las gracias como quien ha sido objeto de pie dad. Aquél se vanagloria de su presa, el pobre guarda silencio. Además el ilustre achaca la conquista a los recursos de su atrac tivo personal; el pobre, en cambio, a la benevolencia de quien la concede. El rico envía en calidad de mensajero a un adulador, a un parásito, a un cocinero y a los camareros; el pobre, a sí mismo, para no perder en estos menesteres el honor de hacerlo él mismo. El rico, cuando ha hecho un regalo, de inmediato queda de manifiesto, pues el asunto se pone en evidencia para 36 También en Imágenes 124 Filóstr. se recrea en la descripción de Apo lo lanzando el disco que hirió de muerte a Jacinto, aunque no se menciona su indumentaria. En cualquier caso, la interpretación de la prenda citada en la car ta se presenta ambigua, ya que el término griego zoma puede hacer referencia a una túnica corta o calzón (con lo que se incidiría en la liviandad de la vesti menta), pero también a un cinturón o talabarte de cuero del que la divinidad lle varía colgadas sus armas (con lo que se incidiría en la desnudez). 37 Para la relación de Sócrates y Alcibiades, véase preferentemente el Ban quete de Platón (219b-d). La imagen de Alcibiades bajo el manto del filóso fo puede leerse también en los Amores de Luciano (54). 128 FILÓSTRATO la multitud de los que están al corriente, de manera que ningu no de los vecinos ni de los viandantes que por allí pasan se que dan sin conocer el hecho. El que tiene trato con un amante po bre pasa desapercibido, pues no va unida a la demanda la indiscreción, evita dilvulgarlo entre ajenos, para que no surjan rivales en amores entre los que son más poderosos que él (cosa fácilmente esperable), y no confiesa su suerte, sino que la ocul ta. ¿Qué más puedo decir? El rico te llama su amado; yo mi dueño. Aquél su lacayo; yo mi dios. Aquél te considera una par te de su patrimonio; yo, en cambio, todo lo mío. Por eso, si aquél se enamora de nuevo de otro, tendrá la misma disposición con él; el pobre, en cambio, se enamora sólo una vez. ¿Quién es capaz de quedarse contigo cuando estás enfermo? ¿Quién de quedarse en vela? ¿Quién de seguirte al campo de batalla? ¿Quién de interponerse ante una flecha disparada? ¿Quién de caer por ti?38 En todo eso soy rico. 

 8 [A un jovencito]39 De que, pese a que soy extranjero, te ame, no te asombres: no se puede condenar a los ojos por extranjería40, pues la belle 38 Las interrogaciones retóricas del remitente enlazan con la creencia gene ralizada de que un ejército formado por amantes y amados puede llegar a ser invencible, al modo del célebre «batallón sagrado» tebano. Son muchos los pa sajes que lo testimonian·. Plat., Banquete 178e-179a, Jenof., Banquete 8, 32- 34, Plut., Erótico 17 (Mor. 761B-C), Charlas de sobremesa 16 (Mor. 618D), Pelópidas 18, Ateneo, XIII, 561F, 602A. Sobre Gorgidas como creador del batallón tebano, véase Polieno, Estratagemas Π 5. 39 Ep. 46 en la edición de Olearius. Los manuscritos de la familia 1 intitu lan «Al mismo». 40 El remitente se presenta como «víctima» de una graphs xenías (así en el Atica o xenelasía en Laconia), proceso (generalmente con castigo de destierro) CARTAS DE AMOR 129 za prende en ellos del mismo modo que el fuego y es preciso que aquélla resplandezca para que éstos se incendien inmedia tamente; pero ni con los oídos ni con los ojos hay que hacer dis tingos entre extranjeros y ciudadanos, sino que para ambos son los mensajeros del alma41. Desde luego Branco42 no huyó de Apolo porque fuera extranjero, ni Hilas43 de Heracles, ni Atim- nio44 de Radamante, ni Patroclo45 de Aquiles, ni Crisipo46 de Layo. También amaba a Esmerdies47 Polícrates el Samio, y al al que se sometía a los extranjeros que habían usurpado derechos de ciudada nía. La carta se incluye en el tipo que se ha dado en llamar encomio paradójico y la argumentación es típicamente escolar, basada en una batería de exempla (¡veintitrés!), de los que once son mitológicos (Branco, Hilas, Atimnio, Patro clo, Crisipo, Esmerdies, Agesilao, Asclepio, Zeus, Ganimedes y el Fénix) y doce de la naturaleza o realia (lluvia, ríos, Nilo, sol, alma, ruiseñor, golondri na, alción, elefante, letras, tisú y magos). Este mismo tema reaparecerá en Ep. 28. 