TRATADO
DEL REBELDE
Erns
Jünger
Denes
Martos
EL "DER WALDGANG"
Y SU TERMINOLOGÍA
Probablemente hay pocas obras alemanas cuyo título y cuyos
términos principales resulten tan difíciles de traducir al castellano, aún
aceptando que — ya de por sí — el recrear en la lengua de Cervantes lo creado
en el idioma de Goethe no es precisamente tarea fácil.
El título original de este libro es "Der Waldgang".
En las distintas ediciones y versiones hasta este título mismo ha sido
traducido de diferentes maneras. El libro ha aparecido como "Tratado del
Rebelde", como "El Emboscado" y, según me han comentado, habría
por allí alguna versión titulada como "El Trotabosques". Se impone,
pues, orientar un poco al lector en cuanto a los términos empleados por Jünger
pues, para colmo de males, estos términos, más que denominaciones, son
conceptos fundamentales de la obra y se da aquí — una vez más — la conocida
situación en la que, si no tenemos la palabra, no tendremos el concepto, y, si
no tenemos el concepto, es imposible que comprendamos el mensaje.
De modo que comencemos por el principio y por lo básico.
El idioma alemán tiene una maravillosa facilidad para construir sustantivos
compuestos. Allí en dónde el castellano recurre muchas veces al latín o al
griego — especialmente en el lenguaje científico — el alemán simplemente
"arma" un término "juntando" las palabras adecuadas. Bien
es cierto que esto produce a veces expresiones kilométricas que se prestan a la
ironía. El ejemplo que siempre me viene a la mente es el título de una
fotografía en un manual de mecánica que rezaba: "Kurzgewindefräsverfahren
auf der Langgewindefräsmaschine". Pero no se tarda mucho en comprender
la ventaja del método germánico cuando se advierte que, en castellano, uno
tendría que traducir eso por "Procedimiento de fresado de roscas cortas
sobre la máquina de fresar roscas largas". Trece palabras, contando
preposiciones y artículos, para traducir tres "simples" palabras del
alemán... Y la otra enorme ventaja es que estos términos alemanes, por más kilométricos
que parezcan, resultan autoexplicativos. Si digo "fanerógamas" en
castellano, probablemente más de la mitad de ustedes tendrá que recurrir al
diccionario. Pero si digo Samenpflanzen, cualquier alemán entenderá
inmediatamente que estoy hablando de plantas que se reproducen por semillas
(por Samen= semillas y Pflanzen = Plantas).
Sea como fuere, Waldgang es una de esas palabras
compuestas. Está armada con los términos Wald y Gang. Veamos qué
significan.
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El
Schwarzwald
de Alemania |
Por de pronto, el término "Wald" en
alemán significa "bosque". Ahora bien, ya aquí hay matices para
considerar. A veces esta palabra es traducida por "selva". Así, por
ejemplo, el bosque más importante y conocido de Alemania — el Schwarzwald
— se conoce como "Selva Negra". El problema es que "selva",
en nuestro medio, evoca ecos tropicales. Al escuchar la palabra
"selva", sin más aclaraciones, en América normalmente nos imaginamos
la selva tropical; algo que el alemán denominaría "Urwald" o
incluso "Dschungel" que en castellano equivale a
"jungla" y que, en realidad, es un anglicismo proveniente de "jungle".
El "Wald" germánico es el bosque europeo.
Es el bosque de pinos, robles, alerces, abetos, hayas. Es un bosque que puede
volverse "negro" (Schwarz) en sus partes tupidas pero que
también tiene sus claros, sus prados, sus flores, sus lugares bañados por el
sol. Para imaginarnos algo similar al Wald europeo, en América
tendríamos que pensar en los bosques andinos de las provincias de Río Negro o
Neuquén en
El segundo componente de la palabra Waldgang es Gang.
Viene del verbo gehen que significa "caminar" y es, de hecho,
la sustantivación del mismo; es decir: "el caminar". Waldgang
por lo tanto, traducido en forma prácticamente literal, daría algo así como
"el caminar por el bosque". De este modo, Waldgänger es
"aquél que camina por el bosque" y, en consecuencia, in den Wald
gehen es "ir al bosque".
Sólo que por desgracia, en el contexto en el que Jünger
pone estas expresiones, los sentidos implícitos no son exactamente éstos.
|
Bosque
en Islandia durante el invierno |
El Waldgand que Jünger sugiere se relaciona con una
antigua tradición de Islandia. El mismo autor nos confirma esto cuando en el
Cap. 17 de la obra nos dice: "El hecho que esa palabra tenga ya una
historia anterior — es una de las viejas palabras islandesas — no puede ser
perjudicial."
