martes, 20 de septiembre de 2022

José Maria Eça de Queirós Cuentos completos

 

 


José Maria Eça de Queirós

 Cuentos completos

 

 

 

 

 


José Maria Eça de Queirós, 2016

Traducción: María Tecla Portela Carreiro

Prólogo: Carlos Reis

 

 

 

 

 


 Prólogo

 

 

Cuando en 1874 apareció, en el volumen Brinde aos Senhores Assinantes do Diário de Notícias em 1873, un cuento titulado Singularidades de uma Rapariga Loura («Excentricidades de una chica rubia») a su autor, al joven escritor Eça de Queirós, le faltaba mucho, mucho todavía, para ser la figura destacada que en los años siguientes se impondría en las letras portuguesas. Y a pesar de todo, Eça no era exactamente un desconocido, por lo menos para el público más atento. El mismo Diário de Notícias que brindaba aquel obsequio literario a sus suscriptores (el librito incluía además textos de Mariano Fróis, Oliveira Pires, Gomes Leal y Eduardo Coelho, todos, excepto el penúltimo, hoy prácticamente olvidados) había insertado en sus páginas, casi cuatro años antes, crónicas relatando los episodios más sugestivos de un viaje a Egipto y Palestina; firmaba esas crónicas Eça de Queirós, el mismo que, con poco más de 24 años entonces, había asistido a la inauguración del Canal de Suez, acontecimiento de gran relevancia política y económica, hasta nuestros días. Por esa misma época (más concretamente de abril a julio de 1870) el importante periódico A Revolução de Setembro publicaba, también con firma de Eça, un relato incompleto, titulado A Morte de Jesus («La muerte de Jesús»), cuyo imaginario y escenario eran el resultado precisamente de ese contacto de un viajero ávido de las experiencias nuevas proporcionadas por el mundo mágico de Egipto, de Oriente Medio y de la vida de Cristo. Los restos de un persistente romanticismo, una buena dosis de Renan y el entusiasmo de un joven que apuntaba maneras para la literatura explican, bien combinados, el estilo y el tema de esos relatos casi inaugurales.

Digo relatos casi inaugurales porque la verdad es que el estreno de Eça se había dado algunos años antes, en 1866 y 1867, como folletinista y como periodista propiamente dicho, en las páginas de los periódicos Gazeta de Portugal (con textos que darían lugar al volumen póstumo Prosas bárbaras) y Distrito de Évora. De este último puede incluso decirse que todo cuanto en él se leía resultaba, por completo, del trabajo de Eça, que ejercía de redactor, editor, corresponsal, traductor y todo cuanto fuese menester; y en las páginas de la Gazeta de Portugal es fácil encontrar textos que son, por lo menos embrionariamente (o quizás más que eso), breves narrativas de ficción ya consolidadas.

Es significativo que la vida literaria de este escritor en ciernes —que llegará a ser conocido como el más grande de los novelistas portugueses de todos los tiempos— haya empezado prácticamente por el cuento y también por colaboraciones en prensa. Significativo, pero no original: otros grandes novelistas coetáneos —Flaubert, Clarín, Zola y Machado de Assis, por ejemplo— hicieron del cuento y de la colaboración periodística actividades paralelas a la de novelista e incluso un pretexto para el ejercicio de la escritura, por encima, evidentemente, del beneficio económico y de la notoriedad que así se conseguía. En el caso de Eça de Queirós, y más allá de eso, los primeros cuentos —tanto A Morte de Jesus, como Singularidades de uma Rapariga Loura— esbozan rumbos ficcionales que sus novelas van a confirmar ampliamente.

