sábado, 6 de enero de 2024

Antología poética Francisco de Quevedo FRAGMENTO



 Antología poética

Francisco de Quevedo

-11-

El tiempo no ha sido benévolo y justo con don Francisco de Quevedo; para su fama

-ese rumor común del mundo- ha recogido sólo la chispeante y desfatigosa nota juvenil

de su obra, dejando en sombra y olvido lo más denso y humano de su pensamiento.

Quevedo, así, aparenta ser apenas el Quevedo de burlas, despiadado y quemante; el

Quevedo de la política y la aventura, el de la intriga por dentro; un Quevedo a flor de

ola, que ignora dónde le arrastra el mundo y sus contingencias, que pasará la muerte

como un trago inesperado y sencillo. Esta es la cara corriente que la moneda de la fama

nos da del pintor del Licenciado Cabra. El busto que fue esculpido en ella presenta

aquellas gafas de cristal grueso, que separan los ojos del contacto directo con las cosas,

y quizá las deforma y las enturbia. Pero, como toda moneda, tiene también el sello que

atestigua el valor, y que, hurtándonos la figura, nos da el otro sentido real de su

importancia. Toda moneda tiene su cruz. Este reverso, en Quevedo -velado por su fácil

fama y puesto casi en olvido-, es el de su humanidad, el de su cruz, el de la antiburla:

Unamuno diría el de su agonía. En los escritores satíricos se da, con ira o melancolía,

este conocimiento de la dualidad del mundo: luz y sombra, vida y muerte, imagen de su

propio ser. Es fácil advertir en la luz de sus risas, aquella -12- vaga tristeza que «fiso

ser rudo trovador» al socarrón Arcipreste de Hita; no deja tampoco de mostrarse en lo

sombrío, la

fatiga dulce y inquietud preciosa,

que les mueve cuando quieren resolver en sí mismos aquella dualidad originaria,

unificando las vivencias contrarias -vida y muerte- en una tensión angustiosa de su

alma, en un paroxismo: nace en ellos, con este intento, la conciencia de la imposibilidad

de expresar en el tiempo y en las palabras su deseo, y las voces usadas se mueven entre

límites conceptismo un juego retórico fácil -«pajaritos de plumas de tintero» dijo el

propio Quevedo-, atento sólo al brillo de la imagen: esta posición crítica, poco

humanista, peca justamente por cegarse ante la forma, ignorando la hondura inesperada

que alcanza respecto al ser, un poeta como Quevedo. Las formas sensibles y extremas

en que se mueve la lírica del Siglo de Oro español, apartando la mecánica difícil, pero

clarificada por estudios como los de Dámaso Alonso, de Góngora, son las que

representan fray Luis de León y Quevedo: la soledad apacible y deseada por la razón,

con que el autor de Los nombres de Cristo, esquiva el mundo en busca de la paz:

traspasaré la vida

en gozo, en paz, en luz no corrompida,

(y que podría tener como lema otro verso, del mismo poeta: «huye, que sólo aquel que

huye escapa»); frente a la entrega total de Quevedo, a la violenta vida,

descolorida paz, preciosa guerra.

-13-

Fray Luis huye, y por ello escapa del tiempo, buscando la eternidad, creando su

estilo bajo una luz no corrompida de sombras. Quevedo se agita, quiere aunar la luz y la

tiniebla, hacer una la vida y el morir, resolviendo aquella íntima antinomia,

amando la vida con saber que es muerte.

Para el autor de la explanación del Cantar de los Cantares, la perfección está en el

«ver sin movimiento», en la impasibilidad ardiente del conocer angélico; para el autor

de La cuna y la sepultura, en el hacer con la vida, en el tiempo, la estatua de su

inmortalidad, «cavar en mi vivir mi monumento», no ignorando que de sus actos se

levanta la propia eternidad:

solamente

lo fugitivo permanece y dura.

