I
GILBERTO OWEN
POESIA
Y PROSA
Edición
de
f osefina Procopio
Prólogo
de
Alí Chumacero
IMPRENTA UNIVERSITARIA
México 19 t 3
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' TERCERF ESITVAL DEL LIBRO AMERICA UNIVERSIDADDE BUENOSA RES
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1
ADVERTENCIA
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Esta edición se hace conforme al deseo de Gilbe¡to Owen
quien, poco antes de su muerte en Filadelfia el año pasado,
rne dió autorización escrita para que editara su obra. Hace
unos dos años Gilberto quiso reunir su obra para publicarla
después en México; no tenía ejemplares de sus libros y me
pidió que le ayudara en la tarea de recopilarlos .y, preparar
la edición. Ifn mis viajcs a México Alfonso Reyes, Ilnrique
Carniado y Alí Chumacero gentilmente me proporcionaron
ejemplarcs que lucgo él revisó v corrigió. Son esas copias
corregidas por su autor las que han servido para la presente
edición.
Conviene advertir que este volumen no pretende contener
l;r obr¿r cornplcta de Gilberto Owen: seguramente faltan
pocnlas ¡lublicados cn cl Pcrír y cn Colornbia durante su
cstanciac n estris prríses,p oclnas que sc hallan en revistas
ctryos cjernplarcs no st' r'ncucntran cn tr4éxico I Que, por 1o
misrr-ron,o cstabana rui alcalcc; aclernásf,a ltan poemasq ue
Gilbcrto tcr.ríac onrpucstosp cro clue nunca llegó a publicar;
por ejernplo, Luis Alberto Sírnchez me decía en una carta:
"Se perdió El ntundo perdido que le oí recitar en Guayaquil.'"
I
Su primer libro, Desuelo (1925) -en gran parte inódito
'con excepción de tres poemas (Corolas de papel de cstas'
canciones, Niño Abril me escribíó de un pueblo y El agtta,
entre los álamos) que se publicaron en "IJlises" en mayo
de 1927- llevaba al principio dos poemas que desgraciadamente
se han percliclo, un clogio por Jorge Cuesta y un
retrato por Xavier Villaurrutia. Gilberto no tenía pensado
publicar este libro, ¡rcro al relecrlo cl año pasado decidió
incluirlo en la eclicitin tlc su obra total.
De Línea, publiclrdop or Alfonso I{e1'r'sc .¡1B ucnos Aires
en 1930, ya sc conocí:rn cn Móxico ll¡ros pocrnas publicados
.en "IJlises" cn rlicicrnllrr: rlc 1927, en "Contemporáneos"
en diciernbrc tlc 1928 y ('n nrí¡yo dc 1929, y cn la "Antología
de la PocsíaM exicana lVlo<krrna"d, e Jorge Cuesta,c n 1928.
Iin cl Pcrseo vcncido, publicaclo por L,uis Alberto Sánchez
en Lima cn 1948, rcunió Gilberto Owen varios pocmas: el
Madrigal por Medusa, Sindbad el aarado, Tres aersiones
supert'luas y el Libro de Ruth. Parte del Si,ndbacl habia
,aparecido anteriormente, con variantes, en "El Hijo Pqódigo"
de octubre de 1943, en "Letras de México" de marzo dc
1944, en la "Re'r'ista de la Unive¡sidad Nacional de Colombia"
de marzo de 1945 y en la "Revista de las Indias", de Bogotá,
de julio de 1945. El Discurso del paralítico y el Regaño del
ui.ejo (primera y tercera versión superfluas) se publicaron
en "Letras de México" del 15 de enero de 1940 y del 15
.de junio de 1943. El Libro de Rúh apareció en México por
primera vez en una edición de 1944 publicado por Ediciones
Firmamento. En la presente edición todo el Perseo aencido
va dedicado a José Vasconcelos, conforrne al deseo de Gilberto.
