Pedro Salinas-Guillermo de Torre
Correspondencia (1927-1950)
Juana María González/Carlos García (eds.)
PEDRO SALINAS
GUILLERMO DE TORRE
CORRESPONDENCIA
(1927-1950)
Juana María González/Carlos García (eds.)
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Introducción, ordenamiento, notas, bibliografía:
© Juana María González (Madrid), Carlos García (Hamburg)
De esta edición:
© Iberoamericana/Vervuert (Madrid/Frankfurt am Main)
ISBN 978-84-16922-82-6 (Iberoamericana)
ISBN 978-3-95487-711-9 (Vervuert)
ISBN 978-3-95487-712-6 (e-book)
Depósito legal: M 33370-2018
Diseño de cubierta: Rubén Salgueiro
Impreso en España
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
Índice
Introducción ........................................................................................ 9
Criterios de edición ...................................................................................... 27
Modo de empleo .......................................................................................... 27
Agradecimientos .......................................................................................... 28
Correspondencia (1927-1950)
1927 ............................................................................................................ 33
1928 ............................................................................................................ 45
1929 ............................................................................................................ 51
1930-1933...................................................................................................... 53
1934 ............................................................................................................ 55
1935 ............................................................................................................ 65
1936 ............................................................................................................ 77
1937 ............................................................................................................ 81
¿1937? ............................................................................................................ 87
1938 ............................................................................................................ 89
1940 ............................................................................................................ 117
1941 ............................................................................................................ 121
1942 ............................................................................................................ 133
1944 ............................................................................................................ 145
1946 ............................................................................................................ 151
1947 ............................................................................................................ 159
1948 ............................................................................................................ 161
1949 ............................................................................................................ 183
1950 ............................................................................................................ 199
Apéndice 1(1951-1969).................................................................................. 211
Apéndice 2...................................................................................................... 229
Índice de cartas y postales................................................................................ 239
Procedencia de los materiales........................................................................... 241
Bibliografía...................................................................................................... 243
Toda correspondencia es un medio idóneo para acceder a la intimidad de
quien la escribe, a la particular versión que el autor muestra de sí mismo a
su destinatario (Guillén 1986, 85). No en vano la crítica ha dedicado abundantes
estudios a la relación entre escritura epistolar y literatura (Lanson
1965; Gurkin 1982; Kauffman 1990; Guillén 1991 y 1997; Bou 1992).
El propio Pedro Salinas se ocupó del tema en su «Defensa de la carta
misiva y de la correspondencia epistolar» (El defensor, 1948), donde plantea
una pregunta fundamental: «¿A quién se dirige una carta?» (Salinas
2007c, 860). Salinas explica en su ensayo que «todo el que escribe debe
verse inclinado —Narciso involuntario— sobre una superficie en la que
se ve, antes que a otra cosa, a sí mismo» (ibid.). Escribir una carta, añade,
es un ejercicio que nos permite en primer lugar «cobrar conciencia de
nosotros» (ibid.). Las cartas tienen además un destinatario y, en ocasiones,
como ocurre con las cartas de intelectuales y artistas, tras ser compartidas
con un grupo de lectores afines, con los amigos, llegan, finalmente, a hacerse
públicas.
La lectura de la correspondencia de un escritor resulta, por otra parte,
una herramienta indispensable para conocer el entramado cultural en el que
el autor queda inscrito (su círculo de amistades, sus intereses personales, sus
lecturas) y, en muchos casos, el proceso creativo de sus obras.
Afirmaba a este respecto Enric Bou en su edición del epistolario cruzado entre
Pedro Salinas y Katherine Prue Reding, luego Whitmore (Salinas 2002, 19):
Las cartas […] sirven de depósito para fragmentos de obras (no realizadas, o
todavía gestándose) que se proyectan en ellas de forma inconsciente. Si la carta
no tuviera esa relación, como el reverso de la medalla o el síntoma de un estado
de cosas que nos atrae, no la leeríamos.
Introducción
10
Este es el caso del epistolario que nos ocupa aquí. Las cartas cruzadas
entre Salinas y Guillermo de Torre son un documento fundamental para
conocer, en parte, la relación entre ambos escritores, así como los puntos
de encuentro que hicieron que ambos compartiesen intereses intelectuales
y estéticos. Este epistolario es, asimismo, indispensable para conocer el importante
papel que desempeñó Torre en la difusión de la obra creativa de
Salinas desde el comienzo del exilio de este en 1936.
Gracias al trabajo de Torre como editor en Losada vieron allí la luz diversos
trabajos de Salinas, como La poesía de Rubén Darío. Ensayo sobre el
tema y los temas del poeta (1948) o el primer volumen de su poesía completa,
Poesía junta (1942).
Torre también hizo una gran labor de difusión de la obra del poeta a
través de sus artículos y reseñas en la prensa, incluso después de la muerte
de Salinas en 1951.
Las cartas cruzadas entre Salinas y Torre son de notable interés para investigadores
y lectores interesados por la voz epistolar de dos de las figuras más relevantes
de la cultura española de la primera mitad del siglo xx. Las misivas correspondientes
al periodo del exilio tienen además un interés particular, tanto
porque permiten vislumbrar las penurias del exiliado como porque revelan los
canales de comunicación y publicación o el entramado de las redes amistosas.
Como bien ha mostrado Mariana Genoud de Fourcade (2007), en sus
epistolarios con la mujer amada o con algunos de sus amigos, Salinas muestra
diferentes facetas de sí mismo. Esto, que quizás sea común a todas las
personas, es aún más intenso en el caso del amante, del poeta o del crítico.
En el presente caso, el aspecto más acentuado es el del productor preocupado
por el destino de sus obras. La mayor parte de las cartas versan sobre
asuntos literarios, sobre plazos de entrega y de impresión, sobre comentarios
a libros, propios o ajenos.
La relación entre los corresponsales es medida, poco propensa a la confesión,
a la intimidad, salvo a la relacionada con lo estrictamente literario, y,
cuando ello ocurre, es, en general, de parte de Salinas.
En este volumen publicamos treinta y una cartas cruzadas entre Salinas y
Torre en el periodo que va de 1927 a 1950. De ellas, veintidós son inéditas
(nueve de Salinas y trece de Torre; se trata de las cartas número 1-11, 15,
17-19, 22, 24-26, 28, 29 y 31).
Las nueve misivas restantes fueron publicadas en la revista Renacimiento
(Sevilla, 1990) y en el tomo III de las Obras completas de Salinas (2007d).
11
De las cartas aquí recopiladas, todas a las que hemos logrado acceder, tres
son anteriores al fatídico año 1936 y veintiocho, posteriores a esa fecha.
La primera misiva conservada es de 1927. En ella, Salinas agradece a Torre
el envío del primer número de La Gaceta Literaria, revista cuya fundación había
sido gestionada por Ernesto Giménez Caballero en 1926 con ayuda de Torre.
