📚 Consejo Editorial – Comentario sobre La conspiración de los idiotas de Marcos Aguinis
En esta novela publicada en 1978, Marcos Aguinis despliega una sátira feroz y profundamente simbólica que se deja narrar por Natalio Comte, un personaje que abandona su vocación médica y, a través de una interpretación bíblica (“Bienaventurados los pobres de espíritu…”), se adentra en el secreto de la sinarquía.
La obra se convierte en un espejo deformante de la persecución, la superstición y el poder disfrazado de conocimiento. Aguinis no escatima en ironía ni en crudeza: su estilo hiela la sangre mientras nos arrastra por una trama donde el odio se organiza como doctrina, y la idiotez se convierte en sistema. El autor mismo confiesa que fue una cuesta dolorosa tener que convertir en blanco de la furia persecutoria a uno de los sectores más indefensos de la humanidad.
Desde el punto de vista del Consejo Editorial, esta novela merece ser ritualizada como un alegato contra la banalización del mal y la manipulación ideológica. Su estructura narrativa, que mezcla profundidad psicológica con elementos grotescos, podría ser diagramada como una espiral de descenso simbólico, donde cada giro revela una nueva forma de idiotez institucionalizada.
🔍 Propuesta editorial:
Ficha visual con símbolos de sinarquía, medicina frustrada y persecución ritual.
Debate ceremonial sobre el uso de la ironía como herramienta ética.
Registro en el altar de novelas que denuncian la idiotez organizada como forma de poder.
Marcos Aguinis
La conspiración de los idiotas
Sudamericana
Marcos Aguinis nació en Córdoba,
Argentina. Es el gran autor argentino moderno, el más leído, escuchado,
respetado, capaz de saltar de la novela al ensayo y de allí al breve pero
contundente texto periodístico, sin temor a enfrentar asuntos conflictivos con
sinceridad y compromiso. Ha conquistado un enorme público de lectores, pero
también enemigos que no le perdonan los valientes ajustes que, ante pruebas de
la evidencia, se impone a sí mismo con juvenil flexibilidad. Fue invitado como
“Escritor Distinguido” por la American University y el Wilson International
Center, ambos de Washington; Francia lo designó Caballero de las Letras y las
Artes y fue el primer latinoamericano en ganar el Premio Planeta de España. Su
tenaz lucha por la justicia y los derechos humanos lo ha convertido en un
referente insobornable. Hasta el cineasta Luis Buñuel dijo que de Marcos
Aguinis lo impresionó “su profundo sentido ético, político y social”. Sus
novelas han marcado hitos literarios inolvidables: La cruz invertida, Refugiados: crónica de un palestino, La conspiración
de los idiotas, Profanación del amor, La gesta del marrano, La matriz del
infierno, Los iluminados, Asalto al Paraíso, La pasión según Carmela. Sus
ensayos revelan una lucidez cegadora: Carta esperanzada a un General, Elogio de
la culpa, Las redes del odio, Un país de novela, El atroz encanto de ser
argentinos, ¿Qué hacer?, ¡Pobre patria mía! Todos sus títulos fueron
reeditados en numerosas oportunidades, y sus lectores se obstinan en
coleccionarlos, como sucede con los verdaderos clásicos. www.aguinis.net
PRÓLOGO
El fanatismo enceguecía a la guerrilla y a
la represión. Ambas creían tener abundantes razones para destrozar al país con
sufrimiento, ofensas y muerte.
El ascenso de la temperatura criminal empezó
a ser acompañado por una extraña palabreja: sinarquía. Casi nadie sabía su significado y por eso, tal vez, logró tanta
popularidad. Se refería en forma ambigua al gran cenáculo que manejaba los
hilos del universo. Tenía obvio parentesco con viejas teorías conspirativas en
las que se apoyaban ciertos delirios paranoicos.