No se trata, pues, de diferencias críticas entre clasicismo y romanticismo, pues

ambos buscan el mismo tono humano de su perfección poética, ambos conforman lo

externo formal al contenido de ideas que lleva su poesía, sino de temperamento vital, en

el ansia totalitaria de existir. Quevedo vive con desesperadas raíces en la tierra: «la vida

es mi prisión, y no lo creo» dice, y soñando la libertad y el amor, se desengaña cuando

busca abrazar enardecido la figura ajena:

aire abrazo, agua aprieto,

quedando en aquella soledad que le revela a él -esclavo de las ansias y el suspiro-, que

apenas es ceniza que sobró a la llama, inerte seña de su vida, viva muerte. Humana es

toda la poesía de Quevedo, Y como tal, infatigable a la visión del mundo, amplia de

vuelo, aunque no siempre de sostenida intensidad.

-14-

En esta selección de las nueve musas del Parnaso Español, de Quevedo, se ha

pretendido resucitar -sin eliminar el otro- el aspecto desdeñado de su grandeza,

basándose en aquello que no puede morir porque es eterno, como el hombre: su

angustia, su humanidad, y aquella guerra entre la muerte y la vida, que es toda agonía:

Y así es verdad, Inarda, cuando escribo,

que yo soy y no soy, y muero y vivo.

Roque Esteban Scarpa

-15-

Sonetos

Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de

la hermosura, para no malograrla

La mocedad del año, la ambiciosa

vergüenza del jardín, el encarnado

oloroso rubí, tiro abreviado,

también del año presunción hermosa:

la ostentación lozana de la rosa, 5

deidad del campo, estrella del cercado,

el almendro en su propria flor nevado,

que anticiparse a los calores osa:

reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas

de la hermosura y la soberbia humana, 10

que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas,

de ayer te habrás de arrepentir mañana,

y tarde, y con dolor, serás discreta.

Compara el discurso de su amor con el de un

arroyo

Torcido, desigual, blando y sonoro,

te resbalas secreto entre las flores,

hurtando la corriente a los calores,

cano en la espuma, y rubio como el oro.

-16-

En cristales dispensas tu tesoro, 5

líquido plectro a rústicos amores,

y templando por cuerdas ruiseñores,

te ríes de crecer, con lo que lloro.

De vidro en las lisonjas divertido,

gozoso vas al monte, y despeñado 10

espumoso encaneces con gemido.

No de otro modo el corazón cuitado,

a la prisión, al llanto se ha venido,

alegre, inadvertido y confiado.

Amante que hace lección para aprender a amar

de maestros irracionales

Músico llanto en lágrimas sonoras

llora monte doblado en cueva fría,

y destilando líquida armonía,

hace las peñas cítaras canoras.

Ameno y escondido a todas horas, 5

en mucha sombra alberga poco día:

no admite su silencio compañía,

sólo a ti, solitario, cuando lloras.

Son tu nombre, color, y voz doliente,

señas más que de pájaro, de amante: 10

puede aprender dolor de ti un ausente.

Estudia en tu lamento y tu semblante

gemidos este monte y esta frente:

y tienes mi dolor por estudiante.

-17-

Amante desesperado del premio y obstinado en

amar

Qué perezosos pies, que entretenidos

pasos lleva la muerte por mis daños;

el camino me alargan los engaños

y en mí se escandalizan los perdidos.

Mis ojos no se dan por entendidos, 5

y por descaminar mis desengaños,

me disimulan la verdad los años

y les guardan el sueño a los sentidos.

Del vientre a la prisión vine en naciendo,

de la prisión iré al sepulcro amando, 10

y siempre en el sepulcro estaré ardiendo.

Cuantos plazos la muerte me va dando

prolijidades son, que va creciendo,

porque no acabe de morir penando.

Exhorta a los que amaren, que no sigan los

pasos por donde ha hecho su viaje

Cargado voy de mí, veo delante

muerte, que me amenaza la jornada:

ir porfiando por la senda errada

más de necio será que de constante.

Si por su mal me sigue necio amante 5

(que nunca es sola suerte desdichada),

¡ay!, vuelva en sí, y atrás, no dé pisada

donde la dio tan ciego caminante.

-18-

Ved cuán errado mi camino ha sido;

cuán solo y triste y cuán desordenado, 10

que nunca ansí le anduvo pie perdido:

pues por no desandar lo caminado,

viendo delante y cerca fin temido,

con pasos, que otros huyen, le he buscado.

A una dama que apago una bujía, y la volvió a

encender en el humo soplando

La lumbre, que murió de convencida

con la luz de tus ojos, y apagada,

por si en el humo se mostró enlutada,

exequias de tu llama ennegrecida.