Para entonces, Torre, poeta y crítico literario, ya estaba firmemente asentado
en el campo cultural español. Había sido una figura fundamental de
la vanguardia histórica: creó el término ultraísta, luego recogido por Rafael
Cansinos Assens para designar el movimiento proclamado a fines de 1918.
En febrero de 1919, el nombre de Torre apareció al pie del primer manifiesto
ultraísta (cf. sin embargo García 2016/09) y fue uno de los representantes
principales de esta tendencia estética, de la que fue un incansable agitador.
Participó en casi todas las revistas de la vanguardia española alrededor de
1920 (Grecia, Ultra, Cosmópolis, etc.) y en varias extranjeras, como la argentina
Prisma (1921) o la francesa Manomètre (1922). Fue autor del poemario
vanguardista Hélices (1923), con ilustraciones de Norah Borges, hermana de
Jorge Luis, con quien se casará en 1928 en Buenos Aires. En 1925 publicó el
irremplazable compendio Literaturas europeas de vanguardia.
Salinas, por su parte, había compaginado en esos años sus labores docentes
como profesor universitario, especialmente en Sevilla, con su vocación
literaria, algo que seguirá haciendo en los años siguientes. De entre sus publicaciones
hasta 1927 destacan Presagios (1924), su primer poemario, que
aglutina sus principales temas de interés y que fue publicado en la Biblioteca
Índice que dirigía Juan Ramón Jiménez, a quien le unían afinidades estéticas,
y su novela Víspera del gozo (1926), publicada por la editorial Revista
de Occidente, en la línea de la prosa vanguardista que se promociona desde
dicha editorial, la colección de los Nova Novorum (López 2005).
Es de suponer que, al dedicarse ambos a la creación literaria, aunque
desde distintas perspectivas estéticas (Salinas, más próximo a las corrientes
puristas; Torre, a la vanguardia), ambos escritores se conocieron a través de
los círculos intelectuales y culturales a los que eran asiduos. Concretamente,
en su artículo «Pedro Salinas en mi recuerdo y en sus cartas», de 1953,
Guillermo de Torre recuerda el momento en el que conoció a Pedro Salinas:
¿Cuándo nos vimos por primera vez? Probablemente fue en el Ateneo, cuya
galería de retratos guardaba todavía, en los años subsiguientes a la primera guerra,
fulgor y prestancia del siglo xx y era lugar de encuentros literarios. Salinas
12
venía de París, donde acababa de pasar algunos años como lector de español
en la Sorbona —allí le reemplazó Guillén, sombra amiga, como luego habría
de sucederle en Sevilla, en Wellesley—; traducía, recreaba a Proust. Era —nos
parecía, sobre todo— un mayor. […] Salinas va y viene, más allá de las fronteras,
desde su casa nativa, en el riñón madrileño (la Plaza del Conde de Barajas,
creo recordar, a la vera de la Cava Baja y a dos pasos de mi solariega Plaza del
Cordón), pero se nos escabulle por temporadas (89).
En los años siguientes, ambos escritores seguirán manteniendo relación
con motivo de las publicaciones de Salinas en La Gaceta Literaria y por el
interés del poeta madrileño por esta publicación, que va a ser considerada
uno de los principales centros de reunión de la obra creativa de los autores
de la joven literatura. Como se verá, hubo, sin embargo, graves disensiones
entre Salinas y Gecé (Ernesto Giménez Caballero).
La correspondencia conservada entre Torre y Salinas sufre una interrupción
entre 1927 y 1928. A fines de 1927 Torre se marcha a vivir a Buenos
Aires, desde donde colaboró en la sección «Gaceta americana» de La Gaceta
Literaria. Salinas, por su parte, se traslada en 1928 de Sevilla a Madrid con un
permiso ministerial para ocuparse de la dirección de los cursos de verano del
Centro de Estudios Históricos. El poeta mantiene una estrecha relación con
la editorial Revista de Occidente, donde publica su segundo libro de poesía,
Seguro azar (1929), volumen que supone un complemento de su libro anterior
(Presagios, 1924), y se muestra cercano a la literatura de corte creacionista.
La correspondencia entre ambos autores se retoma en 1929, pero tan
solo se conserva una carta de este año [2]. En esta fecha Torre comienza a
colaborar con el Instituto de Filología de Buenos Aires, dirigido por Amado
Alonso y dependiente del Centro de Estudios Históricos de Madrid. La
relación entre Salinas y Torre se intensifica a partir de la incorporación de
este último al comité de redacción de una Historia de la Literatura, que llevaban
a cabo Aurelio Viñas, Claudio Sánchez Albornoz, Bienvenido Martín
y el propio Salinas desde 1927 por encargo de Ramón Menéndez Pidal,
y que iba a publicar la editorial Espasa-Calpe. El proyecto, sin embargo,
no se llevó a cabo.
De los años siguientes, y hasta 1936, tan solo se conoce una carta cruzada
entre nuestros corresponsales, fechada en 1935, aunque seguramente
hubo muchas más. Los años treinta fueron fundamentales para el desarrollo
de la relación entre Salinas y Torre. Tras su definitivo traslado a Madrid,
13
entre agosto y septiembre de 1930, Salinas pasó a dirigir la subsección de
Archivos de Literatura Española Contemporánea del Centro de Estudios
Históricos (Sección de Filología), creada en 1932, y su revista Índice Literario
(1932-1936). Para ello, contará con la colaboración de Torre, quien
regresa a España con su mujer en 1932. También colaboraron en la subsección
José María Quiroga Plá, María Galvarriato (cuñada de Dámaso
Alonso), María Josefa Canellada y Vicente Llorens.
Torre dejó constancia de su colaboración con Salinas en los Archivos de
Literatura Española Contemporánea en su ya citado artículo «Pedro Salinas
en mi recuerdo y en sus cartas» (1953); también lo menciona Vicente Llorens
en sus Memorias de una emigración (1975). Asimismo, Torre contribuyó
a la elaboración y publicación de la revista Índice Literario, la principal de
la sección, donde aparecieron reseñas de las más importantes obras literarias
publicadas entre 1932 y 1936. El trabajo de Salinas y Torre en el Centro de
Estudios Históricos hizo que los dos desarrollaran una serie de afinidades
comunes que van a ser fundamentales en los años posteriores de exilio.
La subsección de Archivos de Literatura Española Contemporánea (1932-
1936) tenía como finalidad, tal como informó Torre en 1953, «ahorrar trabajo
a los que vengan después de nosotros: hacer desde ahora para el siglo xxv lo
que don Ramón [Menéndez Pidal] y los suyos están haciendo para los siglos
pretéritos: archivar la historia literaria al día, recoger esos menudos datos que
luego suelen perderse» (90). Para ello, su director, Pedro Salinas, organizó el
trabajo de sus colaboradores en tres ámbitos diferentes: (i) la elaboración de
un archivo hemerográfico organizado por autores, donde se reunían recortes
de prensa con las críticas sobre las obras literarias más reseñables del momento,
fundamentalmente, narrativa, poesía, teatro y ensayo; (ii) la elaboración
y publicación de la revista Índice Literario, donde se incluían reseñas de una
selección de los libros y autores recogidos en dicho archivo y que se complementaban,
ocasionalmente, con fragmentos de críticas tomadas de la prensa,
y (iii) la elaboración de unos cuadernos monográficos sobre figuras del ámbito
literario contemporáneo de especial relevancia.