Quise escribir un ensayo sobre la
etimología, historia y riesgos de esa palabra. Pero advertí a tiempo que era un
propósito ingenuo: contestar al absurdo con la lógica, a la locura con la
razón. Pretendía detener un alud de nieve soplando con la boca. Situaciones de
este tipo exigen una réplica distinta. Al grotesco hay que ponerle enfrente un
grotesco más grande aún.
Nació entonces el núcleo de esta novela. La
poderosa inteligencia que maneja el universo tenía que ser algo extremadamente
contrario a lo verosímil para tornar evidente que un delirio, aunque mueva
montañas, no necesita de la sensatez. Concebidos el personaje y algunas de sus
peripecias, me introduje en su alma turbulenta. No sospechaba que, para seguirlo,
debía recorrer varios círculos del infierno, el asombro y la carcajada. Natalio
Comte era más real y seductor de lo previsible; el magnetismo de sus
construcciones mentales tenía demasiada fuerza. Me convertí en el atento
escriba de sus ideas, aventuras y desatinos, que él, por supuesto, consideraba
una ruta ejemplar.
Yo creía que por primera vez la literatura
tomaba como protagonista a un agente de propaganda médica. Es una profesión que
le permite al personaje cabalgar sobre dos monturas y ser, al mismo tiempo,
aliado y enemigo de su trabajo. Su frustración en la Facultad nutre un
inconsolable resentimiento, útil para su fanatismo. Las numerosas críticas que
formula con vehemencia mezclan verdad con mentira, información comprobable con
datos apócrifos, tal como ocurre en la mente de los que se fascinan con sus
distorsionadas construcciones. Habla mucho de medicina porque no es médico, y
rechaza precisamente lo que tanto envidia. Es inteligente y culto, lo cual no
impide que su agresividad, insolencia e histrionismo lo tornen desopilante y
hasta atractivo. No es un líder fundamentalista, pero merecería serlo.
Algunas de sus acciones me generaron susto,
otras me hicieron reír mientras escribía. Llegó un momento en que no pude
continuar. Natalio Comte me exigía demasiado; y yo no soportaba ir tan lejos.
Suspendí el proyecto por meses y hasta decidí quemarlo. Pero el clima feroz que
reinaba en el país me susurraba que tenía el deber de continuar.
Cuando llegué a la última página, guardé los
originales en un cajón. Temía llevarlos a la Editorial Planeta, donde había
publicado mis últimos libros. Finalmente leyeron la obra y ocurrió lo
presentido: no se animaban a imprimirla. Entonces fui a la Editorial Emecé.
Carlos Frías también opinó que, así como estaba escrita, el gobierno militar
ordenaría su secuestro; debía cancelar o modificar varios capítulos. Comenté
esta situación a mi esposa y algunos amigos. Alguien sugirió que escribiese un
post scriptum y explicase que todo era
ficción, que no quería ofender a ninguna franja social. «Es obvio», dije. Pero
trasladé la iniciativa a la editorial, que la consideró una solución razonable.
El libro no fue secuestrado, obtuvo buena crítica y agotó varias ediciones en
poco tiempo. Cuando se estaba por imprimir la segunda edición, Frías me llamó
para avisarme que podíamos suprimir el post scriptum. «Prefiero que permanezca como testimonio de las ridículas condiciones
en que se publicó este libro», contesté.
Al revisar la presente edición de Editorial
Sudamericana, me reencuentro con fantasmas y sensaciones que poblaron mi cabeza
durante aquellos años de locura. Revivo el humor negro cuyas ráfagas cruzaban
la cotidianidad, las denuncias directas o elípticas, las dificultades de
edición, el clima de violencia, la busca de enemigos imaginarios, el cinismo,
la debilidad del amor, el ubicuo clima hostil, los clandestinos chistes
catárticos. Ingredientes de una sociedad autoritaria al rojo vivo que nos
intoxicaron en la Argentina y siguen vigentes en la mayor parte del mundo.
Marcos Aguinis
Buenos Aires, enero de 1996.

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