martes, 2 de diciembre de 2025

NARRATIVA POPULAR DE LA EDAD MEDIA DONCEL!A TEODOR FLORES Y BLANCAFLOR PARÍS Y VIANA EDICIÓN DF, NIEVES BARANDA VÍCTOR INFANTES fragmento

  



Introducción 

El hermanamiento de los tres relatos que aquí se recogen en una edición común responde a dos criterios muy diferentes. Por un lado, existen una serie de razones críticas que los hermanan bajo la constitución literaria de sus características narrativas; así, su engen medieval en la panorámica de la ficción europea de los siglos xiv y xv —del que más tarde comentaremos los rasgos esenciales-, su coincidencia en las fechas de edición de las versiones. ya estructuradas después de un proceso de selección y ajuste textual, y su difusión común a través de un producto editorial típico que durará algunos siglos. 

Desde ese punto de vista nuestras tres narraciones, a pesar de provenir de fuentes y tener orígenes muy diversos, se unifican en un género narrativo que traslada a los lectores renacentistas a up;- Rdad Media cada vez más lejana, pero a la vez presente en las aventuras de unos persona jes que han Logrado superar su tiempo histórico para recrearse en un tiempo literario sin medidas cronológicas 1. 

Por otro lado, también las emparenta la relativa uniformidad de su extensión, una de las características más significativas de su vida literaria impresa, y la es casa atención que se les ha prestado modernamente, pues salvo la Doncella Teodor, que mereció una cuidada y rigurosa edición crítica de Walter Mettmann, si bien publicada en un lugar de difícil acceso para el interesado, Flores y blancaflor lleva más de ochenta años fuera de los circuito-, lectores y París y Viann carece todavía de una simple edición ase quible2. Por tanto, razones literaria! de origen y difusión común y razones editoriales de asequibilidad y conocimiento son los motivos para esta reunión literaria, que esperamos justifique ambos presupuestos. Claro esta que no se nos escapan diferencias entre ellas, que puedan hacer pensar en una asociación más ficticia que evidente. 

La Doncella Teodor responde a un origen oriental —como podría ser el caso de Flores y Blant.aflor— y parece que los elementos esenciales de su trama se incluyen en las pautas de una literatura sapiencial y didáctica. que aleja nuestra Doncella de un tipo más o menos definido de román de aventuras1, en donde las peripecias 1 Vid., por ejemplo, los presupuestos críticos de P. Ricoeur, Tiempo y narración, i Configuración del tiempo en el relato histórico y //. Configuración del tiempo en el relato de ficción, Madrid: Cristiandad, 1987. 2 Sobre todo lo relativo a las ediciones de las obras vid. los res- tantes apartados de esta introducción y la Nota Previa. 3 El término sapiencial es el empleado dentro del marco de «El arte de enseñar» para obras similares {Poridat de paridades, Bonium, etc.) por J. M, Cacho Blecua y M* J. Lacarra en su edición de Calila e Dimna, Madrid: Castalia, 1987, p. 20; bajo «Prosa didáctica» se en- globa en la clasificación de C. Alvar en La prosa y el teatro en la Edad Media, Madrid: Taurus, 1987, p. 85-129, en particular, pp. 94-102; y A. D. Deyermond utiliza, para nuestra obra y el Lucidario, el rótulo de «literatura ejemplar y gnómica» en Historia de la literatura es pañola. I. La Edad Media, Barcelona: Ariel, 1973, pp. 183-184. 4 «Libros de aventuras» ios llama A. D. Deyermond ei Histo ría de la literatura, ob. cit., pp. 290-293; pero prefiere denomi narlos román, según la definición que hace de ese género, en «The Lost Genre of Medieval Spanish Literatare». Hispanic Re view, XLIII (1975), pp. 231-259. e B tjdio prelim inar amorosas suplen la sabiduría doctrinal que nos legó la literatura di; Griete. 

Pero independientemente de sus raíces culturales, que al fin y al cabo sólo son el germen constitutivo» ser literario de cada texto, existe una característica común que las hace agrupables y no es otra que a comienzos del siglo xvi se convirtieran en textos literarios codificados qv.e vivie ron en ediciones para un público interesado en su conocimiento efectivo; pasaron a :ahorrar parte de un género editorial, después de haber sido prototipos literarios poco definidos. Nuestras tres obras pertenecen a un conjunto de textos narrativos de breve extensión que a ío largo de los siglos xm, xiv y xv constituyen un fondo de ficción literaria europea en pane desgajado de los román de materia artúrica o carolingia5, en parte derivado de tradiciones clásicas o hagiográñcas5 y en parte consecuencia de la formalización literaria de leyenda' de amplia difusión desde Oriente a Europa y en la misma Europa hacía sus poco definidas to davía literaturas nacionales7. 

