sábado, 12 de junio de 2021

INFIERNO CANTO XVII. LA DIVINA COMEDIA. ANOTACIONES.

 



 [L1]Gerión, monstruo con cuerpo de serpiente y rostro humano, es el símbolo del fraude según Virgilio (Eneida, VIII, 202) y otros antiguos, Gerión es un rey famoso por su crueldad, que Hércules mató en uno de sus doce trabajos.

 [L2]Aracne, a quien ya veremos en Purgatorio, XII, es la famosa princesa que desafió a Atenea a medir su arte como tejedoras, y convertida en araña por la diosa ganadora (Metamorfosis, VI).

 

[L3]45‑63 Se trata de los condenados por el pecado de la avaricia, a quienes des­cribe por medio de sus escudos de armas. El poeta nos presenta en primer lugar . un miembro de la familia Cianfigliacci, güelfos de Florencia; y de los Obriachi, ambién florentinos.

 [L4]Tal vez Reginaldo Scrovegni, de Padua, cuyo hijo encargó a Giotto los frescos de la capilla de la Arena, levantada en satisfacción de la avaricia de su padre.

 [L5]Vitaliano del Bente, paduano, podestá de Vicenza en 1304.

 

 [L6]Giovanni dei Buiamonti, florentino, como los primeros, murió en 1310, es decir, que aún lo esperan en el Infierno.

 [L7]107‑109 Faetón a Ícaro, como bien sabemos, son dos ejemplos, consagrados por la tradición, de caídas trágicas, el uno del carro del sol, que conducía, y el otro al deshacerse sus alas de cera.

CANTO XVII

 

«Mira la bestia con la cola aguda,                                         1[L1] 

que pasa montes, rompe muros y armas;

mira aquella que apesta todo el mundo.»                             3

 

Así mi guía comenzó a decirme;

y le ordenó que se acercase al borde

donde acababa el camino de piedra.                                     6

 

Y aquella sucia imagen del engaño

se acercó, y sacó el busto y la cabeza,

mas a la orilla no trajo la cola.                                               9

 

Su cara era la cara de un buen hombre,

tan benigno tenía lo de afuera,

y de serpiente todo lo restante.                                             12

 

Garras peludas tiene en las axilas;

y en la espalda y el pecho y ambos flancos

pintados tiene ruedas y lazadas.                                           15

 

Con más color debajo y superpuesto

no hacen tapices tártaros ni turcos,

ni fue tal tela hilada por Aracne.                                          18[L2] 

 

Como a veces hay lanchas en la orilla,

que parte están en agua y parte en seco;

o allá entre los glotones alemanes                                         21

 

el castor se dispone a hacer su caza,

se hallaba así la fiera detestable

al horde pétreo, que la arena ciñe.                                        24

 

Al aire toda su cola movía,

cerrando arriba la horca venenosa,

que a guisa de escorpión la punta armaba.                            27

 

El guía dijo: «Es preciso torcer

nuestro camino un poco, junto a aquella

malvada bestia que está allí tendida.»                                              30

 

Y descendimos al lado derecho,

caminando diez pasos por su borde,

para evitar las llamas y la arena.                                            33

 

Y cuando ya estuvimos a su lado,

sobre la arena vi, un poco más lejos,

gente sentada al borde del abismo.                                       36

 

Aquí el maestro: «Porque toda entera

de este recinto la experiencia lleves

‑me dijo‑, ve y contempla su castigo.                                               39

 

Allí sé breve en tus razonamientos:

mientras que vuelvas hablaré con ésta,

que sus fuertes espaldas nos otorgue.»                                 42

 

Así pues por el borde de la cima

de aquel séptimo circulo yo solo

anduve, hasta llegar a los penados.                                       45[L3] 

 

Ojos afuera estallaba su pena,

de aquí y de allí con la mano evitaban

tan pronto el fuego como el suelo ardiente:                          48

 

como los perros hacen en verano,

con el hocico, con el pie, mordidos

de pulgas o de moscas o de tábanos.                                    51

 

Y después de mirar el rostro a algunos,

a los que el fuego doloroso azota,

a nadie conocí; pero me acuerdo                                          54

 

que en el cuello tenía una bolsa

con un cierto color y ciertos signos,

que parecían complacer su vista.                                           57

 

Y como yo anduviéralos mirando,

algo azulado vi en una amarilla,

que de un león tenía cara y porte.                                         60

 

Luego, siguiendo de mi vista el curso,

otra advertí como la roja sangre,

y una oca blanca más que la manteca.                                  63

 

Y uno que de una cerda azul preñada                                  64[L4] 

señalado tenía el blanco saco,

dijo: «¿Qué andas haciendo en esta fosa?                            66

 

Vete de aquí; y puesto que estás vivo,

sabe que mi vecino Vitaliano                                                            68[L5] 

aquí se sentará a mi lado izquierdo;                                      69

 

de Padua soy entre estos florentinos:

y las orejas me atruenan sin tasa

gritando: “¡Venga el noble caballero                                    72[L6] 

 

que llenará la bolsa con tres chivos!”»

