"Resulta
extraño lo mucho que tardó mi mente en captar la imagen. O tal vez
no. Había tanto que ver y tan anormal, tan fuera de lugar, tan...
distorsionado. Era imposible captarlo todo rápidamente.
Sobre
la pasarela se hallaba el cadáver de una persona joven. Y digo
persona porque, aunque los atributos físicos eran los de un muchacho
adolescente, las ropas (poco más que una blusa a la que le faltaba
una manga) y el maquillaje facial eran de muchacha. O mejor aún, de
una mujer, y una mujer de dudosa reputación, por cierto. La
desgraciada criatura tenía las muñecas atadas a la espalda, y las
piernas dobladas en una posición arrodillada, presionándole la cara
contra el acero de la pasarela. No había señales de ropa interior
ni de zapatos, sólo un calcetín colgando patéticamente de uno de
los pies. Pero lo que le habían hecho al cuerpo...
El
rostro no parecía haber sufrido golpes, no tenía hematomas —la
pintura y los polvos seguían intactos—, pero allí donde antes
habían estado los ojos, ahora había tan sólo unas cuencas
ensangrentadas y cavernosas. Una confusa masa de carne le salía de
la boca. Un ancho tajo le cruzaba la garganta, aunque había poca
sangre cerca de la abertura. Grandes cortes se entrecruzaban en el
abdomen, revelando la masa de los órganos internos. Y la mano
derecha aparecía casi cercenada. En la ingle había otra herida
abierta que explicaba lo de la boca: le habían cortado los genitales
y se los habían embutido entre las mandíbulas. También le habían
extirpado el trasero con lo que parecía... Sólo podría definirlo
como a golpes de escoplo".
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