41 Filóstrato introduce una variante o ampliación del topos de los ojos como vía de acceso de la pasión erótica asimilándolo al del «amor de oídas». 42 Cf. Ep. 5, n. 25 43 Hilas es hijo de Teodamante, rey de los dríopes, amado por Heracles. Durante una escala en la expedición de los argonautas, el joven fue raptado por las ninfas de una fuente, lo que provocó que el hijo de Zeus abandonara la ex pedición. Así lo relata Apolonio de Rodas en Argonáuticas 1207 ss. Especial mención merece la reelaboración literaria del motivo en el Idilio XIII de Teócr. 44 Atimnio es una aguda corrección de Boissonade por el transmitido Li- cimnio. Atimnio es hijo de Zeus y Caisopea, al que Apolodoro en su Bibliote ca (III 6) presenta como amado por los cretenses Radamante, Minos y Sarpe don, hijos de Zeus y Europa. 45 Cf. Ep. 5, n. 23. 46 Hijo de Pélope violado por Layo (cf. Ateneo, XIII, 602F). Este episodio se disputa con el de Orfeo en Tracia los orígenes mitológicos de la pederastía. 47 Episodio homoerótico narrado por Eliano (Historias curiosas IX 4), quien también cita la relación con Anacreonte: Polícrates, celoso de Anacreon te, hizo que el joven Esmerdis se cortara la cabellera (cf. Ateneo, ΧΠ, 540C y Anacreonte, PMG 366 y quizá también PMG 347, frg. 1). 130 FILÓSTRATO jovencito persa48 Agesilao (no conozco el nombre del mozalbe te). Foráneas son también las lluvias para la tierra, los ríos para el mar, Asclepio49 para los atenienses, Zeus para nosotros50, el Nilo51 para los egipcios y el sol para todos. Extranjera es tam bién el alma para el cuerpo, el ruiseñor para la primavera, la go londrina para la casa, Ganimedes52 para el cielo, el alción53 para la roca, el elefante54 para los romanos y el ave Fénix55 para los indios: ésta es extranjera y además se demora; y a la cigüeña, en cambio, quienes primero la ven también la veneran56. Foráneas 48 El nombre del jovencito persa es Megabates según Jenof., Agesilao 5 y Plut., Agesilao 11. 49 Recuérdese que su principal centro de culto estaba en Epidauro, en la Ar golide. 50 Quizá haya de entenderse que el remitente escribe en un contexto roma no y no griego, y probablemente también que éste sea uno de los pocos realia extralingüísticos que identifiquen remitente y autor. 51 La ubicación de las fuentes del Nilo fue ya tema de debate en el mundo antiguo. 52 La variante mítica más común, la del rapto de Ganimedes mientras pas toreaba en los montes de Troya por Zeus metamorfoseado en águila, fue pronto motivo paradigmático en la erótica pederástica de la literatura clásica. 53 Alcíone, hija de Eolo, fue metamorfoseada en ave por Zeus y Hera por comparar su felicidad conyugal con la de los dioses y castigada a poner sus huevos en la orilla con lo que el mar terminaba llevándoselos. Finalmente Zeus se apiada y hace que los vientos se calmen siete días antes y después del sols ticio de invierno para que pudiera incubarlos. Éstos son los llamados «días del alción». 54 Aunque el marfil era ya utilizado desde época arcaica, los griegos cono cieron el empleo de los elefantes como medio de guerra en la Batalla del Hidas- pe en la que Alejandro se enfrentó al rey Poro (326 a. C.), mientras que los ro manos en la invasión de Pirro (280 a. C.). 55 Cada quinientos años, según los de Heliópolis (así en Heród., Historias Y Ti). 56 E lian o en su Historia natural X 16 hace referencia a esta misma prácti ca referida a los egipcios. CARTAS DE AMOR 131 son también las letras, pues llegaron de Fenicia57, y el tisú de los seres58 y el saber divino de los magos, cosas todas estas de las que hacemos uso con más placer que de las de la tierra, porque rara es la posibilidad de adquirir aquéllas, mientras que a la po sesión de éstas, en cambio, le damos poco valor59. Mejor es también el amante extranjero, en la medida en que está más li bre de sospecha por ser desconocido, y de cara a pasar desaper cibido es más reservado. Pero si precisas que esté instalado, ins críbeme y sé mi Zeus Fratrio y mi Apolo Patrio, pero mi tribu que sea la de Eros60. 

