jueves, 4 de diciembre de 2025

molinari ricardo selección de poemas de el imaginero 1927

 


molinari ricardo selección de poemas de el imaginero 1927

 "MARTÍN FIERRO tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visón, en nuestros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y de asimilación.”

 Manifiesto de Martín Fierro, mayo de 1924 "Ricardo Güiraldes entierra sus libros en un pozo de la estancia para "que se pudran'”'. Memoria del periódico Martín Fierro, 1949

 PRÓLOGO EL IMAGINERO de RICARDO MOLINARI En 1927 el joven Ricardo Molinari publicó su primer libro: El imaginero. El gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear comenzaba el último año de su mandato mientras se acercaban las elecciones —acontecimiento que jalonaría el fin del semanario Martín Fierro: 45 números en cuatro años y una tirada de 25.000 ejemplares- que en octubre de 1928 llevaron a don Flipólito Yrigoyen por segunda vez a la presidencia. 

 Editado por el sello Proa, El imaginero tiene, en una suerte de segunda tapa, un dibujo plagado de símbolos que firma la artista Norah Borges (la primera ilustradora de la literatura argentina) que preanuncia y representa los poemas. Porque si un imaginero es un pintor de imágenes, entonces esta tapa con la niña/mujer de rostro virginal es una representación de la poesía que vamos a leer. La voz del imaginero evoca. Un aire melancólico da vida y envuelve cada respiración, cada verso del libro. 

El clima paraíso perdido, recurrente en la obra de Molinari, sentó sus bases en estos escritos de juventud donde sí, se evoca pero con un lenguaje distanciado del posmodernismo de Arturo Capdevila, Enrique Banchs, Leopoldo Lugones o Alfonsina Storni porque este rememorar eligió abrevar en lo nuevo; en lo ultra de la vanguardia ultraísta, en cruce con un clasicismo atemporal, moderno, que de aquí en más será la marca en orillo de la obra de Molinari. Para decirlo con el lenguaje del manifiesto martínfierrista, El imaginero emana innovación y argentinidad, es aparcero y tributario del Borges que en la revista Proa había sentenciado que "la pampa y el suburbio son dioses”. 

En efecto, se trata de un libro escrito desde la juventud y desde la vanguardia. Un aire próximo a la llamada poesía lárica, aquella que recupera un pasado edénico, elemental, recorre a este libro y en mayor o menor grado atraviesa la obra de Molinari. El viento del sur, los patios, los pájaros, la ciudad más linda del sur, es decir, Buenos Aires; los poblados de la pampa, las muchachas en flor, aquellos brazos y aquellas trenzas, la amistad, los diminutivos: son el magma de El imaginero. En tanto, apenas unos años antes, en 1922, en Nueva York se publicaba "Tierra Baldía” de T. S. Eliot; en Lima, "Trilce” de César Vallejo y Girondo editaba en París los "Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” que con "Calcomanías” (1925) afirmaría en el Río de la Plata su legado de ruptura con la métrica y la rima. Mientras, Güiraldes escribía a un colega francés que "los diarios (argentinos), al hacer el balance literario de fin de año, ni nos mencionan”. 

En 1928 Aldo Pellegrini fundaba Qué, la primera revista surrealista publicada en el Continente. El espíritu de época exudaba ruptura. Vanguardia. Aparecía El imaginero. Liana Wenner A mis cinco soledades. Nunca le mereció los dos oídos. Primer informe, ni uno el lisonjero. Bocángel LA ODA DESCALZA a Arturo Marasso Si todos mis días pendieran del pico de la paloma, la esperanza nunca se extraviaría con la tiniebla de la manzana. Todas mis miradas se van hacia el sur. Yo quiero un puerto lleno de veleros y una escuadra numerosa para que todo el mar sea nuestro y las bahías estén alegres. Los hombres que ayer volvieron de la guerra, hoy saben que su mundo siempre se encuentra debajo de tu mirada. ¡Y yo sé que algún día he de verte en la mitad del campo o en la sepultura del agua! Las mujeres de nuestro pueblo no olvidan mientras sus vidas van entre cosecha y derrumbe, que tú eres más eterno que el sol y más alto que la montaña, y que en tus manos el tiempo es un reloj desolado. Hoy que tu sombra me acobarda en el sueño, creo que mi horóscopo es una rosa deshecha que no supo defenderse. 

 Dame un velero que nunca haya naufragado para ir del norte hacia el sur: un velero que tenga todas sus velas acostumbradas al mar, y en la despedida de sus mástiles una veleta que no simule para la esperanza de los que todavía me quieren, una sirena. Yo no deseo ya una cortedad escandalosa ni el tumulto que no llegará a tener la fe del otoño ni la intimidad del aire ¡No me importa! La diligencia siempre fue para soñar la patria más grande. La diligencia iba de norte a sur, de este a oeste y el viajero podía contar los árboles y oír el canto de todos los pájaros, y tú estabas en el amanecer y en la oración... Tú que perdonas los pecados de los hombres y eres la presencia que nos acompaña sin verla, llora sobre la aridez de esta rosa, que quiero acordarme del mar... VELETA.

 Si el viento sur moja la cola de la veleta, la mañana se quedará húmeda y la noche templada. Yo quiero una rosa marinera y un lirio cárdeno El viento sur es navegante, navegante sudamericano, y trae su ropa mojada y la barba crecida de nubes. Yo quiero una rosa marinera, que nunca me haga probar el agua del mar. La ciudad más linda del sur es la de Buenos Aires y las veletas de todos sus templos tienen la cola mojada. ELEGÍA PARA EL RECUERDO PRESENTE. Elegía para que tu recuerdo nunca se vaya de mis ojos. Elegía para que yo nunca sepa tu desamparo si tu recuerdo llega a odiarme. Tus días nunca fueron mayores que los del paseo de la golondrina, y tu pesadumbre habrá sido tan profunda como mi sentimiento. 

 Tú no llegaste a conocer la pampa, la frescura del viento ni el nido del agua. ¡Y pensar que la tierra que te cubre es tan breve que tus ojos no la conocen! Si tú vivieras, tu sombra,qué dulzura no tendría para mis ojos; ya que todo lo hemos compartido en padre y madre y en ausencia. Yo no vería ya en mis sueños cómo crece aquella noche en agua, desde una grupa anciana y dolorosa, cruzando un pueblo donde ya existen mis cinco soledades. Elegía para que tu recuerdo nunca se vaya de mis ojos. El pueblo tenía una calle ancha, ¡ay,si tú volvieras,yo te contaría El pueblo tenía una calle ancha y yo siempre te veía en su fondo, con sol, aunque lloviera. El pueblo tenía una calle ancha para que yo te viera, pero tu destino nunca estuvo hecho para mi compañía. Elegía para que yo nunca sepa tu desamparo, si tu recuerdo llega a odiarme!

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