Los poemas reunidos en Poem.q,sN o Colecciotxad,oisr rcluycn
Carta (Defensa del hombre) aparecida en "Contemporáneos"
de septiernbre de 1930. No sé si el Lázaro mal
rediaiao llegó a publicarse; ese poema me 1o proporcionó
Gilberto advirtiénclome clue era fragmento de urr poema
largo que había escrito. De la ardua lecci,ón y AIIá en rnis
añ,os. . . , fueron escr i tosa pr incipiosd e 1951,p oco después
de la muerte de su amigo entrañable, Xavier Villaurrutia.
Espera,o ctx( ,bre. . .y EJ ya el cielo. . . , son f ragmentosd c
poemas encontrados entre los papeles de Gilberto clespués
de su muerte.
I.a sccción cle prosa co¡rienza con La llam.o fría, puliicada
corno la novela scrnanal de "El lJr.riversal Ilustraclo"'
el 6 de agosto de 1925. Noz,'elac onto nu,be, publicada por
Ediciones de Ulises en 1928. llevaba al final esta anotación:
"lmarzo, abril de 1926, en El Chico". Eram,en. de fausas
apalcciri cn "Contcrrrporáneos"e n julio de 1928. lln Otras
Prosas vlur incluírlos frirgrncntos tlc unas cuantas cartas,
qttc estantlo: r nri alcanct',t lccitlíp tttrlicar,u trasp orcltrca:v uclan
a conrpr.'n<lt'ra Cil[¡erto y su poesía, otras por stt valor
litcrario. Dc nir.rgunarn allcr¿sI c trata clc cpistolarioc ornpleto.
La fotografía del autor que iluitra cstc volurnen, le fué
torrrada en 1919.
Manifiesto mi agradecin.rientoa Alfonso Reyes, quier-rm e
proporcionó Línco, a Iinrique Carniado por haberrne prestado
el original de l)esuelo, a Luis Alberto Sánchez por valiosos
datos sobre la obra de Gilberto C)wen, a la Imprenta Uni-
IX
versitaria por su ayuda, y sobre todo, a José Rojas Garcidueñas,
a Alí Chumacero y a Elías Nandino sin cuya ayuda
no habría podido llevar a cabo esta edición.
JosErrNe Pnocopro
I
PROLOC.O
/
GILBERTO OWEN
I'o zteía a Gilberto Owen -sicmpre la broma a flor
Ce labio y enemigo dc solemnidades- colt la cu,riosidad.
de qui,ens. e acerca a reconocer la encarnación de un nombre
litcrario citado en alguna antología. Salido de Il[érico desde
uwy joaen, su prestigio se cifraba en unos cuantos foemas
r prosas desperdigados en reai'stas de literatura y en escdsoJ
atrócd,otasc ada z.¡ezln enos rcpetr.tlase n labios de sus amigtts.
Su. regreso al país fué, por esa razón, un preterto de
curiosidad para aquellos qlcc nunca antes lo habíartos tratad'o.
Era, en. uerdod,, una pcrsorxa, poco coretún. No sólo a su
co'nuersación llegaban los pcrsistcntcs ecos dc ut apat'ente
t'sccpticisnto contra las
nrazones
ntás altas que sosticnen la
espcroraa de un poeta, sino quc focos cott'to él sabían esconder,
en eI juego de las palabras, la rclíqión dc su arte . Más
ccrcano a los acontccimicnto.sit t¡ncdialos r!c Ia vido, a la
ri.rión. t!,elcznabled e los snccsosc allcicras y a los "cuidados
l,cqueños'' en qrte lranscurrcn las diarias preocttpacion'es,
Ozuen se aleiaba premeditadamente del agobiante inuocar el
rrutndo de la literatura. Sitt otro.t ltt¡nr¡rc., q), n tnano l'ranca
y el inci.sivoa f ó,n,d c sorltrt'ndcr o oqudlos totlavía propicios
al asombro, conseraal¡o la ail't'sa \ cl ónimo suficientes a
hacer de su conacrsación un sallo dc mata entre los ruentt'r
conx,tnes asurxtos. .ly'rl .rrr.r .rrilirlo.r ltclura-¡ -sobre todo en
letras modernas-, ni su udnt"irol,lc obra poética, ni' su
colnpactoa rnor ?or lll ,tt'ict¡r /rtr',r /r'.rr/rt't tttyi-o ven, abandonó
para ir en busca dc olru.¡ li¡rro.t .t,' !rullttcíatx en su,s frases
siempre al bordc dc lo dt.slrtttr'i,í¡r1 ' ltt itnltrcaisto. Tras la
rnáscarad cl quc c.sct¡ndtlu ittlitttitlul lírica, .srtof custodidr
el "dolor ido scnt i r " t ¡nt tnr r l ,urut l t ¡ l t ¡ t t t l i 'nt icof octa.
