jueves, 16 de noviembre de 2023

I UN GRAN SANATORIO MIGUEL SERRANO FRAGMENTO




 I

UN GRAN SANATORIO

Se sabe que Suiza es un país especial, pero se ignora

generalmente que en el fondo del suizo duerme un

romántico, más allá de eso que los suizos llaman su

"espíritu helvético", que envuelve todos los Cantones,

desde la Suiza francesa, pasando por la alemana, hasta la

italiana, haciendo tan diferente a este último de la Italia del

norte, de Milán y el Lago de Como, del que apenas lo

separan una decena de kilómetros. Calladamente, el suizo

sufre de ser como es, o como el mundo cree que es: un

pequeño burgués preocupado de su seguridad, de sus

bancos, de sus relojes, de sus quesos, con una visión muy

limitada, por la cercanía de un monte a otro. Si ha llegado a

ser así, o a aparecer así, el suizo compénsase preparando su

tierra para un advenimiento: el arribo de un visitante

extraordinario, que debe venir cada cierto número de años

y que, ignorando las normas del "espíritu helvético",

haciendo caso omiso de ellas, se proyecta a la eternidad. En

el pasado, este país ha recibido a Rilke, a Romain Rolland, a

Hermann Hesse, a Tomás Mann, a Nietzsche. Aquí vive

hoy Krishna Murti.

De este modo, creando las condiciones propicias al

advenimiento, el suizo se redime. Mientras tanto, es el

hotelero, el administrador de un Gran Sanatorio de la

humanidad, que provee los medios para que algunos seres

de excepción, en los que él se proyecta, puedan vivir, sufrir,

soñar aquí; a menudo, morir aquí. En este Gran Sanatorio,

que los suizos regentan, además de los relojes con los que

cuentan los minutos de esas vidas, les han proporcionado el

trampolín para saltar a la eternidad. y si en verdad no

fueran los habitantes de este país quienes lo hacen posible,

entonces lo serán sus montes, sus nieves puras, sus lagos y

sus bosques; los sueños que se anidan profundamente en el

alma de esta tierra, que ella no realiza, pero que permite

realizar a otros.

Leí a Nietzsche en mi adolescencia. Desde aquellos años,

creo que no volví a sus libros. Sabía, sin embargo, que la

más grande influencia en la literatura y vida de Hermann

Hesse fue Nietzsche, su maestro en el manejo

incomparable de la lengua alemana y en su manera de vivir.

Bien, he aquí que me encuentro en las cumbres y nieves de

Sils-María, parado frente a la casa de Nietzsche habitara

más de ochenta años.

Hermann Hesse escribió lo siguiente sobre esta casa:

"También en Sils-María hubo para mí una experiencia

distinta, un espectáculo que, desde entonces hasta hoy, se

me ha ido tomando más importante y querido, cada vez

que vuelvo a contemplarlo con el corazón conmovido; me

refiero a la casa un tanto sombría, pegada junto a la rocosa

falda del monte, en la que tuvo Nietzsche su albergue en la

Engadina. En medio del bullicioso y abigarrado mundo

deportivo y turístico y de los grandes hoteles de hoy, ella se

alza todavía, orgullosa y tenaz, y observa al visitante

levemente malhumorada, como hastiada, despertando

veneración y compasión a un tiempo y recordando con

apremiante advertencia aquella alta y noble figura humana

que levantó el eremita desde su doctrina. herética".

Siento que un nudo me aprieta la garganta. ¿Serán los

recuerdos de mi adolescencia que regresan de golpe? No, es

algo que viene de algún punto fuera de mí, porque "esta

noble figura humana", que aquí estuvo una vez, es un signo

allá arriba que no se oscurece, que deberá ser recogido por

la cadena de las generaciones sucesivas. repensado con

urgencia para que la especie no se hunda destruida por la

máquina y la vulgaridad, para que no se aniquile la semilla

hombre.

Frente a la casa, convertida hoy en un modesto museo, la

misma familia suiza-alemana de los Bodmer, que donara

una casa a Hesse en Montagnola, ha hecho esculpir un

águila de bronce, en recuerdo del águila de Zaratustra; está

con las alas prontas a iniciar el vuelo. Iremos con ella hasta

un peñón junto al lago, donde Nietzsche tuvo la visión del

Eterno Retorno de todas las cosas; porque el Eterno

Retorno no fue una idea, una teoría pensada racionalmente

al principio por Nietzsche, sino una revelación, como él

mismo lo declara. Una idea que vino de repente, de lo alto,

o de las profundidades, y que explotó en el centro de su ser.

Lo que Nietzsche debió hacer en seguida fue luchar para

que esa revelación no se le transformara en religión y él, en

profeta, o poseído. Quiso estudiar en la Universidad de

Viena altas matemáticas y física para vestir la idea con

ropajes prestigiosos y comprensibles.

Esa bella y extraordinaria mujer, que fue Lou Salomé, amor

espiritual de Nietzsche y de Rilke, revela en una carta que

"Nietzsche volvía sin cesar a la intención errónea de poder

encontrar una base científica irreductible a su idea, por

medio de estudios de física y la teoría de los átomos.