Los cuentos de Eça —casi todos admirables por el equilibrio y por la precisión narrativa que requiere un género tan difícilpueden leerse desde este punto de vista. Si A Morte de Jesus nos remite a la novela A relíquia («La reliquia», 1887), en Singularidades de uma Rapariga Loura se explaya una crítica de costumbres (e incluso de costumbres femeninas) que O Primo Basílio («El primo Basilio», 1878) va a confirmar; en eso mismo insiste el cuento No Moinho («En el molino»), centrado en una figura femenina con fuerte componente bovarista. En otros casos —por ejemplo: O Tesouro («El tesoro»), O Defunto («El difunto»), o Sir Galahad, este último dejado inédito— es el imaginario medieval, con sus tipos y costumbres a veces tocados por refinamientos bárbaros, lo que fascina al mismo escritor que en A Ilustre Casa de Ramires va a ceder a eso que él mismo llamó, con expresión que no deja de traducir algo de mala conciencia, «el latente y culpado apetito por la novela histórica». Ya Um Poeta Lírico («Un poeta lírico») nos trae la figura de un escritor (el singular Korriscosso) como personaje de ficción, glosando de este modo un motivo que reaparece en las novelas queirosianas. José Matias —uno de los cuentos más extraordinarios del repertorio de Eça y de toda la literatura portuguesa— traza el perfil de un personaje radicalmente amoroso y platónico, cercano, desde el punto de vista de esa idealización afectiva, a lo que era la vivencia del amor en el Fradique Mendes que escribe cartas a Clara. Y en A Catástrofe («La catástrofe») se retoma el obsesivo tema de la invasión de Portugal, no ya (como en la proyectada y abortada novela A Batalha do Caia) de la invasión española de la que se habla en Os Maias, sino de la de un ejército extranjero no identificado. Aun así, Eça prefirió prudentemente dejar en el cajón ese cuento de tonalidades realmente apocalípticas, poco conveniente, por lo demás, para quien, como el autor, era cónsul de Portugal.

Más allá de lo que hemos dicho, y siempre en los términos sintéticos que este prólogo implica, también debemos reseñar que, siendo temáticamente muy diversos, los cuentos de Eça lo son también desde el punto de vista formal, dando muestra, por esa diversidad formal, de una notable depuración técnica. En este aspecto, José Matias es, de nuevo, un caso que merece una atención especial: relato de narrador testimonial (es un amigodel difunto José Matías el que cuenta la historia), se asume casi como narración de segunda persona, ya que el discurso enunciado se dirige a un «tú», o sea al oyente anónimo que acompaña a aquel narrador, en el trayecto que el cortejo fúnebre sigue hasta el cementerio. Ya en Adão e Eva no Paraíso («Adán y Eva en el Paraíso»), el narrador, siendo una entidad no identificada que no pertenece a la historia, imprime a la narración una tonalidad híbrida, combinando el registro del relato bíblico con el del ensayo científico, de coloración darwiniana. De todos los casos, sin embargo, el más interesante es el del cuento Civilização («Civilización»), sobre todo por las consecuencias que tuvo en la ficción queirosiana: se trata aquí de un primer abordaje de temas y de situaciones que en la novela A Cidade e as Serras («La ciudad y las sierras», publicada en 1901, un año después de su muerte) se elaboran de forma circunstanciada, un poco como si el cuento fuese un ejercicio narrativo para profundizar en el momento adecuado.

Lo que así se sugiere también es que el cuento queirosiano no se encierra en un tiempo creativo determinado, en un modelo narrativo estricto o en una única circunstancia de publicación. Eça escribió cuentos a lo largo de toda su vida literaria y los destinó a publicaciones muy diversas: volúmenes colectivos, revistas culturales, periódicos a veces de gran circulación (como era la Gazeta de Notícias de Río de Janeiro), incluso almanaques, como fue el caso de aquel que él mismo organizó, destinado a 1897, y en el que insertó, como prefacio, Adão e Eva no Paraíso.

Señalemos, por fin y a modo de conclusión, que la estética del cuento en Eça constituye una demostración de aquello que en el gran escritor era una constante e irrefrenable vocación narrativa. Lo demuestra el hecho de haberse encontrado esbozos de cuentos como si estuvieran insertos en otros textos queirosianos que, en algunos casos, ni siquiera son textos de ficción. Me refiero aquí no sólo a las crónicas de prensa, sino también a las cartas de éste, que fue también un fino y elegante epistológrafo. Por ejemplo: en una de ellas, con fecha de 19 de septiembre de 1888 y dirigida a Oliveira Martins, Eça se refiere a las agitadas circunstancias en que tomó posesión del consulado en París y no se resiste a la elaboración de un relato en el que sorprende la vivacidad y la concentración de un verdadero cuento; y cuento también viene a ser el relato de la aventura amorosa de aquel Chambray de quien Fradique Mendes habla a Ramalho Ortigão, en una de sus cartas, integrada en A Correspondência de Fradique Mendes («La correspondencia de Fradique Mendes»). Siempre cuentos, por lo tanto; y siempre el talento narrativo de quien decidió su vocación artística contando historias que entonces fascinaban a los lectores y hoy nos siguen encantando. Algunas de esas historias pueden leerse precisamente en este volumen.

Carlos Reis (de la universidad de Coimbra)


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