miércoles, 17 de octubre de 2018

Tirso de Molina El burlador de Sevilla.


En este caso, el don Juan Tenorio de Tirso de Molina va a presentarse como un caballero mas cruel tanto en sus desafíos con sus enemigos como en el trato con las mujeres ya que, al contrario del de Zorrilla, en el que existirá un amor incluso más allá de la muerte, aquí aparece un personaje más cruel e inhumano, en el que no se atisba ninguna clase de sentimiento positivo hacia las mujeres sino que se va a aprovechar de ellas sin piedad y tratándolas de manera despectiva. 

La acción comienza con un intento para seducir a la duquesa Isabela, prometida del duque Octavio, creyendo la incauta de que se trata de éste. Sin embargo, descubierto el engaño, el rey ordena a don Diego Tenorio, embajador de España y padre de don Juan, que descubra al farsante y que acabe con él. Pero don Diego, enterado de que se trata de su hijo, va en su busca y le recomienda marcharse a Nápoles para salvar su vida.

Al mismo tiempo el embajador va en busca del duque Octavio advirtiéndole que es sospechoso por el rey de este episodio por lo que recomienda también marchar. 

Don Juan pues, en su periplo hacia el destierro seduce a varias mujeres, entre ellas a una pescadora, a una mujer casadera y a la prometida del marqués de la Mota, doña Ana de Ulloa, resultando muerto en un duelo con don Juan su padre el comendador don Gonzalo. 

Mientras, en Castilla, el rey Alfonso XI promete la mano de doña Ana a don Juan Tenorio, desconociendo las andanzas de éste. Recibe también al duque Octavio y , demostrada la inocencia de éste y reconocida la culpa de don Juan, le promete pues promete la mano de doña Ana de Ulloa. 

Como resultado del episodio de la seducción a doña Ana y posterior muerte de su padre, el duque de la Mota queda sospechoso. 

Don Juan, por otro lado, descubre el sepulcro de don Gonzalo y reta a su espíritu a cenar en su casa, cita a la que el espectro se presenta, desatándose un feroz duelo del que don Juan resultará muerto. 

Así, con don Juan muerto, el rey Alfonso XI permite que la duquesa Isabela se case con el duque Octavio y doña Ana de Ulloa con el duque de la Mota. 

Es pues, una obra mucho más cruenta y apasionada que la de José Zorrilla, en la que aparecerán casi los mismos personajes y en la que quizás deje en el lector cierto sentimiento de cierto rechazo hacia la figura de don Juan Tenorio.

***
Escrito hacia 1630, El burlador de Sevilla significa la irrupción en la literatura de uno de sus grandes mitos, el de don Juan, el aristócrata amoral, cínico, con un punto de depravación, que conquista mujeres no por deseo sexual, sino por el mero hecho de conquistarlas. De todas las versiones del personaje, la de Tirso es la más despiadada: ostenta que el mayor «gusto que en mí puede haber/ es burlar a una mujer/ y dejarla sin honor, con lo que a la ofensa une la crueldad: desprecia las leyes divinas y humanas e incluso se mofa de la otra vida. La carrera de don Juan es la de un transgresor, no solo de la moral, sino del orden social que se gana el eterno castigo, del que también se había burlado. Obra compleja, de múltiples sentidos, es sobre todo una lectura apasionante que no ha perdido ni un ápice de su actualidad.
***
Tirso de Molina fue el seudónimo de Fray Gabriel Téllez (Madrid, 1584 - Almazán, 1648), un dramaturgo español que estuvo entre los grandes del Siglo de Oro español. En su obra dramática se mantuvo fiel a Lope de Vega, del que sólo se diferencia por el análisis más profundo de la psicología de sus protagonistas, en especial en los tipos femeninos, cuya variedad y matización es poco usual en el teatro español de la época. 

Pocos datos se conocen respecto de la biografía de Tirso de Molina. Se sabe que se ordenó en el convento mercedario de Guadalajara (1601), que vivió en el monasterio de Estercuel (1614-1615) y que viajó a Santo Domingo en 1616, de donde regresó dos años más tarde. Una Junta de Reformación le condenó a destierro de la corte por escribir comedias profanas. En 1626 estaba de nuevo en la corte y fue nombrado comendador del convento de Trujillo, siendo confinado en el convento de Cuenca por orden del Padre Salmerón, visitador general, al parecer por las mismas causas que promovieron su destierro. En 1632 fue nombrado cronista de su orden, en 1645 le nombraron comendador del convento de Soria, y al año siguiente, definidor provincial de Castilla. 

Fue un autor muy fecundo. Dejó unas 300 comedias, que se imprimieron en cinco partes: `Primera parte` (Sevilla, 1627), `Segunda parte` (Madrid, 1635), `Tercera parte` (Tortosa, 1634), `Cuarta parte` (Madrid, 1635), y `Quinta parte` (Madrid, 1636). Como dramaturgo religioso, escribió varios autos sacramentales (`El colmenero divino`, `No le arriendo la ganancia`, `El laberinto de Creta`), comedias bíblicas (`La mujer que manda en casa`, sobre la historia de Acab y Jezabel, `La mejor espigadera`, sobre Ruth, `La vida y muerte de Herodes`, `La venganza de Tamar`) y comedias hagiográficas (la trilogía de `La Santa Juana`, `La ninfa del cielo`, `La dama del olivar`). 

