Cuando regresamos don Julián Casasola Brown se había movido a la terraza oeste. De inmediato justificó:
— Me gusta mirar el nacimiento del día para luego irme a acostar.
No entendí de inmediato el comentario de mi anfitrión, me desubiqué al momento de llegar al centro del penthouse: no ubiqué la voz porque lo busqué en la anterior terraza.
— Venga acá señor Hardin.
Y entonces, pude ubicar la voz de mi anfitrión. Estaba al fondo de la terraza y que a diferencia de las demás glorietas, esta última poseía una gran mesa rectangular de mármol. Agregó:
— Le comento el asunto del nacimiento del Sol porque tenemos mucho de qué hablar. ¿No le parece? Es una oportunidad que a pocos estoy interesado en darles. Estoy seguro que serán horas muy interesantes de plática. Usted no se puede imaginar señor Hardin cuántas personas darían “un ojo de su cara” - por conocer mis intimidades.
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