Las reseñas de Índice Literario no aparecen firmadas, pero se han podido
identificar algunas de las que escribieron Salinas y Torre. Nos ocupamos en
detalle del tema, así como de las numerosas aportaciones de ambos a esa
publicación, en el «Apéndice» que precede a la «Bibliografía».
Como hemos visto, Salinas contó con la ayuda de diversos colaboradores
para la elaboración de las reseñas de Índice Literario; sin embargo, si el autor
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o la obra reseñada eran especialmente relevantes, solía ocuparse él mismo de
comentarlos. Este es el caso, por ejemplo, de la segunda edición de Cántico,
de su amigo Jorge Guillén. En una carta de 22 de enero de 1936 dice así
Salinas a su amigo (Salinas 2007d, 491):
Mi querido Jorge:
Te escribo avergonzado, con la conciencia llena de remordimientos, de excusas,
de perdones. Te lo explicarás fácilmente: acabo de escribir un artículo sobre
Cántico, para el Índice.
La relación personal entre Salinas y Torre debe de haber sido muy estrecha
especialmente en los años treinta, aunque no quede constancia de
ello en esta correspondencia, quizás precisamente debido a la asiduidad del
contacto personal. Conjeturamos que Torre se habrá servido de su experiencia
en la sección de Archivos de Literatura Española Contemporánea
para abordar otros proyectos posteriores, como su Almanaque Literario de
1935, publicado en colaboración con Miguel Pérez Ferrero y Esteban Salazar
y Chapela por la editorial Plutarco, cuyo objetivo era mostrar un
registro anual de la vida intelectual y literaria del año anterior, en este caso
1934. Aunque originalmente se había previsto sacar un número por año,
la publicación no prosperó, entre otras razones, a causa del estallido de la
Guerra Civil. Dedicamos al volumen un apartado en el capítulo «1935».
En 1931, Salinas publica su tercer libro de poesía: Fábula y signo, prolongación
de Seguro azar, y en 1933 La voz a ti debida, que lo consagrará
definitivamente como poeta. Torre dedicó algunos de sus artículos a este
último libro, como el publicado en Luz el 14 de febrero de 1934. En 1936
Salinas publica Razón de amor, el último libro de poesía que aparece en España
antes de su exilio en Estados Unidos.
Antes de marcharse, Salinas ejerce como secretario de la Universidad
Internacional de Santander, de la que había sido promotor principal. Torre,
a su vez, apoyó este proyecto mediante su labor periodística: véase, por
ejemplo, su artículo sobre dicha universidad en Diario de Madrid el 9 de
mayo de 1935, reproducido en este volumen. En él Torre indica que esta
universidad aspira «no sólo a romper la incomunicación entre profesores
y estudiantes de distintas regiones, sino también a proporcionar a nuestros
estudiosos un contacto fructuoso con los intelectuales extranjeros que
concurren a ella».
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El estallido de la Guerra Civil española va a provocar un nuevo parón en
la correspondencia entre Salinas y Torre. El conflicto sorprende a Salinas en
Santander, desde donde se traslada a Boston, ya que en 1935 había aceptado
una invitación del Wellesley College para impartir allí clases durante el
curso 1936-1937. Su esposa e hijos se instalan temporalmente en Argelia
con la familia de su mujer, Margarita Bonmatí, y vuelven a reunirse en Estados
Unidos en 1937. Salinas dio clases en el Wellesley College hasta 1940,
aunque alternó este puesto durante los cursos 1937-1938 y 1938-1939 con
el de profesor visitante en la Johns Hopkins University, a donde finalmente
se trasladará.
Guillermo de Torre y Norah Borges, por su parte, se marchan a París a
poco de estallar la Guerra Civil. Allí, Torre colaboró con la Oficina de Turismo
republicana, para luego instalarse definitivamente en Buenos Aires. Fue
allí fugazmente agregado cultural de la embajada leal a la República (1938).1
Visitaría ocasionalmente España a partir de la década de los cincuenta.
En Buenos Aires, Torre trabajó durante algún tiempo para la editorial
Espasa-Calpe Argentina y colaboró con la revista Sur, dirigida por Victoria
Ocampo, publicación de la que fue el primer factótum.2 En 1938, el autor
abandonó la editorial Espasa-Calpe Argentina y fundó con otros emigrados
españoles la editorial Losada, donde trabajó hasta su muerte. Desde allí difundió
la obra de un gran número de autores peninsulares, incluida la de
Salinas. Compiló las primeras ediciones de las obras completas de Federico
García Lorca y de Miguel Hernández.
La primera carta cruzada entre Salinas y Torre que se conserva de estos
años de exilio está fechada el 3 de julio de 1937. En ella, Torre solicita a
Salinas su colaboración para la revista Sur, donde Salinas publicará «Pareja,
espectro (poema)» (junio de 1938), perteneciente a la serie de Largo lamento
(1937-1938), y el ensayo «Lamparilla a Paul Valéry» (octubre de 1945).
Torre también solicita obra para la editorial Espasa-Calpe Argentina, donde
se encuentra trabajando en ese momento. Salinas responde a esa misiva y
da a Torre algunos detalles sobre la situación de su familia (el poeta escribe
desde Middlebury, donde pasará muchos veranos dando cursos de español).
1 Cf. Carlos García (2016/07b).
2 Carlos García planea la publicación del epistolario entre Torre y Victoria Ocampo, la
directora de Sur.
16
Salinas pregunta a Torre en estas primeras cartas por la recepción de su libro
Razón de amor, que había aparecido publicado en 1936 por la editorial Cruz y
Raya, dirigida por José Bergamín. También hace mención de un libro de poesías
que está terminando, Largo lamento, obra que comenzó a gestarse durante
los últimos meses de 1936, época en que el poeta pone fin a su relación con
Katherine Whitmore (a la que, como se sabe, había dedicado sus dos anteriores
libros de poesía: La voz a ti debida y Razón de amor), y el verano de 1937.
Largo lamento es «un libro puente que inicia una segunda etapa en la poesía
de Salinas, calificada por algunos críticos de ‘mística’, cuya obra más representativa
será El contemplado (1946), dedicada al mar de Puerto Rico» (Escartín
en Salinas 2005, 39). La historia del proceso de edición frustrada de este libro,
que aparecerá publicado de forma parcial en 1971, está íntimamente relacionada
con la editorial Losada y con la labor de Guillermo de Torre.
El mismo mes de junio de 1938 en que aparece «Pareja, espectro (poema)
» en Sur, Salinas gestiona la edición de Largo lamento con Torre en Losada,
aunque le anuncia a su amigo que, si el libro no les interesa, lo enviará
a México (Salinas había publicado otro de los poemas de Largo lamento,
«Error de cálculo», en forma de separata en México en ese mismo año). Sin
embargo, el poeta desestimó finalmente la oferta mexicana. Largo lamento
estuvo a punto de publicarse en la editorial Losada en diciembre de 1938.
