jueves, 22 de abril de 2021

Jerzy Kosinski El juego de la pasión. NOVELA. FRAGMENTO.

 

 

            El juego de la pasión cierra el ciclo de novelas de Kosinski destinado a definir al individuo que se defiende de la sociedad. Fabian, su protagonista, es un jugador de polo profesional que se desplaza a través de los Estados Unidos al volante de un trailer gigantesco que contiene todas sus pertenencias, incluidos sus dos caballos. La travesía del mundo americano de este nuevo Lancelote, de este anti-Quijote por los torneos modernos, es sin duda un viaje iniciático, el transcurso de una vida que busca su nuevo Grial: pruebas secretas, destinos inverosímiles, combates que incluyen a otros caballeros, a la mujer y a la muerte.

Pero se trata de una historia de caballería que también presenta los resortes más misteriosos y terribles de nuestra época: la violencia sexual, la perversión, el crimen. Es decir, este nuevo Quijote ya no lee novelas caballerescas, lee a Maquiavelo y Hadley Chase, aunque la pasión de Fabian siga centrada en el caballo y los rituales de la carne sólo sean el contrapunto de un universo que huye hacia el fracaso. Pero más allá de los errores de la sociedad americana y de la jet-society internacional, se impone una pureza: la unión del hombre y el caballo, de donde nace una intensa y mítica emoción salvadora.

 



 

Jerzy Kosinski

 El juego de la pasión

 

 

 

 

 


Título original: Passion play

Jerzy Kosinski, 1979

Traducción: Jaime Silva

Editor digital: German25

ePub base r1.2

 

 

 

 


 Para Katherina un regalo de vida, muy por encima de lo que la vida permite

 

 


Nota del autor

Este libro es pura ficción. Cualquier semejanza con el presente o el pasado o con cualquier suceso o personaje contemporáneo es puramente casual.

 


 Todo esto os lo he dicho, señora, para probaros las diferencias que existen entre unos caballeros y otros. Es sólo privilegio de príncipes tener un concepto más alto de estas últimas o más bien de estas primeras categorías de caballeros andantes. Pues como se lee en sus historias, los ha habido quienes no sólo fueron la salvación de un reino, sino de muchos.

CERVANTES, Don Quijote

 ¿Cómo puede liberarse un prisionero si no es atravesando el muro? Para mí la ballena blanca es el muro que me rodea. A veces creo que detrás de ella está el vacío.

MELVILLE, Moby Dick

 

 

 


 Capítulo 1

 

 

Fabian decidió cortarse el pelo. Aparcó su casa rodante junto a la calzada, frente a la primera peluquería que encontró. Sólo después de trasponer el umbral se dio cuenta de que se hallaba en un salón que atendía a una clientela joven y elegante. Había un aire distinguido en la decoración y en los hombres y mujeres tratados con toda delicadeza por el personal femenino.

Una muchacha de poco más de veinte años —con el pelo rizado como un querubín— le aplicó el champú. Vestía tejanos y un chaleco de seda sin mangas que casi no podía contener sus pechos; mascaba chicle con la monotonía de una yegua fatigada que rumia ajena al movimiento de sus mandíbulas y al ruido de la masticación. Fabian, con la cabeza echada hacia atrás y la vista fija en el cielo raso, sintió las manos de la muchacha masajeándole el cuero cabelludo y la presión de sus senos contra los hombros cada vez que se inclinaba hacia adelante.

—¿Qué tal? —La joven inició el diálogo con la consabida frase de rutina.

—Bien —respondió Fabian.

—Aún tiene bastante pelo en buenas condiciones —prosiguió ella mientras le enjuagaba el champú—. Son pocas canas para un hombre de su edad.

—Gracias —dijo Fabian.

Al escucharse, Fabian lamentó que tal pobreza de lenguaje y tal falta de sentimientos pudieran dejar de lado la auténtica gratitud y ocultar el verdadero estado de las personas con sólo echar a correr la sucia moneda de las «gracias» y la gastada acuñación de los «bien».

—¿Vive cerca? —preguntó la joven después de instalarlo en un sillón.

—Enfrente.

—¡No me diga! —se sorprendió la chica—. Es increíble la cantidad de gente que vive por este lado de la ciudad y una ni se entera.

Empezó a cortarle el pelo. El chaleco ondulaba con cada movimiento y dejaba a la vista la curva del cuello, las axilas, el nacimiento del pecho. Él la observaba a través del espejo. Sus miradas se cruzaron para luego fijarse en objetivos diferentes.

El instinto sexual de Fabian se puso en estado de alerta. Se sabía incapaz de descartarla, de no sentirse empujado a perseguirla mentalmente, pero también sabía que aun dejándose llevar por ese primer impulso, nunca consideraría la posibilidad fuera de aquel contexto y al fin volvería otra vez a la búsqueda.

Con todo, se mantenía a la espera, atento a las derivaciones de su mente, y poco después, la primera embestida de sensaciones le parecía sólo una momentánea languidez de los sentidos, un simple sustituto del deseo, sin fuerza suficiente como para impulsarlo de nuevo hacia el mundo y sus posibilidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Un cuervo llamado Bertolino Fragmento Novela EL HACEDOR DE SOMBRAS

  Un cuervo llamado Bertolino A la semana exacta de heredar el anillo con la piedra púrpura, me dirigí a la Torre de los Cuervos. No lo hací...

Páginas