En realidad, el Waldgang en la antigua Islandia fue
una condena de expulsión, una especie de ostracismo. Personas asociales, por lo
general homicidas, pero en todo caso individuos cuyo comportamiento había
demostrado ser incompatible con la vida en comunidad, eran separados de la
sociedad y prácticamente arrojados fuera de ella. Con lo cual quedaban
condenados a vivir apartados de las poblaciones y los asentamientos; es decir,
obligados a vivir en el único lugar disponible que les quedaba: el bosque.
La antigua palabra islandesa equivalente a Waldgang
fue "skóggangr" y significó tanto como "destierro",
"proscripción". Para captar todo el drama de la condena no deja de
ser significativo constatar, por ejemplo, que los francos sálicos y los godos
al Waldgänger lo llamaron "vargr", un término
emparentado con las palabras modernas Würger (estrangulador) y Wolf
(lobo). De hecho, entre estos pueblos, la captura o "caza" de los
proscriptos fue probablemente recompensada, como lo sugiere el hecho de que se
le ponía precio al "wulfes heafód" (Wolfschädel en
alemán moderno = "cráneo de lobo" o "cabeza de lobo" en
traducción literal).
El gran problema que se plantea aquí es el de cómo
reproducir — aunque más no sea en forma aproximada — toda la carga tradicional
y hasta legendaria que tienen estas palabras. Esto se hace tanto más difícil
porque Jünger, no se limita a la mera alegoría directa, sino que introduce en
los conceptos una interpretación muy personal. En efecto, inmediatamente
después de hacer alusión a la genealogía islandesa de su término, todavía
agrega: "Aunque aquí, ciertamente, vamos a entender esa palabra en un
sentido más amplio. El irse al bosque, (...) era un acto que seguía a la
proscripción. Mediante ... (ese acto) ... el hombre proclamaba su
voluntad de depender de su propia fuerza y a afirmarse tan sólo en ella. Hacer
eso se consideraba honroso; y también hoy continúa siéndolo, digan lo que digan
todos los lugares comunes que por ahí corren." (Cf. Cap. 17)
|
La
"Selva de Irati", en el Pirineo navarro (España) |
En un sentido estricto, podría discutirse que en el
antiguo mundo germánico el "irse al bosque" constituyó realmente un
acto por medio del cual el proscripto "... proclamaba su voluntad de
depender de su propia fuerza y a afirmarse tan sólo en ella".
Probablemente lo que tenemos aquí es un optimismo algo exagerado, para decirlo
de algún modo. Después de ser expulsado de su comunidad, realmente no se ve muy
bien a qué otro lugar, fuera del bosque, podría haber llegado a ir el buen
hombre. Es muy difícil — por decir lo menos — imaginar para el proscripto otras
opciones aproximadamente viables; sobre todo si es cierto que — en algunos
casos al menos — se le pudo haber puesto precio a su cabeza. Por supuesto, es
comprensible que, por el otro lado, se generase alrededor de los Waldgänger
esa especie de legendaria aura de heroicidad que siempre ha acompañado a los
solitarios, muy especialmente cuando fueron algo misteriosos. Los
norteamericanos, por ejemplo, han construido toda una leyenda y hasta todo un
culto alrededor de la figura del lone ranger y han convertido al
solitario segregado de la sociedad en uno de los héroes norteamericanos
típicos. Hollywood incluso lo ha estereotipado a través de innumerables
producciones. Hasta cierto punto y desde una perspectiva romántica, la sociedad
siempre admira a quienes se apartan de ella.
Pero desde una óptica política — y es imposible dejar de
advertir una fuerte intencionalidad política en la obra de Jünger —
probablemente Carl Schmitt estuvo más cerca de la realidad cuando señaló la
tendencia a declarar al enemigo político "hors-la-loi" es
decir: "fuera de" o "más allá de" la ley. Es un tema que
Schmitt desarrolla con bastante extensión en su ya clásico El Concepto de lo
Político y que reaparece luego, obviamente, en su Teoría del
Guerrillero cuya figura central puede considerarse bastante
emparentada con el Waldgänger de Jünger. (De hecho, Jünger y Schmitt se
mantuvieron en contacto y se han conservado varias de las numerosas cartas que
intercambiaron a lo largo de una nutrida correspondencia). De todos modos, bien
vale la pena poner al Waldgänger de Jünger y al partisano de
Schmitt lado a lado, y estudiar sus diferencias y similitudes.