Sin embargo, la edición acabó frustrándose porque Losada pretendía publicar
el volumen junto con los dos libros de poesía de Salinas anteriores: La
voz a ti debida y Razón de amor, a lo que el poeta se negó.
Ante el fracaso de esa edición y los distintos avatares personales que afectan
al poeta en este momento (Escartín en Salinas 2005, 54-55), Salinas
abandona definitivamente el proyecto de publicación de Largo lamento, lo
fragmenta y aprovecha más tarde parte de su material en Todo más claro
(Sudamericana, 1949).
Por su parte, la editorial Losada se ocupa de la edición de la poesía completa
del autor (Presagios, Seguro azar, Fábula y signo, La voz a ti debida y Razón
de amor) bajo el título de Poesía junta, volumen que aparecerá en 1942.
A partir de ese momento Salinas se impone silencio como poeta, hasta que
publica en 1946 El contemplado, y desarrolla, en cambio, su faceta como
narrador, ensayista y autor de teatro.
Además de todo lo relacionado con la edición de Largo lamento y Poesía
junta, en las primeras cartas cruzadas entre Salinas y Torre en el exilio, ambos
se refieren muy frecuentemente a las publicaciones del poeta madrileño,
17
como, por ejemplo, las traducciones de algunas de sus poesías, Lost Angel
and other Poems, realizadas por Eleanor L. Turnbull (1938), o un proyecto
de antología de poesía española de los siglos xii-xvii que no llegará a cuajar.
Salinas y Torre también hablan de la reedición que la editorial Losada hace
de la versión del Poema de mío Cid de Salinas (1938).
Salinas y Torre también mencionan con nostalgia a los colaboradores del
Centro de Estudios Históricos, como Ramón Menéndez Pidal, Américo
Castro, Federico de Onís, y a algunos que han quedado en España, como
Dámaso Alonso. También se refieren a otros compañeros exiliados. No faltan
comentarios críticos sobre algunos autores españoles por su actitud ante
la Guerra Civil, como José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna.
Entre 1939 y 1940, la correspondencia conservada entre Salinas y Torre
sufre una nueva interrupción, aunque contamos con referencias a algunas
cartas cruzadas entre ambos a través del epistolario del poeta madrileño con
Jorge Guillén. La correspondencia se reanuda, no obstante, en 1941. Salinas
agradece los artículos que Torre publica este año en la revista Sur sobre su
obra ensayística, en concreto sobre sus libros Reality and the Poet in Spanish
Poetry (Johns Hopkins University Press, 1940) y Literatura española, siglo
xx (1941). El poeta también hace referencia a sus avances en la escritura de
obras de teatro y de sus dificultades para publicarlas o verlas representadas.
La práctica del teatro fue una dedicación algo tardía en Salinas. El primer
indicio de su interés por ese género se remonta a 1930, pero no fue hasta
enero de 1936 cuando pudo culminar su primer ensayo de una obra teatral,
titulada El director. Salinas llegó a escribir hasta catorce obras de teatro más,
pero en vida solo vio representada una, La fuente del arcángel (1946). La
primera edición del teatro del autor se publicó en Ínsula en 1952. En sus
cartas a Torre, Salinas se referirá a este tema con frecuencia.
En las misivas cruzadas con Torre en 1941, Salinas realiza diversas críticas
a publicaciones y autores del momento.
En primer lugar, a la Antología de la poesía española contemporánea (1900-
1936) de Juan José de Domenchina, discípulo de Juan Ramón Jiménez
—con quien Salinas y su amigo Jorge Guillén estaban enfrentados desde
1933—, editada en 1941. El texto llevaba epílogo de Enrique Díez-Canedo
y dejaba mal parados a Salinas, a Guillén y a otros amigos coetáneos (la correspondencia
entre ambos abunda sobre el tema).
En segundo lugar, a algunos autores españoles que residen en la península,
como Valbuena, Rosales o Vivanco, que están publicando diversas
18
antologías sobre literatura española en estos años, y a los que Salinas acusa
de no ser libres y de estar bajo el control del régimen franquista.
Del año 1942 solo se conserva una de las cartas cruzadas entre Salinas
y Torre. Sin embargo, la correspondencia del poeta madrileño y su amigo
Jorge Guillén permite comprobar que el intercambio epistolar con Torre
fue más abundante.
En el año 1943 se produce un nuevo parón en la correspondencia entre
los dos amigos, que será retomada en febrero de 1944. Salinas se encuentra
en este momento en Puerto Rico, a donde llegó con la idea de pasar un
curso académico como profesor visitante en la Universidad de Río Piedras.
Salinas consiguió extender la estancia en esta isla hasta 1946, fecha en que
vuelve a la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore. Este es un periodo
de gran felicidad para Salinas desde su salida de España en 1936 y que
va a coincidir con un incremento en su productividad.
Desde Puerto Rico Salinas escribe a Torre y le refiere algunos problemas
con la liquidación de sus obras y la editorial Losada, solicita publicaciones
de la misma y propone manuscritos para su edición. El poeta
también comenta a Torre que tiene interés en leer trabajos suyos como La
aventura y el orden o Menéndez Pelayo y las dos Españas.
En 1945 se produce otro parón en la correspondencia cruzada entre
Salinas y Torre, que dura hasta 1946. En su primera carta de este año,
Torre informa a Salinas de que sigue al tanto de sus publicaciones ensayísticas.
En concreto menciona sus textos «La gran Cabeza de Turco o la
minoría literaria» (Cuadernos Americanos, 1945), «Reflexiones sobre la
cultura. A propósito de la encuesta a los intelectuales» (Revista de Indias,
1945), «Los nuevos analfabetos» (Revista de América, 1945) y «Nueve
o diez poetas». (El hijo pródigo, 1945). Torre envía además a Salinas su
libro Apollinaire, su vida, su obra y las teorías del cubismo (Buenos Aires,
1946), por el cual el poeta madrileño mostrará interés en estas cartas. Por
su parte, Salinas informa a Torre sobre sus publicaciones: la aparición de
su poema «Cero» en Cuadernos Americanos (1944) y la finalización de sus
ensayos Jorge Manrique o tradición y originalidad, que publicará Sudamericana
en 1947, y La poesía de Rubén Darío: ensayo sobre el tema y los temas
del poeta, cuya edición propone para Losada y que, finalmente, apareció
en dicha editorial en 1948.
No se conserva correspondencia cruzada entre Salinas y Torre en 1947.
Sin embargo, gracias a las cartas intercambiadas por Salinas con Jorge Gui-
19
llén sabemos que el primero se queja de los retrasos de Losada en relación
con su libro sobre Darío. Además, menciona un artículo de Ramón Gómez
de la Serna sobre Guillén y él mismo, que le ha hecho llegar Torre en una
carta que no se ha conservado.