En un periodo de tiempo relativamente escaso, apenas un siglo de convivencias poéticas y narrativas, un número indeterminado de temas y motives de diversas procedencias se formalizan dentro de unos amplios cauces genéricos para la ficción con los que comenzarán su andadura literaria. Pueden ser episodios de tradición épica ¡ Carlomagno, Cid, Conde Fernán González, etc.) y relatos de procedencia oral c atentos (Don cella Teodor, Flores y Blancaflor, etc.) que resumen obras conocidas en versiones más expensas. En cualquier caso, presentan unos rasgos de caracterización que los empiezan a de finir nítidamente a comienzos del siglo xv: personaje o personajes cerníales con rasgos literarios de nombre, lugar y condición; núcleo narrativo esencial formado por las aventuras de un héroe o héroes; mezcla de elementos de tradiciones culturales diferentes que se acomodan sucesivamente en cada versión; y culminación del desarrollo argumenta! por medio de una solución final --habitualmente moral— que justifica los episodios. Ello da origen, sobre todo en Francia, aunque podemos pensar en otros países cuyas versiones primitivas no se han conservado por diferentes motivos, a unos modelos literarios que se imponen frente a la dispersión anterior todavía en formación; el caso de Flores y Blancaflor y París y Viana &■ perfectamente ilustrativo al respecto. 

Su restringida difusión manuscrita o er, algunos caso> oral8 se verá acrecentada y fijada a finales del siglo por la aparición de la imprenta. En casi toda la Europa culta aparecerá a partir del periodo 1480-1490, una vez asenta dos los cauces de la difusión impresa, toda una serie de ediciones que representan — ahora para un nuevo público— la mejor muestra de esa narrativa breve que antes indicábamos. 

 Pero la vía editorial exigirá una selección previa de títulos y dentro de ellos de una versi* determinada, indudablemente, la que mejor refleje el interés de los editores frente a e' x¡x (una aproxi mación a los pliegos de cordel), Madrid: Taurus, 1977,2 voís. :! K López Estrada, «Prosa narrativa de ficción», en La litte- rature dans la Péninsule Ibérique auxXlV et XVesiécies, Grun- driss der Romanischen Literaluren des Mittelalters, vol. IX, t, II, fase. 4, 1985, pp. 15-42, en particular pp. 26-30. Ya A. Deyer- rnond los había denominado «libros de aventuras» en «Libros de caballerías y ‘novela’ sentimental», en Historia y crítica de la li teratura española. I: Edad Media, Barcelona: Crítica, 1980, pp. 351-360. 22 Castilian Romances afChivalry in the Sixteenth Century. A Bihliography, Londres: Granf & Cutler, 1979; actualmente está terminando junto a C. Marín Pina un suplemento; del mismo D. Eisenberg puede verse Romances of Chivalry in the Spanish Gol- den Age, Newark: Juan de la Cuesta, 1982, recopilación de tra bajos sobre el conjunto de los libros de caballerías. 2? «Juan de Burgos: impresor y refundidor de libros caballe rescos», en E l libro antiguo español, Salamanca: Universidad, 1988, pp. 361-369; el mismo autor realizó también una impor tante recopilación de obras artúricas en A Critical Bihliography of Hispanic Atibarían Material I. Texts: The Prose Romance Cy- cles, Londres: Grant & Cutler, 1977. 24 Vid. V. Infantes «La narración caballeresca breve», en Evolución narrativa e ideológica de la literatura caballeresca, Bilbao: Uni versidad del País Vasco, 1991. pp. 183-191, donde se encontrará un desarrollo más amplio de las características del género que se van a señalar a continuación; N. Baranda, «Compendio bibliográfico sobre la narrativa caballeresca breve», ibídem, pp. 183-191; Historias ca ballerescas del siglo xvi, ed. de N. Baranda, Madrid: Tumer, 1994 1995,2 vols. y también suyos en prensa «La literatura caballeresca. Estado de la cuestión. I. Las historias caballerescas breves», para Ro- manistische Jarhbuch, y «Las historias caballerescas breves», en un número especial ócAnthropos sobre la literatura popular. 25 C f S. Serrano Poncela, «El mito, la caballería andante y las novelas populares», Papeles de Son Armadans. XV (1960), pp. 121-156; luego en Literatura y subliteratura, Caracas: Universi dad Central de Venezuela, 1966, pp. 17-33. demos observar en algunos textos y que denominamos «relatos geminados», como prototipo de una narración bipolarizada en tomo a dos acciones personales y estructuralmente coincidentes; cuando el héroe es un personaje femenino se caracteriza porque desarrolla comportamientos típicamente masculinos, caso de la Poncella de Francia y también de la Doncella Teodor. 

 —Muchos de ellos incluyen elementos folclóricos que dotan a la narración de vincula ciones culturales muy variadas, a la vez que se sitúan en unos escenarios geográficos muy amplios e incorporan en ocasiones motivos fantásticos y mágicos que darán solución a si tuaciones arguméntales y proponen una lectura más atractiva y sugerente26.

 —-Es habitual que en casi todos ellos y, sobre todo, en sus versiones ya codificadas, exis tan elementos religiosos y morales que derivan en una defensa católica y de este modo ofrezcan una justificación ética a la conclusión de la obra27. —Su estilo narrativo refleja una disposión estructural diferente a la de los liaros de caba llerías, pues estas versiones pretenden una uniformidad lineal y una brevedad determinada fren te a las técnicas de 'entrelazamiento’ o ‘disposición en sarta’ y la gran extensión de los otros2 —Son básicamente anónimos, derivados de originales asimismo anónimos25 y tan sólo en algunas ocasiones a partir del siglo xvt se atribuyen a adaptadores o a nueves traductores fíenos a los primeros instantes de su fijación literaria. 