Tenemos así razonablemente en claro los conceptos
fundamentales de Jünger. Pero esto, por desgracia, todavía no nos ayuda mucho
en la determinación de las palabras exactas que podríamos utilizar para
traducirlos.
En la edición argentina del libro, el Waldgänger
fue traducido por "el rebelde". Es una opción. No se podría
decir que es absolutamente incorrecta pero tampoco existen demasiados
argumentos para defenderla y no cabe duda alguna de que no transmite en forma a
acabada el concepto original. Es cierto que Jünger introduce un elemento
volitivo en su concepción del Waldgänger. En la versión islandesa o
germánica original se trata de un proscripto, de un expulsado. En la
interpretación de Jünger es alguien que — aún dentro de un contexto de coerción
y eventualmente hasta de terror — toma esa proscripción para hacerla suya. Dicho
en otras palabras: en gran medida se auto-proscribe. El Waldgänger es
"rebelde" en la medida en que su condición nace de ese elemento
volitivo pero, por el otro lado, habría que ser muy superficial para perder de
vista que el contexto en el cual esa decisión voluntaria se produce es un
contexto de coerción y posiblemente hasta de terror. Que el problema tiene dos
componentes, una coercitiva y otra volitiva, queda meridianamente claro en
varios pasajes. Por ejemplo, en una parte Jünger nos dice; "O bien poseer
un destino propio o bien equivaler a un número: ésa es la disyuntiva que hoy
nos viene impuesta — ciertamente por la fuerza — a todos y a cada uno de
nosotros. Pero el decidirse por lo uno o por lo otro es algo que cada cual ha
de hacer por sí solo." (Cap.14). Así, o bien aceptamos las reglas de
juego del sistema, o bien optamos por la expulsión, ya sea haciéndonos
expulsar, o bien autoexpulsándonos.
Estamos, por lo tanto, en el famoso caso de "la
libertad dentro del círculo de la necesidad". La disyuntiva nos viene
impuesta - ¡y por la fuerza! - de modo que la única alternativa que nos queda
es optar por alguna de las dos posibilidades disponibles ya que una tercera, la
neutralidad, se encuentra excluida: " ...la neutralidad equivaldría al
suicidio — de lo que aquí se trata es: o bien se aúlla con los lobos, o bien se
los combate" (Jünger, C.19). De modo que, si el Waldgänger
fuese un rebelde, estaríamos ante el caso de un rebelde al que, en buena
medida, lo han empujado a decidirse por la rebeldía. Míreselo como se quiera,
no termina de resultar demasiado convincente; sobre todo si lo que se necesita
subrayar es la importancia que tiene el acto volitivo de tomar la decisión de
"combatir a los lobos" — que es lo que Jünger destaca de un modo bastante
intenso a lo largo de toda la obra.
La otra posibilidad — y es la que hemos respetado aquí —
es la de aceptar el pequeño juego de palabras que el traductor español nos
propone con el término "bosque" y sus derivados. Con este criterio,
el traductor nos sugiere aceptar que, si Wald es "el bosque",
entonces "Waldgänger" es "el emboscado". Se advierte
inmediatamente el doble sentido implícito.
El recurso puede objetarse, por supuesto. Es cierto que
Jünger sólo en algunos pasajes hace referencia a "emboscadas" propiamente
dichas, entendidas como "Ocultación de una o varias personas en parte
retirada para atacar por sorpresa a otra u otras" según lo define
Se dirá que la cita arriba expuesta es, de parte de Jünger
y en el original, más una alegoría que una propuesta práctica concreta. Quizás,
en alguna medida, eso sea cierto. Pero si uno tiene en cuenta la ya apuntada
cercanía del Waldgänger al partisano de Schmitt, la traducción no
deja de ser un reflejo razonablemente fiel del pensamiento del autor — dentro
de lo humana e idiomáticamente posible, por supuesto.
Aceptado esto, no nos queda más remedio que ser coherentes
y aceptar también los otros términos propuestos por el traductor. In den
Wald gehen ("ir al bosque") se convierte, casi necesariamente en
"emboscarse". Según
Denes Martos, Enero 2006
FUENTE
Sur. Buenos Aires. 1964. 21 cm. 118 p. Encuadernación en tapa blanda de editorial ilustrada.
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