La correspondencia es retomada en 1948. Salinas habla a Torre de sus viajes
a Colombia, Ecuador y Perú, donde dio una serie de conferencias que pertenecen
al ciclo de El defensor, publicado en Bogotá en 1948. En Lima, además,
le nombraron catedrático honoris causa de la Universidad de San Marcos.
Salinas habla de su intención de visitar Argentina (a donde Torre ya le había
animado a viajar varias veces), Uruguay y Chile, aunque finalmente no llevará
a cabo tal proyecto. El poeta, además, habla a Torre de modo íntimo de sus
dificultades para publicar su obra y de lo mucho que esto lo desanima.
Salinas se muestra satisfecho de la edición que Losada hiciera de su ensayo
sobre Rubén Darío. Asimismo, agradece la atención que Torre presta a
sus libros (Jorge Manrique y Rubén Darío), a través de sus envíos de recortes
aparecidos en prensa y de la publicación de artículos, como sus reseñas en
las revistas Ínsula o Saber Vivir. Sin embargo, Salinas se queja paralelamente
en privado ante Guillén de las irregularidades de Losada e, incluso, del estilo
de escritura de Torre en sus artículos, lo que da cuenta de una cierta insinceridad
en su relación con Torre.
Guillermo de Torre practicó desde muy temprano la crítica y en varias
de sus obras reflexionó acerca de la función y los alcances de esa disciplina,
ya desde los tempranos capítulos que dedicara a ello en Literaturas europeas
de vanguardia (libro publicado en 1925, pero concebido ya en 1923: cf.
García/García-Sedas 2008).
Véanse allí, en especial, los apartados «La crítica constructora y creadora
», «La comprensión de amor» y «El deber de fidelidad a nuestra época» de
su ópera magna.
Torre matizará o abandonará algunos de esos conceptos en la introducción
de 1953 a Historia de las literaturas de vanguardia (1965), sobre todo en
el apartado «Función de una crítica literaria» (62-70). Por ello no reproduce
a continuación el texto introductorio de los años veinte de manera completa,
sino que elimina algunos pasajes. (El libro no es, como a menudo se
afirma, una reedición actualizada de Literaturas europeas de vanguardia, sino
una obra completamente diferente, de enfoque mucho más amplio.)
Especialmente en sus cartas a Guillén, Salinas se queja a menudo de la
calidad de los comentarios que Torre dedica a sus libros en la prensa. El exa-
20
brupto más agrio podría ser este, procedente de una carta del 12 de agosto
de 1948 (Salinas/Guillén 1992, 453; Salinas 2007d, 1241):
Salió una reseña del Manrique en Realidad, de Buenos Aires, por José Luis
Romero. Y ayer recibo otra de Guillermito; me manda dos hojas de una revista
Saber Vivir, que trasciende a cursilería argentina. La revista es de los dos libros,
Manrique y Darío. Del primero dice algo, aludiéndose a sí mismo, como siempre;
al segundo lo descabella de mala manera, en unas líneas. Es causa perdida.
¡Figúrate que en el mismo artículo despacha el libro de Castro, el de Ferrater
Mora sobre el sentido de la muerte y los dos míos! Representa una de las formas
más bajas del escribir: ese periodismo pseudo literario con pretensiones, estilo
Nouvelles Littéraires.
Esta queja encierra, a nuestro entender, una falta de comprensión, por
parte de Salinas, acerca de cuál era el fin que Torre perseguía con sus notas.
Se pueden hacer, y se hacen, diferentes clases de reseñas sobre libros. Las
hay escritas para críticos y escritores, las hay para lectores. Hay los estudios
sesudos, pero también la glosa de mera noticia.
En su trabajo publicístico, Torre escribió diferentes clases de textos. No
debe olvidarse que fue uno de los primeros reseñistas en dedicar atinados comentarios
a la obra de García Lorca, favoreciendo así su recepción. También
lo hizo sobre Salinas en 1934 (cf. 1934/02). Ese texto fue subsumido meses
más tarde en un trabajo más largo, en el que Torre se ocupa no solo de La
voz a ti debida, sino también de los demás poemarios de Salinas (1934/07)
(reproducimos aquí ambos textos de Torre, en el capítulo «1934».)
Pero la clase de texto que uno escribe depende del soporte al que esté
dedicado. Torre realizó gran parte de su labor divulgativa en la prensa diaria,
semanal o mensual.
Desarrolló para ello un sistema peculiar, que puede reducirse a estos pasos
(aunque no siempre practica todos), a veces separados por meses o semanas
entre sí.
Mencionaba primero en un suelto que tal o cual autor estaba trabajando
en esta o aquella obra. Más tarde, informaba al público que el libro en cuestión
estaba por aparecer. A menudo acusaba recibo del ejemplar y anunciaba
un comentario próximo. Finalmente, comentaba más o menos detalladamente
el libro. A los diez, quince o más años pasaba revista al autor o a ese
libro, registrando la fortuna literaria que había tenido.
21
Por un lado, este sistema del refrito era, por cierto, un medio de subsistencia
en un segmento económico difícil como era y es el de la prensa. Pero,
por otro lado, ayudaba así a crear un ámbito, un campo literario, o a modificar
paulatinamente los acentos dentro de él. Cierto es también que varios
de esos comentarios tenían además el interés de que favorecían a personas,
grupos o editoriales con los que Torre estaba en buen trato o para quienes
trabajaba. Habrá habido en ellos, por eso, muchos textos surgidos más por
compromiso personal o laboral que por entusiasmo literario.
Pero, de hecho, sin que mediara la relación que hubo entre Salinas y
Torre, y sin la peculiar manera de trabajar de este, la obra del poeta hubiera
tenido menor difusión y repercusión. Huelga mencionar que Torre fue embajador
y abogado de Salinas (y de otros poetas) ante la editorial Losada y
ante las redacciones de varias revistas.
Además de estas cuestiones, en sus cartas de 1948, Salinas pregunta a
Torre por la publicación del Cancionero inédito de Miguel de Unamuno.
Dedicamos un apartado al tema tras la carta número [21].
En el año 1949, nuestros corresponsales cruzan un buen número de cartas.
En ellas vemos cómo Torre le hace llegar a Salinas recortes de prensa o
noticias sobre estudios acerca de su obra literaria. Torre también se refiere
a la reedición de los libros Razón de amor y La voz a ti debida por Losada,
la cual ofreció a Salinas publicarlos en un solo volumen, algo que el poeta
rechazó. Ambos volúmenes aparecerán publicados por separado. Torre también
se refiere al poemario de Salinas Todo más claro, que publicó Sudamericana
en ese mismo año, y al volumen de ensayos de El defensor.
En las cartas intercambiadas entre Salinas y Torre en 1949, el primero
también habla de sus intentos en el género novelístico, desde la publicación
de Víspera del gozo (1926), que darán lugar a su novela El valor de la vida,
que no será publicada en vida del autor. Ambos escritores hablan igualmente
del teatro encajonado de Salinas y del viaje que realizó a Europa en 1949,
donde pudo reunirse con parte de la familia de su mujer.
