ESTUDIO
INTRODUCTORIO
por
MIGUEL
CANDEL
ARISTÓTELES,
PRIMER
FILÓSOFO SISTEMÁTICO
Aunque
Platón es el pensador que plantea todos los grandes problemas que después irá
abordando la filosofía a lo largo de los siglos, puede decirse que Aristóteles,
el más creativo de sus discípulos, es quien por primera vez sistematiza esos
problemas y crea un vocabulario relativamente riguroso para enunciarlos y
tratarlos.
Lo
que Platón trata en sus diálogos de manera dispersa, con lenguaje a menudo alegórico
y sin seguir ningún plan preconcebido, Aristóteles lo ordena en una serie de
tratados sistemáticos que, como veremos al hablar de su obra, son el origen de
la mayoría de las ramas del saber todavía cultivadas en la actualidad.
Su
obra es, por ello, como una gran enciclopedia del saber de su época, que da la
pauta para casi todas las disciplinas que la humanidad cultivará después. Como
veremos con más detalle en los distintos apartados de este prólogo, Aristóteles
elabora una detallada teoría del mundo y del hombre.
En
su visión del mundo parte de una serie de conceptos básicos, ya introducidos
por Platón y otros pensadores anteriores (los llamados presocráticos, o autores
anteriores a Sócrates), pero que él define con mayor rigor. Ante todo, el de «ser»,
término generalísimo, tan general que Aristóteles considera necesario acotarlo
distinguiendo en él varios sentidos. De esos sentidos, el principal es lo que
tradicionalmente se ha llamado sustancia, es decir, lo que es por sí mismo, que
existe independientemente de otras cosas. En sentido derivado, llama también
seres a las propiedades que poseen las sustancias, propiedades que no existen
por sí mismas, sino sólo en la medida en que van unidas a las sustancias. Estos
conceptos básicos son los que estudia la metafísica.
Su
concepción del hombre forma parte de su teoría del mundo, y más concretamente
del estudio de la naturaleza, que Aristóteles llama Física. Pues el ser humano no es, para Aristóteles, sino un tipo
particular de animal (y los animales, a su vez, son un tipo particular de seres
naturales dotados de una estructura material llamada cuerpo). Pero el animal
humano, además de tener vida y unas facultades que le permiten percibir lo que
le rodea a través de los órganos de los sentidos, tiene también entendimiento,
una facultad muy peculiar que, a diferencia de los sentidos, estrechamente
vinculados al cuerpo, parece que no depende estrictamente de éste.
Gracias
a su entendimiento, el ser humano puede conocer no sólo los fenómenos que
tienen lugar en el mundo, sino también sus causas o principios, construyendo
teorías. Y a la vez puede dirigir su propio comportamiento siguiendo unas
pautas que constituyen lo que Aristóteles llamará saber práctico, que es el
objeto de estudio de la ética. Ésta, a su vez, forma parte del saber con que el
hombre dirige su comportamiento social: la política. Por otro lado, en su búsqueda
y transmisión del conocimiento, el ser humano se sirve de unas reglas o pautas
que constituyen la lógica o dialéctica, surgidas de la necesidad de argumentar
en la discusión con los demás. En relación con esto último, el estudio de lo
que hoy llamaríamos genéricamente la comunicación es lo que Aristóteles llama
retórica, o arte de construir expresiones lingüísticas eficaces para transmitir
nuestras ideas a los demás. Derivado de ese estudio surge el de las formas
literarias, que Aristóteles aborda en lo que se conoce como poética.
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