Delgadot odavío r'ttuntl,.t\ 't¡lt ¡ L'ttttt,cdí,t nuris ta.riu qu'ilinn
y o jos de ht¿rañctq r.t!tt, tttttttlt' uñul'u lu ,',¡ttl'tr'¡uciónc on,
adetnancsq uc il,un r'rr (¡.\'tr¿it(lt¡ .ru f ront¡rttso ct'l'rt.sívd.I ',¡
insólito tlc lo.t ,'('.r/lr('.f/(¡.tr'' Io inltncíón tlc lo.t y'/ftVlfo.r
hallaban,t tl>tt,uton nu¡t'itttitttlt¡.tslL 'm unt¡.rt ¡trt crtlol,rtrolraan
hacer má.¡ qráiica.r /rr.r/ io.r','.r'..' l ¡c.surt lc .¡í nt.¡nto v tto
obstantc -sttc.u llura, nttnca olz'iló la actitud ftculiur dc los
hombres d.e su froaincia. Natiuo tlcl llosario, Sinaloa:'sttht¡
conseraare l trato stnr. odcos que coracterizaa los hombrc.st lc
aquella región. Lo incisiao de sus opiniones se sosteníu,
con una timidez disimulada, ert lu aiolencia y cf ectiztidad d,,:
las palabras. En nacla, la ascendencia irlandesa emfañó el
carácter de su persona: mesicano como el que ',nós, tanl?oco
la inuasió'n de los ziaies desmereció la sinr,patía provi.nciana
que le otorqó el sitio de su origen. Owen practicaba cl.
secreto de ser, en un mundo de mortales, u.n hombre más,
perscguido por una íntima desilusión a la que sólo la poesío,
--qlld cn un rincóll de la rnevnoria o en un papel orrugado
dentro del bolsillo- bod'ría redimir.
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I
En sus últimos días, cuando empezaba a comprender
quiaá que ya la canción se terminaba, aolaió o recordar o
su país, y la nostalgia lo acotnpañó hasta eI final instante.
Entonccs pensó, aunque no por aez Qrimera, qu,e podría
.morir de un rnomento a otro; pero él quería hacerlo bajo
al cielo de Mérico. Aquí pensaba quedar, aI lado dc su
entrañable amigo Xazti,er Villaurrutio, que openas un aíto
antes nos había dad.o Ia repentina sorpresa de .su fallecimiento.
Fué un deseo que no realizó. Otra tierca hoy lo cubre. No
pudo ser el hijo pródigo que ansiaba. En un hospital de
Filadelfia, apenas rodeado d.e la fidelídad. cle ztnas cuantas
personas, murió eI 9 de rnarzo de 1952. Había nacido el
domingo 4 de febrero de 1905.
