viernes, 28 de junio de 2024

Witold Gombrowicz PORNOGRAFÍA PRÓLOGO.


 


Título de la edición original:

PORNOGRAFIA

Traducción de Gabriel Ferrater

© de la edición original: Witold Gombrowicz

(E) de los derechos en lengua castellana y de la traducción española:

EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A. - BARCELONA, 1965

Primera edición (Primer a quinto millar), 1968

Depósito Legal B. 37.556 - 1967 Prin ted in Spain

PRÓLOGO DEL AUTOR

Un escritor polaco me escribió preguntándome qué

sentido filosófico tiene La seducción.

Le contesté:

“Procuremos expresarnos de la manera más sencilla.

El hombre, todos lo sabemos, tiende a lo absoluto.

A la plenitud. A la verdad, a Dios, a la madurez

entera... Abarcarlo todo, realizarse enteramente

—éste es su imperativo.

“Pero en La seducción se manifiesta, a lo que creo,

otro objetivo del hombre, más secreto sin duda, ilícito

en cierto modo: su necesidad de lo inacabado... de lo

imperfecto... de lo bajo... de la juventud.

“TJna de las escenas más explícitas, en este sentido,

es la de la iglesia, donde la ceremonia de la misa

se hunde bajo el peso de la tensa conciencia de Fryderyk,

y con ella se hunde el absoluto Dios, mientras

que de la tiniebla cósmica y del vacío surge un nuevo

ídolo, terreno, sensual, formado por dos seres que,

menores de edad como son, cierran a pesar de todo un

círculo —ya que se someten a una atracción mutua.

”Otra escena importante es la del consejo que precede

al asesino de Siemian, cuando los adultos se

sienten incapaces de sacrificarlo porque saben lo que

pesa el crimen. Tendrán que matarlo, pues, los adoleseantes,

empujados hacia la ligereza, la irresponsabilidad,

—sólo así será el crimen posible.

”Por lo demás, ya he hablado de todo eso, por lo

menos en mi Diario, por ejemplo en un pasaje sobre

el Retiro de Buenos Aires (1955): Me parecía que la

juventud era el valor más alto de la vida... Pero ese

valor tiene una peculiaridad, inventada sin duda por

el diablo: en tanto que es juventud, su valor no alcanza

al nivel de ningún valor.

”Estas últimas palabras, lo de no alcanzar al nivel

de ningún valor, explican por qué no he podido arraigar

en ninguno de los existencialismos contemporáneos.

El existencialismo se esfuerza por reinventar el

valor, mientras que para mí lo sub-valioso, lo insuficiente,

lo subdesarrollado, están más cerca del hombre

que todos los valores. Me parece que la fórmula de

que el hombre quiere ser Dios expresa muy bien las

nostalgias del existencialismo, en tanto que yo le opongo

otra, desaforadamente desmedida: el hombre quiere

ser joven.

”A mi modo de ver, las edades del hombre sirven

de instrumento a esa dialéctica entre lo cumplido y lo

incumplido, entre el valor y el sub-valor. Y he aquí

por qué mi universo se ha degradado: como si alguien

me hubiera agarrado el espíritu por el pescuezo y me

lo hubiera zambullido en la ligereza, en la bajeza.

”Pero recuerde que para mí la filosofía no cuenta:

no es asunto mío. No me propongo más que explotar

ciertas posibilidades de un tema. Busco las “bellezas”

que son propias a ese conflicto...”

* * *

¿Queda claro? Se dice que una obra se explica por

sí misma, que los comentarios del autor son superfluos.

¡Claro que es verdad en principio! Pero el arte

contemporáneo no siempre es de fácil acceso, y muchas

veces sería útil que el autor tomara al lector

de la mano y le sugiriera un camino.

* # *

Ferdydurke es sin duda mi obra fundamental, la

mejor introducción a lo que soy y represento. Escrita

veinte años más tarde, La seducción se origina en

Ferdydurke. Tengo que decir, pues, algunas palabras

sobre este libro.

Es la grotesca historia de un señor que se vuelve

un niño porque los demás lo tratan como tal. Ferdydurke

quisiera desenmascarar la gran inmadurez de

la humanidad. El hombre, según aquel libro lo describe,

es un ser opaco y neutro, que necesita llegar a expresarse

mediante ciertas actitudes y comportamientos,

gracias a los cuales cobra externamente —para

los demás— mucho más contorno y precisión que los

que posee en su intimidad. De ahí una trágica discordancia

entre su inmadurez secreta y la máscara que

se pone al tratar con otros. No le queda más remedio

que acomodarse interiormente a aquella máscara, como

si fuera realmente lo que parece ser.

Puede decirse, pues, que el hombre de Ferdydurke

es creado por los otros, que las personas se crean unas

a otras al imponerse formas, lo que llamamos “maneras

de ser”.

Ferdydurke se publicó en 1937, cuando no estaba

U

todavía formulada la teoría de Sartre sobre el regard

d’autrui. Sin embargo, debo agradecer a la popularización

de las nociones de Sartre el que ese aspecto

de mi libro fuera mejor comprendido y asimilado.