Bien pudo blasonar su corta vida, 5

que la venció beldad tan alentada,

que con el firmamento en estacada

rubrica en cada rayo una herida.

Tú, que la diste muerte, ya piadosa

de tu rigor, con ademán travieso 10

la restituyes vida más hermosa.

Resucitola un soplo tuyo impreso

en humo, que en tu boca es milagrosa,

aura que nace con facción de beso.

Afectos varios de su corazón, fluctuando en las

ondas de los cabellos de Lisi

En crespa tempestad del oro undoso

nada golfos de luz ardiente y pura

mi corazón, sediento de hermosura,

si el cabello deslazas generoso.

-19-

Leandro en mar de fuego proceloso 5

su amor ostenta, su vivir apura;

Ícaro en senda de oro mal segura

arde sus alas por morir glorioso.

Con pretensión de fénix encendidas

sus esperanzas, que difuntas lloro, 10

intenta que su muerte engendre vidas.

Avaro y rico, y pobre en el tesoro,

el castigo y la hambre imita a Midas,

Tántalo en fugitiva fuente de oro.

Conoce las fuerzas del tiempo, y el ser ejecutivo

cobrador de la muerte

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!

¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!

¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,

pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz de tierra el débil muro escalas, 5

en quien lozana juventud se fía;

mas ya mi corazón del postrer día

atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!

¡Que no puedo querer vivir mañana, 10

sin la pensión de procurar mi muerte!

¡Cualquier instante de la vida humana

es nueva ejecución, con que me advierte

cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

-20-

A Aminta, que teniendo un clavel en la boca,

por morderle se mordió los labios, y salió

sangre

Bastábale al clavel verse vencido

del labio en que se vio, cuando esforzado

con su propia vergüenza lo encarnado,

a tu rubí se vio más parecido.

Sin que en tu boca hermosa dividido 5

fuese de blancas perlas granizado,

pues tu enojo, con él equivocado,

el labio por clavel dejó mordido.

Si no cuidado de la sangre fuese,

para que a presumir de tiria grana, 10

de tu púrpura líquida aprendiese.

Sangre vertió tu boca soberana,

porque roja victoria amaneciese,

llanto al clavel, y risa a la mañana.

Amor que, sin detenerse en el afecto sensitivo,

pasa al intelectual

Mandome, ¡ay Fabio!, que la amase Flora

y que no la quisiese, y mi cuidado

obediente, y confuso, y mancillado,

sin desearla, su belleza adora.

Lo que el humano afecto siente, y llora, 5

goza el entendimiento amartelado

del espíritu eterno, encarcelado

en el claustro mortal que le atesora.

-21-

Amar es conocer virtud ardiente;

querer es voluntad interesada, 10

grosera, y descortés caducamente.

El cuerpo es tierra, y lo será, y fue nada;

de Dios procede a eternidad la mente,

eterno amante soy de eterna amada.

En vano busca la tranquilidad en el amor

A fugitivas sombras doy abrazos,

en los sueños se cansa el alma mía;

paso luchando a solas noche y día,

con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos, 5

y viendo mi sudor se me desvía,

vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,

y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana,

que no se aparta de los ojos míos; 10

búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos,

y como de alcanzarla tengo gana,

hago correr tras ella el llanto en ríos.

Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,

es herida, que duele y no se siente,

es un soñado bien, un mal presente,

es un breve descanso muy cansado.

-22-

Es un descuido, que nos da cuidado, 5

un cobarde, con nombre de valiente,

un andar solitario entre la gente,

un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,

que dura hasta el postrero parasismo, 10

enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, este es tu abismo:

mirad cuál amistad tendrá con nada,

el que en todo es contrario de sí mismo.

A la edad de las mujeres

De quince a veinte es niña; buena moza

de veinte a veinticinco, y por la cuenta

gentil mujer de veinticinco a treinta.

¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza; 5

mas puédese comer con sal pimienta;

pero de treinta y cinco hasta cuarenta

anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,

ganguea, pide y juega del vocablo; 10

y cumplidos los cincuenta, da en santera,

y a los cincuenta y cinco echa el retablo.

Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,

bruja y santera, se la lleva el diablo.

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