Tras de ese hombre afectuoso Ete huía "de sed en sed
por su delirio", tras d,e esa burla por lo cotid,iano y tras de
esa am.abilidadd. ef endida por cl escefhcistlNo,ir npcraba una
singular conciencia poéti,ca. Lo antintelectual de la palabra
hablada en la cama.rod.ería del bar, o a la orillo d.e una mesa
dc café, escondía al hom.bre quc, a solas, alrendió a labrar
una dc las focsías más hondas de las últimas ganeracioncs
mesicanas. No fué un intelcctual; fué un poeta. A Ia siml,le
lectura de su. obra, ! a fesor dc las rcfcrcncias literarias
con que se halla . cnriquccida, sc adaicrte cómo cra t¿n,
hombre apegado a la tierra, a lo quc alrcdcdor sucumbe sí?r
tnisericordia. De una ,nanera similar a todo auténtico artista,
Owen aceptaba, corno un designio insobornable, incorporar
a su z)erso el fluir de las co.ras, la conciencia de que tod,o
-corno en las clósicas Coplas- está. condenado a stt.gerir
la pregunta por su eristencia. Sabía que su obra, connatttral
f
I
\\
a las ideas que la animaban, era el qeflejo y la dócil res?uesta
a la contentplución de lo qpe no perdura, a la incuitable
presencia de lo qne n4uere frcnte a nuestros ojos, y entraba
en la poesía deiandro a la fuerta toda esperanza:
Y luchó cc)ntrír cl nl:rr toda la noche
<lcsrlc I Ionrerr¡ lrast:r Joseph Conrad,
l':rr:t llcg:tr ir tll r()stro tlesierto
J' (lr su :rrerr:t k'cr <¡ue natla espere,
( l l t ( ' l l ( ) c s l r ( r ( ' t t l i s l t ' r i r ' ,q ue I lo t : spefe.
Contra urr rnurt) tlt t'.¡!,irilt,s lamcntociones. lo mistno
en cl amor qui .'n. /a.r fo.ciorrc.r ntás .sencillas, el Poeta
accftaba el único rtfuqio: lo dr.sc.rfcrociónM. as nunca el
qrito, cl c.rcóndolo, tl t¡o.stor lu ltrilrttra cn infternitos, sino
la ltoricontal dcst¡locitiut luc ucttntfrtrluL a tytíen, encerrado
cn .tí fiúsrno, .rc a justo. a lu.s ¡torntu.r r/rt¿' .f ¡¿ .toledad le da.
Qttizti ¡or.io.l¿ foc.tío no alconz,i cl c.rdrúiulo de la
clocu.cncitts, trto ty,tc ylttardó tl tono nl.ilor intli,sfcnsable
para no tra.rfasar la frasc musitada cn la confcsión. Su
grito no f ué nús qu,e el del " páruulo que csta noclle se
siente solo e íntimo / ,¡ qtoe suele llorar ante el retrato / de
ttrt, ganrbusino rubio que se queilxó en rosales de sangre al
mediodía".
En oiras palabras, la dicha no era el norte d'e su
foesía. Corno tr[allarnlé, llosiblemente pensaba que d.ecir
"Soy di,chosotp' odría traducirse por "Soy un tonto". Tal
era la defensa privada en que apoyó sus poem,as. No le
importó qu,e el ptiblico sufiera de su crtstencia, ni que el
trabajo emplead,o en el logro d.e una imagen o de una
metáfora trascendiera los límites de su. profia satisfacción.
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La fanm, en la que se solazaron sus contemporáneos, fué un
timbito ajeno a su ambición. Owen prefirió el trabajo del
ntinero, clel buzo, del criminal que en la alcoba concierta
.sus intenciones, entes que reclamar un prestigio logrado a
fuerza de aigilias. Así, apegado a sus nornras soli¡arias,
pretenclió pasar ante el mnndo de la literatura comi "tm
poeto desconocid.o"Y. en aerd.adq ue lo logró. De su angusti,a,
f orjada en Ia soledad.,n ada aino a d.efe ndeilo: ni afectos ni
intereses, ni -mucho ,nenos- la aaruidadd. e ser citado en
alguna antología. Prefirió conser?)ar, conuo la más prectada
herencio, la sutil gloria del anonimato.