Aquí torció la boca y se sacaba

la lengua, como el buey que el belfo lame.                           75

 

Y yo, temiendo importunar tardando

a quien de no tardar me había advertido,

atrás dejé las almas lastimadas.                                             78

 

A mi guía encontré, que ya subido

sobre la grupa de la fiera estaba,

y me dijo: «Sé fuerte y arrojado.                                          81

 

Ahora bajamos por tal escalera:

sube delante, quiero estar en medio,

porque su cola no vaya a dañarte.»                                       84

 

Como está aquel que tiene los temblores

de la cuartana, con las uñas pálidas,

y tiembla entero viendo ya el relente,                                               87

 

me puse yo escuchando sus palabras;

pero me avergoncé con su advertencia,

que ante el buen amo el siervo se hace fuerte.                      90

 

Encima me senté de la espaldaza:

quise decir, mas la voz no me vino

como creí: «No dejes de abrazarme.»                                               93

 

Mas aquel que otras veces me ayudara

en otras dudas, luego que monté,

me sujetó y sostuvo con sus brazos.                                     96

 

Y le dijo: «Gerión, muévete ahora:

las vueltas largas, y el bajar sea lento:

piensa en qué nueva carga estás llevando.»                          99

 

Como la navecilla deja el puerto

detrás, detrás, así ésta se alejaba;

y luego que ya a gusto se sentía,                                           102

 

en donde el pecho, ponía la cola,

y tiesa, como anguila, la agitaba,

y con los brazos recogía el aíire.                                           105

 

No creo que más grande fuese el miedo

cuando Faetón abandonó las riendas,                                              107[L7] 

por lo que el cielo ardió, como aún parece;                           108

 

ni cuando la cintura el pobre Ícaro

sin alas se notó, ya derretidas,

gritando el padre: «¡Mal camino llevas!»;                            111

 

que el mío fue, cuando noté que estaba

rodeado de aire, y apagada

cualquier visión que no fuese la fiera;                                   114

 

ella nadando va lenta, muy lenta;

gira y desciende, pero yo no noto

sino el viento en el rostro y por debajo.                                117

 

Oía a mi derecha la cascada

que hacía por encima un ruido horrible,

y abajo miro y la cabeza asomo.                                           120

 

Entonces temí aún más el precipicio,

pues fuego pude ver y escuchar llantos;

por lo que me encogí temblando entero.                               123

 

Y vi después, que aún no lo había visto,

al bajar y girar los grandes males,

que se acercaban de diversos lados.                                     126

 

Como el halcón que asaz tiempo ha volado,

y que sin ver ni señuelo ni pájaro

hace decir al halconero: «¡Ah, baja!»,                                  129

 

lento desciende tras su grácil vuelo,

en cien vueltas, y a lo lejos se pone

de su maestro, airado y desdeñoso,                                      132

 

de tal modo Gerión se posó al fondo,

al mismo pie de la cortada roca,

y descargadas nuestras dos personas,                                               135

se disparó como de cuerda tensa.


 [L1]Gerión, monstruo con cuerpo de serpiente y rostro humano, es el símbolo del fraude según Virgilio (Eneida, VIII, 202) y otros antiguos, Gerión es un rey famoso por su crueldad, que Hércules mató en uno de sus doce trabajos.

 [L2]Aracne, a quien ya veremos en Purgatorio, XII, es la famosa princesa que desafió a Atenea a medir su arte como tejedoras, y convertida en araña por la diosa ganadora (Metamorfosis, VI).

 [L3]45‑63 Se trata de los condenados por el pecado de la avaricia, a quienes des­cribe por medio de sus escudos de armas. El poeta nos presenta en primer lugar . un miembro de la familia Cianfigliacci, güelfos de Florencia; y de los Obriachi, ambién florentinos.

 [L4]Tal vez Reginaldo Scrovegni, de Padua, cuyo hijo encargó a Giotto los frescos de la capilla de la Arena, levantada en satisfacción de la avaricia de su padre.

 [L5]Vitaliano del Bente, paduano, podestá de Vicenza en 1304.

 

 [L6]Giovanni dei Buiamonti, florentino, como los primeros, murió en 1310, es decir, que aún lo esperan en el Infierno.

 [L7]107‑109 Faetón a Ícaro, como bien sabemos, son dos ejemplos, consagrados por la tradición, de caídas trágicas, el uno del carro del sol, que conducía, y el otro al deshacerse sus alas de cera.

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