lunes, 7 de septiembre de 2020

BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA UNIVERSAL. ORTIZ AGUIRRE ENRIQUE. GRECIA- POESÍA LÍRICA.

 


 

LA POESÍA LÍRICA

Mientras que la poesía épica se ocupa de narrar una serie de sucesos o acontecimientos del pasado glorioso, la poesía lírica se inclina por un tono más íntimo, por convertirse en vehículo excepcional para la expresión de las dimensiones de lo emocional y lo subjetivo. Hay dos tipos fundamentales: la coral y la individual. La primera está concebida para ser cantada a varias voces y la segunda es de recitación individual. En la coral, destaca la figura de Píndaro, capaz de llevar esta modalidad lírica a su culmen y que es uno de los poetas más conocidos de la Antigüedad. Se trata de una modalidad alejada de nuestros tiempos y un tanto compleja en su construcción, que también cultivaron poetas como Simónides o Baquílides; además, al parecer, se trataba de una lírica que iba acompañada de música y baile. Entre su poesía, sobresalen los epinicios, cuarenta y cinco odas organizadas en cuatro libros que ensalzan la figura del atleta vencedor en tanto en cuanto encierra la areté aristocrática, a la que pertenecía, representaba y defendía: la armonía, perseverancia, disciplina, fuerza, rigor. Una exaltación que se relacionaba con mostrar, sin derramamiento de sangre, el potencial bélico con el que todos los conciudadanos se identificaban por su condición representativa y heroica. Sus célebres poemas solían terminar con una reflexión sentenciosa, como puede comprobarse en el fragmento de este epinicio, dedicado al vencedor Aristómenes de Egina, en traducción de Carlos García Gual:

Pero los éxitos no dependen de los hombres; la divinidad los da,

lanzando unas veces a uno a lo alto, y aplastando a otro.

Avanza con mesura. Tienes el premio ganado en Mégara,

y el del valle de Maratón, y en el certamen local de Hera

tres victorias, Aristómenes, conquistaste tu empeño.

Sobre cuatro adversarios arremetiste

desde lo alto, planeando su daño.

Para ellos no se decidió de igual modo que para ti

en Delfos un regreso jubiloso,

ni al llegar de vuelta junto a su madre una suave sonrisa

suscitó el regocijo. Por las callejuelas,

a escondidas de sus enemigos

se deslizan temerosos, desgarrados por su fracaso.

pero quien ha obtenido algún reciente triunfo

muy airoso se eleva

impulsado por su gran esperanza

sobre los alados poderes de su hombría,

y tiene una meta superior a la riqueza.

En breve espacio crece la dicha de los mortales. E igual

de pronto cae por tierra, zarandeada por un designio ineluctable.

¡Seres de un día! ¿Qué es uno? ¿Qué no es?

En cuanto a los grandes poetas líricos en la modalidad individual, podemos destacar tres nombres en orden cronológico, de mayor a menor: Alceo, Safo y Anacreonte. Los dos primeros fueron contemporáneos y se presume que también amantes. Alceo es considerado uno de los mejores poetas de su época (al parecer, también soldado), aunque nos ha llegado poco de su producción y todo ello gracias a la admiración que le profesaba Horacio, autor de las traducciones latinas que conocemos. Un autor reconocido que trató tanto la temática de tipo erótico como político desde su posición de aristócrata en Mitilene, en la célebre isla de Lesbos. Además, hay en sus poemas una permanente exaltación de la embriaguez y cualquier ocasión es buena para su celebración. Compartió poemas con la poetisa Safo y su crecimiento lírico se explica también desde su influencia mutua. Como es común en estos casos, su producción nos llega de forma fragmentada:

Bebe y emborráchate, Melanipo, conmigo. ¿Qué piensas?

¿Qué vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqueronte,

Una vez ya cruzado, y de nuevo del sol la luz clara

Vas a ver? Vamos, no te empeñes en tamañas porfías.

En efecto, también Sísifo, rey de los eolios, que a todos

Superaba en ingenio, se jactó de escapar a la muerte.

Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,

Dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible

Y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde

Bajo la negra tierra. Con que, vamos, no te ilusiones.

Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa

Gozar de todo aquello que un dios pueda ofrecernos.

Traducción de Carlos García Gual

Safo de Mitelene

La invitación al disfrute y la sensualidad son evidentes desde la asunción de lo inevitablemente efímero de nuestra condición. Esta sensualidad también presidirá las poesías de Safo, la poeta más traducida de la Antigüedad clásica, que fue descrita por el propio Alceo en uno de sus poemas de la siguiente manera: «Safo la pura, sonrisa de miel y cabello violeta», cita que podemos encontrar en el volumen Letras de Eduardo Crema. Es la poeta más antigua conocida en el mundo occidental, a pesar de que sobre ella se sabe poco y se especula mucho. Sin su obra, no podríamos entender la de Catulo, Ovidio u Horacio, de los que hablaremos después. Una obra que canta los placeres sensuales desde una órbita profundamente femenina. Parece probada la bisexualidad de Safo, dado que —además de su relación con el poeta Alceo, algo mayor que ella— encontró entre sus alumnas múltiples amantes. Tan célebres se hicieron sus relaciones con mujeres desde una voz poética femenina que el amor entre mujeres del mismo sexo ha pasado a denominarse lesbianismo (en honor a la famosa isla que la vio nacer y morir) o amor sáfico. La celebridad de esta intensa y sugerente poeta es universal; a todo lo ancho y largo de los tiempos, ha encontrado insignes adeptos. Entre ellos, Platón, quien la denominó para la posteridad «décima musa», o Plutarco, «la bella Safo», pero también ensalzaron su poesía Boccaccio, Baudelaire, lord Byron o Ezra Pound. Por desgracia, su obra nos ha llegado de forma fragmentada, aunque conservamos un poema completo que resulta paradigmático, el «Himno a Afrodita»:

La de rutilante trono, inmortal Afrodita, hija de

Zeus, zurcidora de engaños, te suplico, no agobies con

angustias y sinsabores mi corazón, señora

sino ven aquí, si también en otra ocasión habiendo

oído de lejos mi voz, me escuchaste, y dejando la

morada aurea del padre has venido

después de uncir el carro: hermosos, rápidos

gorriones te portaron en torno de la tierra negra

batiendo fuertemente sus alas desde el cielo por entre

el medio del éter.

Y rápidamente arribaron, y tú, bienaventurada,

sonriendo con tu inmortal rostro, me preguntabas qué

nuevo desasosiego me embargaba y por qué una vez más

te llamo

y qué deseo que le suceda más que nada a mi

alocado corazón. «¿Quién ahora pretendes que

Persuasión arrastre a tu deseo? ¿Quién contra ti,

Safo, comete desafuero?

Y en efecto, si es que huye de ti, presto te

perseguirá, y si no acepta tus regalos, te los dará; y

si no te quiere, pronto te amará aun no queriendo».

Ven a mí también ahora, libérame de mis penosos

afanes, y todo aquello que mi corazón siente ansia que

se lleve a efecto, cúmplemelo, y tú misma séme en el

combate mi aliada.

 «El mundo del amor y Safo», en Scriptura

Manuel Cerezo Magán

Entre las innovaciones de su lírica, se puede mencionar la estrofa sáfica, un cuarteto compuesto por tres endecasílabos sáficos (con una acentuación singular) y un verso pentasílabo. Alguna oda de Miguel de Unamuno, como ocurre en su poema «Salamanca», adopta esta peculiar forma estrófica. Además, hay que recordar que muchas obras pictóricas recuerdan la figura de esta célebre poeta; algunas, incluso, fabulan con la posibilidad de su suicido entre las rocas por un amor no correspondido. Especialmente interesante resulta la pintura que recoge juntos a Alceo y a Safo en un óleo de 1881 pintado por Lawrence Alma-Tadema o la que representa a una romántica, sensual y siniestra Safo de Lesbos en 1871, obra de Charles Mengin.

   
Safo y Alceo en el óleo de Lawrence

Otro de los poetas líricos más sobresalientes de la Antigüedad, sin abandonar una poesía profundamente sensual, es Anacreonte, nacido en Teos, en la actual Turquía. Como en el resto de los casos, nos ha llegado su poesía de manera fragmentaria (de tres libros, aunque se ha llegado a hablar de una producción total de seis) o incluso en versos aislados, recogidos por otros poetas a lo largo del tiempo. Su poesía constituye un canto a los placeres y una invitación a la vida hedonista, incluida la exaltación del erotismo (tanto heterosexual —en el que aparecen con frecuencia bellas jóvenes— como homosexual —nos deja nombres como Cleóbulo y Batilo—), en ocasiones de manera absolutamente explícita. Tan célebres son sus composiciones que en el siglo XVIII dieron lugar a todo un subgénero lírico: las anacreónticas; fueron famosas las del poeta neoclásico Meléndez Valdés, verbigracia. Además, fue el primero que habló de las gozosas relaciones lésbicas de Safo (se dice que Anacreonte de Teos pudo nacer en días próximos a la muerte de la gran poeta; es de suponer que tomó el relevo), agigantando toda una leyenda lírica del hedonismo de la maestra para con sus enamoradizas alumnas. En sus producciones líricas, a veces impregnadas de un tono irónico y satírico inspirado en Arquíloco, se incluyen referencias a la naturaleza efímera de nuestra existencia y a la necesidad del placer como reafirmación. Compruébese todo ello, a modo de botón de muestra, en esta oda de autobiografía lírica:

De un lecho fabricado

de lotos y de mirtos

sobre las blandas hojas

quiero brindar tendido.

Amor sirva la taza,

con cinta de papiro

por el hermoso cuello

su palio atrás prendido.

Como la inestable rueda,

tal sigue su camino

nuestra mísera vida

rodando de continuo.

Y ya que nuestros huesos

al término prescrito

se desaten, en polvo

seremos convertidos.

¿Para qué ungir las losas

de los sepulcros fríos?

¿ni derramar en vano

aromas exquisitos?

A mí más bien de esencias

ungidme mientras vivo,

de rosas coronadme,

llamad al amor mío.

Primero que a las danzas

me lleven del abismo,

quiero dejar cuidados,

quiero vivir tranquilo.

 Anacreonte, Safo y Tirteo

Traducción de José del Castillo y Ayensa

El poeta de los banquetes cierra esta nómina de poetas arcaicos que recitaron su poesía acompañados de la lira, instrumento que legó su nombre a esta excelsa práctica: la lírica.

Fuente:

  • Tapa blanda : 336 páginas


  • Editorial : Nowtilus; 1st Edición (15 Septiembre 2019)
  • Idioma: : Español

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