La correspondencia conservada termina en 1950. En estas últimas cartas
Salinas habla de sus experiencias en su primer y único viaje a Europa
desde que estalló la guerra, del encuentro con sus amigos y de las propuestas
de Jaime Torres Bodet y la Unesco para quedarse en Europa, cosa
que finalmente no conseguirá. El poeta se refiere también a un volumen
de narraciones que ha terminado, que debe ser El desnudo impecable y
otras narraciones, publicado en México (Tezontle, 1951) y a una plaquette
22
de versos que ha concluido, que deben ser los poemas incluidos luego de
manera póstuma en Confianza. Poemas inéditos (1942-1944), edición de
Jorge Guillén y Juan Marichal (Madrid, Aguilar, 1955, Colección Literaria).
Salinas se queja de nuevo ante Torre de sus dificultades para publicar.
No obstante, la editorial Sudamericana le editará La bomba increíble (Fabulación)
en 1950.
Salinas falleció el 4 de diciembre de 1951, víctima de un cáncer. En 1953
la revista Buenos Aires Literaria, dirigida por Andrés Ramón Vázquez, le dedicó
una entrega especial. En ella colaboró Torre con su texto citado «Pedro
Salinas en mi recuerdo y en sus cartas» (1953b).
El papel de las editoriales Losada y Sudamericana en la difusión
de la obra de Pedro Salinas
La circunstancia del exilio obligó a Salinas a cambiar, siquiera en parte,
la orientación de su vida profesional y personal, así como la de su obra
literaria. El poeta pasó de tener un puesto como profesor en la Escuela Oficial
de Idiomas y encargado de curso de la Facultad de Filosofía y Letras
de Madrid, que complementaba con sus responsabilidades en el Centro de
Estudios Históricos y la Universidad Internacional de Santander, a impartir
clases en el Wellesley College (1936-1940) y, después, en la Johns Hopkins
University en Baltimore (1940-1951), salvo el paréntesis de su estancia en
Puerto Rico (1943-1946), que, si bien le permitieron asegurar el sustento de
su familia y continuar su carrera académica, le aislaron relativamente de su
relación con el mundo cultural hispánico, lo que afectó, entre otros aspectos,
a las posibilidades de publicación y difusión de su obra literaria. Decía
así, por ejemplo, Salinas a Torre en la carta de 8 de enero de 1941 [14]:
Yo, si como profesor continúo igual que en España, o mejor, puesto que
estoy en una excelente Universidad y tengo trabajo grato, en cambio como escritor
me siento a veces muy distante. No sé de qué, pero distante. Del público,
en general, ya que me veo rodeado de una atmósfera lingüística no española. De
los amigos escritores españoles, de todos ustedes. De las revistas, de todas esas
solicitaciones de cada día, llamadas «ambiente» o «vida literaria». Porque claro,
la vida literaria de América del Norte es en inglés. Tengo que vivir y vivo muy
a gusto, culturalmente en inglés. Pero tengo que escribir mi poesía en español.
23
Ese es el conflicto. Y me faltan «los tirones», esos estímulos que da la charla con
un amigo, el ver una cosa de uno impresa en un periódico, o las palabras de
exhortación de un crítico.
Salinas va a experimentar, por este y otros motivos, un cambio importante
en su producción literaria a partir de 1936. En primer lugar, el poeta
reduce visiblemente su producción lírica durante, al menos, diez años, hasta
la aparición de El contemplado (1946). En segundo lugar, muestra un mayor
interés por el ensayo, la narrativa y el teatro, publicando varios títulos en los
años previos a su muerte, sucedida en 1951, encuadrados en estos géneros.
Las editoriales Losada y Sudamericana, así como la figura de Guillermo
de Torre, cobran especial protagonismo en estos años de vida literaria de
Salinas. Bajo su sello se van a publicar un buen número de los libros que
Salinas redacta en este periodo, aunque algunos de sus proyectos, como es
el caso de su poemario Largo lamento, fueran desestimados. Salinas no tuvo
una buena relación con la editorial Losada, de la que siempre se quejará por
el trato recibido y por lo que consideraba su falta de seriedad en el aspecto
comercial. Decía Salinas, por ejemplo, en una carta a León Sánchez Cuesta
de 19 de diciembre de 1948: «El tal Losada, por ejemplo, es modelo de incumplimiento,
trapisondas y dilaciones» (J. M. González 2016, 125).
El poeta tuvo, sin embargo, una muy buena experiencia con la editorial
Sudamericana: «He acudido a los de la Sudamericana, que me tratan con
mayor consideración y puntualidad», según dice a Torre en una carta de 20
de junio de 1950 [30] a propósito de la edición de sus volúmenes de poesías
Todo más claro (1949) y La bomba increíble (Fabulación) (1950).
El silencio al que Salinas somete su producción lírica a partir de 1936 ha
sido abordado en diferentes ocasiones por parte de la crítica. Al iniciarse la
Guerra Civil Salinas está trabajando, como se indicó con anterioridad, en
un libro de poesía, Largo lamento, último texto de la trilogía relacionada con
Katherine Whitmore. Como se sabe, desde que la conoció en 1932, Katherine
se convirtió en la musa del poeta y la fuente de inspiración de sus dos
grandes libros de poesía: La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936).
A finales de 1936 se produce la ruptura definitiva entre ambos. Además, en
1939 Katherine contrae matrimonio con Brewer Whitmore, lo que limita
aún más las posibilidades de relación con el poeta.
Entre 1937 y 1938 Salinas sigue trabajando en Largo lamento y comienza
a buscar un editor. Tras recibir noticia del proyecto de Salinas a través de
24
Torre, la editorial Losada propone al autor publicar Largo lamento en un
solo volumen junto con sus otros dos libros de poesía anteriores: La voz a ti
debida y Razón de amor. Como puede verse en esta correspondencia (carta
de 26 de octubre de 1938 [13]), Salinas no acepta el proyecto y propone
a Losada una edición de su poesía completa, bajo el título de Poesía junta,
donde incluye toda su poesía anterior menos Largo lamento. Como hemos
dicho, este último no aparecerá publicado hasta 1971 (de manera parcial), si
se descuentan publicaciones aisladas de algunos poemas en revistas literarias
y en su volumen Todo más claro, aparecido en 1949.
El fracaso editorial de Largo lamento, la ruptura con Katherine y su posterior
boda, las circunstancias del exilio, el final adverso de la Guerra Civil
española, el traslado definitivo de la residencia familiar a Baltimore a causa
de la incorporación de Salinas a la universidad de Johns Hopkins y el diagnóstico
de la grave enfermedad de su mujer Margarita (cáncer de pecho, del
que fallecerá en 1953) hacen que el autor se olvide del proyecto de publicación
de Largo lamento y no vea editados nuevos libros de poesía hasta, al
menos, 1946, en que aparece El contemplado (México, Stylo), dedicado al
mar de Puerto Rico.