Estudiaría ciencias en la Universidad de Viena o de París.

Luego, v sólo al término de muchos años de silencio

absoluto, quería volver entre los hombres como el Doctor

del Eterno Retorno...".

Nietzsche dice: "La idea del Eterno Retorno, esta fórmula

suprema de la afirmación, la más alta que se puede

concebir, data del mes de agosto de 1881. Está fijada en

una hoja de papel con esta inscripción: "A 6.000 pies por

encima del hombre y del tiempo". Recorría yo aquel día el

bosque, por la orilla del lago Silplana; junto a una

formidable roca que se eleva en pirámide, no lejos de Surlei,

hice alto. Allí fue donde acudió a mí esta idea".

Y Lou Salomé escribe, al comienzo de su carta: "Son para

mí inolvidables las horas durante las cuales me confió por

primera vez este pensamiento, como un secreto, es decir,

algo cuya verificación y comprobación le causaban horror:

hablaba a media voz, con todos los signos del más

profundo espanto".

Siempre, desde mi primera lectura de Nietzsche, lo que me

impresionó mayormente y debería guardar, fue su

concepción del Eterno Retorno, esforzándome por llegar a

entenderla, sin lograrlo plenamente. (¿Lo conseguiría el

mismo Nietzsche?). Sabía sí que la doctrina no era la

metempsicosis, la reencarnación, ni el dogma de la

resurrección de la carne, aun cuando erróneamente pudiera

vinculárseles. Una sensación precisa me ha perseguido de

que allí se encubre algo fundamental, captado de un modo

nuevo, nunca hasta ahora penetrado así, y que deberá ser

actualizado, aún a riesgo de sufrir igual espanto.

Nietzsche trató de dar una base científica a su revelación,

y, como Lou Salomé nos lo cuenta, estudiando la física de

los átomos. Pero a fines del siglo XIX aún no se había

penetrado en ese universo fantasmagórico de la física

subatómica y quántica, que tendría que hacer posible, a

nuestro entender, un retorno del Eterno Retorno. Y esto

nos parece apremiante, porque la esencia de su revelación

no ha sido tocada.

Muy arriba aún traza sus círculos el águila.

EL ETERNO RETORNO

Así intenta exponer su revelación de Sils-María:

"La cantidad de fuerza que obra en el universo es

determinada, no es infinita. Por consiguiente, el número de

posiciones, de variaciones, combinaciones y desarrollos de

esta fuerza es ciertamente enorme y prácticamente

incalculable, pero siempre determinado y nunca infinito. Es

decir, esta fuerza es eternamente igual y eternamente activa;

porque el tiempo en que esta fuerza se desarrolla es

infinito. Hasta este momento ha transcurrido ya un infinito,

esto es, ya se han verificado todos los posibles desarrollos

de dicha fuerza. Por consiguiente, todos los desarrollos

momentáneos deben ser repeticiones. Así pues, lo que esta

fuerza produce y lo que de ella nace, y así sucesivamente,

hacia adelante y hacia atrás, todo ha sido ya un infinito

número de veces, en cuanto el conjunto de todas las

fuerzas reproduce sus evoluciones.

"En otro tiempo se creía que a la infinita actividad en el

tiempo correspondía una fuerza infinita, inextinguible,

Ahora se piensa que la fuerza permanece igual y no necesita

ser infinitamente grande. La fuerza es eternamente activa,

pero no necesita ya crear infinito número de cosas; puede

repetirse: esta es mi conclusión.

"Un devenir siempre nuevo hasta lo infinito es una

contradicción; supondría una fuerza que creciese hasta lo

infinito. Pero, ¿de dónde podría salir esta fuerza? ...Tendría

que haber empezado en un determinado tiempo y tendría

que cesar. La concepción de un comienzo es absurda, pues

supondría un equilibrio de la fuerza, Si estuviera o hubiese

estado en equilibrio, debería ser eterno. Si alguna vez las

fuerzas hubieran alcanzado un perfecto equilibrio, este

duraría aún ...No hay variaciones hasta el infinito,

eternamente nuevas, sino un círculo de determinado

número de variaciones que se repiten incesantemente; la

actividad es eterna; el número de productos y de sistemas

de fuerzas, finito".

"Todo ha sucedido ya necesariamente, porque ya ha

transcurrido una infinidad de tiempo, ya no hay nuevas

posibilidades, y todo ha sido un infinito número de veces.

Siempre a partir de cada momento hacia atrás se cuenta ya

un tiempo infinito pasado.

"Si el mundo tuviese un fin debería haberlo alcanzado ya.

Si hubiera para el mundo un estado definitivo debiera

igualmente estar ya realizado. Si hubiera un estado

permanente y un reposo y durante su curso el mundo

hubiera sido en el riguroso sentido de la palabra, sólo por un

momento, no podría ya devenir.

