Con no menos apasionamiento continuó sus estudios
filosóficos, especialmente con el filósofo estoico Diodoto
(Brut. 90, 309), que tuvo probablemente una enorme
influencia sobre la orientación filosófica de Cicerón. También
de este relativamente tranquilo momento de la historia
de Roma proceden los primeros trabajos literarios de Cicerón:
Alción, un poema de corte alejandrino; una traducción
en verso de los Fenómenos de Arato; un panegírico de su
gran compatriota y familiar, Mario; la traducción del Económico
de Jenofonte; y, por último, la redacción de un manual
de retórica que hubiera debido comprender toda la teoría
de la elocuencia, estos libri rhetorici, de los que sin embargo
sólo llegó a terminar los dos primeros sobre la invención.
Fue también en esta época cuando Cicerón empezó su
actividad forense (Brut. 90, 311). Tras su primera causa, de
derecho privado, el Pro Quinctio, su verdadero comienzo en
la escena romana fue el discurso en defensa de Roscio de
Ameria el año 81. Una vez más parece que se benefició de
las enseñanzas de Molón, que había vuelto a Roma como
embajador rodio. Al año siguiente, Cicerón inició un prolongado
viaje por Grecia y Asia menor. En Asia, el territorio
propio de la oratoria asiana, trató a los rétores Menipo,
Dionisio, Esquilo y Jenocles, todos de tendencia asiana. Antes
estuvo en Atenas, donde visitó a Antíoco, el sucesor de
Filón como jefe de la Academia. También visitó en Rodas a
Molón y al famoso filósofo estoico Posidonio7. Con este
viaje a Asia termina la parte inicial de su formación, en la
cual se inscribe la redacción de esta obra.
Como puede comprobarse, la formación retórica y las
influencias filosóficas que recibió Cicerón fueron muy variadas;
de hecho, con la excepción de la filosofía epicúrea,
es fácil comprobar en este tratado retórico la presencia de
todas las tendencias e influencias mencionadas. Directa o
indirectamente entró en contacto con los mejores oradores
romanos de la época y los más famosos rétores y filósofos
griegos que acudieron a Roma durante esos años: estoicos y
académicos, peripatéticos y epicúreos, asianistas y rodios,
oradores que desdeñaban la enseñanza en griego y oradores
que la defendían, maestros de tesis filosóficas y de ejercicios
declamatorios, juristas y políticos. Evidentemente, la
educación de un joven con esta formación debía de ser bastante
ecléctica, con la impronta del último maestro que hubiera
conocido; no es de extrañar, por tanto, que en La invención
retórica se hayan encontrado influencias de todo
tipo. Y aunque no los menciona, es muy probable que estuviera
influido, en mayor medida de lo que él admitirá después,
por su aproximación a los rhetores Latini y a la eloquentia
popularis desarrollada en Roma desde la época de
los Graco8.
No hay comentarios:
Publicar un comentario