La poesía de Salinas vuelve a aparecer bajo el sello de Sudamericana en
1949, en concreto su libro Todo más claro, donde el poeta muestra una faceta
de preocupación social ante las vivencias que experimenta el hombre
contemporáneo. En 1955 la editorial Aguilar publicará, además, de modo
póstumo su último libro de poemas, titulado Confianza.
Si la obra poética de Salinas sufre un claro receso en estos años, el exilio
va a despertar, como ya hemos apuntado, su interés por otros géneros literarios,
concretamente el ensayo, la narración breve, la novela y el drama. De
nuevo tendrán aquí Losada y Sudamericana un papel preponderante para la
publicación y difusión de estos textos.
En lo referido al ensayo, las publicaciones de Salinas a partir de 1936
denotan su interés por reflexionar acerca del panorama literario contemporáneo,
como demuestra su volumen Literatura española, siglo xx (1941)
y su texto La poesía de Rubén Darío. Sobre el tema y los temas del poeta,
publicado por la editorial Losada en 1948. Este último fue desde su aparición,
y en opinión de Enric Bou, «uno de los principales vehículos de
introducción del poeta nicaragüense para los lectores españoles y americanos
» (Salinas 2007c, 40). En él Salinas exhibe una metodología crítica
poco habitual en la que concurren elementos inspirados en el psicoanálisis
25
y otros elementos histórico-culturales. Torre comentó el volumen en las
revistas Ínsula, Repertorio Americano y Saber Vivir en el año 1948. Decía
así el autor sobre esta obra en la segunda de las mencionadas revistas (51):
Salinas descubre en ella cierta esencial unidad, mediante la persistencia del
tema erótico, en primer término, y luego de los que llama sus subtemas, a saber,
la preocupación social y la idea del arte y el poeta.
Salinas no apreció los párrafos que Torre dedica a su libro por considerarlos
insuficientes. Sin embargo, lo cierto es que los artículos del autor, por
entonces un crítico literario consolidado, ayudaron a la difusión del libro
sobre Darío.
Tal como se puede deducir de las cartas que se editan en este epistolario,
Torre también facilitó a Salinas recortes de los artículos de prensa dedicados
a los libros del poeta madrileño a los que logra acceder.
En sus ensayos del exilio, Salinas también muestra un gran interés por diversos
aspectos del mundo contemporáneo (El defensor, 1948), así como por
la literatura y los autores de la tradición española. Este es el caso de su obra
Jorge Manrique o tradición y originalidad (1947). Este fue uno de los primeros
resultados de la estancia de Salinas en Puerto Rico y fue publicado por la
editorial Sudamericana. En opinión de la crítica, uno de los elementos más
reseñables de este ensayo es «la reflexión sobre el concepto de tradición, en
diálogo con el T. S. Eliot de Sacred Wood» (Bou en Salinas 2007c, 39). Torre
dice en su comentario sobre el libro en la revista Saber Vivir (1948, 51):
Para Salinas la tradición es liberadora y selectiva: obliga a elegir, depurando
el pasado y quedándose con lo mejor. Concibe así la tradición como rectora del
futuro, agregando que «es superficial simpleza pintarla como una fuerza retrógrada,
invitadora [sic] a la mímesis de lo pasado».
El libro sobre Manrique despertó gran interés entre los intelectuales del
momento y fue reseñado en diversos medios españoles y extranjeros: Arbor,
Bulletin of Hispanic Studies, Hispanic Review, etc.
A estos ensayos que Salinas escribe a partir de 1936 se unen textos inéditos
recientemente publicados, como Defensa del estudiante y de la universidad
(Puerto Rico, 1940), o las referencias a proyectos no realizados,
incluidos, por ejemplo, en su correspondencia con Torre.
26
Las novedades más importantes relacionadas con las obras de Salinas
en su etapa del exilio vienen, sin embargo, de la incursión del autor en
el ámbito de la narrativa y el drama. Salinas explora en estos años las
posibilidades de la novela breve, como ocurre en sus textos La bomba
increíble (1950) o El desnudo impecable y otras narraciones (1951), y escribe
alrededor de catorce obras de teatro, que no aparecerán publicadas
de modo parcial hasta 1952. Menos conocidos son sus textos narrativos
más comprometidos, puestos a disposición del público recientemente,
como son A la sombra del paraguas en flor (Desvarío en clave de ira)
(1938-1939) y Los cuatro grandes mayúsculos y la doncella Tibérica (Cuento
infantil con una víctima al fondo) (1946), o su segundo intento de
escritura de una novela tras su reconocido texto Víspera del gozo (1926),
también inédito hasta el año 2009, y titulado El valor de la vida (1948).
De entre todos estos textos, la editorial Sudamericana se hace cargo de la
edición de la narración La bomba increíble (1950), que se destacó sobre
todo por su carácter antimilitarista y su ataque a la concepción materialista
del mundo.
En conclusión, podemos decir que el papel de las editoriales Losada y
Sudamericana en la evolución literaria de Salinas en los años del exilio es
importante en varios sentidos. En primer lugar, porque son editoriales que
apuestan por publicar, a pesar de los proyectos fallidos, no solo reediciones
de sus libros anteriores ya con un éxito reconocido, sino libros nuevos, ya
sean de poesía, como Todo más claro (1949), de un tono sustancialmente
diferente a los libros anteriores del poeta, o textos ensayísticos o narrativos,
géneros relativamente nuevos para el autor, como ocurre con sus obras Jorge
Manrique (1947), Rubén Darío (1948) y La bomba increíble (1950). Torre
reseñará además muchos de estos volúmenes en publicaciones periódicas de
diversos países de habla hispana. En segundo lugar, porque concretamente
Losada es la primera editorial que, conocedora del valor de la obra literaria
de Salinas, va a proponer la primera edición de su obra poética completa,
que llevará el título de Poesía junta (1942). En todo ello jugó Torre un importante
papel.
* * *
27
Criterios de edición
Se regularizan los márgenes, los títulos de revistas y libros y los giros en
lengua extranjera (todo ello en cursiva), salvo en las citas de otros autores.
Las fechas de las cartas, que, en tanto han podido ser establecidas, siempre
se escriben completas (día, mes, año), se unifican y se las sitúa en el ángulo
superior derecho, independientemente de la preferencia del corresponsal.
Las rúbricas son situadas siempre en el ángulo inferior derecho y escritas
en cursiva.
Se corrige la ortografía solo cuando parece no tratarse de una peculiaridad
del autor, sino de un error causado por ligereza, según muestra,
por ejemplo, el que en otro pasaje se utilice correctamente el vocablo en
cuestión.
No corregimos, por ejemplo, la oscilación de las diversas personas que
aparecen en este libro entre Méjico y México, sino respetamos su elección.
Tampoco corregimos el ocasional laísmo de Salinas.
Las erratas evidentes son corregidas.
La acentuación se agrega cuando falta (lo cual ocurre a menudo en los
textos mecanografiados) y se regulariza según el uso actual; asimismo, se
completan los signos de admiración o interrogación cuando faltan.
Se despliegan las abreviaturas unívocas (art. = artículo; edc. = edición; q.