De todos modos, Ferdydurke se aventura por otros

terrenos, menos hollados: la palabra “forma” se asocia

en el libro con la de “inmadurez”. ¿Cómo hay que

describir a aquella persona ferdydúrquica? Creada

por la forma, es creada desde el exterior, lo cual vale

decir que es inauténtiea, deformada. Ser una persona

equivale a no ser nunca uno mismo.

Y también la persona es una incesante productora

de la forma: segrega forma infatigablemente, como la

abeja segrega miel.

Pero por otra parte lucha contra la propia forma.

Ferdydurke es una descripción de las luchas del hombre

con su propia expresión, del tormento de la humanidad

en el lecho de Procrusto de la forma.

La falta de madurez no siempre es innata o impuesta

por los demás. Se da también una inmaturidad

a la que la cultura nos abalanza cuando su ola

nos arrolla y no conseguimos elevarnos a su nivel.

Toda forma “superior” nos pueriliza. La persona,

torturada por su máscara, se construye en secreto,

para su uso privado, una especie de subcultura: un

mundo hecho con los desperdicios del mundo cultural

superior, un dominio de la ratería, de los mitos informes,

de las pasiones inconfesadas... un secundario

dominio de compensación. Es allí donde nace una poesía

vergonzosa, una cierta comprometedora hermosura...

¿No estamos ya muy cerca de La seducción?

Sí, La seducción nació de Ferdydurke. Es un caso,

particularmente irritante, del mundo ferdydúrquico:

el joven creando al viejo. Cuando es el viejo quien

crea al joven, todo marcha a las mil maravillas, mirado

desde un punto de vista social y cultural. Pero

cuando el viejo se somete al joven, ¡qué tinieblas!

¡Cuánta perversión y vergüenza! ¡Qué de trampas!

Pero la verdad es que la juventud, biológicamente superior,

físicamente más hermosa, no tiene la menor

dificultad para encantar y ganarse al viejo, ya infectado

por la muerte. Desde este punto de vista, hay en

La seducción más ánimo y más valor que en Ferdydurke,

que utilizaba sobre todo la ironía y el sarcasmo

—y en el humorismo hay ya distanciación. En

aquella época, yo miraba mis temas desde lo alto,

y alguien pudiera sostener que en Ferdydurke peleé

gallardamente contra la inmaturidad. De todos modos,

se percibe ya claramente un tono muy equívoco, que

da a entender que aquel adversario de la inmadurez

está precisamente muriendo de amor por la inmadurez.

En La seducción he renunciado a la distancia que

proporciona el humorismo. No es una sátira, sino una

novela, una novela clásica... La novela de dos señores

de media edad y de una pareja adolescente: una novela

metafísico-sensual. ¡Qué vergüenza!

* * *

Citaré todavía de mi Diario lo que sigue:

“Uno de mis fines intelectuales y estéticos es el

de encontrar un más abierto y dramático acceso a la

juventud. Descubrirle lo que la ata a la madurez, para

que se completen una a otra.”

Y luego:

“No creo en ninguna filosofía no-erótica. No me fío

de ningún pensamiento desexualizado.

"Claro que es difícil creer que la Lógica de Hegel

o la Crítica de la Razón pura hubieran podido concebirse

si sus autores no se hubieran mantenido a cierta

distancia del cuerpo. Pero la conciencia pura, en cuanto

se realiza, tiene que sumirse de nuevo en el cuerpo,

en el sexo, en él Eros; el artista tiene que zambullir

al filósofo en el embeleso, en el atractivo, en la gracia.

”U

na última cita, aunque haya de hacerme sospechoso

de megalomanía: “¿Y si La seducción fuera un

intento por renovar el erotismo polaco?... Un intento

por hallar de nuevo una erótica que concordara mejor

con nuestro hado y con nuestra historia reciente —hecha

de violaciones, de esclavitud, de peleas de chiquillos

brutos—, un descenso hasta las oscuras lindes

entre la conciencia y el cuerpo?”

* * *

Cada vez me inclino más a presentar los temas que

me parecen más complejos bajo una forma sencilla,

incluso ingenua. La seducción está escrita un poco al

modo de una “novela de provincias” al estilo polaco;

es como si me paseara en un coche de caballos destartalado

por el veneno del dernier cri (un grito de dolor

completamente pasado de moda, ni que decir tiene).

¿Tengo razón en pensar que, cuanto más descarada

y difícil sea la literatura, más debiera volver a las formas

más viejas y fáciles, o las que los lectores están

acostumbrados f

Ií. A. Jelénski, a quien mi obra debe tantos y tan

valiosos estímulos, opinaba que La seducción se presenta

de modo demasiado dibujado; me aconsejaba

borrar algunas de mis huellas, como hacen los animales

o ciertos pintores. Pero ya estoy cansado de todos

los malentendidos que se amontonan entre mí y mis

lectores, y de haber podido, les habría limitado todavía

más la libertad de interpretarme.

WlTOLD GOMBROWICZ

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