SEGUNDO
ARTÍCULO[89]
Hace
unos años recordarán los lectores que me presenté en calidad de
dilettante
en cuestión de asesinatos. Quizá la palabra dilettante
sea muy fuerte. La de connoisseur
es más apropiada a los escrúpulos y flaqueza del gusto público.
Supongo que en esto no habré nada de malo. Nadie esté obligado a
meter sus ojos, sus oídos y su entendimiento en el bolsillo de los
pantalones cuando se encuentra con un asesino. Si no se encuentra en
un completo estado comatoso, me imagino que un asesino es mejor que
otro en cuestión de buen gusto. Los asesinatos tienen sus pequeñas
diferencias y grados de mérito, al igual que las estatuas, los
cuadros, los oratorios, camafeos, grabados, y no sé cuántas cosas
más. Uno puede enojarse con el hombre por hablar demasiado, o por
hacerlo muy públicamente (en lo de demasiado me retracto: nadie
puede cultivar su gusto en exceso), pero en todo caso permítanle que
piense. ¿Lo creerán ustedes? Todos mis vecinos oyeron hablar de
aquel pequeño ensayo de estética que publiqué y, por desgracia,
también oyeron hablar al mismo tiempo del club con el que me hallaba
relacionado, así como de la cena que presidí —ambas cosas, con el
ensayo, destinadas al mismo modesto propósito de difundir el buen
gusto entre los súbditos de Su Majestad[90]—,
y a renglón seguido se dedicaron a levantar las calumnias mas
feroces contra mí. En particular dijeron que yo, o el club, lo que
venia a ser la misma cosa, ofrecía premios a crímenes bien
ejecutados… con una escala de descuentos en la puntuación, en caso
de que se produjera un defecto o tacha en la ejecución, conforme a
una tabla difundida entre los amigos personales. Permítanme ahora
contarles toda la verdad acerca de la cena y del club, y comprobaran
lo malicioso que es el mundo. Pero antes déjenme que les diga,
confidencialmente, cuáles son mis principios reales sobre la materia
en cuestión.
En
cuanto al asesinato, nunca he cometido uno en toda mi vida. Eso es
algo bien sabido entre todos mis amigos. Puedo mostrar un documento
para certificarlo firmado por un montón de gente. Por tanto, si
vamos a eso, dudo que haya muchos que puedan conseguir un certificado
tan convincente. El mío seria tan grande como un mantel. Tengo que
reconocer que hay un miembro del club que pretende haberme cogido
tomándome demasiadas libertades con su gaznate en una sesión
nocturna, después de que se hubiesen retirado todos los miembros.
Pero observen que cambia la historia en función de lo que ha bebido.
Cuando aún no ha ido muy lejos, se contenta con decir que me cogió
mirando de manera insinuante su garganta y que estuve melancólico
durante varias semanas después, y que mi voz sonaba como si
expresara, para el fino oído del entendido, el sentido de las
oportunidades perdidas. Pero todo el club sabe que se trata de un
hombre desilusionado, y que a veces dice quejumbroso que resulta una
negligencia fatal salir al extranjero sin las herramientas
apropiadas. Además, éste es un asunto entre dos aficionados, y todo
el mundo hace concesiones en pequeñas asperezas y roces de ese tipo.
«Pero —me dirán— si usted no es un asesino, al menos habrá
fomentado o incluso encargado un asesinato»; pues no, palabra de
honor, nada de eso. Y éste es el asunto que quería discutir para su
entera satisfacción. La verdad es que soy un hombre muy particular
en todo lo relacionado con el asesinato y quizá llevo mi delicadeza
demasiado lejos. El Estagirita situé con toda justicia, y
posiblemente con conocimiento de mi causa, la virtud en el τό
μεσον
o en el medio entre los extremos. A un justo medio, a eso es a lo que
todos deberíamos aspirar[91].
Pero es mas fácil hablar que obrar y, siendo mi flaqueza mas notoria
la excesiva bondad de corazón, encuentro difícil mantener una línea
recta ecuatorial entre los dos polos de demasiado asesinato por una
parte, y demasiado poco asesinato por la otra. Soy condescendiente en
exceso… y la gente se aprovecha de mí, incluso van por la vida sin
que ni siquiera haya atentado una vez contra ellos, lo cual no tiene
excusa. Creo que si de mi dependiese, apenas tendríamos algún
asesinato al año. De hecho, estoy a favor de la paz y de la
tranquilidad y de la mas exquisita cortesía, y de lo que se puede
llamar una completa sumisión[92].
Un hombre vino a visitarme como candidato para un puesto de criado
justo cuando se encontraba vacante. Tenia la reputación de haber
coqueteado algo con nuestro arte, y algunos dicen que no sin mérito.
Lo que me asombro, sin embargo, fue que él suponía que este arte
formaba parte de sus deberes habituales en el desempeño del servicio
y hablo de tenerlo en consideración en el salario. Ahora bien, eso
era algo que yo no podía permitir, así que le dije enseguida:
«Richard (o James, como quizá era el caso), interpreta mal mi
carácter. Si una persona quiere y debe practicar este difícil (y
permítanme añadir, peligroso) arte; si posee un decidido talento
para ello, en ese caso puede seguir sus estudios mientras se
encuentra a mi servicio o al de cualquier otro. Y asimismo, tengo que
indicar, que no puede causar ningún perjuicio ni a sí mismo ni al
sujeto en el que esta operando, el que se guié por personas de un
mejor gusto que él. El talento puede hacer mucho, pero el largo
estudio de este arte siempre da derecho a una persona a dar consejos.
Hasta ahí llegaré yo: sugeriré principios generales. Pero, en lo
que Concierne a cualquier caso particular, no tendré nada que ver
con él. No me hable nunca de una obra de arte en especial sobre la
que esté pensando: me opongo a ello in
toto.
Pues si una vez un hombre consiente en un asesinato, al poco tiempo
comienza a darle poca importancia al robo; y del robo pasa a darse a
la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y de ahí solo
queda un paso para la descortesía y la falta de puntualidad. Una vez
que alguien ha comenzado a descender por este sendero, nunca se sabe
cuando podrá parar. Mas de una persona ha sellado su ruina con algún
que otro asesinato, al que en aquel tiempo no dio mucha importancia.
Principiis obsta [93]:
ésta es mi norma». Así le hablé, y nunca me he apartado de ella;
si eso no es ser virtuoso, me gustaría saber que cosa lo es.
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