viernes, 11 de julio de 2025

Fragmento. novela. EL VUELO DE LA URRACA.

 



Y el dictador se miró en la mano del gigante. El dictador estaba sentado como un niño, en medio de la hercúlea palma. 

-Tampoco te asustes, estás en mi metacarpo, en mi palma de la mano: mira, camina hasta el borde de una de mis falanges. Yo dejaré mi mano quieta para que observes y luego me digas qué has mirado. El dictador, entonces, se levantó despacio de la mano gigante y empezó a recorrer hacia una de las falanges.  

Ahora que has llegado al borde de una de mis falanges, ten cuidado, no te vayas a caer, pero ¿dime qué observas? El dictador con recelo se dirigió al borde del dedo índice y miró. 

¿Qué has mirado? 

¡Nada! Dijo el dictador. Cuando agachó la cabeza y sostenido ligeramente por la enorme falange del dedo índice, solo atisbó a mirar oscuridad tras oscuridad, un vacío y un gran silencio, un silencio y una mudez lo envolvieron. Se asustó y el dictador, retrocedió. Agregó: solo veo oscuridad, soledad y un gran silencio. 

Te he sostenido en esta gran oscuridad para que observaras. Te he suspendido en el aire para que mires. Son pocos los que han mirado lo que has mirado y siguen con vida. Dijo G. 

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