Extrajo de las historias y leyendas nacionales argumentos de numerosas comedias: la trilogía de los Pizarro (`Todo es dar en una cosa`, `Amazonas en las Indias` y `La lealtad contra la envidia`), la historia de Martín Peláez (`El cobarde más valiente`), o la de María de Molina (`La prudencia en la mujer`). Entre las comedias de carácter destacan `Marta, la piadosa` y `El vergonzoso en palacio`. Al grupo de comedias de intriga pertenecen `La villana de Vallecas`, `Desde Toledo a Madrid`, `Por el sótano y el torno` y `Don Gil de las calzas verdes`. 

Se le atribuyen, aunque no se incluyeron en las `Partes` de sus comedias, dos obras de contenido filosófico de gran importancia: `El burlador de Sevilla` y convidado de piedra`, que introdujo el tema del libertino don Juan Tenorio en la literatura universal, y `El condenado por desconfiado`, en la que trató el tema de la arrogancia del hombre frente a la gracia divina y la importancia del libre albedrío. 

Su obra en prosa incluye una `Historia de la orden de la Merced` y dos obras misceláneas: `Cigarrales de Toledo` (1621) y `Deleitar aprovechando` (1635).

Recopilador: Dr. Enrico Pugliatti.
(Fragmento).

Tirso de Molina

El burlador de Sevilla


Personas que hablan en ella

Don DIEGO Tenorio, viejo
Don JUAN Tenorio, su hijo
CATALINÓN, lacayo
El REY de Nápoles
El Duque OCTAVIO
Don PEDRO Tenorio, tío
El Marqués de la MOTA
Don GONZALO de Ulloa
El REY de Castilla, ALFONSO XI
FABIO, criado
ISABELA, Duquesa
TISBEA, pescadora
BELISA, villana
ANFRISO, pescador
CORIDÓN, pescador
GASENO, labrador
BATRICIO, labrador
RIPIO, criado
Doña ANA de Ulloa
AMINTA, labradora
ACOMPAÑAMIENTO
CANTORES
GUARDAS
CRIADOS
ENLUTADOS
MÚSICOS
PASTORES ESCADORES

ACTO PRIMERO

(Salen don JUAN Tenorio e ISABELA, duquesa)




ISABELA:
Duque Octavio, por aquí
podrás salir más seguro.
JUAN:
Duquesa, de nuevo os juro
de cumplir el dulce sí.
ISABELA:
Mi gloria, ¿serán verdades
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades?
JUAN:
Sí, mi bien.
ISABELA:
Quiero sacar
una luz.
JUAN:
Pues, ¿para qué?
ISABELA:
Para que el alma dé fe
del bien que llego a gozar.
JUAN:
Mataréte la luz yo.
ISABELA:
¡Ah, cielo! ¿Quién eres, hombre?
JUAN:
¿Quién soy? Un hombre sin nombre.
ISABELA:
¿Que no eres el duque?
JUAN:
No.
ISABELA:
¡Ah de palacio!
JUAN:
Detente.
Dame, duquesa, la mano.
ISABELA:
No me detengas, villano.
¡Ah del rey! ¡Soldados, gente!
(Sale el REY de Nápoles, con una vela en un candelero)




REY:
¿Qué es esto?
ISABELA:
¡Favor! ¡Ay, triste,
que es el rey!
REY: ¿Qué es?
JUAN:
¿Qué ha de ser?
Un hombre y una mujer.
REY:
(Ap[1]. Esto en prudencia consiste).
¡Ah de mi guarda! Prendé
a este hombre.
ISABELA: ¡Ay, perdido honor!
(Sale don PEDRO Tenorio, embajador de España, y GUARDA)




PEDRO:
¿En tu cuarto, gran señor
voces? ¿Quién la causa fue?
REY:
Don Pedro Tenorio, a vos
esta prisión os encargo.
Si ando corto, andad vos largo.
Mirad quién son estos dos.
Y con secreto ha de ser,
que algún mal suceso creo;
porque si yo aquí los veo,
no me queda más que ver.
(Vase el REY)




PEDRO:
Prendedle.
JUAN:
¿Quién ha de osar?
Bien puedo perder la vida;
mas ha de ir tan bien vendida
que a alguno le ha de pesar.
PEDRO:
Matadle.
JUAN:
¿Quién os engaña?
Resuelto en morir estoy,
porque caballero soy.
El embajador de España
llegue solo, que ha de ser
él quien me rinda.
PEDRO:
Apartad;
a ese cuarto os retirad
todos con esa mujer.

(Vanse los otros)

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