Tal parece que Owen se conaertía, en el complicado
mecanisnto dc sus ideas, en un objeto más, cond,enado por
libre albedrío a caer bajo la ley general de lo pasajero. Si
el amor, la csperanza, "la ilusión serpentina dcl principio"
y aun la e.rtstencia que muestra su tmdscora en todo tiemlto
y lugar se hallan abocados "en á.rltero clortor de cuerd.a
7616" -¿5 decir, se predestinan a una frustración connatural
a stt,n acimicnto-, ¿por qué no habría de suceder iguabnente
con. el escritor qu.e clescubre ese laberinto t forniá ¡arte
sustancial dcl mismol "Todo lo quc aizte -escribió Owcn
cn una cartu-- cstá contlcnado al ticnt¡o. I.o quc cstó ¡uede
scr cterrto, ltcro cntonccs sc llunn Caos, y tro es, tto'ui.ve."
Ahí se escondc cl scclcto dc l¿.s idcas quc impwlsaron su
ltoesío. Pcro ntós aún: afín a I.oulr¿'amont, .su concepto dcl
tiempo alcanzaba cl rostro tlc Dios n.tismo. Lo intnutable, lo
perenne, no son síno momentos en que el ticmpo hace un
breae descanso antes de proseguir etu su tarea, "Dios no
está, eriste -escribe en .reguida-. l.legó desltués del Caos,
f ' f Í
y morirá cuando el Caos auelua a estar en todas parles." Algo
de terrible tiene esta afirmación en pluma d,e un creyente,
pero a la aez nos ayuda o consid,erar üna idea ertrema,
áz,i.darnente literaria, d,eriaada dc uno concepción erpresa
en su poesía. Puesto que Outut pensdta que el tierupo arrasa
con todo, llaro ser cln.rccucntc con esta creencia se aeía
obligad.o a insertar baio h fucrza de ese alud al Di,os en
que creín. Mas esto, dit¡títno,eloc on claridad, no pasó d.es er
un peligroso riqor n¡ una litl intcnción de lleaar hasta los
línfitcs w¿a idto alrrcmlido cn tcxto.r litcrarios.
Laz,crdad c.s qut rn .tt oltre no sc rcflcjan esos ertremos.
La dislcnsión dt'l ticnr¡t¡ tto el,erca utús allu del mund,o
inmcdiato t¡ la l,crsona <lcl cscrilttr. I)tro, e.so sí, actú,a con
cl aiqor inm.utablc dcl cuu.l noiit tt.o.slm dn;¡ reserz¡ar. Sin
ernbargo, esfigando cn .til fotnte dc nta\or ónimo, "Sfu.dbad,
el Varado", nos cncontrano.f con cu,alro l,crsos que definen
un posible descntcndinicnto \ uno artif i,jal clusión del
problcma. Otra z,cs cl rt'cuerdo dc A[allarnté uuelae a
señorear la conciencia, \ "{ln couf de dés" se torna en el
ejemplo a seguir:
Alcohol, albur ¡;anatlo, canto de cisne del azar.
Sólo su paz redime <lel Anciano del Mar
y de su erudita tortttra.
Alcohol, ancla segura ¡' abolición de la aventura.
En estos z)ersos, que no son sino un ligero intermedio
para continuar luego con Ia insistencia del tema, se condensa
la f órmula ltrincipal con que Gilberto Ozpen soñaba aplazar
el resuroimiento d.e su conciencia d'estructora. No son más
XVIII
que un descanso, una bella ilusión, antes de tnarcharse, ya
pora sicmpre, cen sít "muerte de m,ícstca a otra parte".
