lunes, 21 de junio de 2021

INFIERNO. CANTO XIX. DANTE. CANTO Y ANOTACIONES.



 [L1]Simón es, según Hechos de los Apóstoles, VIII, el mago de Samaria que, una vez bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el don de transmitir el Espíritu Santo, con la imposición de las manos, como ellos hacían. Por él se llama «si­monía» a la compra de cargos eclesiásticos u otras cosas sagradas.

 [L2]El baptisterio de Florencia estaba provisto de unos pozos donde se efectuaba antiguamente el bautismo por inmersión.

 [L3]19‑21 El hecho acaeció siendo Dante prior de Florencia, y acaso levantó algunos malévolos comentarios entre sus enemigos, acusándole de sacrilegio.

 [L4]Era el suplicio llamado «propagginazione», que consistía en introducir al condenado en un hoyo que se recubría de tierra, a fin de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de la boca se detenían un momento para la confesión del reo.

 [L5]52‑87 Quien habla es Nicolás III Orsini, papa desde 1277 a 1280, que está esperando a Bonifacio VIII, con el cual confunde a Dante y que no llegará a empujarle más al fondo hasta 1303, siendo a su vez hundido por el francés Cle­mente V en 1314. La fama de simoniaco de este último fue proverbial en la época, y con él comenzó la residencia de los papas en Avignon y tuvo lugar la horrible persecución de los templarios por deseo de Felipe IV el Hermoso.

A sus relaciones con este rey aluden los siguientes versos, cuando compara al papa con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y al rey francés con el Antioco de Si­ria, que según Macabeos (IV, 7‑26) ofreció a aquél su cargo de sacerdote a cam­bio de dinero.

 [L6]Matías fue elegido tras la muerte de Jesús para completar el número de doce apóstoles que había dejado libre la traición y muerte de Judas (Hechos, I).

 [L7]Se decía que Nicolás III había conspirado por dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a las famosas «Vísperas sicilianas».

 [L8]Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en que San Juan ataca a la Roma pagana y a Dante le sirve para aludir a la Iglesia corrompida de su tiempo.

 [L9]De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con los cuernos de los Man­damientos y los siete sacramentos.

 [L10]Alude Dante a la supuesta cesión que del dominio de Roma hizo Cons­tantino al papa Silvestre tras su conversión, y que se tenía como el fundamento real del poder temporal del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla demostró científicamente que carecía de todo fundamento.

CANTO XIX

 

¡Oh Simón Mago! Oh mfseros secuaces                               1[L1] 

que las cosas de Dios, que de los buenos

esposas deben ser, como rapaces                                          3

 

por el oro y la plata adulteráis!

sonar debe la trompa por vosotros,

puesto que estáis en la tercera bolsa.                                    6

 

Ya estábamos en la siguiente tumba,

subidos en la parte del escollo

que cae justo en el medio de aquel foso.                              9

 

¡Suma sabiduría! ¡Qué arte muestras

en el cielo, en la tierra y el mal mundo,

cuán justamente tu virtud repartes!                                      12

 

Yo vi, por las orillas y en el fondo,

llena la piedra livida de hoyos,

todos redondos y de igual tamaño.                                      15

 

No los vi menos amplios ni mayores

que esos que hay en mi bello San Juan,                                17[L2] 

y son el sitio para los bautismos;                                           18

 

uno de los que no hace aún mucho tiempo                           19[L3] 

yo rompí porque en él uno se ahogaba:

sea esto seña que a todos convenza.                                     21

 

A todos les salían por la boca

de un pecador los pies, y de las piernas

hasta el muslo, y el resto estaba dentro.                               24

 

Ambas plantas a todos les ardían;

y tan fuerte agitaban las coyundas,

que habrían destrozado soga y cuerdas.                               27

 

Cual suele el llamear en cosas grasas

moverse por la extrema superficie,

así era allí del talón a la punta.                                              30

 

«Quién es, maestro, aquel que se enfurece

pataleando más que sus consortes

‑dije‑ y a quien más roja llama quema?»                               33

 

Y él me dijo: «Si quieres que te lleve

allí por la pendiente que desciende,

él te hablará de sí y de sus pecados.»                                               36

 

Y yo: «Lo que tú quieras será bueno,

eres tú mi señor y no me aparto

de tu querer: y lo que callo sabes.»                                       39

 

Caminábamos pues el cuarto margen:

volvimos y bajamos a la izquierda

al fondo estrecho y agujereado.                                            42

 

Entonces el maestro de su lado

no me apartó, hasta vernos junto al hoyo

de aquel que se dolía con las zancas.                                    45

 

«Oh tú que tienes lo de arriba abajo,

alma triste clavada cual madero,

‑le dije yo‑, contéstame si puedes.»                                      48

 

Yo estaba como el fraile que confiesa                                  49[L4] 

al pérfido asesino, que, ya hincado,

por retrasar su muerte le reclama.                                         51

 

Y él me gritó: «¿Ya estás aquí plantado?,                            52[L5] 

¿ya estás aquí plantado, Bonifacio?

En pocos años me mintió lo escrito.                                     54

 

¿Ya te cansaste de aquellas riquezas

por las que hacer engaño no temiste,

y atormentar después a tu Señora?»                                     57

 

Me quedé como aquellos que se encuentran,

por no entender lo que alguien les responde,

confundidos, y contestar no saben.                                      60

 

Dijo entonces Virgilio: «Dile pronto:

“No soy aquel, no soy aquel que piensas.”»