 9 [A un jovencito]61 ¿Qué les ocurre a las rosas? Antes de estar a tu lado eran hermosas, genuinas rosas (porque yo no las habría enviado si no hubieran merecido que las tuvieras), pero al llegar se mar chitaron inmediatamente y expiraron62. No sé con exactitud la 57 Es un hecho admitido que el alfabeto griego procede del fenicio (cf. H e- ród., Historias V 58), aunque más complejo es elucidar cuándo, dónde y en qué circunstancias se produjo la adaptación. 58 El «tisú de los seres» (Serón hyphaí) es corrección de Boissonade (mo riente Wesseling) por un ininteligible «ninfas de las sirenas» (Seirinôn nytnp- hai) de los códices. 59 La idea de que aquello que es escaso o ajeno es también de más valor pasó pronto a ser proverbial. 60 Las tribus (phylaí) eran divisiones territoriales basadas en pertenencia a grupos de parentesco y, aunque su organización, estructura e importancia fue variando con el tiempo, puede decirse que constituían la base de la sociedad y dominaban la vida política. Aquí la nota erótico-humorística de Filóstrato es evidente. 61 Ep. 33 en la edición de Olearius. La mayoría de los manuscritos de la fa milia 1 intitulan «Al mismo». 62 Agudo juego de palabras, como bien señala F. Conca, Alcifrone. Filos 132 FILÓSTRATO causa, pues no quisieron decirme nada, pero es fácil deducirla: no soportaron verse superadas en gloria, ni resistieron la rivali dad contigo, sino que, tan pronto como tocaron una piel más aromática, al instante murieron. Así también le sucede al farol superado por un fuego mayor, y las estrellas se apagan cuando no pueden mirar de frente al sol. 

 10 [A un jovencito]63 A los pájaros los acogen los nidos, a los peces las rocas, los ojos a los jóvenes hermosos64. Aquéllos emigran, cambian de residencia y se establecen aquí o allá (pues los guían las esta ciones según lo van marcando); pero cuando la belleza ha flui do una sola vez hasta los ojos ya no se aleja de esa morada. Así también yo te acogí y te llevo por doquier en las redes de mis trato... Lettere d’amore, Milán, 2005, ad loe., con esta forma verbal (apépneu- se) que también puede significar «perdieron su aroma». La carta recoge una nueva variante del género anathematikón con las rosas como protagonistas: el regalo, en lugar de ser motivo de encomio —que lo es, como bien aclara el re mitente en el paréntesis— queda desvirtuado en presencia del destinatario (véase en este mismo sentido en el epigrama de Antol. Palat. V 143 de M eleag., cómo se mustia la corona en las sienes de Heliodora). Una constante en este tipo de género de composición literaria es la personificación del regalo, en nuestro caso rosas que no sólo son capaces de sentir pudor o vergüenza, sino que incluso poseen la capacidad de hablar (cf. Ep. 20,46,54 y 63). También en Aristén., Ep. I 3, el aroma de Limone supera todas las fragancias del locus amoenus. 63 Ep. 50 en la edición de Olearius. La mayoría de los manuscritos de la fa milia 1 intitulan «Al mismo». 64 La imagen de los ojos como órganos captores de la imagen del ser ama do está aquí ampliada con la metáfora venatoria de la red. La carta va adqui riendo un tono creciente en el que la pasión amorosa va llevando a la obnubi lación o embotamiento de los sentidos del amante. CARTAS DE AMOR 133 ojos; y si llego a la montaña65, te me asemejas a un pastor que sentado es capaz de seducir a las rocas66; y si llego al mar, el mar te hace emerger como a Afrodita las profundidades67; y si a una pradera, destacas entre las propias flores. En verdad nada semejante brota allí. Porque, por muy hermosas que sean y do tadas de encantos de otro tipo, por el contrario duran un solo día. Y es cierto que cuando estoy junto a un río, éste se desva nece —no me explico cómo— y, en su lugar, creo que eres tú el que fluye, hermoso, grande, mucho mayor que el mar. Y cuando miro al cielo pienso que el sol se pone y que deambula en algún tipo de nivel inferior, y que en su lugar luce quien yo quiero. Y si además se hace de noche, veo sólo dos estrellas, al Héspero68 y a ti. 65 La forma transmitida por los códices de la familia 2 (la familia 1 omite la frase completa) kán te émporós tis («si llego como un viandante») ha trata do de ser corregida desde las primeras ediciones. Preferimos la conjetura de Westermann kán t’ ep’ oros ti más acorde con el contexto anafórico y paleográ- ficamente plausible. 66 Entiéndase «con tu hermosura». Con este impossibile se quiere aludir a Orfeo como paradigma mitológico, músico capaz de mover rocas, animales y árboles con su arte. 67 La figura de Afrodita anadyomene o emergiendo del mar es paradigmá tica en la écfrasis de la belleza femenina. Lo anecdótico aquí es que la carta es de orientación homoerótica masculina, de hecho de algún manuscrito se dedu ce que el destinatario es una mujer, como índica J. F. Boissonade, Philostrati Epistolae..., Paris-Leipzig, 1842, pág. 142: nam satimpro tous kaloùs exhibet tàs kalás. Esta advocación de la diosa volverá a ser citada en Ep. 36 y en Aris- tén., Ep. 17. 68 El Héspero como astro más hermoso de la bóveda celeste es citado ya así en Iliada XXII 318

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