"Guardémonos de atribuir a este círculo de cosas

tendencias, un fin, o de estimarle, según nuestras

necesidades, como aburrido, estúpido, etc. Ciertamente que

en él vemos tanto el sumo grado de irracionalidad como lo

contrario; pero no podemos medirlo según un criterio de

racionalidad o irracionalidad, pues estos no son predicados

aplicables al todo... El movimiento circular no es de

formación ulterior; es la ley primordial. El caos del todo,

como negación de toda finalidad, no está en contradicción

con la idea de un movimiento circular; este último es

sencillamente una necesidad ciega, sin ninguna clase de

finalidad formal, ética ni estética, Falta toda intención en la

parte y en el todo... No hay que pensar que el todo tiene la

tendencia a realizar ciertas formas, que quiere ser más bello,

más perfecto, más complicado. Todo esto es

antropomorfismo. . . Todo es repetición: Sirio y la araña, y

tus ideas en este instante, y este pensamiento que ahora

formulas de que "todo es repetición".

"El mundo entero es la ceniza de innumerables seres vivos,

y aunque lo que vive sea tan poco en comparación con el

todo, este todo ya vivió en otro tiempo y volverá a vivir. Si

admitimos un tiempo eterno tendremos que admitir un

eterno movimiento de la materia.

"Quienquiera que tu seas, amado extranjero, que por

primera vez encuentro, entrégate al encanto de esta hora y

del silencio que nos rodea por toda.~ partes, y deja que te

refiera un pensamiento que se eleva ante mí igual que una

estrella y que quisiera arrojar su luz sobre ti como sobre

cualquier otro, porque esta es la misión de la estrella.

"El mundo de las fuerzas no sufre merma alguna, pues de

lo contrario, en un tiempo infinito. estas fuerzas hubieran

ido disminuyendo hasta consumirse del todo. El mundo de

las fuerzas no encuentra reposo alguno, pues de lo

contrario éste ya se hubiera alcanzado y el reloj de la

existencia ya se hubiera parado. Por consiguiente, el mundo

de las fuerzas nunca está en equilibrio; no tiene un

momento de descanso; la cantidad de fuerza y de

movimiento son siempre iguales en todo tiempo. Cualquier

estado que este mundo pueda alcanzar lo habrá alcanzado

ya, y no una vez, sino un número infinito de veces.

Igualmente este instante ya se dio en. otro tiempo y volverá

a darse, y todas las fuerzas serán distribuidas de nuevo

como ahora; y lo mismo puede afirmarse con el instante

que le antecedió y con el que le seguirá. ¡Hombre! Toda tu

vida es como un reloj de arena, que sin cesar se vuelve boca

abajo y siempre vuelve a correr la misma arena; un minuto

de tiempo durante el cual todas las condiciones que

determinan tu existencia vuelven a darse en la órbita del

tiempo. Y entonces volverás a encontrar cada uno de tus

amigos y de tus enemigos y cada esperanza y cada error, y

cada brizna de hierba, y cada rayo de luz, y toda la multitud

de objetos que te rodean. Este anillo, del cual tu eres un

pequeño eslabón, volverá a brillar eternamente. Y en el

curso de cada vida humana habrá siempre una hora en que,

primero a uno, después a muchos y después a todos, les

iluminará la idea más poderosa de todas, la idea del Eterno

Retorno de todas las cosas : esta será para la humanidad la

Hora del Mediodía".

Al llegar aquí, en la lectura de estas líneas, no podemos

dejar de hacernos las preguntas: ¿Se encontrará aquí el

origen del "dèjá vu" de los psiquiatras y parapsicólogos?

¿Será también lo presentido por los creyentes de la

Reencarnación y de la Resurrección de la Carne, quienes

sólo han dado interpretación distinta a la intuición? ¿Quién

ha interpretado más certeramente, ellos o Nietzsche?

El eremita sigue:

"Mi doctrina reza así: ¡Vive de modo que desees volver a

vivir! ¡Tú vivirás otra vez! ...La pregunta en todo lo que te

dispongas a hacer es: ¿Es esto de tal naturaleza que yo lo

quisiera hacer por una eternidad? ...¡Imprimamos el sello de

la eternidad en nuestra vida! Sientes que debe llegar la hora

de la despedida, y quizás pronto, y el ocaso de este

sentimiento ilumina tu dicha. No desprecies este

testimonio: significa que amas la vida y te amas a ti mismo,

y la amas conforme la has vivido y conforme te ha tratado,

y que aspiras a eternizarla. Pero no olvides que lo

perecedero entona su canción y que al oír la primera estrofa

casi se muere de nostalgia ante la idea de que todo pudiera

pasar para siempre.

"¿Crees que dispondrás de un largo descanso hasta tu

renacimiento? ¡Pues, te equivocas! Entre el último instante

de tu conciencia y el primer reflejo de la nueva vida no media

tiempo alguno; es como un relámpago. Intemporalidad y sucesión

se alían una a la otra en cuanto el intelecto desaparece".

"¿Estáis ya preparados? Debéis haber atravesado todos los

grados del escepticismo y haberos bañado con delicia en el

agua fría del torrente: de lo contrario no tenéis derecho a

esta idea... Un valle entre hielos dorados y un cielo puro...".

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