Yo respondí como me fue indicado.                                    63

 

Torció los pies entonces el espíritu,

luego gimiendo y con voces llorosas,

me dijo: «¿Entonces, para qué me buscas?                           66

 

si te interesa tanto el conocerme,

que has recorrido así toda la roca,

sabe que fui investido del gran manto,                                 69

 

y en verdad fui retoño de la Osa,

y tan ansioso de engordar oseznos,

que allí el caudal, aquí yo, me he embolsado.                       72

 

Y bajo mi cabeza están los otros

que a mí, por simonía, precedieron,

y que lo estrecho de la piedra aplasta.                                              75

 

Allí habré yo de hundirme también cuando

venga aquel que creía que tú fueses,

al hacerte la súbita pregunta.                                                78

 

Pero mis pies se abrasan ya más tiempo

y más estoy yo puesto boca abajo,

del que estarán plantados sus pies rojos,                              81

 

pues vendrá luego de él, aún más manchado,

desde el poniente, un pastor sin entrañas,

tal que conviene que a los dos recubra.                                84

 

Nuevo Jasón será, como nos muestra

MACABEOS, y como a aquel fue blando

su rey, así ha de hacer quien Francia rige.»                          87

 

No sé si fui yo loco en demasía,

pues que le respondí con tales versos:

«Ah, dime ahora, qué tesoros quiso                                      90

 

Nuestro Señor antes de que a San Pedro

le pusiese las llaves a su cargo?

Únicamente dijo: “Ven conmigo”;                                       93

 

ni Pedro ni los otros de Matías                                             94[L6] 

oro ni plata, cuando sortearon

el puesto que perdió el alma traidora.                                               96

 

Quédate ahí, que estás bien castigado,

y guarda las riquezas mal cogidas,

que atrevido te hicieron contra Carlos.                                 99[L7] 

 

Y si no fuera porque me lo veda

el respeto a las llaves soberanas

que fueron tuyas en la alegre vida,                                       102

 

usaría palabras aún más duras;

porque vuestra avaricia daña al mundo,

hundiendo al bueno y ensalzando al malo.                           105

 

Pastores, os citó el evangelista,                                             106[L8] 

cuando aquella que asienta sobre el agua

él vio prostituida con los reyes:                                            108

 

aquella que nació con siete testas,

y tuvo autoridad con sus diez cuernos,

mientras que su virtud plació al marido.                               111[L9] 

 

Os habéis hecho un Dios de oro y de plata:

y qué os separa ya de los idólatras,

sino que a ciento honráis y ellos a uno?                                114

 

Constantino, ¡de cuánto mal fue madre,                              115[L10] 

no que te convirtieses, mas la dote

que por ti enriqueció al primer patriarca!»                            117

 

Y mientras yo cantaba tales notas,

mordido por la ira o la conciencia,

con fuerza las dos piernas sacudía.                                       120

 

Yo creo que a mi guía le gustaba,

pues con rostro contento había escuchado

mis palabras sinceramente dichas.                                        123

 

Entonces me cogió con los dos brazos;

y luego de subirme hasta su pecho,

volvió a ascender la senda que bajamos.                              126

 

No se cansó llevándome agarrado,

hasta ponerme en la cima del puente

que del cuarto hasta el quinto margen cruza.                                   129

 

Con suavidad aquí dejó la carga,

suave, en el escollo áspero y pino

que a las cabras sería mala trocha.                                        132

Desde ese sitio descubrí otro valle.


 [L1]Simón es, según Hechos de los Apóstoles, VIII, el mago de Samaria que, una vez bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el don de transmitir el Espíritu Santo, con la imposición de las manos, como ellos hacían. Por él se llama «si­monía» a la compra de cargos eclesiásticos u otras cosas sagradas.

 [L2]El baptisterio de Florencia estaba provisto de unos pozos donde se efectuaba antiguamente el bautismo por inmersión.

 [L3]19‑21 El hecho acaeció siendo Dante prior de Florencia, y acaso levantó algunos malévolos comentarios entre sus enemigos, acusándole de sacrilegio.

 [L4]Era el suplicio llamado «propagginazione», que consistía en introducir al condenado en un hoyo que se recubría de tierra, a fin de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de la boca se detenían un momento para la confesión del reo.

 [L5]52‑87 Quien habla es Nicolás III Orsini, papa desde 1277 a 1280, que está esperando a Bonifacio VIII, con el cual confunde a Dante y que no llegará a empujarle más al fondo hasta 1303, siendo a su vez hundido por el francés Cle­mente V en 1314. La fama de simoniaco de este último fue proverbial en la época, y con él comenzó la residencia de los papas en Avignon y tuvo lugar la horrible persecución de los templarios por deseo de Felipe IV el Hermoso.

A sus relaciones con este rey aluden los siguientes versos, cuando compara al papa con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y al rey francés con el Antioco de Si­ria, que según Macabeos (IV, 7‑26) ofreció a aquél su cargo de sacerdote a cam­bio de dinero.

 [L6]Matías fue elegido tras la muerte de Jesús para completar el número de doce apóstoles que había dejado libre la traición y muerte de Judas (Hechos, I).

 [L7]Se decía que Nicolás III había conspirado por dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a las famosas «Vísperas sicilianas».

 [L8]Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en que San Juan ataca a la Roma pagana y a Dante le sirve para aludir a la Iglesia corrompida de su tiempo.

 [L9]De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con los cuernos de los Man­damientos y los siete sacramentos.

 [L10]Alude Dante a la supuesta cesión que del dominio de Roma hizo Cons­tantino al papa Silvestre tras su conversión, y que se tenía como el fundamento real del poder temporal del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla demostró científicamente que carecía de todo fundamento.

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