= que; Ud., V., Vd., Vd = usted; Uds., Vds. = usted, ustedes, etc.), pero no
las usuales fórmulas de despedida (affmo. y similares).
Los agregados de los editores van siempre entre corchetes («[…]»).
Modo de empleo
El esclarecimiento de momentos biográficos de los corresponsales es solo
puntual. Los comentarios no pretenden ser leídos como biografía suya, sino
solo a hacer comprensible el contexto inmediato de cada misiva.
Las someras noticias biobibliográficas sobre personas mencionadas en
el epistolario o en las notas no aspiran a hacerles justicia, sino, meramente,
a informar acerca de ellas en función de Salinas, de Torre o de alguna de
sus actividades comunes. Ello explica que se haya dado más peso a la obra
temprana de ambos escritores, presumiblemente menos conocida, ya que
sus respectivas carreras no interesan aquí en detalle, y que se trate a algunos
28
autores conocidos como si no lo fueran, para llamar la atención sobre algunas
afinidades o divergencias entre estos y los corresponsales.
Las notas al pie contienen varias novedades, en general basadas en materiales
inéditos, poco divulgados o mal interpretados hasta ahora.
Presentamos el material en orden cronológico. Al decir «material» no
solo aludimos a las cartas y postales de los interlocutores, sino también a
otros textos de las mismas o de otras personas, tanto sobre cada uno de
los corresponsales como sobre algunos temas tratados en el epistolario. Hemos
prestado especial atención a las publicaciones de Torre sobre Salinas
y reproducimos varias de ellas. Contrastamos las cartas también con otras
correspondencias de ambos escritores, lo cual hace a veces eco a los pasajes
pertinentes de la presente.
En un «Apéndice» ubicado antes de la «Bibliografía» final recogemos todos
los aportes de Salinas y de Torre a la revista Índice Literario (1932-1936)
que hemos logrado identificar.
Agradecimientos
Miguel de Torre Borges (Buenos Aires)
Carlos Marichal (México)
Enric Bou (Venecia)
Davina Pazos (Madrid)
Pablo Rojas (Talavera de la Reina)
In memoriam Klaus D. Vervuert (1945-2017)
Correspondencia
1927-1950
1927
Hay diversos motivos para suponer que Salinas y Torre se conocieran
personalmente ya desde comienzos de la década de los veinte.
Por un lado, en relación con García Lorca. Dice al respecto José Mora
Guarnido (1958, 118-119):
Fernández Almagro y yo lo introdujimos [a Lorca] en nuestras relaciones del
Ateneo: Gerardo Diego, Pedro Salinas, Guillermo de Torre, el malogrado José
de Ciria y Escalante…
Por otro lado, en relación con Juan Ramón Jiménez y su revista Índice, a
cuyo plantel Torre ansió pertenecer, sin éxito.
En Literaturas europeas de vanguardia (1925; 2002, 69), Torre muestra
en nota al pie conocer ya la obra de Salinas. Menciona allí a Lorca, Moreno
Villa, Salinas y Jorge Guillén como poetas «puros», «aunque al margen de
nuestra estética» (es decir, del ultraísmo).
Pero quizás se conocían ya desde antes: Torre mismo alude en un texto
tardío al tema (cf. aquí, el capítulo «1953»):
¿Cuándo nos vimos por primera vez? Probablemente fue en el Ateneo, cuya
galería de retratos guardaba todavía, en los años subsiguientes a la primera guerra,
fulgor y prestancia del siglo xx y era lugar de encuentros literarios. Salinas
venía de París, donde acababa de pasar algunos años como lector de español
en la Sorbona —allí le reemplazó Guillén, sombra amiga, como luego habría
de sucederle en Sevilla, en Wellesley—; traducía, recreaba a Proust. Era —nos
parecía, sobre todo— un mayor.
34
Salinas había sido nombrado en 1913 secretario de la Sección de Literatura
del Ateneo, pero Torre debe aludir a una fecha posterior, tras el regreso
de París, donde Salinas estuvo entre 1914 y 1917. Es probable, pues, que él
y Torre se conocieran al filo de los años 1917-1918.
De un modo u otro, la primera de las cartas conservadas indica, por su
tono, que ya había trato personal entre los corresponsales. Probablemente
hubo misivas previas, perdidas o aún no encontradas.
35
[1]
[Carta manuscrita de PS a GT, una hoja, doblada de manera que conforma cuatro
páginas. Hamburg, Staats- und Universitätsbibliothek, Ms. NGT: 112: 1. El papel
ostenta una orla de luto. La madre de Salinas había fallecido el 22 de diciembre de
1925, pero ignoramos si el luto es por ese motivo]
[Sevilla, ca. enero de 1927]
[Letra de GT] C El 15-I-19271
s/c Barrio del Nervión2
Sr. Don Guillermo de Torre
Mi querido amigo:
Muchas gracias por el envío del primer número de La Gaceta Literaria.
Aceptando la marina metáfora inicial de Ortega [y Gasset], le diré que,
aunque yo no sea remador ni pasajero —por las razones que usted conoce—
de ese barco, sino sencillamente el que se queda en tierra, sigo con la mayor
simpatía y cordialidad los rumbos y venturas de la nave, como es deber del
que escribe por nobles motivos en España.
Prueba de ello es que me permito hacerle dos indicaciones. Echo de menos
una sección bibliográfica que informe puntualmente de la producción
librera española. ¿No creen ustedes que sería de gran utilidad? Y también me
parece que no harían mal noticias, ecos de literatura propia y extranjera en
pocas líneas, de carácter informativo o levemente crítico. O una sección de
greguerías de Ramón [Gómez de la Serna] que tan bonitas cosas está haciendo.
No son estos reparos, sino posibles perfecciones, creo, del periódico.3
1 Torre tenía por costumbre anotar en las cartas que le enviaban cuándo las recibía y
cuándo las respondía. Ello permite a menudo datar cartas sin fecha. R significa ‘recibida’; C,
‘contestada’ (dejamos constancia de esas notas en las cartas). En este caso, también la aparición
del primer número de La Gaceta Literaria permite datarla con certeza.
2 El barrio del Nervión está situado en Sevilla. Salinas se alojaba por estas fechas en Villa Anita.
En 1918 había ganado por oposición una cátedra de Literatura y Lengua Española y a partir
de 1919 fue profesor en la universidad de dicha ciudad. Véase Pedro Salinas: 1891-1951, 42.
3 Las propuestas que hace Salinas en su carta nada agregan a los planes que Giménez
Caballero y Torre venían afinando desde meses atrás. Gómez de la Serna, por ejemplo, colaboraría
en La Gaceta Literaria, si bien no siempre con greguerías (fue él, por lo demás, quien
36
Mi enhorabuena por esa primera salida y mis mejores augurios. Con
saludos a los amigos de ahí reciba usted el muy cordial de su afirmado
P. Salinas
[Al margen superior derecho de página 1]
Ah, no ha llegado el periódico a Sevilla ni a librerías ni a quioscos. ¿Cómo
es eso?