 Bajo estos rasgos generales cada texto incluirá su propia constitución estructura!, pero en su conjunto y desde la óptica de una recepción lectora uniforme30, van a presentarse como unidades literarias que buscan desde la ficción medieval su participación en el espacio edi torial del Renacimiento. Doncella Teodor El relato literario de la Doncella Teodor ha gozado de una enorme fortuna en las letras es pañolas, pasando de ellas a la vecina Portugal y de ahí a los cauces de los «íivros do povo» brasileños. Es curioso destacar que esta narración se ha relacionado siempre con el ámbito ibé rico y, a diferencia de los otros dos textos que editamos, presenta unas características parti culares y un origen que la ligan a la literatura oriental, lo cual no impidió que se incluyera 2(> No hay ningún trabajo dedicado específicamente al tema, pero puede ser útil la consulta de J. Stevens, Medieval Romance. Themes and Approaches, Londres: Hutchinson University Li- brary, 1973, pp. 96-118; o A. Ganosa Resina, Magia y supersti ción en la literatura castellana medieval, Valladolid: Universi dad, 1987, pp. 279-283,465-468, etc. 27 Para dos casos concretos pueden verse F. Márquez Villanueva, «El sondable misterio de Nicolás de Piamonte (problemas del Fie rabrás español)», en Relecciones de literatura medieval, Sevilla; Universidad, 1977, pp. 95-134; y J, M. Cacho Blecua, «Estructura y difusión de Roberto el diablo», en Formas breves del relato, Ma drid/ Zaragoza: Casa de Velázquez/ Universidad, 1986, pp. 35-55. 28 Vid, J, M. Cacho Blecua, «El entrelazamiento en el Anuidts y en las Sergas de Esplandián», en Studia in honorem prof. M, de Riquer, Barcelona: Quaderns Crema, 1986.1, pp. 235-271; y R. J. Steiner, «La técnica narrativa de ‘entrelazamiento’ en la De manda del sancto grial», Revista de Literatura, XXVIII (1970), pp, 141-146. 29 Existe un planteamiento general hecho por H. Baader. «Zum Problem der Anonymitát in der spamsche Litera tur des Siglo de Oro»,Romanische Forschungen XC (1978), pp, 38S- 447. ™ Desde una perspectiva tradicional vid. M. Chevalier, «El pú blico de las novelas de caballerías», en Lectura y lectores en la España del siglo xvt y xvii, Madrid: Turner 1976, pp. 65-103 (trabajo de 1968); y desde más modernas concepciones críu^as la recopilación de J. A. Mayoral, Estética de la recepción. Ma drid: Arco, 1987. narrativa popular de la üdad medía entre las otras historias caballerescas y que compartiera con ellas una lectura común has# co mienzos del siglo XX. 

Esta presencia asegurada durante tantos siglos habla claramente de su aceptación literaria, que quizá se deba a su estructura dialogada en forma de preguntas, lo que implica una difusión necesariamente por medio de la lectura para poder garantizar el enten dimiento de su mensaje didáctico. La sola mención de su nombre provocaba la asociación in mediata con uno de sus rasgos identificativos: su sabiduría, y baste recordar cómo la incluye Francisco López de Úbeda en La picara Justina dando su parecer sobre el andar y bailar de las mujeres y recibiendo la «palma de discreta por una resolución tan atinada» 3I, o cómo la re memora todavía el costumbrista Serafín Estebanez Calderón por boca de Puntillas er. sus Es cenas andaluzas: «Tengo más respuestas y acertijos que ia doncella Teodor»32. Su sabiduría, sus conocimientos y su agilidad en la respuesta son los elementos que la han hecho pervivir en la tradición popular por encima de una veta de la literatura medieval cuyas obras, compañeras de nuestra Doncella, no superaron por lo general la barrera del Renacimiento. Efectivamente, la literatura oriental arrojó hacia Europa a través de la España medieval un cúmulo de textos que tras superar las etapas de traducciones y adaptaciones llegaron a me diados del siglo XIII a nuestras letras. 

Baste recordar que el Calila e Dimna o el fendebal se fechan respectivamente, hacia 1251 y 1253 y que el Bonium, el Poridat de paridades y otros títulos no son lejanos a estas cronologías33; entre ellos andaba con toda seguridad una de las primitivas versiones de nuestra obra. Este grupo de textos, que se puede considerar gé nero o subgénero literario, se ha definido y caracterizado bien como literatura gnómica’4; ^di dáctica», ampliado a «moralizante y didáctica» con posterioridad35, «de sabiduría» («wisdom literature») o «sapiencia1»36 y en él conviven diferentes presupuestos literarios (apólogos, cuentos, etc.) que subdividen y diferencian sus estructuras y sus intenciones37.

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