Si al af ,im de saberse ef ímero respondió esta obra
literaria y si la melancolía se aclitnató a menudo en los
resqui.cios rnós profundos de cstos tertos, el tiempo habrá,
de respetar -lo asegurar,nls- el inuiolable reci.nto d,e la
obra de Gi.lberto Owen. En las letras ntericanas, su n&tbre
figura con el eficaz relieae para mirar en él uno de nuestros
más legítimos poetas. Fué necesaria stt, ausettcia para que,
alejándola del olaido, reflerionáran'Los acerca de su obra
literaria e hiciéramos verdqd. un íntimo d.eseo suyo que
consistió en saberse conocido solatnente después de no
eristir entre los tnortales. No sitt cicrto sarcasmo. él señalaba
un día, Nrn martes 73,
en que sabrán mi vi<la por mi rnuerte.
Ali Cuu¡¡ecrno-
DE,SVELO
7. Pureza
¿ Nada de amor -¡ de nada !- para mí ?
Yo buscaba la frase con relieve, la palabra
hecha carne de alma, luz tangible,
y un rayo del sol último, en tanto, hacia luz
el confuso piar de mis polluelos.
Ya para entonces se me había vuelto
el diálogo monólogo,
y el río, Amor -el río: espejo que andallevaba
r¡i mirada al mar sin mí.
¡Qué puro eco tuyo, de tu grito
hundido en el ocaso, Amor, la luna,
espejito celeste, poesía!
,/t
2. Canción
De la última estrclla
a la primera
fué para oler las rosas.
Vuelta, al revés, dcl rnundo,
abierta la memoria
de la primera estrella
a ti -mujer, idea-
¿hasta cuándo la írltinur.,
)
i - l
La nochc,( lu( ' nl ( ' t .s¡ r í :¡rr r r rt.. l r r jo
dc la ccr r : r r lur 'r: rle l sr r ( .ñ( ) ,
gotea est rcl lasc le rui t los i r rcr ¡ r rcxt ¡s.
¿Para qué este hilo <le airc corr t,cos?
Ya ningún lápiz raya nri nrt,nrori;r
con el número de ningún tcli.fono.
Mi mensaje ."" .orr-igo
sin mis miradas, cuerdas cie un trapecio
suspendido, otros días,
de mi cabeza sobre el cielo.
Y nadie inventa aún al inalámbrico
una aplicación para esto:
uno puede caer cien siglos
-sin una honda agua de sueño, r
sin la recl salvavidas de una ¿¡fs¡¿-
al silencio.
.f
El agua, entre los álamos,
pinta la hora, no el paisaje;
su rostro desleído entre las manos
copia un aroma, un eco. . .
(Colgaron al revés
ese cromo borroso de la charca,
con su noche celeste tan caída
y sus álamos hacia abajo,
y yo mismo, la cabeza en el agua
y el pie en la nube negra de la orilla.)
Llega -¿ de dónde ?- el tren ;
corazón -¿ de quién ?- alargado,
oscu¡o y próspero, la vía
nos lo plantea : algo
más allá del alcance de los ojos.
Terremoto: llorando demasiado
los sauces salen al camino
como mujeres aterrorizadas.
Incendio: la luna, viento frío,
arrastra el humo de las sombras
hasta detrás del horizonte.
En el bosque, con tantos mármoles,
no queda sitio ya para las ninfas:
s
sólo E,co, tan urenudita,
tan invisible v tan cercana.
Sólo una memoria sin nexo:
"cuéntalas bien
que las ottce son".
Luego el castigo de Ia t'ncrucijarla
por el afán de habcr'rlur-,ri<l<r
saber a dónde llevan tt¡tlos los c;urrinos:
1, al pueblo;1 00,a la c iur l r r r l1; ,000:, r l c i c lo;
todosd e t i y ningur rol r t i ,
a tu centro irnplgciso, :rlrrur,
eje de mi abanico rlc rrrinrrl:rs,
sur t idor cx: r l t : r r l rt¡l t . t ' :ur r i r r t ¡s.
"f,
5. El recucrdo
llr ¡a
Con ser tan gigantcscc)c, l rrrar, y írmargo,
qué delicadarnented cjó cscrito
-con qué línea tan dulce
y qué pensamiento tan fino,
como con olas niñas de tus años-,
en este caracol, breve, su grito.
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